No todo está perdido
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No todo está perdido
Cuando abrió la puerta se quedo estático, ante sus ojos su prometida estaba besándose con Wood y no era cualquier beso, a juzgar por las apariencias solo faltaba que saltaran chispas y estaba completamente seguro que no se hubiera quedado en besos si no hubiera llegado a interrumpirles.
Quizás lo propio hubiera sido sentirse ofendido y arremeter contra Alexander para salvar su honor, su honra herida y maltrecha ante ese engaño, tendría que sentirse furioso, colérico, retar a su rival a un duelo después de todo en unos meses esa mujer que estaba en brazos de otro seria su esposa.
Pero a decir verdad no sentía nada, ni enojo, enfado o una furia rabiosa al saberse traicionado de esa manera, porque simplemente no sentía nada por ella, Sam no despertaba en el ningún sentimiento.
No comprendía que le había llevado a solicitar la cancelación de su compromiso matrimonial con Parkinson para tomar su lugar y ciertamente no le importaba mucho, pues todo había perdido valor e interés para sus ojos, ya nada valía la pena después de haber perdido la oportunidad de estar con Hermione.
Malfoy sonrió con ironía cuando vio como Alexander se interponía y escondía tras su espalda a una avergonzada rubia que había perdido el color de su rostro. Sus miradas chocaban pero especialmente la de Draco era tranquila.
¿Qué debía hacer? Fingir interés, fingir que le importaba al menos un poco que esa rubia que tanto se había esforzado en mantener un compromiso con el, para después estarse besuqueando con otro. Seria simplemente ridículo y salía completamente de contexto considerando que amaba a otra persona.
Pensó entonces que podría desquitar un poco su frustración y su amargura, dio el primer paso adentro de la habitación, Alex y Sam se tensaron mas pero el muchacho no retrocedió protector se erguía mas delante de la chica sin importar las represarías que pudiera tomar Malfoy.
Draco apretó su varita pero no fue capaz de levantarla, pues pudo percibir en ese preciso instante que había estado a punto de cometer una locura solo por el hecho de descargar un poco sus pesares, un dulce aroma conocido, y se quedo inmóvil esperando que ella se adentrara en su alcoba, pero no lo hizo, sintió el suave toque de una pequeña mano sobre la suya, aquella que empuñaba con fuerza su varita.
Se dejo llevar por ese cálido toque y dio un par de pasos más al interior de la habitación, Alex y Sam se relajaron un poco, pero en ningún momento dejo de proteger a la rubia con su propio cuerpo.
-Creo que es tiempo que aclaremos ciertas cosas. -Dijo con aparente tranquilidad la castaña, era demasiado inteligente para suponer todo lo que acababa de pasar. De tener alguna duda le basto ver la manera en que Alex protegía a Sam, y la manera en que esta se aferraba a su espalda con miedo.
-Siéntense. -Les ordeno y les llevo a todos un segundo asimilar la voz autoritaria de la Gryffindor y obedecer.
Samanta y Alexander tomados de la manos se sentaron sobre la orilla de la cama, lo mas alejados posibles de Draco, que se había quedado sin expresión alguna en el rostro, se limito a tomar asiento en una silla en otro extremo de la habitación.
Hermione tomo aire y comenzó a caminar en círculos en el centro de la habitación mientras le seguían con la mirada, tardo un poco en comenzar a hablar, lucia concentrada, como si meditara cuales era la mejor forma de decir aquello, pero después de darle un par de vueltas al asunto se dio cuenta que no había una manera de hacer que sonar mejor.
-Creo que todo cuanto pueda decirles esta de mas, y todo se resume al hecho de que ustedes dos se quieren. -Se dirigió a Wood y Smith. -Pero existe el inconveniente de que estas comprometida con Draco, además de que le debes una larga explicación sobre todo lo que has hecho.
Draco no comprendía de que hablaban, pero al parecer Sam y Hermione le escondían algo, además por el rostro contrariado de Wood parecía que el tampoco tenía idea del todo de que estaban hablando.
Samanta apretó un poco la manos de Alex para darse valor, pero no se atrevió a ver a los ojos a ninguno de los dos muchachos, estaba demasiado avergonzada y mortificada, por un lado Alex sabia a grandes rasgos todo lo que había hecho intentando ayudarlo, pero Malfoy era otra historia, y tenía miedo de cómo reaccionaría.
-Busque comprometerme contigo solo para librarte del contrato que tenías con Parkinson.
-¿Por qué? -Pregunto con enfado.
-Porque todo fue mi culpa, yo convencí a Pansy para que hablara con sus padres para que formalizaran el compromiso.
-¿Con que fin? -Pregunto de nuevo el rubio cada vez mas contrariado.
Samanta levanto la mirada para ver a Hermione que se había recargado en la puerta solo presente para calmar los ánimos pero verla era ver su tristeza oculta ante esa aparente pasividad, la castaña hizo un ligero movimiento de cabeza para que continuar.
-Lamento mucho lo que hice, yo deseaba que Alex fuera feliz y creí que esa felicidad la solo la tendría a lado de Hermione, por lo que hice todo lo posible por sepárales y cuando me di cuenta de mi error era demasiado tarde, los Parkinson te estaban obligando a comprometerte con Pansy y yo no tuve otra manera para evitarlo que convencer a mi familia que te quería. -Admitió avergonzada la rubia, agachando la mirada.
Malfoy se levanto completamente irritado y Hermione dio un paso para atajarlo y lograr que se calmara un poco.
-Se que complique todo, al final todo salió mal. -Seguía contando entre lágrimas. -Pensé que no tenia oportunidad de tener el amor de Alex y en mi ceguera creí que la solución era procurar que Hermione terminara contigo para estar con el. Lo siento. -Se disculpo.
-Tú y tus disculpas me importan un cuerno. -contrariado casi grito, solo porque Hermione se interponía no se acerco mas a Samanta. -Ahora que pretendes que me case contigo y tener por amante a Wood.
Ofendido Alex se envaro y enfrento a Malfoy, solo Hermione se mantenía en medio estirando las manos para alejarlos.
-No digas estupideces Sam no se va a casar conmigo.
-A mí tampoco me interés casarme con ella, pero por si no te has dado cuenta hay un contrato de por medio. -Cada vez más enojado se acercaba empujando un poco a la leona que no se apartaba.
-Basta ya.-Ordeno de nuevo con voz firme. -No es momento para pleitos, ahora necesitan ver que pueden hacer para solucionar las cosas.
-Necesitamos. -Dijeron a la vez Alexander y Draco.
-Si necesitan los tres resolver sus conflictos, yo salgo sobrando en esta ecuación si me he quedado es solo para asegurarme que no se maten, pero solo a ustedes corresponde encontrar una solución a sus problemas. Así que los dejo. -Antes de retirarse hizo que se separar mas para evitar que se enfrentaran.
Hermione no alcanzo a llegar a la puerta Draco la tomaba con suavidad por la muñeca impidiendo que escapara.
-Quédate. -Le pidió.
-Te recuerdo que ya no somos nada, y no desearía perturbarte con mi presencia sabiendo cuanto me aborreces. -Contesto herida recordando que la había despreciado al negarse a cobrar aquel trato.
Se soltó sin mirarle porque sus ojos le traicionaban y se llenaron con rapidez de lágrimas, salió y cruzo el breve pasillo para adentrarse a su propio cuarto, no noto que Draco le seguía.
A Malfoy ya nada le importaba, ni saber todo lo que había hecho esa rubiecilla loca que había logrado romper el compromiso que tenía solo para atándolo en uno nuevo, lo único que en verdad le importaba en ese momento era que Hermione entendiera que si no la había hecho suya esa noche era porque no deseaba que fuera esa entrega resultado del pago de una deuda. Deseaba que se entregara a el por amor, con convicción de saber que sus sentimientos eran semejantes a los suyos.
Le molestaron mucho sus palabras, como podía decir que la aborrecía, si bien nunca le había dicho palabras de amor creía que si le había demostrado su afecto con actos, el no era de decir palabrerías cursis, no era de los que regalaban flores o dulces a sus conquistas, el era así, quizás demasiado frio, pero eso no quería decir que ella no le importara.
Por mucho tiempo se había negado a admitir sus sentimientos un poco por orgullo y otro tanto porque nunca había sentido algo como eso, por lo que no sabía a qué se debía esa necesidad de estar a su lado para protegerla, ese deseo de cuidarla, no entendía porque ahora cada detalle de ella le atraída cuando ante le repelía, no comprendía porque anhelaba tanto sus besos, sus caricias, su calidez al tenerla en sus brazos, al sentirla suspirar mientras la abrazaba, todo eso era un enigma para el que no sabía nada del amor, nada de ese cariño que latía en su interior y se expandía dejándolo sin aliento.
Le había llevado solo unos días sin ella darse cuenta que la necesitaba, que no podía consentir estar sin ella, era un suplicio interminable, un dolor más profundo que mil crucios. Se dio cuenta entonces que todo eso que sentía se resumía a una sola palabra "amor.
Todo eso que se revolvía en su interior, era amor. Un sentimiento que no comprendía totalmente, pero que sin duda le impedía olvidar a Granger, porque ella era la única dueña de su corazón. Sonaba cursi y meloso cuando llego a esa conclusión, quizás en otro tiempo se hubiera burlado de su estupidez melodramática sobre el romance, pero se daba cuenta que era real, de que podía sentirlo y eso le aturdia y lo abrumaba, porque nunca se había planteado sentir aquello.
Si vida se limitaba a satisfacerse sus deseos carnales y veía a las chicas solo como objetos de placer y satisfacción, nunca había puesto en tela de juicio que alguna de las chicas con las que compartía su cama pudiera hacerle sentir otra cosa.
Su mundo se limitaba a la frialdad de una mera apariencia, los de sangre limpia estaban acostumbrados a cumplir con el protocolo de la sangre y parte de ello era casarse con alguien de su nivel y el amor era algo que no entraba en contexto para sus intereses. Sin ir muy lejos sus padres se habían casado solo por conveniencia para mantener la limpieza de la sangre, su madre le había dicho alguna vez que con el tiempo habían aprendido a quererse, para ellos era normal ese tipo de negocios en los que los sentimientos no importaban.
Un hombre de sangre limpia debía casarse con aquella mujer que le impusieran para mantener una línea de sangre pura, el prestigio y el poder que con ello se lograba, y si por su mujer no sintiera nada solo tenía la obligación intimar para engendrar un heredero y después siempre había la opción de desfogarse entre las piernas de alguna discreta amante en turno.
Para ellos no existía el amor, eso era simplemente un detalle ínfimo sin valor alguno, y eso habría creído Draco antes, pero así como sus ideales sobre la superioridad de la sangre y todos esos arcaicos preceptos que había tenido, también ese pensamiento se había esfumado para dejarle en claro que el amor si existía aun para alguien como él.
Draco detuvo la puerta antes de que la cerrara por completo, esto sobresalto un poco a Hermione, porque no había notado que estaba solo un paso atrás de ella, estab demasiado ocupada tratando de ocultar sus lagrimas que no se habia percatado de ese detalle.
-¿Qué quieres? -Le dijo intentando limpiar rápidamente sus lagrimas y giro el rostro para que no la viera llorar.
-¿Por qué lloras? -Pregunto desconcertado, sin responder la pregunta formulada por la castaña, estaba más preocupado en descubrir que provocaba sus lágrimas.
-Que educación la tuya, deberías saber que es de mal gusto contestar con otra pregunta.
-¿Por qué lloras? -Repitió y la abrazo sintiendo la enorme necesidad de consolarla.
-Suéltame. -Le pidió con voz débil, Hermione sabía que si la seguía abrazando perdería la poco cordura que le quedaba y que le impedía lanzarse a su boca para besarlo.
Draco la sentía timbrar entre sus brazos y su corazón se estremeció adolorido, sintiéndose culpable de algún modo porque en el fondo sabía que era por su culpa.
-Lo siento. -Dijo en un susurro apenas audible el rubio y la apretó con mayor fuerza.
Un Malfoy no se disculpaba, no estaba en su vocabulario ese termino, pero justo en ese momento Draco entendió que cuando se tratada de amor no habia apellido que valiera, y en ese intante solo era un hombre, un hombre enamorado que no tenia apellido que importara para hacerle saber a la mujer de su vida cuanto lamentaba todo lo ocurrido.
Hermione levanto el rostro para verlo, estaba sorprendida por la sinceridad en esa dos palabras. -Lo siento. -Habia dicho simplemente, pero ella lo sentía temblar tambien al pronunciar esas palabras que debían ser muy difíciles de expresar tratándose de alguien como el.
Entonces lo supo, supo que no todo estaba perdido, y lo miro a los ojos, perdiéndose en el gris de sus pupilas y sonrió con dulzura. Y esa sola sonrisa abrió la ultima breza en el escudo frio que protegía a Malfoy de sus sentimientos rompiendo sus últimas defensas.
Draco le beso la frente, las mejillas antes de posar sus labios en los suyos, mientras la sentía estremecer de nuevo entre sus brazos y esa calidez tan suya lo embriagaba, mareándolo, haciéndolo un tonto enamorado, un loco eufórico al besar de nuevo esos labios que tanto extrañaba.
Sintió el sabor salado en esos besos productos de las lagrimas que no paraban de escurrirse de las mejillas sonrojadas de Hermione, y no importaba, porque por primer vez desde que se separaban, esas eran lagrimas de dicha y felicidad.
Al diablo con todo pensaron, al diablo con las dudas, las inseguridades, que se fueran al carajo su familia, sus compromisos y todo el mundo, porque nada mas importaba que ella.
Temblaban abandonándose por fin a sus sentimientos, dejando de fingir que solo era parte de un estúpido trato, temblaron al sentir el calor de sus cuerpos estrecharse y sus brazos unirse en un abrazo que se les antojaba interminable y se besaron como nunca lo habian hecho, con la conciencia de que eso era lo que ambos quería.
Sentían sus labios hinchados y adormecidos y solo entonces los despegaron, mas no se soltaron, de pie en mitad de la habitación de las chicas se mecieron al compas de una música inexistente, al vaivén de los acelerados latidos de sus corazones y se miraron a los ojos encontrando todas las respuestas que buscaban, todas esas palabras que no se habían dicho, todos esos sentimientos que no habían comprendido.
Draco y Hermione regresaron a la otra habitación tomados de la mano, dispuestos a buscar una solución que les permitiera estar juntos. Alexander y Samanta los esperaban aun sentados en la orilla de la cama, con sus manos unidas como sus corazones, porque también se amaba, y estaban dispuestas a luchar contra todo para que no les separaran.
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