Más Promesas

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Más Promesas

Hermione continuo leyendo tratando de ocultar su sonrojo, había hablado de mas al expresar su afecto, pero era demasiado tarde para enmendarlo, por lo que siguio tratando de contener su emociones y disfrutar de la cercanía y caricias del descolorido rubio que jugaba con uno de sus rizo.

El mismo Antoni, años después me contaría que su vida empezó ese día en el que esa salvaje niña lo llevo a recorrer los campos, le enseño tantas cosas de la vida que no pudo dormir solo recordando como había aprendido a base de caídas a trepar a los arboles, a lanzar lejos las piedras en el rio mientras esperaban atrapar  ranas, corrió como nunca lo había hecho hasta que no pudo mas y sin aliento se tendió en el pasto fresco de los prados y su lado se dejo caer despatarrada la niña morena de ojos color carbón, con voz cantarina y dándole la importancia de un gran discurso de esos que dan los que tuvieron la fortuna de tener algo de cultura y letras, le conto de la vida del campo, de los animales, de la siembra del maíz, de sus escapadas a media noche para nadar al rio y poder ver unas lucecitas bailotear entre la crecida maleza, le confió donde podía cazar lagartijas y le presento a Cucú su rana que saco de una cajita de madera con agujeros de entre sus ropas.  

Y con la misma naturalidad y confianza como si llevaran toda una vida conociéndose   la vio cerrar los ojos cuando le hablo de su madre muerta hacia ya tres años, le hablo de cómo se parecía mucho a ella, que le extrañaba tanto que dolia y que todas las noches le hablaba de lo que había hecho en el día, le dijo que lloraba a veces sin que su padre lo notara para no ponerlo más triste y que sospechaba que su mama era una de las muchas estrellas del cielo.

Eso le basto a  Tony para tomar confianza y contarle de sus propias penas, de la fallecida amita Anna y Don Damián de lo estricto y cruel que era y de Agustina su carcelera,  terminaron llorando juntos compartiendo anhelos y añoranzas por las que se fueron y los dejaron. Eran unos niños de apenas 8 años, pero por algún motivo que aun no entiendo, quizás porque soy un viejo algo lento,  ese día Magali deicidio que Antoni sería mucho más que su amigo, su hermano.

Le ofreció su manita sucia llena de barro junto con una promesa de ser los mejores amigos, Tony no dudo ni por un segundo viendo por fin un rostro amable y sincero. -Te prometo que voy a cuidarte, seremos hermanos. -Esas fueron las palabras de Magi. -Y yo prometo cuidar ti y seremos  hermanos. -Fue la respuesta de Antoni.

Si me preguntas que llevo a ese par de chiquillos a hacer una promesa como esa, no tengo mas respuesta que darte que la que obtuve con el correr de los años al ser testigo de esa amistad que surgió a partir de entonces. Nacieron en cunas muy distintas de madres diferentes, el podría tener todo cuanto quisiera y ella quería todo cuanto tenia, pero al final eran como los animalitos del monte que se quedan solos y que solo llegan a juntarse cuando encuentras a otro compañero que paso por las mismas penas, y esos eran ellos dos animalitos que habían perdido a sus madres.

Como el día y la noche, dos extremos diferentes de una vida que no siempre es justa, pero así como el día no puede existir sin la noche, la noche solo se presenta para complementar el día, Magali y Antoni nacieron para complementarse sin importar el origen.

-Creo que ya es hora de irnos. -le dijo al oído.

-Está bien.

-Después seguirás leyéndome, me parece una historia interesante.

-Cuando quieras. -Acepto con gusto la castaña.

Se levantaron sin prisas y sacudieron un poco sus ropas antes de emprender el camino de regreso al castillo, quien los viera podría notar lo bien que la pasaban juntos, para nada era un esfuerzo mantener esa farsa, aunque a decir verdad hacia ya mucho que había dejado de serlo.

A lo lejos Alex suspiraba con decepción al lado de Sam, quien trataba de ocultar su molestia pero era demasiado difícil.

-No sé que le ves.

-Es muy bonita.

-No es la gran cosa, además para que pierdes tu tiempo si tiene novio.

-Es que tu no entiendes.

-Que es lo que no entiendo.

-No solo me gusta, yo la quiero. -Dijo con sinceridad, pero esa declaración dejo helada a Samantha.

La rubia contuvo las lágrimas solo por su orgullo, pero un nudo se había formado en su garganta al escuchar la afirmación de Alexander. Le dolía de manera indescriptible saber que no era solo n gusto pasajero de sus amigo, si no algo mas profundo.

-¿No dices nada? -Pregunto Alex

-¿Qué puedo decir? -Pregunto mas para si misma que para su amigo.

-Me interesa saber lo que opinas, sabes que eres muy importante para mí, eres mi mejor amiga, la hermana que nunca tuve.

Sonrió con tristeza Sam y acaricio su mejilla.

-Yo solo quiero que seas feliz, no quiero que sufras por Granger al verla con Draco. Pero si en verdad la quieres deberías luchar por ella.

Deseo morderse la lengua cuando pronuncio esas palabras, quería morirse por no tener el amor de Alex, pero prefería verlo feliz a pesar de que le doliera, y si era verdad que estaba enamorado y que su felicidad estaba en otros brazos, no sería ella quien lo impidiera, por lo contrario, aria lo posible para ayudarlo.

-Animo. -Pidió mientras intentaba sonreír.

-Gracias San, no sé qué aria si no te tuviera. Hare lo posible por conquistarla.

-Es mejor que nos vayamos es algo tarde. -Le dijo girando su rostro para limpiar una lágrima que se había escapado.

-Como digas mi querida Sam.

Cuando llegaron al castillo Samanta se disculpo para ir a los servicios, no podía contenerse por más tiempo, las lágrimas saldrían sin falta. Asi fue, pues apenas se encerró en uno de los cubículos comenzó a dejar fluir el cálido liquido.

Le dolía mucho comprobar que sus peores pesadillas se habian realidad, pero desde hacía mucho ya lo sabía, sabía que Alex simple la vería como su gran amiga, nunca como nada mas, sabía que algún día llegaría a enamoraras y ella tendría que padecer al verlo con otra.

Odiaba a Granger, la odia con fuerzas, por ser ella la elegida, pero la odiaba mas por estar con Malfoy y hacer sufrir con ello a Alex. Prefería mil veces retorcerse ella en su dolor en su miseria, pero que Alexander fuera feliz.

Sam salió cuando estuvo más tranquila, se lavo la cara y se miro al espejo haciendo una promesa. Ella se encargaría de asegurar la felicidad de Alex a costa de lo que fuera, incluyendo su propia felicidad y sufrimiento.

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