Fugaz Momento

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Fugaz momento.

Un nuevo día de clase y la rutina de siempre, un mar de estudiantes yendo de un lado a otro inmersos en sus propias preocupaciones. El gran comedor estaba lleno, pero los colores se mesclaban con mayor facilidad que antaño. Se podía ver a alumnos de varias casas regados entre las mesas, solo los Slytherin no se mezclaban, firmes a la tradición estúpida de la pureza de  la sangre.

Hermione desayunaba con aparente calma a  su derecha estaba el pobreton pelirrojo y a su izquierda la lunática rubia, como siempre rodeada de raros y gente tan indeseable como ella, pensaba cierto rubio. Parecía divertida o eso podía ver desde su mesa Malfoy que de manera disimulada la observaba.

Pero a su vez alguien observaba en ese orgulloso Slytherin como su vista se perdía en la mesa vecina y no en cualquier persona, solo la observaba a ella por mucho que intentara disimularlo, sonrió de medio lado, sin duda era su astucia lo que lo había llevado a pertenecer a esa casa de serpientes aparte de ser de sangre pura.

Se levanto elegante y aun sabiendo el peligro que corría se aventuro a aquella mesa repleta de sus enemigos naturales, aunque en realidad nunca los hubiera considerado de esa manera.

Todos parecían sorprendidos cuando llego a su objetivo, todo menos una castaña que le sonrió abiertamente con sinceridad.

A lo lejos Malfoy observaba apretando en su mano el tenedor, si las miradas mataran ese par hubiera caído fulminados, pero contaba que San Potter y la comadreja intervendrían, porque aun a la distancia a la que estaba podía ver como esos dos se habían puesto tensos y a la defensiva.

Pero para su sorpresa, unas simples palabras y una gran sonrisa de Granger y Lovegood habían bastado para tranquilizar a esos dos Leones que aun lo miraban con desconfianza pero que no hicieron nada por impedir que su mejor amiga se retirara del comedor  tomada del brazo que galantemente le había ofrecido Nott.

 Fue tanta la presión ejercida sobre el frágil tenedor que termino cediendo sin más y se arqueo.

-¿Qué te ocurre Draco? -Pegunto con interés el moreno Zabini. -No me digas que estas interesado en Granger.

-No digas estupideces.

-Pues eso parece.

-No seas idiota, lo que no me parece es que uno de los nuestros se mezcle con la gentuza. -No se dijo nada mas, molesto el príncipe de casa de levanto de la mesa con toda la elegancia propia en el, dejando a todos un tanto desconcertados.

Ya que si bien los Slytherin seguían con la mayoría de sus costumbres, sin duda habían cambiado mucho sus ideales, su aislamientos de debía a que no estaban acostumbrados a tratar con las demás casas y aun que lo trataran de ocultar, temían al rechazo.

Aun así Zabinni y Pansy trataban de creer que la molestia de Draco era solamente porque Nott se juntara precisamente con una de sus peores enemigas, algo raro podían sentir en todo eso.

Nott había planeado todo con astucia, acercarse a la Gryffindor en presencia de todo el colegio, pero principalmente de Draco para confirmar todas y cada una de sus sospechas, lo cual logro cuando al ver de reojo pudo ver como el tenedor que sostenía estaba doblado y la mirada gris de su compañero de casa mostraba una furia extrema.

Pero eso era solo una de sus muchas intenciones, quería demostrar muy a su manera que ya no era peligroso convivir con las serpientes y que mejor manera de hacerlo que congraciarse con los lideres mas fuerte. Potter y Weasley eran demasiado recelosos y desconfiados, pero Granger era otra historia, de hecho habia sido ella quien le habia dado la oportunidad de congraciarse consigo mismo.

No le resultaba fácil darle la tutoría a Luna, siempre estaba nervioso y resultaba bastante torpe, y sentía que como consecuencia la chica no lograba mejorar,  pero había algo especial en la dulzura e ingenuidad de la rubia que le reconfortaba y le impedía renunciar.

Las primeras clases le resultaron abrumadoras, y mas cuando Luna era capaz de hablar por horas sobre criaturas que no sabía a ciencia cierta si en verdad existían o si solo eran producto de su imaginación, en ocasiones se resistía las ganas de burlarse de todas las tonterías de le contaba, pero era imposible no reconocer que tenia tal tenacidad y seguridad al hablar que incluso podía convencer a cualquiera de sus teorías.

Pero eso solo se sumaba a la gran lista de particularidades de Lovegood, sus ojos azules siempre soñadores eran tan transparentes, tan limpios y libres de maldad que le costaba trabajo creer que alguien a su edad y después de haber no solo presenciado, sino que además participado como miembro activo en una terrible guerra aun pudiera tener esa candidez y esas esperanzas abrumadoras en las personas y en la vida misma.

Esa franqueza para hablar sin tapujos de verdades que lastimarían o avergonzarían a la mayoría le causaba admiración, no le importaba lo que los demás pudieran pensar de su persona y las burlas la tenían sin cuidado alguno. Tenía un elevado sentido de lealtad y amistad que lo confundían la mayoría de las ocasiones.

Esa rubiecilla podía parecer despistada, tan sumida en sus propios pensamientos al punto de no darse cuenta de nada a su alrededor, pero la vedad era muy distinta, era muy observadora y captaba detalles que pasarían desapercibidos para la mayoría de las personas, pero no para ella.

Le sorprendió sobre manera aquella tarde después de su primera clase, que ella le había dicho lo mucho que le alegraba que quisiera cambiar, que ella lo considera  un buen chico y que entendía muy bien lo que era no encontrar su lugar, sentirse solo y perdido. Al principio no solo se sentía expuesto y molesto de que esa mujer pudiera hablarle de esa manera como si lo conociera, pero después cayo en cuenta que cada palabra era verdad, así que su enojo se evaporo junto con sus resistencias de enseñarle algo a esa Lunatica chica.

Porque tenía razón, la mayoría del tiempo se sentía fuera de lugar y bastante solo, quería cambiar pero no veía la forma de hacerlo, creía que a pesar de haber sido un mortifago no se consideraba una mala persona, habían sido las circunstancias lo que lo habían llevado a obedecer como a muchos otros entre ellos Malfoy, Zabini y Parkinson.  

Por eso encontraba en Luna algo especial, algo que le podía permitir estar después de su hora rigurosa de asesoría en transformaciones en silencio con esa rubia de expresión distraída y enormes ojos azules parlotear, solo escuchando sus fantásticos relatos narrados con tal fe que incluso lo hacía creer que en verdad existían.

Le parecía fascinante la existencia de personas como Luna, incluso como Hermione, que a pesar de los momentos duros que le habían tocado vivir, conservaban esa luz que compartían con las personas que los rodeaban, porque si bien Luna era increíble, Granger también era un caso.

La castaña era de las pocas que no se portaba renuente o discriminaba a los Slytherin, incluso los respetaba a pesar de haber sido muchos aliados del innombrable. Quizás la única excepción era Draco, pero bien sabia que eso era culpa de su amigo, del orgullo que se negaba abandonar, por eso se había propuesto intervenir.

Consideraba que si alguien era capaz de cambiar a Malfoy, era precisamente Granger. Y el como buen amigo lo ayudaría aun en contra de su voluntad, quería que también el lograra recuperar un poco de la paz que habían perdido en la guerra.

Quería que su descolorido amigo pudiera disfrutar de la sensación de plenitud que experimentaba el mismo cuando estaba con Luna, porque sabía que esa chiquilla loca le había llenado no solo la cabeza de fantasías, sino el corazón de amor. Y deseaba eso felicidad para  Malfoy, por lo que se tomaría un par de molestias para hacer que admitiera esos sentimientos a los que se estaba resistiendo.

No le habia llevado mucho tiempo descubrir que Draco sentía algo diferente por Hermione, lo noto desde aquella salida a Hogsmeade en la que se acerco la leona en compañía de Luna para pedir su ayuda. Porque quizás fue solo un segundo pero alcanzo a notar la molestia en la mirada de Draco y eso se sumaron los interrogatorios posteriores y la petición de aclaraciones. Pero quizás lo definitivo fue haberlos encontrado el día anterior con vestigios de que algo había pasado entre ellos.

-¿Ahora si me vas a decir que ocurre con las tutorias? -Pregunto calmadamente la castaña cuando salieron del gran comedor.

-En realidad eso era solo un pretexto.

-¿Pretexto para qué?

-Para poder hablar contigo a solas.

-Tú dirás de que quieres platicar. -Dijo con desconcierto.

-Veras me interesa Luna, pero no sé si me permita acercarme a ella o ustedes como sus amigos les moleste.

-¡Oh Theo! Habías logrado preocuparme. -Suspiro con alivio. -Luna en una chica excepcional, pero me atrevo a decir que tu también eres una excelente persona, estoy segura de que ella te corresponde, cuentas con mi apoyo y por los chicos no te preocupes suelen ser muy sobreprotectores como acabas de ver, pero nunca harían nada que lastimara a Luna y por lo tanto a ti. -Dijo con franqueza.

Una cabellera rubí se asomo por los pasillos por donde platicaban y eso no paso desapercibido para el castaño, por lo que se apresuro a abrazar a la leona que sin mas correspondió el abrazo.

-Te prometo cuidar de ella.

-Mas te vale.

-Aunque aún falta que Luna me acepte.

-Te aseguro que así será. -Le dijo sonriente la Gryffindor, satisfecha de haber logrado el acercamiento, ahora su querida amiga sería feliz y eso le daba un poco de consuelo ante su propia  infelicidad de estar enamorada de un imposible.

Malfoy los espiaba pero no estaba lo suficientemente cerca para saber de que hablaban, solo veía como Nott la abrazaba y le hablaba al oído. Eso lo puso furioso.

-Bueno es mejor regresar ¿No crees? Asi podrás hablar con Luna.

-Tienes Razón, muchas gracias Hermione. -Le dijo dándole un suave beso en la mejilla que la castaña correspondió, pues lo considero solo agradecimiento.

Con lo que no contaba la leona era que Theo solo estaba pensando en la manera de poner todavía más celoso a Malfoy, bueno si eso era posible.

-Si quieres adelantarte, olvidaba que tengo que ir por libro a la biblioteca. -Se despidió la chica.

-Está bien nos vemos mas tarde.

El chico regreso al comedor, no sin antes ver como esa curiosa sombra de cabellos platinados iba en la misma dirección en que Granger se había retirado. Sonrió satisfecho.

Con paso firme Nott se regreso a la mesa de los Leones y se puso a espalda de Luna, la tomo con suavidad por los hombros y acerco sus labios al oído, susurro algunas palabras que ocasionaron que las mejillas blancas de la rubia se sonrojaran y una hermosa sonrisa se formara en sus rosados labios, sus ojos azules brillaban con emoción

-Me encantaría. -Contesto en voz alta, lo que hizo que Theo le ayudara a levantarse para poder besar esos divinos e inmaculados labios, teniendo el honor de ser el primero en besarlos, ante el asombro de muchos y los celos sobreprotectores de Harry y Ron.

Mientras tanto a punto de llegar a la biblioteca un fuerte brazo la sujeto arrinconándola en una pared.

-¿Qué pretendes? -Pregunto furiosa al ver quien la habia tomado tan bruscamente.

-¿Qué hacían con Nott?

-Eso no te importa.

-Claro que me importa. -Al soltarlo el mismo se sorprendió por sus palabras y ante el desconsiento de la leona y que no encontró que mas decir solo de aferro con necesidad a sus labios, ansiando tanto probarlos de nuevo que no le importo en lo mas mínimo que él fuera un Malfoy y ella una insulsa hija de Muggles.

Hermione estaba atónita, pero era imposible no corresponder a ese beso, era imposible no perderse en esos fríos labios que sabían a gloria, era imposible no vibrar al sentir sus fuertes manos tomar su cintura para pegarla aun mas a ese divino cuerpo. Le resultaba imposible a pesar de su orgullo y de esa promesa de no dejar que nunca más la humillara no darse cuenta que por primera vez ese beso también a Malfoy lo estaba consumiente. Y tratando de no pensar al menos por un momento enredo sus manos en ese suave cabello platinado antes de que se rompiera como en tantas ocasiones el fugaz momento.

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