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Draco.
Entré al club para recibir el dinero de esta semana, habían hecho una buena cantidad así que todo sería para mí. Todo sea por el bien de este bastardo y el bien de mi bolsillo.
—Señor Valkov.
—Prince —sonreí—, vine por mi dinero.
—Si.
Lo seguí hacia la oficina, sobre el escritorio estaba aquella bolsa de dinero, el mismo me la mostró, pero sabía que algo no estaba bien con el dinero.
—Prince, Prince —chasquee la lengua— dime ¿Tengo cara de estúpido?
—N-No señor.. ¿Por qué lo dice?
—Por que tú —saqué el arma y le apunté—, me quieres ver la cara de estúpido, en aquella bolsa falta dinero.
—No señor.. El dinero está completo.
—¿Estás seguro? —le hice una seña a uno de mis hombres para que sacara el dinero de la bolsa, todo el efectivo cayó sobre la mesa junto con papel— Prince, esto es malo, muy malo.
—Señor puedo explicarlo... E-Este mes no hicimos mucho dinero.
—Prince, yo trabajo duro ¿Sabes? —me senté en su escritorio— trabajo para mantener tu club de mierda a salvo de los deudores, soy un hombre bueno —me puse la mano en el pecho— ¿Cierto muchachos?
—Si señor —respondieron al unísono.
—Ya los oíste Prince, soy un buen hombre que trabaja para proteger este lugar.. Entonces, si quieres que tu club siga en pie, págame como se debe.
—Si señor, le pagaré...
—Tienes dos días para juntar el dinero —me puse de pie—, golpeenlo para que no se le olvide quién manda aquí.
Salí de la oficina y mis hombres comenzaron a golpearlo. Detesto cuando tengo que venir por mi maldita cuenta a cobrar el dinero.
Me subí al auto y encendí un cigarrillo. El auto arrancó hacia el almacén.
Ya las armas debieron llegar hace media hora. Damon debe estar organizando todo y las armas deben llegar intactas.
Este es el negocio desde hace muchos años, Pero no faltan los bastardos de los policías a querer joderme y justo ahora acaba de pasar.
El auto se detuvo, frente a nosotros estaba una patrulla, sonreí de lado al ver a Domenico, toco el vidrio y lo baje.
—Valkov.
—Perra —rei— ¿Ahora que hice?
—Un hombre fue golpeado, específicamente el dueño, en el club Astro ¿Tienes algo que ver?
—¿Te parece que tengo algo que ver?
—Conozco tu modo de trabajo Valkov, tiene tu marca.
—No me jodas —me rei—, deja de romperme los malditos huevos ¿Quieres? Arranca.
El auto arrancó hacia el almacén, el maldito de Domenico no me deja en paz para nada. Lo único que quiere es meterme a la cárcel y eso jamás va a pasar.
Tengo la maldita ciudad controlada y el que se atreva a reaccionarme lo mato con mis propias manos.
Mi modo de trabajo es simple, me pagan por protección y listo, nadie sale lastimado.
Dentro de Londres hay varias personas que son dueñas de territorios y yo soy una de esas personas, Pero de todos, soy el más poderoso por qué gracias a mi es que tienen las mejores armas traídas de Bélgica.
Todos estos bastardos trabajan para mí. Y si tienen que estar de rodillas ante mi, lo harán.
(...)
Las armas que habían llegado eran perfectas, junto con sus municiones entre otras más. Mi tío Ian es bueno en esto de fabricar las armas, todas ellas eran únicas en su clase y por ello, valen más de lo que cuesta un arma común.
—Buen trabajo tío, todas están perfectas.
—Que bueno que te hayan gustado.
—El dinero será transferido hoy mismo.
—Hombre, págame cuando quieras... Recuerda que somos familia.
—Claro que si.
—Te tengo que dejar, ya sabes que nos vemos en casa de tu padre para su cumpleaños.
—Estaré allá sin faltas —colgué—. Bien muchachos, pongamos estas bellezas en su sitio, recuerden que no deben estropearse.
Mis hombres comenzaron a llevárselas al depósito en dónde estarían resguardadas de todo y todos.
Estar en el negocio familiar ha Sido una de mis mayores aportaciones a la familia, al inicio mi mamá no estaba de acuerdo, pero luego entendió que esto es lo que quería y lo que significaba ser un Valkov.
Tuve una buena crianza, sabía y sé diferenciar lo bueno de lo malo, pero yo escogí esto y me fascina llevar las riendas de todos, jamás entenderé por que mi papá lo abandonó si era el mejor en su campo y el líder mas respetado en Bélgica.
Por supuesto que todos los del bajo mundo me conocen como el hijo de Drago, pero yo mismo me hice mi nombre y mi propia fama, claro que no me molesta que me comparen con el, pero quiero que todos sepan que el y yo somos distintos.
Soy un empresario y vendedor de autos para la sociedad, pero en el bajo mundo estoy a cargo y soy el líder de la mafia Inglesa y Francesa.
Yo ofrezco protección a los dueños de los clubes de mala muerte, vendo armas y dirijo bares y clubes que están a mi nombre. La mayor parte de los clubes me pertenecen y los que no, trabajo para ellos ofreciendo protección.
Las reglas las impongo yo, los juegos los creo yo y cada uno de ellos me debe respeto. Mi padre me hizo implementar las mismas reglas que en Bélgica. Está prohibida la venta de drogas, trata de personas y abusos sexuales, si esas reglas se rompen, rodaran cabezas y sangre, como lo dije en un inicio, mis reglas se respetan.
Por supuesto que lo mio es solo la venta de armas pero no esta de mas trabajar en dar protección, siempre y cuando me paguen a tiempo y completo.
—Draco.
—Damon ¿que mierdas haces aquí? Deberías estar cobrando el dinero..
—Esta en el auto idiota —soltó con fastidio— dime ¿las armas estan hermosas?
—Maldita sea si —sonreí—, estan preciosas, esas valen al menos diez mil euros.
—Genial —se acercó a mi—, el dinero está completo...
—¿Lo contaste? —asintió— Prince intento engañarme, me dio papel en vez de dinero —encendí otro cigarrillo.
—Déjame adivinar, lo golpeaste —asentí— Draco, no puedes ir por la vida golpeando a todos ¿sabes? Las cosas se pueden arreglar de otra manera.
—¿Crees que me importa? Además esa es mi manera de arreglar las cosas, todos tienen que obedecer, sabes lo que pasa cuando no obedecen a mis órdenes.
—Oh si —comenzó a reírse— el señor dominante e indomable... ¿Sabes? Me encantaria verte siendo domado por una fémina.
—Estas loco si crees que eso pasara —negué— ¿Por que crees que no tengo mujer? No estoy para estar en esas Damon.
—Ya veremos dijo el ciego —sonrió—, por cierto, la casa estará lista en un par de semanas.
—Perfecto —sonreí—, andando, hay que contar ese dinero.
Eso que dijo que le gustaría verme domado por una mujer, eso es imposible, ni siquiera mi madre lo hace.
Las mujeres y una relación, es algo que no van conmigo. Soy demasiado exigente con las mujeres además de que no me gusta estar dando explicaciones de nada, eso de comprar flores y cenas, no es lo mio.
Mi padre se ve tonto haciendo eso.
La libertad es algo que he disfrutado desde siempre y seguirá asi hasta el dia en que me muera, además de que puedo tener a la mujer que yo quiera cuando lo quiera y en donde quiera.
(...)
Miraba la ciudad desde mi departamento, estaba sentado en la sala. No se por que demonios ella vino a mis pensamientos.
Elizabeth.
Aquella pelinegra de ojos oscuros que entro a mi mente en un segundo.
Es culpa de Damon por haber nombrado a mujeres por la tarde, después de cinco años ella vuelve a mis pensamientos.
Solo fue un momento de sexo nada mas, algo como cualquier otro momento de calentura, pero... Ella tenía algo y todavia no sabia que era. Ella captó mi atención cuando la vi en la pista de baile en uno de mis clubes, verla moverse asi ademas de aquel ajustado vestido negro en donde se podía ver su espalda.
Era una maldita tentación para los hombres de ese club, incluyéndome.
Hasta yo mismo me sorprendí de haber alejado a aquel sujeto de ella, estaba drogada, estaba mas que claro por que estaba encendida, jadeaba y se frotaba las piernas buscando alivio, no soy ningún santo pero, estaba aliviado de haber sido yo, a que fueran alguno de esos bastardos.
Habían pasado cinco años y la recordaba como si fuese ayer, esa cabellera oscura al igual que sus ojos, sus pechos, sus caderas y la manera en gemía mientras la follaba en aquel baño.
No me arrepentí de nada por que lo disfrute.
Iba a llevármela pero ella terminó yéndose, huyó de mi así que no le di importancia.
Con el paso de los meses ella no salía de mi mente, me daba mucha rabia no poder desecharla como cualquier mujer a la que me he cogido, mi mente me daba una muy mala jugada, tanta fue esa que me acostaba con mujeres que tuvieran sus características. Ella me dejó demasiado mal.
No se si eso sea bueno o malo.
Hace meses que no pensaba en ella, pero Damon, maldita sea con el, nombro a una mujer y ella saltó a joderme los pensamientos.
Ni siquiera quiero buscarla por que terminaré jodido.
En ese momento ella se volvió como una pequeña obsesión, pero mi necedad se negaba a buscarla.
Sería humillante para mi buscarla como un perro faldero, cuando la cosa debería ser al revés.
Seguramente ella debe estar casada como me lo dijo aquella noche, posiblemente hasta con un hijo o tal vez dos, quien sabe, definitivamente ella tiene que salirse de mis pensamientos.
Al igual que de mi piel.
—Maldita sea —mascullé— necesito golpear a alguien.
Me puse de pie y camine hacia el enorme cuadro que tenía en mi pared, en toda la sala lo único que decoraba el retrato de ella. Recordaba cada facción de su rostro y decidí mandarlo a pintar, era como ver una fotografía de ella.
No quiero buscarla, no quise hacerlo así que preferí tenerla en una pintura.
Pero justo ahora deseaba tenerla en mi cama gimiendo mi nombre, aspirar el olor de su piel y tocarla, pero eso solo se quedara en mi mente como un recuerdo de aquella noche.
Quizá esté loco, pero es mi forma de tenerla cerca así no esté conmigo.
Ni siquiera yo mismo me entiendo, no se si es deseo o adicción lo que tengo hacia ella.
Deje esos pensamientos atrás, no me llevarían a nada bueno. Saqué mi teléfono e hice una llamada.
—¿Estás libre? —pregunté mientras miraba aquel cuadro.
—Para ti siempre..
—Irán por ti en media hora, necesito coger.
—Esperaré aquí lindo —colgué.
(...)
Al dia siguiente.
Golpee unas cuantas veces mas el saco, eran las cinco de la mañana y me era difícil dormir, los problemas para dormir eran mas y mas frecuentes. Por más cosas que hacía en el dia para quedar agotado y poder dormir, no servían de nada.
La cama era lo que menos usaba ya que no dormía ni siquiera una hora al día, era mucho más complicado de lo que pensaba.
Me saqué los guantes y salí del gimnasio, en la cocina estaba la chica que me cogí anoche.
—Hola precioso, buenos días.
—¿Que haces? ¿Por que te metes en mi cocina? —pregunté un poco serio.
—Estoy hambrienta —se encogió de hombros— ¿quien es? —señalo detrás de mi— ¿Tu mujer?
—No es tu asunto, viniste aquí para complacerme no para hacerme preguntas estúpidas.
—Pero que odioso eres... —rodó los ojos— Nos parecemos mucho—dijo mientras miraba la pintura— aunque yo soy mas hermosa.
—Cállate y lárgate ¿quieres?
—Creí que me quedaría más tiempo...
—Pues creíste mal, me daré un baño, tienes tres minutos para largarte, si sigues aquí, te sacaré desnuda.
Me encamine hacia mi habitación, me metí al baño, trate de calmarme con un baño de agua fría, no entiendo qué demonios pasa conmigo. A pesar de tenerla en mi sala y en mi pared, jamas habia pensado en ella tan seguido.
Cuando entraba trataba de no mirar aquel cuadro, o simplemente no venía al departamento. Pero ahora sus ojos permanecían en mi mente desde hace horas. Pude escuchar sus gemidos claramente en mis oídos.
No puedo creer que esto me este pasando justo ahora.
No quiero cometer una locura y comenzar a dar con todas las Elizabeth de Londres, este no es mi modo de hacer las cosas, ella es la que debería venir a mi, no yo a ella. Me siento como un maldito crío hormonal.
Maldita sea.
Hola hola espero que esten bien y que el capítulo haya sido de su agrado. Poco a poco iremos conociendo un poco mas de Draco, prontito ellos se van a encontrar y no en las mejores circunstancias.
No olviden que:
Besos, Ross.
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