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Pues como dice la descripción estas son drabbles e ideas que tenía para one shots que nunca desarrollé, mi plan en que en cada "capitulo" voy a juntar todos mis escritos cortos para que cada parte valga la pena o algo así, no se la verdad. Aclaro que cada drabble es ajeno a los anteriores (a menos que se de a entender que se desarrollan en los mismos universos) por lo que aquí a veces habrá un poco de todo, cosas situadas en el canon y luego otros en AUs.
Aclaro también que algunas de estos escritos los saqué de algunas de mis publicaciones de Facebook, lo digo por si a alguien me tiene agregada y probablemente ya haya leido alguno de estos drabbles antes.
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Guilliman veía los papeles frente a él. Informes de los mundos conquistados, misiones futuras, el estado de su planeta natal y demás información. En cualquier otra situación hubiera terminado con su trabajo en tiempo y forma pero ahora se sentía demasiado agobiado. Leía una y otra vez los textos en la hoja pero las palabras perdían su significado rápidamente antes de que pudiera procesarlo. Se reclinó hacia atrás en su asiento y masajeó su sien, sentía que pronto le daría un fuerte dolor de cabeza.
Tocaron a la puerta de su oficina y por un momento pensó en decirle a quien quiera que estuviera detrás de la puerta que volviera más tarde. Pero el aroma familiar a incienso lo hizo recapacitar rápidamente.
—Adelante —dijo a la vez que se enderezaba.
La puerta se abrió y Lorgar entró a la habitación. Su presencia pareció iluminar la habitación con una luz dorada que reconfortó al señor de Ultramar. Llevaba en sus manos una taza que olía delicioso.
—Te traje una taza de té —su voz era suave al hablar—. Creí que podrías necesitarla luego de estar casi todo el día aquí encerrado.
—Te lo agradezco mucho, Lorgar, eres tan considerado querido —aceptó la taza que su hermano le ofrecía y se deleitó con su aroma antes de darle el primer sorbo.
—Es lo mínimo que puedo hacer —pasó un mechón de su cabello castaño por detrás de su oreja—. Sé lo mucho que te esfuerzas a diario, pero aún así quería ayudarte a relajarte de algún modo.
—Y yo lo aprecio como no tienes idea querido.
Un dolor punzante en su cabeza lo hizo gemir de dolor. Parece que el dolor de cabeza ya había llegado. —¿Guilliman? —La voz de Lorgar sonaba preocupada.
—No es nada. Solo estoy algo agobiado, me sentiré mejor en un momento.
Lorgar no se veía convencido en absoluto. Se acercó a su escritorio y se paró justo detrás de él. —Entonces permíteme ayudarte —colocó sus dedos sobre sus sienes y comenzó a darle masajes circulares. Guilliman soltó un suspiro satisfactorio por la atención dada y Lorgar se veía complacido por eso—. ¿Se siente bien?
—Se siente de maravilla —Guilliman se permitió relajarse. No pensó en los papeles que aún estaban en el escritorio ni en los pendientes que lo mantenían estresado. Solo disfrutó del masaje que su pareja le daba.
—Sé que estás todavía muy ocupado, pero tal vez podríamos salir un rato juntos. Creo que haría bien estar un rato lejos de todo el papeleo y tomar un poco de aire fresco, ¿tú qué opinas?
—Hmmm, suena bien, ¿si salimos podrías prepararme más de este rico té?
Lorgar sonrió contento por su respuesta afirmativa y se inclinó para besar su mejilla. —Claro que sí, tengo incluso otros sabores que te podrían gustar.
───── °∘❉∘° ─────
Fulgrim estaba fascinado con el collar en su cuello. Era una fina pieza dorada decorada con hermosas joyas que brillaban como estrellas que colgaban de él. Se veía hermoso, era un trabajo perfecto.
—Se ve precioso en ti.
El primarca de cabello plateado vió detrás de él a su hermano, Ferrus Manus, sentado al borde de su cama detrás de él. Sus ojos plateados lo miraban atentamente analizando su reacción ante el regalo que le había dado.
Ferrus tenía una gran reputación. Fue él quien creó las armas más magníficas y letales, solo Vulkan le rivalizaba en la maestría en la forja. Pero aunque muchos no lo supieran él no solo creaba armas para la guerra, él podía moldear el metal con facilidad solo usando sus manos y así crear todo tipo de objetos, aunque estos no eran su mayor interés. Para él estas piedras no eran más que baratijas sin ningún valor y en cualquier otra circunstancia no hubiera dudado en cerrar su puño y arrojar sus pedazos rotos sobre su hombro.
Pero él aún así puso todo su esfuerzo en este collar, solo para traerlo como un obsequio luego de su regreso a Terra después de estar separados por tantos años. En momentos así Fulgrim realmente se arrepentía de haberlo llamado Gorgona hace tanto tiempo, su hermano estaba lejos de ser el horrible monstruo de las antiguas leyendas. El siempre lo trató con todo el amor y admiración del mundo, ¿cómo podría alguien capaz de hacerlo sentir tan querido ser una Gorgona?
—Es un trabajo magnífico Ferrus, creaste algo más que perfecto.
—Lo hice. Pero solo cuando tú lo llevas puede lucirse correctamente. Tú eres quien realmente le da su valor.
—Oh basta —Fulgrim se acercó a él y se inclinó para besarlo—. Cuando te lo propones puedes decir cosas agradables y no solo comentarios bruscos y groseros.
—Solo si se trata de ti.
Fulgrim sonrió con alegría. Ser consentido así por Ferrus es algo a lo que no podía negarse y mucho menos renunciar tan pronto. —¿Te quedarías esta noche conmigo? Ha pasado tanto tiempo y extraño dormir contigo a mi lado.
Ferrus lo miró con puro amor en sus ojos plateados y la electricidad recorrió la columna del primarca de la tercera legión. —No tienes que pedirlo, yo también deseo pasar todo el tiempo que nuestro padre nos dé antes de nuestra próxima misión contigo.
Fulgrim sonrió honestamente y volvió a besar a su hermano en los labios.
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Konrad no sabe nada de las relaciones sanas, todo lo que aprendió sobre las uniones en Nostramo es que estas solían ser por conveniencia y que podían traer mucho dolor consigo. Abusos, denigración y la deshumanización de la pareja en general. Eso fue lo único que aprendió de observar a las parejas de Nostramo desde la oscuridad en la que siempre vivió.
Tan acostumbrado estaba a esto que ahora no sabe cómo reaccionar ante el suave amor que Vulkan le entrega. El primarca de la XVIII legión es un guerrero como todos sus hermanos, aunque él no lo quiera, pero así su tacto sobre Konrad siempre es tan gentil y suave. Hay tanta ternura en él que Konrad no puede manejarlo y se aleja, volviendo a ocultarse en las sombras.
Y aún así Vulkan no lo fuerza, no lo persigue para atraparlo y tomarlo por la fuerza. Es paciente, espera a que Konrad por voluntad venga a él y reciba el cariño que le ofrece. Konrad no sabe cómo debe tomar esto. Había aprendido que cualquier contacto físico solo traería dolor y ahora Vulkan le ofrece un amor cálido, caricias llenas de cariño y adoración.
Es demasiado para intentar recibirlo todo de golpe, incluso para un primarca, pero Vulkan todavía esperará a que él esté listo para aceptar esta nueva forma de vida. Siempre tan noble y comprensivo, incluso con alguien sin esperanzas como Konrad.
Lo mínimo que puede hacer ahora es poner algo de esfuerzo de su parte.
Konrad abrió la puerta de la sala en la que se encontraba su hermano, escogiendo a conciencia dejar que esta hiciera ruido para alertar de su presencia.
Vulkan volteó a verlo sorprendido desde el sillón en el que estaba descansando mientras leía, pero rápidamente su expresión se suavizó. —Hola Konrad, es inesperado recibir una visita tuya.
Él no respondió y en su lugar hizo una pregunta. —¿Estás ocupado?
—No realmente —respondió algo confundido Vulkan—. ¿Por qué, necesitas que te ayude en algo?
Konrad negó con la cabeza. —No, solo quiero... —se detuvo un momento para pensarlo antes de hablar, sin estar seguro de si debería decirlo o no—. Quiero quedarme contigo por hoy.
Vulkan pareció sorprendido por su petición por un momento aunque no tardó en volverse a animar y hacerle un gesto para que se sentara a su lado. Konrad tomó el lugar libre a su derecha, pero todavía se veía tenso por la cercanía.
—¿Estás cómodo? —Konrad asintió aunque Vulkan sabía que era mentira.
Vulkan volvió a su lectura y Konrad lo miraba de reojo. Su hermano era un gigante, incluso para la gran altura de los primarcas Vulkan era un gigante. Por otro lado Konrad se veía lamentable a su lado, no solo por ser uno de los más bajos entre sus hermanos, sino también por su cuerpo excesivamente delgado casi cadavérico, parecía un muerto reanimado. Mientras que su hermano era musculoso y lleno de vida, todo lo opuesto a él.
Tal vez por eso lo deseaba tanto.
Konrad se movió ahora más cerca de él y se recargó contra su hombro, suspirando al sentir la calidez de su piel. Vulkan sonrió ante el gesto —¿Mejor?
—Mucho mejor —ahora fue el turno de sonreír complacido.
Vulkan beso su cabeza contento de ver que su pareja había dado el paso por sí mismo para aceptar el cariño que siempre estaba dispuesto a darle. Nostramo realmente le enseñó todo mal al primarca, sobre todo en el aspecto de las relaciones y sentimientos, pero Vulkan confiaba en que juntos podrían cambiar eso.
───── °∘❉∘° ─────
El Emperador tiene muchos secretos.
Algunos son peores que otros. Pero hay uno en específico que lo hace sentir avergonzado de sí mismo. A veces deja que su cuerpo de carne, el se eleva en un vuelo espiritual, su forma inmaterial brilla como el sol y aún así permanece oculto de la vista de los humanos comunes, de sus hijos, los custodes e incluso de Malcador. Nadie puede verlo ascender y atravesar el plano en el que se encuentran para llegar a la dimensión que estaba encima de ellos. Sus viajes a la disformidad eran su más grande y vergonzoso secreto.
Sintió la mirada de los seres que ahí habitaban sobre él. Riendo y murmurando. Se burlaban de la ironía de que el hombre que decía que iba a liberar a la humanidad de las viejas creencias sobre las divinidades y demonios viniera a entregarse a una entidad tán antigua que había ascendido al puesto de dios.
El Emperador vió una silueta frente a él. La figura de una mujer, más hermosa que ninguna mortal que hubiera conocido antes. Pero todavía había algo terrible en ella, ninguna mujer tendría manos que terminan en garras, orejas puntiagudas como los eldars o cuernos saliendo de su cabeza en los que se enredaba su cabello. Pero aún así, era hermosa.
El cuerpo de esta entidad, al igual que el suyo, era más bien energía que adopta una forma humanoide por comodidad. O más bien, para la comodidad del regente de Terra.
Slaanesh. La deidad del caos del exceso y el placer. Lo que la convertía en una amenaza para la humanidad. Una enemiga del Emperador. El la odiaba y deseaba su desaparición. Y aún así él...
—Todavía sigues deseándome. Volviendo a mí ahogado en tu propia vergüenza.
Y ella lo sabía, claro que lo sabía. Conocía todos los deseos del hombre y él no era la excepción.
Slaanesh extendió sus brazos con una sonrisa maliciosa. Y el Emperador, aún con todo el poder que tenía, no se resistió al toque de su amante y se entregó voluntariamente a su abrazo.
—Esta será la última vez... —dijo débilmente el Emperador mientras aquellas manos con garras acariciaban su forma espiritual.
—Querido, de todas las mentiras que has dicho, esa es la más grande de todas.
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—¿Hice algo para que me desprecies?
La pregunta de Guilliman sonó realmente desanimada y Lorgar le dió otro trago a su vino antes de responder. —Más que desprecio, yo diría que solo me sacas de quicio.
—Eso no es una respuesta mejor —suspiró con cansancio—. ¿Exactamente que parte de mi es la que te molesta?
Lorgar desvío la mirada a otro lado. Las demás personas en el lujoso restaurante se veían más felices con las pláticas que tenían sobre suesa que la que él estaba por tener. Que envidia.
—Honestamente, tu forma de comportarte conmigo.
Ahora Guilliman estaba más que sorprendido. —¿Disculpa? Personalmente, creo que no he sido más que amable y educado desde que se selló el compromiso.
—Ese es precisamente el problema. Esto es un matrimonio arreglado, Guilliman, no hay nada entre nosotros y no tienes que actuar como si así fuera —volvió a darle otro trago a su bebida—. Maldita sea. Está cita ni siquiera fue nuestra idea. También estuvo arreglado por nuestras familias.
El rubio lo miró atentamente y de no ser porque su padre lo había mirado más severamente antes probablemente se hubiera sentido intimidado por tener esos ojos azules clavados en él.
—Estoy totalmente conciente de eso, Lorgar. Por eso mismo es que desde el primer momento fuí dispuesto a dar lo mejor de mí. No para conquistarte o dar la impresión de que somos pareja. Sino porque aún si en nuestro matrimonio no hay amor, al menos quiero que nos llevemos bien.
Sus palabras sonaban honestas, pero Lorgar todavía entrecerró los ojos ante su afirmación. —Estás diciendo ¿qué quieres que seamos amigos?
—Básicamente. Se que los matrimonios como el nuestro no suelen ir bien de puertas hacia dentro. Pero por eso mismo pienso que al menos deberíamos intentar llevarnos bien, no buscar convertir esto en un infierno desde ya.
Lorgar lo pensó un momento. Llevarse bien con Guilliman. Realmente nunca lo había pensado.
Desde el primer momento que su padre lo obligó a recibirlo en su casa no fue más que antipático con él, a pesar de que él parecía decidido a hablarle y conocerlo. Había sido un completo cretino con él solo por desquitar el enojo que tenía por toda esta situación.
Miró su copa ahora vacía y se sintió como un estúpido. —Y aún después de como me he comportado contigo, ¿todavía quieres intentar que nos llevemos bien?
—Absolutamente.
Lorgar se preguntó de dónde sacaba tanta seguridad para aceptar todo esto tan fácilmente. —Muy bien... Creo que podemos intentarlo, desde el principio ¿Te parece bien?
Guilliman sonrió por primera vez en toda la cita. —Me encantaría
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Konrad dejó la última caja en el suelo. Después de toda una tarde por fin pudo subir lo último de sus cosas al departamento. Dió un vistazo rápido a la sala. Algo espaciosa y los muebles eran lindos, pero todavía se veía vacía, no podía esperar a decorarla.
Unas manos grandes lo abrazaron por la espalda y una risa juguetona se escapó de sus labios. —¿Emocionado cariño?
—Bastante. No puedo creer que de verdad vamos a vivir juntos ahora —levantó la vista y se encontró con los bonitos ojos rojos de Vulkan que lo miraban como si fuera lo más bonito del mundo—. Podré verte ahora todos los días, no puedo esperar a ya poder dormir contigo cada noche.
—Yo también Konrad, pero aún no hemos empezado a sacar las cosas primero. Todavía nos queda mucho trabajo por delante.
—Si podemos hacerlo juntos entonces eso no es ningún problema —se dió la vuelta para mirarlo de frente y se puso de puntillas para poder darle un beso en la mejilla.
—Dios, eres un encanto. ¿Pero no debería de avisar a Corvus que ya terminamos con las cajas de la mudanza? Seguro está esperando por un mensaje tuyo.
La sonrisa maliciosa de Konrad dejó muy en claro sus intenciones. —Sabiendo como es él probablemente ahora está ocupado con algunos papeles legales y cosas así. Creo que puede esperar un poco.
—Konrad, ¿de verdad no estás ni un poco cansado?
—¿Tú sí?
Vulkan estaba tentado a decir que sí. Pero la cara bonita de Konrad y su emoción por ahora tenerlo por completo para él lo sobrepasaron. Atrajo a su pareja hacia otro beso, ahora más apasionado.
Ya podrían terminar de desempacar mañana.
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—¡Te ves precioso! —Slaanesh estaba más que feliz de ver a su hijo ir a la moda con ropa de lo más linda.
—Gracias mamá pero... ¿no crees que es demasiado? —Fulgrim no podía dejar de mirarse al espejo con duda, la ropa era bonita, pero no podía evitar pensar que era muy llamativa para su gusto.
—Para nada. Dijiste que esto era importante para ti ¿no? Claro que necesitas ir lo más presentable posible para tu amigo, ¿no estás de acuerdo Elián?
El cabeza de la familia asintió. —Tú madre tiene razón hijo. La primera impresión es importante, además se te ve bien esa ropa.
—Gracias papá, pero honestamente no creo que a Ferrus le importe mucho como me vea. Él me ha visto luciendo fatal en llamadas, creo que le agradaré en persona sin importar que use... O eso espero.
Su ánimo decayó muy rápido. Él consideraba que se había vuelto muy cercano a Ferrus pero una parte de él todavía lo hacía dudar de que tan genuino era esto en realidad y si en realidad no iba tras el prestigio de su familia.
La mano grande de su padre en sus hombros lo sacó de sus pensamientos. —Hijo, no te preocupes, todo saldrá bien. Por lo que nos has contado parece que él y tú son bastante unidos, seguro que seguirán llevándose de maravilla una vez que se encuentren en persona.
Fulgrim pensó un poco en eso. Ferrus y él ya habían probado ser compatibles a pesar de parecer tan opuestos en un primer momento. El conocerse en persona no debería ser ningún problema tampoco. —Gracias papá. Realmente necesitaba escuchar eso.
—Aunque si te hace el feo podemos usar influencias y joderle la vida laboral.
—¡Mamá!
—Slaanesh...
—¡Era broma! Dios a ustedes dos les hace un poco de sentido del humor.
—Es que conociéndote querida...
Slaanesh sonrió sin culpa por las implicaciones de sus palabras. —Eso no es el tema por el que estamos aquí. Ahora será mejor que te des prisa corazón, lo peor que puedes hacer es llegar tarde a un compromiso.
—Lo se, lo se. ¡Los veo más tarde! Volveré antes de la cena.
Fulgrim salió del cuarto corriendo a la entrada principal dejando a sus padres solos. —... Si contrataste a alguien para cuidarlo a la distancia ¿verdad Elián?
—Por supuesto que lo hice. Amigo o no, no pienso dejar que nuestro hijo corra peligro.
Ambos padres eran bastante precavidos sobre la gente que se acercaba a sus hijos, aunque ni Fulgrim ni Horus tenían porque saberlo.
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—Ya no estoy tan seguro de esto...
—No seas quejumbroso Horus, estarás bien confía en mí.
Horus tragó seco. Había aceptado que Sanguinius lo elevará por encima del suelo para enseñarle cómo se sentía él al volar. Aunque honestamente él aceptó más porque no podía negarse a la ilusión que le hacía la idea a su bello ángel. Pero ahora que estaba a punto de hacerlo lo golpeó un profundo arrepentimiento.
—¿Estás seguro de poder cargar con mi peso al volar?
Sanguinius se cruzó de brazos casi indignado por su pregunta. —Horus, querido, te amo y te admiro como nadie, pero ya deberías de saber que no soy ningún debilucho comparado contigo, así que si, estoy bastante seguro de poder cargarte sin problemas.
Horus agachó la cabeza avergonzado. —Lo siento, se que si quisieras podrías tirarme al suelo en un combate cuerpo a cuerpo. No era mi intención faltarte al respeto así...
—Lo sé, pero podrías tener un poco más de confianza en mí —Sanguinius acarició su mejilla—. Pero si de verdad no quieres hacer esto está bien, tampoco voy a obligarte.
Horus tomó su mano y besó su palma. Amaba tanto a su ángel. —No, lo haré, solo no vayamos muy alto por favor.
El rostro de Sanguinius se animó ante su respuesta y se colocó tras él para abrazarlo por la espalda. —Ese es el espíritu ahora solo relájate yo te sostendré.
Horus intentó hacerle caso pero en el momento en el que Sanguinius extendió sus alas y dio los primeros aleteos para elevarse sobre el suelo sintió sus corazones latir rápidamente por la ansiedad. Eso no detuvo al ángel que siguió elevándose más y más hasta que Horus apenas y podía ver lo que había en la superficie.
—Sanguinius, oye creo que ya nos elevamos lo suficiente, creo que ya es hora de bajar.
—¿Qué? ¡Pero si recién acabamos de elevarnos! —Le reprochó Sanguinius decepcionado.
—Si, lo sé, pero creo que esta es suficiente altura por hoy, comienzo a extrañar la sensación del suelo bajo mis pies.
Sanguinius estaba bastante desilusionado con lo rápido que su hermano quiso volver a tierra firme, pero una idea cruzó por su mente haciendo que sonriera con una falsa ternura.
Horus sintió un escalofrío recorrer su columna al ver la sonrisa de su ángel. —¿Sanguinius?
—Bueno, si tanto quieres volver a la superficie entonces permíteme ayudarte con eso.
Sin darle la oportunidad de responder Sanguinius soltó a Horus.
El grito del primarca seguro se escuchó por toda la superficie del planeta mientras caía. Cerró los ojos con fuerza esperando el golpe contra el suelo y que su cuerpo pudiera resistirlo. Pero en cambio escuchó un fuerte aleteo junto a él y luego sintió unos fuertes brazos sujetándolo.
Horus abrió los ojos y efectivamente estaba otra vez en la superficie, con Sanguinius cargándose entre sus brazos. —¿Ves? Así tardaste menos en volver a tierra de lo que tardamos en elevarnos.
—No puedo creer que con esa apariencia angelical puedas ser peor que un demonio —Horus se bajó de sus brazos e intentó caminar por su cuenta, pero sus piernas todavía le temblaban y acabó estampándose contra el suelo.
Sanguinius solo se rió de él. —¿Tan mal te dejó esa pequeña caída?
—Jodete...
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No se si más adelante saque más partes, puede que si o puede que no, pero de cualquier manera esto me sirve para sacar algunas ideas sin importar que tan ridículas sean y que no daría ni para un one shot de 1000 palabras.
¡Si les gustó les agradecería que dejasen su voto y su comentario! Bye bye 💖
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