🦄Vegeplay🌹


—¡¿Por qué no me lo dijiste?! 

—Vegetta. 

—¡¿Tienes una idea de en qué te has metido?! 

Auron se quedaba sin palabras, cortado por la reacción de Vegetta. No lo culpaba, comprendía el lío en que se había metido y Vegetta tenía toda la razón de ponerse así. Éste le miraba desesperado, sujetándole de los hombros temeroso y exaltado. 

—Sólo te pido que me entiendas —pidió, mirándole a los ojos. 

Vegetta frunció el ceño.

—¿Qué voy a entender? Esto es ilegal, Auron. Debiste decirme, no te hubiera arriesgado, yo... 

—Pagaré el precio que tenga que pagar, Vegetta. 

—El precio es que mueras —afirmó.

Auron sintió que se ahogaba, pero aun así le sonrió.

—No me importa —dijo.

Vegetta le sujetó más fuerte, mirándole con dureza. 

—Pues no lo harás —sentenció cortante. 

—¿Por qué no? 

—¡Porque no quiero que mueras! ¡¿Es que no lo entiendes?! —exclamó, sujetándole del rostro con tristeza y miedo—. No te cambiaré por un deseo tonto, no puedo perderte.

Auron tembló bajo sus manos, sintiendo un nudo en la garganta. Aunque dijera eso, él sabía la añoranza de Vegetta y todo el tiempo que él anheló esto. Lo amaba y quiso darle ese regalo. Algo que fuera de los dos, con sus rostros y miradas combinadas.

—Tenemos que matarlo —murmuró de pronto Vegetta. 

—¡No! 

Auron se alejó horrorizado, apegando con fuerza a su pecho la pequeña criatura entre sus brazos. Lo acunó con tesón, queriendo protegerlo incluso de su propio padre. 

—Auron... 

—¡Por favor, Vegetta!

—¡No, te he dicho que no! ¡No podemos tenerlo, son las reglas! 

—¡Nunca has tenido un hijo! ¡Tú si puedes! 

—¡Pero tú no! —corrió para abrazarlo y evitar que se alejara más.

Auron intentó resistirse, pero cedió ante la firmeza del agarre de Vegetta y el calor de su tacto, sintiendo sus ojos escocer. 

—¿Cómo me pides que mate a mi hijo? —preguntó con la voz cortada. 

—¿Cómo me pides cuidarlo sin ti?

Vegetta lo abrazó con fuerza, sabiendo que Auron no cedería y primero escaparía de todos antes de permitir algo le pasara a ese pequeño bebé de ojos purpúreos. Acercó su rostro a su pareja y buscó sus labios para besarle con miedo.

—Por favor, Auron —suplicó, perdiendo la fortaleza de su voz.

—Cuídalo por mí, ¿vale? 

—Auron —suplicó de nuevo.

—Los Dioses ya lo saben, ya hablé con ellos. Soy yo a cambio de él. 

Vegetta sintió que se moría. 

—Prométeme que lo cuidarás, prométeme que lo amarás tanto como lo amo yo.

Las lágrimas se le escaparon, mientras su mundo se derrumbaba. Lo cubrió de besos maldiciendo en silencio la cuna de su habitación, mientras se aferraba a Auron queriendo evitar que se lo arrebataran. Pero él sabía bien que los Dioses cumplen las reglas, para bien o para mal.

—Promételo, Vegetta. —Sollozó dolido, depositando un necesitado beso en su boca, sabiendo que pronto no podría hacerlo de nuevo. 

Vegetta correspondió, asustado de lo que tendría que resistir. Lleno de miedo y sujetando también al pequeño bebé, que dormía con calma en brazos de Auron.

—Lo prometo.



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