IV. Non chiamarmi stupido

Love everything you do

When you call me fucking dumb for the stupid shit I do

I wanna ride my bike with you

Fully undressed, no training wheels left for you

I'll pull them off for you

Training wheels – Melanie Martinez

Narancia solía tener la mente aparte de la cabeza. Si había que estar concentrado en la clase, su imaginación viajaba por los campos de Italia hasta cruzar todo Europa. Si debía estudiar en casa, no podía dejar de pensar en lo genial que sería tener una Xbox. Cuando debía repasar la materia con Fugo, tampoco conseguía poner atención en las tareas.

—Narancia, así no se resuelve esta operación

—Sabes que odio álgebra

—Vamos, queda poco

—¿Para qué me va a servir en la vida saber qué es un trinomio cuadrado perfecto?

—Bueno, si quisieras ser ingeniero, supongo

—¿Me ves cara de que quiera ser ingeniero?

—No lo sé, Narancia, quizás en un tiempo le tomes amor a la matemática

—¿Amor? Sabes que preferiría estar en cualquier lugar antes que aquí

Fugo intentó sonreír, pero desvió la mirada hacia el cuaderno. Al cabo de un breve momento, cerró el cuaderno y comenzó a guardar sus cosas.

—Ve a casa, Ghirga

—¿Ya terminamos? No hicimos el ultimo ejer—

—Olvídalo

—Pero vamos juntos

—Tengo que pasar a otro lado

—Okaaay...

Narancia, confundido, guardó sus cosas en la mochila y caminó hasta la puerta de la sala de clases. Luego, se quedó un rato en el marco, observando a su amigo que aún estaba ordenando sus pertenencias. Parecía sacar y volver a meter las cosas a la bolsa una y otra vez, indeciso, o haciendo tiempo, Narancia no lo sabía exactamente. Finalmente el chiquillo salió y dejó a Fugo en la sala.

El par solía quedarse algunos días de la semana durante media hora más en la escuela para repasar matemáticas. La profesora le había encomendado aquella misión a Fugo, a quien veía cercano a Narancia y con voluntad de enseñarle. La idea era que el muchachito no reprobara, porque todos los años los había pasado arrastrando, y en ese momento se encontraba en riesgo de repetir.

En un principio, Fugo no tenía paciencia para enseñarle. Las cosas solían salir de control entre los dos, pues el bajito empezaba a tirar groserías al mundo, equivocarse una y otra vez a propósito, y por su parte, el tutor comenzaba a descalificar a Narancia tratándolo de tonto, estúpido e inepto, hasta que perdía toda paciencia y acababa tirándole las patillas, pateándole las piernas bajo la mesa, o una vez le arrojó un estuche a la cara, dejándolo marcado con un tono rojo y un ojo hinchado. Ghirga terminó en la enfermería con una bolsa de hielo en el rostro y con cero ganas de volver a estudiar con Fugo.

Días después, el ojo de Narancia se puso bastante feo y acabó hospitalizado. Sus padres no podían creer que su amigo, Fugo, lo había lastimado de esa manera, así que pusieron un reclamo en la escuela. Fugo no volvería a hacerle tutorías de nuevo, no se sentarían juntos, y la profesora mediaría entre los dos. El asunto fue que, Narancia, un chiquillo para nada rencoroso, al día siguiente que salió del hospital y volvió a clases, estaba muy entusiasmado buscando a Fugo nuevamente para compartir.

¿Qué se podía hacer? Ambos se buscaban. Finalmente, se les permitió juntarse otra vez, pero con la condición que Fugo le pidiera disculpas, cosa que hizo sin tener que ser obligado, pero con mucha dificultad.

—Quiero pedirte disculpas por haberte lastimado, Narancia

—No creas que perdonaré esto tan fácilmente, no merecía ese golpe

—Lo sé, lo sé... pero es que cómo alguien puede ser tan estúpido, acabas con mi paciencia

—Me golpeaste bastante fuerte, hijo de puta

—Para que esas neuronas tuyas hagan algo alguna vez en la vida

—Si vas a golpearme de nuevo voy a enterrarte este lápiz y te atravesaré la cara, imbécil

—Estamos peleando otra vez...

—¡Es tu culpa!

Fugo permaneció en silencio, mirándose los zapatos. Era cierto. Solía tratar bastante mal a su amigo, siempre insultando su intelecto. Narancia tenía pésimas notas, no brillaba en ninguna asignatura y solía tener ideas muy bobas, a juicio de Fugo. Pero era un muy buen amigo, del tipo de persona que lo hacía todo para alegrar a los demás, era chispeante, risueño y optimista.

Si Fugo pensaba en sí mismo, no tenía nada de eso. Era algo difícil describirse a sí mismo. A su mente, venían las palabras "aburrido", "rabioso", "mal genio". Pero debía reconocer que había aprendido bastante de Narancia, incluso la capacidad de pedir perdón y recapacitar.

—De verdad lo siento, Narancia. No volveré a golpearte

—También deberías dejar de tratarme de estúpido...

Narancia sonrió, la cara sonrojada escondida bajo sus mechones desordenados, mientras buscaba algo que mirar en el suelo, y así evitar la mirada de su amigo.

—Lo pones difícil, Narancia

Su sonrojo se apagó inmediatamente, y suspiró agobiado. No había caso con Fugo, jamás le diría algo bonito sin cagarla luego y ofenderlo.

—Ugh, ya olvídalo

El chiquillo dio media vuelta y decidió irse a casa con esa misma sensación de siempre, la de no encontrar jamás un refuerzo, ni una palabra de aliento, ni menos una esperanza en Fugo.

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Estar enrollado en las sábanas como en el capullo de un gusano se había vuelto su pasatiempo después del trabajo. A veces Mista iba a cenar a casa, compartían un rato riéndose de dibujos animados o cuestionando a periodistas ineptos en las noticias. A Guido también le gustaba ver documentales con temas curiosos, que luego compartía con otras personas mientras Giorno sonreía, pensando "eso lo aprendió en una tarde conmigo".

Por esos días, Mista volvía a su casa y luego Giorno se quedaba como un melancólico adolescente sufriendo en silencio. Bruno tenía un ojo de halcón con ese tipo de cosas, no se le escapaba ningún detalle, y Giorno era obvio en un nivel en que no se daba cuenta.

—Has estado especialmente callado últimamente, Giorno

Bruno apuntó su actitud. Era imposible engañarlo, jamás se le escapaba una mentira o una omisión.

—No es nada, papá

—Sabes que ocultarme cosas no tiene caso, las termino sabiendo igual

Giorno lo tenía claro, la intuición de Bruno era impresionante, y él había heredado algo de eso también. O más bien, adquirido.

—Por ejemplo, sé que tiene que ver con Guido

—Papá, ya, ¿en serio? ¿por qué no cobras por ser brujo?

—Mejor cuéntame y te leo el futuro con un par de consejos— dijo el hombre, cerrando su laptop y caminando para sentarse junto a su hijo en el sofá. Giorno estaba intranquilo, algo pálido y parecía estar no muy bien de salud, sin embargo, no tenía fiebre, ni frío ni dolencias a simple vista.

Estuvo un rato sobándose las manos, hasta que entendió que no tenía sentido seguir mintiendo, y que nadie lo entendería mejor que su propio padre.

—Perdí la virginidad. Hace un tiempo ya...

Bruno abrió unos ojos grandes, y luego frunció las cejas en un gesto conmovido, y sus ojos brillaron. Le acarició el cabello a Giorno, y el muchachito recostó la cabeza en el hombro de papá. Luego, lo abrazó y cerró los ojos, para no comenzar a llorar.

—Tarde o temprano iba a pasar ¿no?

—Sí

—¿Y qué es lo que te hace estar tan cabizbajo, Giorno?

—Que no fue lo que esperaba. Se supone que me debería haber gustado. Y es terrible porque adoro a Mista, pero... fue horrible, y no quiero hacerlo de nuevo

—¿Mista te hizo daño? — preguntó seriamente

—No, nunca, él fue muy preocupado... pero aun así, me dolió horrible y no quiero

—Ay, mi Giorno... no te apresures. Las primeras veces no suelen ser bonitas, por tantas cosas, los nervios, poca comunicación, no conocer bien lo que al otro le gusta... es algo que irá mejorando con el tiempo. No juzgues anticipadamente, cuando te queda aún tanto por hacer

—El sólo pensar en volver a hacerlo, me aterra. Y a la vez quiero volver a estar con Guido

—Tómate el tiempo que necesites, Giorno, y conversen, descúbranse, conózcanse, hablen claro

Giorno dio un suspiro, y se apegó más al abrazo de su padre. Le dijo un te amo, y le dio las gracias, mientras el adulto le acariciaba la espalda y el cabello para relajarlo.

—Piojito, piojito— le dijo Bruno, era un juego de los dos, en que Bruno comenzaba a masajearle el cuero cabelludo, separando el cabello en finas hebras, simulando buscarle piojos. Giorno recibía ese cariño desde pequeño, siempre que necesitaba descanso, consuelo y distensión, y era la terapia más efectiva. Estaba con la cabeza apoyada en el regazo de Bruno y era fácil dormirse así, pero ahora estaba curioso.

Con la voz adormilada, comenzó a hacer preguntas.

—¿Tu primera vez fue una mierda también?

Bruno empezó a reírse. Lo recordaba bastante bien.

—Fue un asco, sí

—Abbacchio parece un bruto

Bruno volvió a reírse. —No fue con Leone

—¡Papá! ¿En serio?

—Hijo, no necesariamente uno se queda con la primera persona con quien se acuesta, hay que probar, ¿no? Y bueno, la primera con Leone no fue perfecta, pero esas cosas se arreglan conversando

—Ya no quiero saber más— dijo, haciendo un mohín, levantándose del regazo de Bruno, y posteriormente, del sofá. El adulto se reía disimuladamente. —Creo que debería ir a dormir

—Que tengas buenas noches, hijo— contestó Bruno, conteniendo la risa

—Gracias por todo

—Gracias a ti, por confiar en mí

Hablar con su papá no arreglaba las cosas mágicamente, pero sí le quitaba un enorme peso de encima. Antes de entregarse a Morfeo, le escribió un mensaje de buenas noches a su novio y la promesa de verse a solas pronto.

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El encuentro de Mista y Giorno no fue tan privado como ambos esperaban. Habían orquestado reunirse en casa de Mista después del trabajo, y cuando ambos caminaban rumbo a su destino, Narancia y Fugo pasaron en bicicleta y frenaron junto a ellos a toda velocidad. Narancia siempre tenía esa característica de aparecer entre los planes de Giorno y cambiarlos por otra cosa totalmente diferente, así que la pareja terminó haciendo picnic nocturno con el otro par para ver una súper luna, o luna roja, o algo que supuestamente pasaba con la luna una vez cada muchísimos años y que Mista intentaba descifrar mirando la luna atentamente sin encontrarle nada distinto.

—¿Qué se supone que tengo que ver?— le preguntó a su novio al oído. Giorno intentó disimular lo el estremecimiento que provocó el aliento de su novio en su oreja.

—Creo que la luna está más grande y brillante

—Me siento diferente, así que debe ser verdad que la luna está distinta que otras veces

—¿Qué sientes?

—Estoy melancólico. Quería estar contigo solamente

—Pero mira lo feliz que está Narancia... y no están peleando con Fugo. Eso no lo veo nunca

—Es cierto

—Después de esto, vamos a tu casa— Giorno ofreció

—La luna me tiene especialmente caliente esta noche, Giorno

El rubio comenzó a reír, llamando la atención de Narancia, quien se puso un dedo en la boca haciendo "ssshhhhh" con el ceño fruncido, en señal de regaño, pues estaba guardando silencio para disfrutar de la luna y Giorno no conocía ese lado suyo. El rubio disimuló su risa, y miró a Mista a los ojos, en señal de complicidad.

Después de comer algo, observaron un poco más la luna y las estrellas y comenzaron a empacar las cosas. Giorno aún tenía algo de hambre, pero no quería comer demasiado, recordaba con recelo el consejo de su papá: "si vas a coger no te llenes las tripas", dios, casi había vomitado al escucharlo reírse desde la cocina como si las implicancias no fueran la cosa más vergonzosa del universo. Así que, apenas comió unas pocas uvas y bebió algo de jugo, mientras que los demás se devoraron todo. Suponía que comería en casa de Mista.

No podía quejarse, comería bastante bien.

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Mista había dejado sólo la lámpara roja encendida, y el cuerpo de Giorno parecía una especie de monumento a la lujuria, con lo maravillosamente proporcionado de sus músculos bajo el intenso color, el cabello desparramado en la almohada y las piernas separadas mientras se acostumbraba al butt plug que tenía metido en el culo. El juguete tenía una piedrita brillante de adorno, que hacía ver a Giorno aún más exótico, como si realmente llevara una joya dentro y Mista estuviera descubriendo un tesoro vivo.

A Mista le daba risa todo lo que se le ocurría cuando veía a Giorno desnudo, en parte porque eran ideas extremadamente calientes, y en parte porque no podía evitar llevarlo todo a la fantasía, como si en vez de sexo fuese una aventura sci-fi.

Giorno estaba empujando y sacando muy levemente el juguete, el cual tenía doble nudo, siendo el primero más pequeñito y el segundo más grueso y no lo había conseguido meter aún. Los dedos de su amante ya habían hecho bastante trabajo, pero el juguete se suponía que le ayudaría a mantener la dilatación al ser más ancho y más rígido, mientras Mista ocupaba las manos en masajear su pecho y abdomen con un aceite delicioso, y luego masturbarlo hasta tenerlo al límite y abruptamente dejar de tocarlo. Poco a poco, Giorno internaba el juguete hasta el final, haciendo aún más cercano su éxtasis.

—Mista ya para, por favor, es demasiado

Guido estaba llevándolo al punto en que se correría, pero se detenía cuando veía que Giorno comenzaba a tensarse. Las piernas le temblaban, Mista le había negado ya tres orgasmos y creía que mataría a su novio de una patada en la cara si no lo dejaba venirse.

—¿Duele?

—No, no, no duele nada, Mista por favor

—¿Por favor qué?

—Estoy listo, por favor métemela

Mista jamás habría pensado en gastar casi dos horas de su vida intentando calentar a alguien antes de tener sexo. Llegaba a la conclusión de que se había perdido el mejor placer existente en la tierra y más allá. Solía echar polvos cortos, de uno que otro beso, porno en la tele encendida, tres dedos adentro, meter-sacar, venirse y ciao. Cuando lo hacía, parecía lo mejor del mundo, pero después de comparar, sentía como si nunca hubiera disfrutado realmente esas veces.

Había sido frustrante la primera vez con Giorno porque creía haber cambiado, había dedicado su tiempo a relajarlo y excitarlo, y aún así el pobre había terminado adolorido y lastimado. Después de hablarlo muy sinceramente, llegaba a la conclusión de que habían hecho varias cosas mal.

Giorno había estado apurado por hacerlo y creyó estar listo cuando en realidad le faltaba un montón. Mista, por su lado, no había puesto suficiente atención a lo que Giorno realmente disfrutaba y actuó apresurado. Ahora lo sabía: Giorno prefería un beso antes que un mordisco. Le gustaba ser tocado por dentro de los muslos más que por fuera. Adoraba el juego con el pelo, que Mista enredara sus dedos en él y lo tirara sólo un poquito. No le gustaba ver porno antes, prefería sólo mirar a Mista y dejarse querer. Un jugueteo con la lengua en los pezones, un oral lento y mirándolo a los ojos, música suave de fondo y palabras bonitas al oído... no pedía mucho, pero sabía que mientras más aprendiera, iría agregando más a la lista.

Parte importante de eso era también conocer lo que le gustaba a Mista. También le calentaba saber que él lo estaba pasando bien. Mista era más aventurero, un poco más inclinado a disfrutar del dolor, y amante absoluto de hablar sucio y hacer el mayor ruido posible.

No les era difícil ser compatibles. Mista debía estar dispuesto a tener paciencia, pero hasta ahora estaba disfrutando de sobremanera ver a Giorno así de desesperado. El rubio tampoco veía problema en ser más osado cuando adquiriera más confianza.

Mista no lo haría esperar más, porque él tampoco podía hacerlo. Retiró el dilatador del cuerpo de su novio, le dio una chupada obscena y luego enterró su cara en el culo de Giorno para darle un beso justo en medio de las nalgas. El rubio gimió e intentó cerrar las piernas, pero se entregó a la nueva sensación sin oponerse. Era tan íntimo sentir su lengua allí, suave y dura, mojada y curiosa. No llegaba muy adentro, pero no era necesario. El sólo hecho de saber que estaba allí era una fuente de infinito placer.

Mista subió a darle un beso, y para Giorno no hubo beso más especial que ese. Era el adiós a toda vergüenza y pudor entre ambos, y la bienvenida a un universo de placer y calor desbordante sólo para los dos.

Giorno le dio una última mirada a los ojos, con una sonrisa cómplice que consentía todo lo que viniera después, para luego cerrar sus párpados y sentir a Mista poco a poco internándose en su cuerpo, con una lentitud exagerada, pero que le permitía sentir cada centímetro de su pene insertándose en su interior. Mista gimió fuerte en su oído, de verdad estaba desesperado, y Giorno también, al punto que lo quería más fuerte y rápido, pero había aprendido de la vez anterior, sería paciente y no se saltaría ningún paso. Cada uno era disfrutable en sí mismo, y estaba comprobándolo de la mejor forma, con Mista moviéndose suave entre sus caderas, no dejando espacio al dolor.

Sí, no podía negar que sentía cierto ardor en la piel, pero nada parecido a la vez anterior, en donde casi sintió desgarrarse. Esta vez sólo era un pequeño dolorcillo que se iba atenuando conforme Mista lo embestía dulcemente y lo bañaba en besos.

Mista fue haciéndolo más rápido, mientras enganchaba las piernas de Giorno con sus brazos, agarrando la parte posterior de sus rodillas, y luego dejándolas sujetas con sus antebrazos para bajar hasta los labios del rubio y besarlo muchas veces. Luego, volvió a manejar sus piernas, como un muñeco de trapo, y las puso en sus hombros, mientras Giorno abría unos ojos enormes y comenzaba a gemir duro, la boca abierta, hiperventilando y sin saber qué hacer con las manos más que agarrarse firmemente de la sábana, como si alguna fuerza se lo fuera a llevar a otro lugar, y no, no quería irse de allí.

Dios, ese ángulo, Giorno no creía que se podía llegar tan adentro, no sabía que se podía más, y estaba sobrepasado. Más aún cuando Mista agarró su miembro y comenzó a masturbarlo enérgicamente al mismo ritmo que el vaivén de sus caderas. Estaba como electrificado, el placer le erizaba la piel y sacudía su interior expresándose en ganas de gritar y romper. El muchachito repetía, como un mantra, el nombre de Mista, lo mucho que le gustaba y que por favor no parara, mientras sus manos se deslizaban por el pecho sudado y moreno de su novio. Mista también le hacía saber lo exquisito que se sentía, lo suave y caliente de su interior, lo divino que era su cuerpo y cuánto lo había deseado.

Un te amo se deslizó de sus labios en el oído de Giorno, y el chiquillo sonrió, lleno de felicidad y lleno de Mista.

Cuando se vino, Giorno no tuvo oportunidad de tomar ningún resguardo, fue una cosa intensa y precipitada, como una avalancha que lo arrollaba sin piedad, lo hacía gemir y perder el aliento. Algo de semen le cayó en su propia cara por la presión del disparo, mientras Mista lo observaba, extasiado y a punto del orgasmo también. Giorno no pudo ponerse más rojo cuando Mista lamió el semen de su cara y saboreó el gustillo en sus labios. No tuvo que esperar demasiado cuando sintió a Mista comenzar a embestirlo erráticamente, poco coordinado y tembloroso, y por dentro Giorno sentía su pene latir. Un gruñido escapó de su boca, y finalmente se dejó caer sobre Giorno a recobrar el aliento.

Se sentía hermoso abrazar a Mista, mirarse a los ojos y sonreír. Una gotita de sudor colgaba de la punta de la nariz del moreno y fue a caer en la mejilla de Giorno, convirtiéndose en el souvenir más perfecto de un orgasmo inolvidable.

—También te amo, Guido— respondió, tardíamente, pero con absoluta sinceridad

—Eres maravilloso

—Esta vez no me ha dolido, sólo un poco, al principio, pero nada terrible

—Hicimos las cosas bien entonces

—Sí, estoy feliz

Se abrazaron por un momento, y luego Mista abandonó su cuerpo para ir a botar el preservativo y buscar toallas de papel. Quizás parecía algo rudo para el resto de la gente, pero Giorno agradecía conocer ese lado de Mista tan dedicado y dulce.

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Narancia y Fugo pedalearon juntos durante lo poco que podían acompañarse, Narancia debía doblar en una esquina para ir a su casa en sólo unas cuadras más.

—Creo que interrumpimos en algo a Mista y Giorno— comentó Fugo, algo avergonzado, mientras pedaleaba lento por la ciclovía

—¿Tú crees? ¿Por qué lo dices?

—Ellos parecían tener planes antes

—Pero si no querían ir, hubieran dicho que no

—Es cierto que ambos son directos, pero quizás les dio pena, no sé

—No creo... creo que lo pasaron bien...

—Sí, no lo niego pero yo creo que querían estar solos... son novios, Narancia, uno siempre quisiera estar con esa persona

—¿Has tenido novio o novia?

—¿Qué pregunta es esa? ¡No!

—¿Y cómo sabes tanto sobre estas cosas?

—Eres un niño todavía Narancia— Fugo contestó, llevándose la palma de la mano a la cara con un gesto de decepción

—No sé mucho sobre eso realmente

—No sabes nada sobre nada, Narancia— rió, con cierta lástima

—Oye, ya. Es sólo que... prefiero estar con mis amigos

—Eso es porque no tienes pareja

Narancia mantuvo silencio. No le gustaba la idea de dejar de lado a sus amigos por estar con un novio, por eso le había parecido completamente normal que Mista y Giorno aceptaran salir con ellos. Para él, no cabía en la mente la idea de dejar a sus amigos a la deriva. Aunque, suponía que lo que Fugo decía tampoco era tan extremo, imaginaba que uno dedicaría la mayor parte del tiempo a esa persona, y un poco a los demás sin abandonarlos.

Si lo pensaba bien, pasaba muchísimo tiempo con Fugo, a pesar de que Giorno lo había conocido primero. La escuela, las tutorías de matemáticas, y luego salían por allí a caminar o pedalear casi todos los días.

Le costaba pensar en otra persona ocupando ese lugar. Narancia veía todos los espacios llenos con Fugo, amigo, compañero, tutor, cómplice, rival, y no podía mentir con no haber pensado en él como novio desde que Giorno comenzó a salir con Mista. Diablos, no, mucho antes que eso. Le gustaban las manos delgadas de Fugo, su rostro inocente, su mechón blanco sobre la cara, lo bien que le quedaba el rojo en la piel.

Su personalidad era otra cosa, para eso tenía que nacer de nuevo.

Narancia suponía que gustar de alguien significaba aceptar también lo feo de la otra persona, y le costaba bastante con Fugo, pero no le era difícil verse tomándole la mano o dándole un tímido beso. Quizás, sólo eso, no ser novios, no tener que lidiar con su carácter de mierda, pero disfrutar de una caricia en el rostro y un roce de labios.

El problema era que, cuando comenzaba a imaginarlo, también pensaba en una serie de otros escenarios que sí implicaban tragarse la personalidad de su amigo. Ir al cine y darle palomitas en la boca, ver películas en pijama y con los pies enredados, ir un par de días a la playa en plan tú y yo.

¿Era eso a lo que se refería con que Giorno y Mista querían estar solos? Entonces lo entendía. No era la persona más romántica del mundo, y prefería una batalla de cosquillas antes que una acalorada sesión de besos sobre un sofá, pero sí comprendía que las personas que se gustaban querrían estar juntos la mayor parte del tiempo posible, haciendo incluso hasta la cosa más simple. El asunto era que, pasaba tanto tiempo con Fugo, que los límites se estaban haciendo borrosos y no quería que las cosas cambiaran entre los dos. Luego intentaba conformarse con que, probablemente, sólo estaba confundido por la misma situación: pasar tanto tiempo juntos.

Y allí era cuando las cosas se volvían tortuosas: Narancia estaba confundido, pero obviamente Fugo no, y era imposible que eso tuviera otro nombre más que un afecto unilateral. Fugo se había encargado las veces suficientes de hacerle saber que era feo, tonto e infantil, tanto, que básicamente el mismo Narancia se describía así y le daba la razón a Pannacotta sin chistar. Eso era ser él y se había convencido: ser simple, de nula inteligencia y cero atractivo para alguien más, por lo que había aprendido que debía poner todas sus cartas en ser alguien extrovertido y simpático, o el mundo se lo devoraría.

—No quisiera tenerla— Narancia respondió, después de un rato, con seriedad. Le costaba hacerse tomar en serio, pero debía ser tajante alguna vez y no dejar espacio a la peligrosa duda.

—¿Por qué no?

—¿Cómo que "por qué no"? ¡Pensé que opinarías lo mismo que yo!

—No necesariamente. Ya, dime

—Porque... yo estaría muy involucrado y esa persona no

—O sea que hay alguien

—¡No! ¿Por qué inventas?

—Esa razón es demasiado específica, es obvio que lo dijiste pensando en alguien, tonto

Narancia sólo guardó silencio, ya la había cagado hablando demás, cuando era lo que menos quería, su idea era poner punto final a la conversación. Diablos, ¿desde cuándo Fugo era tan entrometido?

No faltaba ni un minuto para doblar en su esquina, pero se sentía como si fueran kilómetros. Pedaleó más rápido y Fugo salió tras él gritándole "¡espera!". Nunca se molestaba en ir hasta allí, simplemente se despedían en la esquina y Fugo seguía hasta su casa.

Llegaron afuera de la casa de Narancia, agotados, y el chiquillo se dispuso a bajar de la bici y buscar sus llaves. Sin explicarle nada a su amigo, abrió la casa, metió la bici y ondeó la mano con un agitado ciao.

—Te haces el interesante, como si me importara saber tus idioteces

—Pedaleaste un montón como para no importarte

Fugo se quedó callado y vio a Narancia cerrar la puerta. Era la primera vez que el pillo ese lo dejaba así de humillado. Pensó un rato, en medio de la calle, y luego emprendió el camino hasta su casa.

Por su parte, Narancia se sujetó el corazón (casi lo tenía afuera) y cuando recuperó un pulso normal, subió hasta su cuarto y se arrojó a la cama como derrumbándose. Nunca había contestado así, y para peor, había hablado demasiado, Fugo jamás debía saber nada de eso, porque Narancia estaba seguro de que no lo correspondería y es más, se burlaría en su cara de sus sentimientos. Además, Narancia estaba convencido de que eventualmente se le pasaría y no quería hacer todo más incómodo.

Aunque, el asunto era que esa confusión no se le había pasado en años, y al contrario, se había hecho más patente. Y aún, con todo el trato despectivo de Fugo hacia él, Narancia no dejaba de verlo como la única persona a quien le permitiría algo más que ser sólo amigos. ¿No era eso tóxico? Sabía que sí, pero no había ley que mandara al corazón.






Hola mi gente preciosa ♥

Aquí actualizo aprovechando que mi trabajo cerró en estos días :)! Cuídense y traten de estar en sus casas :3 lean cositas, vean Jojo's, jueguen, etc. Siempre hay algo entrete que hacer en casa :D Yo me la he pasado jugando Pokemon Sword xDDD

Por si no saben, subí un two shot Bruabba/AbbaBru omegaverse hace unos días. Se titula "Ad un tratto" y pueden encontrarlo en mis historias.

Eso es todo, gracias por leer, lxs quierooo ♥

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