capítulo 34

Jungkook está seguro de que toda esa bola de estúpidos, nunca estuvieron tan interesados en su omega como cuando se supo que este aceptó su cortejo.

El feo sentimiento de posesión, parecía activarse cada vez que Jimin sonreía hacia otro alfa que no fuese él y aquello le enojaba.

Jimin era su omega, pero no le pertenecía al punto de no poder tener más amigos. Jeon Jungkook no era de esa clase de ignorante.

Ojalá que su alfa lo entendiera así.

Gruñó en cuanto detectó la fina silueta de su omega. Jimin sólo estaba siendo adorable, atrayendo a todos los retrasados que no podían resistirse a su belleza.

Sus rizos negros saltaron al compás de sus bruscos movimientos y antes de poder razonar consigo mismo, su mano se apoyó sobre la cintura del omega y lo jaló hacia su cuerpo, haciendo a Jimin saltar del susto.

¿Cómo es que había llegado tan rápido hasta él?

—¡Jungkookie! —Jimin chilló emocionado, aplaudiendo con sus pequeñas manos—. Estaba a punto de ir a buscarte, y...

—No, largo —Jungkook gruñó hacia el alfa bajito de estatura que observaba atento los movimientos del omega.

Este último pareció entender y encogiendo los hombros, dio media vuelta.

El entrecejo de Jimin se frunció y abultó su labio inferior de una forma graciosa.

—Teníamos un trabajo que hacer.

Pero Jungkook lo ignoró, reposando su nariz sobre el hombro del más chico, para tratar de mitigar los rastros de celos que parecían adherirse a cada parte de su ser.

Estúpido lobo.

Suspiró y se sintió mucho mejor al sentir el aroma dulzón de Jimin, y el suyo propio en el suéter que ese día su omega usaba.

No importaba cuantas veces se lo repitiera, ni cuantas otras Jimin se lo dijera, Jungkook aún se sentía poca cosa para alguien tan bueno como su bonito y amable omega.

Jimin dio media vuelta, obligándole a separarse momentáneamente para después ser empujado de regreso a su sitio especial; las tiernas clavículas perfumadas de su omega favorito.

Los deditos de Jimin revolvieron cariñosamente sus rizos negros y Jungkook suspiró gustoso.

Estaba enamorado. Totalmente y sin duda alguna.

—Jiminie bebé, es mío —murmuró, sonriendo cuando su omega soltó una encantadora risita.

Porque probablemente no era el mejor alfa, pero tenía al mejor omega.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top