capítulo 11
Con las manos en la cintura de su omega, Jungkook detalla las facciones tan bonitas que la vida le regaló. ¡Es un alfa súper afortunado!
—Dime corazón ¿son esas galletas tan deliciosas, dignas de un alfa tonto como yo?
El espacio entre ambos es muy pequeño, así que Jimin no pude cubrir su caliente rostro con las manos que descansa sobre el firme pecho de Jungkook. Sus mejillas se colorean y asiente en medio del mas hermoso sonrojo que Jeon apreciará en su vida.
Quizá pueda competir con el de sus futuros cachorritos.
—¿Seguro?
Y no lo puede evitar. Sus brazos le dan impulso al suave cuerpo de su omega y pronto le carga, con las piernas de Jimin alrededor de su cintura y sus pequeñas bonitas manos, sobre sus hombros.
No hay segundas intenciones, sólo la firme necesidad de cuidar de su pedazo de cielo, del dulce omega adicto a los stickers que le robó el corazón, drenando todos los excesos que parecieron desvanecerse ante la presencia mas etérea que alguna vez presenció.
Y Jungkook se pregunta si esa es la magia del amor del que sus padres tantas veces le hablaron y del cual se burló. Pero... incluso ahora todo se vuelve realidad, tan suave y tan correcto que no hay espacios para dudas o miedos. Porque todo lo que Jeon desea en ese momento, en ese día, al siguiente o por la vida entera; es guardar la inocencia que desborda a través de esos ojitos preciosos que le regalan el amor que nunca creyó merecer.
Luna, él había sido tan cruel. Rompió tantos corazones y a cambio obtuvo un amor que puede con todo lo malo del mundo. De su mundo.
—Creo recordar que prometí unos stickers... ¡Pero no recuerdo a quien! Incluso pensé que sería buena idea ir a por ellos a la salida —Jungkook besa la punta de la nariz de su omega, sonriendo ante el tierno pucherito.
El mas tierno y perfecto pucherido. Ah, el amor te vuelve cursi.
—¡Soy yo, hyung!
O quizá sólo es Jimin quien le toca los botones correctos, esos que ni sabía que tenía; los botones del amor.
Sip. Cursi.
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