Mientras Jungkook pega un sticker en la mejilla sonrojada del omega que le robó la atención y el corazón, siente el tímido intento de Jimin por entrelazar sus regordetes dedos con los suyos.

El gesto es tan bonito que su lobo interno solo está un poco agitado, atontado por la cercanía del chico mas bonito que alguna vez podrá tener.

—¿Te gusta? Si que huele a caramelo —Jungkook olisquea el dulzón aroma del sticker y se sorprende del mismo, nunca se imaginó que hicieran de ese tipo—. Y es una piruleta de todas formas.

Jimin asiente con una bonita sonrisa de paleta chuequita en los labios y el amor solo golpea a Jungkook con fuerza. Es consciente de las miradas furtivas que algunos alumnos les dan, desde su lugar en el patio escolar. A Jungkook no podría darle mas igual, pero una gran parte de él se siente orgulloso de que le vean a lado de tan precioso ser.

Termina por entrelazar correctamente sus dedos y levantar la pequeña mano del omega para depositar un suave beso en la misma, mientras le observa fijo a los ojos y se deleita con lo hermoso que Jimin es.

—Te voy a demandar Jimin. No puede ser legal estar así de precioso.

—¡J-Jungkook! —Jimin entrecierra sus ojitos, totalmente abochornado.

—Mi pobre corazón no puede con tanta ternura.

Y, ante la mirada estupefacta de los demás, el gran Jeon Jungkook ha caído bajo los encantos del omega mas... único de todo el lugar.

—Minnie, cariño.. ¿Quisieras algún día salir conmigo?

Jimin pucherea, luciendo como un tierno pollito con su suéter amarillo.

—Jungkook, nosotros ya salimos antes.

—Lo hicimos, pero antes no estábamos en un cortejo.

El pechito de Jimin se agita en emoción, su lobito saltando totalmente de acuerdo y afirmando hacia su alfa. Suyo. Solo porque sí, porque el destino así lo quiso.

—Donde tu quieras ir, yo iré hyung.

Y es exactamente todo lo que quieren.