No es ilegal, pero...
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Double DD
Capítulo 6: No es ilegal, pero...
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La atmosfera en Divine Dream parecía cargarse con electricidad estática y no era para menos, sus habitantes se hallaban expectantes de un aconteciendo importante. Donald Dane, nada más ni nada menos que El Padre, es decir, el presidente de lo que antes era Estados Unidos de Norteamérica, visitaba la ciudad.
El puesto de El Padre era vitalicio, y si bien Dane gobernaba sobre Estados Unidos de Nueva América, una nación con estrictos sistemas de inmigración que la colocaban como opuesta al multiculturalismo que Reino Unido y Japón deseaban llevar a cabo, la capital americana: Nueva Texas, inició relaciones amistosas con Londres y Tokio, y que mejor manera de llevarlas a cabo que teniendo una importante reunión en Divine Dream.
Se dio un desfile en honor a Donald Dane, el cual finalizó en las puertas de la alcaldía, donde dio un discurso memorable.
―¿Algo que reportar? ―preguntaba Dona por su comunicador.
―Nada, señora, todo en orden.
―Bien, sigan vigilando.
«Hay más semejanzas con Dane y los monárquicos europeos que con nosotros, pero también una diferencia fundamental: un parlamento democrático. Espero que no haya ningún atentado».
―¿Qué putas? ―dijo la mujer al ver por sus prismáticos una escena que no esperaba: Dina y sus amigas portaban un letrero gigante dando la bienvenida al anciano líder, esto no era nada malo, lo perturbador era lo que ponía.
Se venden bragas recién usadas, precios muy baratos. Venga, Padrecito Donald, damos muestras previas a la compra. Contáctese con nosotras al número...
El subalterno de Dona dio un chillido de ratón asustado al ver como su superior rompía el prismático con la fuerza sola de su mano.
«Cielos, pobre Dina, va a tener muchos problemas cuando llegue a casa. Ojalá pudiese comunicarme con ella y convencerla de que pase la noche en mi departamento», pensó el hombre de forma pervertida, pero casi de inmediato decidió cambiar de parecer. «Por otro lado, mejor no, prefiero vivir».
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―¡En qué cacahuates estabas pensando! ¡¿Tú y tus amigas acaso tienen mierda en el cerebro?!
―No quiero que llames a sus padres, ellas solo me estaban ayudando.
―¡¿En qué te estaban ayudando, cría del demonio?!
―Solo querían ayudarme a que reúna el dinero suficiente para mi operación.
―No puedo creer esto, menos mal que ninguna televisora las captó en cámaras. Me hubiese muerto de vergüenza. ¿Y qué querrían decir con eso de que ofrecían muestras previas?
―Pues que podríamos abrir las piernas para que nos huela...
Dina tragó saliva al ver la mirada asesina que le dirigió su tía. Ya elevaba un poco los brazos para defenderse de lo que seguro serían fuertes bofetadas, pero algo inesperado sucedió.
―¡Esto es mi culpa, hermana, perdóname. No supe criar bien a tu hija! ―gritó la mujer adulta mientras empezaba a llorar y se desplomaba sobre un costado del lujoso sillón.
―No, no llores, por favor, tía, solo quería ganar un poco de dinero, eso es todo.
―¡Un trabajo legal, eso es lo único que quería!
―Pero no estoy haciendo nada ilegal. Ni que hiciese prostitución de consumismo..., que tampoco es ilegal... Ummm, podría trabajar dando masajes de espuma en baños en la zona roja.
―¡ESTAS CASTIGADA!
Si Dina creyó que estaba en problemas, pues era nada en comparación a un sujeto alto y delgado que corría apenas por uno de los callejones de la ciudad, se notaba con claridad que fue herido de gravedad.
«No puedo más. Tengo que informarle a Dona del intento de asesinato de Dane».
El informante escuchó un ruido aproximándose y apresuró la huida, no obstante, algunas siluetas le alcanzaron y de a golpes le tumbaron en el suelo.
―No, por favor, ¡por favor! ―suplicaba pero un cuchillo restalló en el callejón.
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Dona miraba con pena el cuerpo de su amigo en la morgue.
«Cielos, Poe, y pensar que nos vimos hace poco cuando me diste la pista de los asesinos del embajador».
―¿Puede decirme algo, doctor?
―Recién realizaré la autopsia, pero puedo asegurar sin ser criminalista forense, que quien hiciese esto tenía un fuerte resentimiento hacia él o hacia los hombres en general. Recibió más de cincuenta puñaladas en la baja ingle.
―Tendría que ser una mujer muy fuerte.
―Tal vez, todo es posible, coronel.
―Por favor, infórmeme de inmediato si descubre alguna cosa ―pidió, y salió de la morgue, le estaba empezando a doler la cabeza por la muerte de su amigo, la pelea con su sobrina la noche anterior y su posterior fuga.
Más cerca de la morgue de lo que creía, estaba Dina con sus amigas, quienes le aconsejaban más ideas locas para ganar dinero fácil y rápido.
―¿Y si vendes pizza?
―¿Pizza? ¿Acaso te volviste mensa o qué? No creo poder reunir dinero para mi operación vendiendo pizzas.
―Pues no me refiero a pizzas ordinarias.
―Woa, esperen, no estoy tan desesperada para hacer algo ilegal como transportar droga dentro de pizzas.
―No tonta, nos referimos a que seas una repartidora de pizza bailarina.
―¿Eh?
―Sí, ya sabes, de esas que bailan sobre los muslos de los viejos en donde se hace strip tease... ¿Se pronuncia así?
―No es mala idea, creo que podría hacer eso. Por cierto, ¿podría quedarme en casa de alguna de ustedes? Pasar la noche en las calles es un asco.
Todas le negaron esa posibilidad, la razón: todas tenían citas ardientes con sus novios en sus casas, la ventaja de no ser pecho plano como ella.
«¡Juro que reuniré el dinero para mi operación sea como sea. No puedo seguir siendo la relegada del grupo, esperen y verán, malas amigas!».
Esa noche, Dina durmió en un cine que exhibía la película: Dangerous Dunes, mientras soñaba con que rebotaba sus senos turgentes en una rápida carrera por la playa, rodeada de admiradores que la ovacionaban por ser copa doble D.
CONTINUARÁ...
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