Durán Durán

Gracias por pasar por aquí, no olviden hacer click en el botón de seguirme por favor. ¡Ayuden a un gatito!

.

.

Double DD

Capítulo 10: Durán Durán

.

Las sirenas de alarma de la ciudad resonaban con estruendo por varias calles, personeros varios de la alcaldía, policía y otros, llamaban a gritos a los vecinos para que desalojasen sus casas a la brevedad posible. Se pateaban puertas, se jalaban a personas de sus vestimentas que se rasgaban, no importaba, no importaban los bienes materiales, lo importante era salvar la vida.

Era increíble ver como otrora recias construcciones quedaban reducidas a escombros en tan solo un par de segundos. A veces las edificaciones se inclinaban, otras se hundían de a poco en el suelo o solo parecían implosionar; no importaba, lo que antes era duro y resistente acero y hormigón, colapsó como si estuviese conformado por simple arenisca y solo enormes astillas de diverso material quedaban de lo fuesen considerados hábitats duraderos.

En el subsuelo, enormes tractores e incluso mechas de combate, se situaban en un túnel escavado con suma premura. Esperaban la aparición del Dreadnought Dig.

―¡Aquí viene! ―gritó un piloto de la mecha y junto con otros pilotos y operarios de maquinaria pesada, dieron encuentro a la gigantesca excavadora.

No duraron ni un minuto, toda la potencia de las máquinas y el deseo de los hombres, solo duró un instante y todos ellos fueron pulverizados en explosiones de combustible y sangre. Unos héroes.

―Ya entramos.

―Entendido, coronel. La recepción es muy mala, buena suerte y cuidado con los drones de vigilancia.

―Adelante ―dijo Dona y fue seguida por los miembros de su equipo que lograron entrar a la gigantesca excavadora.

El lugar era claustrofóbico y uno podía volverse loco solo de oír el crepitar fuerte y continuo de la maquinaria que los rodeaba. Lo único que los mantenía cuerdos era la noción de peligro que tenían, ya que sabían de antemano que no podrían pasar sin ser detectados.

―¡Aquí viene los bastardos! ¡Son muchos así que no erren ni un tiro!

Eran como arañas metálicas de pesadilla, no estaban armadas, pero sus patas poseían instrumentos que bien podían reparar la excavadora o destazar a un hombre en segundos.

Del tamaño de treinta centímetros y muy veloces, iban ya sea por el piso, las paredes o el techo hacia el equipo de Dona, quienes disparaban conservando la sangre fría, no querían que un disparo desafortunado diese a uno de los conductos de combustible y morir allí mismo calcinados. Para empeorar las cosas, los drones aparecían de repente al salir de diversos conductos de ventilación tomando porsorpresa a todos.

.

.

En otros ductos de ventilación, Dina junto a su gatito, se arrastraban con tal de salir de la planta de energía.

«Cielos, debe de haber una salida por este lugar. El mapa indicaba que subiendo por aquí...».

Una rejilla se abrió y tanto el gatito como la joven saltaron a una sala que no se parecía en nada a lo que ella se había imaginado.

―Cielos, di una vuelta equivocada en Dinamarca. Lo dicho, mi sentido de orientación es pésimo. ¿Qué es este lugar?

Llegó a la sala de mando auxiliar del complejo energético. Las luces rojas de emergencia daban una ambientación muy tensa a todo el ambiente.

―¿No te gustan estas luces, amiguito? Tal vez debamos restablecer la energía ―dijo y el gatito solo la miró con unos ojazos que indicaban que no comprendía lo que decía su joven dueña.

.

.

―¡No vamos a resistir mucho tiempo, Dona!

―¡Resistan un poco más. Ya tengo la terminal a la vista! ―gritó la mujer y dio un gran salto ya que debido a la rotación de la excavadora, debía escalar para insertar la memoria con el cortafuegos.

―¡Listo, ya está!

En efecto, todo ruido y movimiento cesó de inmediato, incluso los drones de seguridad y mantenimiento se detuvieron de improviso, neutralizados por completo.

Cuando ya empezaban a celebrar, una sacudida les dio a entender que la excavadora reanudaba su movimiento.

―¡¿Pero qué diablos sucede?!

―Dona, tal vez esta cosa ya no está controlada por los hackers, pero su programación interna debe hacerle creer que sigue debajo del mar. Va a seguir de largo y así va a partir la ciudad en dos.

―¿Entonces cómo vamos a detener esta cosa?

―No lo sé, Dona, creo que lo mejor es que frían esta cosa con una gran sobrecarga de energía.

―En el cuartel de seguro ya deben saber que hacer, tendremos que confiar en ellos.

.

.

―¿Qué haces allí, Dina? ―le preguntó la subalterno que le dijo a Dona que la planta fue evacuada de todos los civiles.

―Mi gatito se escapó y tuve que ir tras él, luego me quedé encerrada en este lugar. Oye, ¿qué está pasando?

―Muchas cosas, no hay tiempo para explicaciones. No sé si las sentiste, pero las fuertes vibraciones de hace un rato interrumpieron la energía que reanudan los sistemas de seguridad, no podemos entrar y es imperante que alguien envíe a la coronel una sobrecarga de energía para evitar que la ciudad quede destruida.

―¿Mi tía? ¿Qué pasa con mi tía?

―¡No hay tiempo! ¡Debes reactivar la planta y mandar una sobrecarga de energía donde está la Coronel!

―¡¿Y qué va a pasar con mi tía?!

―Descuida, está en una especie de jaula de Faraday, no le va a pasar nada. Sigue mis instrucciones.

Más edificaciones y calles colapsaban, la planta de energía se salvó, pero era la Alcaldía la que esperaba su turno para venirse abajo.

La gente gritaba y el Alcalde era sacado a rastras. Todo el edificio tembló y los ventanales se combaron en lados cóncavos y convexos hasta que se rajaron por completo.

Cuando ya todos pensaban que lo peor sucedería, todo dejó de temblar. Dina lo logró.

.

.

Dina regresaba de un día bastante aburrido en su trabajo. Cuando llegó, notó que algo raro sucedía.

¿Eh? ¿Cortaron la luz?

Unos ojos color ámbar se acercaron hacia ella por detrás.

¡Kyiaaa! ¡Mooo, me asustaste Durán Durán, gatito malo!

―¡Sorpresa!

Todas sus amigas se revelaron de improviso.

―¿Amigas? ¿Qué es esto?

―Como que el idiota del Alcalde no te dio ninguna medalla ni nada por el estilo, decidimos hacerte una fiesta por tu acto heroico.

―Pero sí me dio una condecoración.

―Bueno, queríamos hacerte una fiesta privada.

―Es cierto.

―¿Tía?

―Mira, incluso compré mucho maquillaje. Tal vez no te permitan usarlo en el trabajo, pero aquí está bien... Creo que yo también podría maquillarme igual que tú, por un día va a ser divertido.

―Tía, amigas, todas ustedes, las quiero ―dijo y se enjuagó una lágrima―. Bien, pues que empiece la fiesta, por cierto, Dona, no te maquilles, esto es solo para los jóvenes, no le va a quedar a alguien tan mayor como tú.

―¡No soy tan mayor! ―gritó Dona y empezó a perseguir a su sobrina por la sala mientras todos se reían. Las tres Durán (las bolivianas y el gatito) serían los festejados ese día.

Las calles de la ciudad seguían siendo reconstruidas, una molestia para los transeúntes, pero todos aceptaban hacer rodeos con tal de que la ciudad de la multiculturalidad recuperase su brillo.

FIN

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top