Capítulo 5

Thomas quedó anonadado, sus ojos abiertos como platos y su labio inferior temblando levemente decían más de mil palabras.

Va a explotar.

Cerró sus ojos y juntó sus labios intentando no desquitarse con cualquiera que esté a su lado, sobre todo con la bebé, que continuaba llorando.

Sabía que iba a gritar o hacer algo malo por lo enojado que estaba, así que me acerqué lentamente mientras colocaba mis manos delante de mí por si me golpeaba. Thomas podría ser una persona tranquila, pero cuando se enojaba parecía el demonio de Tanzania en persona.

—¿Tommy? —mala idea llamarlo así, en cuanto hablé su mirada me fulminó de tal forma que daba miedo

Si las miradas matarían, yo ya estuviera muerto y si es posible mañana sería mi funeral.

Pero sus ojos se suavizaron un poco y soltó un respiro.

—Quítamela de encima —en su expresión se notaba que trataba de mantener la cordura

Asentí nerviosamente y tomé a la niña en brazos.
Thomas miró su hombro con aquella sustancia viscosa y golpeó su rostro.
No podía evitarlo, sé veía tan tierno y tan gracioso de esa manera, así que sin querer solté una pequeña risita junto a la bebé. Mi novio nos miró levantando una ceja y sonrió vencido.

—No puedo enojarme con ese pedazo de individuo maloliente —dijo aún con la sonrisa en su rostro

—Ve a cambiarte amor —le sonreí y el asintió regresando a nuestra casa

***

—Y bien —dijo Fernanda de pronto—. ¿Cómo se llama esta hermosura?

Me quedé callado con los ojos abiertos como platos mientras pensaba, debía inventarme un maldito nombre ya, pero no sabía cuál. Dios, ¿tan difícil es pensar en un nombre de mujer?

—Ah... se llama Mía —muy bien, ahora me falta el apellido—. Trana... clauta... siona

—¿Tranaclautasiona es un apellido? —preguntó levantando una ceja

—Sí... ah es que ella... viene de África, además su mamá es árabe

—Claro —por el tono de voz que usó, estoy seguro de que no me creyó

Era obvio. ¡La niña era blanca y rubia!

La bebé se acomodó bien en mis brazos dispuesta a dormirse. Se escuchó un pequeño suspiro y en pocos minutos sus ronquidos eran lo único que se escuchaba en la sala.

Un problema menos.

—Será mejor que la dejemos en mi cuarto —dijo Fer—. Así les dejará ir en paz

—Buena idea —nos levantamos y subimos directo a su habitación

—Por lo que veo es muy apegada a ustedes

—Sí —sonreí nerviosamente

—No me imagino cuando tenga que irse, se debe poner muy mal

—Oh... claro

Mientras subía las escaleras pensaba en lo que Fernanda me había dicho, ¿se pondrá mal? ¿La bebé? Por favor, apenas nos conoce menos de dos días y no creo que un bebé pueda sentir amor hacia alguien.

No tiene a nadie, debe estar asustada y debe extrañar a su mamá. De seguro y te ve como su nuevo padre ahora. Me dijo mi mente y automáticamente sacudí mi cabeza.

Pero yo no podía ser su padre. Soy muy joven como para hacerme cargo de una hija.

Entramos a su oscura habitación, ella me indicó con su dedo que dejara a la bebé en la cama. La recosté delicadamente y la cubrí con una manta. Sonreí al verla, se veía tan tierna que me daban ganas de comérmela con nutella. Acaricié su pequeña cabeza lentamente mientras la miraba con ternura.

—¡Dylan, baja! ¡Ya llegó Thomas! —me gritó Fernanda

—¡Voy! Adiós enana —acaricié por última vez su cabecita y bajé—. Vaya, que lindo ángel ven mis ojos —las mejillas de Thomas se encendieron—, te ves precioso

—Gracias Dyl. ¿Nos vamos?

—Claro que sí. Volveremos a las 2, Fer, o tal vez más pronto

—No se preocupen padres responsables, pueden tomarse todo el tiempo que quieran

—No somos sus padres —dijo Thomas en un tono muy serio y cerró la puerta

***

—¡Miren quiénes acaban de llegar! —gritó Ki mirándonos con una botella de vino en su mano—. ¡Son Dylan y Thomas!

En ese momento, Kaya se nos acercó corriendo y nos abrazó.

—Creí que no vendrían

—¿Nos viste caras de idiotas acaso? —dije señalándonos—. Nunca nos perderíamos ninguna de tus fiestas así nos dieran un millón de dólares

—O así tuvieran un bebé llorón en su casa. ¿Cómo lo hicieron? —preguntó mi amigo el asiático y yo sentí los pelos de punta

—¿Qué bebé? —preguntó Kaya sorprendida

—Ki, creo que estas bebiendo mucho. Deja de decir estupideces —Thomas lo fulminó con su mirada matadora y Ki se fue de ahí

Vaya, por poco nos descubren.

***

—Me encanta esto —le susurré al oído a mi novio mientras bailábamos abrazados

—A mí también. Es tan relajante, tan hermoso, la música, el ambiente del lugar, tú

—Eres como un ángel —acaricié su mejilla—. Eres tan delicado que a veces pienso que si te abrazo muy fuerte te vas a romper

Rió.

—Te amo Dyl —me besó lentamente

—¡Chicos! —nos llamó Ki—. ¡Vengan a divertirse un rato! ¡Dejen su azúcar para otro momento!

Levantamos los hombros con una sonrisa en nuestros rostros y fuimos allá. En cuanto nos sentamos, Ki nos extendió a cada uno un vaso con licor en él.

—Tengan, pa que la farra (fiesta) se ponga interesante

—Está bien, será solo una —dije y bebí el contenido del vaso, sintiendo cómo el líquido recorría mi garganta y provocaba un ligero malestar

—Está fuerte —me dijo Thomas frunciendo el rostro como si le hubieran dado un limón entero

Que adorable.

—¡Y todavía hay más! —exclamó Ki sirviendo más alcohol en un vaso para después bebérselo de golpe

Tomó nuestros vasos y volvió a llenarnos con alcohol.

—Tengan —nos extendió los vasos

—No Ki, no queremos beber mucho —dijo Thomas negando con la cabeza, pero yo sí tomé el vaso

—Ay Thomas no me vengas con eso. Mira a Dylan, él ya se la bebió toda

Mi novio me fulminó con la mirada, yo levanté mis hombros mientras dejaba el vaso vacío en la mesa para que mi amigo me sirviera más.

—Dylan contrólate un poco —me susurró

—Ay Tommy, si venimos aquí fue para divertirnos, no sé de qué te preocupas

Tomé la botella y serví un poco más en mi vaso.

—¿Ya olvidaste que mañana debemos cuidar a la bebé?

—Está con Fer. Ella la ciudará bien

—Pero sólo la cuidará en la noche. Mañana debemos estar bien para poder cuidarla

—Shhhhh —coloqué mi dedo índice en sus labios—. No te estreses, ¿sí? Mañana veremos qué hacer. Sólo disfruta de la fiesta y bebe un poco amor

Me miró desconfiado y tomó el vaso para después beber el líquido amarillo.

—Eso es —sonreí y lo besé en los labios, cuyo sabor era amargo por el alcohol

***

—¡SI TUVIERAS FE CON UN GRANITO DE MOSTAZA! —gritó Ki

—¡ESO LO DICE EL SEÑOR! —ahora canté yo—. ¡CANTA TOMMY!

—No Dyl me da pena —me habló en el oído

—¡CANTA O SINO NO TE VUELVO A BESAR NUNCA MÁSSSH! —lo amenacé

—¡YO LE DIRÍA, A ESA MONTAÑA! —cantó Thomas y sonreí pícaro

—¡MUÉVETEEEEE... MUÉVETEEEEE! —gritó Kaya

En ese momento todos soltamos fuertes carcajadas.

—Oigan, deberíamosh repetir este tipo de reunionesh —dijo Ki

—Hagamosh algo el próximo fin de semana. Tom, Dyl, ¿qué opinan?

—No podemos. Tommy y yo iremos a dejar a la beb... —iba a decir bebé pero Thomas cubrió mi boca

—Qué shistoso es mi novio, ¿no? Quiere deshir que debemosh ir  a cuidar a su abuela

—Ay qué trishte, me saludash a tu abuelita —dijo Ki y recostó su cabeza sobre la mesa

***

Abrí mis ojos y el dolor se apoderó de mi cabeza como si un tren se hubiera estrellado contra esta. Me dolía tanto que solté un fuerte gemido mientras cubría mi rostro. El dolor era demasiado insoportable, sentía que mi pobre cabeza estallaría como si fuera un globito. Giré mi cabeza y vi a Thomas durmiendo con la boca ligeramente abierta de la cual salían pequeños ronquidos parecidos a los de un bebé. Se veía demasiado tierno.

—Tom... —dije con la voz ronca y lo sacudí—, Tommy despierta

—Mmmm —dijo con los ojos cerrados, al abrirlos, soltó un fuerte grito—. ¡MI CABEZAAAAA!

—Shhh, no grites amor, a mí también me duele un chingo

—¡KAYAAAA! —gritó ignorando completamente lo que le dije—. ¡TRÁEME UN CAFÉÉÉÉ!

—¡Que te calles! —cubrí su boca—. Despertarás a Ki

—Muy tarde maldito escandaloso —dijo mi amigo el asiático mientras se sentaba contra la pared—. Dios que dolor de cabeza. ¿Dónde diablos está Kaya? ¡KAYAAAA!

—¿PUEDEN CALLARSE? ¡ESTOY OCUPADA! —nos gritó muy enojada desde quien sabe dónde

Thomas cerró los ojos con fuerza y se me acercó, recostó su cabeza en mi pecho y me abrazó. Rodé con mis brazos su delgado cuerpo y aspiré el aroma de su delicioso perfume que aún quedó impregnado en él.
De pronto, la puerta se abrió de golpe, dejándonos ver a una Kaya super enojada. Pero no estaba sola, traía un pequeño bulto entre sus manos que lloraba y lloraba sin cesar.

—¡¿Bola de pelos?! —exclamó Thomas separándose de mí

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