Capítulo 12

Con todo el coraje del mundo, limpié las lágrimas que se habían acumulado en mis ojos para después avanzar hacia Thomas y la tipa esa. Sin importarme si le dolía o no, tomé la rubia cabellera de mi novio y la jalé hasta levantarlo del sillón.

—¡Me vas a explicar, ¿qué significa esto?!—le grité sin soltar su cabello

—¡SUÉLTAME! —me gritó igual de enojado que yo

—¡¿Qué te pasa, Thomas?! —intenté que mi voz no sonara entrecortada, no quería parecer débil, sin embargo, no lo logré—. ¡Dijiste que vendrías por algo de comer!

—Sí, y encontré una chica, a quien puedo comer, ¿no? A ti te iba a llevar unas gallet...—no pudo seguir hablando, ya que estampé mi puño en su cara

—¡ERES UN DESGRACIADO!

Su mirada demostraba ira absoluta, ¿por qué estaba enojado si él fue quien me engañó?

—¿Por qué lo hiciste?—dije después de soltar un sollozo

—Sólo soy tu amigo, ¿no? No sé por qué me reclamas—no había notado que estaba borracho hasta que escuché aquellas dos oraciones

—Eres un idiota—limpié una lágrima que comenzaba a deslizarse por mi mejilla, sin embargo, otra se me escapó—. Te expliqué miles de veces...

—¡No me digas nada! ¡De igual manera me heriste cuando coqueteaste con la recepcionista!

Cerré los ojos fastidiado, conteniéndome para no golpear su cara de niño lindo de nuevo.

—Está bien, quédate con esa tipa—me acerqué a la chica y la miré con odio, su cara demostraba miedo—. ¡Y PARA TU INFORMACIÓN, MALDITA ZORRA, THOMAS ES GAY! ¡Y ES LA PASIVA!

Dediqué una última mirada de odio a Thomas y salí corriendo de ahí, me dolía, ¡me dolía maldición! ¿Desde cuándo a Thomas le gustaban las chicas? Según yo, él las odiaba y no veía nada atractivo en ellas, ¿qué fue lo que pasó? Corría desesperado entre la multitud, las lágrimas salían sin control de mis ojos, mi vista se nublaba cada dos segundos, por lo que tenía que limpiar mis ojos todo el tiempo. Las personas de la fiesta me miraban como si fuera un ser extraño, como si tuviera un ojo en mi frente o un brazo demás, y era obvio que estuvieran así, en esa fiesta todo el mundo estaba feliz, nadie sufría como yo. Decidí ignorar todas esas miradas y acelerar el paso para llegar hasta la azotea y salir corriendo con la niña. No sabía a donde iría y cómo, era muy tarde y afuera hacía mucho frío, tenía que dormir y comer algo, pero no podía, no podía quedarme en ese lugar espantoso en donde mi novio me fue infiel, ¡y con una chica! ¡Por lo menos esperé que fuera un hombre! ¡Pero no! ¡Me duele más que me haya engañado con una chica! Subía las escaleras de dos en dos, quería irme de ahí de una vez por todas, dejar a la bebé en el orfanato y volver a mi casa, quiero mi antigua vida maldición, quiero mi cama, quiero ver a mi novio dormido a mi lado. No sé por qué doy todo por esa niña, debimos haberla dejado con la policía o en otra casa así como hicieron con nosotros, pero no podía y no habían palabras para explicarlo, hubiéramos tenido que pasar por un montón de trámites y lo que menos queríamos era estresarnos, pero nunca creímos que todo saldría tan mal, ahora lo único que me interesa es dejar a la niña, sé que en el orfanato estará mejor que en nuestro hogar. ¿Nuestro? ¡No! Apenas llegue a casa tiraré todas las cosas de Thomas a la calle.
Llegué al fin, abrí la puerta rápidamente y vi a la niña, quien jugaba tiernamente con su unicornio y su zapato, ¿cómo se lo quitó? No lo sé. En cuanto me vio, sonrió y levantó sus manos hacia mí para que la cargara.

—Ahora no, bebé, tenemos que irnos

—Ommy —me dijo con un cierto tono de preocupación

No pude evitar soltar un sollozo.

—Tommy volverá pronto —le mentí y abrí nuestra mochila para sacar toda la ropa de Thomas de esta, si iría solo con la bebé, debía quitar un poco de peso en el equipaje, ya que llevar mi almohada, la pañalera, la mochila y a la bebé, sería mucho peso para mí—. Nos vamos —dije en cuanto terminé

Le coloqué su zapato a la pequeña, colgué la mochila a mi hombro y la pañalera al otro hombro, busqué una soga y me amarré la almohada a mi estómago. Tomé en brazos a la bebé y la cubrí con una manta para que no sintiera frío y no se enfermara.
Abrí la puerta y me encontré a varias parejas besándose, algunos salvajemente y otros tiernamente.

Me encantaría estar así con Thomas.
No sabía qué ocurriría, ¿Y si no lo volvía a ver? ¿A dónde irá Thomas? ¿Y si se queda aquí y a mí me olvida? ¿Y si no viene hacia mí y me dice que lo perdone antes de salir de esta casa? No iba a mentir que tenía aquella esperanza, no quería decirle adiós tan fácilmente, amo a Thomas con todo mi corazón, las palabras no alcanzan para explicarlo. Solté un par de lágrimas al no ver a Thomas arrepentido por ningún lugar, no le importaba; abrí la puerta de entrada y salí de ahí ignorando todas las miradas de confusión de los fiesteros, y era obvio, ¿quién carajo va a una fiesta con una pañalera, una mochila, una almohada atada a su estómago y una bebé en brazos? Sólo Dylan O'Brien señores.

Aceleré el paso para salir de ese pueblo espantoso lo más rápido posible, no quería que me hicieran daño, tampoco a la niña. Ignorando a todos los borrachos corrí por las calles, llorando, sollozando y con la niña en mis brazos balbuceando incoherencias como siempre. Un par de gotas cayeron sobre mí, levanté la mirada y suspiré frustrado, tenía tanta mala suerte que justo tenía que llover cuando salía de esa horrible casa con malos recuerdos ahí dentro; aceleré el paso para buscar un lugar donde pudiera cubrirme de la lluvia y sobre todo alejarme del infiel de mi novio, o... ex-novio.

Adiós Thomas.

Thomas:

El maldito alcohol había subido muy rápido a mi cabeza, me sentía mareado, pero aún consciente, bueno algo. Dylan me había golpeado y reclamado por lo que hice, ¿qué? Yo debería estar enojado, él coqueteó con una chica, no yo. Él me llamó amigo por temor a que nos miren raro, no yo. Que se pudra. Él junto a esa niña irritante. Jenna, la chica con quien me había besado, piel pálida, ojos azules como el cielo y rubia como yo; me había dicho que vayamos a una habitación, por lo que accedí sin pensarlo dos veces. Tomó mi mano y me guió hasta el segundo piso, buscó entre todas las habitaciones, todas estaban ocupadas con parejas teniendo sexo, no había ninguna vacía. Después de recorrer todo el segundo piso, llegamos a la única habitación vacía, la del último. Rápidamente abrió la puerta y me hizo pasar para besar con pasión mis labios. Todo estaba oscuro, la luz de la luna era lo único que alumbraba la habitación. Mi espalda chocó contra la puerta, provocando un ligero sonido por el golpe. Sus manos se dirigieron a mi camisa y comenzaron a juguetear con los botones de esta hasta lograr desabotonarla por completo. Levantó sus piernas y las enrolló en mi cintura. Caminé lentamente hasta la cama sin despegar mis labios de los suyos y me recosté con cuidado sobre ella. Mi camisa salió volando por los aires y mis pantalones también, sólo faltaba ella, por lo que rápidamente le quité su blusa, pero cuando estaba desabotonando su pantalón, la imagen de Dylan se cruzó en mi mente.

Dylan. No. No puedes hacerle esto. Por más borracho que estés, no puedes hacerle esto. Me decía mi subconsciente.

Jenna había notado que paré, por lo que me preguntó:

—¿Estás bien, Tommy?

Tommy, Dylan suele llamarme Tommy.

—Sí —le mentí fingiendo una sonrisa—. Sólo que... acabo de recordar que no traigo condón

—Oh, de eso no te preocupes, hay uno en mi bolso

—¿En dónde está tu bolso?

—Para tu buena suerte está tirado al lado de la cama, búscalo y apúrate. Quiero terminar lo que estuvimos haciendo

Rápidamente tanteé en el piso el bolso, ya que no podía ver nada. En mi mente se desató una batalla de pensamientos.

Estás a punto de tener sexo con una mujer. UNA MUJER. ¿No que eras gay? ¿No que detestaba a las chicas? ¿Ya no te gustan los hombres? ¿Y Dylan? ¿Lo vas a dejar tan rápido por una tontería?

No sabía qué hacer, aún estaba dolido, pero ¿en serio lo iba a hacer?

Piensa bien Thomas, eres inteligente, puedes cambiar las cosas.

Al encontrar el bolso, comencé a buscar el condón en él mientras pensaba en qué hacer. Al sentir la textura del empaque lo saqué y observé durante un par de segundos, tratando de pensar en qué hacer, el alcohol me provocaba mareos tan fuertes que no me permitían pensar con claridad. Cerré los ojos un momento, comenzaba a dolerme la cabeza, giré mi cabeza hacia Jenna y al verla sobre la cama tan bonita y angelical, cambié de opinión y decidí hacerlo. No sabía si era porque estaba borracho, pero por primera vez en mucho tiempo había visto hermosa a una mujer. 

—Ya lo tengo —le dije sonriente y ella me devolvió la sonrisa

—Soy toda tuya

Me acerqué a la cama y comencé a desvestir a Jenna, noté que se estremeció cuando mis manos entraron en contacto con su piel.

—Hoy será la mejor noche de tu vida —le susurré al oído y tomé con cuidado su mano derecha para atarla a la cama

Dylan:

La lluvia empapaba mi cuerpo, podía sentir cómo la niña temblaba abrazada a mí, trataba de cubrirla lo más que podía, pero me era imposible, no tenía nada además de aquella colcha, no había ningún lugar en donde aguarecerme. Quería tirarme a media calle y llorar hecho bolita, me dolía demasiado, aún no simulaba que Thomas me haya hecho eso sin razón alguna, no puedo creer que dos años de relación se estén yendo a la basura. Sollocé varias veces mientras sentía un pequeño dolor en mi garganta, maldita sea, de seguro mañana estaré enfermo. Sentía frío, hambre, sueño, dolor de pies, cansancio, pero nada se comparaba con el dolor de mi corazón. La niña comenzó a quejarse y retorcerse en mis brazos, de pronto su llanto terrible se escuchó además de la lluvia.

—No ahora no —dije palmeando su espalda, pero continuó moviéndose y llorando—. Calma, ya llegamos, tranquila

Me ignoró por completo y siguió llorando.

—Quieta, pequeña —la mecí de un lado a otro, pero nada—. ¡ESTATE QUIETA! —le grité y se calló de inmediato

Me miró con tristeza y comenzó a llorar, pero más bajito de lo normal, asustada por mi repentino cambio de actitud.

—Perdón, lo siento —en cuanto la abracé, aumentó un poco su llanto, pero esta vez era normal, no tan irritante como suele ser siempre

Se abrazó a mi cuello y lloró en mi hombro.

—Lo siento —le dije mientras lloraba junto a ella—. Lo siento bebé

Veinte minutos habían pasado y yo sentía que me moría, mi cuerpo ya no aguantaba tanto frío, sabía que la bebé tampoco, ya que sus sollozos se escuchaban temblorosos. Entre todo su llanto, la pobre se había quedado dormida.
De pronto, unas luces iluminaron la carretera, giré sobre mis talones y cerré los ojos de inmediato, ya que estos estaban acostumbrados a la oscuridad y las luces los lastimaban.
Intenté hacerle una seña para que por lo menos se detuviera y me deje subir para ya no mojarme junto a la niña.
El auto pasó cerca de nosotros y se detuvo, suspiré mirando al cielo, al fin pasaba algo bueno. La puerta se abrió y yo corrí para entrar, pero al ver quién estaba adentro me quedé quieto.

—Suban —me sonrió, pero no me moví

El conductor era nada más y nada menos que Thomas.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top