Capítulo 7

—¿Eh, Joe? ¿Entras? —me preguntó Ben mientras caminaba cerca de él y Clau, quienes se encontraban sentados al borde de la piscina.

—Ah, no gracias así estoy bien.

—Anda, ven, se ve que necesitas diversión.

Rodé los ojos al ver un tierno puchero en su rostro, rayos siempre lograba convencerme con su bella cara de bebé. Entones me quité mi pantalón, camiseta y calcetines, quedando en traje de baño, a continuación, salté a la piscina y provoqué la risa de ambos.

—¡Ese es el espíritu!

—¡Llegó mi Santa Claus favorito! —el grito que pegó Gwilym hizo que todos miráramos en dirección a la puerta, donde lo vimos abrazando a Roger y sacudiendo su cabello.

—¡Santa Claus tu abuela! —exclamó él golpeándolo con su mochila.

—¡Abuelitos! —les gritó Clau mientras los saludaba con su mano y de inmediato el mayor se nos acercó.

—¡Hola, Clau! ¡Hola, Joe! ¡Hola, Ben!

—¿Qué hay, Bri? ¿Quieres entrar? —le pregunté.

—¡Claro que sí! —dicho esto, fue hacia la casa para cambiarse, luego de unos cinco minutos, regresó junto a Roger con un salvavidas con forma de dona—. Miren lo que le compramos a nuestra nieta favorita.

—¿Qué es eso, abuelo? —preguntó mi niña mientras lo observaba.

—Es un salvavidas, Clau —Roger se sentó a su lado—. Te lo pones encima y esto te ayuda a nadar.

—Pero me da mucho miedo nadar, me puedo ahogar.

—Por eso se llama salvavidas, mira —se tiró a la piscina con cuidado y se apoyó en el flotador—. Puedo flotar con esto.

—Me da miedo —dijo abrazando el brazo de Ben.

—Chicos, es genial el regalo que le hicieron a mi hija, en serio —dije con tranquilidad—. Pero en serio a Clau no le gusta nadar.

—Bueno, para eso está mi plan B —comentó Brian y caminó hacia su mochila, sacó de ella un par de juguetes y regresó con nosotros—. Juguemos con mis barquitos en la orilla, Clau, ¿qué te parece?

—¡Qué buena idea! Papá, papi, si quieren ir a nadar con los demás no importa, me quedaré con mi abuelito.

—¿Nos estás echando? —levanté una ceja.

—No, pero ustedes no juegan con juguetes

—Ben cuenta por jugar con los sentimientos de Joe —Gwil se unió a nuestra conversación.

—¡Fuera de aquí, jirafa metiche! —exclamó Ben mientras lo salpicaba con agua

—¿Estás segura de que quieres quedarte sola? —mi hija asintió y yo suspiré.

—Vamos, Joe, no pasará nada —dijo Ben mientras tomaba mi mano debajo del agua, acto que se sintió lindo—. Porque Gwil estará atenta a Clau, ¿no es así? —lo miró y el británico abrió los ojos sorprendido.

—¿Y por qué yo?

—Porque eres metiche —Ben pellizcó sus mejillas y él se retiró.

—Está bien, lo haré solo porque quiero ganar mi apuesta con Lucy, pero sin hacer cochinadas, ¿eh?

—¿Qué cochinadas hacen ellos? —le susurró Roger a Claudia.

—No lo sé, nunca nadie me lo quiere decir —le respondió y yo solté una risita.

—No te muevas de aquí, por favor —le hablé a Clau y ella asintió—. Te amo —besé su frente y tomé la mano de Ben para adentrarnos en la piscina—. Juguemos al Titanic —él me miró raro.

—¿Cómo se juega eso?

—Tú eres el barco y yo el Iceberg que te hundirá —dicho esto me monté sobre sus hombros, y, como lo tomé por sorpresa, resbaló y ambos nos hundimos; segundos después, salimos a la superficie, pude notar que Ben intentaba recuperar la respiración.

—¡¿Quieres matarme acaso?! —dijo después de toser varias veces.

—¡Sí, pero a besos, chiquito! —me lancé a sus brazos y nuevamente nos hundimos.

—¡Joe, basta! —exclamó cuando salimos y esta vez hundió mi cabeza en el agua.

—¡Yo soy el Iceberg! ¡Solo yo puedo hundirte! —repetí su acción.

Después de un largo rato ahogando a Ben en la piscina, Lucy anunció que la comida ya estaba lista, así que salí de la piscina con él detrás de mí, saqué a Claudia y coloqué una toalla sobre sus hombros para que no tuviera frío. En cuanto vio a Brian, fue con él y lo llevó a jugar con sus fichas. Entre todos los presentes ayudamos a colocar la mesa, y cuando todo estaba servido, todos se sentaron a comer. Llamé a Clau y esperé a que Ben se sentara para poder estar a su lado, de inmediato, una pequeña sonrisa se formó en su rostro. Allen trajo una botella de champán de la cocina y la abrió con un sacacorchos, todos soltaron un grito de festejo y le dieron sus copas para que las llenara.

—Papá, ¿qué es eso? —me preguntó Clau señalando mi copa.

—Es champán, amor.

—¿Puedo tomar el champán?

—No.

—¿Por qué?

—Porque solo es para grandes.

—¡Yo ya soy grande! Papi, ¿verdad que ya soy grande? —le preguntó a Ben.

—No, Clau, obedece a Joe —le dijo y ella se cruzó de brazos—. O bueno, ¿quieres una probadita?

—¡Oye! —exclamé golpeando su brazo—. No la vuelvas alcohólica.

—Ah, solo será un poquito, no pasará nada.

—Bien, pero un poquito.

Ben acercó la copa a Claudia y ella bebió un sorbo de su contenido, su reacción fue fruncir el rostro y escupir.

—¡Qué asco! ¿Por qué les gusta esto?

—Te dije que solo era para los grandes —le guiñé un ojo y alboroté su cabello.

—A los grandes les encanta las cosas feas —Claudia se sacudió.

—Como tus papás con sus novias —le susurró Roger y ambos comenzaron a reír, sin embargo, a pesar de su susurro, pude escucharlo perfectamente.

—Te escuché —lo señalé con mi dedo y él se escondió detrás del cabello de Brian—. Pero debes aceptar que la de Ben está más fea.

—¿Que yo qué? —preguntó el mencionado.

—Nada, que eres bien guapo —le guiñé un ojo y él sonrió ligeramente.

—Bien, atención todos —habló Lucy golpeando una cuchara contra su copa—. Primero que nada, agradezco a todos por venir, en verdad son muy especiales para mí. Gracias a esta película hemos hecho amistades de por vida, somos una gran familia y todos nos amamos como si lo fuéramos en verdad.

Al escuchar aquella frase, tomé la mano de Ben por debajo de la mesa y le sonreí, pude notarlo nervioso.

—Es por eso que quiero brindar, por Bohemian Rhapsody y por nosotros, ¡que nuestra amistad sea eterna! ¡Salud!

—¡Salud! —dijimos todos en coro mientras chocábamos nuestras copas, Clau chocó su vaso de refresco conmigo después.

—¡Espera! —le grité a Ben y se asustó—. Hagámoslo así —crucé mi brazo con el suyo y bebimos nuestras copas muy pegados.

—Owww, son muy lindos —dijo Allen y Ben lo asesinó con la mirada—. Ah qué digo... ¡que viva Bohemian Rhapsody!

—¡Que viva! —gritaron todos y yo negué con la cabeza.

De inmediato todos se sentaron para comer, tomé un cuchillo y un tenedor, y corté la carne del plato de Claudia.

—Todo, ¿sí? Nada de: "papá, ya no avanzo" —ella asintió y yo besé su frente.

—Haces un buen trabajo —me dijo Ben llevándose un trozo de carne a la boca.

—Gracias —le sonreí.

A partir de ese momento, no dijimos ni una palabra más y nos concentramos en comer. Al principio solo se escuchaba el roce de los cubiertos con los platos, pero después solo bastó que Gwil hablara para que la mesa se llenara de risas y bromas.

—¿Te han dicho que te ves sexy cuando comes? —le pregunté a Ben y él casi se atora.

—¡Joe! —sus mejillas tomaron color.

—Owww te sonrojaste.

—No es cierto, es el calor.

—Sí, claro, lo que tú digas, Jones.

Sonreí internamente mientras bebía un poco de refresco, mi plan comenzaba a funcionar.

Día 2:

—Tres meses de salario —comenté cruzado de brazos.

—Y una camioneta perfecta —dijo Ben.

—Ah, no seas tan dramático, querido, hoy vas a grabar un álbum. ¡Vamos! —exclamó Rami dando un aplauso.

—¡Y corte! —gritó Brian—. Muy bien chicos, eso fue todo.

Ben se recargó sobre una pared y tomó una de sus baquetas, la observó con cautela y la lanzó por los aires para después atraparla y observarla con una sonrisa.

—Y ahora, ¿cómo te digo? ¿Ninja? —me burlé y él me apuntó con la baqueta, por lo que retrocedí un par de pasos—. Oye, tranquilo.

—Me tienes miedo —sonrió y bajó su baqueta.

—¿A ti? —comencé a reír—. No lo creo.

—¿Quieres probar de qué estás hecho?

—¿Quién dijo miedo? —le enseñé mi mejor sonrisa picarona y me lancé contra él, sin embargo, Ben fue más fuerte y me empujó unos centímetros.

—Anda —hizo un ademán con sus manos, indicándome que me volviera a acercar, y eso hice, corrí hacia él y extendió sus brazos.

Nuestras manos se unieron y ambos utilizamos toda la fuerza que teníamos para hacer retroceder al otro. Fruncimos el rostro mientras continuábamos empujando, tomé un poco de impulso y logré que Ben retrocediera un par de pasos, luego tres, cuatro y así hasta que fueron más de diez. Pude notar la presencia de Allen, quien nos observó curioso y luego negó con la cabeza.

—Parecen niños —comentó mirándonos.

—Tú pareces Niall Horan de One Direction y a ti nadie te dice nada.

Ben soltó una carcajada a la cual yo también me uní, nuestro amigo me asesinó con la mirada y se alejó de nosotros, giré mi cabeza y lo observé irse, por un momento tuve el presentimiento de que nos haría algo, pero no fue así. Aquella acción hizo que perdiera ventaja y que Ben lograse empujarme dos pasos, para el tercero me tropecé y ambos caímos al suelo entre risas. Nuestras risas comenzaban a bajar de tono hasta que nos quedamos callados, mirándonos el uno al otro, miré sus carnosos labios y Ben levantó una ceja, al parecer me leyó la mente o simplemente adivinó lo que pasaba en mi sucia cabeza. Me señaló con su índice, advirtiéndome que no hiciera nada loco, pero no pude resistirme, sus labios eran tan deliciosos que no me importaba que los demás nos miraran. Junté nuestros labios de golpe y él comenzó a golpear mi pecho para que me separara, sin embargo, no se lo permití y lo apegué más a mi cuerpo para que no pudiera escapar. Giró su cabeza bruscamente y logró separarse, me asesinó con la mirada e intentó apartarse de mí.

—¡Aquí no, tonto! —me susurró y me moví para cambiar de posiciones, esta vez yo sobre él.

—No tiene nada de malo —comencé a besar su cuello.

—¡Joe, basta!

—No quiero.

—Joe, Ben, yo sé que se aman, hasta he llegado a shippearlos, pero basta de actos románticos en el set —me quedé congelado al escuchar la voz de Brian, por lo que el rubio aprovechó para tirarme a un lado.

—Lo siento, Brian —se disculpó Ben y se alejó de ahí a paso lento, posiblemente con las mejillas rojas al igual que yo.

Día 3:

—¡Hoy es tarde de películas! —chilló Clau mientras caminábamos por el parque—. ¿Te apuntas, papi?

Sí, Ben también estaba con nosotros, lo había convencido de ir juntos a al parque con mi hija, de igual manera su hotel quedaba muy cerca a mi casa, así aprovechaba para que pasara más tiempo con ella y de esta forma lograra encariñarse y darme el sí el miércoles, en cuatro días, tenía que hacer todo lo posible para tenerlo de vuelta.

—No lo sé, debo hacer unas compras —se excusó, sin embargo, sentía que estaba mintiendo.

—Anda, papi, las compras pueden esperar, o si quieres te acompañamos, ordenamos una pizza y vamos a nuestra casa a ver películas los tres.

Sonreí para mis adentros, le había dicho a Clau que convenciera a Ben para ver películas en nuestra casa cueste lo que cueste, no importaba si implicaba gastos u otras cosas, y lo estaba haciendo muy bien.

—Si tu papá quiere —me miró y yo asentí—. Entonces vamos.

Fuimos en mi auto al supermercado más cercano, ya adentro, senté a Claudia en uno de los carritos de compras y lo sostuve desde atrás para empujarlo, Ben iba a mi lado muy camuflado con un par de gafas y una chaqueta de cuero, casual de él.

Pasamos por la sección de lácteos, Ben caminó hacia uno de los estantes e intentó alcanzar una botella de yogurt que estaba en lo más alto del mismo. Sonreí y caminé hacia él para tomarlo de la cintura y elevarlo, acto que provocó que se asustara y soltara un pequeño grito, reí ante aquella acción y él tomó el yogurt, golpeándome con el mismo.

—Se dice gracias, maldito rubio malagradecido —le dije sacándole la lengua.

—Gracias —susurró y yo sonreí.

Continuamos buscando cosas para Ben, papel higiénico, toallas, jabón, caramelos y algunos bocadillos para la película. Caminé detrás de él y me le acerqué para recostar mi quijada sobre su hombro, tomar sus manos sobre el tubo del carrito y apegarme cada vez más a su cuerpo. Pude sentir que se ruborizó ante mi tacto.

—Joe... Joe, aquí n... —su voz fue callada debido a un pellizco que le proporcioné en el trasero—. ¡Oye! —le guiñé un ojo y besé sus labios.

—¡Guácala, no frente a mí! —Claudia se tapó los ojos.

Después de pagar, fuimos directo a casa, Claudia corrió a alistar la habitación mientras Ben y yo preparábamos la comida entre risas. Subimos las escaleras y fuimos a mi habitación, dónde Clau nos esperaba en la cama con una manta y un montón de almohadas. Dejé la bandeja al filo de la cama, pero al ver una foto de Ari y yo besándonos corrí hacia ella y la escondí en mi mesita de noche, por suerte, Ben no miró lo que hice. Me recosté al lado izquierdo de mi hija, y, por el contrario, Ben fue al derecho. La película comenzó y yo acerqué la comida para poder disfrutarla con la película.

—¿Qué película es? —preguntó Ben.

—El Rey León —respondió mi hija—. Ayer la compramos, mi papá dice que es muy linda.

La película transcurría y la comida se iba terminando poco a poco. Tomé un cachito y lo coloqué en mi boca al mismo tiempo que me acercaba a Ben y tocaba su hombro para llamar su atención. Giró su cabeza y me miró confundido, señalé el cachito y él negó con la cabeza.

—Ah, vamos, no me rechaces.

—Déjame ver la película.

—Solo una mordidita —hice puchero y comencé a mover el cachito de izquierda a derecha—. ¿Siiii?

—Ah, está bien —rodó los ojos y sonreí.

Me coloqué en cachito en la boca nuevamente, se acercó a mí y lo mordió, rápidamente le robé un beso y giré para continuar mirando la película.

—Joe —hice caso omiso a su advertencia y continué con mi vista clavada en la televisión; sin que él se diera cuenta, Claudia y yo chocamos nuestros nudillos.

La hora de la estampida llegó, pude notar cómo mi pequeña se preocupaba por Simba, y fue peor cuando Mufasa se sostenía con sus garras sobre la roca, pidiéndole ayuda a su hermano Scar. Soltó un grito cuando cayó y todos los búfalos lo aplastaron.

—¡No! —chilló y yo sonreí al ver su reacción, era muy tierna.

Cuando Simba intentaba reanimar a su padre, Claudia comenzó a sollozar, el llanto llegó al ver al león llorar y huir del cadáver de Mufasa. Tuve que pausar la película cuando Clau se tiró sobre Ben para llorar abrazada a su pecho. El rubio se sorprendió y automáticamente la abrazó, acariciando su cabeza e intentando calmarla.

—Es solo una película, Clau, tranquila.

—Me recuerda a ti —levantó la cabeza y lo miró con lágrimas en los ojos.

—¿Por qué?

—Cuando no estabas, me sentía como Simba —escondió su cara en su pecho nuevamente—. No quiero que te vayas otra vez.

Ben y yo nos miramos conmovidos. Me acerqué a ellos y acaricié lentamente la espalda de Clau para darle consuelo, de inmediato tomó nuestras manos y nos miró.

—No quiero que me dejen nunca.

—Siempre estaré para ti, recuérdalo —besé el dorso de su mano.

—¿Y tú papi? —ambos lo miramos.

—Ah... sí, corazón, ¿y si seguimos mirando la película?

Ben tomó el control para reanudarla, mientras Claudia dirigía su vista a mí, le dediqué una mirada tranquila para darle a entender que todo saldría bien y que haría todo lo posible para que Ben regresara, ella me sonrió y regresó su vista al televisor.

Día 4:

—¡No! ¡La cafetera no!

—¡Corte! —exclamó Roger—. Nos vemos mañana, muchachos.

Antes de que Ben pudiera ir a su camerino, lo tomé de la mano y lo llevé lejos de ahí, a una casita en el árbol que teníamos en la granja.

—¿Por qué me trajiste aq...? —guardó silencio debido a un beso que le di, al separarse de mí me miró serio, solté una risita—. ¿De qué te ríes, tonto?

—Eres muy tierno cuando te enojas.

—¡No soy tierno!

—Oh, sí lo eres —pellizqué sus mejillas y las moví varias veces—. Benny el tierno.

—Y tú Joe el baboso.

—Muy gracioso —me hice el ofendido y lo llevé escaleras arriba.

Cuando estuvimos en lo más alto, nos miramos atentamente y le sonreí, una pequeña sonrisita se formó en su rostro. Regresamos nuestra vista al horizonte, observando el sol y las nubes moverse lentamente a su lado.

—Es hermoso, ¿no? —el asintió.

—¿Por qué me trajiste aquí? —me volvió a preguntar.

—Es un lugar muy tranquilo, te brinda paz interior y te ayuda a pensar.

—¿Pensar qué?

Tomé su mano y me apegué más a él.

—En mí, en nosotros.

—Joe...

—Shhh —lo callé con un beso muy suave y delicioso—. Disfruta el momento.

Asintió y permanecimos en silencio, hasta que el tono de llamada de su celular interrumpió nuestra paz. Lo sacó de su bolsillo, dejando a la vista el emisor de la llamada: "Kat, mi amor ️". Desvié mi vista, para no ver cómo deslizaba su dedo por la pantalla y contestaba, pero al no escuchar su voz, giré mi cabeza y lo miré guardando su celular en su pantalón nuevamente, levanté mis cejas y él sonrió levemente.

—Dijiste que disfrutara el momento.

Una gran sonrisa se formó en mi rostro. Con mi mano derecha rodeé su cuerpo y lo apegué más a mí, pude sentir cómo recostó su cabeza en mi pecho y buscó mi mano para tomarla. Suspiré feliz, a partir de ese momento, nadie dijo una palabra en todos los diez minutos que pasamos ahí, podíamos sentir las miradas de los chicos, pero no nos importó, incluso decidimos ignorarlos para solo ser él y yo.

Día 5:

—¡Mírenme, soy Ben! —exclamé caminando al lado de él y quitándole sus baquetas que traía en la mano.

—¡Oye, Joe, devuélvemelas! —comenzó a dar varios saltitos, levantando su brazo y estirándose mientras yo colocaba las baquetas sobre su cabeza.

—No —ahora caminé con el objeto y las giré varias veces en el aire, cuando estaba a punto de tocar el piso las tomé—. Voy a imitarte —di pasos exagerados, moviendo mis caderas de lado a lado.

—¡Oye yo no camino así!

—Bueno ya, sé que exagero, pero esto no me lo vas a negar —dicho esto comencé a cojear—. Mírenme mi trasero casi explota por culpa del papucho de Joe Mazzello.

—¡Joe, cállate! —corrió hacia mí y cubrió mi boca con su mano, luego la lamí y se alejó soltando un sonido de asco.

Reí y volví a lanzar las baquetas, estas dieron algunos giros en el aire y luego las dejé caer apropósito. Cuando estuve a punto de levantarlo y volverlo a tirar, sentí que me empujó y caí al piso con él sobre mí.

—Ya basta, Joe.

—¿Estás enfadado?

—No, pero ya párale, ¿no?

—Oblígame —aquella palabra fue lo suficiente para que juntara nuestros labios.

Abrí mis ojos muy grandes como reacción, ni siquiera podía seguirle el beso porque me había quedado muy sorprendido, nunca imaginé que haría eso, creí que sería complicado, pero al parecer Ben había cedido por fin. Cerré mis ojos y llevé mis manos a sus mejillas, permitiendo que su lengua ingresara a mi boca y jugara con la mía. Podía sentir un montón de mariposas batallando en mi estómago, aunque por la sensación, podría decir que se trataba de gorilas intentando darme a entender que estaba enamorado otra vez de él, o tal vez no otra vez, quizá nunca dejó de gustarme, tal vez siempre lo esperé a pesar de todo, y es que puedo ser un tonto por darle una oportunidad cuando no se la merece, pero lo amo y no lo voy a negar, lo amo tanto que lo intentaría todo por él, atravesaría cualquier adversidad solo para estar junto a él, volver a formar una familia juntos y ser felices sin importar lo que digan los demás, eso deseaba, ser feliz a su lado y hacer todo lo posible para que así sea.

Tuvimos que separarnos cuando nos quedamos sin aire, entonces lo miré asombrado al igual que él.

—Oh Dios —musité con la voz agitada.

—¿Qué?

—¡Al fin me besaste! —exclamé contento y él sonrió, esa sonrisa que era producto de mí.

Volvió a juntar nuestros labios, esta vez el beso era más delicado. Sonreí sobre sus labios al darme cuenta de que había cerrado sus ojos y que sus mejillas tomaban un lindo color rojo, todo por mí. Al separarnos, ambos nos miramos con una sonrisa, levanté mis manos lentamente y comencé a acariciar su cabello, como si buscara algo en él. Ben me enseñó sus perfectos dientes y sus ojitos achinados; acercó su cabeza a la mía, por un momento creí que me daría un cabezazo, pero no, simplemente lo hizo para darme un pico y volver a caer contra el suelo. Sonreí ante su acción.

—Lo siento —susurró.

—Ah, cállate —y volví a besarlo.

—¡Chicos basta de actos románticos en el set! —gritó Brian de pronto y ambos nos separamos de golpe

Narrador onmisciente:

Día 6:

—¿Ya podemos ver la película? —preguntó la niña un tanto cansada, sus padres llevaban hablando por mucho tiempo y ella lo único que quería era ver el Rey León 2.

—Ponle play —dijo Ben dejando de lado el álbum.

Tal y como lo habían ensayado, a media película, Claudia gateó hacia adelante, boca abajo a la cama y apoyando su cabeza en sus manos. Ahí fue cuando Joe agradeció que su niña sea tan inteligente, y aprovechó para apegarse a Ben y tomar su mano. Cuando Kobu y Kiara se reencontraron, ambos sintieron aquel impulso de besarse, y eso hicieron, sus labios jugueteaban y sus mejillas se pintaban de un lindo color rojizo, desde ese momento no miraron más la película, solo se besaron hasta cansarse.

Pero cuando estaba a punto de terminar, los tres escucharon la puerta abrirse, rápidamente Claudia pausó la película y se mantuvieron en silencio para saber de quién se trataba. Joe pensaba en qué tal vez un ladrón había entrado a la casa, por lo que se levantó de la cama para buscar un bate de baseball y proteger a las dos personas que más amaba, sin embargo, soltó aquel objeto al escuchar una voz muy familiar:

—¿Joe? ¡Amor, he vuelto!

Era Ari. 

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Recomiendo prepararse en todos los sentidos para el siguiente cap jajadshjasdj byeeeeeeee

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