Capítulo 6

—¿Qué hora es? —pregunté y él buscó su celular.

—Las doce.

—¡¿Doce?! —de inmediato me levanté y busqué mi ropa que estaba tirada en el suelo para vestirme.

—¿Qué te ocurre?

—¡Debo ir por Claudia a su escuela en media hora! Mis llaves, mis llaves —susurré mientras las buscaba en mi pantalón.

—Joe, dejaste tu auto en el set —dijo en cuanto las saqué de mi bolsillo.

—¡Ahhh! ¡Maldición! —tiré una almohada por lejos.

—Hombre, tranquilo, yo te llevo.

—¿De verdad? —asintió—. ¡Oh gracias! ¡Gracias, gracias, gracias!

—No hay de qué —cuando se levantó de la cama hizo una mueca de dolor.

—¿Qué tienes?

—Oh, que el señor aquí presente andaba urgido por tener sexo conmigo que casi me destroza el trasero la noche anterior —me mostró una sonrisita falsa y luego caminó cojeando hacia su armario, no pude evitar reír.

—Perdón —mis mejillas se encendieron—. El alcohol me puso muy mal, pero, ¿sabes qué es lo positivo de esto? —me miró—. Te ves lindo así.

—Vete a la mierda —y entonces ambos soltamos una carcajada.

Después de vestirnos (y de que Ben continuara quejándose que le dolía el trasero todo el tiempo) salimos directo al parqueadero, donde nos encontramos a Gwil, de inmediato ambos intentamos huir, pero fue muy tarde, él ya nos había descubierto, ahora solo esperábamos sus burlas.

—Vaya vaya —levantó una ceja y Ben fue directo a abrir su auto—. Parece que se divirtieron mucho ayer.

—¿Qué? —solté una risita nerviosa—. No, Gwil, para nada, solo hablamos.

—Ajá, y yo algún día seré enano. No había visto a Ben cojear de esa manera desde hace tres años —dicho esto se fue riendo de ahí.

—¿Gwil también se hospeda aquí? —le pregunté en cuanto Ben arrancó el auto.

—La mayoría está aquí, Gwil, Allen, Priya —frunció el ceño mientras pensaba, se veía muy lindo—. Aaron.

—Bueno, por lo menos no hicimos mucho ruido —me levanté de hombros y él negó con la cabeza.

El auto se detuvo frente a un semáforo en rojo, Ben apoyó su codo izquierdo en la ventana y acarició su frente sin despegar su vista del parabrisas. Sonreí y acerqué mi mano para acariciar la suya que se encontraba sobre la palanca de cambios. Su cabeza giró mirando nuestras manos, luego la subió para mirarme confundido y yo le sonreí como respuesta mientras continuaba acariciando el dorso de su mano. Regresó su vista al parabrisas y sonrió levemente, gesto que me encantó. Y como no puedo quedarme callado, comencé a hablar sobre cualquier cosa hasta que llegamos a la escuela.

—Gracias, Ben —me bajé del auto y él lo apagó—. ¿También vienes?

—Sí, quiero saludarla.

Caminamos en silencio directo a la entrada, tomé la mano de Ben por instinto, ninguno de los dos se había dado cuenta de mi acto, se sentía tan normal a pesar de todo.

—¡Papá! —en cuanto escuché la voz de Claudia, solté la mano de Ben.

Giré mi cabeza hacia varias direcciones hasta que la encontré cerca de un columpio, corriendo hacia mí con sus brazos abiertos para abrazarme. Corrí hacia ella y cuando ya estábamos juntos la cargué por los aires y ella rio, luego la bajé un poco y besó mis mejillas varias veces.

—¿Dónde estabas? —se abrazó a mi cuello—. Mi tía Adria estaba muy enojada, dijo que te iba a matar cuando te vea.

—Estaba trabajando, amor —le mentí y besé su pequeña nariz—. ¿Y cómo me va a matar?

—No lo sé, supongo que usará una espada de Star Wars, ¡esas que tienen lucecitas! —gritó y yo reí.

—Bueno, si se me acerca yo me defenderé también.

Soltó una risita y miró detrás de mi hombro, automáticamente una sonrisa se formó en su rostro y sus ojos se iluminaron.

—¡Papi! —chilló y la bajé, de inmediato Ben la abrazó.

—Hola, Clau, ¿cómo estás?

Nos miró a ambos y luego sonrió.

—Ahora mucho mejor que antes.

Sonreí y tomé su mano, me alegraba verla contenta, al parecer era buena idea regresar con Ben, ya que tanto a Claudia como a mí nos hacía felices con solo tenerlo cerca. Pero todo dependía de él, no de mí, yo mismo se lo había pedido cuando no debía ser así, pero a veces el corazón puede más que el cerebro.

Narrador omnisciente:

Los tres fueron al auto de Ben, Joe se sentó en el asiento del copiloto y Claudia detrás. El rubio estuvo a punto de encender su auto si no fuera porque los celulares de ambos emitieron un sonido, dando a entender la llegada de un mensaje. Entonces lo leyeron al mismo tiempo, parecía que se habían leído las mentes:

"Reunión en mi casaaaa! Y no me interesa que tengan resaca, pasemos un buen rato en la piscina y eso. Los quierooo.

-Lucy."

Al no entender el mensaje, Joe marcó el número de su amiga.

—¡Holaaaa! —dijo la chica al contestar.

—¿Cómo que reunión en tu casa? —preguntó de golpe mientras Ben lo observaba atento.

—Hombre, si vamos a disfrutar la grabación de la peli, debemos divertirnos en nuestros días libres, ¿no crees?

—Bueno sí, pero...

—¡Eh, Joe! —ahora escuchó la voz de Gwil, al parecer le había quitado el celular a Lucy—. ¡Invita a Ben ya que de seguro debes estar con él! ¡Nunca contesta el celular el señor antigüedad!

Por un momento Joe dudó de su amigo, sabía que él y Lucy tenían un cierto rencor hacia Ben, pero al comprobar que ya estaba algo ebrio comprendió las cosas, de seguro solo lo decía para molestar, como siempre suele hacerlo.

—¡Gwilym! ¡Dame mi celular! —y la llamada se cortó, el pelirrojo negó con la cabeza.

—¿Vas a ir? —le preguntó Ben, había estado tan callado que por un momento creyó que él no estaba ahí.

—No lo sé, Clau, ¿tienes tarea? —le preguntó observándola por el retrovisor, la niña negó—. ¿Tú vas?

—No me vendría mal, vamos.

—¿Estás seguro? —Ben asintió con seguridad—. Está bien —dijo después de un suspiro.

¿Por qué el suspiro? Con solo leer la palabra piscina en el mensaje, a Joe se le habían puesto los pelos de punta, su pobre pequeña no podría con eso y tampoco quería asustarla llevándola ahí, sin embargo, había aceptado solo para pasar tiempo con él.

—Pero pasemos por mi casa para ver los trajes de baño y eso. Luego vamos al set por mi auto, ¿sí?

Ben volvió a asentir y encendió el auto, sereno, mientras Joe miraba por la ventana, pidiendo que no ocurriera otra desgracia. Claro que no, no lo permitiría esta vez.

La pequeña Claudia había escuchado todo, no podía estar más feliz a pesar de haber escuchado la palabra piscina, sus papás estarían juntos esta tarde y eso era lo que importaba, no debía preocuparse por la piscina, ya que sabía que su papá no entraría ahí y jugaría con ella. Al ver a sus papás hablar en el camino, una linda sonrisa se formó en su rostro mientras desviaba su mirada hacia la ventana, observando todos los bonitos árboles que reposaban en las aceras.

Minutos después llegaron a la casa Mazzello, Ben estacionó su auto y los tres bajaron de él. Joe abrió la puerta y lo primero que hizo Claudia fue tomar la mano de Ben y llevarlo a su habitación para mostrarle todos sus juguetes. Ben se sentó en la cama de Clau y la escuchó atentamente a pesar de que se sentía incómodo al estar ahí, porque era el hogar de Joe, Ari y Claudia, el no pertenecía ahí y no debía pisar esa casa.

Conoció a todos sus peluches y muñecas, observó cada uno de los juguetes que Joe le había comprado y cada rincón de la habitación.

—Aquí es donde dibujo —le señaló un pequeño taburete, de dónde sacó una hoja—. Te dibujé a ti.

—Guau, mi cabello está muy desordenado aquí y tengo... ¿qué es esto, una guitarra?

—Sí, la que siempre tocabas en la tele.

—¿Me veías en la televisión?

—Sí, siempre que podía, me encanta la canción Purple Rain.

I only wanted to see you —Ben cantó.

Laughing in the purple rain —Clau continuó la canción, Ben la sentó en sus piernas y la meció—. Purple rain, purple rain —la pequeña comenzó a sollozar y se abrazó a su cuello—. Ey, ¿por qué lloras?

—Siempre quise que me la cantaras.

—Awww, bebé —la abrazó y limpió sus lágrimas—. No llores, corazón, aquí estoy y no volveré a irme, ahora, ¿por qué no sigues mostrándome tu cuarto?

La pequeña asistió y tomó su mano para guiarlo a una pared repleta de fotos de ella y Joe. Solo bastó de ver todas las fotografías y leer todas sus descripciones para sentirse culpable por haberse ido y perderse tantos momentos de su hija.

"Mi primer Halloween" (31/10/2011)

"Cuentos con el tío Rami" (05/12/2011)

"Una tarde en el Zoológico!" (05/09/2014)

"Tarde de maquillaje" (olvidamos la fecha)

"Te amo papá❤" (05/01/2011)

Todos esos lindos momentos que él se había perdido por simplemente irse sin decir su razón, hacer su vida solo y pasar por depresión, problemas económicos y soledad, hasta tal punto de pensar en el suicidio como única salida.

Limpió un par de lágrimas que sin querer se habían escapado de sus ojos y cargó a su niña sin dejar de abrazarla, no podía creer que hace algunos años era una bebé y ahora estaba muy grande. De pronto, un par de golpes en la puerta los distrajeron, giraron sus cabezas y miraron a Joe entrando con un par de tazas de café y una de chocolate.

—¿Interrumpo algo? —preguntó mientras dejaba la bandeja en la cama.

—Una linda muestra de cariño —respondió el rubio.

—Coman, tú debes tener hambre —Joe le dio el chocolate a su hija acompañado de galletas—. Y tú resaca al igual que yo —ahora le dio el café a Ben.

—Gracias, la cabeza me estaba matando —comentó el blondo mientras se llevaba la taza a la boca.

Cuando terminaron su comida, los muchachos tomaron cada mano de la niña y bajaron las escaleras. Se subieron al auto y fueron al hotel del rubio para traer su traje de baño. Luego fueron al set y Joe fue por su auto. En ese momento, Claudia se tensó, ahora que ambos tenían su auto, debía elegir con quién ir, sabiendo que posiblemente el no elegido se sentiría mal.

—Ahora sí vámonos —habló el pelirrojo cuando había terminado de guardar todas sus cosas en el auto.

—¿Con quién voy? —preguntó la niña.

—Ve con tu padre, Clau —le dijo el rubio, Claudia miró a Joe y luego a Ben, a Joe y luego a Ben, y así cinco veces más.

—Deberías ser más específico —la niña agarró su cabeza con ambas manos, puesto que se había confundido demasiado.

Ambos rieron.

—Ven conmigo, corazón —Joe tomó a la niña en brazos y la subió al auto.

Media hora después ya se encontraban en la casa de Lucy, esperando a que les abrieran la puerta, la cual se abrió en un par de segundos, dejando ver a su amiga alegre, sin embargo, al mirar a la ex pareja junta su expresión pasó a ser de sorpresa.

—Joe —su vista fue al mencionado—. Ben —lo miró seria, una sonrisa se formó en su rostro al ver a Claudia, a quien saludó alegremente con un abrazo y un beso.

Los cuatro entraron y caminaron por la sala, dejando al pelirrojo al último, quien se encargó de cerrar la puerta. Llegaron al patio trasero, donde se encontraba la mayoría del elenco, quienes los miraron con cierta curiosidad, ¿por qué ellos estaban juntos después del beso de la noche anterior?

Saludaron a todos y Ben fue por su mochila para cambiarse. Al ver la piscina en la que Allen y Aaron reían y jugaban contentos, Claudia corrió a abrazarse a la pierna de su papá. Joe acarició su cabeza y la cargó para llevarla a una silla blanca que se encontraba un poco alejada de la piscina.

—Tranquila, nosotros no entraremos ahí, estaré contigo todo el tiempo protegiéndote —la niña asintió—. ¿Qué trajiste hoy? —le preguntó evadiendo las miradas de todos.

—Mis fichas —respondió la pequeña enseñándole su mochila, que contenía un montón de piezas de colores—. ¡Armemos muchas casitas y autos!

—Entonces comencemos.

Claudia tomó su mochila y la colocó de cabeza a unos centímetros del suelo, de inmediato todas las piezas cayeron al piso como el agua en una cascada. Joe tomó un par de ruedas y las unió con una ficha larga de color verde, mientras que su hija observaba un trozo de cartón en el que se encontraban todos los modelos para armar.

Cuando Joe había terminado su auto, Ben salió de la casa para encontrarlos posiblemente en la piscina, sin embargo, al no verlos ahí, giró su cabeza hacia varias direcciones y los miró a unos metros de la misma con un montón de piezas.

—No te sorprendas —Gwilym tocó su hombro y lo miró—. Ella no volverá a una piscina nunca más.

—¿Por qué?

—Algún día lo sabrás, no puedo decírtelo —dicho esto el inglés saltó a la piscina y se unió a las bromas de los demás.

Ben echó una última mirada a ambos para quitarse sus sandalias y entrar a la piscina. Mientras tanto Joe lo miraba embelesado, el rubio se había sumergido en el agua y luego salió de la misma tomando una cantidad grande de aire. Su cabello húmedo estaba pegado a su frente, lo que le hacía lucir más lindo de lo normal.

—Papá —salió de su pequeño estado de trance cuando Claudia lo llamó.

—¿Ah?

—Tu carrito, por favor —extendió su pequeño brazo hacia su padre y él se lo entregó—. Gracias, mi casita está lista, mira hasta tiene un estacionamiento.

—Eres muy hábil.

—Mi tía Adria me enseñó —comentó con una sonrisa—. Ahora armemos otra casita, tú arma el techo, ¿sí?

Joe asintió y tomó un par de fichas, cuando escuchó el sonido de un chapuzón, volvió a distraerse, Ben salió de golpe de la piscina salpicando varias gotas de agua a los demás, giró su cabeza y sus miradas chocaron.

automáticamente el mayor volvió su atención a las piezas de su niña, sin embargo, pudo observar de reojo que Ben los miraba muy curioso, se delataba en su mirada.

Los minutos pasaban, Joe había terminado el techo de una casa, y Clau se encargaba de organizar el mini barrio que habían construido.

—Cielo, iré al baño, no te muevas de aquí, ¿ok? —le dijo su padre firmemente—. No te acerques a la piscina.

La niña asintió con la cabeza y Joe se levantó de la silla, dudó unos segundos en si era buena idea dejarla sola, pero al recordar que estaba con todo el elenco, se despreocupó y fue a hacer sus necesidades.

La pequeña tomó el auto que había hecho su padre y lo arrastró por el piso, acción que provocó que una rueda saliera de su lugar y se alejara hacia la piscina, por lo que corrió tras ella.

—No, no, vuelve aquí —susurró temiendo que cayera al agua.

Para su mala suerte, la pequeña rueda de color negro cayó a la piscina, la pequeña se colocó al filo de esta, observando a la circunferencia flotando en el agua.

—Vamos está cerca, solo acércate un poco —susurró cerrando los ojos, sintiendo el miedo recorrer sus venas.

Por más valiente que intentaba ser como su papá le había enseñado, los recuerdos llegaron a su mente, sus ojos aún se encontraban cerrados y las lágrimas amenazaban con salir de ellos. Recordó aquella vez que cayó al agua solo por alcanzar una pelota, y desde ese momento nunca pudo sentir lo que era correr por todos lados, siempre debía caminar despacio, temiendo tener otro ataque con alguno de sus pasos.

—¿Clau? —abrió los ojos al escuchar la voz de Ben, un par de lágrimas brotaron de sus ojos—. Corazón, ¿qué ocurre? —en su mano se encontraba la rueda que había caído—. ¿Por qué lloras?

—No, por nada —Claudia tenía prohibido contar sobre aquel día, además no quería hablarlo con nadie, tomó la rueda y giró para irse, pero la voz de su papi interrumpió su paso.

—¿Por qué no te metes?

La niña volvió a girar, su papi la miraba con una sonrisa y le hacía una seña para que fuera con él.

—Tengo miedo —la pequeña se acercó un poco más a la orilla.

—¿Por qué?

—No sé, tengo mucho miedo al agua —mintió.

—Ah, pero debes perder ese miedo, ven —salió de la piscina y colocó sus manos al rededor del cuerpo de la niña para llevarla dentro.

—No —Claudia miró con terror en agua y comenzó a sollozar—. No papi, no.

—Tranquila, yo te tengo, no llores.

—¡No! —chilló en cuanto los dedos de sus pies tocaron el agua—. ¡No quiero!

—¡Benjamín! —escuchó un grito de Lucy, quien de inmediato se acercó y le quitó a Claudia de las manos—. ¡¿Qué crees que haces?!

—Solo intentaba hacerle perder el miedo.

—¡Eres un tonto! —Lucy miró a Claudia y limpió sus lágrimas—. No, mi amor, no llores, tranquila. Todo está bien —besó su mejilla mientras la abrazaba—. El idiota de Joe me va a escuchar, ¡Mazzello! —gritó, pero no obtuvo su respuesta.

—¡En el baño! —gritó Gwil desde la cocina.

—¿Qué? —Joe salió de la casa y al observar a su hija llorando, corrió hacia ellas—. Clau, ¿qué ocurre bebita? ¿Te pasó al...? —su voz fue callada por una bofetada de su amiga.

—¡¿Cómo se te ocurre dejarla sola?!

—¡Solo fue un momento! ¿Fue a la piscina? —Lucy asintió y Joe miró muy enojado a su hija—. ¡Te dije que no lo hicieras!

—Lo siento, papá, pero la rueda...

—¡Nada de rueda! —chilló enojado—. Claudia no quiero que vuelva a pasar otra desgracia, ¿sí? No quiero que te pase nada, entiende.

—No la regañes, yo fui el culpable —dijo de pronto Ben caminando hacia ellos—. No creí que tuviera fobia a las piscinas.

—Pues ahora lo sabes —lo miró serio con los brazos cruzados.

—Perdón, Clau —tocó su mejilla y ella asintió—. Pero de verdad deberían ayudarla a que supere ese miedo, se pierde de una tremenda diversión.

—No, Claudia no volverá a entrar a una piscina otra vez.

—¿Por qué, Joe? —no obtuvo respuesta—. Aunque sea solo sus piecitos, ¿qué dices, Clau?

La niña dudó unos segundos y miró a su papá quien negó con la cabeza.

—Ándale —Ben le rogó haciendo puchero y Joe rodó los ojos.

—Si Clau quiere —dijo mirándola y ella asintió con inseguridad—. Ten cuidado, corazón, y tú —lo señaló—, cuídala bien.

—Sí, gracias —tomó la mano de Claudia y fue con ella a la piscina.

Entró en ella y se sentó en unos de los escalones, sin soltar sus manos, la ayudó a sentarse en la orilla y meter sus pies en el agua.

—¿Ves? No es tan difícil.

—No es difícil, pero me da mucho miedo.

—¿De ahogarte? —ella asintió—. Oh, no te preocupes, yo estoy aquí para salvarte.

—No entiendo —dijo de pronto Lucy mientras observaba a Ben y a Claudia en la piscina.

—¿El qué? —le preguntó Joe.

—¿Cómo es posible que después de lo que hizo dejas que esté con Clau y además convives con él y lo besaste?

Joe guardó silencio, pensando en qué le respondería, aunque sabía si le dijera cualquier mentira, terminaría regañado por ella.

—¿Aún lo quieres?

Silencio.

—¡Joe!

—¡No lo sé! —la miró—. ¿Ok? ¡Es muy confuso! ¡Solo bastó volver a verlo para que todo se fuera al carajo!

—¡Se supone que les hizo daño! ¿Cómo pudiste haber caído tan fácil?

—¡¿Crees que lo sé?! ¡Todo ocurrió muy rápido! ¡Estaba borracho y le propuse que lo intentáramos de nuevo! ¡Por Clau!

—Esto no es sólo por Claudia, aún lo amas y lo quieres de vuelta, lo que es tonto porque el que debió pedirlo tuvo que ser él, no tú.

Joe volvió a quedarse callado.

—Lucy, no puedo superarlo, aún sigue en mi corazón y si tengo que hacer lo que sea para que regrese conmigo, créeme que lo haría.

—¿Y Ari?

—Eso ya lo tengo todo bajo control.

En realidad, era mentira, no sabía cómo deshacerse de la chica y renunciar a su matrimonio, no quería hacerle daño, pero su corazón lo obligaba a hacerlo.

Ya se me ocurrirá la forma. Pensó. De igual manera aún sigue de viaje y tengo tiempo de sobra.

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