Capítulo 3
Narrador omnisciente:
—Bien, la operación: "Papás juntos de nuevo parte 1" comienza —musitó Claudia mientras trazaba garabatos en un cuaderno—. ¿Cómo que cuál es la parte 2, Corny? Ya te lo dije, deshacernos de las brujas: Kat y Ari. Pero primero debemos hacer que mis papás dejen de pelear y se quieran otra vez —tomó al peluche y salió de la carpa—. Porque yo sé que aún se aman —susurró y fue en busca de su papá—. ¿Dónde podrá estar? ¡Tío Gwil! —el mencionado se detuvo para mirarla—. ¿Has visto a mi papá?
—¿A Joe? —la niña asintió—. Creo que estaba viendo algunas ramitas para la fogata de esta noche.
—¡Gracias! —le guiñó un ojo y se adentró en el bosque.
Solo bastaron un par de metros para escuchar a su padre tarareando una canción. ¡Bingo! Para su buena suerte, su papi también estaba con él, pero más lejos, sabía que así sería aún más fácil llevar a cabo su plan. Sacó sus pequeñas habilidades como actriz y se acercó a ambos a paso rápido, simulando estar agitada.
—¡Papá! ¡Papi! —su potente grito casi provoca que Joe cayera del árbol donde se encontraba.
—¿Qué pasa? —en menos de un parpadeo, ambos se acercaron a ella.
—¡Hay una serpiente en la tienda! ¡Casi me hace daño! —mintió, su tío Allen le había contado que el lugar estaba infestado de serpientes, por eso Brian y Roger se encargaron de eliminarlas a todas, pero para esta ocasión, Claudia se inventaría la existencia de una.
—Pero ya no hay serpientes aquí —comentó Ben extrañado.
—¡No lo sé! ¡Deben matarla antes de que haga daño a alguien!
—Bien, vamos —Joe tomó a su hija en brazos y corrió hacia la carpa con Ben detrás de él.
Cuando llegaron al lugar, Joe advirtió a la pequeña que se quedara lejos, abrió la carpa y entró con precaución.
—No hay nada —dijo desde adentro, su voz se escuchaba apagada.
—¡Era algo pequeña, estaba entre las mochilas! —gritó para que la escuchara—. Papi, ve a ayudarlo, no quiero que le pase nada —simuló llorar, acción que conmovió al rubio.
—Está bien, lindura, pero solo porque me lo pides tú —y entró a la carpa.
—¿Qué haces aquí? Yo la estoy buscando, vete no estorbes —le dijo Joe a Ben, cosa que hizo que la niña se sintiera mal por cómo lo trataba.
—Estoy ayudándote —entonces Claudia llevó a cabo su plan, cerró sigilosamente la carpa y colocó un pequeño candado que le había prestado su abuelo Roger, sonrió al ver que todo había resultado de maravilla, tenía a ambos encerrados ahí y no tenían escapatoria.
—No necesito tu ayuda, Jones, puedo solo.
—Bien, entonces ojalá esa maldita serpiente te pique, yo me voy —dicho esto, dio media vuelta, pero la carpa no se abrió.
—¿Qué esperas? Vete, nadie te llamó —Joe lo miraba serio.
—Está... cerrada.
—No es cierto —el pelirrojo se le acercó e intentó salir—. Dime que no es verdad, ¡Claudia! —y cuando escuchó la risa de su hija, supo que todo era una broma—. ¡Reina Claudia, abre ahora mismo!
—¡Claudia! —gritó Ben, pero la niña seguía riendo e ignorándolos.
—No, eso es para que aprendan a llevarse bien.
—¡Claudia, si no abres te castigaré! ¡¿Me escuchaste?!
—Hazlo —Clau se levantó de hombros—. Ya no necesito ver la televisión porque mi papi ya está aquí.
—¿Qué? —susurró Ben confundido mientras observaba a Joe.
—Larga historia —rodó los ojos y comenzó a golpear la carpa—. ¡Claudia Mazzello, si no abres te irá mal!
—Como quieras, yo iré con mi tía Lucy a ver si así puedes hacerme algo —rió mientras se sentaba en una roca cerca de ahí—. No los dejaré salir hasta que admitan que se aman y que volverán a ser novios.
—Estás loca, no lo haré —habló Ben.
—Ni yo —dijo Joe mirando con asco a su compañero.
—Bien, entonces disfruten su encierro.
—¡Claudia! —pero la niña no respondió más.
Cansado, Ben se sentó lo más alejado posible del pelirrojo, quien no dejaba de gritar y amenazar a su hija, él se había rendido, sabía que era en vano gritarle o hacer todo tipo de intento para salir de ahí, así que simplemente se limitó a esperar que alguien llegara y los salvase.
Minutos más tarde, Joe se había cansado, se encontraba delante del rubio, jugando con una pelota de su hija, no podía sentirse más incómodo teniendo a Ben frente a él en un espacio tan cerrado, él amaba hablar como un loro, pero no lo haría con él.
—¿Vas a invitarme a tu boda? —la voz de Ben lo dejó paralizado, la pelota ya no fue arrojada otra vez.
—¿Disculpa?
—Tu boda, ¿vas a invitarme?
—Qué pregunta más estúpida.
—Oye, solo intentaba sacar tema de conversación.
—Hay billones de temas, ¿y en serio tenías que hablar sobre eso?
—Bien, ¿te gusta el pan?
—Me encanta —ambos sonrieron y luego soltaron una pequeña risita—. Quién diría que volvería a verte.
—Lo sé, es loco, ¿quién diría que llegarías a cambiarme tan rápido? —la sonrisa desapareció en el rostro de Joe—. Y con dos personas, ¿Tyler no era lo suficiente para ti y por eso fuiste con una mujer? —el rubio levantó una ceja.
—¿Y tú cómo sabes eso?
—Joe, eres famoso, tengo colegas que me lo contaron.
—O tal vez andabas averiguando sobre mí porque no me superabas.
—Miren quién habla, el que terminó con Tyler porque no me superaba.
—Voy a matar a quien te lo dijo.
—No tiene caso —se levantó de hombros y se burló de él.
—Por lo menos Tyler nunca me abandonó y él sí se preocupaba por Claudia, no como tú.
—No me interesa lo que pienses ahora, el pasado ya no importa, se fue y no volverá más, ahora nos casaremos con el amor de nuestras vidas... solo espero que pongas mi apellido en el nombre de Clau.
—¿Qué? ¿Eres idiota acaso? ¿Crees que después de todo lo que hiciste voy a hacerlo?
—Tienes que, ella me llama papi.
—Pero eso no te da el derecho, no mereces ni siquiera su cariño —las lágrimas comenzaron a nublar la vista del castaño—. Yo me encargué de cuidarla y de mentirle por qué no estabas cuando ella lloraba y preguntaba por ti, ¿y ahora quieres que lleve tu apellido? Vete al diablo.
—También soy su padre.
—¡Nunca lo serás! ¡Nunca lo fuiste! ¡Si fueras su padre nunca la hubieses dejado! ¡Maldigo el día en el que audicioné para esta película, desearía nunca haberte visto otra vez! —y entonces se acercó a él para golpearlo—. ¡Ojalá pagues por lo que hiciste!
Oh no, su plan no había salido como ella esperaba, no cuando escuchó a ambos pelear y sobre todo golpearse, así que rápidamente abrió el candado con una pequeña llave gris y también la carpa, dejando a la vista a sus padres golpeándose.
—¡Paren por favor! ¡Paren! ¡No se peleen!
Al escuchar la voz de la niña, ambos se detuvieron, Ben empujó a Joe, quien se encontraba sobre él, y se levantó para irse. El rubio salió de la carpa y se alejó de ahí a paso lento, pensando en todo lo que había pasado. Joe lo observó desde la entrada con odio, mientras apretaba las manos por las iras y contenía sus lágrimas. Miró a su hija, quien permanecía en silencio cerca de él, con miedo de que su padre la regañara.
—Estás castigada —dijo con la voz quebrada y ella asintió tristemente mientras entraba de vuelta a la carpa para jugar sola.
Ben se encontraba a una distancia algo corta de Joe, pensaba en cuán duro había sido con él, pero era lo correcto. Se detuvo en seco y observó sus nudillos con sangre, los acarició levemente y suspiró.
De inmediato, un grito proveniente de la persona que lo había golpeado provocó que levantara la cabeza.
—¡Ben! —escuchó su grito, pero no se atrevió a mirarlo, no quería mostrar compasión con él.
—No me digas, ¿otra serpiente? —gritó sin verlo.
—¡Sí!
—¡Mentiroso!
—¡Ben, hablo en serio! —y cuando escuchó otro grito, sabía que no era mentira, giró sobre sus talones y sintió la sangre helada al ver a Joe en el suelo con una herida en su pierna.
Claudia salió y gritó asustada, miró a Ben, quien rápidamente se quitó una bufanda que traía en su cuello para comenzar a hacer presión sobre la herida de Joe, quien se quejó ante el contacto.
—¿Qué haces? ¿No debes quitar el veneno antes?
—¡No! ¡Eso es peor! Debo detener el sangrado, ¿dónde está esa maldita serpiente?
—Se escondió por allá —el castaño señaló hacia atrás—. ¡Ahhh! ¡Duele como el maldito infierno!
—Claudia, ve a buscar ayuda, ¡rápido!
—Sí, papi —la niña se acercó a su papá y besó su frente—. No te mueras, ¿sí?
—Y tú no corras, por favor, estaré bien —le susurró y la niña asintió para después alejarse de ambos.
—No vas a estar bien si ella va a esa velocidad, ¿lo sabías?
—No me importa... —su respiración comenzó a agitarse—. ¡Ah, mierda duele!
—Tranquilo, Joe. Ahora aprieta la herida mientras busco agua —el pelirrojo obedeció y Ben fue hacia la carpa, al conseguir el agua, salió de ahí y rápidamente abrió la botella para lavar la herida de Joe, quien se quejó y apretó el hombro de Ben al sentir el líquido en su pierna.
—Despacio, Ben, ¡que duele maldita sea!
—Eso hago. Tranquilízate, por favor.
—Ay Dios, ya me llevó la chingada. Al menos no moriré virgen.
—Joe, no vas a morir, cállate.
—Por Dios, me acaba de picar una serpiente, obviamente más tarde estaré muy sano —gritó de nuevo cuando Ben volvió a apretar la herida.
—Lo siento,
—¡Quema! ¡En serio ahhh! —las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, sin darse cuenta, había buscado la mano del rubio y la había tomado para apretarla.
—Joe, tranquilo —lo miró a los ojos, el pobre estaba llorando—. Respira conmigo, ¿sí? Inhala, exhala, inhala, exhala —las manos nunca se separaron, con su mano libre, Ben acarició su cara lentamente mientras limpiaba sus lágrimas—. La ayuda llegará pronto y todo saldrá bien, ya lo verás.
Pero no fue así, Joe ya no podía más, sentía el cuerpo débil y la cabeza le daba vueltas, miraba a Ben, pero su figura se hacía cada vez más borrosa a tal punto que sentía náuseas. El rubio se percató de esto, así que comenzó a chasquear sus dedos delante de su rostro para que el pelirrojo no se desmayara.
—Joe, no te duermas, quédate conmigo.
—No puedo... —su voz sonaba débil—. Dile... dile a Clau que la amo —y entonces cerró los ojos y su cabeza cayó hacia atrás.
—¡Joe!
***
Frío.
Azul y negro.
Manos entrelazadas y dos corazones necios.
Las paredes de madera a su alrededor, una cama blanca y un pobre muchacho en ella quien no abría sus ojos desde hace tres horas. La preocupación era el aire que respiraba Ben, quien se había quedado junto al castaño durante la revisión y se había negado en salir de ahí.
Miró a Joe con lágrimas en sus ojos y se echó a llorar, se sentía tan mal por haber dicho todas esas cosas horribles, pero sabía que era la única forma, nada estaba a su alcance. Tomó su mano y trazó patrones inexistentes sobre el dorso de esta, luego la entrelazó con la suya, sintiéndose completo de nuevo.
—Perdóname —le susurró y llevó sus manos entrelazadas a su rostro y con la del pelirrojo acarició su mejilla y limpió sus propias lágrimas—. Lo siento tanto.
Quería abrazarlo, pero no se atrevía, era un maldito cobarde y se odiaba por eso; por más que Joe estuviese durmiendo, sabía que no debía hacerlo, que estaba mal, porque lo haría sin su consentimiento. Ben era una terrible persona y Joe un ángel puro que no lo merecía, porque se mostraba diferente con él y odiaba con todas sus fuerzas esa otra versión de sí mismo.
Soltó su mano y decidió ir a la puerta para mirar por una pequeña ventana a todos trabajando con normalidad. De pronto, unos golpecitos en la puerta lo sacaron de sus pensamientos, la abrió y Claudia entró sin decir nada.
—¿Sigue durmiendo? —el rubio suspiró.
—Sí.
—Papá —la niña se le acercó—. Deja de ser perezoso y exagerado, la serpiente ni siquiera era venenosa, despierta, por favor.
—Déjalo, ya lo hará. Sé paciente.
—Es mi culpa —los ojos de Claudia se llenaron de lágrimas—. Nunca debí encerrarlos.
—Oh no, cariño, tranquila —Ben la cargó y abrazó—. Fue un gesto lindo. Sé cuánto quieres que Joe y yo estemos juntos, pero debes entender que no se puede, ¿sí? —la niña lo miró mientras limpiaba sus lágrimas y asintió—. Te quiero.
—Yo también —susurró y besó la mejilla del rubio, quien la dejó en el suelo para que pudiera hablar con su padre nuevamente—. Qué bueno que no te moriste papá, la tía Lucy se desmayó cuando te vio dormido, pero mi tío Gwil usó sus poderes de jirafa inglesa para despertarla, lastimosamente no logró lo mismo contigo —Claudia tomó la mano de Joe y suspiró, Ben giró para no verla, le partía el corazón—. Me alegra que no rompiste tu promesa de no morirte.
—Nunca lo haría —y esa voz heló su corazón, cuando giró, vio a ambos abrazándose con mucho amor y a la pequeña llenando de besos las mejillas de su padre.
—¡Despertaste al fin! ¡Venciste a la serpiente! —exclamó contenta.
—Sí, mi amor, porque a mí nadie podrá derrotarme, ¡soy tan poderoso como Hulk! —Claudia rió y volvió a abrazarlo.
—¿Cómo te sientes? —la voz de Ben llamó la atención del pelirrojo.
—Ah... ¿bien? Supongo.
—Me alegra.
—Clau, ¿nos permites un minuto?
—Sí, papá, pero ya no peleen, por fa.
—No lo haremos —Joe le sonrió.
—Ok —dicho esto, la niña salió de ahí, dejándolos en un silencio incómodo.
—Lo siento —soltó Ben.
—Ya no importa, más bien, gracias por ayudarme —el rubio asintió—. Pero ya no quiero verte ni dirigirte la palabra, a menos que tengamos que trabajar, así que vete por favor.
—Entiendo, está bien —susurró y salió a paso lento del lugar, miró a la pequeña, quien se balanceaba sobre sus talones—. Ya puedes pasar, corazón.
—¡Síííí! —Claudia entró corriendo y subió a la cama para abrazar a su padre.
Los miró tan cariñosos que no pudo evitar sentir envidia por no poder estar así con la pequeña. En ese momento lo decidió: dejaría de ser un idiota con Joe, por lo menos para llevar una relación de amigos y así poder estar cerca de Claudia, porque en verdad la quería y extrañaba. Con una sonrisa melancólica en su rostro, cerró la puerta del pequeño "consultorio" que habían construido en el set para la película, que de por sí sirvió demasiado, si Joe hubiese sido transportado a un hospital, no hubiera llegado a tiempo y hubiese muerto. Echó una última mirada a ambos y se fue.
—Oye, ¿qué te he dicho de correr? —regañó el castaño a su hija.
—Lo siento —Claudia le sonrió tímidamente—. Perdóname por lo que hice, papá, no volverá a pasar.
—Eso espero, Reina —besó su frente y acarició su espalda.
—¿Sabías que los doctores dijeron que mi papi Benny te salvó la vida?
—¿Por qué?
—Dijeron que si él no hubiera apretado tu herida, hubieses muerto desangrado, porque te salió mucha sangre, por eso te desmayaste.
—Oh... —y ahí fue cuando Joe se dio cuenta que había sido cruel al echar a Ben.
—¿Lo ves? Mi papi Benny no es tan malo.
Joe:
Era el último día de campamento, la mayoría de chicos se encontraba guardando todas sus cosas para ir a sus casas y prepararse para comenzar a grabar el lunes, cosa que me provocaba náuseas. Mi pierna ya se encontraba bien, solo me provocaba un pequeño dolor al caminar y me dejó rengo, pero no me preocupaba porque sabía que sería momentáneo.
Lucy me había ordenado que desarmara la carpa, por lo que primero saqué todas las cosas de adentro y luego comencé con los clavos que estaban en el pasto. Con un tirón saqué a los cuatro del suelo, desamarré los nudos que unían a los tubos con la tela y quité a la misma de los tubos, los cuales comencé a desunir con algo de dificultad. Tomé una de las uniones y tiré para separarlas, pero estaba muy duro, no podía hacerlo solo, necesitaba de alguien más.
—Así —tuve que contenerme para no gritar, puesto que Ben me había sorprendido desde atrás, quitándome ambos tubos y desuniéndolos para después dármelos.
—¿Gracias? —dije confundido, aunque en realidad, eso brotó como una pregunta de mis labios.
—Oye... lamento haberme comportado como idiota aquel día, sé que ya me disculpé, pero ya estoy harto de no hablarte.
—Ah... ok —dije sin importancia.
—¿Puedo ayudarte con eso?
—Como quieras —encogí mis hombros y continué con mi tarea.
A partir de ese momento, nadie dijo nada, ambos nos concentramos en desarmar cada tubo, podía sentirlo nervioso, y no iba a mentir, yo también lo estaba, con solo sentir su presencia me sentía tan tenso.
—Oye —lo miré serio—. ¿Claudia ya está yendo a la escuela? ¿Cuántos años tiene? ¿Cinco?
—Está a punto de cumplir cinco, y no, aún no va a la escuela, empieza el lunes.
—Oh, ¿en cuál le pusiste?
—Una que está por aquí, se llama West Hollywood Elementary.
—¿Y ya le compraste sus útiles?
—Todavía no, tú sabes que me encanta dejar todo para el último.
—Tú no cambias, ¿eh? —le sonrió enseñándole sus perfectos dientes blancos.
—Ya sé, ya sé, pero el trabajo me tiene muy ocupado.
—Te entiendo, es algo muy tedioso, pero agradable a la vez.
—Sí... —iba a decir algo más, pero la voz de Claudia me interrumpió.
—Papá, ¿a qué hora nos vamos? Quiero ir a comprar mi mochi... —se quedó callada mirándonos atentamente—. Ok, están hablando y no se están peleando o agarrando a golpes, ¿qué está pasando aquí?
—Nada, simplemente Ben asumió que fue un inmaduro y un tonto, como siempre.
—¡Oye! —exclamó y me dio un golpe en el brazo.
—¡No vuelvas a golpearme! —le devolví el golpe en son de juego.
—¡Ya! —otro golpe fue a mi brazo.
—¡Benjamín! —comencé a agitar mis brazos hacia adelante para que dejara de golpearme, él imitó mi acción, pero dio dos pasos hacia adelante y yo retrocedí.
Continuamos caminando lentamente y dándonos golpecitos estúpidos y ridículos, podía sentir las miradas de los demás, pero no me importaba, por alguna razón me sentía bien y tenía ganas de carcajearme junto a él. Una raíz de un árbol enorme en el suelo se atravesó por mi camino, provocando que perdiera el equilibrio y cayera al suelo. El dolor se apoderó de mi espalda en cuanto entré en contacto con el piso, cerré los ojos y solté un quejido, luego los abrí muy grandes al ver a Ben montado sobre mí, , podía sentir su respiración cerca de mi piel, sus ojos se conectaban con los míos de una manera impactante, eran tan bellos que podría mirarlos todo el tiempo.
—Ah... ¿chicos? —reaccioné al escuchar la voz de Gwil, Ben y yo giramos nuestras cabezas y observamos cómo todo el elenco nos miraba perplejos, así que empujé a Ben a un lado y me incorporé mientras sacudía mi ropa.
—Ah, nada que ver aquí, muchachos, todo en orden —comenté extendiendo mis manos hacia adelante, todo el mundo se fue, a excepción de Claudia, quien tenía mi celular en sus manos, dando a entender que nos había tomado una foto.
—Lo siento, se veían muy tiernos —sonrió contenta—. Ya vámonos, papá, ¡todos se están yendo!
—¡Voy! —exclamé y giré hacia Ben—. Y tú no vuelvas a hacer eso —dicho esto di media vuelta y caminé junto a mi hija para ir por nuestras cosas.
***
Lunes por la mañana, guión de Bohemian Rhaosody en mi mano derecha, y una Claudia muy nerviosa en la izquierda que no podía dejar de temblar con cada paso que daba, a cada momento le decía que se tranquilizara y que todo saldría bien, pero era inevitable para ella, y no la culpo, sería su primer día de escuela, creo que todo niño tuvo aquel terrible miedo antes de entrar por primera vez a aquel lugar que se convertiría en su segundo hogar.
Llegamos a la escuela y nos detuvimos en seco mirando aquella puerta enorme de metal. Claudia se abrazó muy nerviosa a mi pierna sin despegar su mirada de todos los niños que corrían alegremente. Zafé su agarre y me arrodillé a su altura.
—No quiero ir, papá —sus ojos se cristalizaron—. Tengo miedo.
—Eh, eh, me prometiste que no llorarías.
—Es que no quiero separarme de ti.
—Amor, solo son cinco horas, tendrás muchos amigos, harás todos los dibujos que quieras, te prometo que será divertido —comencé a acariciar sus mejillas, limpiando sus lágrimas.
—Entonces entra conmigo.
—No puedo, mi vida, yo ya fui a la escuela. Y no te voy a mentir, también tenía miedo, pero debes ir, corazón, el miedo se irá después.
—¡Ey! —ambos giramos nuestras cabezas al escuchar la voz de alguien, abrí ligeramente mi boca al ver a Ben cerca de nosotros, de inmediato me levanté y me acerqué a él.
—¿Y tú qué haces aquí? —le pregunté seriamente.
—¡Papi! —chilló Clau y corrió a sus brazos, él la abrazó y la cargó.
—Vine a darle un obsequio a esta pequeñita por su primer día de clases —dicho esto, sacó un pequeño conejo de peluche de su bolsillo y se lo dio.
—¡Un conejito! —exclamó contenta.
—Así no te sentirás sola, ni tendrás miedo —agregó.
—¡Gracias, papi! ¡Corny tendrá un nuevo amigo! —lo abrazó y el timbre de la escuela retumbó en nuestros oídos.
—Clau, ya es hora —dije retirándola de los brazos de Ben y dejándola en el piso—. Debes ir, ¿ok?
Claudia miró al conejito y luego me sonrió levemente.
—Está bien, papá —tomé su mano y juntos entramos para buscar a su maestra.
La pelirroja yacía parada cerca de un arbusto lleno de flores amarillas, que eran arrancadas por los niños a cada instante. Me acerqué a ella y nos presentamos, creí que Ben ya se había ido, pero estaba equivocado, ya que cuando se presentó también, me di cuenta de que nos había seguido. La profesora me indicó que dejara a Clau con ella, por lo que me arrodillé a su altura y la miré melancólicamente.
—Cuídate mucho, ¿ok? Vendré a verte a la salida, no salgas si no me ves, no hables con desconocidos, si alguien te ofrece un caramelo no lo recibas porque puede ser veneno, no cruces la calle porque te pueden pisar los carros, no...
—Ya, Joe —me interrumpió Ben—. Pareces una madre sobre protectora.
—Cállese —lo señalé con mi índice y regresé con mi hija—. Ten cuidado, ¿sí? —ella asintió y yo besé su mejilla—. Adiós.
—Adiós, papá, adiós, papi —Ben besó su mejilla y ambos nos levantamos al ver a todos los niños entrando.
—¡Te amo! —le grité y ella me mandó un besito volado—. Dios, crecen tan rápido —simulé limpiarme una lágrima.
Di media vuelta y caminé hacia la salida, pude notar que Ben caminaba cerca de mí, cosa que me incomodó.
—Bueno y tú, ¿qué? —me detuve en seco y él también.
—Yo, ¿qué?
—¿Por qué me sigues?
—No lo sé —rió—. ¿Quieres ir a comer algo?
—¿Qué? —exclamé incrédulo.
—No he desayunado y tengo hambre, ¿quieres acompañarme?
—No iré a ningún lado contig... —me quedé callado al ver a un montón de personas con cámaras y atuendos raros, eso solo significaba una cosa.
Paparazzis.
—¿Y qué dices?
—¡Agáchate! —le susurré y tomé su mano para caminar junto a él detrás de los autos.
—¿Por qué?
—¡Paparazzis!
—¿Y eso qué?
—Si nos llegan a tomar una foto, puede llegar a ojos de mi novia y no quiero que me vea con mi ex.
—Ah, por favor, no puedes ocultarlo todo el tiempo, saldremos en una película.
—¡Ya sé! —le dije mientras espiaba a las personas—. Pero aún estoy buscando un modo de decírselo.
Giré mi cabeza en dirección contraria y vi a más paparazzis caminar hacia nosotros, miré la escuela y me escabullí ahí junto a Ben, era la única manera de que no nos vieran.
—¿Qué crees que haces? —me preguntó en cuanto caminamos por los pasillos de la escuela.
—Perdiendo a esos tipos que podrían arruinar mi vida con una foto, sigue caminando.
Abrí una puerta y entré a aquella habitación sin antes ver su interior. Me apoyé en la madera fría, espiando en la pequeña ventana por si los paparazzis entraban, pero no, al parecer sí los había perdido.
—Ah... Joe.
—¿Sí? —giré y abrí los ojos muy grandes al ver a un montón de niños formando un círculo y a la maestra pelirroja sentada en medio.
—¡Volvieron! —exclamó Clau muy feliz levantándose del piso.
—Señores Mazzello y Jones, ¿puedo ayudarlos en algo? —nos preguntó la maestra.
—Ah... no es que... —no se me ocurría una excusa creíble.
—¡Olvidamos darle su refrigerio a Claudia! —soltó Ben sacando una funda de granola de su bolsillo, se acercó a mi hija y se la dio—. No hables con desconocidos —acarició su cabeza y regresó hacia mí—. Eso es todo, gracias y discúlpenos, vámonos, Joe —me tomó de la mano y me sacó de ahí, quedándonos apegados a la puerta y soltando un suspiro—. Me debes una —dijo mirándome—. ¿Aún quieres ir a desayunar?
—Aceptaré solo porque me salvaste del regaño de la maestra
Sonrió y ambos caminamos directo a la salida.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top