Capítulo 29
Joe:
—¡Esa mujer me va a escuchar! —exclamé enfadado y busqué mi celular en mi bolsillo, sin embargo, una mano interrumpió mi acción.
—Joe, tranquilo —Ben tomó mi rostro entre sus manos, luego me quitó el celular—. No ganas nada peleando —dejó el aparato sobre la mesa.
—Pero, Benny...
—Pero nada, relájate, ¿sí? Dejémosla a solas un momento, para que piense lo que acaba de hacer, te apuesto lo que sea a que luego viene a pedirnos perdón.
—Espero que tengas razón.
—Que sí, hombre, ella es así, una vez me contaste que te pidió perdón porque te gritó —asentí con la cabeza—. ¿Lo ves? Ahora vamos a ponernos guapos que tenemos una entrevista pendiente —palmeó mi espalda con una tierna sonrisa en su rostro y tomó mi mano para subir a nuestra habitación.
***
—Solo espero que en esta entrevista no salgan con preguntas de: "La niñita que siempre pasa contigo, ¿es tu hija?" "¿Es cierto que tú y Ben son pareja?"
—Lo sé, detesto esas preguntas, ojala esta vez no metan a Hope.
—Lo mismo digo, ya que, mejor iré a decirle a Claudia que se aliste para irnos —dicho esto fui hacia la habitación de mi hija.
Al llegar, toqué con mis nudillos un par de veces la puerta.
—Claudia, alístate que vamos a salir —dije y regresé a mi cuarto, sin escuchar si me respondía o no, estaba enfadado con ella y no me interesaba si aceptaba o simplemente se negaba con sus berrinches.
***
—Por si me besan —me eché perfume en el cuello—. Por si me abrazan —ahora en el pecho—. Y por si se pasan —por último, fue a mi trasero.
—¿Quién te va a besar, abrazar y agarrar el culo aparte de mí? —miré a Ben por el espejo, había levantado una ceja sin despegar su vista de mí—. Perro infiel.
Solté una carcajada.
—Es broma, amor —giré y en un santiamén ya estaba sobre él besando sus labios con delicadeza—. Soy tuyo y puedes agarrarme el culo cuando quieras.
—Y otro lugar también —sonrió pícaro a la vez que desabrochaba mi pantalón.
—Benny, ¿amanecimos juguetones? —dicho esto desabotoné su camisa a una velocidad increíble, desesperado por tenerlo desnudo frente a mí—. Y me estás provocando —dicho esto, llevé mi boca directo a su torso desnudo, tan suave como el pétalo de una rosa, y lo besé.
Bajé mis manos a sus pantalones, y de un rápido movimiento, los desabotoné y los tiré para perderlos de vista, no los necesitaba, sino a mi querido novio semidesnudo debajo de mí, quien gemía ante mis caricias y mordía sus labios con actos tan simples como tocar su piel, lo hacía de esa forma tan seductora que me llevaba a la perdición y me incitaba a continuar y si es posible no detenerme nunca. Lo tenía tan indefenso, tan precioso debajo de mí, era tan perfecto que podía encerrarlo en una cajita de cristal y exhibirlo en un museo para que nadie pudiera tocarlo. De inmediato me quité mis pantalones y mi bóxer para unir nuestros cuerpos y formar uno solo, demostrando completamente el amor del uno hacia el otro.
—Joe... Joe... detente —habló con la voz entrecortada cuando mis manos fueron a su bóxer.
—No me pidas eso, cariño —musité entre un ronco gemido a la vez que tiraba su bóxer al suelo.
—La entre... vista —un gemido se escapó de su boca cuando levanté sus piernas a mis hombros y acerqué mi miembro a su entrada.
—Eso no importa, pequeño —tomé su carita con mi mano derecha, con la izquierda comencé a acariciar su muslo—. Seré rápido.
—Nos van a ver sudados.
—Benny, por favor, déjame follarte como la buena pasiva que eres —rodé los ojos y él rio enviando su cabeza hacia atrás.
—Hazlo, Joe —en su vocecita aún estaban presentes las risas.
Obedecí conteniendo una pequeña sonrisa en mi rostro, entré en mi indefenso novio, quien de inmediato apretó las sábanas e intentó que sus gemidos no se escucharan tan ruidosos, no pudo, no con Joe Mazzello embistiéndolo como una bestia loca desesperada por hacer el amor. Mordí mis labios y gemí, amaba ver a mi novio gemir gracias a mí, saber que lo disfrutaba y que no había nadie más que lo haga gritar como lo hacía ahora. Solté una pequeña risita y tomé su mano para llevársela a su boca, por más tosco que estaba siendo con él, debía medirse con su manera de expresar su excitación, no queríamos que Claudia nos sorprendiera en semejante acto, luego tendría un millón de preguntas incómodas que lo único que lograrían sería un sonrojo junto a un silencio por parte de ambos.
Ben me comprendió, al parecer pensó exactamente lo mismo que yo hace unos segundos, así que procuró no ser tan escandaloso, y cuando ambos llegamos al delicioso clímax y no podíamos más, salí de mi agitado novio para recostarme a su lado, boca abajo y así recuperar un poco el aliento, nunca había hecho el amor con alguien tan rápido, sobre todo con Ben, con él siempre procuraba ser delicado y lento para un mejor resultado, sin embargo esta vez no había estado tan mal, lo habíamos disfrutado de principio a fin, por más corto que fue. Benjamín giró su cabeza y me miró, sonreí al verlo tan sudado y su pecho subiendo y bajando al son de su respiración agitada, solo habíamos hecho el amor por un par de minutos y ya estaba así.
—Eres una cosita muy linda —le sonreí y me acerqué a sus labios para besarlo delicadamente—. Creo que fui muy grosero.
—Grosero o no, me encantó —tomó mi rostro con ambas manos y juntó nuestros labios otra vez, esta ocasión se montó sobre mi cuerpo y movió el suyo delicadamente para provocarme mayor deseo.
—Benny, basta.
—No quiero —volvió a moverse, su pelvis viajaba de adelante hacia atrás, cada vez sentía cómo mi miembro crecía sobre él.
—Dios —gemí cuando sentí cómo me humedecía por segunda vez—. Eres... increíble.
—Un leve movimiento... —se acercó a mi oreja y la lamió—, y tú ya estás mojado —aquel susurro seductor fue suficiente para envolverlo entre mis brazos y chupar su cuello, Dios, es que la voz ronca de Benjamín me llevaba al paraíso.
Giramos un par de veces sobre la cama, estropeando las sábanas y tirando cosas por doquier, nos importaba un comino la entrevista, tal vez ya no iríamos si seguíamos con nuestro juego apasionado, una tonta entrevista no era tan importante como el hacer el amor con la razón de mi existir. Pero cuando ambos fuimos a parar al suelo, las risas se hicieron presentes en toda la habitación. Benjamín quedó sobre mí, sus ojos emanaban un brillo muy hermoso, sonreí al ver lo hermosos que eran. Tomé su rostro y lo atraje hacia mí para juntar nuestros labios en un lento y delicado beso, y así sellar este excitante acto de amor. Al separarnos, recostó su cabeza sobre mi pecho, de seguro escuchaba los rápidos y desenfrenados latidos de mi corazón.
—Te amo, Joe.
—También te amo, Benny —dicho esto, deposité un suave beso en su cabeza y acaricié su espalda desnuda mientras miraba el techo con una sonrisita burlona en mi rostro.
Si, definitivamente no iríamos a la entrevista.
***
—Joe.
—¿Mnh? —abrí uno de mis ojos, puesto que me estaba quedando dormido, hace unos minutos habíamos decidido ir a la cama para estar más cómodos.
—¿En serio vamos a quedarnos así todo el día?
—Ajá —volví a cerrar los ojos y lo abracé aún más fuerte contra mi pecho.
—Brian y Roger nos van a matar.
—Brian y Roger —rodé los ojos y miré a mi novio—. Ellos no tienen una vida sexual activa y nunca nos entenderían,
—Cierto —repuso riendo, luego su mirada se perdió en la nada—. No puedo creer que ya terminamos de grabar la secuela, el tiempo voló.
—Solo un montón de entrevistas más, y pum, se acabó.
—Y parece que fue ayer cuando moría por que todo terminara —soltó una risita.
—¡Yo también! —exclamé y en senté en el espaldar de la cama, obligándolo a tomar la misma posición—. ¿Recuerdas el puñetazo que te di? —asintió con la cabeza—. Te odiaba.
—Y yo me sentía incómodo por tus miradas de odio.
—Hombre, entiéndeme, quién no se pondría como yo.
—Lo sé, lo sé —se volvió a recostar sobre mi pecho y suspiró—. Lo bueno es que logramos estar juntos.
—Nada nos vence, ni tu madre —lo abracé, colocando mi nariz en su cabello y olfateando su aroma.
Los minutos transcurrían, y ninguno de los dos se inmutaba a levantarse, no movíamos ni un solo dedo, parecía que ambos habíamos decidido no hacer nada, por más feas que fueran las consecuencias después, solo nos interesaba estar juntos, conversar o simplemente permanecer en silencio, pero juntos, lo más importante de todo este asunto. Era perfecto, nadie ni nada nos molestaba, nos sentíamos muy a gusto así, ni siquiera nos interesaba que estuviéramos desnudos y con la cama echa un desastre.
Estaba a punto de cerrar mis ojos para caer en un profundo sueño con Ben recostado sobre mi pecho, cuando de repente, el sonido del tono de llamada de mi celular provocó que abriera mis ojos de golpe y bufara con fastidio. Estiré mi brazo hacia la mesita de noche y tomé mi celular, el cual vibraba sobre esta y se movía al son de la vibración. Con los ojos entrecerrados por la intensidad de la luz, observé la pantalla, lugar donde se mostraba el nombre de Lucy, tragué saliva, sabía a dónde iría esta llamada. Tomé valor y deslicé mi dedo por la pantalla, imaginándome todos los gritos que recibiría en cuanto pronunciara tan solo una sílaba.
—¿Lucy? —cerré los ojos esperando los gritos.
—¡¿En dónde diablos están?! —alejé el celular de mi oreja, pude notar que Ben soltó una risita—. ¡Brian los quiere a los dos aquí de inmediato! ¡Nos han hecho quedar mal con el equipo! ¡Ustedes son la pieza clave y nos fallan así! ¡Si se iban a quedar cogiendo, por lo menos nos hubiesen avisado que no vendrían!
Diablos, esta mujer es bruja o, ¿qué?
—Lucy, tranquila —musité despacio.
—¡Nada de tranquila! ¡Irresponsables!
—¡Solo nos quedamos dormidos! —levanté un poco la voz para interrumpirla.
—¡Vengan de inmediato! ¡Brian lo ordena! ¡Por lo menos lleguen a la segunda entrevista! —dicho esto, colgó.
Solté un suspiro y tomé mi rostro con ambas manos, estaba tan plácidamente con Ben sobre mi pecho, que no quería ir, ni siquiera quería levantarme ni mover un dedo, mi comodidad era muy grande, incluso pude notarlo en mi novio, parecía que tenía mis mismos pensamientos de querer colgar a Brian de un árbol para nunca ir.
—A cambiarse, Joe —dicho esto, Ben se levantó de la cama.
—¡Aaaah! —hice berrinche mientras agitaba con brusquedad las cobijas y las sábanas.
—Tampoco quiero ir, Joe, pero es nuestra obligación.
—A la mierda —susurré y me levanté.
—Joe, esa boca —me reprendió.
—Es la misma con la que te hago cositas bellas en tu cuerpo —le guiñé un ojo y él negó con la cabeza riendo, acto seguido, busqué mi ropa en el suelo.
Cuando ya estábamos vestidos, fuimos al baño para peinarnos y arreglarnos un poco para ocultar lo que habíamos hecho anteriormente, por desgracia no podíamos tomar una ducha puesto que nuestro corto tiempo no lo ameritaba, solo esperábamos que el olor del perfume lo disimulara.
Una vez listos, salimos de nuestro cuarto, sin importarnos si quedó muy desordenado. Caminamos en dirección a la habitación de Clau, la cual aún permanecía cerrada, cosa que me pareció extraño, ya que ella no acostumbraba a estar encerrada mucho tiempo. Con cierta curiosidad en mi rostro, toqué la puerta un par de veces, pero nadie respondió, Ben y yo nos miramos confundidos, esta vez tocó él, sin embargo, lo único que se escuchaba era el sonido de los autos transitar por las calles de afuera.
—Claudia —volví a llamar a la puerta, pero nada, esta vez opté por girar la perilla, pero no se movió, estaba cerrada con seguro.
Ben y yo no dudamos en correr en busca de las llaves del cuarto, no sabía si sentir miedo o no, Clau nunca se había comportado así como para encerrarse tanto tiempo, por lo general se enojaba, pero no llegaba a esos extremos. Rezaba en mi interior que estuviera bien, que al abrir la puerta la encontráramos dormida o algo, no quería imaginarme si algo malo le pasó. Encontramos las llaves en uno de los cajones de nuestra mesita de noche y volamos de vuelta a la habitación de nuestra hija. Con desesperación, introduje la llave y de inmediato entramos, tumbando una pequeña silla que había colocado detrás de la puerta. Caminamos a lo largo de la habitación, y de inmediato sentí una terrible sensación de miedo recorrer todo mi cuerpo al ver el cuarto vacío, la cama destendida y la ventana abierta, lugar por donde las cortinas volaban por el viento. Ben y yo no podíamos quitar la expresión de duda y confusión de nuestros rostros, no sabíamos qué estaba pasando y dónde estaba nuestra pequeña. El miedo nuevamente me atacó, el hecho de perderla otra vez, me carcomía y atacaba mi ser.
—¿Claudia? —mi voz se escuchó entrecortada, desesperadamente, tiré todas las cobijas de la cama al suelo y busqué, no estaba escondida en la cama.
Al levantar la cabeza, vi a mi novio en mi mismo estado, pero buscando bajo la cama, y a juzgar por la expresión en su rostro, podía jurar que sentía el mismo pánico que yo. Al no encontrar nada, corrimos al armario para abrirlo, sus juguetes y dibujos eran lo único que estaban dentro, no había ni un solo rastro de ella.
—¡Claudia, hija, esto no es un juego! ¡¿Dónde estás?! —mi novio le habló a la nada, puesto que nadie respondió ante su pregunta
Ambos nos miramos preocupados, yo estaba al borde del llanto, no quería desesperarme sin antes comprobar que Claudia estuviese en algún lugar de la casa y nos estuviese jugando una broma, por lo que de inmediato corrí al baño a buscar, en cambio Ben fue directo al cuarto de huéspedes. Busqué en cada rincón, armarios, bañera, detrás del lavabo, pero no encontraba más que nuestras cosas, Claudia no aparecía en ningún lado. Desesperado, fui abajo y busqué en la sala mientras gritaba su nombre, pude ver a Ben buscando en la cocina también. Movíamos cosas, tirábamos sillas y muebles, desesperados por encontrar a nuestra pequeña y rogando porque nada malo le hubiese sucedido.
Pero todo esfuerzo fue inútil, para cuando toda la casa estaba completamente desordenada, Claudia no apareció por ningún lado.
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Subiré otro en la noche dsdsjsjsj
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