Capítulo 23
Una gran sonrisa se formó en el rostro de Claudia, sus ojos se cristalizaron y de inmediato se lanzó muy feliz a los brazos de su madre, quien envolvió su cuerpo con sus brazos muy contenta, las lágrimas no tardaron en aparecer, tomaba su rostro, sonreía y besaba sus mejillas todo el tiempo para volver a abrazarla. Mi hija cerró los ojos y disfrutó del abrazo, sin quitar esa bella sonrisa de su rostro.
Ben y yo abrimos los ojos muy grandes, ¿qué diablos hacía aquí su madre cinco años después? Mi novio y yo nos miramos, y al parecer, todos los recuerdos que tenían que ver con Claudia se proyectaron en nuestras mentes; al recordar aquella noche lluviosa en la que ella había abandonado a nuestra hija en la puerta de nuestro hogar, nuestras caras de sorpresa pasaron a ser completamente de enojo y rabia, asentimos con la cabeza y caminamos hacia Claudia, quien no dejaba de repetir: "¡Mamá! ¡Al fin regresaste!". Miré a mi novio, quien rápidamente la alejó de ella, sin importar nada.
—¡Papi, déjame! —se quejó mi hija.
—No, Claudia, ven conmigo.
—¡Pero, papi! ¡Es mi mamá! ¡Mi mamá volvió! —exclamaba contenta.
—Claudia, quédate con papi, ¿sí? —le dije arrodillándome a su altura—. Debo hablar primero con tu mamá —la última palabra la pronuncié con desprecio, mirando a la mujer, quien bajó la mirada.
—¡Pero, papá, déjame estar un ratito con ella! —se quejaba entre gimoteos.
—¡Ya te dije que no! —le grité y ella se asustó, al ver que comenzó a llorar, Lucy se nos acercó y la cargó.
—Yo la cuido, ustedes hablen con ella —ambos asentimos ante la propuesta de mi amiga.
—¡No! ¡Mami! ¡No dejes que mi tía me lleve! ¡Quiero estar contigo! ¡Mami! ¡No me dejes otra vez! ¡Ma...! —su voz fue interrumpida cuando Lucy la llevó a su camerino y cerró la puerta.
Ben y yo la miramos serios, sin saber qué decir ni qué hacer, mientras la mujer, quien aparentaba tener veinte y cinco años aproximadamente, miraba al suelo apenada, sus mejillas mostraban un tenue color rojizo debido a la vergüenza que posiblemente sentía en ese momento, ¿y quién no la sentiría después de abandonar a su hija y luego regresar como si nada? Ella levantó la mirada, parecía que se había armado de valor para hablar con nosotros, sin embargo, de su boca no salió palabra alguna, poniendo así más tensa la situación. De esta manera pude ver su rostro: piel blanca, cabello rubio y ojos azules tan parecidos a los de mi hija, lo que me hizo concluir de que en verdad ella era su madre, pero me negaba a hacerlo, no después de interpretar su mirada, que además de arrepentimiento, mostraba un cierto dejo de maldad.
—¿Cómo nos encontró? —Benjamín rompió el silencio.
—Vi... vi una noticia, donde decían que pensaban que ustedes eran pareja y si Millie era su hija, tengo mis contactos y conseguí entrar aquí con un pase.
Ambos suspiramos y nos pasamos una mano por nuestros rostros.
—Entonces averigüé sobre ustedes, no me fue muy difícil hallarlos, tengo contactos...
—¿Contactos? —cuestionó Benny—. Maldita sea.
—¿Y qué le hace pensar que usted es madre de mi hija? —resalté las dos últimas palabras mientras me cruzaba de brazos.
—Miren —habló la mujer con voz entrecortada, se notaba que intentaba calmarse, sin embargo, su intento era en vano—. Yo sé que deben odiarme, con todo su ser, ni siquiera tengo cara para volver así de la nada, pero se los juro que estoy muy arrepentida.
—¿Cómo sé que no es una loca fan que solo quiere a nuestra hija por fama? —le pregunté sin despegar mi mirada fulminante sobre ella.
—Porque recuerdo haberla dejado en su hogar la noche del 26 de octubre del año 2009, mi pequeñita estaba en una canasta que yo misma hice, junto a su osito de peluche, el que compré con los pocos centavos que tenía solo para que dejara de llorar, porque su llanto no era normal...
—Era insoportable —comentó Ben asintiendo con la cabeza y mirando hacia arriba, como si estuviera recordando el llanto de Claudia, le pegué en la cabeza y reaccionó—. No está mintiendo.
—Pero no le creo —entrecerré mis ojos—. ¿Para qué ha venido?
—Quiero recuperarla.
Mi cordura explotó al escuchar aquellas palabras, apreté mis puños y me le acerqué fúrico, tenía muchísimas ganas de darle una buena bofetada, sin embargo, al sentir unas delicadas manos posarse sobre mi torso y aquella voz decirme que me calmara, logré recuperar la calma y mi única respuesta fue suspirar. La miré enojado, luego miré a mi novio, él también estaba muy enojado, podía notarlo en sus ojos, a veces sus ojos eran mensajeros de emociones que solo yo podía descifrar.
—¿Perdón? —solté una risita burlona—. ¿Recuperarla? ¿Después de lo que hizo? ¿Es decir...? ¿Quiere quitárnosla? —ella asintió tímidamente, esta vez Ben rio y se alejó un poco, de seguro para contenerse a no gritarle—. Señora, Claudia ya me pertenece, tiene mi apellido, y de hecho, ya se están haciendo los papeleos para que mi novio también sea su padre.
—Llámame Hope...
—¿Cree que me interesa su nombre? Lo que menos queremos saber es sobre usted, porque usted fue la culpable de que mi hija sufriera, no le digo que la detesto por dejarla con nosotros, más bien se lo agradezco, porque esa niña fue el mejor regalo que alguien pudo darme en toda mi vida.
—La cosa es que no puede venir hasta aquí diciéndonos que la quiere de vuelta cuando usted misma la abandonó en la puerta de nuestra casa —Ben se unió a la discusión—. Debería darle vergüenza, Claudia es la niña más linda del mundo y usted la abandonó por hacer quién sabe qué.
—¡Era muy joven y no tenía dinero!
—¡Nosotros tampoco teníamos dinero! ¡Éramos jóvenes y a pesar de eso nos quedamos con ella! —omití la parte del abandono en el orfanato—. Lo siento si pensaba que podría llevársela de vuelta a su casa, pero no será así, ella es nuestra hija y nadie, ni su propia madre nos la va a quitar.
—¡Pero es mi hija! —gritó histérica—. ¡Ni siquiera son sus padres biológicos! ¡No pueden hacerme esto!
—¡Pero yo la cuidé durante cinco años! ¡Y eso me hace su padre! ¡Ahora, si me lo permite, Hope, debemos irnos! —dicho esto, tomé la mano de mi novio y ambos giramos para ir directo al camerino de Lucy, sin embargo, Hope interrumpió nuestro paso—. Hágase a un lado, o llamaré a la policía.
—Joe, Ben, se los ruego, déjenme pasar lo que queda de la tarde con ella. Quiero conocerla, si no me la darán, por lo menos permítanme estar junto a mi hija, les prometo que no los molestaré más.
Ben y yo intercambiamos una mirada de desagrado, dudando en si enviar a Claudia con esta desconocida o no.
—Dos horas —habló Benjamín y yo lo miré con los ojos muy abiertos.
—¡No... Ben! —le reclamé, pero él negó.
—Es su madre, Joe, mandaremos a un guardaespaldas con ambas para que la vigile por si a usted se le ocurre una locura —mi novio la señaló y ella asintió asustada—. Ve a traerla, Joe.
—¿Estás seguro? —le susurré mientras lo alejaba de la mujer—. Apenas la conocemos, ¿y si es una loca y la secuestra?
—No pasará nada con los guardaespaldas vigilándola, tranquilo, de no ser así, no dejará de fastidiar.
—Ok —musité después de soltar un suspiro, caminé hacia el camerino de mi amiga, toqué dos veces la puerta con mis nudillos y automáticamente esta se abrió emitiendo un chirrido, los sollozos de Claudia se hicieron presentes, asomé mi cabeza y observé a mi hija llorando sobre el regazo de Lucy, quien me miró preocupada sin saber qué hacer—. Clau, ve con tu madre.
Al escuchar mis palabras, Claudia levantó la cabeza y me miró con lágrimas en sus ojos, sonrió y corrió a abrazarme.
—¡Gracias, papá!
—Oye, solo ten cuidado, ¿sí? Si algo pasa no dudes en usar el número que te di hace días.
—Está bien —besó mi mejilla y corrió con Hope—. Vámonos, mami. ¡Adiós, papi!
—Gracias, Joe y Ben —la mujer nos sonrió.
—La quiero en casa a las diez, mañana viajaremos a Londres.
—Está bien —me guiñó un ojo y rodé los ojos.
—¡Esto es una locura! —exclamé levantando los brazos y mirando sorprendido a mi amiga.
—Solo espero que esa loca no haga daño a mi linda sobrina, porque... —golpeó su puño contra su mano—, conocerá a la tía Lucy.
***
—Bien, tenemos camisetas, suéteres, pantalones, zapatos, pijamas, ropa interior, cepillo y pasta dental, gorros, una peinilla, zapatos, su cuaderno de dibujo y sus pinturas —decía mientras señalaba cada cosa de Clau con mi índice—. ¿Algo más?
—Creo que no.
—Bien —dejé la maleta en el suelo y agité mis manos de arriba hacia abajo.
Estaba a punto de ir por nuestra maleta, cuando de pronto el timbre retumbó en mis oídos, por lo que bajé para abrir la puerta con mi novio detrás de mí. Giré la perilla y la imagen de Claudia y Hope frente a mí me llenaron de alivio, por un momento creía que la vieja esa secuestraría a mi hija. Clau me sonrió y saltó a mis brazos, llenó mi cara de besos y luego hizo lo mismo con Benny.
—¿Lo ven? Diez de la noche —la madre nos sonrió, sin embargo, ni Ben ni yo respondimos ante su gesto—. Bueno, ya debo irme.
Bajé a Claudia, quien caminó hacia Hope y la abrazó.
—No te vayas, mami, quédate un ratito más, ¿verdad que se puede quedar, pas? —nos miró tiernamente y ambos negamos con la cabeza—. ¿Por qué?
—Porque tu mamá debe ir a dormir y nosotros viajaremos a Londres, no lo olvides.
—¿Y si me quedo con ella? —negué con la cabeza—. Ay —besó la mejilla de su madre—. Prométeme que cuando regrese con mis papás saldremos otra vez y no te irás nunca más.
Ben y yo compartimos una mirada incómoda, transmitiendo miedo o desconfianza por la mujer.
—Te lo prometo, mi vida, ya nada nos va a separar —acarició sus mejillas y depositó un delicado beso en su frente—. Adiós, bebé.
—¡Adiós, mami! —se despidió con la mano y Hope desapareció de nuestras vistas—. ¡Tengo una mamá! —exclamó contenta—. ¡Mi mami es real! ¡Mi mami es real! —y subió corriendo hacia su habitación.
—¡Claudia, no corras! —sin querer esa frase había salido como un grito de mi boca, así que la cubrí de inmediato cuando ella me miró asustada, y es que se me hacía tan difícil no estar enojado en este momento—. Lo siento.
—No, no. Me emocioné, perdón, papá —me sonrió y esta vez caminó, desapareciendo así de nuestras vistas.
—¿Crees que intente quitárnosla? —me preguntó Benjamín un tanto preocupado.
—No, no se lo permitiremos. Además, estamos a la vuelta de la esquina con la adopción.
—Es verdad, bueno, dejaré de preocuparme.
***
—Bien, ya debemos irnos —dije tomando las maletas—. Clau, tu mochila.
—Papá, no me quiero ir.
—¿Por qué?
—No quiero estar separada de mi mamá.
—Mi amor —me arrodillé y acaricié su carita—. Perdón, pero no puedo dejarte con ella, tengo miedo de que te pase algo.
—Mi mamá nunca me haría daño.
—Nunca hay que confiarse, corazón —dijo Ben de pronto—. No sabemos con qué intenciones regresó, así que por esta vez vendrás con nosotros.
—Pero la extraño.
—Mi vida, yo también extraño a mi mamá, y te aseguro que Joe también —me miró y asentí.
—¿Y sus mamás?
—Te lo contaré en el avión, vamos —tomó su mano y ambos caminaron directo a la puerta.
—Eres increíble amor, lograste convencerla —le susurré y él me guiñó un ojo—. Muy bien, antes de salir, debemos ocultar nuestra identidad —dije sacando unas gafas y colocándomelas, busqué un gorrito y me lo puse en la cabeza, pude ver por el rabillo de mi ojo que Ben le alcanzaba los mismos objetos a Claudia.
—¿Por qué nos ponemos esto, pas?
—Por los malos, Clau —respondió Ben colocándose su gorro—. Vámonos.
Ben:
—¿Cuándo va a despegar el avión? —preguntó Claudia balanceando sus pies sobre el suelo.
—Ya casi, cariño, sé paciente —comencé a acariciar su cabeza.
—Bueno, yo me voy a echar una siestecita —suspiró Joe y se tapó con una manta—. Me avisas cualquier cosa, sé que tú no duermes —me susurró y asentí.
Las indicaciones de seguridad en el avión comenzaron, Claudia miraba la pantalla atenta y con mucha curiosidad, recostó su cabeza en mi brazo y yo la abracé, apegándola a mí pecho. La azafata anunció por el micrófono que estábamos a punto de despegar, mi hija se abrazó más a mi brazo y sonreí por su reacción, era tan inocente y no la culpo, era su primera vez en un avión y obviamente tenía miedo. El avión avanzó, primero lentamente y después aumentó su velocidad para comenzar a elevarse, Claudia soltó un pequeño grito y me abrazó más fuerte.
—¡Papi, me da miedo!
—Tranquila, mi amor, mira por la ventana y se te pasará.
Claudia levantó con temor la cabeza y observó la ventana, nuevamente se escondió, sin embargo, volvió a mirar y esta vez ya no volvió a demostrar miedo, sus ojos se iluminaron y su boca tomó la forma de una O.
—¡Mira, papi! ¡Todo se ve muy pequeño! —su alegría era infinita.
—¿Lo ves? No hay nada que temer.
—¡Papá! ¡Papá! ¡Estamos volando! —giró hacia Joe, sin embargo, este no la escuchó porque estaba durmiendo como un oso perezoso, su boca estaba ligeramente abierta, y de ella salía un poco de saliva—. Ay, papá —negó con la cabeza y regresó su mirada a la ventana—. ¡Cierto! —giró y me miró desafiante—. Tú me ibas a contar sobre tu mamá.
—Es verdad —suspiré, tal vez porque extrañaba cuando era aquella madre dulce o porque no me gustaba hablar del tema—. ¿Qué quieres saber?
—¿Dónde está? ¿Por qué no está contigo?
—¿Recuerdas a la señora loca que solo gritaba en mi boda con Kat? —ella asintió con la cabeza—. Bueno, ella es mi mamá y era muy mala conmigo y tu papá.
—¿Por qué?
—Porque no le gustaba que Joe y yo estuviéramos juntos.
—Mi papá un día me dijo que hay personas que no le gusta que dos papás se amen.
—Sí, amor, mi mamá y la de Joe eran parte de esas personas. Por eso nos alejamos de ellas, y por eso debemos tener cuidado, tu mamá puede ser igual, o quién sabe, peor.
—Bueno —suspiró y se abrazó a mi brazo—. Solo espero volverla a ver.
—Lo harás, amor —acaricié su cabeza y me dediqué a disfrutar del viaje.
***
—¡Aaaaah nos hundimos! —brinqué en mi asiento al escuchar el grito de Joe, quien de inmediato giró su cabeza hacia varias direcciones desorientado.
—¿Qué diablos, Joe? —le pregunté extrañado.
—¿No-no estábamos hundiendo?
—Papá, el avión está aterrizando —dijo Clau de pronto.
—Oh... diablos, ¿cuánto dormí?
—Como dos horas, amor, ponte tu disfraz —dije colocándome mis gafas y gorrito, Claudia imitó mi acción, luego Joe se nos unió.
El avión aterrizó por completo, el primero en levantarse fue Joe, quien levantó la vista para agarrar nuestras maletas. Nuestros amigos comenzaron a salir Gwil, Rami y Lucy fueron los primeros, nosotros fuimos detrás de ellos. Salimos del avión y de inmediato, la luz del sol lastimó mis ojos, por lo que los cubrí con mi mano. En seguida, una limosina muy lujosa llegó por nosotros, era tan brillante que podíamos ver nuestros reflejos en él. Todos subimos a la misma, el chófer nos recibió muy alegre y entusiasmado, parecía un loco fan de Bohemian Rhapsody. De inmediato nos llevó a uno de los hoteles más lujosos en los que pude estar. Ahí dentro había un montón de adornos brillantes de oro, cuadros de un montón de personas muy sofisticadas que no sabíamos quiénes eran y tampoco les dimos importancia. Nos guiaron hasta nuestras respectivas habitaciones, y en cuanto abrieron la puerta de la nuestra, Clau se lanzó a una de las camas con la vista pegada en el techo, su mirada era neutra. Agradecimos al hombre que cargaba nuestras maletas y después de haberle pagado su merecida propina se fue. Me acerqué a mi hija y la observé con una sonrisa.
—¿Qué te pasa?
—Estoy muerta.
—Vaya, creí que era el único —comentó Joe mientras agitaba su mano para enviarse aire, lo miré y ambos nos sonreímos.
—¿Pedimos helado? —dijimos al unísono.
—¡Sííííí! ¡Heladoooo! —exclamó Clau contenta.
***
—¿Por qué van a trabajar en un lugar tan frío? —preguntó Clau mientras caminábamos a lo largo del set—. Debieron avisarme, hubiese traído algo caliente para Corny.
—Así es Londres, Clau —le explicó Joe—. Bien, te quedarás con... —me callé al darme cuenta de que no teníamos con quien dejarla, puesto que todos estarían ocupados grabando—. con... con... —mi vista recorría el lugar.
—Con su tío favorito, es obvio —Allen apareció de repente.
—Mi salvación ha llegado, Clau, quédate con Allen, ¿ok?
—¡Claro que sí!
—Muy bien muchachos, ¡a trabajar! —exclamó Rog dando ligeras palmadas en el aire para llamar la atención de los demás.
—Debemos irnos —pronunció Benjamín—. Te portas bien, ¿eh? —mi niña asintió.
—Vamos, pequeña, ¿quieres hacer muchos dibujos? —le preguntó Allen.
—¡Claro que sí!
Narrador omnisciente:
Allen y Claudia llevaban más de cinco dibujos, hace unos minutos habían comenzado una competencia, quien hacía más dibujos de una categoría aleatoria en menos de cinco minutos ganaba, aunque en realidad, no sabía con certeza qué ganaban, el punto era divertirse un rato y pasar el tiempo hasta que a Allen le tocara grabar.
—¡Joe, vuelve aquí! —ambos prestaron atención a la voz de Ben que provenía de la lejanía, pronto pudieron observarlo persiguiendo a Joe, quien tenía un objeto en su mano, no podían distinguir qué era, puesto que estaban muy lejos de ambos—. ¡Dame mi zapato! —le gritó, pero Joe lo ignoró y continuó corriendo entre risas, Claudia suspiró.
—Siempre pelean así, no te asombres, pero en el fondo se aman con locura.
—Lo sé y se nota, sobre todo por cómo Ben se acaba de tirar sobre Joe para... quitarle el zapato —dijo sin despegar su vista de ambos.
—Sí, de seguro se besan y arreglan todo, o si no se quedan así pegados, pero solo yo puedo separarlos cuando se encuentran así —repuso con una sonrisa, como si estuviera orgullosa de ello—. Fuera de eso es muy divertido, siempre hacen todo tipo de locuras, son un desorden total.
—¿Así que los prefieres a ellos en lugar de mí? —el corazón de Claudia se paralizó unos segundos al escuchar una voz familiar, giró y una sonrisa se formó en su rostro al ver a su madre frente a ella.
—¡Mami! —exclamó contenta y corrió hacia ella para darle un gran abrazo, la madre la cargó en los aires contenta.
Allen estaba muy confundido, no entendía por qué Claudia la llamaba así si se suponía que nunca se supo el paradero de la madre de Clau. Después de permanecer un par de minutos en shock, decidió llamar a Joe, le había prometido cuidar a su pequeña y esa mujer que decía ser su madre se le hacía sospechosa, no quería que le pasara nada a Claudia. Pronto, los padres se acercaron corriendo lo más rápido que podían, preocupados por qué pasaría con su hija. Al ver a la madre de Claudia frente a ellos, Joe se quedó petrificado y el único que pudo articular tan solo una pregunta fue Ben:
—¡¿Qué diablos hace aquí?!
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Casual, actualizando a las 3 de la mañana, debería dormir aaaaaa.
Debo decir que leía los comentarios del capítulo anterior y me sorprendí por su imaginación uwu, en serio qué buena teoría de que Ben era el papá biológico de Clau solo por un pequeño diálogo asjsjas ni yo me lo hubiese imaginado, y la verdad me gustó bastante esa idea sajsajjsa
En fin, me voy, gracias por leer, l@s amoooo
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