Capítulo 11
La pregunta dejó helado a Ben, quien soltó su mano de repente y abrió ligeramente su boca sin saber qué decir. No creyó que Joe le preguntara eso, ni menos en un momento así. Juntó sus labios mientras pensaba en qué responder, pero al no encontrar las palabras correctas, desvió la mirada hacia otra dirección, no podía ver al pelirrojo a los ojos, sentía vergüenza absoluta.
—Ben...
—No puedo Joe —las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos.
—Dime, creo que merezco saberlo —dijo tirando de su brazo para encararlo de nuevo.
Ben frunció el rostro cuando los sollozos se apoderaron de él y provocaron que rompiera en llanto sobre el pecho de Joe, quien se limitó a abrazarlo con delicadeza para poder tranquilizarlo.
—Cuéntamelo, por favor, necesito saberlo antes de que te alejes completamente de mí y seas dueño de alguien más.
Ben intentó regular su respiración sobre el pecho de Joe para poder calmarse y decírselo de una buena vez, a pesar de que no estaba preparado, no sabía si mentir o decir la verdad, no creía que este día llegaría muy rápido, además, nunca había preparado las palabras correctas por si alguna vez esta ocasión se daba. Pronto se separó de él, mirándolo con sus ojos cristalizados, tomó aire y empezó:
—Veamos, no sé por dónde empezar... ¿recuerdas cuando un día fui a comprar algo para la cena y luego llegué tarde porque estaba con una amiga e incluso la visitadora social estaba en nuestra casa? —el menor asintió—. Aquella noche, no me encontré con una amiga, sino con mi madre. Traté de huir, pero fue demasiado tarde, comenzó a hablarme de ti: diciéndome que eras un mal hombre y bla bla bla. No le prestaba atención, lo único que quería era regresar a casa para estar presente cuando llegara la visitadora social, pero luego vino lo peor —suspiró—: Me dijo que si no me alejaba de ustedes te mataría —Joe levantó las cejas sorprendido—. Y luego enviaría a Clau de vuelta al orfanato. No quería ponerles en riesgo, ustedes fueron, son y seguirán siendo el mayor tesoro que tengo. Así que... acepté, por eso me porté mal contigo y dije cosas horribles de nuestra hija, para que me odiaras y decidieras quedarte con ella que conmigo, por más cariño que me tuvieras. Y cuando nos despidieron, supe que era el momento adecuado para irme, me dolía muchísimo, pero... si fuera por mí, me flagelaría con tal de que ustedes estuvieran bien —el rubio permaneció unos cuantos segundos en silencio, luego prosiguió—. Luego ambos discutimos y te hice escoger entre Clau y yo, sabía perfectamente que la escogerías a ella por cómo me había comportado, así que fui con mi madre, quien me dijo que me llevaría a Londres lejos de ambos y... no me quedó más remedio que aceptar...
—¿Escogiste a tu madre sobre nosotros?
—¡No tenía otra opción! ¡No iba a dejar que murieras! ¡Mi madre está loca, es capaz de hacerte daño y lo sabes!
—¡Había más opciones! ¡Hubieras venido hacia mí y me hubieses propuesto que huyéramos los tres! ¡Nada de esto se hace solo! ¡Estábamos juntos en eso y podíamos salir adelante! —comenzó a llorar mientras hablaba.
—¡Intenté ir por ti! ¡Había conseguido dinero que le había robado a mi madre para irnos! ¡¿Y qué encontré?! ¡A ti besándote con Fer!
El pelirrojo permaneció en silencio, observando aquellos ojos que nuevamente se habían llenado de lágrimas.
—Ella me besó... —susurró.
—¡Estaba sobre ti, Joe! ¡Si llegaba más tarde los atrapaba haciendo otra cosa!
—¡Eso no es verdad!
—¡No soy un imbécil! ¡¿Crees que no me dolió?! ¡No siquiera sé por qué lo hiciste si en ese entonces eras homosexual!
—¡Hablaste mal de Claudia! ¡Quería vengarme!
—¡¿Ves?! ¡Eras un inmaduro!
—¡¿Y tú no?! ¡Me abandonaste sin decir nada! ¡¿Sabes por todo lo que tuve que pasar?! ¡Cada noche intenté que Clau te olvidara porque te miraba en la maldita televisión! ¡Tuve que mentirle! ¡Y me dolía hacerlo! ¡La veía llorar por ti y tú nunca apareciste! —le gritó, su pecho subía y bajaba debido a su respiración agitada y al enojo.
—¡Por lo menos tú te quedaste con ella! ¡Yo fui quien más sufrió al no volver a verlos! ¡No pude ver a mi hija crecer! ¡Me perdí cuatro años de su vida! ¡Pasé hambre, sufrí depresión, incluso estuve a punto de matarme! ¡¿Lo sabías?! —aquellas palabras dejaron frío al pelirrojo—. ¡Traté de intoxicarme con un montón de pastillas! Pero a la segunda... —su voz se suavizó y un sollozó brotó de su boca—, pensé en ti y luego en nuestra bebé y supe que tenía dos razones para seguir viviendo, porque sentía que el destino nos volvería a juntar, y lo hizo. No sabes la alegría que sentí al ver a Claudia nuevamente, pero luego la tristeza me invadió al verla tan grande, sabiendo que yo no la había visto crecer. Y cuando te vi, sentí que mi vida volvió a tener sentido a pesar el puñetazo que me diste, me sentía completo nuevamente, porque soy mitad de corazón sin ti, eres ese algo que me mantiene feliz así el mundo se estuviese derrumbando detrás de nosotros y si me portaba distante contigo era porque no quería que nos ilusionáramos, y que mi madre volviese a meterse en nuestras vidas.
—Pero fue inevitable —la voz quebrada del pelirrojo rompió el corazón del rubio.
—Lo sé, pero créeme que muy en el fondo confiaba en que volviésemos a ser la linda pareja de antes.
—Eso debiste pensarlo antes de irte en ese jodido tren y decirme que me amabas.
—¡Por eso! ¡¿No lo entiendes?! ¡Todo, absolutamente todo lo que hice fue porque te amo y porque quise protegerlos! ¡Estuve pendiente de todo lo que hacías y hasta pagué a alguien para que averiguara todo sobre ti!
—¿A quién?
—Al novio de Tyler, por eso sabía el por qué de su ruptura.
—Ese desgraciado...
—Ey, ey, él no tiene la culpa. Todo fue mi idea porque te necesitaba más de lo que imaginaba, ¿ok? No sabía cómo estaban ni qué estaban haciendo, simplemente...
Joe no lo dejó hablar más, ya había escuchado suficiente, así que lo único que hizo fue cubrir su boca y mirarlo a los ojos, los cuales hablaban por Ben y demostraban arrepentimiento absoluto.
—¿Es tarde para pedir disculpas? —preguntó cuando Joe retiró la mano de su boca
—¡Muy tarde! —exclamó elevando los brazos, se sentía muy enfadado, no con él, sino con su ex suegra, quien nunca los quiso juntos y se había salido con la suya para separarlos, además el alcohol no lo ayudaba en ese momento.
—¡Lo siento! —le gritó Ben con el corazón hecho trizas—. ¡Perdón por intentar protegerlos! ¡Perdón por abandonarte cuando más nos necesitábamos! ¡Perdón por decirte adiós! —tomó la mejilla del pelirrojo—. Perdóname por no casarme contigo.
Joe sollozó y se soltó de su agarre, juntó sus manos y apoyó sus codos en el balcón, mirando a la nada con expresión fría y lágrimas cayendo por sus mejillas.
—Joe, mírame —el mencionado negó y cerró sus ojos, dejando escapar una lágrima—. ¡Joe, mírame! —gritó con seguridad en su voz, la suficiente como para que Joe obedeciera.
Con el corazón a punto de salir de su pecho, Ben colocó su mano detrás del cuello del chico y de un rápido movimiento lo atrajo hacia él para besarlo. Al principio, Joe se quedó estático, se sentía confundido, se suponía que habían quedado como amigos, pero cuando sintió aquel revoloteo en su estómago que solo el rubio podía provocar en él, correspondió al beso sin reproches, al diablo todo, podrían pasar millones de años y ellos seguirían amándose, porque eran almas gemelas y las almas gemelas estaban destinadas a estar juntas para siempre.
Jugaba con su lengua lentamente y acariciaba su espalda con movimientos lentos y horizontales, disfrutando completamente el momento. Cuando se separaron, mantuvieron sus frentes juntas y sus manos aferradas al cuerpo del otro por un par de segundos y suspiraron pesadamente.
—Me siento un completo tonto, perdóname tú a mí por gritarte y no comprender, pero simplemente no puedo creer cómo la vida es tan injusta para ambos que nunca quiso que fuéramos felices juntos. Te juzgué mal, pero a pesar de eso muy en el fondo sabía que no eras así y que me amabas, y por lo que hiciste ya veo que siempre me amaste.
—Siempre juré amarte a toda costa, eres el amor de mi vida, Joe.
—Y tú el mío —lo abrazó—. Siempre lo fuiste.
—¿Ya me perdonas?
—No tengo nada de qué perdonarte, Benny.
—Gracias —levantó su mirada y le sonrió, acto seguido, Joe lo abrazó por la espalda y juntos observaron las luces amarillas de la ciudad.
Duraron así mucho tiempo, de hecho, lo disfrutaban, el silencio decía más que mil palabras, expresando que ambos se necesitaban más que a nada, pero no podían estar juntos. Recostando su quijada sobre el hombro de Ben, permanecía el menor pensando en lo que pasaría dentro de dos días y en su futura vida. Tenía mucho miedo.
—No quiero casarme, Joe —soltó de pronto el rubio y el mencionado se separó de él para observarlo.
—Yo tampoco quiero, aunque suene egoísta, tú siempre me perteneciste —repuso colocando la mano de Ben sobre su pecho—. Pero ya lo hablamos, hasta tú mismo lo dijiste. Estás borracho, de seguro y mientes.
—No, te lo juro, estoy borracho, pero mis deseos son sinceros. Los borrachos siempre decimos la verdad.
—Entonces deja a Kat y yo dejaré a Ari, y huyamos los tres, lejos, donde nadie nos pueda encontrar, comenzaremos desde cero.
—No, Joe, no sabes de lo que es capaz mi madre y de verdad no quiero que les haga daño.
—Pero, Benny...
—Joe, estoy protegiéndolos, es lo menos que puedo hacer luego de haberles hecho daño. Porque prefiero vivir en la mierda, antes que mi madre les toque un pelo a ambos.
—Entonces... concédeme un deseo.
—Claro.
—Quiero bailar una última noche junto a ti.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Ben, quien sin vacilar tomó la mano de Joe y lo llevó abajo, donde todos bebían, reían y bailaban canciones románticas sobre la pista de baile. Ambos procuraron alejarse lo mayor posible para que nadie los viera, y una vez camuflados, Ben rodeó el cuello de Joe con sus manos y juntó sus frentes, en cambio, Joe apegó más el cuerpo de Ben hacia él, y así, muy pegados, bailaron la canción Unchained Melody de Righteous Brothers.
Oh, mi amor, mi querido,
He deseado tanto tus caricias
Durante un largo, solitario tiempo.
Y el tiempo pasa tan lentamente,
Y el tiempo puede hacer tantas cosas.
¿Aún eres mío?
Necesito tu amor.
Necesito tu amor.
Que Dios me envíe tu amor hacia mí.
La melodía era suave y de cualquier forma les proporcionaba esa paz que cada uno añoraba, la letra iba acorde con su situación, lo que provocó que ambos comenzaran a llorar por la rabia que sentían al no poder estar juntos. El mayor escondió su cara en el cuello del menor, quien suspiró ante el acto y dejó que una lágrima se escapara de su ojo izquierdo. Ambos lloraban, los pensamientos no dejaban de atormentarlos, pensaban que esa sería su última noche juntos y que ya nada sería igual, deseaban con todo su ser regresar el tiempo y cambiar las cosas para tener un mejor futuro juntos, pero era imposible, lo hecho hecho estaba y ahora debían pagar las consecuencias.
A partir de ese momento nunca se separaron, gozaron cada momento de la noche hasta que el pelirrojo tuvo que irse.
***
Joe abrió la puerta de su casa sigilosamente, con los zapatos en sus manos caminaba lo más callado posible para no despertar a Ari. Eran las cinco de la mañana, y si su novia lo encontraba así de seguro lo mataría. Subió las escaleras y caminó hacia la habitación de su hija, hoy dormiría con ella para no levantar sospechas, sin embargo, antes de tocar la perilla de la puerta, una voz lo interrumpió:
—¿A dónde crees que vas? —el muchacho, después de haber girado, quiso pegarse un tiro al ver a Ari cruzada de brazos frente a él.
—A... dormir con Clau —los nervios se hacían presentes.
—¡Dijiste que volverías a las tres! —gritó y automáticamente Joe se acercó a ella para tapar su boca.
—Amor, shhh, despertarás a Clau.
—¡No me digas amor! —hizo caso omiso a sus palabras.
—Ari, ¿qué te ocurre?
A continuación, la chica comenzó a llorar.
—Eres un mentiroso, maldito, ¡perro infeliz! —comenzó a golpear su pecho y Joe sostuvo sus manos.
—Tranquila, tranquila, dime qué te pasa.
—¡Explícame esto! —gritó sacando su celular de su bolsillo y colocándolo frente a su rostro; sin entender nada de lo que ella decía, tomó el aparato.
Era una publicación en Facebook de una chica que no conocía, en una foto, Ben y él estaban abrazados y en otra se podía verlos besándose. Joe levantó su mirada y encaró a la rubia, quien lo miraba tan enojada que parecía que explotaría en algún momento.
—Cielo, puedo explicarlo...
—¡No me llames así! —volteó su cara de una bofetada—. ¡Me mentiste! ¡Dijiste que irías con el cast de Undrafted! ¡¿Qué carajo haces en su fiesta?! ¡Dijiste que lo odiabas! ¡Y ahora resulta que te besas con él! ¡Quién sabe y te acostaste con él cuando no estaba!
—Ari, no te alteres, ¿sí? Le afectará al bebé.
—¡Cállate! ¡Cállate! ¡No puedo creer que besé a un gay! ¡Me dijiste que ya no lo eras! ¡Me das asco! —con cada palabra que pronunciaba, la chica lo empujaba hacia la pared—. ¡Siempre lo amaste, yo solo fui tu segunda elección! ¡Tú y Ben me dan asco! ¡Lárgate junto a tu irritante hija con él! ¡Gay de mierda! —dicho esto, Ari comenzó a golpearlo.
Joe intentó levantar las manos para defenderse, cosa que se le hizo difícil al principio, pero cuando lo logró, empujó con todas sus fuerzas a Ari para alejarla de él, no quería golpearla, así como ella, solo quería quitársela de encima para detener la pelea de una vez por todas. No había medido sus fuerzas, pero cuando reaccionó, vio a Ari en el suelo, llorando y mirándolo enfurecida. Pronto salió Claudia de su habitación y miró la escena asustada y sin decir nada, sabía que no debía meterse en asuntos que no eran de su incumbencia y menos si Ari estaba involucrada.
—Lo... siento, Ari —dijo Joe nervioso acercándose a ella para levantarla—. Te ayudo.
—¡Déjame! —gritó y le dio un puñetazo tan fuerte que lo hizo caer al suelo.
—¡Papá! —chilló Clau al mismo tiempo que comenzaba a llorar.
—Estoy bien amor, regresa a tu habitación —Joe intentó calmarla, pero era imposible, no con Ari llorando de esa manera tan insoportable y él en el suelo.
Joe se incorporó al escuchar un gemido por parte de su novia, abrió los ojos muy grandes al ver un pequeño charco de sangre que crecía con el pasar de los segundos. Levantó la mirada y vio asustado a la chica con ambas manos sobre su pequeño vientre de dos meses, llorando y quejándose de dolor.
—Ari, ¿qué pasa?
—¡Me duele! —chillaba—. ¡Me duele mucho!
—Tranquila, tranquila —tomó su mano—. ¡Claudia tráeme el teléfono! ¡Hay que llamar a una ambulancia!
***
El frío invadía su cuerpo, no llevaba nada más que su camisa sucia, porque no había tenido tiempo de ir por una chamarra. Ahí estaba, sentado en la sala de espera, congelándose y con su hija recostada sobre su brazo y durmiendo con una cobija encima. No había dormido en toda la noche, se sentía sumamente cansado y quería cerrar sus ojos por lo menos por diez segundos, pero no podía, la preocupación estaba matándolo, no podía dejar de pensar en qué estuviese ocurriendo en el quirófano, tenía miedo de que el bebé muriera por su culpa, ¿de quién era la culpa? ¡Él solo se estaba defendiendo! Y si pasaba alguna desgracia, ¿con qué cara miraría a Ari, que había estado tan emocionada por ese bebé? ¿Qué pasaría entre ambos?
Dejó de pensar en cuanto un doctor salió del quirófano, colocando el estetoscopio en su cuello, su semblante daba a entender que nada estaba bien, el miedo recorrió el cuerpo de Joe como una corriente helada y molesta.
—Doctor, ¿qué ocurrió? —preguntó después de haberse levantado intentando no despertar a su hija.
—Mira, niño, te tengo una mala noticia.
Joe ya no sentía el cuerpo.
—¿Cuál es?
—Tú sabes los riesgos que puede sufrir una mujer embarazada cuando ocurren caídas así —el muchacho asintió sintiendo miedo, pero a juzgar por la cara del doctor, ya se imaginaba qué le diría—. Lo lamento, hijo.
—¿Perdió el bebé? —su voz se quebró, de inmediato el doctor asintió con la cabeza.
Joe abrió la boca lentamente y sintió cómo sus ojos se cristalizaban, incluso llegaron a arderle tanto que tuvo que limpiarlos con el dorso de su mano. Había quitado la vida a su pequeño o pequeña bebé y se sentía sucio.
—Lo siento mucho, muchacho —dijo el doctor—. En unos minutos trasladaremos a tu novia a una habitación.
—Gracias —respondió con la voz quebrada y fue a sentarse.
No lo podía creer, pensaba que todo era un sueño, incluso había llegado a pellizcarse, pero no funcionó, todo era real. La imagen de Ari cayendo se proyectaba en su mente a cada minuto y el recuerdo lo atormentaba, ni siquiera se había imaginado que esa caída provocaría la muerte de un ser inocente que no tuvo la culpa de nada. Se sentía un completo asesino.
Un par de minutos después, recostó su cabeza sobre el espaldar de la silla y miró a la nada. De pronto los pensamientos llegaron a su mente, no sabía si sentirse feliz, porque de alguna manera tendría un problema menos, o triste porque le daba ilusión ver a ese bebé crecer y que lo llamara papá, comenzar desde cero como lo hizo con Claudia.
Más tarde, cuando los pensamientos dejaron de atormentarlo, Joe fue dirigido por el doctor a la habitación de Arabella. Con Claudia encargada con una enfermera, el pelirrojo entró al cuarto frío y oscuro con miedo y culpa. Ari se encontraba llorando, apegada al espaldar se la cama, de seguro ya le habían dado la noticia.
—Ari... —susurró, pero ella no lo miró—, yo... lo siento muchísimo.
—Vete —dijo mirándolo con furia—. Asesino, no quiero volverte a ver en mi vida, ¡mataste a mi hijo!
—Era mío también...
—¡Pero ahora nunca lo será porque está muerto! ¡Y todo por tu culpa! —cubrió su rostro con ambas manos—. ¡Vete! ¡No quiero volver a verte en mi vida! ¡Y toma tu estúpido anillo! —tomó el anillo de bodas de la mesita de noche y lo tiró al piso—. ¡No lo quiero! ¡No quiero vivir más contigo! ¡Lárgate!
Y sin decir más, Joe agachó la cabeza y salió de ahí.
***
El sábado por la mañana, Joe amaneció abrazado a su hija con un terrible ardor de ojos y dolor de cabeza. Al recordar todo lo que había pasado y además que hoy sería la boda de Ben, sintió estrés como nunca antes había experimentado. Lo habían invitado y tenía la tarjeta, pero no sabía si ir o no, la tristeza y la culpa aún invadían su corazón y lo tenían muy mal.
Suspiró y con mucho cuidado salió de la habitación de su hija, al pasar al lado de la que compartía con Ari, no pudo evitar sentirse mal al verla vacía, sin las cosas de su ex novia, quien había contratado a un hombre para que se llevara sus cosas a la casa de sus padres. Estaba confundido, se sentía un poco bien al saber que Ari no sería un obstáculo más para él, pero al darse cuenta de que se encontraba donde empezaba, es decir, solo junto a Claudia, la tristeza y melancolía invadían su ser.
Mientras el pelirrojo preparaba el desayuno, Claudia bajó las escaleras tallándose los ojos y bostezando, en su mano derecha se encontraba su unicornio de peluche tan amado; al ver a su papá triste y desanimado preparando un par de huevos cocidos, caminó hacia él y abrazó su pierna, provocando su atención y que Joe se arrodillara a su altura.
—Buenos días, papá, ¿sigues triste? —Joe fingió una sonrisa y asintió con la cabeza, acto seguido Claudia rodeó su cuello con sus bracitos—. Tranquilo, Ari era una bruja, pero me tienes a mí, yo estoy contigo, te prometí que nunca me moriría para estar siempre a tu lado —el muchacho no pudo evitar derramar un par de lágrimas—. No llores, mi hermanito o hermanita se pondrá triste, nos está cuidando desde el cielito, él o ella aún vive aquí —señaló el corazón de su padre y él asintió—. Te amo, papá.
Joe la volvió a abrazar mientras se levantaba del suelo, sollozó un par de veces y luego la dejó sobre el mesón.
—También te amo, hija.
***
—No vayamos si no quieres —le dijo su hija mirándose al espejo, traía un vestido hermoso de color celeste, su cabello lucía una vincha de flor del mismo color que su vestido, Joe había luchado mucho para hacer ese simple peinado, pero luego de mirarla tan hermosa, se llenaba de orgullo.
—Tengo que ir —respondió mientras hacía el nudo de su corbata.
—¿Tienes la esperanza de que mi papi se arrepienta?
—Algo así —le guiñó un ojo.
—Ya entendí tu plan, entonces vamos.
***
Padre e hija se encaminaban a la iglesia, el pelirrojo había dejado su auto en un parqueadero a varios metros de la iglesia, la cual se encontraba cerca de la playa, la brisa era agradable, pero por alguna razón no alegraba a Joe. Caminaron por la acera, justo al lado de la playa observando la arena, el mar, las gaviotas paseándose y las personas que se divertían en ella. Pudo visualizar a lo lejos a Brian y Roger muy elegantes, conversando entre risas y a veces haciendo payasadas. Caminaba a paso lento, con su hija a su lado, deseando poder sentir la alegría de ellos, pero no, solo sentía melancolía; era increíble, un día estás contento, disfrutando de la vida, pero en cuestión de horas puedes experimentar un dolor tan terrible que toda la felicidad se te va, todo puede ocurrir en cuestión de segundos.
Logró visualizar a la persona que movía su mundo, ahí estaba con su traje elegante y cabello muy bien peinado, se lo veía contento, a pesar de que le había dicho en la fiesta que no quería casarse, ¿era verdad o eso solo lo provocó el alcohol? No lo sabía, todo era muy confuso.
Ya estaban a punto de llegar a la iglesia, sin embargo, Joe detuvo su paso al mirar a una señora que se le hacía familiar, la observaba atentamente, analizándola de pies a cabeza. Abrió la boca y los ojos muy grandes al reconocer a la mamá de Ben ahí y el miedo se apoderó de su cuerpo, sabía que si iba, ella reaccionaría mal y de seguro lo echaba, pero, Ben lo había invitado, ¿no? Daba igual, su madre lo odiaba y sabía muy bien que le haría un gran escándalo, tampoco no quería que se metiera con Clau, así que agachó la cabeza y dio media vuelta, dejando a su hija confundida.
—¿Por qué nos regresamos, papá?
—Porque ya me arrepentí, ¿y si vamos a comer una hamburguesa?
—Okey —la niña se levantó de hombros sin importancia, de igual manera no quería ver a su papi besando a alguien más que no sea su papá.
La caminata de regreso al auto duró menos que la de ida, el silencio reinaba entre ambos. Justo cuando Joe iba a abrir la puerta del coche, Claudia se detuvo a observar la playa y dijo:
—¿Podemos sentarnos en la arena, papá?
Joe levantó su cabeza y asintió, guardó las llaves en su bolsillo y caminó con ella por la arena, no sin antes quitarse sus zapatos. Claudia movía sus deditos sobre la arena caliente de la playa, nunca antes había sentido algo así, la sensación era rara, pero le gustaba.
Junto a su papá, se sentó un poco alejada al mar y juntos observaron el sol que estaba a un par de horas de esconderse. Claudia recostó su cabeza en el brazo de su papá y suspiró.
—La playa es muy bonita —comentó la niña—. Corny dice que le gusta la arena.
—La playa es el lugar más hermoso en el que puedes estar, Clau —revolvió el cabello de su hija con una sonrisa—. Recuerdo que una vez, tu tía Lucy nos invitó a la playa. Ese día Ben y yo te llenamos de bloqueador solar, luché para colocarte un gorrito, te compramos un par de palas y cubetas, te enseñé a perder el miedo al mar y luego comenzaste a recolectar caracolitos en tus cubetas.
—¿De verdad? ¿Cuándo fue?
—Cuando eras bebé, amor.
—Oh, por eso no me acuerdo, cuéntame más.
—Recuerdo que tiré a Ben al mar y luego él me empujó y caí, una ola me cayó encima y casi me ahogo —Claudia rio por la manera graciosa que utilizaba su padre para contar la historia—. Y por tu culpa nos persiguió un león marino.
—¿En serio?
—Sí, fue divertido, cuando eras bebé nos ponías frente a grandes aventuras.
—Hasta que mi papi se fue —dijo sin despegar la mirada del mar.
—Exacto, no te miento, quisiera que todo sea como antes.
—¿Lo extrañas? —Joe asintió con la cabeza sin despegar su mirada del mar—. ¿Lo amas? —otra vez asintió—. Deberías ir a la iglesia y pedirle que se case contigo.
—No es fácil, corazón, él ama a otra persona.
—¡Él solo te ama a ti! —exclamó levantando las manos—. ¿Sabes por qué? ¡Porque me doy cuenta! A ti te mira como si tuvieras cara de KFC, pero cuando mira a Kat, lo hace como si fuera una simple ensalada de lechuga y tomate.
—¿Quieres decir que estoy para chuparse los dedos?
—¡Papá! —Joe comenzó a reír al ver a su hija a punto de perder la paciencia.
—Ok, entiendo, pero ya le rogué, amor, él no quiere y es difícil, ¿sabes? Además, hay cosas que tú no sabes por ser pequeña.
—Convéncelo, recuérdale los viejos tiempos, haz que te elija a ti.
Joe bajó la mirada y comenzó a pensar, no era mala idea, pero si lo hacía, su ex suegra estallaría y todo se iría al carajo, además, no sabía si Ben aceptaría o no. Eran demasiadas hipótesis en una cabeza tan pequeña.
—Papá, él fue tu primer amor —su padre levantó la mirada—. Recupéralo, ve por él y dile que lo amas.
Joe se quedó mudo, su hija tenía razón, lo amaba, no lo dejaría ir tan fácil, y sabía que Ben también lo amaba, así que debía dar en el punto débil. Miró a su hija sonriente y se levantó de la arena, sacudiendo su pantalón y el vestido de Claudia.
—Vámonos, hay que interrumpir esa boda antes de que sea demasiado tarde, ¡corre!
---------------------------------------------------------------------
Bueno, al fin saben que Ben nunca fue el malo, sino su madre lo llevó a tomar esa decisión, lo juzgaron mal jsjsjs :c
En fin, byeeee l@s quieroooooo
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top