Capítulo 56

Thomas:

Un mes había pasado ya, días en los cuales, Dylan continuaba ejercitándose y se había dejado crecer la barba, no es que le gustara, sino debía tenerla crecida para su película; en cambio, mi bigote había desaparecido de mi rostro, porque Dyl y yo habíamos hecho una acuerdo que consistía en que si yo no dejaba de ponerme celoso por su compañera de reparto, tendría que afeitarme.

Perdí.

Así que desde ayer mi rostro volvió a lucir joven.

Hoy era un día de familia, los cuatro estábamos en la cama de Clau mirando My Little Pony, que por más infantil que sonara, a Dyl y a mí nos encantaba.

De pronto, la puerta sonó a media película, provocando que Claudia la pausara.

—Iré a ver quién es —dije bajando de la cama, luego fui por las escaleras y por último llegué a la puerta—. ¡KAYA! —mi grito provocó que mi familia bajara para saludarla.

—¡Hola, Tom, hola, Dyl, hola, mi preciosa Clau! —nos dio un abrazo a cada uno.

—¿Qué te trae por aquí? —preguntó mi novio.

—Vine a visitarlos y... a pedirles comida, pasaba por aquí y al bebé le dio antojos de nueces, ¿las tienen?

—Sí. tía, ya te las traigo —dicho esto, Clau fue a la cocina para colocarlas en un tazón

—No saben cuán difícil y cansado es esto —nuestra amiga se sentó rendida en el sofá y suspiró mientras acariciaba su vientre de casi nueve meses, ya le quedaban dos semanas para dar a luz.

—Me imagino, estás re gorda —Kaya fulminó con la mirada a Dylan—. Pero aún así te ves sexy —él lo arregló guiñándole un ojo, mas Kaya no hizo nada.

—Tú pareces vagabundo con esa barba y yo no digo nada —ella se cruzó de brazos y yo reí—. Y tú ni te rías, porque con tu bigote parecías Freddie Mercury drogado.

—Te dijo sidoso —Dylan comenzó a reír y yo le pegué un manazo.

—Aquí tienes tus nueces, tía —dijo Clau mientras le extendía un tazón lleno de ellas—. Te di muchas para que mi primito también las disfrute.

—Awwww, mi Clau eres una bella —Kaya la abrazó y comenzó a llorar.

—¡Tía, no! ¡No llores por favor, tranquila! ¡Perdóname, no quise hacerte llorar! —habló Clau sumamente asustada mientras la abrazaba, reí al ver esa escena.

—Son las hormonas, cielo, descuida, no hiciste nada.

—Oigan —Dylan llamó nuestra atención al mostrarnos su celular—. Ki acaba de escribirme y me dijo que si quieren hacer una parrillada aquí.

—¡Es una buena idea! ¡Muero de ganas de una carnita asada! —exclamó nuestra amiga sumamente contenta.

—Bueno, eso es un sí, Dyl —le guiñé un ojo y él texteó en su celular, posiblemente una respuesta para nuestro amigo asiático.

***

Cuando Ki llegó, trajo consigo a Will, Posey y Sprayberry, puesto que los tres habían sido los de la idea de la parrillada, sin embargo, palidecí en cuando vi al tocayo de mi novio con una caja algo grande, su contenido era una piscina inflable.

—¡Dylan, no! —dije deteniéndolo con mi mano en su pecho.

—Es inflable y pequeña, no pasará nada.

—Aleja esa cosa de mi casa, no entrarás con ella.

—¿Dylan? —escuché la voz de mi hija detrás de mí y cerré los ojos con miedo—. ¿Qué es eso? ¡Es de Bob Esponja! ¡Ya dime qué es!

—Ammmm —Dylan me miró nervioso frente a mi mirada severa, dudando en su decirle a Clau la verdad o no—. Es una...

—Pisci...na. ¡Piscina, no! —chilló y se escondió detrás de mis piernas.

—Te lo dije, Sprayberry, llévate eso.

—Clau, podemos intentarlo, así le perderás el miedo, además, es pequeña, no es honda como en la que te ahogaste —mi hija se aterró más al escuchar eso.

—¡Dylan, basta!

—¡Lo siento, lo siento! —exclamó y de inmediato se acercó a Clau para tomar sus manos—. Mira, Reina, tienes que aprender a perder ese miedo, si no lo afrontas, estarás aterrada a él toda tu vida. Déjame inflar la piscina, si no quieres, no entres.

Miré a mi hija, quien no despegaba su mirada de la caja que ahora reposaba en el piso, luego su mirada chocó con la mía, a lo que simplemente me levanté de hombros para decirle que ella tomara la decisión.

—Bueno, Dylan, ínflala, pero ayúdame a perder el miedo porque yo también quiero divertirme.

—Es un hecho, Clau.

***

Mientras Dylan, Ki y yo intentábamos encender la parrilla, Kaya jugaba a las muñecas con Claudia, quien de vez en cuando observaba cómo Will, Spayberry y Posey inflaban la piscina, al parecer le daba mucha curiosidad, pero a la vez miedo.

—A ver, ya está listo el carbón en la parrilla —dijo Dylan mientras la analizaba detenidamente—. ¡¿Qué dijiste que se hacía después, Kaya?!

—¡Le echan disolvente y luego con un papel encendido prenden la candela!

—Entendido —murmuró mi novio—. Asistente chino, el disolvente, por favor.

—Soy tu asistente coreano —dijo Ki dándole lo que le pidió—. Échale solo un poc... —y antes que pudiera terminar la frase, Dylan ya le había echado todo el bote—. Imbécil, ahora ten cuidado con el fuego.

—No pasa nada, oiga —Dylan encendió un pedazo de papel y lo tiró al carbón.

Debo decir que esa fue la segunda vez que vi la muerte delante de mis ojos, porque de tanto disolvente que el tonto de mi novio echó sobre la parrilla, una llama enorme se formó sobre ella, fue tan grande que incluso creí que Michael Jackson saldría de esa explosión cantando Black or White. Para nuestra mala suerte, los dedos de Dyl estaban humedecidos de disolvente, por lo que estos también se llenaron de fuego. Mi novio pegó un grito mientras agitaba sus manos para apagar el fuego y dejar de quemarse, pero no contaba con que una pequeña llama brincaría hacia el zapato de Ki.

—¡Ki Hong, tu zapato! —grité asustado.

—¡Aaaaaaah! ¡Me quemo! —Ki comenzó a zapatear varias veces hasta que su zapato se apagó, de inmediato tomé de la camisa junto a mi novio y los alejé de la gran llama que se había formado.

—¡Soy el poderoso rey de las llamas! —gritó mi novio levantando las manos, cuando giró, pude ver su cara negra por efecto del humo.

—¡Chicos! —Kaya gritó asustada mientras se nos acercaba—. Dios mío, ¿están bien?

—Pues Dylan casi nos mata con su maldita explosión de Michael Jackson, pero todo bien —habló Ki.

—¡Casi se matan! ¡Dylan, por Dios!

—¡Oye no me eches la culpa, que yo no sé hacer estas cosas! —Dyl se levantó de hombros y yo negué con la cabeza.

—¡Pero pudieron matarse! ¡Y a nosotros tamb...! —guardó silencio y bajó la mirada hacia el suelo.

¿Qué estaba pasando? ¿Por qué sus pantalones estaban empapados?

—¡Kaya cochina, te estás orinando! —exclamó Dylan.

—No es orina, Dylan —mi amiga estaba plasmada observando el suelo.

—¿Entonces? —pregunté preocupado—. ¿Qué tienes?

—Es mi bebé... —cerró los ojos y respiró hondo—. ¡Chicos, se me acaba de romper la fuente!

Todos nos quedamos mudos y mirándonos los unos a los otros, nadie decía palabra alguna, hasta que Clau rompió el silencio:

—¡No tenemos fuente, tía!

Dylan:

Dios, Dios, Dios, esto no puede estar pasando.

Ki, Thomas y yo nos quedamos perplejos mirando a nuestra amiga, no movíamos ni un dedo, ni pestañeábamos.

—Tía Kaya, te orinaste, qué majadera —rió Clau mientras la miraba, sus piernas comenzaban a temblar.

—Chicos —su voz tembló, lucía muy asustada.

—¡Ki! —chillé mirándolo, puesto que él ya había pasado por esto con su esposa, así es, su nena ya había nacido semanas atrás.

—¡Dios, Dios! Kaya, tranquila —rápidamente se acercó a ella para tomar su mano—. Todo va a estar bien, solo debes respirar y relajarte, ¿ok? —mi amiga asentía rápidamente muy asustada.

—Ay, Jesucristo ayúdanos, sé que no he sido el mejor novio, pero ayúdanos con mi amiga y su chamaco —Thomas se arrodilló y miró el techo con sus manos juntas.

—¡TOMMY, BASTA ESTO ES SERIO! —lo tomé de la camisa y lo levanté de un tirón—. ¡Llama a una ambulancia!

—¡¿Y tú desde cuándo me das órdenes?! —me devolvió el grito.

—Porque eres mi pasiva y punto.

—¡No, mi ciela, eso no te da el derecho! ¡No seas machista!

—No soy machis...

—¡Sí lo eres!

—¡Que no!

—¡Que sí!

—¡Chicos! —Kaya pegó un grito y ambos la miramos, la pobre apretaba con fuerza la mano de Ki y nuestro sillón.

—Oh Dios, ¿estás bien? —le preguntó Thomas mientras se acercaba.

—¡NO, THOMAS, NO LO ESTOY! —chilló mi amiga a punto de perder la cordura.

—No, le decía a Ki, su pobre mano está blanc... —no pudo seguir hablando, ya que le proporcioné un golpe en su cabeza, de inmediato saqué mi celular y me senté al lado de mi amiga.

—Llamaré a una ambulancia.

—No, Dylan, no, creo... que es mejor que tenga al bebé aquí.

—¡¿Estás loca?! ¿Quieres tenerlo en mi cama acaso? No eres un animal, Kaya.

—No, pero he escuchado que duele menos en agua.

—¿Y de dónde vamos a sacar agua? —pregunté harto de su necedad.

—¡YA ESTÁ LA PISCINA, CHICOS! —Sprayberry entró contento a la sala, sin embargo al ver a Kaya en tal estado, su cara de ilusión y felicidad cambió completamente—. ¿Qué ocurre?

—Kaya está en labor, Dylan, necesitamos la piscina.

—Pero... pero yo ya me iba a meter —el Dylan pequeño hizo puchero.

—No hay tiempo para tus cosas infantiles, en serio esta es una urgencia, dile al quijada chueca y a Will que traigan la piscina a la sala —le ordenó Ki y Dylan salió con la cabeza gacha.

—Ki, quédate con Kaya y Clau, Tommy, vamos a ayudarlos —ordené y todos obedecieron, a excepción de Clau que me siguió en cuanto Kaya soltó un grito.

—Papá —la miré, su carita demostraba miedo absoluto—. ¿Qué le pasa a mi tía Kaya?

—Le duele la pancita amor, lo que pasa es que tu primito ya va a nacer —me arrodillé a su altura para explicárselo mejor, mi novio ya se había adelantado.

—¿Ahora? —preguntó asustada.

—Sí, mi vida, pero la ayudaremos a tener a su bebé.

—¡Oooooh qué emoción! Iré con ella para ayudarla a que le pase el dolor, ¿le puedo poner una curita, papá?

—No es buena idea que la hostigues, amor, mejor solo ve y abrázala.

—¡Hecho! —exclamó y entró corriendo a la casa.

Entre los cinco, logramos meter la piscina a la casa, aunque debo decir que habían momentos en los que el agua se regaba en el suelo, cosa que estresaba a Thomas.

Uy, lo que nos tocaría limpiar.

Mientras Tommy y yo movíamos muebles para hacer espacio para la piscina, Sprayberry, Tyler y Will la empujaban hacia ese espacio vacío, y Ki llamaba a la doctora de Kaya para que nos ayudara y a Ben para que estuviera presente en el nacimiento de su hijo.

—Ya, tía, tranquila, sé valiente —escuchaba la voz de Clau, quien acariciaba con delicadeza el brazo de mi amiga, quien lloraba en los brazos de Ki.

Pronto llegaron Ben junto a la doctora, el pobre temblaba como una lagartija en el polo Norte, en cuanto abrí casi me echo a reír al verlo tan pálido, pero en un momento como este, si me burlaba de la situación, Kaya con todo y contracciones me mataba. De inmediato se acercó a su esposa junto a la doctora, quien se le acercó para revisarla, al cabo de un par de minutos, la mandó a cambiarse para que entrara a la piscina y se relajara.

—¿El vagabundo es su amigo? —preguntó la doctora señalándome, a continuación mis amigos y mi novio comenzaron a reír.

—¿Cuál vagabundo? —pregunté bajo las risas de mis amigos—. Esta barba está creciendo por una nueva película que de seguro me llevará al éxito, no me falte al respeto, señora, está hablando con el mismísimo Dylan O'Brien.

—¿Dylan qué?

—¡No puede ser! ¿Cómo es posible que no sepa quién soy yo? ¡El grandioso Stiles Stilinski!

—Ammmm no.

—¡¿Quién contrató a esta mujer?! No pude ser posible, ¡Kaya!

—Dyl deja tus berrinches, no en un momento como este —Thomas acariciaba mi brazo delicadamente, suspiré frustrado y dejé de retar a la doctora, mas me coloqué detrás de ella y le saqué la lengua, Claudia rió.

No tardaron mucho, Kaya salió del baño con apenas su ropa interior, la pobre casi no podía caminar así que no dudé en ayudarla a entrar en la piscina con cuidado, de inmediato la doctora se acercó para revisarla.

—Cinco de dilatación, vas rápido a pesar de ser el primero, Kaya —mi amiga simplemente cerró los ojos cansada, recargándose en el borde de la piscina.

—¡DIOS, CINCO DE DILATACIÓN! —chilló Thomas corriendo en círculos—. ¿Y eso qué significa? —preguntó en cuanto se detuvo.

—¡Que el cuello de mi útero se está abriendo y está de este tamaño, idiota! —chilló Kaya mientras hacia un círculo pequeño con sus manos—. ¡Dios! ¡Otra contracción! —gritó mientras apretaba la manos de Ben y Ki.

—¡OH POR DIOS, UNA CONTRACCIÓN! —volvió a chillar mi novio y corrió escaleras arriba.

—¿Qué le pasa? —pregunté confundido y todos se levantaron de hombros, de inmediato me acerqué para acariciar la cabeza de mi pobre amiga—. Tranquila, Kaya, respira.

—¡Estoy respirando, Dylan, no me toques! —Kaya parecía una fiera y no la culpaba.

—¡No os preocupéis, que el sexy enfermero ha llegado! —todos miramos a Thomas confundidos, en su cabeza tenía un gorrito de enfermera y se encontraba en la última escalera con su mano derecha en su cintura y la izquierda levantada hacia arriba.

—¿Esa fue tu mejor versión de acento español que tienes? —le pregunté haciendo una mueca.

—Oshtia tío, claro que zí.

—¡Saquen a esa enfermera ridícula de aquí! —gritó Kaya—. ¡Ah, otra, otra! —ella buscó algo de dónde agarrarse y lo primero que tomó fue mi pobre cabellito, el cual tiró con fuerza—. ¡Ahhhh!

—¡Ahhhh! —grité junto a ella—. ¡Dios, no saben cuánto duele esto!

Todos (incluyendo Kaya que estaba muriendo de dolor) me miraron con cara de "¿es en serio?" yo simplemente me encogí de hombros y solté una risita.

—Entonzez, ¿nadie quiere mi ayuda? —preguntó Tom con su mal acento español.

—No, Tommy, ya deja eso —le quité el gorrito y él hizo un tierno puchero.

Las horas continuaban, la cabeza llegó a dolerme de tantos gritos que Kaya soltaba, pero no la culpaba, no me imagino el dolor por el que debe estar pasando. Posey y Sparyberry habían terminado de preparar la comida y cada quien se turnaba para estar junto a Kaya y almorzar, de esta manera ella jamás se quedaría sola.

Ya habían pasado siete horas interminables, Holland y Rosa ahora se encontraban aquí para apoyarla, ellas como mujeres le podían dar más ánimos que la tonta enfermera española que tenía como novio. Más tarde, Sprayberry tuvo que irse, puesto que por su corta edad, ya debía estar en casa, así que Tyler se ofreció en llevarlo después de haber asado el resto de carnitas para dejarnos la cena, tan lindo nuestro amigo. Nuevamente nos turnamos, los últimos en comer fuimos Clau, Thomas y yo.

—Me da mucha pena de mi tía Kaya —habló mi hija mientras mordía una papa.

—Es un sacrificio que hacen las mujercitas para traer vidas, amor, por eso las admiramos muchísimo —dijo mi novio acariciando su cabecita.

—Yo jamás haría un sacrificio así, primero muerta.

—Eso dices ahora, jovencita —mordí una costilla con fuerza—, pero ya verás que en el futuro nos saldrás con tu domingo siete.

—¡Chicos! ¡Kaya ya tiene diez de dilatación! —todos giramos nuestras cabezas ante el llamado de Holland.

—¡Voyf cofienfdo! —hablé con dificultad debido a que aún tenía la costilla en mi boca y corrí con ella hacia mi amiga—. ¿Fómo fe fienfes? —pregunté y ella me miró enfadada y con su respiración agitada.

—Vuelve a preguntar eso y te clavo esa costilla en el...

—¡Ya va a nacer mi primo! —interrumpió Clau, gracias al cielo.

—Sí, princesa, pero es mejor que no lo veas —entonces Rosa la tomó de su mano y se encaminó con ella hacia arriba

—¿Por qué? Quiero ver cómo sale el bebé de mi tía, ¡pas, hagan algo!

—Ve con tu tía Rosa, Reina, no puedes ver esto, en serio —habló Thomas, Clau suspiró resignada.

—Entonces, ¡suerte, tía, te amo mucho! —exclamó desde las escaleras y Kaya le sonrió mientras se acomodaba para traer al bebé al mundo.

—Solo los machos pueden ver esto —dijo mi novio sentándose frente a ella, negué con la cabeza y me acerqué a Kaya para tomar su mano, Ben tomaba la otra.

La doctora, después de hacer unos chequeos, dio la orden a mi amiga y ella comenzó a pujar para sacar al bebé, la fuerza que empleaba para apretar mi mano era tan inexplicable que no sabía si en algún momento mis huesos llegarían a romperse.

—Vamos, Kaya, tú puedes, solo respira —le daba aliento—. Pero no te desquites con mi manito, por favor.

—Eso es cielo, vas muy bien —ahora Ben, su esposo.

De pronto, escuché una arcada, giré mi cabeza y vi a mi novio corriendo al baño para después vomitar las costillas de cerdo que habíamos comido previamente. En cuanto salió, todos lo miramos, traía su mano en su estómago y estaba algo pálido, sin embargo, al ver la cabeza del bebé fuera de mi amiga, volvió a experimentar arcadas y regresó al baño.

—Solo los machos pueden ver esto —lo remedó Ki mientras se le acercaba para grabarlo—. ¡Tommyyyyyyy, abre la puerta, que esto va pal Instagram!

—Dios, ya no puedo —se quejó Kaya mientras soltaba un gran sollozo.

—Vamos ternura, tú puedes hacerlo —Holland le daba ánimos mientras limpiaba su rostro con un pañuelo y le daba de beber agua—. Eres muy valiente, solo piensa que todo el cansancio es pasajero, pero por el bebito que tendrás, todo valdrá la pena.

Kaya sonrió mientras sollozaba, Ben se le acercó para besar su sien y nuevamente mi amiga continuó pujando.

Justo cuando Tom salió del baño (pálido aún) se sentó en el mueble y ahí permaneció con la mirada perdida.

—Ya casi, Kaya, un poquito más —habló Will con las manos en su rostro, observando al bebé salir.

—Cielo, ven aquí, estás pálido —reí mientras le hacía señas a mi novio, con ayuda de Ki logró sentarse a mi lado en el suelo.

Un último grito por parte de la nueva madre fue suficiente para saber que el bebé había llegado a este mundo, la doctora lo cargaba con dulzura, mirando cómo lloraba y se retorcía en sus brazos, a continuación, lo colocó sobre el regazo de Kaya, quien no dejaba de llorar y acariciar a su pequeño lleno de sangre.

Todos musitamos un "awwww" mientras nos acercábamos a mirar, era la cosita más hermosa que había visto, después de Thomas y mi hija.

—Hola, bebé hermoso, bienvenido al mundo —le habló su padre, Kaya no tenía palabras, no podía dejar de llorar.

—Es un hermoso príncipe, ¿verdad Tommy? —comenté con una sonrisa, pero al no tener respuesta de mi novio, giré para mirarlo, tenía la mirada clavada en el bebé—. ¿Tommy estás...? —y justo antes de terminar mi pregunta, el pobre cayó a un lado desmayado—. Este imbécil, Tommy, por Dios —lo tomé de la camisa y lo levanté para golpear sus mejillas con leves palmaditas.

—¿Qué pasó? ¿Ya parió la marrana? —preguntó ido.

—¡Brodie! —le gritó Kaya enojada con su bebé en sus brazos.

—Era broma, era broma —comenzó a reír y se acercó—. Awwww a pesar de que huela a sangre es muy hermoso, estamos muy orgullosos de ti, Kaya, lo hiciste increíble, aunque vomité en la mayoría de tu parto.

—¡Clau, Rosa, ya nació el concho! —gritó Ki haciendo un megáfono con sus manos.

De inmediato se escucharon muchos pasos cuyo volumen incrementaba con el pasar del tiempo hasta que las vimos a ambas bajando por las escaleras muy emocionadas. Claudia soltó un sonidito de asombro y se acercó con timidez a la piscina. Caminó hacia mí y se abrazó a mi brazo para observar al pequeño niño que emitía pequeños gimoteos y comenzó a llorar, provocando un sobresalto en todos los presentes.

—¿Por qué está tan feito y arrugadito? —preguntó mi hija con recelo.

—Así son los bebés cuando nacen, mi cielo —respondí acariciando su carita.

—Tú también eras fea de bebé, Clau.

—¡Papi! —Clau hizo un pequeño berrinche y yo golpeé a Thomas por su comentario.

—Es broma, cielo, tú llegaste a nuestras vidas cuando tenías un añito y eras la bebé más hermosa del mundo —Tom la abrazó y besó su mejilla

—Bienvenido al mundo, pequeño, shank —le dijo Ki al bebé y Kaya le sonrió, no pude evitar llorar al ver esa escena, todo era muy emotivo.

—Bienvenido a la tierra de los jotos, sobrino mío —le habló Thomas y no pude evitar reír.

—Puro joto aquí —dijo la doctora con la cara larga.

—¿Cómo se llamará tu bebé, tía?

—Bueno, Ben y yo lo pensamos mucho, su nombre será Billy.

—¿Cómo estás, Billy? Soy Claudia y cuando crezcas vamos a jugar mucho, por cierto, él es Corny, dice que es un placer conocerte también —Clau se apoyaba en el borde de la piscina para hablar con el bebé.

—Mírala, Tommy, ¿no crees que sería bueno darle un hermanito?

—¿A estas alturas, Dyl? —me preguntó sorprendido y yo tomé sus manos.

—Sí, tengamos otro, por fis, por fis —lo miré haciendo pucheros.

—Tengo que pensarlo, por lo pronto confórmate con cuidar al concho.

—¡Se llama Billy, papi!

De pronto, se escucharon unos terribles golpes en la puerta, seguido de unos temibles gritos de mujer, cosa que nos provocó un sobresalto a todos, Clau se escondió detrás de mis piernas, Thomas apretó mi mano con fuerza y Ben abrazó por instinto a Kaya para proteger a ella y al bebé.

—¡Tommy, sé que estás aquí! —esa horrible voz... solo significaba que...

—Es Gzi —mi novio tragó saliva sin despegar su mirada de la puerta.

—¡La bruja número tres! —chilló Clau abrazándose a mi pierna.

—¡TOMMY NO HAGAS QUE ROMPA LA PUERTA CON UN MARTILLO! —gritó desesperada, parecía una loca—. ¡PORQUE NO DUDARÉ EN USARLO!

—Rosa, llama a la policía, por favor —ordené y ella aceptó.

—No, Dyl, hablaré con ella.

—¡¿Estás loco?! ¿Quieres que te mate? No me gusta aprovecharme de que seas el pasivo, cielo, pero así me caiga un rayo encima, no te dejaré hacerlo, no quiero que te lastime.

—No sé si sonrojarme o enfadarme.

—Tommy, por favor no lo hagas.

—Entonces vayamos arriba y le preguntamos desde la ventana, mientras Rosa llama a la policía.

—Ay por favor, Tommy, todos aquí, incluyendo a la doctora que ni nos conoce sabemos bien que esa mujer quedó con ganas de cogert...

—¡Shhhh, que hay niños presentes, animal! —me interrumpió cubriendo mi boca—. Vamos por lo menos a distraerla a que no arruine la puert...

Pero un golpe en la misma lo cayó.

—Te dije, corre —entonces me tomó de la camisa y me llevó escaleras arriba.

Al asomarnos por la ventana, vimos a Gzi golpeando nuestra pobre puerta como si fuera un animal sin control, rápidamente opté por tomar mi megáfono y salir con él por la ventana.

—¡DETENTE, PEDAZO DE MARUCHAN! —le grité por aquel aparato.

—¡Esto no es contigo, Dylan, sino con Thomas! —me devolvió el grito.

—¡PINCHE VIEJA CIZAÑOSA, QUE NO TE QUIERE, QUE ES JOTO VERGAAAAAAAA!

—¡Dyl, los vecinos, cállate! —Tom me quitó el megáfono y lo apagó.

—Aguafiestas...

—¡Fue tu culpa, Thomas!

—¿De qué? —le preguntó mi novio frunciendo el rostro.

—¡De que me despidieran! ¡Ahora nadie quiere darme trabajo y todo es tu culpa!

—¡Quién te manda a ser resbalosa, pinche rata inmunda! —no me contuve a gritarle.

—¡Animal rastrero! —me devolvió la ofensa.

—¡Escoria de la vida!

—¡Adefesio mal hecho!

—¡Maldita sabandija, te odio y te desprecio!

—¡CÁLLENSE LOS DOS! —chilló Tom por el megáfono y luego lo apagó—. ¡Gzi, es inútil que estés aquí, si te despidieron fue porque tú te lo buscaste, así que no es mi problema!

—¡Pero estoy en la calle!

—Já, eso le pasa por zorra —comenté mirándola desafiante.

—¡Que te calles, pinche vagabundo!

—Ora sí te pasaste de pinche lanza —dicho esto, bajé hacia el primer piso y fui por un par de cubetas—. Clau.

—¿Sí, papá? ¿Qué pasó? ¿Ya se fue la pelos de espagueti? —preguntó mientras miraba curiosa a lo que hacía.

—Aún no, pero la vamos a sacar por las malas y tú me vas a ayudar —entonces fui con el par de cubetas hacia la piscina donde había nacido el Concho de Kaya y las llené con aquella agua sucia, ya saben, no quiero especificar qué contiene este líquido, porque no quiero que vomiten—. No se alarmen —dije en cuanto todos me miraron raro—. Solo le voy a dar una lección, es todo —les guiñé un ojo a mis amigos y le di una de las cubetas a mi hija, después de indicarle qué tenía que hacer, ella no podía dejar de reír.

—Dylan, ¿qué diab...?

—Shhhh, Kaya, ya lo verás —dije caminando hacia la puerta con mi hija detrás de mí—. ¿Lista, Clau?

—Siempre si es para molestar a esa bruja, papá.

—Bien, ¡ahora! —en cuanto abrí la puerta Clau y yo le tiramos a Gzi aquel líquido asqueroso, provocando un grito por su parte.

—¡Desgraciados, me las pagarán! —chilló enfadada y caminó hacia nosotros, rápidamente tomé a mi hija en brazos dispuesto a huir, sin embargo, Ki se puso en su camino.

—Yo no quiero ser el único que no se vengue de esta mujer —entonces mi amigo le tiró un montón de harina encima, dejándola más pegajosa que antes.

De inmediato, Thomas apareció espantado mirando todo, al principio estaba asustado, de seguro porque temía por la reacción de Gzi, sin embargo, no se contuvo más y comenzó a reír junto a Clau, Ki y yo, es que ahora esa mujer se veía más horrible de lo que comúnmente es.
Con suerte, en ese momento llegó la policía, y antes de que Gzi pudiera atacarnos, la esposaron y la llevaron a la patrulla con asco, de inmediato salí con mi familia y Ki y la vimos desde afuera del auto.

—¡Para que aprendas a no meterte con mis jotitos! —le gritó Ki.

—¡Ni con mi familia! —exclamé besando a Tommy delante de ella.

—¡Buena suerte en la cárcel, Gzi! —le dijo Clau mientras le sacaba la lengua.

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Pido perdón, por no haber actualizado en años  :( la universidad me trae loca, se los juro :c pero en fin, gracias por leer, cada vez nos acercamos más al final :c

Y debo aclarar que cuando Dylan casi los mata con el fuego en realidad es una anécdota que me pasó con mi mamá y mis tíos jajaja el zapato que se quemó fue el mío, pero todo bien JAJAJAJAJAJA no hubo heridos

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