Capítulo 51
Un sollozo salió de la boca de Claudia.
Era la cosa más asquerosa que sus ojos pudieron presenciar, las manos de Thomas se encontraban detrás del cuello de Gzi, quien tomaba el rostro del rubio con desesperación y lo besaba como si su vida dependiera de ello.
En cuanto el blondo percibió un sollozo, se separó de golpe de la mujer, quiso pegarse un tiro en cuanto vio a su hija llorando en la entrada de la puerta, su mano izquierda se encontraba sobre la perilla y en la derecha traía una hoja de papel, la cual tiró al suelo con fuerza para después salir de corriendo de ahí.
—Mierda —susurró y corrió tras ella, sin importarle que dejó a la chica sola en la habitación—. ¡Claudia!
—¡Déjame! —le gritó ella mientras corría por los pasillos.
—¡Claudia no corras por favor, espera! —dijo en cuanto la detuvo, entonces la tomó de los brazos para que no huyera—. Escúchame, por favor.
—No... —ella esquivó la mirada, incluso llegó a cerrar los ojos porque no podía mirarlo—. No quiero verte, eres un traidor, ahora sí engañaste a mi papá, y yo que te había hecho un dibujo para disculparme contigo, jamás debí hacerlo.
—Clau, ella me besó...
—Mientes —sollozó al mismo tiempo que formaba un puchero debido al llanto.
—Te lo juro.
—Bueno, si ella te besó, ¿por qué no la detuviste?
Thomas:
Diablos, había dado en el blanco.
No pude decir nada, simplemente me limité a morderme el labio mientras miraba hacia varias direcciones, desesperado por buscar una respuesta, porque ni yo mismo la sabía, y era cierto, ¿por qué diablos no la detuve?
—Lo sabía —susurró con la voz quebrada—. Nunca pensé que le harías algo así a mi papá.
—Lo siento amor, no sé qué me pasó, no debí hacerlo, lo acepto, ni siquiera sé por qué lo hice —suspiré, en serio estaba demasiado confundido, Gzi me gustaba, no iba a mentir, pero aún amaba a Dyl—. Espero que esto quede entre tú y yo, por favor.
—¿Estás loco? Voy a contar a todo el mundo para que vean que eres malo —me miró muy enojada.
—No soy malo, Clau.
—Entonces eres un tonto —sollozó y se soltó de mi agarre para continuar corriendo.
Estuve a punto de seguirla, de no ser porque vi a Kaya aparecer de la nada y recibiendo en sus brazos a mi hija, quien se abrazó a su pecho y rompió en llanto. Mi amiga preocupada, me miró sin dejar de acariciar la cabeza de mi hija.
—¿Qué pasó? —preguntó en cuanto me le acerqué, sinceramente tenía terror de contárselo, pero, ¿qué remedio tenía? De todas formas, se iba a enterar y yo debía asumir las consecuencias.
—Pa...pi... en...ga...ñó a pa... pá —soltó Claudia entre sollozos.
—Otra vez con lo mismo, Reina Claudia.
—Pero es...ta vez... es...ver...dad —Kaya levantó una ceja y yo quise morir—. Él y... Gzi se... be... saron.
Automáticamente la mirada de mi amiga se posó sobre mí, se veía sorprendida, enojada y sobretodo decepcionada, y no la culpo, yo también me siento así por ser tan imbécil.
—¿Eso es cierto? —su mirada destallaba chispas—. Thomas contéstame, ¿besaste a Gzi?
—Ella me besó —susurré.
—¿Y le seguiste el beso o te retiraste?
—Le seguí —bajé la mirada esperando lo peor.
—¿Qué es lo que has hecho? —y cuando menos me lo esperé, ella ya se encontraba delante de mí—. ¿Por qué lo hiciste?
—¡No lo sé! ¡Me siento muy confundido, así que dejen de molestarme!
—No voy a dejar de molestarte hasta que me des una explicación razonable.
—Ya te dije, estoy confundido y no puedo responder.
—¿Te gusta?
—¿Ah?
—¿Te gusta Gzi?
—No, claro que no, yo amo a Dylan —mentí.
—Entonces, ¿por qué le haces eso? El pobre está al borde de la muerte y te tomas el atrevimiento de besarte en su habitación con esa... mujer —la última palabra la dijo con desprecio.
—No lo sé, Kaya, ya déjame en paz y cállate.
—Lo sabía, sabía que seguías siendo el mismo cobarde de hace años.
—Kaya, entiende que no lo hice con intensión.
—Sea lo que sea, espero que no pase una segunda vez, ¿me escuchaste? —asentí ligeramente con la cabeza, luego se me acercó para susurrarme al oído—. No cometas estupideces, sobretodo delante de tu hija con problemas psicológicos, será tu culpa si empeora su condición —dicho esto se alejó y tomó a Claudia en brazos para alejarse de mí.
Permanecí un par de segundos observando a mi amiga caminar a lo largo del pasillo con mi nena llorando en brazos, me sentía pésimo, sucio, horrible, ¿cómo fui capaz de hacer eso? ¿Qué diablos estaba pasando por mi cabeza al engañar a Dylan con Gzi?
Necesito una buena bofetada, lastimosamente Kaya no me la dio antes de irse.
Solté un suspiro mirando al cielo, giré y caminé de regreso a la habitación para enmendar mi error y dejar las cosas claras con Gzi. Su mirada seria y semblante preocupado, ni siquiera notó cuando entré, así que tuve que tocar un par de veces la puerta con mis nudillos para que levantara la cabeza y me mirara incómoda.
—Thomas —sonó algo asustada—. ¿Qué te trae por aquí?
—Gzi, necesito hablar contigo.
—¿A qué te refieres? —le dediqué una mirada que decía un absoluto: "¿Es en serio?"—. ¿El beso?
—¡Sí, Gzi, el beso! ¡No debimos hacerlo, tengo novio y no quiero engañarlo, ¿por qué lo hiciste?
La chica no respondió, simplemente se limitó a suspirar y a pasearse por toda la habitación en busca de una respuesta válida.
—Thomas... yo... Debo serte sincera... desde el primer momento en que te vi, me... pareciste muy atractivo.
—¿Qué? No, no, no, ¿por eso me besaste? —ella asintió levemente, con temor a su reacción, a veces expresar tus sentimientos hacia la persona que lograba mover tu corazón traía duras consecuencias—. Mira, Gzi, es bonito que te guste y todo, pero Dylan es el amor de mi vida.
—Si es el amor de tu vida entonces, ¿por qué me seguiste el beso?
—¡No lo sé! ¡Me dejé llevar, ¿ok?!
—¿Entonces no te parezco atractiva?
—Ah bueno... eres muy bonita —ella sonrió—. Pero no puedo dejar a Dylan, comprende es mi novio, padre de mi hija.
—Todavía no es tu hija.
—Pero estoy haciendo los trámites para ello —me detuve en seco al recordar el mensaje de Carmen—. ¡Mierda! ¡De hecho la trabajadora social me pidió que fuera con ella ayer y lo olvidé!
—No te angusties, llámala y listo, pídele otra cita.
—Pero primero arreglemos esto —tomé aire—. La verdad, es lindo que me consideres atractivo, lastimosamente no puedo compartir tus mismos sentimientos —ella asintió con la cabeza gacha—. No te pongas triste, si me lo permites podemos ser amigos.
—No, Thomas, no me des tus lástimas, continúa con tu familia dentro de una burbuja de enfermedad, porque sinceramente le veo negro que él despierte —señaló a Dylan—. Y a tu niña no le doy más de un año con sus problemas respiratorios —dicho esto, salió de la habitación.
Desconocía completamente a esta chica, ¿cómo puede ser tan cruel y decirme algo así? ¿No se suponía que éramos amigos?
Éramos, lo he dicho.
Miré a Dylan preocupado y me le acerqué, de inmediato la culpa abundó mi ser, no podía creer que le había hecho semejante cosa a él, mi pequeño príncipe de ojitos caramelo, solo alguien tan estúpido lo engañaría y ese estúpido era yo. Cerré los ojos después de soltar un suspiro y lo abracé, sintiendo su cuerpo, demostrándole que lo extrañaba como no tenía idea y pidiéndole perdón por mi acto estúpido.
Besé sus fríos labios y acaricié el poco cabello que las vendas podían mostrar, miré su pequeña nariz, lo único que se le podía apreciar debajo de aquella capa de vendas que lo cubría. Deposité un beso en su frente y me separé de él.
—Te amo, Dyl —susurré—. Lo siento.
De inmediato, mi celular comenzó a sonar, por lo que lo tomé y deslicé mi dedo por la pantalla para llevarlo a mí oreja.
—Kaya, ¿qué pasó?
—¡Thomas, ¿tienes el inhalador de Claudia?! —la sangre se me heló al escuchar semejante cosa.
—Sí, ¿por qué? ¿Claudia sufrió un ataque otra vez?
—¡Sí! ¡Diablos no sé qué hacer, ven de inmediato!
—¡¿Dónde estás?! ¡Tráela de vuelta!
—¡En el estacionamiento! ¡Trae el inhalador!
—¡Por dios, Kaya, cárgala y tráela! —dicho esto salí corriendo.
—¡No puedo cargarla! ¡Ya llamé a la ambulancia para que vengan por ella!
—¡No exageres! ¡No pesa nada, tráela! —grité con coraje.
—¡Papi! —escuché su débil voz detrás de la línea, no pude evitar desesperarme,
—Ya voy, mi amor, ya voy —susurré mientras bajaba las escaleras—. ¡Kaya, maldita sea tráela rápido!
—¡Ya te dije que no puedo! —ella le devolvió el grito.
—¡Diablos! ¡Ya estoy llegando! —dicho esto colgó la llamada y corrió aún más rápido.
***
—¿Claudia ha tenido ataques seguidos? —preguntó el doctor mientras anotaba algo en su registro.
—Pues... sí, ¿es malo?
—Mira, niño voy a ser franco contigo, tu niña está próxima a morir en su próximo ataque porque sus pulmones no están funcionando correctamente —la noticia cayó como un balde de agua fría sobre mí.
—Pero, pero, ¿existe un tratamiento? Dígame qué sí doctor —las lágrimas comenzaron a aparecer en mi rostro.
—Lamentablemente aquí en Estados Unidos no contamos con médicos especializados en esa rama de medicina, solamente en Europa existe un médico de confianza quien lo puede ayudar.
—¿Dónde? ¿Londres tal vez? —pregunté con la ligera esperanza que me dijera que sí, de esta manera sería más fácil buscarlo puesto que había vivido ahí durante cuatro años cuando estuve alejado de Dylan y Clau.
—No, Italia.
—Diablos —susurré y llevé mis manos a mi rostro—. ¿Qué harán con ella mientras consigo la información del doctor?
—La tendremos internada aquí, está muy grave y necesita muchísimo reposo.
—Dios —comencé a llorar sobre mis manos, ahora tenía dos problemas: Dylan y Claudia, dos tragedias, dos sufrimientos.
—Tranquilo, hijo, se pondrá bien, solo busca al médico, su nombre es Alfred Aciman.
—Gracias, doctor, ¿puedo... puedo pasar a verla?
—Desde luego, ven.
En el pasillo, de camino al cuarto de Claudia, pensaba entre lágrimas cómo me las arreglaría para trabajar, viajar a Italia y pagar los costosos tratamientos de ambos. Me estaba quedando sin dinero y encontrar un trabajo en la actuación se me hacía muy complicado, la demanda de trabajo era muy escasa.
Entré a la habitación y el corazón se me estrujó al ver a mi pequeña nuevamente con una máscara sobre su rostro, sus ojitos cerrados y su boquita ligeramente abierta, luchaba por un par de segundos más de vida, no era justo nada de lo que le pasaba, ella era un angelito sin alas al igual que Dylan, y era estúpido que los ángeles siendo tan buenos, deban recibir castigos horribles.
Tomé su pequeña mano y la besé, conteniendo las ganas de llorar que tenía, ya estaba cansado de llorar, mis ojos pesaban y ardían todos los días, sentía que ya no podía más, mi vida estaba volviéndose demasiado dura, no sé qué hice para merecer esto, ¿qué mal estaba pagando?
En mi momento de desesperación, me arrodillé frente a la cama y coloqué mis codos sobre la misma para cubrir mi rostro y suspirar, estaba solo y perdido, la peor combinación cuando estás atravesando por un fuerte problema.
Mi celular comenzó a sonar, lo saqué de inmediato y deslicé mi dedo sobre la pantalla al ver el número de Carmen, la trabajadora social, temiendo que me diera otra mala noticia.
—Thomas, necesito que vengas a mi oficina ahora mismo —dijo en cuanto logré pronunciar un "hola" debido al nudo que tenía atorado en mi garganta.
—¿Es algo malo?
—Solo ven aquí —y colgó.
Volví a suspirar y pasé una mano por mi cara frustrado, ahora, ¿con qué me saldría?
***
En cuanto entré al lugar en el que me citaron, Carmen no dijo nada, simplemente tomó mi mano y me condujo a lo largo de un frío y aburrido pasillo llenos de actas y cosas que ni siquiera me interesaban conocer. Llegamos a una gran habitación parecida a la de una corte, una señora mayor leía un par de hojas en medio de la sala, tenía pinta de ser una jueza.
Un momento...
—Carmen... ¿qué?
—No preguntes, Thomas, le hice lo mismo a Dylan hace varios años, me lo agradecerás.
—¿Qué?
—Thomas, siéntate por favor —ordenó la jueza señalando una silla que se encontraba a su lado, con mis manos temblorosas, me le acerqué y me senté—. Entonces quieres tener la custodia de Reina Claudia O'Brien, hija de Dylan O'Brien, ¿qué relación tienes con el joven?
—Es... es mi novio.
—¿Han pensado en casarse?
—No hemos hablado de matrimonio aún, pero siendo sincero, sí me veo casado con él en el futuro.
Sí, siempre y cuando dejes de besarte con Gzi. Una voz habló dentro de mi cabeza, de inmediato la sacudí, odiaba a mi conciencia a veces, por más razón que tuviera.
—Bien, ahora cuéntame, ¿por qué quieres adoptar a la niñita?
—Porque ella llegó al pequeño y humilde hogar que teníamos Dyl y yo, éramos pobres, por eso decidimos dejarla en un orfanato, porque pensamos que ahí tendría una vida mejor, pero no fue así, en el camino los tres creamos un vínculo increíble, le juro que pensé que esa niña estaba destinada para quedarse con nosotros para siempre, bueno tuve algunos problemas con mi madre y me vi obligado a alejarme de ellos, le juro que los días eran interminables, no había noche en la que no pensara en ambos y en cuanto estaba creciendo mi pequeñita, y lo peor creciendo sin mí. Pasaron cuatro años y de casualidad la volví a ver, le juro que me sentí completo de nuevo, toda la ansiedad se había ido, y no había momento en el que no pensaba en ella, en cuanto quería volverla a ver, afortunadamente ahora estoy con ella, mi novio sufrió un accidente, pero prometo cuidarla hasta que él despierte, quiero ser su padre y que lleve mi apellido, no es mi hija biológicamente, pero la amo como si en verdad fuese un pequeño pedacito de mí, como si fuera de mi sangre y créame que haría cualquier cosa por ella, hasta mi vida llegaría a dar solo por verla feliz.
La jueza dejó de mirarme y posó su atención en un montón de papeles que se encontraban sobre su mesa, hacia rayones, y líneas por doquier con el semblante serio, el cual me daba terror con cada movimiento que hacía. Finalizó con un par de firmas, luego me indicó que firmara una hoja.
—Muy bien Thomas, al parecer tu historial está en perfectas condiciones, no has tenido inconvenientes ni incumplimientos, es por esto que yo te asigno la custodia de Reina Claudia O'Brien Sangster.
Mi boca adquirió la forma de una O, no creí que obtendría esto tan rápido, estaba contentísimo y en shock, no esperaba que el urgente llamado de Carmen sería para esto.
Ya era su padre al fin.
—Hijo, di algo, ¿te comieron la lengua los ratones?
—Ah... ¿no podría ser Sangster O'Brien?
—¿El señor O'Brien está de acuerdo con esto?
—Pues... sí, eso creo, lo que pasa es que se escucha mejor decir Sangster O'Brien que O'Brien Sangster a pesar de que yo sea la pasiva de la relación, sé que Dylan lo entenderá, así que no se preocupe.
La jueza me dedicó una mirada rara, hizo algunos escritos en las hojas y me los entregó.
—Entonces será Reina Claudia Sangster O'Brien, muchas felicidades.
***
Lo primero que hice después de recibir los papeles y muchas felicitaciones por parte de Carmen, fue llamar a Kaya y a Ki Hong para contarles sobre la noticia.
Ninguno de los dos me contestó.
Así que corrí a mi auto y fui hacia el hospital para hablar con la persona a quien más amaba: Dylan. Pedí permiso antes de entrar a su habitación, y en cuanto me lo otorgaron, entré sin vacilar y abracé el frío cuerpo de mi novio.
—¡Amor, amor, lo conseguí! ¡Conseguí lo que tanto anhelaba! ¡Ya es nuestra hija, cielo! ¡Ya tiene mi apellido al fin! —sonreí mientras lo miraba, sin embargo, mi sonrisa se esfumó poco a poco al ver que Dyl jamás me respondió ni movió ningún músculo—. Ay Dyl, quisiera que estés despierto para que festejes conmigo, necesito besar tus labios y ser correspondido, pero te prometo, cielo que cuidaré de nuestra pequeñita, ahora que ya es una Sangster no sabes cuan feliz me siento —tomé sus manos heladas y las besé mientras comenzaba a llorar de la felicidad y la angustia porque mi novio no podía festejar junto a mí—. Te amo, precioso, siempre lo haré —deposité un beso en sus labios y lo abracé—. Iré con Claudia, corazón, le agradará muchísimo la noticia, regresaré pronto, te amo.
Otra vez volví a correr, esta vez para ir donde Clau, subí dos pisos a la velocidad de la luz y entré sin tocar, ahí estaba mi niña dormida con su máscara de oxígeno en su rostro.
—Hola, pequeñita —susurré despacio, ella gruñó—. Clau... despierta.
Sus ojos comenzaron a abrirse lentamente, en cuanto despertó me miró perdida, sus ojos estaban rojos porque recién había despertado, y en cuanto me reconoció sonrió levemente.
—Hola... papi —su voz sonó pésima.
—Hola, mi niña, adivina qué —ella levantó ligeramente su cabeza—. Carmen me llamó hace unas horas para darme esto —le enseñé la hoja del trámite.
—¿Qué... es?
—En esta hojita dice que tú ya eres mi hija por fin —en cuanto terminé de hablar, ella sonrió de oreja a oreja—. Ya tienes mi apellido cielo, eres Reina Claudia Sangster O'Brien
—Por fin, papi —esforzó una sonrisa y tomó mi mano, a continuación, comenzó a llorar.
—¿Qué tienes, bebita?
—Ya tengo el... apellido de ambos... pero a ti... te gusta... Gzi.
Sus palabras rompieron completamente mi corazón, sé que fue un estúpido error, pero Dylan es mi vida y jamás volvería a hacerle algo así.
—No me gusta la enfermera, amor —comencé a acariciar su cabecita—. Y te lo demostraré.
—Eso... espero, papi —entonces sus ojos comenzaron a cerrarse, entré en pánico al verla así, estaba muy débil.
—¿Reina?
—¿Mmmm? —pronunció aún con los ojos cerrados.
—¿Estás bien? ¿Te duele algo?
—No papi, solo... quiero dormir... un ratito.
—Está bien, descansa, mi amor —besé su frente y la miré dormir.
Suspiré sin saber qué hacer, nadie me contestaba las llamadas, no podía ir a casa porque estaría solo, bueno el perro me recibiría, pero no era lo mismo, necesitaba estar con mi familia.
Parecía que alguien me había escuchado, puesto que la puerta se abrió de pronto y me dejó ver a la enfermera con quién había engañado a mi novio en la mañana. Ni siquiera quise mirarla, me daba vergüenza después de lo que hicimos. Lentamente giré hacia mi hija, haciéndome el tonto, como si no la mirara, no quería entablar ninguna conversación con ella, debía mantener mi distancia para que nadie tuviera malos pensamientos.
—Thomas... —la ignoré mientras jugaba con mis dedos, parecía un idiota—. Tom — entonces se me acercó y tomó mi mentón para mirarme, rápidamente me alejé de ella.
—No me toques, Gzi.
—Thomas, escúchame, no es nada de ambos, quiero ayudarte.
—¿En qué?
—Tu niña —las tripas se me revolvieron al escuchar ese par de palabras.
—¿Qué tienes con Clau? Ya es mi hija ahora, no puedes hacerle nada.
—No, no, ¿quieres escucharme joder? —preguntó un tanto fastidiada, guardé silencio, jamás me había tratado así—. Conozco al médico que puede curar a tu niña, yo viví en Italia y me crié con mis abuelos, ellos eran muy buenos amigos del doctor, siempre me llevaban con él cuando enfermaba, si deseas puedo intentar contactarlo.
Mis ojos se iluminaron de inmediato, estaba algo enfadado con ella, incluso quise mantener la distancia y no volverle a hablar y ahora me iba a dar una mano con mi pequeña, qué buena persona es.
—¿Harías eso por mí? —mis ojos se iluminaron de inmediato y ella asintió gustosa.
—Es lo menos que puedo hacer por ti, después de lo que hice.
—Olvidemos lo que pasó, de ahora en adelante jamás tocaremos el tema, pero ahora centrémonos en Claudia por favor.
—Claro, Tommy, siempre y cuando me perdones por lo que pasó.
—Hey —susurré y me le acerqué para abrazarla—. Me estás ayudando muchísimo, ya te perdoné.
—Gracias —ella sonrió y me abrazó contenta.
***
—¿Qué hay? —una Kaya sería entró por la puerta de la habitación de Clau, está sería otra de mis desveladas aquí.
—Hola Kaya, ¿y Ki?
—Vendrá en unos minutos, fue por un café y traerá una sorpresa.
—¿Se quedarán conmigo? —sonreí con esperanza de no estar solo esta noche, puesto que Clau estaba más dormida que nadie.
—Claro que sí, como en los viejos tiempos —respondió mi amiga sin siquiera mirarme, se notaba a leguas que estaba enfadada conmigo.
Afortunadamente, Ki llegó de inmediato para romper el ambiente tenso que se había generado entre los dos. Jamás imaginé lo que vería a continuación, dos enfermeras detrás de mi amigo, movían la cama de mi novio dentro de la habitación, para acomodarla al lado de la cama de mi hija. Las enfermeras salieron en silencio y yo miré asombrado a Ki, quien simplemente me miró sonriente y me dio un leve golpecito en mi hombro.
—Pedí que lo trajeran para que ni él ni Clau estén solos, tal vez eso ayude en la recuperación de ambos, sobretodo en la de Dylan, saben bien cuán apegado es a Reina.
—Ay, Ki —sonreí al borde de las lágrimas y lo abracé—. Gracias por preocuparte por ellos.
—No hay de qué hermano, ya sabes que siempre estaré para ti, incluso cuando la cagues y cometas estupideces —la sonrisa se borró de mi rostro—. Gzi... me enteré que... se besaron, en el cuarto de Dylan.
—Sí, Ki, lo sé, ya hablamos de eso, no volverá a pasar, incluso es una bella persona, me ayudará a contactar al médico de Italia que operará a Clau.
—Ok, no ha sido tan mala y odiosa como lo pensé —comentó Kaya levantándose de hombros—. Si ayudará a Clau, me cae bien, aunque sigo sin confiar en ella, ten cuidado.
—Estoy de acuerdo con Kaya, ¿hay más buenas noticias?
—Pues sí, Clau ya es mi hija —sonreí dando saltitos, mis amigos abrieron la boca sorprendidos.
—¡Dime que no es una broma! —negué ante el grito de Kaya—. ¡Oh Dios mío, lo conseguiste! ¡Felicidades, ya es O'Brien Sangster!
—En realidad es Sangster O'Brien —aclaré.
—Pero si tú eres la pasiva —comentó Ki.
—Eso no importa, se escuchaba mejor, más elegante.
—Bueno así sean cholos sus apellidos, siempre estaré feliz por todo lo que logren mi pareja de jotitos, aunque bueno en este caso, solo Thomas.
—Pero saldrás de esta, Tom, la vida está mejorando un poco, hay que seguir —me alentó Kaya y yo la abracé con lágrimas en mis ojos, la quería muchísimo.
-------------------------------------------------------Días después-----------------------------------------------------
Desperté gracias al irritante sonido del despertador, rápidamente salí de la cama y fui a ducharme. Cerré los ojos mientras sentía cómo las gotas de agua me relajaban, este último mes he estado muy estresado y esto era lo único que me relajaba por el momento, estaba tan relajado que ni siquiera me di cuenta que me había tardado más de quince minutos aquí, por lo general tardo cinco y hasta más tardar diez minutos. Salí de la ducha y me vestí, desayuné con Shaggy moviendo su colita a mi lado y corrí al baño para peinarme. Miré mi bigote y automáticamente pensé en Dylan, él lo odiaba y moría porque me lo afeitara, sin ambrago yo siempre me negaba, ahora Dyl estaba dormido y no podría verme. Quizá y cuando despertara se alegraría muchísimo de verme afeitado, así que tomé una decisión, tomé la crema de afeitar y un rastrillo para después pasarlo varias veces sobre mi boca, eliminando cualquier rastro de pelo facial. Me miré al espejo, estaba como nuevo, parecía un bebé otra vez. Sonreí al imaginarme la futura reacción de Dylan al verme así, ya quería que despertara para que me viera. Me lavé la cara y fui por mis llaves para ir al hospital a visitar a mis dos amores.
***
—Hola, Gzi, ¿hay noticias sobre mi niña? —pregunté en cuanto me le acerqué.
—Sigue dormida, es casi nulo que esté despierta.
—¿Y eso por qué? —mi corazón se partió.
—Son los medicamentos, la ponen muy débil.
—Diablos, ¿lograste localizar al médico?
—Estoy en eso, se me hacen muy costosas las llamadas.
—Yo te las pago, pero por favor, haz un esfuerzo por mí.
—Lo haré porque es por ti —me sonrió y me observó detenidamente—. ¿Te afeitaste?
—Sí, lo hice por Dylan, él lo odiaba.
—A mí me gustaba, te quedaba muy bien.
—¿Estás segura? —sin querer sonreí.
—Sí, te veías muy guapo —me guiño un ojo y caminó hacia una habitación, ya era hora de su turno.
Levanté una ceja consternado y sacudí la cabeza, decidí ignorar a esa mujer e ir por Dyl y Clau.
***
Hoy como de costumbre, fui al hospital para saber sobre nuevas noticias, encontré a Gzi en una llamada como siempre, ella me sonrió al verme y luego guardó su celular para caminar hacia mí y abrazarme.
—Hola, ¿qué crees? Tengo una buena y una mala noticia.
—Suétalas de una vez, mujer.
—La buena es que localicé al médico —mis ojos se iluminaron—. Y la mala es que solo localicé su dirección, mas no pude hablar con él, por eso debemos viajar a Italia para hablar personalmente con él.
Me quedé helado, ¿había escuchado bien? ¿Ir a Italia?
—¿Qué opinas, Tom? Si deseas podría acompañarte, conozco perfectamente los barrios de Italia.
—¿Estás segura?
—Completamente, tuve que leerme diez guías telefónicas de Italia y encontrar su nombre, me fue difícil, pero no imposible, así que... ¿iremos?
Permanecí en silencio unos cuantos segundos mientras mordía mi labio y miraba al suelo, no era mala idea, sin embargo, no quería alejarme de Dylan y de Clau, pero si debía viajar para salvar a uno de ellos, prefería correr el riesgo.
—Está bien, Gzi, iremos a Italia.
—¡Bien, Tommy! ¡Así se habla! Ahora iré a hacer mis maletas, tú también deberías hacerlas, nos iremos pasado mañana.
—De acuerdo, tengo dos días para disfrutar mi tiempo con Clau y Dylan
—¿Bromeas? Debemos ir a comprar los boletos para el vuelo, vamos, luego los verás, ya he pedido permiso aquí —entonces tomó mi mano y me llevó con ella hacia la puerta principal.
Dios, dame una señal de que estoy haciendo bien las cosas, pensé mirando al cielo mientras me subía a mi auto junto a Gzi.
***
—Pórtate bien, mi cielo —le susurré a una Claudia dormida profundamente, la pobre no despertaba desde hace días—. Regresaré pronto, te amo, mi niña, te quedarás con papá, así que no te preocupes —besé su frente por última vez y caminé hacia la cama de Dylan, Gzi me esperaba bajo el marco de la puerta.
—Y tú, chiquito —acaricié la mejilla de mi novio—. No me extrañes, volveré pronto para salvar a nuestra pequeñita, ¿sí? Te amo, mi amor, espero que cuando regrese ya hayas despertado.
—¿Vamos? —me preguntó Gzi.
—Sí, sí, un segundo —entonces abracé a mi novio y deposité un tierno beso en sus labios—. Te amo, cielo.
—¿Pa... Papi? —al escuchar una tierna vocecita llamarme, sonreí y giré de inmediato, mi niña había despertado, se miraba sumamente decaída.
—Hola mi niña, ¿cómo estás? —rápidamente me le acerqué para acariciar su mejilla.
—Me duele... mucho el... pecho.
—Tranquila, Clau, todo pasará pronto, ¿sí? Hay un doctor que logrará curarte por fin.
—¿En... serio? —una pequeña y débil sonrisa se formó en su rostro, no pude evitar sonreír—. ¿Y... esas maletas?
—Debo viajar a Italia para traer al doctor, mi Reina.
—¿Te vas? —sus ojitos se llenaron de lágrimas.
—Sí, mi amor, pero lo hago por ti, para que Pepe desaparezca de una vez por todas.
—¿Te irás mucho... tiempo?
—No mucho, Clau, en menos de una semana estaré aquí.
—Me voy... a quedar... solita.
—No, Reina, tus tíos estarán contigo todo el tiempo, jamás estarás sola, además, papá está aquí contigo —me hice a un lado y se lo enseñé, ella volvió a sonreír.
—Thomas —me llamó Gzi desde la puerta, en cuanto la vi, me hizo una seña en su muñeca, diciéndome que ya era hora, Clau la miró enfadada.
—Ya debo irme, mi niña, el avión no me esperará.
—Te voy... a extrañar... papi.
—Yo también, Clau, prométeme que cuidarás de Dyl, mientras yo no esté.
—Lo... prometo, papi... te amo.
—También te amo —entonces abracé su delicado cuerpo, estaba tan delgada que creí que se rompería en algún momento, todo era culpa de los medicamentos.
En cuanto nos separamos, besé su frente y acaricié su cabello, musité un último "Te amo" y fui con Gzi, antes de salir, le di una última ojeada, la pobrecita me miraba con ojitos de perrito regañado, con dificultad extendió su mano y se despidió con esta, hice lo mismo y finalicé con un besito volado para ir hacia mi auto.
Claudia:
—Papá —comencé a hablarle, ya me sentía un poco mejor y sentía ganas de hablar con él—. Me voy a curar, ¿sabías? Pepe se irá y estoy muy feliz por eso, solo que mi papi Tommy tuvo que ir a Italia con la fea de Gzi a buscar al doctor que me ve a curar. Me cae mal Gzi, papá, si la vieras, te juro que vomitarías, es la mujer más fea que pueda existir y a mi papi le encanta estar con ella, a veces es un tonto —suspiré enojada y lo miré, extendí mi mano hacia él y la tomé—. Solo quiero que despiertes para que puedas escucharme, no me gusta ser la única que te habla, papá, o si me escuchas, dame una señal, por favor.
Entonces sucedió algo increíble, algo que creía imposible, mi papá apretó mis dedos con firmeza y jamás me los soltó hasta un par de minutos después. Quedé completamente en shock, no podía creer lo que estaba pasando, mi papá me había escuchado, no estaba sola, era un milagro, estaba vivo y quizá pronto despertaría. De inmediato oprimí un botón rojo situado sobre la cabecera de mi cama, con el cual podía llamar cualquier enfermera para que me atendiera. Un doctor llegó en seguida y me miró asustado.
—¿Qué pasa, Claudia? —preguntó serio.
—Mi papá apretó mi mano, doctor.
—No es posible —de inmediato comenzó a revisar sus signos vitales.
—Es la verdad, estaba hablando con él y me apretó los deditos.
—Tal vez sea algún reflejo porque está a punto de despertar, siempre pasa en mis pacientes.
Sonreí contenta y abracé a Corny muy feliz, era la segunda buena noticia que había recibido en el día, si mi papá despertaba y yo me curaba, por fin podría ser feliz.
Solo esperaba que mi papi viniera rápido con ese doctor, ya quiero despedirme de Pepe.
***
Ya había pasado una semana en la que había empeorado, ahora respiraba con una máscara desde hace dos días, mis pulmones cada vez eran más débiles, creo que no podría resistir un día más. Siempre he dicho que odio los lunes, pero este fue un tanto diferente en cuanto vi a mi papi entrar a la habitación de mi papá y mía, detrás de él, caminaba una Gzi sonriente.
Cuando mi papi me miró en ese estado, rápidamente se le borró la sonrisa del rostro y se acercó para acariciar mi mejilla y mirarme preocupado.
—Mi amor, otra vez conectada a una máquina —cerré los ojos para afirmar—. No te preocupes, cielo, ya traje al doctor, fue muy difícil, pero lo conseguimos, amor y te vas a curar al fin.
—Ya tráelo...papi —hablé débil.
Lo único que recuerdo de los siguientes treinta minutos, fue a un montón de doctores corriendo de aquí para allá, yo despidiéndome de mi papá Dylan -quien aún dormía como un oso- cuando me trasladaron a otra habitación; mi papi a mi lado repitiéndome que todo iba a estar bien, sin embargo, los últimos minutos lo vi muy pegado a la tonta de Gzi, sobre todo cuando coqueteaban, no podían disimularlo. El doctor llegó de pronto, anunciando que comenzaría la operación, por lo que mi papi se alejó con Gzi para depositar un besito en mi frente.
—Eres valiente, Clau, eres una guerrera de metal y saldrás de esta, Pepe se irá en cuanto antes, pero primero debes luchar para salir de esto, ¿sí? No olvides que papá y yo te amamos con todo nuestro corazón y sabemos que te curarás. Te amo, mi princesa hermosa.
No pude hacer nada más que parpadear gracias a la máscara que tenía en mi rostro, Corny se encontraba a mi lado, había pedido de favor que nadie me separara de él en toda la operación, para sentirme segura, era mi mejor amigo y siempre estaba conmigo, en las buenas y en las malas.
Antes de poder cerrar mis ojos, pude presenciar la escena más asquerosa que mis ojitos alguna vez pudieron ver: cuando papi salió de mi habitación, se besó con Gzi en el marco de la puerta y salió de ahí con ella. Hubiese hecho un completo berrinche y llanto, de no ser porque el efecto de la anestesia llegó en seguida y yo debí cerrar mis ojos para que se llevara a cabo la operación.
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Ya quedan pocos capítulos para que termine la historia :((((( i'm gonna cry
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