Capítulo 49
La tarde de compras había distraído a Thomas del infierno en el que se encontraba, ver la carita de emoción cuando su nena miraba los juguetes lo llenaba de vida, si fuera por él, le compraría toda la juguetería, porque se lo merecía, sin embargo se contenía por los gastos medicinales de su novio. Reina tuvo que escoger uno de un grupo enorme de juguetes como le había ordenado su padre, a pesar de que ella los quería todos, sabía que no podía abusar debido a la situación en la que se encontraba Dylan.
Thomas esperaba pacientemente a que su niña se decidiera por qué juguete se llevaría consigo a su hogar.
—¡Definitivamente este! —dijo abrazando a una Hello Kitty de peluche.
(Supongamos que eso es un peluche XD)
—Muy bien, amor, ese será —y entonces el rubio ayudó a su pequeña con el peluche, puesto que el tamaño se lo impedía cargarlo.
Claudia y Thomas caminaban hacia la parte de bisutería para comprar algunas cosas para la presentación del día siguiente. Se colocó frente a un estante de lazos y vinchas, observaba atentamente todos los modelos, necesitaba unas vinchas con flores blancas, pero no encontraba ningunas. Luego de buscar durante un par de minutos se rindió y giró su cabeza para buscar ayuda, llevándose la sorpresa de encontrar un arbusto de cabellos rubios, caminar de estante en estante. Cuando ella miró al frente; ambos cruzaron miradas, la rubia se ruborizó y caminó hacia él con una sonrisa.
—Hola —lo saludó.
—Hola, Gzi, ¿qué te trae por aquí?
—Ah hoy es mi día libre y aproveché para venir a hacer unas compras.
—¡Aquí están papi! —exclamó Clau desde lejos, cuando dejó de sentir la presencia de su padre cerca de ella, giró sobre sus talones asustada.
Lo vio a lo lejos hablando con la odiosa enfermera, sintió sus celos al máximo, el hecho de que Thomas la dejó sola por ir con la fea de Gzi la llenaba de ira, así que, sin pensarlo dos veces, caminó furiosa hacia ambos dispuesta a reclamar lo que era suyo.
—Papi, ya encontré las vinchas —habló agitando su pantalón, sin embargo, el rubio nunca se inmutó en mirarla, su vista seguía clavada en Gzi—. Papi, escúchame —continuaba agitando su pantalón, pero él seguía sin prestarle atención—. ¡PA, YA BASTA, ESCÚCHAME! —ante el fuerte grito, ambos la miraron, Gzi con fastidio.
—¿Qué pasa, Reina?
—Encontré las vinchas.
—Ponlas en el carrito, mi vida, voy en un segundo.
—¡No, vamos juntos! ¡Tú solo quieres estar aquí por ella!
—No digas eso, bebé, solo la encontré y estuvimos hablando, de hecho, no he visto que la hayas saludado, ¿dónde quedaron tus modales, jovencita?
Claudia rodó los ojos y miró a Gzi con una sonrisa hipócrita.
—¿Qué hay? —fue cortante, como solía ser con todos los que no le caían bien.
—Reina Claudia —la reprendió Sangster.
—Ah ya, buenas tardes señora enfermera, ¿cómo está? ¿Mi papá ya despertó?
—Buenas tardes, de hecho, debo decirte que no sé nada del hospital desde ayer.
—Ash —se quejó la menor.
Sí no me vas a servir, vete. Pensó la niña.
—Bueno, creo que no es momento de preocuparnos, Gzi, estamos buscando varias cositas, porque mañana Clau se presentará en su primer recital, ¿quieres acompañarnos? Luego comeremos algo.
—¡NO! —pensó la niña en su interior.
—¡Claro que sí! Pero primero, debo ir a pagar estas cosas.
—Claro que sí, ve. Aquí te esperamos.
—Menos yo —pensó Reina en voz baja, queriendo matarse al saber que Gzi estaría con ambos el resto del día.
***
El día no pudo ser peor, y todo por la odiosa de Gzi, quien en este momento reía junto a Thomas y se abrazaba a él, ¿y Claudia? Olvidada frente a ambos, deseando con todas sus fuerzas en ir al hospital y ver a su papá, por lo menos él —a pesar de estar dormido— la escuchaba y no la cambiaba por una grilla fea. Lo único que tuvo que hacer fue sentarse a esperar, hasta que se fueran de una vez, viendo cuán asquerosa podía llegar a ser aquella mujer, quien se chupaba los dedos de una manera exagerada, ponía los codos sobre la mesa y se servía del plato de la ensalada con su propia cuchara, era un horror de mujer.
Lo único bueno de ella es que, como era mujer, podía comprar cosas bonitas como maquillaje, porque si su papi la hubiera ayudado, de seguro compraba colores feos o de mala calidad.
Comenzó a hurgar entre las bolsas para ver lo que habían comprado, sacó un par de esmaltes celeste y rosado. De pronto, Thomas se levantó de la mesa para ir al baño, dejando solas a ambas chicas, a Claudia le entró la curiosidad de pintarse las uñas, sin embargo, la mala experiencia que una vez vivió con Britt la detuvo, tenía miedo de cometer el mismo desastre y que Gzi reaccionara mal. Quizá si le pedía de favor que la ayudara, ella accedería.
—Gzi... disculpe —la llamó con miedo, ella ni siquiera la miró, su vista estaba clavada en su celular—. ¿Puede pintarme las uñas? —le enseñó los esmaltes.
Al mirar aquellos objetos de reojo, la rubia decidió prestarle atención, abrió los ojos al ver que la tediosa niña de Thomas sostenía las cosas que había comprado.
—¿Qué haces con mis esmaltes? —le preguntó con indiferencia—. ¿No te han enseñado a no agarrar lo que no es tuyo? —dicho esto se los quitó de las manos, Claudia la miró desanimada.
—Pe...pero mi papi los compró para mí.
—¿Estás loca? Estos son míos, él me los compró a mí.
—Entonces si son suyos, igual, ¿me puede pintar las uñas? —preguntó colocando sus manos sobre la mesa y sonriendo levemente.
—¿Crees que voy a gastar mis bellos y costosos esmaltes en ti? —la mayor la miró con asco y alejó dichos objetos de ella—. Ni lo sueles, niñita, ya vete a jugar y no me molestes.
Usted no nos moleste a mi papi y a mí. Pensó.
Suspiró triste y recostó su cabeza sobre la mesa, se sentía muy mal, incluso sintió ganas de llorar, pero no quería demostrarlo, Gzi era como Britt y de seguro la trataría mal si comenzaba a llorar o la amenazaba como solía hacerlo la ex novia de su papá, así que prefirió ahorrarse aquel mal momento conteniendo el llanto.
Afortunadamente, Thomas regresó del baño tres minutos después y anunció que era hora de irse. Claudia festejó internamente, tomó a Corny de su colita y la mano derecha de su padre para después salir del restaurante hacia el auto. Como en el viaje de ida, Gzi fue al lado de Tom, y Claudia en el asiento de atrás junto a su peluche, en silencio, rezando internamente que la rubia se fuese de una vez por todas. Desde aquel asiento la observaba, era una mujer vulgar, no tenía modales y decía malas palabras todo el tiempo, era asquerosa y escandalosa, no merecía ser mujer, su risa era horrible al igual que sus dientes y su cara. Clau agitó su cabeza y decidió dejar de mirarla, con solo echarle un ojo le daban ganas de vomitar, ¿cómo podía existir una mujer tan ridícula y fea?
Para su buena suerte, no tardaron mucho en llegar a su casa, Gzi se despidió, tomó sus compras y bajó del auto, automáticamente Claudia brincó al asiento del copiloto junto a Corny. Thomas la miró y agitó su cabeza con una sonrisa, a continuación, arrancó el auto para ir a su hogar.
—¿Ahora sí iremos al hospital? —preguntó la niña.
—Iremos a casa, Clau.
—¿Por qué?
—Ya te dije, no podemos ir con papá.
—Pero quiero verlo para que me dé suerte para mañana.
—Clau, esto es difícil, no podemos ir.
—Por favor, papi, por favor —rogó juntando sus manos.
—No, Reina, lo siento.
Ambos guardaron silencio, el único sonido presente era el del motor del auto, ni siquiera la radio estaba encendida, bueno, la ausencia de sonido fue momentánea, puesto que en menos de un parpadeo, los sollozos de Claudia comenzaban a hacerse presentes.
—Clau, no llores —musitó Thomas sin mirarla, su vista estaba clavada en la carretera.
—Es que yo quería ver a mi papá, o por lo menos estar ahí para que mañana me vaya bien —sollozó—. No voy a estar tranquila si no lo veo.
Thomas no tardó en decidir que debía dar la vuelta su coche para ir al hospital, Claudia era demasiado sensible y si de verdad necesitaba estar ahí, pues debía ir con ella, tomó en cuenta que la pobre había tenido tantos traumas que sentía que debía consentirla en todo para que no se sintiera mal y sobre todo para que su situación emocional no empeorara. Sonrió en cuanto su niña paró de llorar y comenzó un festejo con aplausos y pequeños saltitos en cuanto giró el volante para dar la vuelta.
Solo esperaba que Dylan haya salido de la operación, el doctor había quedado en llamarlo, sin embargo, en su celular no había ningún registro de llamadas.
***
—¡Vamos, papi, apúrate! —la niña tiraba del brazo de Tom hacia la habitación de su papá, mientras el mayor revisaba su celular en todo momento a ver si tenía nuevas noticias
Se encontraron a Kaya y Ki dormidos en la sala de espera, Kaya reposaba su cabeza sobre el hombro de Ki, sus cuerpos estaban cubiertos por una manta delgada.
—¡Tíos! ¡Tíos! —gritó la niña y fue hacia ellos.
—¡Shhhhh! —exclamaron los presentes y la pequeña se encogió.
—¡Lo siento! —volvió a gritar y Thomas cubrió su boca, frente a tales gritos, los mayores despertaron de su pacífico sueño—. Tíos, ¿dónde está mi papá?
Automáticamente, Kaya y Ki miraron a Thomas con tristeza, buscando una respuesta en el rubio para saber si decirle o no a la pequeña que su padre todavía no salía de la operación.
—¿Aún no sale? —les preguntó con los labios y ellos negaron levemente, una sensación de miedo abatió su cuerpo.
—¿Qué pasa? —la mirada de Claudia viajaba de su padre a sus tíos, quienes no sabían qué decir.
—Ven, Clau, siéntate —Kaya la atrajo a su regazo y la abrazó desde su espalda—. Mira, tú misma viste cómo estaba papá —ella asintió lentamente, sin despegar la mirada de su tía—. Papá no se encuentra del todo bien y en la mañana se puso un poquito peor —la cara de tranquilidad de Claudia cambio drásticamente a terror—. Es por esto que los doctores lo están curando en este momento.
—Pero... pero, ¿podemos verlo ahora?
—No, bebé, los médicos lo están curando, ya te lo dije.
—Pero... pero —comenzó a sollozar—. Yo quería... verlo —las lágrimas se hicieron presentes—, necesito suerte para mañana —dicho esto comenzó a llorar, por lo que Kaya la abrazó.
Los tres adultos se miraron con pena, Thomas no aguantó más y dejó que las lágrimas lo dominaran, ya no podía hacerse el fuerte en una situación como esta, se sentó al lado de Kaya y junto a Ki, comenzaron a acariciar la cabecita de la pequeña para intentar consolarla. Un par de minutos después, Thomas se separó para limpiar sus lágrimas.
—Iré al baño, ¿sí? —musitó y se alejó de ellos.
—Voy con él, tengo hambre y no tengo dinero, a ver si me quiere comprar algo —comentó Ki y caminó detrás de su amigo, dejando a las dos muchachas solas.
—Tía —la llamó su sobrina en cuanto se calmó completamente.
—¿Qué pasa, corazón? —habló mientras acariciaba su carita.
—¿Puedes ayudarme en algo? ¿Puedes escribir una carta para mi papá? Yo te digo lo que quiero ponerle y tú escribes.
—Claro mi amor, ahora voy por lápiz y papel.
***
—Bien, ya quedó, cuando tu papá salga de la operación se la daremos —comentó Kaya doblando la carta y sorbiendo su nariz debido allanto al rovocado por la carta de la pequeña, habían muchos sentimientos en ella.
Claudia suspiró, ella también había llorado, puesto que puso su corazón enteramente en esa carta. Kaya guardó la carta en su bolso y sacó de él un esmalte lila, lo abrió y pasó la brocha húmeda sobre una de sus uñas mal pintadas, al parecer estaba fortaleciendo el esmalte de esta.
—Tía, ¿me puedes pintar las uñitas, por favor? —preguntó con algo de timidez debido a lo que había experimentado con Gzi hace unas horas.
—Con gusto, mi amor —dicho esto, tomó la mano izquierda de su sobrina y comenzó a pintar sus pequeñas uñas.
Una sonrisa se dibujó en su rostro y sus pequeños ojitos azules se iluminaron al ver los colores dando vida a sus uñas, en la tarde estaba tan desanimada por culpa de Gzi, pero ahora se sentía muchísimo mejor, su tía siempre era buena con ella y sabía que jamás le haría daño, ¿por qué todas las personas no podían ser como su tía Kaya? Luego de algunos minutos, sus uñitas lucían muy preciosas, coloridas y brillantes, estaba encantada.
Pinche Gzi inútil, pensó mientras admiraba sus manos.
***
Una sensación de emoción abatió su cuerpo en cuanto abrió sus ojos al escuchar el sonido de la licuadora funcionar, hoy era el gran día. Una figura peludita se encontraba delante de ella, su lengua afuera y colita moviéndose hicieron sonreír a Reina, quien aún permanecía con Corny sobre su pecho. Palmeó la cama y Shaggy subió a la cama para llenar de saliva su cara, su mascota estaba creciendo rápido, ya no era el mismo bebé de hace algunos meses.
—Vamos a desayunar, pequeño —dijo mientras acariciaba la cabecita del perro, quien ladró y bajó de la cama directo a la cocina.
Claudia lo siguió, una vez ahí, vio a su papi y a su tía bailando una canción de Queen en la cocina mientras cocinaban contentos, aquella melodía le recordaba a su papá. Cuando ambos notaron su presencia, le sonrieron y se acercaron a ella para cargarla y llenarla de besos.
—¡Buenos días! ¡Ya se levantó la princesa que hoy se lucirá en su baile! —exclamó Kaya—. ¿Cómo amaneciste, corazón?
—Nerviosa —una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
—No te preocupes, mi vida, todo saldrá bien, porque eres la mejor bailarina —Thomas besó su mejilla—. Ahora vamos a desayunar.
***
El celular de Thomas sonó mientras esperaba a que su hija estuviera lista junto a su tía. Deslizó el dedo por la pantalla con nerviosismo al ver el nombre de Carmen en la pantalla.
—¿Hola?
—Hola Thomas, ¿cómo estás? Mira, necesito que vengas a mi oficina hoy para que firmes unos papeles sobre Clau y tu custodia sobre ella.
—¿Hoy? No puedo, hoy es su presentación, ¿podría ir en la noche?
—Claro, no hay problema, asegúrate de grabar la presentación, quiero ver a esa princesa lucirse en el escenario como sus padres.
—Claro, Carmen, lo haré.
—Bueno Thomas desearle mucha suerte a la bebé de mí parte, adiós.
—Gracias, adiós —colgó—. ¿Papeles de Claudia? ¿Sobre qué? —susurró y guardó su celular, luego se preocuparía de eso.
—Papi... —y entonces giró sobre sus talones y vio a la princesa más hermosa que pudo contemplar.
Claudia vestía aquel traje que compraron ayer, su cabello suelto lucía unas bellas ondas y sus vinchas de flores blancas. Traía un maquillaje bajo, el cual gracias a su piel blanca la hacía ver muy hermosa. Una gran sonrisa relucía en el rostro del rubio y cuando Clau la notó, enrojeció y cubrió su rostro.
—Oh no, amor, no te apenes, estás hermosa —dijo mientras se arrodillaba frente a ella y acariciaba su carita.
—¿De verdad? —sonrió levemente mientras lo miraba.
—Jamás te mentiría, bebita —besó su frente y caminó hacia la puerta para abrirla.
—Shaggy deséame mucha suerte —la niña se arrodilló frente a su mascota y dejó que este lamiera su cara—. Te amo, volveré en la noche para jugar —besó su pequeña cabecita y fue con Thomas—. ¡Vámonos, papi!
***
—A ver Clau, otra pose —Thomas apuntaba con su cámara a su hija—. Recuerda que estas fotos las verá papá —entonces Claudia colocó sus manos en su cintura y cruzó sus piernas, los rayos del sol ayudaban bastante en la iluminación.
—¡Eso es! ¡Eres muy hermosa!
—¡Dios voy a imprimir estas fotos y a colgarlas en mi cuarto! —exclamó Kaya.
—¿Ya son suficientes fotos? —preguntó la niña algo cansada.
—La última, la última —el flash se disparó por el celular de Kaya—. Listo.
—¡Por fin! Ahora sí ya entremos —dio media vuelta y caminó hacia el teatro.
—Reina Claudia, no puedo creer que vayas a entrar sin mí —al escuchar aquella voz, su corazón brincó de emoción, volvió a girar sobre sus talones y sonrió al verla.
—¡Mami Shelley! —exclamó mientras caminaba hacia ella, quien la abrazó con dulzura y llenó su carita de besos.
—Hola, preciosa, ¿lista para la presentación?
—No, pero lo haré de todas formas —aquel comentario causó una risa en la mayor.
—Lo harás bien, bebita. Hazlo por papá.
—Sí, lo haré, es mi única motivación para estar aquí.
—¿Y que, tu otro papá no lo es? —otra voz hizo que su corazón brincara de emoción.
—¡Papá Tyler! —exclamó corriendo hacia él—. ¡Tío Posey! —ahora abrazó al mencionado—. ¡Vinieron!
—Claro que sí, jamás me perdería la primera presentación de mi princesita —Hoechlin acarició la mejilla de Claudia.
—A mí Ki me dijo que me invitaría unos tacos si venía —Posey se acercó al mencionado y lo abrazó—. Por eso estoy aquí.
Al escuchar semejantes palabras, Kaya y Shelley le dieron un golpe en su estómago con sus carteras, provocando que el muchacho abriera los ojos e inflara sus mejillas por el impacto.
—¡Era broma!
—Más te vale, lobito —Shelley lo fulminó con la mirada y caminó lentamente hacia la entrada—. Bueno, ¿vienen o no, tortuguitas? —preguntó después de dar vuelta para mirarlos—. Hay un show por ver y disfrutar.
—¡Sí! —exclamó Clau y corrió hacia Thomas para darle la mano y entrar al teatro, mientras caminaba, sonreía por la felicidad sentía, jamás pensó que los Tylers y Shelley vendrían, era perfecto, solo faltaban su papá y el centenar de tíos que tenía, sin embargo comprendió que no entrarían todos en el pequeño teatro.
De todas maneras, estuvo muy agradecida con que ellos estén ahí con ella.
***
Ya casi era hora de ir con sus compañeras detrás del escenario para alistarse, desde su asiento, levantaba su cabeza para buscar a Sam y a Dylan, muy en su interior pensaba que hoy sí despertaría y en cuanto lo hiciera, correría a la velocidad de flash para estar ahí con ella. Balanceaba sus pies de adelante hacia atrás mientras observaba las demás presentaciones, el pánico la estaba matando, tenía miedo de volver a arruinar la obra como la de Caperucita Roja de hace algunos años en su antigua escuela, por esa razón comenzó a respirar con los ojos cerrados para poder calmarse, quería dar la mejor presentación para que Dylan viera la grabación muy contento.
—Clau, ¿estás bien? —aquella pregunta le hizo abrir sus ojos, su padre la observaba sumamente preocupado—. ¿Te duele el pecho?
—No, papi, tranquilo, solo lo hago para calmarme-}.
—Gracias al cielo —pasó una mano por su frente y suspiró—. Ven, ya es hora que subas, ya casi se presenta tu grupo.
—Oh Dios mío —susurró y bajó de su silla para colocarse delante de sus tíos—. ¡Necesito su bendición ahora!
—Corazón, todo saldrá bien, recuerda siempre lucirte y demostrar ese enorme talento que tienes —le dijo Kaya.
—Siempre se la más diva en ese montón de niñas apestosas —soltó Shelley—. Porque tú eres la más preciosa.
—A ver, en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo —la niña rio cuando Ki trazó una cruz delante de ella—. Santos chinos, cuiden de este bello ángel en su primera presentación por los siglos de los siglos, amén.
—Lo mismo de Ki —Posey imitó su acción—. Pero añado: Virgencita de Guadalupe que esta niña se luzca como nunca y le vaya de lo mejor, ¡ah caray! —sacó una rosa blanca detrás de su espalda—. ¿Y esta rosa? —Claudia volvió a reír y esta vez fue con Hoechlin.
—Te amo Claudia, como no tienes idea, cuando bailes, piensa que Dylan estará muy orgulloso cuando vea el video que grabaré, ¿sí? —ella asintió—. Ve con Thomas.
—Aguarda —la pequeña colocó a su peluche a la altura de sus ojos y lo besó—. Gracias por tus buenos deseos Corny, también te quiero, pero debes quedarte aquí, graba con mi cámara de juguete que está en el bolso de mi tía Kaya, adiós —dicho esto, entregó el peluche a la mencionada—. Ahora sí, vámonos, papi —tomó su mano y juntos caminaron al escenario, una vez arriba, Thomas se arrodilló a la altura de su hija y acarició sus mejillas con una pequeña sonrisa en su rostro.
—Sabes que estoy orgulloso de ti, ¿cierto? —ella negó—. Pues lo estoy y mucho. Porque has llegado muy lejos a pesar de que Pepe siga aquí —señaló su corazoncito—. Sé que lo harás increíble porque tu talento es único, no dejes que los nervios te ataquen, mi amor, piensa en papá y en lo orgulloso que se siente de ti al igual que yo. Eres la guerrera más pequeñita que conozco y por eso, todo saldrá bien —Claudia asintió mientras arrugaba la nariz para contener el llanto, una mezcla de emociones se había formado en su interior—. No llores, mi amor, se dañará tu precioso maquillaje.
—Perdón, pero me gustó todo lo que me dijiste.
—Y te lo dije de corazón, tú sabes cuán frío puede llegar a ser papi Tommy —volvió a asentir—. Pero jamás contigo y con Dylan —abrazó a la pequeña y besó su mejilla—. Te amo.
—Yo también, papi.
—Lo harás bien, eres O'Brien, sinónimo de talento.
—Sangster también lo es —ella le guiñó un ojo y Thomas bajó del escenario mientras se despedía de ella con la mano—. Muy bien Claudia, a practicar para dejar orgullosos a tus papás —dicho esto, comenzó a bailar y repasar el número, tal y como su maestra les había enseñado—. Y uno, y dos, y tres, y cuatro —extendió su pierna derecha y giró—. Y uno, y dos, y giro, ¡ahhhh! —en cuanto realizó aquella acción, casi muere de un susto cuando vio a Sam delante de ella.
—¿Tan feo estoy? —le dedicó una sonrisa tímida y se encogió levemente de hombros.
¡Pero desde luego que no! Ese niño parecía haber salido de la mismísima mitología griega, pero no por parecer un monstruo, sino un Dios del Olimpo, y con ese trajecito que vestía, se veía más guapo para Claudia, así que automáticamente, esas cosquillas de enamoramiento llegaron a su estómago.
—No, sino me asustaste, no pensé que vendrías.
—Oh, lo siento, es que mi hermano, tardó demasiado arreglando su cabello.
—Pero viniste y eso es lo importante —Claudia tomó sus manos con delicadeza y sonrió.
—Sí, yo... ah... te traje algo —se soltó del agarre de la niña y buscó algo en sus bolsillos—. Aquí está —dicho esto, sacó de él una pequeña flor blanca—. la encontré afuera y se me hizo muy bonita, espero que te guste —entonces la colocó sobre la oreja de Clau, donde encajó a la perfección.
—¡Me encanta! —exclamó y de inmediato abrazó a Sam—. Gracias Sam, te quiero.
—Yo también, Clau, mucha suerte en tu presentación, ahora iré con mi hermano a esperarte.
—Gracias, Sam —Reina besó la mejilla del niño y este enrojeció.
—De... nada... adiós —dijo completamente ido y bajó las escaleras sin poder creerlo, Claudia suspiró al verlo, en verdad le gustaba mucho.
—Bueno, sigamos, y uno y dos y tre...
—¿Ensayando para tu papel sin importancia? —la voz de Tatiana la hizo girar, en cuanto la vio, no pudo evitar abrir la boca sorprendida, su traje era hermosísimo, una joya de oro comparada a lo que ella llevaba puesta.
—Mi papel también es importante.
—¿Ballerina secundaria? Sí claro.
—Ya deja de molestarme —dicho esto, volvió a girar sobre sus talones y se concentró en continuar ensayando.
—Bien, Tati, aquí está —discretamente, Claudia giró para observar quién había venido.
Se trataba de una señora que aparentaba tener unos treinta años de edad, quien abrazaba y besaba a Tatiana mientras le deseaba suerte todo el tiempo. ¿Quién será ella? Se preguntaba la niña, debido a su curiosidad.
—Suerte Tati, te amo
—Yo también, mami, adiós — y entonces la mujer se fue.
En el blanco, era su madre, Claudia había hecho algunas suposiciones pero no quería afirmar nada hasta estar completamente segura de su hipótesis y era obvio, Tatiana y esa señora tenían ciertos rasgos que compartían.
—Mira, mi mamá me trajo una pulsera de diamantes para la buena suerte —la muchacha presumió dicho objeto—. ¿Qué te trajo la tuya?
—Ah... yo no...
—Oh es cierto, ¡no tienes! —Tatiana comenzó a reír para burlarse.
—¡Sí tenía! —levantó la voz—, pero... murió.
—Oh sí, en llamas, todos lo sabemos, pero nadie te cree.
—¡Porque así fue!
—Ajá, y tu papá algún día despertara —volvió a reír—. Me voy antes de que me contagies tu mala suerte, necesito todas las buenas vibras para MI SHOW —dicho esto se alejó de Reina dando ligeros saltos de bailarina, dejando a la pobre Claudia algo intranquila.
La mente de Reina era un completo caos en cuanto su enemiga se alejó, estaba bien hasta que tocó el tema de su madre y de cómo murió, ahora esa imagen terrorífica se proyectaba en su cabeza una y otra vez y no la dejaba tranquila, recordaba las llamas, el calor parecido al de un horno, ese sentimiento de desesperación porque pensaba que moriría junto a su papá y su tía, sensación que experimentaba en este momento, y no sabía el por qué, si ya fue un hecho pasado, ¿por qué vuelve a sentirlo como si o estuviera viviendo ahora?
Decidió concentrarse en respirar, puesto que sentía que su pecho dolía al inhalar y exhalar aire, necesitaba estar bien para la presentación.
—Recuerda lo que te dijo Flor —comenzó a hablar sola—. Todo es mental, piensa en cosas bonitas... helado, Corny, papi, papá... —la imagen de su padre lastimado se proyectó en su mente—, no mi papá no... eh arcoiris, monitos, colores, dibujos, ballet.
De pronto, el gran telón se cerró y de inmediato, la maestra Julia llegó corriendo hacia las niñas para decirles que en dos minutos saldrían a escena. El corazón de Claudia comenzó a latir desesperadamente, y para calmar sus nervios mordía sus uñas con rapidez. Adiós al esmalte que su tía le había colocado.
—Piensa en cosas bonitas, piensa en cosas bonitas, hazlo por papá, hazlo por papá.
—¡Niñas a sus lugares! —anunció la maestra y todas fueron a su lugar asignado.
—Todo saldrá bien, todo saldrá bien —Claudia cerraba los ojos mientras recitaba esas oraciones.
—¡Recibamos con un fuerte aplauso a la obra: La Bella Durmiente! —una corriente helada recorrió su cuerpo al escuchar la voz del presentador.
—Hazlo por papá —el telón comenzó a levantarse y unas cosquillitas recorrieron su cuerpo—. Hazlo por papá.
Cuando el telón se levantó, las niñas adquirieron su posición, levantando sus brazos en forma de arco, Claudia buscaba a su familia, sonrió al ver a Thomas saludándola desde el público, estaba muy feliz de tenerlo ahí, por lo menos eso llegó a calmarla un poco. La música inició, junto a su baile elegante y delicado, danzaba sus pasos a la perfección, tal y como había ensayado.
—¡Muy bien, Tati! —escuchó la voz de la madre de Tatiana y sin querer se distrajo y perdió un paso, sin embargo, no lo hizo notar y continuó.
Para su mala suerte, la voz de esa señora seguía presente, la cual no le permitía concentrarse, la escuchaba y el recuerdo de su madre llegaba a su mente otra vez. La pequeña sacudía su cabeza cada que ese pensamiento la atacaba. Sin embargo, las imágenes jamás desaparecían, es más, ahora escuchaba voces y gritos, provenientes de su madre en el momento que murió. Comenzó a respirar pesadamente, sentía que le faltaba el aire, la típica presión en el pecho que solo un personaje odiado por Cluadia podía provocar: Pepe.
¿Por qué había vuelto en un momento como este, precisamente cuando estaba presentando su tan esperado baile?
El dolor en el pecho se intensificaba y por más que la pequeña trataba de ignorarlo para bailar, se le hacía imposible. Ya no podía más, sentía un horrible nudo en su garganta que impedía que su respiración funcionara correctamente, necesitaba sentarse para poder recuperar el aire, puesto que, haciendo sus pasos de baile, lo único que hacía era empeorar las cosas.
Pronto sintió un repentino mareo, no pudo más y se detuvo para intentar respirar, sin embargo, una fuerte tos salió de su garganta, la cual llamó la atención de las niñas. Aquel mareo le hizo perder el equilibro y por más que quiso sostenerse de algo, no lo consiguió y sin querer empujó a una compañera, quien cayó al suelo junto a Claudia.
El público quedó anonadado, la música paró de pronto y las niñas detuvieron su baile.
—¡Mira lo que hiciste, tonta! —le gritó Lilliana, la niña que había caído por su culpa, sin embargo, al notar que Claudia no la escuchaba debido a que no dejaba de toser, pegó un grito y corrió a pedir ayuda.
De inmediato, el telón se cerró, desde el público, Thomas se encontraba en shock, todo había pasado tan rápido que ni siquiera pensaba en si todo era real o producto de su tonta imaginación.
—¡Thomas, ve por Claudia! —el grito de Kaya lo hizo reaccionar, por lo que, sin pensarlo dos veces, corrió hacia el escenario y subió los escalones de dos en dos para llegar hasta arriba lo más rápido posible.
Al llegar, vio a la maestra intentando ayudar a Claudia, mientras el resto de niñas corrían con sus papás. Rápidamente se les acercó, el miedo recorrió su cuerpo al ver a Claudia casi morada por no poder respirar.
—¡Pa... pi! —alcanzó a pronunciar la pequeña y de repente una fuerte tos la atacó.
—Tranquila, mi vida, aquí estoy —repuso tomando su pequeña mano—. ¡Que alguien llame a una ambulancia!
—Ya lo hice, señor Sangster, tranquilo —comentó la maestra—. Claudia quédate conmigo, intenta respirar.
—No... no puedo.
El inhalador. Pensó Thomas de pronto, mientras lo buscaba en sus bolsillos, al no encontrarlo, quiso tirarse del balcón.
—Tranquila, mi amor, todo estará bien, intenta respirar —era la primera vez que afrontaba solo una situación así, Dylan no estaba para ayudarlo, él que de seguro sabía cómo actuar en estos casos, pero Thomas... lastimosamente realizaba un papel lamentable en estos momentos, que incluso él mismo se sentía inútil—. No me dejes tú también, por favor —comenzó a llorar por dos motivos: uno: por sentirse inútil y no saber qué hacer y dos: porque tenía miedo de que ella también terminara como Dylan, postrada en una cama de hospital
Solo bastó que Claudia cerrara sus ojos y dejara de respirar para que Thomas sintiera una corriente helada recorrer su cuerpo a causa del miedo.
—¡CLAUDIA!
***
Otra vez angustia, miedo y soledad.
Tres emociones experimentadas en ese lugar oscuro y frío llamado sala de espera.
Creo que no había sentimiento más horrible que esa ansiedad que atacaba a Thomas cada que pisaba el hospital, lo odiaba con todo su ser, quería que todo acabara, que su novio saliera con vida de esa camilla y que su niña saliera del quirófano con salud y sin esa terrible enfermedad que no la permitía hacer nada.
—¿Qué quieres de mí? —le habló al techo mientras limpiaba sus lágrimas—. Si estoy pagando por algo que hice, llévame a mí, pero a ellos déjalos en paz —sollozó y cubrió su rostro para continuar llorando sobre sus rodillas.
—Tom... —la dulce voz de Kaya llamó su atención—. ¿Qué pasó?
—No lo sé —su voz sonó terrible—. A-apenas entró al quirófano, los doctores dijeron que estaba muy grave y... y... ya no sé qué hacer, si la pierdo, no me lo voy a perdonar, fue mi culpa por no llevar su inhalador.
—Tom, tranquilo —Kaya lo abrazó y acarició su cabeza para consolarlo—. Todo saldrá bien, solo debes tener fe.
—Ya estoy harto de hacerme el fuerte y que nunca nada me salga bien.
—Thomas, la vida a veces da golpes horrorosos, pero debemos aprender a esquivarlos para no hundirnos en el dolor que te provocarán.
—Entonces al parecer no tengo buenos reflejos.
—No digas eso, la situación por la que estás pasando es muy dura, pero jamás te has rendido y eso es digno de admirar.
—¿Tú crees?
—Claro, sé paciente, verás que todo mejorará.
Permanecieron en silencio durante algunos minutos, la cabeza de Thomas reposaba sobre el hombro de su amiga, de verdad necesitaba consuelo y ella era la única que estaba ahí con él, puesto que los demás aún no llegaban, ¿la razón? Al rubio no le importaba.
—Oye... Claudia me pidió que escribiera esto, creo que es recomendable que lo leas —dijo mientras sacaba la carta de su bolso y se la entregaba.
—¿Qué es?
—Una carta para Dylan.
—Oh, vaya —el rubio la analizó, de pronto se le ocurrió una gran idea—. Vayamos a la habitación de Dylan para leérsela.
—Claro, puede que te escuche, vamos.
Thomas tomó la mano de su amiga y juntos caminaron hacia dicho lugar. Con sus manos temblorosas, agarró la perilla y la giró para entrar, sintiendo una ligera presión en su corazón por la imagen que vería a continuación, y es que tenía miedo de verlo en mal estado.
Lastimosamente ese miedo confirmó su teoría, jamás pensó que llegaría a ver a Dylan tan pálido, delgado y lleno de vendas sobre su cabeza, de verdad desconocía a su novio. Se veía tan horrible que las lágrimas no tardaron en llegar, no sabía cuándo llegaría el día en que vería feliz y radiante a su novio otra vez.
—Hola, Dyl —entonces se sentó a un lado de la cama—. Perdóname por no venir antes, no quería verte tan mal, tengo miedo, soy un cobarde, lo sé, pero es que odio verte tan mal —comenzó a llorar desconsoladamente—. Pero aquí estoy y he venido con una carta que nuestra pequeña hizo para ti —aclaró su garganta y comenzó.
Querido papá... o bueno, hola papá.
Perdón si esta carta está horrible, pero es que apenas tengo siete años y nunca he hecho algo así, no te sorprendas porque todo está bien escrito, mi tía Kaya me ayudó en esto.
¿Cómo estás? Te he visto muy mal desde tu accidente, quisiera que tu carita y tu cerebro se curen de una vez para regresar a casa junto a mi papi y Shaggy, extraño cuando éramos felices, es tan raro que todo haya cambiado solo en un día, como quisiera que mi tío Wes hubiera tenido más cuidado contigo, no es que lo odie, pero sigo algo molesta con él por no cuidarte. Extraño mucho que me cuentes un cuento antes de dormir, que juguemos tú, Shaggy, yo y papi, que hagas cualquier tontería que haga enojar a papi o a mi tía Kaya, por cierto ella también te extraña y mis otros tíos también, desde que pasó todo esto hay tristeza en mi corazón y ya no puedo sentir alegría todos los días :( Siento que algo me falta, por más que tengo a mis tíos, a papi y a Shaggy a mi lado, me siento sola, siempre fuimos unidos y jamás nos habíamos separado de esa forma (bueno cuando fui con mi mamá también, pero eso fue mi culpa) pero nunca me imaginé que algo así te pasaría, siempre pensé que estaría junto a ti.
Ah cierto, me faltó decirte que mi papi también te extraña muchísimo, hay veces en las que lo veo llorando por ti y siempre lo abrazo para que deje de llorar, yo también lloro, porque quiero que despiertes y me duele mucho que no estés conmigo, bueno soy una llorona, ¿qué esperabas? Pero creo que esta es una buena razón para llorar.
¿Sabías que mañana es mi primera presentación de ballet? La de la Bella Durmiente, y es triste que no puedas verme, quería verlos a ti y a mi papi en primera fila apoyándome, pero no se va a poder, la vida es mala por haberte hecho eso, no lo merecías. Aun así tengo esperanzas de que despiertes y que, mientras esté bailando, tú entres y me saludes contento, pero no te preocupes, porque bailaré mejor que nunca y lo haré por ti, para que estés orgulloso de mí.
Aún tengo esperanzas de que despiertes, porque me hiciste una promesa hace muuuuucho tiempo y es que nunca morirías para siempre estar conmigo, por eso todo lo que diga el doctor de que tal vez te vas a morir es falso, porque esa promesa es más grande que el universo y sé que nunca la romperás, la garrita jamás se rompe.
Y bueno, creo que esto es todo, recuerda que te amamos y siempre lo haremos a pesar de que estés en la cama del hospital todo el tiempo, siempre que pueda me quedaré contigo, porque no me dejan dormir contigo porque las enfermeras dicen que soy muy pequeña para quedarme, pero ninguna enfermera debe atreverse a separarnos, somos los locos unidos y siempre debemos estar juntos, ya que, odio a las enfermeras.
Te amo papá, de aquí hasta Marte y de regreso, espero que estés bien donde quiera que estés, recuerda que cuando despiertes me harás la niña más feliz del mundo.
Con cariño: Claudia <3
Cuando Thomas terminó de leer la carta, el papel se encontraba empapado en lágrimas.
Solo bastó de levantar la mirada para darse cuenta de que una lágrima se había escapado del ojo cerrado de Dylan.
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Capítulo largo porque le puse mucho sentimiento al escribirlo jsjs <3
Y feliz día al par de padres de esta historia (aunque uno esté en coma :c)
y a todos los padres del mundo :'3
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