Capítulo 45
Estaba paralizado.
No podía moverse de su lugar, pero joder quería hacerlo.
La gente corría a socorrer a Dylan, pero Thomas no quería moverse para verlo, deseaba que todo fuese un sueño, porque tenía miedo de ir y encontrarlo muerto, no soportaría verlo así.
Pero solo bastó de una voz para que regresara a la realidad de su estado de shock.
—Papi, ¿qué pasó? —una pequeña manita agitaba su pantalón—. Papi, ¿por qué están gritando?
—Dios mío —susurró sin quitar su vista del frente—. Clau, quédate aquí, no quiero que vayas por favor.
—¿Por qué?
—Porque no quiero que veas lo que pasó allá, ¿ok? Prométeme que te quedarás aquí.
—Ah... ok —aceptó insegura—. Pero, ¿está todo bien? ¿Qué pasó?
—Luego te lo explico, cielo, pero no salgas de aquí. Ni siquiera espíes, por favor —besó su mejilla y de inmediato corrió hacia su novio, rezando internamente que nada malo le hubiese pasado.
Él estará bien, él estará bien.
Pero sus pensamientos no fueron correctos.
Tuvo que agarrarse de lo primero que se le cruzó en el camino para no caer al ver a Dylan en aquel estado. Dios el pobre apenas podía abrir los ojos, gemía de dolor y gritaba el nombre de su amado. Al verlo, todos le abrieron espacio para que se acercara a él, por lo que rápidamente se arrodilló a su lado y tomó su mano delicadamente, las lágrimas salieron sin avisar cuando vio su rostro lleno de sangre y heridas, parecía que el pobre había salido de una película de terror, lastimosamente todo era real, esos daños en su rostro no estaban hechos con maquillaje como en el mundo de ficción de las películas y eran tan horribles que Thomas sentía que pronto se desmayaría de la impresión.
—To...mmy, no te... vayas —musitaba el castaño con las pocas fuerzas que tenía, ni siquiera podía mirar al blondo, puesto que sentía un terrible dolor en todo su rostro y no podía moverse, incluso el gritar también dolía.
—Aquí estoy, Dyl, aquí estoy. Tranquilo, todo estará bien —Thomas no dejaba de llorar—. ¡No se queden ahí parados! ¡LLAMEN A UNA MALDITA AMBULANCIA! —todos brincaron ante aquel grito, jamás habían visto al pacifista Thomas Sangster de esa manera.
—Ya lo hizo, Wes, Tom —le dijo Kaya entre llantos—. Cálmate por favor.
—¡¿QUÉ ME CALME?! ¡LE DIJE A WES QUE SERÍA UNA MALA IDEA Y NADIE ME ESCUCHÓ!
—Thomas, no empeores las cosas, tranquilo —habló un Ki sumamente preocupado.
El rubio decidió ignorar al resto y se concentró en mantener despierto a su novio, quien luchaba por mantener los ojos abiertos, sin embargo, su mente estaba a punto de apagarse debido a todos los golpes que sufrió. El pobre se quejaba a gritos, no dejaba de hacerlo y eso ponía más tenso a Thomas.
—Dyl, no te muevas, tranquilo, ya viene una ambulancia, resiste.
Quería tirarse sobre él para abrazarlo, pero lo veía tan mal que tenía miedo de hacerle daño.
Después vino lo peor, de pronto escuchó un grito que reconocería en cualquier lugar, Thomas levantó la mirada y encaró a la niña parada en shock frente a ellos. Maldijo entre dientes mientras observaba, cómo Dexter la cargaba para llevarla lejos, no quería que su bebé se tratara viendo a Dylan así, y por eso le había pedido de favor que no se acercara.
—¡Bájame tío Dexter! ¡Quiero ver a mi papá! —la niña pataleaba sobre el pecho del moreno.
—¡Dexter, llévatela lejos, por favor!
El llanto de la pequeña disminuyó con el paso de los segundos, cosa que calmó un poco al rubio, ya que no quería que Claudia tuviera traumas al ver a su padre en ese estado. Dylan ya no podía más, quería mantenerse despierto porque no quería morir, él sabía muy bien cuánto sufrirían las personas que amaba, así que intentaba ser fuerte para mantenerse despierto. Sin embargo, la suerte no estaba de si lado, su cabeza golpeada lo obligaba a dormir, cerró los ojos lentamente hasta que el pobre chico quedó inconsciente sobre el suelo. Al ver esto, Thomas y el resto entraron en pánico.
—Dyl, Dios mío, no te duermas, ¿Dyl? —quería darle palmaditas en sus mejillas, pero tenía miedo de que tuviera alguna fractura en su rostro y lo lastimara—. ¡Dylan, por favor no vayas a dejarnos! —exclamó mientras rompía en llanto sobre sus manos manchadas de sangre del muchacho inconsciente.
De inmediato, Ki se le acercó para levantarlo y poder darle un abrazo, Thomas se aferró al cuerpo de su amigo, mientras apretaba el rostro y sollozaba entre gritos, temía que Dylan muriera y que los dejara solos, no se imaginaba una vida sin él, sin ver su linda sonrisa y sin escucharlo decir tonterías, tampoco quería ver a Claudia triste, ella que todos los días lidiaba con aquellos traumas que le dejó su madre. Maldecía a Wes con cada lágrima derramada, le había recalcado miles de veces que sería riesgoso y nunca le hizo caso, ahora el pobre Dylan debía pagar las consecuencias de su mala organización.
—¡Ya llegó la ambulancia! —alcanzó a escuchar el grito de alguien, sin embargo, no reconoció su dueño gracias a la preocupación.
Levantó la cabeza y miró a varios paramédicos atendiendo a Dylan, automáticamente cerró sus ojos para no mirar, no soportaba ver aquella imagen tan desastrosa de su novio.
Sálvenlo, por favor, sálvenlo. Pensaba.
Las lágrimas no paraban, solo escuchaba gritos y sonidos de los utensilios de los médicos, quería que todo acabara de una vez y que dijeran de una vez que él estaría bien, que él volvería a sonreír, que todo estaría bien. Deseaba que todo fuera un sueño, incluso llegó a pellizcarse, sin embargo, todo era real y en carne propia, no podía creer que hace unos momentos lo había abrazado, lo había visto tan bien, y ahora en menos de un segundo se encontraba así.
—¡Despejen el lugar, den espacio a los médicos! —escuchó la voz de Wes a lo lejos.
Deshizo el abrazo que había formado con el asiático y se acercó furioso al director. Cuando lo tuvo frente a él no dudó en darle un buen puñetazo en la cara. El golpe fue tan fuerte que lo dejó tirado en el piso con la nariz posiblemente rota.
—¡Thomas! —exclamó Kaya tomándolo de los brazos, puesto que el rubio estaba a punto de lanzarse contra el mayor para darle una paliza.
—¡Suéltame, Kaya! ¡Todo esto es su culpa! —gritaba histérico mientras las lágrimas lo ahogaban—. ¡Le dije que no expusiera a Dylan en una situación así... y... y...! —no encontró más palabras y se lanzó al piso para llorar sobre él mientras lo golpeaba con sus puños, estaba teniendo una crisis nerviosa.
—Tom, tranquilo, respira —Kaya ya se encontraba a su lado tomando su rostro con delicadeza, el rubio se veía muy mal—. Si no te tranquilizas, todo se pondrá peor. Tienes que calmarte —le habló con voz severa, cosa que ayudó al rubio a controlar su ira—. Wes, ve a la ambulancia, por Dios, tu nariz está destrozada.
De pronto, sintió que alguien tocó su hombro para llamar su atención, era Ki Hong. El rubio giró y vio a los paramédicos subiendo a Dylan a la ambulancia. Caminó lentamente hacia él, sintiendo dolor al mirarlo así, odiaba verlo sufrir y si fuese por él, se pondría en su lugar para que él estuviese bien.
—Tranquilo, mi amor, todo saldrá bien —le decía entre lágrimas y de inmediato las puertas traseras de la ambulancia se cerraron.
—¿Familiar más cercano del señor O'Brien? —preguntó uno de los paramédicos.
—S-soy y-yo —Thomas no podía hablar bien debido al miedo.
—Acompáñeme en la ambulancia, por favor.
—Sí, sí —giró hacia Ki—. Les avisaré cualquier cosa, ¿ok?
—Pamplinas, todos iremos más tarde, Tom.
—Bueno, pero cuida de mi hija, por favor, a ti te la encargo.
—Claro—lo abrazó—. Tranquilo, él estará bien.
—¡Papi! —un grito interrumpió el abrazo de ambos y en menos de un parpadeo Claudia se encontraba abrazando la pierna de Thomas sin dejar de llorar, así que la tomó en brazos y ella se abrazó al cuello de su padre para recibir consuelo.
—¿Qué le pasó a mi papá? ¿Por qué lo están llevando en esa ambulancia?
—Papá se cayó mi amor, y se lastimó un poquito, pero estará bien, ¿ok? Quédate con tu tío Ki mientras yo voy con él al hospital.
—Pe-pero yo qui-quiero ir conti-tigo.
—No puedes entrar ahí, Clau, obedece, ¿sí? —acarició la carita de la niña—. Te amo.
—Yo a ti, pa-papi, dile a mi papá que... qué también lo amo.
—Se lo diré, ve con Ki —la dejó en el suelo, besó su mejilla y corrió a la ambulancia, dejando a la niña con su tío, llorando y rogando con cada lágrima que su papá estuviera bien.
En todo el camino, Thomas no sintió más que angustia y ganas de vomitar, estaba tan preocupado que un terrible dolor de estómago comenzó a atacarlo y no lo dejaba tranquilo. En cuanto llegaron, Thomas acompañó a los paramédicos hacia la parte trasera de la ambulancia para ver a su novio, quien apenas podía mantener sus ojos abiertos, al ver a Thomas se desesperó tanto a tal punto que el rubio tuvo que tomar su mano para calmarlo.
—Tommy...
—Tranquilo, mi amor, aquí estoy —lloraba al verlo tan mal, entonces los paramédicos empujaron la camilla, obligándolo a caminar junto a ellos.
Andaban a paso rápido a lo largo de los pasillos del hospital, las manos unidas no se soltaban para nada, Tom quería hacerle saber a su novio que estaría con él hasta que fuera al quirófano para que lo atendieran. En cuanto vio sus ojos pardos cerrarse nuevamente, sintió miedo y automáticamente sintió ganas de tocar su cuello para medir su pulso, pero sabía que era imposible, no podría percibir nada cuando se estaban moviendo tan rápido.
Tuvo que soltar su mano cuando su camilla ingresó al quirófano. La puerta se cerró y lo único que pudo hacer fue acercarse a una ventana pequeña para observar lo que hacían con su novio. Veía a los doctores correr de un lado a otro, transportaban máquinas y utensilios lo más rápido que podían, cosa que ponía nervioso a Thomas, si ellos actuaban así quería decir que Dylan en serio estaba muy mal.
Comenzó a sollozar con una mano sobre el cristal, su llanto cada vez de escuchaba más fuerte, las personas lo observaban con lástima y confusión, incluso una de los pacientes tuvo que llamar a una enfermera para que lo revisara, porque el hecho de ver al pobre muchacho sollozar entrecortadamente y escuchar sonidos extraños de su garganta que podían significar que estaba sufriendo un ataque de pánico, la asustaba. De inmediato una enfermera se le acercó, tomó sus manos al verificar que estaba temblando y lo condujo lentamente hacia una silla, con suerte Thomas nunca reaccionó mal con ella. Se sentó y miró a la chica con sus ojos inyectados en sangre debido al llanto, la mujer se sentó a su lado y comenzó a acariciar su espalda para que se calmara.
—Tranquilo, respire, inhale y exhale, inhale y exhale —el rubio intentaba respirar junto a ella, pero le era difícil algo dentro de su garganta le impedía que el aire entrara a sus pulmones y Dylan no estaba cerca para que calmara su ataque con un beso, así como lo había hecho con él alguna vez—. ¿Sufre de problemas cardíacos? —él negó con la cabeza.
De inmediato la enfermera llamó al resto de sus compañeras para que la ayudarán con el pobre de Tom quien estaba a punto de caer desmayado. Todos intentaban reanimarlo, pero el muchacho no ayudaba para ponerse mejor, y es que no era su culpa, no podía estar tranquilo en una situación así y estaba tan preocupado y desesperado que no le importaba su propia salud mental o física. Fue un momento en el que ya no pudo mantenerse despierto, todo se volvió negro y cualquier sonido presente en el lugar se apagó completamente.
***
Despertó de golpe y lo primero que vio fue un techo blanco, automáticamente los pensamientos llegaron a su mente: "Dylan". Trató de bajar de la cama para salir corriendo, pero la debilidad se apoderó tanto de su cuerpo que cayó al suelo de cara. Gruñó y de inmediato alguien entró, al verlo en el piso corrió a socorrerlo.
—Thomas, Dios mío ten más cuidado —esa voz indiscutiblemente era de Kaya.
Antes de que su amiga pudiese levantarlo, giró sobre su lugar y la miró preocupado.
—Dime que Dylan está bien, por favor.
El gesto que hizo la muchacha lo llenó de terror.
—Dylan todavía no sale del quirófano.
—¿Tan grave está? —ella asintió tristemente—. ¡Mierda! —pegó un puñetazo al suelo y su amiga lo detuvo.
—Tom, tranquilo, no empeores las cosas —el rubio la miró con sus ojos cristalizados.
—Tengo miedo, Kaya. Dylan no se veía nada bien.
—Lo sé —ella lo abrazó—. Pero debemos ser pacientes, ¿sí? Y nunca perder las esperanzas.
Thomas asintió y sorbió su nariz.
—¿Dónde está Claudia? —cambió de tema.
—Se quedó con Rosa y Giancarlo, está desesperada por saber sobre Dylan.
El muchacho estaba a punto de decir algo, de no ser porque la enfermera que lo había atendido antes de desmayarse entró y se asustó al verlo así, por lo que junto a Kaya lo ayudó a regresar a la cama. Tomó sus signos vitales y le inyectó un medicamento para que cualquier malestar abandonara su cuerpo, luego le ordenó guardar reposo durante una hora para recuperar fuerzas.
Thomas observaba en silencio el techo, en su mente solo habitaban los pensamientos sobre Dylan y sobre cómo se encontraría, los cuales no lo dejaban tranquilo, quería pensar en otra cosa, pero el miedo que sentía no se lo permitía, porque nada mata más a un ser humano que sus propios pensamientos. Kaya salió de la habitación después de abrazar a Thomas y depositar un beso en su frente, dijo que debía ir al baño un momento y que luego se encontraría con él. Así, el rubio ahora se encontraba en esa habitación junto a la enfermera de cabello rubio y muy rizado, quien revisaba algunos medicamentos y los ordenaba con cautela, lo que más le llamó la atención de ella fue su cabello, parecía un estropajo amarillo, y tenía muchas ganas de estirar un mechón y ver cómo regresaba a su posición inicial al igual que un resorte.
—¿Podría dejar de mirarme? —le preguntó con una sonrisa y él sintió los pelos de punta.
—Lo siento... me llamó mucho la atención tu cabello, ¿es natural o...? —su voz se vio interrumpida debido al estruendoso sonido que provocó la rubia al cerrar la puerta de uno de los armarios.
—Todos dicen eso, es algo molesto, ¿sabe? Pero sí, es natural.
—Oh, bueno en parte la entiendo, a mí siempre me preguntan mi edad y piensan que soy menor de edad.
—¿No lo es? —preguntó confundida y el rubio negó—. Diablos, creí que tenía diecisiete.
—Tengo veintiséis.
—Diablos —la muchacha sonó muy sorprendida.
—¿Ni siquiera por mi bigote parezco mayor de edad? —ella negó con la cabeza—. Mierda.
La rubia sonrió levemente y regresó con su trabajo.
—¿Sabe en cuánto tiempo saldrá el chico que recientemente entró a urgencias? —le preguntó Thomas de pronto.
—No es por asustarlo, pero escuché que el doctor hablaba sobre contusiones, fracturas y laceraciones en su rostro.
Tom suspiró y se pasó una mano por la cara, al percatarlo, la muchacha se le volvió a acercar.
—Lo siento mucho, ¿era su hermano?
—Es mi novio —y una vez más la chica se sorprendió.
—¿Usted es gay? —él asintió—. Maldición —susurró y salió del cuarto, dejando a Thomas algo confundido por su repentina actitud.
Sangster decidió no tomarle importancia, así que se limitó a pasar la hora de su reposo mirando el techo con los pensamientos martillando su cabeza. Cuando su hora de descanso terminó, una enfermera diferente a la rizada, llegó a revisarlo para darlo de alta. En cuanto salió del cuarto, corrió hacia el pasillo que conectaba a las habitaciones, una de ellas donde estaban operando a su novio, en la sala de espera encontró a Ki dormido en tres sillas, Dexter paseándose de un lado a otro, Kaya sentada, observando su celular y a Hoechlin junto a Posey parados lejos de sus amigos. Sonrió levemente al verlos ahí, el hecho de que Dylan les importaba tanto que hacía que ellos hayan llegado en seguida para saber cómo estaba, lo llenaba de alegría, a pesar de que Hoechlin no se comportaba tan bien con Thomas. De igual manera se acercó a ambos para saludarlos.
—Hola, gracias por venir —los saludó tímidamente, Hoechlin lo miró serio, aunque en su rostro abundaba la preocupación.
—Hola, Thomas, no es nada, Dylan es nuestro hermano, obvio teníamos que estar aquí —habló Posey.
—¿No ha habido noticias de él?
—Nada de nada, ¿en serio te desmayaste?
—Sí... la imagen de Dylan así, tan lastimado me dejó en shock, el miedo me carcomió, se los juro.
—Te creemos, Tom —Posey acarició su hombro, Hoechlin se mantenía serio con la mirada en el piso.
Thomas:
Pasaron aproximadamente dos horas en las cuales no dejaba de pensar en Dylan y Clau, quería verla, abrazarla y decirle que todo estaría bien, a pesar de que no sabía con certeza si eso era verdad. Me imaginaba que la pobre preocupada por su padre y no la culpaba, porque todo el mundo lo estaba. Miraba el techo y mientras rogaba que mi Dyl saliera de esta y si no, comenzaba a imaginarme un mundo sin él, cosa que me dolía, ni siquiera quería pensar en la imagen de mi hija llorando en un funeral junto al resto de nuestros allegados, de verdad era una pesadilla y por más que intentaba quitarlo de mi mente, se me hacía complicado, no en un lugar lleno de personas con ganas de morir y esperando noticias sobre sus familiares, así como yo en estos momentos. Los hospitales debieron llamarse centros de angustia.
Pero por fin, las puertas del maldito quirófano se abrieron, llamando la atención de quienes más queríamos a Dylan y esperábamos noticias de él en la fría y oscura sala de espera de ese horrible lugar. Lo primero que hice fue cruzar mis dedos para luego caminar con paso rápido hacia el doctor, quien mantenía su expresión seria, cosa que no me daba muy buena espina.
—Doc-doctor —mi voz tembló por el miedo—. ¿Qué pasó? ¿Cómo está Dylan?
El hombre guardó silencio hasta que todos se acercaron, al parecer no quería repetir sus palabras dos veces, cosa que me desesperaba, quería saber si volvería a ver los ojos de mi novio brillar otra vez o no.
—Miren... fue una caída terrible —asentí debido a que yo la había presenciado, sacudí la cabeza cuando los recuerdos llegaron a mi mente y esa imagen horrible de Dylan siendo aplastado por el auto no me dejaba tranquilo—. El paciente sufrió laceraciones en su rostro.
—¿Qué es eso? —preguntó Posey por todos, puesto que nos habíamos quedado confundidos con esa palabra.
—Heridas, daños en su rostro, ¿me entienden? —todos asentimos—. Aquellos daños también implican a fracturas faciales, el golpe fue tan fuerte que el hueso malar —señaló sus pómulos—, junto a la apófisis coronoides, se destrozaron, el pobre estuvo a punto de terminar con el rostro desfigurado —me llevé las manos a la boca al escuchar semejante noticia, estaba a punto de largarme a llorar—. Afortunadamente logramos corregirlo atornillando placas de metal a cada lado de las fracturas.
—Dios —susurré, el resto permaneció en shock.
—Debo decir que las placas al hacer su trabajo, dejaron un poco más ancho el rostro de Dylan, cosa que nos fue imposible reparar.
—Pero está vivo, ¿no? —las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, por alguna razón sentía que nada sería como antes.
—Eso es otro tema del que debo hablar —la sangre se me heló—. Además de las laceraciones y las fracturas, Dylan sufrió de conmociones cerebrales, es por esto que en este momento no se encuentra al cien por ciento con respecto a sus funciones cerebrales, no ha dado señales de despertar desde que la operación terminó.
—¿Quiere decir que tendría algo así como retraso? —se atrevió a preguntar Ki, porque yo ya no podía hablar.
—Bueno, no lleguemos a esos extremos. Lo que quiero decir es que Dylan está experimentando los síntomas de la conmoción cerebral, que es confusión, disminución de la coordinación y dificultad para hablar.
Ya no podía más, las lágrimas salieron en grandes cantidades de mi rostro, no pude contenerme por el hecho de escuchar cuán mal se encontraba mi pequeño bebé. Cubrí mi rostro y de inmediato caminé hacia la pared más cercana para darle un par de golpes, automáticamente sentí cómo me alejaban de ahí para que no me hiciera daño, giré mi cabeza y al ver a Ki, lo abracé lo más fuerte que pude, de verdad necesitaba consuelo y un abrazo era la mejor medicina para solucionar parcialmente tus problemas o por lo menos apaciguarlos.
—¿Podemos pasar a verlo? —preguntó Hoechlin, su voz sonaba sumamente preocupada.
—Les soy sincero, yo recomendaría que solamente una persona estuviera con él cuando esté despierto.
—¿Por qué?
—Porque puede llegar a sufrir una convulsión, Dylan se encuentra en confusión absoluta en este momento y si ve demasiados rostros podríamos tener consecuencias —solté un sollozo, provocando que todos me escucharan y me miraran con lástima.
—Tom, ve tú, es más probable que a ti te reconozca con facilidad —comentó Kaya con la voz quebrada.
—¿Todos están de acuerdo? —pregunté, el resto asintió con la cabeza—. Bien, entonces, vamos, doc.
—Bien, sígame.
Eché una última mirada a mis amigos, quienes con un asentimiento de cabeza me dijeron que fuera con tranquilidad, pero yo no podía sentir eso, no después de todo lo que nos había dicho el doctor. Temblaba mientras caminaba junto a él, sentía ganas de vomitar y de desmayarme con solo imaginarme cómo estaría Dylan. Me preocupaba el hecho de que su cara de mi pequeño quedaría más ancha, ¿a qué grado? ¿Cómo quedaría? ¿Quedaría así para siempre? Eran muchas preguntas en una cabeza tan pequeña. Tuve que entrar con los ojos cerrados porque tenía miedo de ver cómo se encontraba. Pero de alguna manera debía hacerlo para ayudarlo a salir adelante. Cuando abrí los ojos, las lágrimas no tardaron en salir al verlo tendido en esa cama con un montón de vendas en el rostro y en sus manos, moretones en sus pómulos y un gran yeso en su brazo derecho. Rápidamente me le acerqué llorando, el pobre estaba dormido y juraba que, si el doctor no me hubiese explicado todo lo que había pasado con él, yo hubiese pensado que estaba muerto. No sabía qué hacer, no sabía si abrazarlo, tomar su mano o acariciar su rostro, ¿y si le dolía o algo parecido?
—Dyl... —sollocé mientras me sentaba a un lado de la cama—. Lo siento tanto, no debí dejar que Wes lo hiciera —acaricié los pocos cabellos que sobresalían de las vendas—. Dios, te amo, te amo muchísimo, no quiero perderte, sé que saldrás de esta, porque eres el hombre más fuerte que conozco —permanecí callado unos segundos, observándolo dormir—. Ni siquiera sé si me estás escuchando, pero no me iré hasta ver tus ojitos, me quedaré contigo toda la noche.
Lastimosamente esa noche él nunca abrió los ojos, le hablaba todo el tiempo, le rogaba que despertara, pero él nunca obedecía, ni siquiera me daba señales de escucharme, como solía hacerlo Clau cuando estaba hospitalizada. Me esperaba lo peor, mi mente me decía que era inútil seguir con él ahí, porque se iría pronto, sin embargo, cuando el doctor me explicó que eso era normal debido a las contusiones, me calmé un poco. Aun así, no quise separarme de él, mis amigos y los de Dyl tampoco, así que ahí nos encontrábamos todos, velando su cuerpo dormido. Todos conversaban en silencio, yo era el único que no podía decir palabra alguna debido a la preocupación y tristeza que sentía, así que decidí salir de ahí para despejar mi mente un momento, caminé hacia el baño y miré mi rostro en el espejo, mis ojos estaban muy hinchados debido al llanto, me veía muy mal. Lavé mi cara para refrescarla un poco, sin embargo, eso no ayudó mucho, sentía que algo me faltaba además de Dylan, alguien que hablara como lora a mi lado y caminara de aquí para allá con su unicornio de peluche.
Exacto, Claudia.
Tomé el celular de mi pantalón y marqué el número de Rosa, quien contestó al instante, de seguro estaba muy preocupada por Dylan, ¿y quién no lo estaría?
—Hola, Tom, ¿cómo está Dylan? —no me equivoqué.
—Pues... no sé cómo explicártelo, el pobre sufrió muchísimas fracturas y contusiones, ahora está inconsciente, el doctor dice que tendrá dificultad para entender las cosas.
—Dios mío, ¿pero eso es momentáneo?
—Sí, eso espero.
—Dale un abrazo de mi parte, sé que no debe escuchar, pero dile que lo quiero mucho.
—Lo haré, ¿cómo está Clau?
Suspiró.
—Mal, todo el tiempo pregunta por Dylan, hace un momento dejó de llorar, decía que quería estar contigo y Dylan, pero con suerte, Giancarlo la distrajo con una película.
—Dios, daría todo por darle un abrazo, ¿puedes ponerla en el teléfono, por favor?
—Claro que sí, Clau —su voz se escuchó lejana—. Clau, teléfono.
—¿Quién es? —sonreí al escuchar su vocecita.
—Thomas.
—¡Mi papi! ¡Pásamelo, tía! —hubo un momento de silencio y luego ella me habló—. ¿Papi?
—Hola, princesa.
—¡Hola! ¿Cómo está papá? ¿Ya va a venir a la casa?
—No, mi amor, está muy enfermo, es un perezoso como tú y está durmiendo como un bebé.
—Ay, rayos. ¿Qué tiene?
—Se lastimó la carita, amor. Pero pronto se recuperará.
—¿Se va a morir? —preguntó y un sollozo se escapó de su boca.
—No, no, tranquila, él estará bien —ni siquiera sabía si estaba siendo sincero con ella—. Pronto regresará a casa, ya lo verás, no llores, mi amor.
—Di...le que... lo amo y que... no sienta... mi-miedo. El hospital es un... lugar... horrible, pe-pero todo pasa-rá.
—Lo haré, pequeña, ¿estás divirtiéndote con Gianca?
—Sí... Estamos viendo Lilo & Stich, ¿quieres venir a ver con... nosotros?
—No, Clau, me quedaré con papá esta noche, ¿sí?
—¿No vas a venir a dormir? —el tono que usó al hablar me partió el corazón.
—No puedo, linda, papá me necesita, mañana iré a casa, ¿sí? Quédate con tu tía Rosa.
—Bueno.
—No te pongas triste, mañana iremos por un helado si quieres.
—Que sean dos, uno de mora y otro de chocolate.
—Te dije uno —reí.
—Pero a mí me gusta negociar.
—Está bien, señorita de negocios, serán dos helados, entonces.
—¡Sííííí!
—Reina.
—Dime.
—Te amo.
—Yo también, papi, abraza a mi papá de mi parte.
—Eso haré, bebé, pásame con tu tía.
—Ok, adiós.
—¿Thomas? —la voz de mi amiga se escuchó al otro lado de la línea.
—Rosa, ¿puedes quedarte con ella por favor? No tengo quien la cuide.
—Descuida, lo haré, ve con Dylan.
—Gracias, luego te pagaré.
—No es nada, Tom.
—Bueno, gracias.
—De nada, adiós —colgó.
Guardé el celular en mi bolsillo y regresé a la habitación de Dylan, donde se encontraban Kaya y Ki.
—¿Y los Tylers? —pregunté.
—Tuvieron que irse, no pueden dormir aquí, porque deben ir a sus casas —comentó Ki haciendo una mueca—. Y una vez más, los corredores ganan a los hombres lobo, damas y caballeros.
—Basta, Ki, de seguro tienen ocupaciones.
—¡Yo también, Kayita! ¡Tengo una esposa y un bebé en camino y aun así sigo aquí para Dylan!
Aquella frase nos dejó helados, y apostaba millones a que, si Dylan no estuviese tan mal, él también estaría mirando a Ki con los ojos abiertos muy grandes, quien al parecer no estaba listo para decirnos aquella noticia, porque al notar nuestras miradas, cubrió su boca arrepentido.
—Diablos, dije demasiado.
—Vaya, ¿es cierto entonces? —pregunté—. ¿Clau tendrá un primo?
—Sí, ya no será la única niña en la familia.
—¡Dooooos tendré otro sobrino! —exclamó Kaya—. ¡Qué emocióóóón! ¿Para cuándo van por el segundo, Tom?
—Cuando Dyl despierte supongo, espera, ¿qué? ¿Otro bebé? ¡No! Si con una se nos hace complicado, no me imagino con otro.
—Mejor no le den ideas a Dylan cuando despierte, porque él sí es capaz de aceptar y rogarle por horas a Thomas hasta que lo consiga —comentó mi amigo el asiático.
—Exacto —musité acariciando el cabello de mi novio—. Pobrecito, y pensar que él era el más entusiasmado en volver a grabar.
—Lo sé, todos teníamos unos ánimos horribles, él era el único alegre.
—Ojalá despierte pronto.
—Ya lo hará Tom —Kaya se me acercó—. Debes ser paciente.
—Sí, lo sé.
De pronto, la puerta se abrió emitiendo un chirrido, giramos nuestras cabezas y vimos a Wes entrando con una venda muy grande en su naríz, la satisfacción al verlo así me abatió, pero la rabia y el coraje que le tenía en este momento ganaban más que cualquier cosa.
—¡¿Qué haces aquí?! ¡Lárgate! —le grité cuando se acercó lo suficiente—. ¡¿Quieres que vuelva a romperte la nariz?!
—¡Thomas, ya basta! —Ki me alejó de Wes, quien simplemente me miraba apenado—. ¡No es su culpa, ¿oíste?! ¡Ya compórtate, fue un accidente!
—¡Es su culpa por no revisar los equipos en un inicio, Ki Hong! ¡La vida de mi novio está en peligro por su descuido! ¡Todo por la falta de empatía de este idiota!
—Los revisé —habló el director—. Fue una falla de última hor...
—¡Cállate! ¡Cállate! —exclamé con furia—. ¡Esto no se va a quedar así! ¡Te voy a demandar!
—¡Hazlo y te despido!
—¡¿Crees que me importa eso?! ¡Primero muerto antes de volver a trabajar contigo! ¡Y no si mi novio está a punto de morir! ¡Todo por tu maldita culpa! —me zafé del agarre de mi amigo y caminé hacia Wes para comenzar a golpear su pecho.
—¡Tom, basta! —el llanto de Kaya se hizo presente.
Entonces los brazos de Ki me separaron de él. Lo único que pude hacer fue abrazarme a su pecho y comenzar a llorar.
—Perdón por comportarme así —musité—. Dylan va a morir y no toleraré su pérdida, no quiero que muera. ¡No se puede morir! —grité, cada vez me faltaba el aire—. ¡No puede dejarnos! ¡Merece... ver crecer a... Clau! —ahora mi habla era limitada, miré a Wes y la ira nuevamente me atacó—. ¡Lo voy a perder por tu culpa! ¡¿Qué le voy a decir a mi hija?! —gritaba mientras me movía frenéticamente en los brazos de mi amigo, quería golpear a Wes otra vez.
—¡Aplíquenle un sedante, ahora! —escuché la voz del doctor de repente, un montón de enfermeras se me acercaron.
—¡Suéltenme! ¡No necesito un sedante!
—Tom, lo siento, pero fue lo mejor —habló Kaya mientras me inmovilizaba junto a Ki—. Estás muy alterado, estos ataques de pánico no son buenos para tu salud.
—¡Es que ustedes no entien...! —sentí un piquete en mi brazo—. Dylan es mi vida y no quiero que muera... —fue lo último que pude decir antes de cerrar mis ojos por el sedante.
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Quiero pensar que así fue la reacción de Thomas cuando Dylan se accidentó en el set de The Death Cure :((((
Pd. Gracias por leer uwu.
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