Capítulo 34
Claudia aún tenía algunas cajas por entregar antes de mudarse a Londres. Aprovecharía cada una de sus entregas para conseguir el dinero que le pagaría a Vivi. Miró el calendario contenta al ver que su cumpleaños estaba próximo, hoy era 20 de octubre y faltaban seis días para que pudiese cumplir siete añitos, deseaba con todo su corazón conseguir el dinero de Vivi para hablar con sus padres antes de su cumpleaños.
Y comenzó con sus entregas: un hombre viejo de ojos verdes se encontraba frente a ella buscando el respectivo dinero que debía pagarle, Claudia se balanceaba de adelante hacia atrás sobre sus talones con Corny en sus manos detrás de su espalda, mientras esperaba que le diera los miles de dólares que por lo general recibía por las cajitas. El hombre le extendió la bolsa repleta de dinero y la niña la tomó con una sonrisa, a continuación llevó a cabo su plan:
—Oiga señor, ¿si le dejo que me toque me daría más dinero?
El hombre abrió los ojos como platos y la miró asombrado, ¿cómo era posible que una niñita se vendiera con un desconocido?
—¿Qué acabas de decir?
—Quiero que me toque, por tres mil dólares —dijo mientras abría sus brazos en forma de T, como si estuviese exhibiéndose
El hombre sonrió perversamente y de inmediato urgó en sus bolsillos para buscar aquella cantidad de dinero, que de por sí era grande, pero para él era como gastar un dólar, puesto que tres mil dólares no era nada comparado con los millones que poseía, y para decir verdad, el premio no estaba nada mal.
—Bien, aquí está tu dinero —dijo colocándolo sobre la mesa, y la niña rápidamente lo tomó, sin embargo, el hombre la detuvo poniendo su mano sobre la de ella—. Aguarda, ¿cómo sé que no me engañarás?
—Señor, por favor, vengo de una familia de valores, mi vida es Jesucristo
El mayor lanzó una sonora carcajada.
—Si tu vida es Jesucristo, ¿por qué estás vendiéndote?
—Es lo más que puedo hacer por mi abuelita, tiene cáncer y mi madre necesita el dinero para sus remedios
—¿Por eso venden droga? —Claudia levantó una ceja al no entender—. Olvídalo, a lo que vinimos, hoy serás solo mía bonita —la pequeña se sobresaltó al sentir las frías manos del hombre sobre sus hombros para atraerla hacia él—. Prometo ser muy cuidadoso contigo —le susurró después de haberle escondido un mechón de cabello detrás de su oreja, no obstante, Claudia se separó del él de inmediato
—Eh, eh, no hay trato si usted no pone los billetes aquí —soltó la niña mientras le enseñaba la bolsa abierta, indicándole así que introdujera el dinero
—Solo para que veas que soy de palabra —y con una sonrisa, el ojiverde depositó el dinero y automáticamente tomó a Claudia bruscamente para nuevamente atraerla hacia él y acariciar con lentitud sus finos y fríos brazos—. Hoy nos divertiremos mucho lindura
—Solo si intentas atraparme —dicho esto, con todas las fuerzas que poseía, pateó el miembro del hombre, quien soltó un alarido y cayó al suelo mientras tomaba su parte afectada, acto seguido, la pequeña corrió lo más rápido que pudo hacia la salida
—¡NIÑA ESTAFADORA, REGRESA CON MI DINERO!
—¡No lo haré cerdo, adiós! —le gritó sin siquiera girar su cabeza para mirarlo y salió de ahí para subir al auto de Roger—. ¡Vámonos Rog! ¡Me viene persiguiendo!
—Aggg otro imbécil —se quejó el rubio y arrancó el auto de inmediato—. ¿Te hizo daño? —le preguntó mirándola por el retrovisor
—No Rog, por poco, le pateé en los huevitos —el mayor hizo una mueca de dolor, como si estuviese compadeciéndose del hombre que todavía permanecía tirado en el piso del bar, no obstante, más tarde soltó una carcajada
—Eres muy inteligente, pequeña Millie
Soy Claudia. Pensó, pero las palabras no salieron de sus labios, temía por la reacción de Rog, además, no quería que se lo contara a su madre -que de por sí no se encontraba ahí- y que luego la castigara a golpes como acostumbraba a hacerlo.
Sin que el rubio se diera cuenta, sacó los tres mil dólares de la bolsa y los guardó en su bolsillo de la manera más discreta posible.
—Rog, si tengo tres mil dólares, ¿cuánto me falta para llegar a los diez mil? —preguntó mientras acariciaba a su peluche
—Te faltan siete mil, Millie
—Oh, gracias
—¿Por qué?
—Ah, porque lo vi en un programa en la televisión, una señora necesitaba diez mil dólares para salvar a una niñita
—Ah... ¿ok?
Siete mil dólares y podría irse de ahí, un par de viejos ganosos más y la libertad sería suya.
***
Un hombre más había caído en su falso truco, ya tenía seis mil dólares en su poder, los cuales habían sido entregados a Vivi, puesto que si Claudia los guardaba en su cajón, o bien los perdía o su madre la descubriría.
Solo faltaba uno más, cuatro mil dólares más y tendría para pagarle a la sirvienta.
***
Claudia despertó contenta, pues hoy era 26 de octubre, su tan esperado cumpleaños, salió de la cama y buscó a su mamá, no había nadie en la casa además de Vivi, quien le había preparado un desayuno especial por aquella fecha. Más tarde llegaron Lucy y Roger, quienes nunca mencionaron nada acerca de su cumpleaños y la llevaron directo al auto sin decirle nada, desanimada, la niña fue al auto junto a su querido unicornio de peluche.
El último hombre al que debía vender la droga en la semana, tenía alrededor de unos cincuenta años, y contaba con más riquezas que nadie en Canadá.
Ya le había hecho la propuesta, y el hombre muy gustoso aceptó, incluso le entregó mil dólares más a cambio de verla desnuda.
Y por supuesto Claudia aceptó, llevaría a cabo su plan y listo, nada saldría mal.
El hombre le entregó el dinero, como ella había pedido, se preparó para golpearlo nuevamente, sin embargo, el hombre la tomó de los brazos y la llevó al baño, ni siquiera tuvo la oportunidad agarrar a Corny. Ahí fue cuando sintió el verdadero terror, su plan se había echado a perder solo por no ser rápida y creer que todo sería fácil, como había pasado con los otros dos. Comenzó a gritar y patalear, pidiendo que la soltara, pero el hombre no cedía, ya se había dado cuenta de que todo sería una trampa y no la dejaría ir tan fácil, no sin haberla tocado primero.
La tiró contra el suelo bruscamente, Claudia no podía defenderse, era apenas una niña de seis años contra un hombre de cincuenta, era obvio quién iba a ganar. Su casaca voló por los aires, el hombre lo miró con deseo y se pasó la lengua por su labio inferior, disfrutando a la pequeña solamente con su visión, se veía tan indefensa y deliciosa a la vez. La pequeña gateó torpemente hacia adelante y el hombre rió, la tomó de su camiseta y la jaló con fuerza hasta acorralarla en la pared, que de por sí estaba sucia. Gritó y pataleó con todas sus fuerzas cuando el hombre comenzó a bajar su pantalón lentamente, pedía ayuda a gritos mientras lloraba, deseaba que por lo menos Roger la escuchara, pero nadie daba señales de hacerlo. Cuando su pantalón estuvo fuera, lo primero que hizo Claudia fue patear el mentón del hombre con fuerza, bueno, al menos la mayor fuerza que tenía con tan solo seis años. Corrió hacia la bolsa, la tomó y fue hacia la puerta. Ya estaba a punto de llegar, sin embargo, el mayor la agarró del cuello de su camiseta y la volvió a dejar en el lugar que estaba antes.
—¡No me toque! —gritó en cuanto el mayor tomó los bordes de su camiseta
—Ay Millie, nos estamos divirtiendo, además, debiste haberlo pensado antes de pedirme dinero adicional —besó la mejilla de la niña y esta frunció el rostro—. Yo sé cuándo están a punto de engañarme y podía verlo en tus ojos
—A ver si puedes ver este disparo —la niña giró su cabeza y vio a una mujer con una pistola en su mano, la cual emitió un ruido tan estruendoso al momento de liberar la bala que la pequeña no pudo evitar brincar de miedo
El cuerpo sin vida del hombre cayó directamente al suelo, Claudia observaba muy asustada la situación, quería llorar y gritar, pero no podía ni siquiera articular una palabra. Se levantó de aquel piso helado y miró el cuerpo, su agresor ya no estaba, ahora tenía un problema más grande, y en ese se deducía si la mujer era buena o igual de loca que el difunto. Cuando la mayor caminó hacia ella, Claudia retrocedió algunos pasos, sintiendo el mayor terror en su interior por si la señora era igual de cruel e inhumana que el anciano ya muerto.
—No, no, tranquila bonita, no te voy a hacer daño —el tono dulce que utilizó la mujer logró calmarla de cierta forma—. Al contrario, te he salvado del idiota ese
—G-G-Gracias —titubeó mientras buscaba su pantalón y se lo colocaba
—¿Qué haces por estos rumbos? ¿No deberías ir a la escuela?
—Ya no voy a la escuela desde que comencé a entregar las cajitas a hombres millonarios y crueles
—¡Dios mío! ¡Esto es inaudito! ¡¿Quién te obliga a vender?!
—Mi... —la pequeña no pudo seguir hablando, puesto que la puerta se abrió de golpe, donde se pudo apreciar a una Lucy y a un Roger muy enojados en la puerta
Cuando su madre vio a Claudia hablando con esa señora, la furia desató en ella, rápidamente caminó hacia ella, y antes de que pudiera llevarla toscamente de vuelta al auto, Claudia musitó algo en el oído de la mujer que le había salvado:
—Soy la hija de Dylan O'Brien, se lo digo por si acaso —y una vez terminado su frase, Lucy la cargó y caminó de regreso al auto con Roger y el dinero
—¡Espera mamá, Corny se queda!
—No volveré por tu estúpido peluche, Millie
—¡Mamá, por favor! —la pequeña comenzó a llorar, pero Lucy desobedeció
Al llegar al auto, la mujer tiró a su hija en el asiento trasero junto a la bolsa de dinero y cerró la puerta de un portazo. Claudia se arrodilló sobre el asiento y miró por la ventana a Roger.
—Rog, por favor, trae a Corny, está en una de las mesas, es mi mejor amigo, no puedo perderlo — suplicaba la pequeña, el rubio miró a su hermana y esta con una mueca de disgusto le hizo una señal para que fuera por el peluche de su hija
Al cabo de un minuto, Roger regresó con Corny en sus brazos y en cuanto se lo dio a la pequeña, ella lo abrazó con fuerza y lloró contra él. Reina inmediatamente recordó lo que había pasado hace unos minutos, así que provechó para sacar los cuatro mil dólares de la bolsa al ver a Roger y Lucy discutiendo sobre algo fuera del coche. Cuando subieron a este, llegó lo peor:
—¡Millie Boyton! —su madre sonaba enfurecida—. ¡Te he dicho mil veces que no hables con nadie cuando hagas tu trabajo!
—Soy Claudia O'Brien, mamá —la retó, cosa que no debió hacer puesto que una fuerte bofetada fue propiciada en su mejilla
—¡¿Cómo te atreves?! ¡Ese nombre no es tuyo!
—¡Sí es mío porque me lo puso mi papá! —otra bofetada fue directo a su mejilla
—¡No voy a permitir que vuelvas a a decir eso!
—¡Tú no puedes decirme qué hacer! —una bofetada más, pero una aún más fuerte que provocó que la niña rompiera en llanto
—En casa hablamos —dicho esto, nadie dijo palabra alguna, un silencio incómodo se formó en el ambiente, Roger ni siquiera se molestó en encender la radio como solía hacerlo siempre, solo predominaba el llanto de Clau
***
En cuanto llegaron a la casa, lo primero que hizo Claudia fue correr a su cuarto para huir de su madre, sin embargo, ella la logró tomar del cuello y llevarla hasta el cuarto más oscuro del lugar: el ático.
En dicho lugar, Lucy sacó una correa y la golpeó con ella, Claudia soltó un grito e intentó correr, sin embargo, su madre la tomó del brazo y la arrinconó en una esquina del lugar para golperla.
Esa noche, la pequeña sufrió la peor paliza de su vida, nunca pensó que recibiría semejantes golpes de su madre, a quien había preferido antes que sus papás. Había cometido el peor error de su vida, y ahora estaba pagando las consecuencias.
—¿Por... qué me haces... esto en mi... cumpleaños? —le preguntó entre llantos
—¿Tu cumpleaños?
—Sí... es... hoy...
—Tú naciste el 18 de noviembre, niña estúpida, si los idiotas de tus padres te dijeron que naciste el 26 de octubre estás muy equivocada
—¡Al menos ellos jamás olvidaron mi cumpleaños! —le gritó y recibió un par de golpes por parte de Lucy
—Espero que así aprendas y dejes de ser tan tonta —soltó la despreciable mujer mirando a la pobre niña, quien abrazaba con fuerza a su peluche, llorando y cerrando los ojos, porque ni siquiera podía mirar a su madre a los ojos, por todo el miedo que sentía—. Me llevaré esto como castigo —dicho esto, le quitó a Corny de las manos
—¡No mamá, devuélvemelo! —chillaba la niña mientras seguía a la mayor, quien empujó a su hija de una bofetada
—No te lo voy a devolver, a ver si así aprendes a no desobedecer —entonces salió de ahí cerrando la puerta con llave, dejando a la niña completamente sola
—¡Corny! ¡No tengas miedo, iré por ti! —lloraba mientras golpeaba la puerta
***
Llevaba toda la noche en el ático llorando, las heridas que su madre le había dado le dolían un montón, miraba por la ventana cómo las gotas de lluvia caían al césped y provocaban un sonido muy pacífico. Miraba la luna y pensaba en sus padres, en si estarían preocupados por ella o no.
Pero claro que lo estarían, ella mismo había visto a su papá luchar por mantenerla a su lado y aún así ella se había ido.
Se odiaba a sí misma por ser tan tonta y huir con alguien que la maltrataba y la obligaba hacer cosas malas. Ahora los extrañaba muchísimo y no sabía cómo regresar.
Su estómago rugía por el hambre de seguro ya casi era media noche, hacía mucho frío y tenía mucho sueño, además, el dolor del cuerpo no ayudaba.
La pobre se encontraba en el mismo rincón que su madre le había pegado, no quería ni moverse porque le dolía todo, cabezeaba muriéndose de sueño, sus brazos estaban aferrados a sus piernas, las cuales reposaban sobre su pecho. Recostó su cabeza sobre sus rodillas a punto de quedarse dormida, cuando de repente la puerta se abrió, provocando que levantara la mirada. Por la puerta entraba Vivi con una manta, una almohada y una bandeja de comida, la cual dejó frente a la niña con una sonrisa.
—Come mi niña —dijo mientras le colocaba la manta detrás de los hombros, Claudia de inmediato tomó un trozo de pan y se lo llevó a la boca con desesperación, mantenía la vista triste clavada en el suelo, Vivi, al notarlo, levantó su mentón para mirarla—. Pobrecita, mira como te dejó la bestia esa
Al escuchar aquellas palabras, no pudo evitar romper en llanto y lanzarse a los brazos de la sirvienta, quien la abrazó y acarició su cabeza para consolarla. Los sollozos eran lo único que se podían escuchar en el lugar, Vivi se sentía muy mal por ella, era apenas una pequeña niña de seis años que había recibido una semejante paliza por parte de su madre, ella no merecía eso, debía estar jugando con otros niños y yendo a la escuela, en lugar de estar encerrada en un ático.
—Ya mi niña, no llores —le decía sintiendo un gran nudo en la garganta
—Me quiero ir Vivi, me quiero ir —rogaba entre llantos—. Dime qué ya conseguiste el número de mis papás
—Estoy en eso corazón, ¿ya tienes el dinero? —la niña asintió al mismo tiempo que sacaba los billetes debajo de su suéter—. Gracias mi amor, te prometo que haré todo lo posible, ¿sí?
—Sí Vivi, ¿puedes traer a Corny por favor?
—No sé dónde lo puso tu mamá, linda, ya lo busqué por todas partes —aquellas palabras rompieron completamente su corazón, extrañaba muchísimo a su amigo y lo quería recuperar, jamás había estado tanto tiempo separado de él
***
Tres días llenos de aburrimiento en el ático habían pasado, Claudia no salía para nada de ahí excepto para ir al baño, Viviana siempre le traía la comida y a veces algunos dulces y juguetes a escondidas. Se desesperaba tanto ahí adentro que ya no sabía qué hacer para matar el aburrimiento además de dormir.
Pero para el cuarto día llegó su salvación: eran al rededor de las cuatro de la tarde cuando Viviana entró al ático muy alegre con un pedazo de papel en sus manos, Claudia despertó de inmediato, había dormido cerca de diez minutos debido a que no tenía nada que hacer.
—¡Corazoncito de melón! —exclamó la señora—. ¡Mira lo que tengo! —comenzó a agitar el papel delante de su rostro, Claudia seguía fregándose los ojos, aún estaba dormida
—¿Qué es?
—¡El número de tus papis!
Inmediatamente sintió cómo su corazón daba un vuelco dentro de su cuerpo, ¿había escuchado bien o seguía soñando?
—¿De verdad?
—¡Sí mi amor precioso!
—¡Entonces hay que llamarlos!
—Espera lindura —Viviana colocó su mano en el pecho de la niña—. Debemos hacerlo en la noche
—¿Por qué? —preguntó desanimada
—Porque tu mamá nos podría descubrir, recuerda que no puedes salir por tu castigo y no tenemos celular, por eso debemos ir en la noche al teléfono de la sala cuando tu madre duerma
—¡Sí! ¡Sí! ¡Esperaré!
—Prepárate que vendré por ti a la media noche
—¿Qué es la media noche?
—Las doce, corazón
—¡Oh! ¡Entonces, sí! ¡Te esperaré Vivi! —respondió contenta y sintiendo un montón de nervios en su cuerpo
—¡Viviana, ven aquí! —llamó una Lucy muy enojada desde afuera
—¡Voy patrona! —la sirvienta le devolvió el grito—. Debo irme corazón de melón —acarició las mejillas de la niña—. Volveré a la media noche —besó su pequeña frente y salió del ático
Solo debía esperar ocho largas horas encerrada ahí. Hasta la media noche.
***
—Media noche, media noche, media noche, media noche —repetía la pequeña mientras caminaba en círculos a lo largo del ático—. Media noche, media noche, ¿cuándo será la media noche? Qué ya llegue la media noche
De pronto, el sonido de alguien tocando la puerta e introduciendo una llave en la cerradura, retumbó en sus oídos, rápidamente corrió hacia ella y esperó a que se abriera, ahí se encontraba una Viviana muy sonriente, quien tomó su mano y la llevó en silencio hacia la sala. Una vez ahí, tomaron el teléfono y fueron al rincón más alejado del lugar para hablar, detrás del sillón más grande para poder esconderse por si alguien bajaba.
Claudia sentía los nervios a más no poder, un pequeño dolor de estómago la inquietaba al igual que una corriente helada que recorría su cuerpo.
—Vamos a hacer esto corazoncito de melón, pero con el mayor silencio posible, ¿sí? —le dijo mientras marcaba el número, Claudia asintió—. No queremos que alguien nos descubra
—Sí Vivi —susurró y vio cómo Viviana se llevaba el teléfono al oído—. Vivi, ¿puedo hablar con ellos primero? Por favor —rogó juntando sus manos, como si estuviese orando
—Ten mi vida, luego me lo pasas para decirles dónde estamos y que vengan a sacarte de aquí —dicho esto, entregó el teléfono a la niña, quien muy nerviosa -inclusive temblando- acercó el teléfono a su oreja
Y ahí espero impaciente, sintiendo cómo el corazón se le aceleraba cada vez más con cada timbre que el teléfono emitía, ¿qué diría? No lo sabía, luego se inventaría cualquier cosa, solo esperaba que no estuviesen enojados con ella. Llevaba casi un minuto en la línea, Claudia pudo sentir cómo su corazón se estrujaba y la tristeza la abrumaba, si no le contestaban de seguro era porque estaban enojados y no querían saber nada de ella. Ya estaba a punto de rendirse, en sus ojos habían lágrimas acumuladas que nublaban su visión, sin embargo, al escuchar una voz muy familiar, la tristeza desapareció:
—Hola, soy Dylan...
—¿Papá? —preguntó un tanto extrañada
—... y este es mi buzón de voz, de seguro estoy muy ocupado para contestarte, pero deja tu mensaje y te llamaré después, eh... ¡arriba los Mets! ¡Tommy, deja de lamerme la cara!
Y no se escuchó más que un pitido, Claudia colgó y miró a Viviana con los ojos cristalizados, se lanzó a sus brazos y comenzó a llorar.
—¿Qué pasó corazón?
—No me contestan, me mandó al buzón de voz
—Sigue intentando, puede que estén ocupados
—No Vivi, me odian, sino sí me contestarían. No tiene caso, mi destino es estar aquí para siempre
Viviana negó con la cabeza y le volvió a acercar el teléfono.
—Llama otra vez pequeña, anda, inténtalo
Claudia limpió con una mano sus lágrimas y tomó el teléfono para volver a llamar, a pesar de que había perdido completamente las esperanzas.
Por otra parte, a kilómetros de la niña, dos padres desesperados habían despertado de una siesta que involuntariamente tomaron mientras hacían algunas llamadas para saber algo sobre su hija desaparecida, todos los días eran lo mismo para ambos, casi no dormían y la pasaban agotados siempre, ahora sin querer se habían quedado dormidos en la sala y cuando escucharon el tono de llamada del celular de Dylan, ambos abrieron los ojos como platos y buscaron el celular como locos, el cual no aparecía por ningún lado.
—Tranquilicémonos, tal vez fue alguien queriéndonos gastar una broma, como siempre suelen hacerlo —Dylan intentaba calmar a Thomas mientras buscaba debajo del sofá más grande
—Sí, o tal vez es alguien que sabe dónde está Claudia, pero como eres un descuidado ya no lo sabremos
—Esperemos a que llame de nuev... —el celular comenzó a sonar otra vez—. ¡LA CONCHA DE MI MADRE! ¡BÚSCALO DE NUEVO!
—¡¿Y QUÉ CREES QUE HAGO, IDIOTA?!
—¡LA CONCHA DE LA LORA! ¡¿POR QUÉ TIENE QUE PASARME ESTO A MÍ?! —Dylan abrió un estante, y al encontrar el celular ahí dentro, gritó—: ¡YEEEEEEEEEEEEEEAAAAAAH! —con sus dedos temblorosos deslizó el dedo sobre la pantalla y colocó el altavoz, rápidamente, Thomas se acercó para averiguar de quién se trataba—. ¿Hola? —nadie dijo nada, lo único que escuchó al otro lado de la línea fue un sonidito de asombro
—¿Papá? —al escuchar aquella voz, ambos sintieron cómo el corazón les daba un vuelco
—¿Cla... Claudia? —preguntó Dylan asombrado y con la voz quebrada debido al llanto
—Ay Dios mío —Thomas musitó, llevando la mano a su boca y sollozando sobre ella—. Claudia, mi amor, ¿eres tú?
Ambos se miraron sorprendidos y con lágrimas en sus ojos, se escuchaba algo de interferencia en la línea y ambos estaban impacientes, no sabían si se trataba de una broma de mal gusto -como ya les habían hecho algunas veces- o si de verdad era su pequeña.
—¡Sí papi! ¡Soy Claudia!
—¡AY CIELOS SANTO! —Dylan rompió en llanto abrazando a Thomas, quien juntó su frente con la de él para llorar juntos
—Papá... papi —ahora Claudia también lloraba
—¿En dónde estás Claudia? Dime he iré a verte —el castaño sorbió su nariz
—Mi mamá me llevó muy lejos de ustedes, me hace entregar unas cajitas a unos hombres malos que han querido hacerme daño
Y ahí fue cuando Dylan y Thomas sintieron la mayor ira de su vida, sabían que de seguro, Lucy se encontraba detrás de todo esto, pero que la haya expuesto a personas que le hicieran daño, eso no lo permitirían.
—Te dije que fue la perra esa —le susurró Dylan a Thomas
—Papá... papi...
—Dime mi amor —habló Dylan, sintiendo una entera satisfacción al escucharla de nuevo
—Lo siento —dicho esto sollozó y rompió en llanto, Vivi le hizo una señal para que no hiciera mucho ruido—, no debí irme sin decírselos, fui una tonta
—No mi amor —habló Dylan con la voz quebrada—. No sabes cuánta alegría nos da escuchar tu voz y saber que estás viva
—Lo importante es que estás bien, para mí eso es suficiente —musitó Thomas mientras limpiaba sus lágrimas
—Vengan... a verme —hablaba con dificultad debido al llanto—. Ya... no... quiero... estar... aquí —con cada palabra que articulaba, un sollozo aparecía
—Dime dónde estás e iremos de inmediato, no me interesa si tengo que conducir toda la noche, dime hija
—Estamos en... bueno te paso a la sirvienta
—¿A la sirvienta? —preguntaron los padres al unísono
—Sip, ella me está ayudando
—Entonces ponle el teléfono, anda
—Oigan... —la pequeña hizo una pausa—. Los amo mucho
Aquellas palabras fueron suficientes para que Thomas rompiera en llanto y Dylan lo abrazara para consolarlo mientras sonreía.
—Lo siento, estoy en mis días —dijo con la cara contra el pecho de Dylan, quien rodó los ojos y rió al escucharlo
—También te amamos mi vida como no tienes idea, te extrañamos muchísimo, no puedo esperar para ir por ti y abrazarte
—Vengan pronto, ya les pongo a Vivi —dicho esto, le entregó el teléfono a la mencionada
—¿Hola? —pronunció Viviana
—¿Sí? ¿Con quién tengo el gusto?
—Me llamo Viviana, soy la sirvienta de la señora Lucy, ayudé a su pequeña a conseguir su número
—Muchísimas gracias señora, se lo agradezco muchísimo —dijo Dylan aliviado—. ¿Puede decirme dónde puedo encontrar a mi pequeña?
—Estamos en Canadá, en un edificio muy grande en la calle... —Dylan frunció el ceño al escuchar que el teléfono cayó al suelo, luego sintió los pelos de punta al escuchar un grito de su hija
—¡Millie y Viviana! ¡¿Qué diablos están haciendo?! —se escuchó una voz lejana y otro grito por parte de la niña
—¡¿Claudia?! —gritaron ambos muy asustados al unísono
—¡Está aquí! ¡Mi mamá está aquí! ¡Ayúdenme!
Y a continuación la llamada se cortó.
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HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA KAJKSAJKDSDJSAHUWE lo que sigue es ahhhh no lo voy a decir jsjs prometo no tardar tanto en subir el siguiente cap u.u porque se viene lo bueno sjsadsnaklefjoidsa
Los amoooooo gracias por seguir aquí :')
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