Capítulo 20
Claudia:
Me encontraba aburrida en la escuela, ya era mi segunda semana aquí y hasta ahora no había conseguido ningún amigo o amiga, lo cual es extraño, por lo general suelo congeniar rápido con las personas que apenas conozco, pero aquí era diferente, me comportaba demasiado tímida y se me hacía muy difícil entablar una amistad con alguien, tal vez porque los demás niños mostraban un aire de ser malvados u odiosos, al menos eso pensaba de la mayoría.
Pero había un niño en mi salón, su nombre era Sam, era rubio y de ojos azules como yo, solo que él usaba lentes y yo no, me preguntaba todo el tiempo cómo se sentiría usar lentes, quería preguntárselo, pero me daba mucha pena, era un niño muy lindo y no me atrevía a cruzar palabra con él. Tal vez estaba enamorada, no sabía con certeza, mi papá me dijo que cuando estás enamorado haces locuras por alguien, pero yo no estoy loca, solo quiero preguntar a ese niño sobre sus anteojos y si podría también averiguar su número para invitarlo a mi casa a jugar.
Estaba muy aburrida, quería salir de aquí para ir a casa y jugar con mis papás, o por lo menos ir a su trabajo y jugar con mis tíos, pero no, aquí estaba yo observando la pizarra a punto de dormirme.
—Muy bien mis niños, como tarea les entregaré estas hojas para que dibujen a su familia con todos los colores que tengan —anunció mi maestra
Una sonrisa se dibujó en mi rostro: un dibujo, me encantaba dibujar podía hacerlo todo el día y nunca me cansaría, si hay algo que de verdad me encanta es dibujar, sobre todo crear nuevas cosas, y qué mejor cosa que dibujar a mi familia.
Cuando mi maestra me entregó la hoja, saqué todos mis colores y comencé, primero hice la cabeza deforme de mi papá, luego a mi papi tomando su mano y sonriendo. Me dibujé al lado de ellos, Corny se encontraba en mi mano derecha, por último a mi tío Ki junto a mi tía Kaya a un lado gritando a mis papás. Estaba listo, ahora faltaba pintarlo.
Pero después pensé en mi papá Tyler, de alguna manera él había sido cercano a mí hace algunos años, así que tomé mi lápiz y lo dibujé al lado de mi papá con su cara molesta que siempre suele tener cuando tiene cerca a mi papi, a veces pienso que lo odia o algo por el estilo, pero, ¿cómo odiar a alguien tan bueno como mi papi Tommy? No entiendo.
—Niños, escúchenme —mi maestra comenzó a aplaudir, llamando así nuestra atención—. En diez minutos tendrán que pasar adelante a explicar su dibujo, tienen que decir los miembros de su familia y sus nombres, así que aceleren el paso
De inmediato mi corazón se aceleró, tenía que hablar delante de todos mis compañeros y me daba mucho miedo y vergüenza, odiaba hablar en público. Luego recordé que mi papá me había dicho que no dijera nada sobre ellos, pero no podía quedarme callada, tenía que decirlo sí o no.
Papá, papi, lo siento.
Los diez minutos pasaron y mi maestra se levantó para indicarnos que ya era hora de pasar a explicar sobre nuestras familias. La primera en pasar fue Abigail, una niña de pelo rojizo y ojos verdes.
—Él es mi papá John, ella es mi mamá Flor y él es mi hermano mayor Criss
Regresé mi atención a mi dibujo y continué pintando algunos detalles que me faltaban, se me ocurrió dibujar a mis otros tíos, así que los coloqué muy pequeños en una esquina de la hoja, porque si los hacía grandes no me entrarían todos. Estaba tan concentrada en mi dibujo que ni me di cuenta de que ya había pasado Pauleth, una niña morena de ojos oscuros y cabello chino.
—Él es mi papá Peter, ella es mi mamá Channel, él es mi hermano gemelo Peter y ella es mi hermanita menor Romina
Decidí dejar de escucharla y volver a mi dibujo, mientras mentalmente pensaba en qué decir cuando fuera mi turno. Cuando terminé de pintarlos a todos –incluyendo a mis abuelitos– dediqué mi atención absoluta a lo que decían mis compañeros, por lo menos para darme una idea de qué decir. Noté que la mayoría decía que tenía un papá, una mamá y un hermano o hermana, luego miré mi dibujo y vi a mi montón de tíos, abuelos y mis tres papás, otra vez me vino a la cabeza mi mamá, no había pensado en ella desde que mi papi regresó, pero ahora nuevamente la misma pregunta rodaba por mi cabeza: ¿dónde está mi mamá?
Nadie hablaba sobre tener dos papás, incluso tres, ni siquiera Sam, que vivía solo con su abuela, porque su papá y su mamá estaban en Canadá; por un momento pensé que mi dibujo estaba mal y me sacaría mala nota, de seguro todos se burlarían de mí por no tener una mamá.
—Debo inventarme una mamá —susurré y tomé mi lápiz, de inmediato, una idea llegó a mi cabeza—. ¡Qué tonta! ¿Cómo pude olvidar a mi mamá Shelley? —rápidamente me puse a trabajar
Solo alcancé a dibujar la cabeza, cuando la profesora dijo mi nombre.
—Claudia O'Brien, tu turno
—Diablos —susurré—. Deséame suerte, Corny —dejé mi unicornio en mi mochila y tomé mi dibujo
El miedo se apoderó de mí cuerpo, comencé a temblar mientras pasaba adelante, mi estómago me dolía por el miedo al ver todos esos ojos mirándome, tenía ganas de llorar.
—Bueno... él es mi papá Dylan —mi voz sonó temblorosa y lo señalé en el dibujo—, él es mi papi Tommy y él mi papá Tyler
En cuanto dije eso, todos comenzaron a susurrar cosas, lo cual me puso aún más nerviosa de lo que estaba, decidí ignorarlos y continuar con mi exposición.
—Aquí estoy yo, con Corny, mi mejor amigo. Ella es mi tía Kaya, siempre les grita a mis papás porque son bien tontos, y él es mi tío Ki, mi papá Dylan dice que cuando era bebé me compró mi libro de cuentos favorito. Y ellos son mi abuelito Ian, mi abuelito JR, mi abuelito Linden y mi nuevo abuelito Aidan, y acá abuelita Patricia y mi abuelita Melissa. Y ellos son mi tío Posey, mi tío Daniel, mi tía Holland, mi tía. Luego están mi tío Dexter, mi tío Alexander, mi tío Will, que sus cejas son un poco raras y chistosas...
—Claudia, suficiente —me interrumpió la maestra
—Pero...
—En serio, basta, escucha —la maestra se arrodilló a su altura—. No puedes tener tres papás, tu familia no es normal y esto necesito hablarlo con tus padre
—¿Tienes tres papás? —preguntó Verónica, una de las niñas más presumidas del salón, asentí con la cabeza nerviosamente—. ¡Qué rara!
—¿Y tu mamá? —preguntó Simón
—¡Sí la tengo... se llama Shelley! —respondí con la voz entrecortada
—¿Y por qué no la dibujaste entonces? ¿Acaso te inventaste una ahora? —Verónica no quitaba esa sonrisa malvada de su rostro
—¿Por qué no tienes mamá? —esta vez fue Jazmín
—¿Por qué tiene tres papás?
—¿Tu mamá se murió?
—¡No tiene mamá! —Verónica me señaló y comenzó a burlarse
—¡Niños suficiente! —los regañó mi maestra, pero las burlas no pararon
Mis ojos comenzaron a cristalizarse, tiré la hoja al piso y salí de mi salón mientras las lágrimas salían de mis ojos, pude escuchar el llamado de mi maestra, pero no obedecí y continué corriendo. Llegué la entrada de la escuela y observé la puerta atentamente, tuve que limpiar mis ojos porque estaban nublados por las lágrimas y no podía ver nada. Sollocé y corrí hacia ella, revisé si la portera se encontraba cuidando la puerta, sin embargo, su pequeño puesto de trabajo estaba vacío, así que fui hacia allá y oprimí el botón para abrir la puerta y salir de la escuela.
Narrador omnisciente:
—¡Lo único que sí sabemos es que nos salvaron de Cruel! —exclamó Thomas como Newt—. ¡Nos dieron ropa...! —el rubio fue interrumpido por el tono de llamada del celular de Dylan
—¡Corte! —exclamó Wes—. Contesta, Dylan
El moreno asintió avergonzado y sacó su celular de su bolsillo, al mirar la pantalla se sorprendió al ver el número de la escuela de su hija.
—Es de la escuela de Clau —Dylan le enseñó el celular a su novio y este se acercó con una muestra de preocupación en su rostro
—¿Habrá pasado algo?
—No lo sé —dicho esto, el castaño contestó—. ¿Hola?... Con el mismo... Sí... ¿Qué cosa? —exclamó confundido y a Thomas le invadió el miedo—. ¿Que salió a la calle? ¡¿Cómo es eso posible?! —gritó fúrico—. ¡Si mi hija está en su escuela es para que la cuiden no para que la dejaran salir! ¡Los voy a denunciar, y ahora quién sabe en donde esté! ¡No voy a calmarme! ¡Son unos incompetentes! —dicho esto colgó
—¿Qué ocurrió? —preguntó Thomas con el corazón en la boca
—Clau, ¡Clau se perdió! ¡Salió de la escuela Tommy!
—¿Y por qué no la cuidaron? —ahora Thomas estaba enojado
—¡No lo sé! ¡No lo sé! —en su voz abundaba el miedo—. ¿Y si le pasó algo? ¿Y si la prensa la encontró? ¡Muchas cosas pudieron haberle pasado! ¡Es una niña! ¡Solo tiene seis años!
—Calma Dyl, calma —Thomas lo agarró de los brazos simulando una actitud tranquila, sin embargo había un dejo en su voz que decía lo contrario—. Estará bien, ¿sí? Posiblemente haya ido al parque que queda cerca
—¡Entonces vayan a buscarla! —exclamó Kaya acercándose a ambos
Dylan miró de inmediato a Wes, pidiéndole permiso con la mirada, el hombre de la gorra rodó los ojos y terminó asintiendo.
—Ya que, solo porque es por Clau —soltó—. Y como sé que sin Kaya y Ki estarían perdidos, los cuatro tienen permiso
—Vaya, vaya querido Wes, al parecer sabes leer nuestras mentes —dijo Ki sonriendo
—Exacto —dijo Thomas
—Y sabes tambien que Dylan y Thomas son tan tontos que no podrán lograrlo sin nosotros
—Exact... ¡oye! —Thomas pegó un manotazo al asiático
—¡Ya vayan de una vez por todas! —les gritó Wes y todos corrieron a la puerta
***
La pequeña Claudia llevaba corriendo durante un largo rato, no sabía dónde estaba y eso la aterraba, quería que sus papás vinieran para que la salvaran, pero no los veía por ningún lado, ni siquiera a cualquiera de sus tíos. Lloraba aún más por la desesperación, continuó corriendo varios metros hasta que encontró el parque que quedaba cerca de su escuela, por un momento se alegró, ya sabía dónde estaba, así podía volver a la escuela y reencontrarse con sus padres, sin embargo no quería, por más perdida que estuviera no quería volver y que se burlaran de ella nuevamente, no cuando había pasado vergüenza con Sam ahí adentro. Corrió al parque aún con lágrimas en sus ojos, podía sentir las miradas de pena de los niños y los adultos, cosa que le hacía sentir peor. Se sentía cansada, cuando sintió un pequeño dolor en el pecho se asustó al darse cuenta de que había estado corriendo todo el tiempo, sus papás le habían prohibido correr, sobre todo Dylan, Pepe podría regresar en cualquie momento, no quería morirse, tenía muchísimo miedo, no podía creer que había olvidado, quería pegarse por ser tan tonta. Al ver un árbol, caminó a paso lento hacia él, se sentó bajo la sombra de este y apoyó su espalda en el grueso tronco, cerró los ojos y comenzó a respirar, lenta y pausadamente, rogando internamente que su dolor de pecho no sea nada grave, por más que tuviera su inhalador en su bolsillo, tenía miedo de que Pepe regresara. Recogió sus rodillas y comenzó a llorar en ellas, todo lo que sentía en ese momento eran una mala combinación, quería que sus padres llegaran y la llevaran de ahí, pero sabía que se metería en problemas, sus papás se enojarían mucho con ella y si es posible la castigarían.
Pero el terror llegó a ella de golpe al pensar que dejó a Corny en su mochila, dentro de su salón lleno de aquellos niños malos que la habían criticado, tenía miedo de que Verónica o cualquiera de ellos le haya echo alguna maldad, Corny era un peluche, podía hablar con Clau, pero no sabía defenderse, y se culpaba por ello, no debió dejarlo solo ahí, ahora no tenía a nadie que la escuchara y tampoco a alguien para abrazar, por lo menos su unicornio solía consolarla y había estado junto a ella en todo momento, no podía creer que lo había olvidado.
De pronto, dejó de pensar en Corny, ahora pensaba en su mamá, ¿dónde diablos estaba? ¿Por qué nadie le hablaba de ella? ¿Y si estaba muerta? Hace años su papá le había dicho que estaba muy lejos comprando sus juguetes así como Thomas, sin embargo este nunca trajo nada, pero volvió, no entendía nada, sospechaba que le estaban mintiendo.
Y claro que Shelley era considerada por la niña como su mamá, pero ella sabía que no era de verdad, además solo la veía cuando su papá tenía que trabajar en Teen Wolf.
Levantó la mirada y observó a los pocos niños que jugaban en los columpios, sus madres estaban con ellos, reían, jugaban y se abrazaban cariñosamente, luego llegaba su papá y entre todos se abrazaban, al parecer esa era una familia normal, nunca había visto a algún niño o niña que tuviera dos o tres papás como ella, Claudia deseó tener una mamá por lo menos por un día para saber lo que se sentía, ni una falsa como Shelley y de esta manera que nadie la molestara. Otra vez las lágrimas nublaron sus ojos y volvió a llorar, habían demasiados pensamientos horribles en una cabeza tan pequeña.
***
—¡CLAUDIAAAAAA! —gritó Dylan mientras corría de un lugar a otro
—¡Clau! —ahora Ki
—¡Claudia! —esta vez Kaya—. ¡¿Dónde estás?!
—Separémonos —propuso Thomas intentando calmar a su novio con la mirada—. Yo iré a los columpios, Dylan a la los toboganes, Kaya a los alrededores y las tiendas y Ki a la laguna, ¿está bien? —todos asintieron—. ¡Vayan!
Aquellas palabras fueron suficientes para que todos se echaran a correr en busca de la pequeña. En su interior, Thomas rogaba que Claudia estuviera ahí, porque ya no se le ocurría otro sitio en donde pudiera estar, no quería imaginarse que algo le hubiese pasado. Buscó en su camino a los columpios, habían pocos niños y eso facilitaba su tarea, sin embargo, no la encontraba en ningún lado. Comenzaba a desesperarse, su vista recorría absolutamente todo el parque, en su mente abundaban los malos pensamientos de que posiblemente perdería para siempre a su pequeña, no, no quería perder a su hija otra vez. Observó a lo lejos a una anciana sentada en una banca, así que rápidamente se le acercó para preguntarle si sabía algo de la niña.
—Buenas tardes señora, disculpe, ¿ha visto tal vez a una niña como de esta estatura? —colocó su mano a la altura de Claudia—. Tiene el cabello rubio, ojos azules y estaba vestida con una falda rosa y una chamarra blanca
—¿De casualidad no estaba llorando?
—Pues... no lo sé, ¿la vio? ¿Estaba llorando?
—Sí, la vi corriendo hacia allá —señaló a su derecha—. Por cierto muchacho, tú no eres el chico de Maze Runner
—¿Newt? Sí señora, lo soy, pero primero debo encontrar a la niña, luego le doy su autógrafo
—No para nada, solo quiero una foto
—Oh, está bien, pero rápido
La anciana sacó su celular y abrió la cámara, Thomas agarró el celular y tomó la foto lo más rápido que pudo, no le importaba salir mal, sino Claudia, quería encontrarla de una vez por todas para que su preocupación se esfumara. Agradeció a la anciana con una abrazo y corrió hacia la dirección que le había indicado. Se sentía cansado, las piernas ya no le daban más, además el sol que hacía no ayudaba en nada. Pero todo el esfuerzo valió la pena, soltó un suspiro al ver a su pequeña niña sentada bajo la sombra de un árbol, llorando desconsoladamente sobre sus rodillas. Sonrió y negó con la cabeza para después acercarse a paso lento.
—¿Reina? —se arrodilló frente a ella, quien aún no se daba cuenta de su presencia—. Reina, amor, ¿por qué lloras?
La niña levantó la cabeza y se sorprendió al ver a su papi delante de ella, sonrió ligeramente, contenta de verlo después de todo lo que había sufrido, y se lanzó a sus brazos para llorar sobre su hombro.
—¡Pa...pi!—la pequeña ni siquiera podía hablar por el llanto
El mayor cerró los ojos satisfecho de que su hija estaba en sus brazos y que no le pasó nada mientras la buscaban, aunque al parecer era cierto, porque lloraba como si la hubiesen golpeado o algo peor, Thomas ni siquiera quería imaginárselo, con solo ver su carita llena de lágrimas sentía que le arrancaban una parte de su corazón, Claudia era una niña muy indefensa, la amaba tanto que daría su vida por ella. Se levantó del suelo con ella en brazos y la meció de derecha a izquierda mientras sacaba su celular de su bolsillo para avisarle a Dylan que ya la había encontrado.
"Ya la encontré amor, pero algo anda mal, te espero en el auto"
Y Dylan le respondió:
"Casi pierdo la cabeza, avisaré a los demás, dile que ya voy."
Thomas guardó el celular y se concentró en abrazar a su hija para hacerle saber que todo estaba bien, caminó a paso lento y escondiéndose de las personas para que no lo reconocieran, porque si la anciana lo hizo, los demás también.
—Ya corazón, tranquila —le susurraba mientras se acercaba al auto—. Papi está aquí, no hay nada que temer
Pero Claudia no dijo nada, lo único que Thomas obtuvo de respuesta fueron los sollozos de la pequeña.
Cuando llegaron al auto, el rubio abrió la puerta trasera y sentó a Claudia en el asiento, la pequeña lo miró con los ojos rojos por el llanto, su labio inferior temblaba ligeramente, y su cuerpo se sacudía con cada sollozo.
—Pa...pi —sollozó—. Dejé... a C-Corny en mi... es-escuela, s-soy u-una... t-tonta
—Claudia, cálmate, dime qué pasó, ¿por qué te escapaste de la escuela?
La niña solo negó con la cabeza y se lanzó a sus brazos para abrazarlo.
—No... le dig-gas... a... pa- papá
—Tengo que decírselo amor, Dylan estuvo muy preocupado por ti al igual que yo —le susurró mientras acariciaba su espalda—. Y ahí viene
—¡Claudia! —Dylan llegó muy cansado y jadeante—. ¿Qué pasó?
—No sé, no me quiere decir
—Reina Claudia, ¿por qué te escapaste de la escuela? —la voz de Dylan se escuchó tan dura, que daba miedo
Pero nada, solo se escuchaba el llanto.
—¡Respóndeme!
—¡Dylan basta! —Kaya le gritó desde atrás—. ¡No seas duro con ella!
—¡Me dejó con el Jesús en la boca! ¡¿Qué quieres que haga?!
—Trátala con paciencia —la chica hizo a un lado a Dylan y a Thomas y se arrodilló un poco para llegar a su altura—. Clau, calma amor, tu papá ya no te va a gritar, ¿sí? —comenzó a acariciar las mejillas de Claudia y limpiar sus lágrimas—. ¿Qué pasó? ¿Por qué te escapaste de la escuela?
La niña dudó unos segundos mientras dirigía su mirada al suelo, luego la subió y permaneció callada. Kaya era su tía, posiblemente era como su mamá, le tenía mucha confianza, más que la que tenía a sus padres, con ella se había criado y sabía que podía contarle cualquier cosa y ella nunca la trataría mal.
—No tengas miedo, anda, cuéntamelo, no dejaré que los tontos de tus padres te griten
—Es que... —su voz sonó muy bajita, ya se había calmado—, mis amigos... de... la es...cuela... se b-burlaron de mí
—¿Por qué? —preguntó Thomas y Claudia lo miró
—Porque no tengo... mamá
Aquella frase fue suficiente para que el corazón de los cuatro se partiera en millones de pedacitos. Dylan se sentía muy mal, había sido muy duro con la pequeña cuando no sabía por lo que estaba pasando. Conmovido, la tomó en brazos y la abrazó.
—Lo siento —le susurró y Claudia asintió
—Tranquila bebé —ahora Thomas se le acercó—. Nos tienes a nosotros para ser feliz
—Pero yo... t-también quie...ro tener una... mamá
Dylan la colocó en el asiento.
—¿No estás feliz con nosotros? —preguntó con el corazón hecho trizas
—Sí, pero todos tienen una mamá menos yo. Me dijiste que mi mamá estaba de viaje como mi papi, mi papi volvió, pero ella no
—Lo sé mi amor, pero aún no regresa, ella tampoco nos ha dicho nada
—Llámala, por favor, ya no quiero que se burlen de mí
Dylan miró a Thomas en busca de una respuesta, al ver que se encogió de hombros, miró a Kaya, suplicándole que le ayude.
—Clau, tu papá no puede llamar a tu mamá porque está muy lejos. No hay señal en el lugar donde te está comprando tus juguetes
—Pero, ¿por qué se demora tanto?
—Porque está buscando el mejor juguete de todos —todos guardaron silencio—. Prometo ser tu mamá sustituta
—Pero tú eres mi tía, no es lo mismo
—¿Y Shelley? —preguntó Ki—. Una vez me dijiste que era tu mamá falsa
—Pero a ella no la veo tan seguido
—¿Consideras a Shelley como tu mamá y a mí no? —Kaya sonó un tanto dolida
—En ese tiempo no te veía, sino a mi tía Shelley porque siempre pasaba con mi papá y ambos se besaban. Hasta una vez se estaban quitando la ropa y...
—Ya Claudia, suficiente —le interrumpió Dylan antes de que su hija dijera cosas peores, al notar la mirada fulminante de Thomas sintió terror en su interior—. ¡Solo fue por actuación! ¡Nada más! ¡Era para Teen Wolf! ¡Lo juro!
—Ya que, mejor vámonos antes de que alguien más quede con el corazón roto —propuso Thomas y todos asintieron
—Primero hay que ir por Corny
—Claro que sí corazón —Dylan acarició su mejilla delicadamente—. Y también iremos a regañar a tu maestra por no cuidarte
***
Un poco cerca de ahí, caminaba Lucy con su gran cartera a la mano, había salido de su trabajo hace media hora y decidió acortar camino por el parque, no era algo que acostumbraba a hacer, pero algo le decía que debía pasar por ahí. Ya había llegado al estacionamiento, cuando de pronto observó una camioneta negra con vidrios polarizados que llamó su atención, una de las puertas estaba abierta, y dentro se encontraba una niña rubia, junto a cuatro personas más, se acercó lentamente para averiguar de quién o quiénes se trataba.
—Ya que, mejor vámonos antes de que alguien más quede con el corazón roto
—Primero hay que ir por Corny
—Claro que sí corazón. Y también iremos a regañar a tu maestra por no cuidarte
La mujer se aproximó un poco más al auto, con cada paso que daba más curiosidad sentía por saber quién era esa niña. La chica subió al auto, el asiático rodeó el auto junto al rubio y subieron de igual manera, el castaño fue al asiento del piloto, y así dejaron a la vista a la niña.
Era ella. Millie. Su hija.
Sintió que el corazón se le detuvo por un momento, su pequeña niña se encontraba en ese auto, a pocos metros de ella. Comenzó a correr desesperadamente su gran bolsa le pesaba, así que la tiró al suelo para continuar corriendo. La desesperación se apoderó de ella cuando vio el auto avanzar, por lo que corrió aún más rápido.
—No... no... ¡MILLIE! ¡HIJA! ¡SOY TU MADRE!
El auto se alejaba y la madre comenzaba a desesperarse cada vez más, tenía tan cerca a la niña, pero a la vez tan lejos.
Por más que corrió, sus intentos fueron inútiles, el auto se alejó por completo y la dejó ahí arrodillada en el suelo, perdiendo la única oportunidad en la que podía estar con su hija.
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