CAPITULO VEINTICUATRO

Mike

––No está aquí, lo sentimos.

Mike se dio la vuelta dándose por vencido. Aquella había sido su segunda vez yendo a aquel lugar, en donde dijeron que se encontraba su falso novio.

––Mike, cálmate, todo estará bien… ––Lex se vio interrumpida por los gruñidos del mayor.

––¡No me dijo nada, Lex! ¡Pude acompañarlo, no tenía porque venir solo! ––continuo caminando en línea recta.

––Esta bien pero mantén la calma, estoy segura de que hay una explicación de la cual, por qué no está aquí.

El pelinegro no respondió, siguió su camino hasta un banco en el parque de adelante. Se sentó con frustración pateando una piedra que, no fue muy lejos.

«Ni siquiera ha intentado llamarme».

Bajo la cabeza mirando su teléfono, esperando alguna señal de que el pelirrojo se encontraba en perfecto estado. Había ido corriendo el día que le mandaron la foto, se negaron a darle información de lo sucedido, al pensar que era un cómplice intentaron interrogarlo. Al ver que no tenía nada que ver y solo buscaba al chico, lo dejaron ir.

No había pegado el ojo en toda la noche, sentía su cuerpo completamente inquieto y, sus manos no dejaban de tomar el teléfono esperando un mensaje del chico.

«Ha vuelto con Theon y no quiere verme más».

Se negaba a toda costa a pensar en eso. Sabía que Kun no era ese tipo de personas.

Su pequeña amiga, se quedó toda la noche cuidando de él y, de que estuviera tranquilo. Por más que Mike intento no preocuparla era evidente en sus ojos, todo lo que sentía al respecto.

––Deberíamos ir a casa de tus padres.

––¿Qué pasará si lo hago? No es como si lo fueran a encontrar mágicamente, ni siquiera debe estar en su casa ––aquello último lo dijo casi en un murmuró.

––Estas siendo muy exagerado.

––¡Estoy inquieto, Lex! ––llevo las manos hasta su cabeza, por el estrés––. No se donde se encuentra Kun, ni siquiera sé si está bien. Tal vez este herido o… Llorando, él casi no llora… Pero tal vez…

Los brazos de la menor no tardaron en rodearlo, Mike apenas correspondió a su abrazo, en su mente no cabía nada más que en la condición del pelirrojo.

Intento contactar una vez más al numero que le había mandado la foto, pero había terminado por bloquearlo. El pelinegro quiso tirar el teléfono en aquel momento, ¿Por qué tenía que ser aquel chico tan testarudo? Si volvía a verlo y estaba con vida, le daría una cachetada por el dolor en el pecho que le estaba generando.

––Necesito encontrarlo ––dijo en voz baja.

––Muy bien, Mike, vamos a casa de tus padres ––tomo al chico de la mano antes de que se quejará––. Te prometo que lo buscaremos después, pero por ahora necesitas descansar.

«¿Por qué Lex tiene que parecer más madura que yo, en este tipo de situaciones?».

Tal vez Mike fuera un inmaduro, pero no podía evitar preocuparse tanto, menos en aquel momento que sentía como el desespero comenzaba a invadir su cuerpo.

Cedió rápidamente a ir a casa de sus padres. Una vez llegaron, se enteró de que Lex ya les había comentado sobre la situación.

––Te pedí que no lo hicieras ––dijo en voz baja.

––Tus padres también se preocupan por Kun, Mike ––miro al padre del pelinegro quien era el más cercano en ese momento, a él.

El joven noto las miradas y asintió, subió las escaleras a lo que alguna vez fue su habitación y se tiró en la cama. Sintiendo el cuerpo pesado y adolorido. Abrazo sus piernas envolviéndose entre las sábanas con lágrimas en los ojos, deseando, que el chico que le gustaba se encontrará allí, con él, diciéndole que le quería.

«Suena muy fantasioso».

Asomo el collar por su cuello mirándolo con tristeza, a pesar de no habérselo entregado se sentía seguro llevándolo en su cuello, de una u otra manera sería de él, si es que volvía a verlo.

Era la forma de un corazón humano, por alguna razón, a Mike se le hizo un buen regalo, una manera indirecta de decirle que estaba diciendo ante él ofreciéndole una parte de sí mismo.

Cerró los ojos con aún más fuerza pensando que no era momento de pensar en cosas cursis.

Hacía tiempo que, no se sentía de aquella forma, desde la última vez que vio a James en el restaurante no sentía ese agotamiento físico, y las grandes ganas de quedarse en cama pero al mismo tiempo de salir y buscar.

Se dejó caer al suelo dando vueltas por este. Mike pateo la sabana como se tratase de una persona, alejándola de él con fastidió. Le daba calor, pero luego sentía frío, se veía obligado a tener la sabana muy cerca de él pero al mismo tiempo no tanto.

Se levanto. Camino de un lado a otro sintiendo frustración y cosquillas por su cuerpo. Se preguntaba si así se sentía el desesperó y el deseo de hacer algo.

«Necesito buscarlo ––pensó, irritado».

Miro hacia la ventana, fijándose que había una gran nube de lluvia lo que le dificultaría continuar con su misión.

Se sintió cada vez más desesperado. Mike no tenía maneras de explicarse a si mismo lo que sentía. Era una mezcla de enojo, con tristeza y dolor, frustración y ganas de llorar. Tomó una almohada de su cuarto y la tiro hacia la puerta. Su padre que, iba entrando en ese momento, esquivo la almohada y recogiéndola del suelo.

Mike frunció el ceño al verlo, se recostó una vez más de la cama, cubriéndose por completo ignorando a su padre. Sintió el peso de aquel hombre sobre su cama una vez que se sentó. Mike se arrimo un poco más a la dirección de la pared.

Ni siquiera estaba claro del por qué lo ignoraba, no quería hablar con nadie en ese momento, sentía que todo se le derrumbaba y la única manera de no sentirse tan mal, era ignorando a las personas a su alrededor.

––¿Por qué no nos dijiste nada, Mike? ––el pelinegro no respondió––. ¿Estás molesto? ¿Frustrado?

Las preguntas iban en vano, el chico no accedía a responder a ninguna de ellas. El hombre suspiro con pesadez poniendo una mano en su hombro.

––Yo también estoy preocupado por Kun, el chico es parte de la familia.

Mike pudo sentir como su garganta se cerraba ante esas palabras, buscaba una manera de responder pero simplemente, las palabras no salían.

––¿También es como tú hijo? ––preguntó con un hilo de voz. 

––Nadie podría reemplazarte, hijo, pero sí. Kun es igual que un hijo para mí.

––No lo digo por eso ––jadeo al intentar explicar––. Hablé con Kun antes de irnos, él me contó que también te apreciaba mucho.

––¿Estás llorando? ––preguntó de repente.

––No. Pero si tengo ganas de hacerlo.

––¿Y por qué no lo haces?

––Tú estás aquí ––no tardó en responder––. No quiero que me veas siendo débil.

Entonces Mike sintió la mano de su padre que, tenía sobre su hombro temblar. No sabía exactamente si era por la presión que ejercía o porque de verdad se sentía mal.

––¿Papá…?

––Lamento haberte hecho sentir que no te aceptaba, Mike ––el tono de voz aún era serio, pero notaba cierto tono chillón––. Yo jamás te demostré mi apoyo, solo te dije que te quería ¿Qué clase de padre soy?

––Tal vez uno que no supo cómo reaccionar ––dijo en un tono bajó––. Entiendo lo que sientes, no… no tienes la culpa de nada…

––Se que lo dices para que no me sienta mal. Ya estoy viejo para estas cosas, entiendo cómo funciona todo.

––No, lo digo en serio, todo está bien ¿Entiendes? ––dijo con sinceridad––. No hace falta que te disculpes.

––¿Cómo te sentiste?

––¿Con qué?

––Cuando saliste del clóset.

Mike sintió un gran vacío en su interior de repente, no habría querido que su padre se sintiera así, sentía culpa de si mismo en aquel momento.

––Papá… No hagas esas preguntas…

––Lo digo en serio ¿Cómo te sentiste? ––al principio, no quiso ceder ante su pregunta, se negó mil veces antes de poder rendirse.

––Recuerdo sentirme negado en cierto punto. Pensaba que mi padre no me iba a aceptar nunca por como era, lo mismo sentí con mamá, hasta que comenzó a actuar con naturalidad, hasta me preguntaba que tipo de chicos eran a mi gusto. En cambio tú… ––a Mike le costaba decir aquello, no quería herir a su padre––… Tardaste un tiempo en volver a hablarme, volvía de clases y apenas me saludas sin mirarme a la cara, pensé que sentías vergüenza de mí y…

––Sigue ––pidió después de un rato en silencio. Mike suspiro.

––Era extraño para mí. Pasaba horas llorando en mi habitación pensando en que, tal vez mi padre me odiaba por ser homosexual. Había veces en los que deseaba nunca haber dicho nada… Porque... Por qué en verdad pensaba que me odiabas, papá. Estoy seguro de que si mamá no te hubiese convencido de platicar conmigo, hubiésemos seguido así por mucho, mucho tiempo y eso me duele… Porque tú nunca intentaste dar la iniciativa… Yo lo intente un montón de veces y aún así no me prestaste atención.

––Si lo hacía, pero fingía ignorarte.

––¿Por qué? ––miro hacia atrás, aún sabiendo que no podía verlo por encima de la sábana.

––Lo mismo que tú: Miedo. Sentía que también me odiabas por pensar que no te aceptaba. ––acaricio su brazo––. La verdad es que… Me recuerdas a alguien muy especial, también le gustaban los chicos. Bueno, le gustaba uno en específico y siempre traté de ayudarlo a salir con él, pero de alguna manera salía más lastimado. Cuando tú saliste del clóset no pude evitar verte como ese amigo al que le rompieron el corazón, por no ser correspondido por su mejor amigo.

––¿Se lo dijo? ––preguntó con curiosidad.

––Jamás, pero aún así, siempre salía lastimado.

––Yo no soy ese amigo, papá. Y entiendo que me veas igual que él en ese aspecto, pero me es difícil entender que me hayas hecho sentir rechazado por algo del pasado.

––Y eso está bien ––quito la sábana, dejándola en sus piernas––. Nunca dije que estuviera bien lo que hice, a día de hoy me arrepiento. Se que debí abrazarte y decirte que te apoyaría o respetaría.

––¿Te hago sentir con culpa?

––Lo tengo merecido, Mike ––respondió con seriedad––. No hace falta que te preocupes por ese tipo de cosas.

––¿¡Cómo qué no!? ¡Papá! ¿Te estás escuchando? ––puso sus manos en ambos hombros––. ¡Lo que dices no tiene sentido!

––No, pero mira ––llevo una mano hasta su mejilla, limpiando la lágrima que pasaba––, estás llorando frente a mí.

––¿Y eso qué? ––la voz del pelinegro era chillona y jadeante.

––Que al menos logré que no te sintieras reprimido, dime ¿Alguna vez quisiste llorar frente a mí? ––el chico asintió con lentitud––. No te haré daño esta vez, Mike.

El pelinegro que, no lograba entender nada de aquella situación, se abalanzó sobre su papá abrazándolo mientras dejaba escapar un par de lágrimas, no eran muchas, pero si las suficientes para sentirse bien en los brazos de su figura paterna.

«¿Cuándo fue la ultima vez que lo abrace?».

Tenía 13 años en aquel entonces, había intentado jugar fútbol y había fallado en el intento. Frustrado corrió lejos de la arquería sentándose en el pasto, con las manos hechas puños. Sus rodillas estaban completamente llenas de rasguños, y banditas.

Su padre que estaba esperando por él, se sentó a su lado ofreciéndole un par de dulces en aquel momento. Mike lo miro con lágrimas en los ojos, se sentía débil por no poder hacer lo mismo que los demás niños.

––Soy un fracasó ¿No es así? ––limpio las lágrimas de sus ojos.

––Yo tampoco soy bueno en el fútbol ––comento––. No porque tú lo seas eres un fracasado, estoy seguro de que afuera de este lugar hay cosas en las que destacas un montón.

––¿Cómo montar caballos?

––No ––río––, te caíste de un caballo la semana pasada, no quiero que vuelvas a gritar cada vez que veas uno.

––¡Tenía miedo, prometo ser bueno con los caballos! ––su padre lo examinó de arriba abajo con una sonrisa.

––Si tú lo dices, entonces es porque así será.

Abrazo a su hijo con todas sus fuerzas. Mike pensaba que estaba siendo empalagoso, pero le gustaba mucho sentir un abrazo de su padre, muy pocas veces podía sentir ese tipo de afecto.

«Se siente bien».

Su padre tenía una mano en su cabeza mientras lloraba. Si esa era la primera vez que Mike presenciaba a su papá llorando no desperdiciaría el momento, lo guardaría en el fondo de su ser apreciando que se haya abierto con él, por casi primera vez.

Está vez le tocaba a él, ser quien limpiará las lágrimas de aquel hombre adulto. Abrazarlo con todas sus fuerzas deseando que no se acabará el momento, al menos no tan rápido.

––Todo bien papá. Todo bien.

[“*””*”]

La lluvia había comenzado a invadir cada uno de los rincones del exterior, se encontraba en la sala viendo cómo la lluvia no cesaba. Lex se había quedado dormida en el sofá y su madre la había cubierto con una manta, antes de sentarse al lado de su hijo.

Mike dejo la taza de chocolate vacía a un lado. Suspiro con fuerza deseando que la lluvia pasará más rápido.

––Lex me dijo que, al único lugar, al que no habían ido era la casa de Kun… ––miro hacia atrás––… No creo que haga daño que vayas…

Mike tomó a su mamá de la cara, dándole un beso en ambas mejillas, la mujer sonrió con dulzura acariciando su cabello.

––Rápido, no quiero que se den cuenta, diré que fuiste a comprar algo.

––¿En plena lluvia? ––susurro.

––De pequeño siempre lo hacías ––tomo el paraguas y el suéter del perchero, entregándoselos en las manos––. Te amo, por favor cuídate.

––Tambien te amo ––le dio otro beso en la mejilla antes de salir a la lluvia.

Mike anduvo lo más rápido que pudo hasta el edificio en donde (esperaba) que se encontrara el pelirrojo. Por momentos llevo el paraguas solo en manos, las personas en New York no mostraban piedad a la hora de caminar a su lado. Piso algunos pies, choco bruscamente con algunas personas, y se detuvo en una esquina a parar un taxi. No tardaría en tomar un resfriado de tanta lluvia.

Entró todo empapado y tembloroso. Le pago de una vez al hombre que conducía pidiéndole que fuera deprisa.

––Podemos tomar un atajo ––dijo cuando lo vio inquieto.

––¿Hay mucho tráfico? ––dejo de morder su labio para después mirar hacia los lados.

––Un poco, pero estoy seguro de que llegaremos.

––Que sea rápido por favor ––suspiro recostándose de los asientos.

Estaba cerca, sabía que estaba cerca y aún así se encontraba desesperado «¿Qué tal si se encuentra allí?» Por un momento, la pregunta dio vueltas en su cabeza «¿Qué tal si se encuentra allí?».

Tras esa pregunta, el miedo comenzó a invadir su cuerpo.

«¿Y si en verdad volvió con Theon?».

Pum. Pum. Pum. Pum. Pum.

Su respiración se entrecorto por un par de segundos, miro hacia los lados, mareado y sintiendo náuseas.

«Mike, piensa con claridad, debe haber sido otra cosa ––se dijo a sí mismo».

Se acomodo una vez más entre los asientos, inclinándose hacia adelante fijándose por donde iba el conductor.

«Kun está bien…».

Cuando miro hacia atrás, habían pasado el restaurante en el que antes solía trabajar, clavó las uñas en el asiento del copiloto con fuerza. Sentía todo en cámara lenta, incluso los movimientos tan bruscos que llegaba a hacer con la cabeza.

––Quiero bajarme ––dijo de repente.

––Pero aún faltan 3 cuadras para llegar…

Y entonces Mike se bajó del auto antes de que el hombre volviese a verlo, cerró la puerta con fuerza agradeciéndole por el viaje.

Le daba miedo correr con el paraguas en la mano y causar un accidente tropezándose. Pero en aquel momento su mente no daba para más, lo único que pensaba era en como estaría Kun, no quería pensar en Theon, en el restaurante o en si sus piernas dolían lo suficientemente como para dejarlo a mitad de camino.

«Debí decirle que lo quería».

En el hotel, cuando aún estaban en el balcón y el pelirrojo le hablaba de lo mucho que le gustaba, no tuvo la oportunidad de decirle lo que sentía y que en verdad lo quería.

Se sujeto de un poste cuando una de sus piernas se acalambro. Camino con cuidado, sin prisa pero con prisa al mismo tiempo.

«Pierdo el tiempo con cada segundo que estoy quieto».

¿Se consideraba un crimen si lo único que deseaba era llegar hasta donde el pelirrojo? Mike deseaba estar allí lo más rápido posible. Aún si el no se encontraba allí. Lo habría intentado, habría intentado con todas sus fuerzas llegar hasta donde él.

«Dios, te lo pido…».

Comenzó a andar con más ritmo al tiempo que, a su pierna se le iba pasando el calambre.

«… si me he equivocado en algo, perdóname…».

Estornudo una vez que se había cruzado al otro lado de la calle.

«… me respondiste una vez, por favor respóndeme ahora».

Las gotas de lluvia se deslizaban por su cara mientras respiraba con dificultad. El anciano frente a él lucia asustado ante el aspecto que tenía, sujeto el paraguas con fuerza antes de enderezarse.

––¿Está… está Kun?

––Acaba de llegar… Lo llamaré para saber qué lo busca… ¡Hey! ¡Joven! ¿¡A donde cree que va!?

«No importa si mis piernas duelen…».

Subió las escaleras con la mayor rapidez.

«… si termino por enfermarme…».

El pelinegro tomó impulso de la pared para subir más rápido.

«… solo quiero…».

Segunda puerta 2ª.

«… poder…».

La puerta se abrió antes de poder tocar.

«… verlo una vez más.».

Mike, con el ceño fruncido miro a los ojos al pelirrojo quien estaba igual de empapado que él, bajo la mirada hasta sus manos que tenía las llaves y, su brazo que estaba enrollado en una muleta. Volvió a mirar su cara la cual tenía un par de vendas.

Kun cerró los ojos cuando vio a Mike alzar la mano. Lo abrazó, cerrando sus puños mojados en su camisa también empapada, cerrando los ojos con fuerza jadeando entre lágrimas. Sintió el alivio de su falso novio quien no tardó en abrazarlo.

Como pudo, los adentro a ambos cerrando la puerta y dejándose caer en el sofá mientras el pelinegro aun lloraba. Se percató de que Kun también estaba llorando cuando lo abrazó con más fuerza. Abrió los ojos fijándose en la pulsera que le había regalado, y como él tenía la suya puesta.

––¿P-…por q-…qué no…?

––Lo siento ––dijo entre lágrimas––. Te juro, que yo no… ––gimoteo––… Yo no quería preocuparte…

Fue Mike quien tomó su mano en aquel momento, también fue él quien limpió las lágrimas del pelirrojo, al igual que fue Mike quien no lo soltó en ningún momento mientras lloraban.

––¿Qué te paso en la pierna? ––preguntó al cabo de unos minutos.

––Theon…

––Mierda, Kun ––sorbió su nariz––, deja de hacerte el héroe por una vez y comienza a preocuparte por ti, pensé muchas cosas y de verdad me preocupe yo…

––Sh… ––planto un pequeño beso en sus ojos, apartando sus lágrimas––. Todo está bien, tranquilo.

––¿Y si por un momento dejas de decir que todo estará bien? Carajo, pensé que te iba a perder y es horrible que me haya dado cuenta de esta manera. Kun, deja que las cosas vayan mal por una vez, a ver qué pasa pero por favor, te pido que sujetes mi mano mientras tanto porque si te pierdo de vista terminaré cayendo.

––Te ayudare a levantarte, si es que eso pasa.

Una vez más, Kun abrazo al pequeño pelinegro que estaba encima de él. Mike le transmitió su preocupación al pensar que podría estar generándole mucho peso, el pelirrojo no le prestó atención y simplemente dejó que se acurrucara en su pecho.

El joven se aseguro de marcarle a su mamá diciéndole que todo estaba bien, había llegado con tranquilidad y que Kun estaba en perfecto estado, si bien, no era del todo cierto, no quería generar más preocupaciones aquella noche.

––Ha sido una larga noche –susurro cuando el pelirrojo estaba cerrando los ojos––, descansa ¿Si? Estaré al tanto de ti, no te preocupes.

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