CAPITULO UNO
«Me enamore».
Una vez estando juntas sus manos no hubo vuelta atrás. Ni para retractarse. Ni para pronunciar algún pero.
Horas antes, Mike, estaba atendiendo la cafetería como de costumbre preguntándose por cuanto tiempo seguiría aguantando fingir tener un trabajo decente. Una pequeña cafetería en la zona menos vista de New York no era algo que le pareciera decente. Tal vez, pudo quedarse en aquel trabajo de mesero de tan poca paga y reputación de ser prestigioso.
Si lo pensaba bien era algo mejor que aquello. El chico tendia a ser alguien con gustos un poco lujosos. El lado bueno, era que, con todo lo juntado pudo comprarse un departamento en una zona más o menos costosa. No debía pagar la renta, pero si sus demás gastos entre aquellos, los personales. Sobre todo los personales.
Si lo pensaba bien, el lado bueno de aquel trabajo podía ser la pequeña rubia que nunca paraba de invitarlo a fiestas y, que preparaba el café mientras el atendía en la caja, con quién echaba uno que otros chismes, incluyendo críticas sobre la manera de combinar ciertos colores o la actitud de, mañana, tarde y de vez en cuando noche de los clientes que iban con mala energía.
La reputación que tenía con la rubia dentro del área de trabajo, era de fiesteros que no pasaban una noche sin beber.
Lo de fiesteros era cierto. Los dos no tenían control alguno sobre este pequeño vicio nocturno, pues ambos no acostumbraban a quedarse en casa sin hacer nada divertido. Porque era lo que ambos deseaban, un poco de diversión para llenar ese pequeño vacío que jodia de vez en cuando.
Y entre esta diversión no existía el consumo de drogas, Mike era descontrolado en cuanto a su comportamiento ante las cosas alocadas o atrayentes. Pero nunca entro el tema de querer ingerir alguna sustancia extraña. En su personalidad había cualquier tipo de cosas incluyendo la lujuria. No se acostaba con algún chico que le pareciera sexy entre el montón de borrachos. Teniendo aquella opción, siempre optaba por aguantar la presión entre sus piernas y beber un trago más hasta amanecer con jaqueca.
No era su deseo levantarse a la mañana siguiente sin ropa y con la dignidad hasta el suelo, solo por pensar que algún extraño se enamoraría de él en una noche, casándose con él y no dejándolo con el culo abierto.
Aunque admitía fijarse de cuando en cuando en el chico pelirrojo que siempre iba por su café a mitad de tarde.
Negaba este tipo de cosas hacia su pequeña amiga alegando que un alma libre, jamás se encuentra en una situación de aprietos por cualquier persona hermosa. Pero su mirada iba directamente a el extraño cada vez que entraba por esa puerta. Hacia menos de un mes había comenzado a recibirlo ya con el pedido hecho por todas las veces que, llegaba pidiendo siempre lo mismo. Al principio el chico lo tomo por un acosador algo que, arruinó los planes del pelinegro en cuanto hablar con él, pero luego lo reconoció por el chico que siempre sabia su pedido. De vez en cuando le guiñaba el ojo como una manera de despedida.
La rubia lo molestaba frecuentemente, afirmando por rumores entre los demás empleados que se trataba de un joven gay. Mike nunca cedió ante este rumor por parte de su amiga, por pensar que era algo ridículo, argumentando que un chico no es gay solo por guiñarle a otro. Aunque igual que siempre, era casi imposible no echarle unas que otras miradas.
Un martes por la tarde, luego de irse con su café, guiñándole el ojo una vez más. Se percato horas después de que había dejado las llaves en el mostrador, cuando ya estuvo a punto de cerrar. Las había examinado por un rato, preguntándose que si, serian de él. Pues era la última persona en haber ido. Aunque en aquella ocasión decidió ir con otro joven, con quien, extrañamente sintió algo de acidez. Supuso que era su mejor amigo por el comportamiento de ambos.
En casa. En pijama y con la cabeza dándole vueltas, estuvo toda la noche fijándose en aquellas llaves que, tenían un pequeño adorno de Winnie Pooh. Si aquello era del chico, le parecía adorable y aunque no, lo seguía siendo.
«¿Es algún tipo de señal?».
Quería saber si no se estaba volviendo loco de remate, pudo haberlas dejado allí a propósito con la excusa de poder hablar con él. Aunque si fueran de él, tal vez iría a buscarlas, pues no debía estar durmiendo en algún otro lugar. A menos de su mejor amigo. Sin contexto alguno, comenzó a gritar en un cojín mientras pataleaba un poco.
Había cancelado su salida con la rubia esa noche con la excusa de que estaba algo enfermo.
«Estoy enfermo de locura. Si, parezco un acosador».
Luego de un rato se durmió habiendo dejado las llaves en su mesa. Al día siguiente fue la primera vez que se había despertado tan temprano y había decidido arreglarse solo para entregar unas llaves, que tal vez no era del pelirrojo.
Sin embargo, allí estuvo toda la mañana hasta la tarde, esperando algún indicio de que aquel joven pelirrojo. Prefirió almorzar allí mismo con la excusa de no quería salir a otro lugar. Solo quería esperar a que el chico apareciera.
––Te propongo un reto ––Mike la miro con un poco de picardía en su mirada. La chica sabia lo mucho que disfrutaba de retos, aun si estos eran casi imposibles––, si el vuelve por las llaves, le dirás que, a cambio, finja ser tu pareja.
––Piensas en muchas cosas estúpidas, ¿segura de que ayer no bebiste demás?
––Siempre bebo de más ––hizo una pequeña mueca––. Pero tu estas interesado en él.
––Como crees, no me gustan los cobrizo.
––A puesto a que debe ser besado por el mismo fuego.
––Deja de sacar frases de Game Of Trones y mejor ponte a trabajar ––lo que realmente hacia era evadir el tema, no quería sentirse tentado ante aquella propuesta. Lo ideal sería negarlo.
––Lo siento, pero esta vez no podre complacerte con uno de tus juegos.
––Dijiste que tus padres querían que les presentaras a un chico como tu pareja ¿no? Muéstrale a ese anciano lo muy capaz que eres de conquistar a un guapito.
––Estuve mal en decir que ya tenía una pareja, lo se. -hace una semana había recibido un par de llamadas de sus padres a mitad de la noche, queriendo saber si su hijo estaba borracho, era una de esas tantas veces que lo cachaban bebiendo aún siendo mayor de edad, y esa en específico decidido no darles la razón. «Estoy con mi novio, ––dijo» Sus padres sorprendidos, preguntaron por cuanto tiempo les estuvo ocultando su relación, en un ataque de pánico, opto por colgar––. Pero buscare la manera de aclarárselos.
Pero aquella tarde no apareció, ni la siguiente, o la que le seguía. Poco a poco se fue deprimiendo un poco y conservando las llaves con la esperanza que el dueño de aquel Winnie Pooh, que, rezaba en secreto que fuera ese pelirrojo besado por el fuego, tal y como dijo la pequeña fanática de Game of Trones, volviera por él.
Así pasando una semana en el que su compañera se enfermó y no tuvo con quien hablar, en las noches para acompañarla en soledad le llevaba comida y veían unas cuantas películas, en aquella casa desorganizada. Mike comenzó a pensar en si debería quedarse en ese lugar, mientras el tema de sus padres y la excusa que invento con tal de no darle la razón, invadía su cabeza. En algún momento tendría que dejar ese lugar y conseguir un trabajo estable y que le sirviera para cubrir todos sus gastos. No quería pasar el resto de su vida viviendo de deudas, y más deudas.
Entonces cuando estuvo a punto de cerrar el lugar tomo las llaves entre sus manos, se dio la vuelta, y aquel pelirrojo entro a la estancia haciendo sonar la campanilla. Su cabello estaba un poco largo, llegándole hasta las orejas, en aquel momento se había percatado de que era un poco ondulado. El joven tenía algunas ojeras poco notables por la luz del lugar. Y, raramente el corazón de Mike latía muy lentamente.
––Hola. ––saludo el pelirrojo, apenado––, emm me da un poco de vergüenza preguntar, pero, ya he ido a cinco lugares esta última semana y este es el último que me falta, ¿de casualidad no deje mis…?
––¿Tus llaves? ––la sonrisa juguetona de Mike no pudo evitar no hacer acto de presencia––. Vaya que estás un poco distraído. ––le mostro las llaves observándolas con un poco de falsa inocencia.
––¡Si, Dios! Las estuve buscando yo…
Dando un paso hacia atrás y apartando las llaves de su vista, Mike decidió saber un poco más del joven.
––Las tuviste aquí por casi dos semanas, hasta pensé en quedármelas de colección, ¿sabes? Seria interesante tener una colección de estas, aunque eso suena muy extraño ¿no crees guapillo?
Mike buscaba comprobar tres cosas. Al notar como el pelirrojo se sonrojaba ante su apodo, tuvo su primera respuesta. Así que sonrió mas juguetonamente.
––¿Cuál es tu nombre? ––pregunto con serenidad.
––Kun.
––Lindo sombre, guapillo.
«Si es él».
Cosa número dos comprobada.
––Me llamo Mike y veras, estuve un largo tiempo esperando para entregarle estas llaves a quien sea que sea el dueño. No puedo estar seguro de que eres tú. El dueño podría estar por allí afuera, y perfectamente tu podrías ser un estafador.
––No soy un estafador ¿Por qué estaría preguntando por las llaves de alguien más?
––Quizás el chico de la otra vez sea tu novio, tuvieron una pelea, y decidiste buscar sus llaves.
––Él y yo no somos nada.
Con eso Mike tuvo su respuesta número tres.
––Si es así… -le devolvió las llaves en un gesto gentil-. Son tuyas de nuevo, pero, tienes que ayudarme con algo.
No estaba seguro de lo que estaba a punto de hacer y, tal vez corría el riesgo de equivocarse, perdiendo a uno de los mejores clientes de la tienda.
Kun frunció muy levemente sus cejas a medida que iban avanzando la conversación.
––¿Ayudarte a ti? No te conozco más que de darme el café a la misma hora, y eso sigue siendo un poco acosador.
––¡Te juro que no soy un acosador! ––repitió como la primera vez que se lo dijo––. Solo intento hacer un buen detalle. ––¿Cuál era el mal que cometía al entregarle su pedido en cuanto llegaba? Aún así, Kun accedió a seguir escuchándolo––. Sal conmigo -no dudo en decirlo de una manera directa, el rostro del chico se volvió un completo espanto ante aquella propuesta. Mike se asustó por momentos, pero no dio inicios de eso, continuo la conversación con naturalidad––. Solo por dos semanas y media. Necesito resolver un asunto con mis padres, y quiero que me ayudes.
––¿P-p… por qué yo? ––aunque no lo tenia en mente, obtuvo su cuarta respuesta––. Estas un poco loco, no, muy loco. Yo me iré de aquí.
––Por favor… ––rogo––. Solo por dos semanas y media, seria para que mis padres vean que es cierto algo que no lo es, luego de eso, diré que rompimos.
El chico se detuvo en la puerta mirándolo de reojo. Si salía mal, tendría que cambiar de trabajo para evitar malentendidos. Y si salía bien, solo lograría engañar a sus padres por dos semanas y media, luego, no volvería a molestarlo.
––¿Solo dos semanas y media? ––pregunto en un susurro.
––Ni un día mas ni un día menos ––respondió casi al instante de una manera tranquila, a pesar de estar apunto de quedarse sin aire.
––Acepto, pero quiero algo a cambio.
––Lo que tu pidas menos dinero.
––Eso lo decidiré después, pero si acepto.
Diciendo esto Kun se acercó a Mike ofreciéndole su mano para cerrar el trato, Mike tomo con todo el gusto dándole un buen apretón. Si todo salía bien, terminarían con todo eso en dos semanas y media, podía cambiar de trabajo y evitar malentendidos, o incidentes con Kun. Pero, si todo salía mal, se terminaría enamorando como la ultima vez.
«Me enamore. O eso creo».
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