CAPITULO DIECINUEVE
Kun
––Solo te pido eso. ––no se había dado cuenta que tenía lágrimas en las mejillas, hasta que acabo.
Como siempre, Jack lo miro con una sonrisa de punta a punta.
––Esta bien ––asintió––, dejaré que seas feliz con tu noviecito ¿Ya te ayude una vez, verdad?
––¿Qué quieres a cambio? ––sabia a la perfección que tenía que adelantarse con la pregunta, antes de que él la hiciera.
––Me ofende que pienses que quiero algo, rojito, no soy ese tipo de personas.
––¿Me dirás entonces qué no quieres nada a cambio?
––Mmmh, mentí, si quiero algo a cambio. Acércate.
Kun se acercó escuchando la petición de Jack, sintió miedo por un largo rato, hasta que salió de la habitación respirando profundo y, tomando valor.
«Nunca imaginé llegar a este punto de mi vida».
Bajo las escaleras hasta el salón de comida del hotel, a lo lejos pudo localizar a Mike comiendo con entusiasmo. Una sonrisa estúpida se formó en sus labios al verlo, había intentado no sonreír tanto, pero era inevitable.
Arreglo su cabello y fue directo hacia ellos. Los padres del pelinegro hablaban de cuando sería el próximo viaje, el pelirrojo había olvidado que aquel era el último día.
Se sentó a su lado con naturalidad, tomó el pan que Mike estuvo apunto de comerse y le dio un mordisco, el pelinegro lo vió indignado, Kun sonrió con los labios cerrados y siguió masticando.
––Deberíamos ir a la playa la próxima vez.
––Agh, no quiero pasar horas bajo el sol ––el padre de Mike hizo una mueca––. Sería mejor quedarse en casa.
––Es que tú eres un completo amargado ––le reprimió una de las mujeres.
––Los hombres no entienden lo que es salir a divertirse ––concluyo la otra.
––Es que mi esposo adora estar en casa ––respondió su esposa con tranquilidad––, de joven era así.
––Aún soy joven.
––Eso no fue lo que dijo la última vez que hablamos, suegro ––dijo Kun tomando agua. Las dos mujeres parecieron disimular algún tipo de sorpresa, ante el apodo.
––Tienes razón, chico. ––saco los audífonos de su mochila e ignoro las miradas extrañas.
Kun sintió como tomaban su mano debajo de la mesa. Dirigió la mirada hacia el pelinegro quien tenía la mirada fija en los demás, mientras comía.
«¿Estará nervioso por las amigas de su mamá?».
––Yo opino ––carraspeo una de las mujeres––, que deberíamos ir a un viaje, ahorrar algo de dinero y salir de la ciudad.
––No suena mala idea ––respondió su falsa suegra.
––¡A mí me gustaría! ––sonrió Mike––. Podría ir a visitar toooodas las tiendas que haya ¡Sería divertido!
––Muy buena idea Mikie, le diré a mi sobrina e hija a ver qué piensan.
––De hecho ––interrumpió el padre––, sería mucho mejor si pudiéramos ir solo nosotros, no, nos gustaría que hubiesen malentendidos.
Kun noto la mirada sigilosa que le daba su falso suegro, suspiro aliviado al evitar que fueran las demás chicas.
––Ay Mike…
––Es lo único que pido si es que me harán salir de mi casa ––bebió un sorbo de su café––, no debe ser algo tan complicado ¿O si?
La mesa quedó en silencio por un largo rato hasta que volvieron a parlotear sobre los planes que harían.
Kun jugó con la mano de Mike debajo de la mesa, rápidamente el pelinegro lo detuvo aferrándose más a su mano, Kun sonrió levemente mientras esté se sonrojaba mirando hacia otra dirección.
Pensaba que, si tenía que hacer lo que le pidiera Jack para estar en total tranquilidad con el chico a su lado, no se rehusaría a nada.
«Ahora que lo pienso… No me he decidido que será lo que pediré después de que se acabe todo esto».
Aquello le dejo un mal sabor de boca, había olvidado completamente que la relación no era real y que era solo para engañar a sus padres. Cerró los ojos algo frustrado, no quería que aquello acabará adoraba estar al lado del joven y de su familia.
––¿No me guardaste nada? ––preguntó mirando el plato.
––Te tardaste mucho en llegar.
––¡Mike! ––tomo su jugo y poniéndolo de su lado.
––No es justo, yo llegué primero, tú fuiste quien se tardo ––intento recuperar lo suyo.
––Lamento haberme tardado tanto, aceptaré tú disculpa comiéndome parte de tu desayuno.
––¿Por qué no van ambos al buffet a pedir más? ––preguntó su falsa suegra––, estará abierto hasta después del mediodía.
Mike no pronunció palabra alguna y se levantó para correr hacia el buffet, Kun tardó un momento en seguirle el paso. Termino por alcanzarlo y detenerlo tomándolo del brazo. El joven intentó soltarse en busca de más comida, pero Kun lo acerco a él para darle un abrazo, sin importarle las personas que estuvieran a su alrededor.
––Hola.
––Holaaa ––Mike correspondió su abrazo. Kun pudo notar cierto nerviosismo en el chico, aguanto las ganas de suspirar y darle un beso en la cabeza.
Se alejo un poco para poder seguir caminando, Mike rozó sus manos y sus brazos, inmediatamente Kun se sonrojo queriendo tomar su mano.
––¿Por qué tardaste tanto?
––Estaba hablando con alguien ––Kun no quería meter al pelinegro en sus problemas––. Pero todo está bien, no te preocupes.
––Cuando me dicen: no te preocupes me preocupo más ––de repente su voz se hizo chillona.
––Dale, mira ––le paso su plato de comida––. Comemos y antes de empacar para mañana, salimos un rato ¿Si?
––Me tratas como un niño pequeño ––gruño. Se llevó una papa frita a la boca felizmente––. Pero está bien, acepto.
Esta vez, cuando volvieron Kun se sentó al lado de su falso suegro, quien estaba escuchando música.
––¿Roses? ––enarco una ceja––. ¿De qué cantante es? ––tomo el teléfono buscando en nombre––. Tomas Beredick, no había escuchado nunca de él.
––Yo tampoco ––dejo a un lado los audífonos––, pero dicen que es muy bueno, al parecer toca muy bien el piano.
––¿Cómo su amigo? ––asintió.
––Así es, me gustaría saber qué es de su vida ––el pelirrojo noto un comportamiento extraño en su falso suegro.
––Sobre eso… ––se fijó en Mike, que estaba completamente distraído comiendo y escuchando chismes––. ¿Por qué me contó sobre su amigo, y el chico del que le gustaba?
––¿Por qué? Pensé que había quedado claro ––al parecer, el tampoco quería que su hijo los escuchará––. Como te dije; lo vi enamorarse poco a poco de aquel chico, también lo vi deprimirse por no poder decirle lo que sentía. A veces me recuerda a Mike ––se fijó en Kun, luego en su teléfono.
––¿Por qué? ––el hombre se encogió entre hombros.
––No puedo decir que eran idénticos, en cuanto a personalidad si, pero cuando se trataba de alguien que les gustara... ––clavo más la mirada en su teléfono. El señor Mike suspiro con fuerza––. A Mike le gustas mucho, eso se nota a distancia.
––¿Y eso…?
––No está mal, tranquilo. ––ambos miraron al pelinegro dando su opinión a lo que hablaban las mujeres––. Creo que le genere algún trauma cuando salió del clóset. A diferencia de su madre, solo le dije que le quería y me fui sin darle un abrazo ¿Qué clase de padre soy si no apoyo a mi hijo? Nunca había recibido una noticia así y, para mí era algo impactante, pero no odie a mi hijo por eso ¿Por qué habría de hacerlo? ––le dio un par de palmadas en el hombro––. En esa confesión me vi reflejado en aquellos años en los que, no pude ayudar a mi amigo con su interés amoroso.
»Se que suena extraño. Tal vez lo es. «te quiero hijo», es lo que le dije antes de encerrarme en mi habitación como cuando era adolescente, y buscaba una manera de no pelear con mi papá.
»¿Sabes que me afecta hoy en día? Verlo tan feliz. Veo a Mike feliz, contigo, siendo lo que es y yo aún no he podido disculparme, por ser ese padre que estaba allí para él y un hombre en quien pudiera confiar. Creo que tuvo a alguien más antes de ti, tal vez mi esposa sepa al respecto pero no yo. Y aunque no parezca creíble tengo una gran presión en mi pecho cada vez que lo veo, la siento justo ahora y no se si pueda dejar de sentirla.
––¿Por qué…? ––a Kun le daba miedo decir algo sin sentido––. ¿Por qué no habla con él? ––dijo por fin––, jamás conocí a mis padres y mi abuelo me maltrato desde que supo que era gay. No sabe cuanto me hubiese gustado que… ––la voz del pelirrojo había comenzado a quebrantarse––… Qué por una vez… Sentir que él me hubiese abrazado, aún sabiendo que yo… Qué yo era un marica…
Antes que los demás se dieran cuenta de las lágrimas que estuvo a punto de desbordar el pelirrojo, el señor Mike le dio un ligero abrazo con uno de sus brazos, fingió que hablaba de fútbol comentando que todos los jugadores dan su mayor esfuerzo, y que estaba bien.
––Eres un muy buen jugador, Kun, estoy orgulloso de eso.
«Estoy orgulloso». Esas palabras quedaron incrustadas en la garganta de Kun, entonces tuvo más ganas de llorar pero en ese momento tenía que aguantar y asentir con lentitud.
––Vaya Kun, no sabía que jugabas fútbol.
––Ah, si ––sonrió falsamente––. De pequeño me gustaba mucho pero tuve que dejarlo.
––Estoy seguro de que aún eres buen jugador.
––¿Me enseñas? ––Mike se inclino con el rostro iluminado.
––P-…por supuesto ––«Tendré que buscar en internet al respecto» a Kun se le dificultaba patear un balón, y ahora tenía que mantener aquella mentira.
Su falso suegro y él compartieron una mirada por algunos segundos, en donde ambos pudieron decirse algo.
«Todo va a estar bien –quiso decir él».
«Hable con Mike –dijo Kun».
[“*””*”]
El pelirrojo había tenido que ver los cambios de ropa de Mike, quien no paraba de decir que tenia que verse bien si saldría con él. Mientras que Kun solo podía pensar en lo bien que se veía con cada prenda que se probaba.
Tenía una cara de estúpido y no sé daba cuenta, el pelinegro podía hablar de lo mucho que le gustaba una camisa y también de lo mucho que lo odiaba, y él no podía parar de mirarlo con asombro con cada prenda que se probaba.
«Todo le luce muy bien».
––¡AAAAAH, TODO ME LUCE MAL! ––Mike se echó en su cama, cubriéndose de sábanas.
––¿Qué te hace creer eso? ––pregunto sonriendo––. Todo se te ve muy bien.
––Cállate, estas siendo muy cursi.
––Agh, si ––puso mala cara––, yo odio ser cursi.
En un intento de acostarse a su lado, Mike le dio una patada en el abdomen haciendo a Kun retroceder un par de pasos.
––¿¡Por qué me pateas!? ––preguntó, adolorido.
––¿Por qué no me saludaste cuando llegaste? ––comenzó a llorar.
––¿Qu-…ué? Mike ¿Por qué lloras? ––ds llevo una patada más en un intento de acercarse––. ¡Mike!
––¿¡Es que te doy vergüenza verdad!? ––limpio sus lágrimas––. ¿Hice algo mal?
––Dios, actúas como si tuvieras la regla.
––¡Tal vez la tengo!
––¡Mike, eres hombre! ––el chico no pudo evitar llorar una vez más.
Aún adolorido, Kun aprovecho que estaba cubierto por las sábanas y se acostó a su lado metiéndose debajo de las sábanas. El joven estaba hecho bolita mientras lloraba, Kun se preguntaba como alguien podía llorar tanto.
––Sh… ––lo envolvió entre sus brazos––. Me gusta mucho la camisa que llevas puesta ––comento en un susurró––, se te ve muy bien.
––¿Y si te pones la camisa que te compré? ––alzo la cabeza para verlo mejor. El pelirrojo tenía ganas de reír.
––Actúas igual que un niño pequeño. Pero sí, me pondré la camisa que tú quieras.
Mike planto un pequeño beso en mejilla, antes de recostarse en su pecho.
––¿Te molesta que sea tan infantil?
––¿Cómo crees? ––limpio las lágrimas de sus mejillas––, me gusta cualquier parte de ti.
––Estas siendo cursi de nuevo ––quejo.
Mike parecía disfrutar estar en los brazos del pelirrojo pues no se despegaba de él en ningún momento.
––¿Hay algo de malo con eso?
––No, pero no sé cómo responder a las cosas que me dices.
––No hay problema con eso, Mike.
––¡Claro que sí! ¡No quiero que te sientas ignorado, o que no le tomo importancia a tus palabras! ––se movió hasta sentirse más cómodo entre sus brazos.
Kun cerró los ojos. Si buscaba una manera de describir aquel momento no podría encontrar palabra alguna. Le encantaba esa sensación de satisfacción y comodidad, el joven era como un cachorro con falta de atención.
Entonces Kun no se pudo resistir, comenzó a llenar la cara de Mike con pequeños besos, el joven había comenzado a protestar, pidiendo que parase pero Kun no podía dejar de hacerlo. Lo tomó de las mejillas sin parar de dar besos.
––¡Kun! ––comenzó a reír––. ¡Kun para ya!
––No quiero ––continuo haciéndolo, ignorando las quejas del pelinegro.
––Tu eres él que se comporta como un niño ahora ––siguió riendo––, en serio, para.
El pelirrojo se detuvo.
«Ya lo incomode».
Mike comenzó a darle un par de besos en el cuello.
––¡Mike!
––¿¡Qué!? ––chillo––. ¡Tú también lo haces!
––¡Pero yo no te beso el cuello! Estás muy hormonal, deberías ir a bañarte antes de irnos.
––Te odio ––salió entre las sábanas con el ceño medio fruncido, uso esta misma, como capa para entrar al baño, a pesar de estar vestido.
––¿Estás molesto? ––preguntó sonriendo mientras se sentaba.
––¡Estoy indignado! ––alzo la voz––. Déjame, tengo un momento privado conmigo mismo.
––Esta bien, entonces te voy a esperar.
«Me gusta Mike» se fijó en la puerta del baño antes de volver a clavar la mirada en el techo.
Recordó el favor que le había prometido a Jack. Pensar en aquel chico le dejaba un muy mal sabor de boca, deseaba ya no estar involucrado en alguno de sus temas.
En el fondo, a Kun le daba miedo encontrarse con Theon una vez más, sabía que esta vez no aguantaría si intentaba hacer como si nada, o hiciese un piropo repentino.
«¿Es normal que no sienta rabia después de lo que hizo?».
Admitía sentirse asqueado aún, pero por más que buscaba no podía sentir algún tipo de molestia, solo deseos de golpearlo y eso no tenía algún motivo pues, tenía esos mismos deseos antes de terminar.
«Debería decirle a Mike sobre Jack».
No estaba seguro sobre si el pelinegro sabía algo al respecto, aunque la probabilidad de que lo supiera era muy baja y, por alguna razón a Kun lo mantenía tranquilo. Si Mike se encontraba involucrado en algo relacionado con Theon, perdería completamente la cordura.
Mike salió del baño, con la ropa en los hombros y una toalla rodeando su cintura.
––¿Ya no estas hormonal, Mikie?
––Guapi, guapi, guapillo ––sonrió juguetonamente–. Yo nunca dejo de ser hormonal, pero en estos momentos optaré por ignorarte.
––¿Vuelves a tu faceta de todos los días? Extrañaré tu versión de cachorro.
––Tranquilo, volverá seguramente cuando esté borracho o quiera tenga diez horas sin dormir.
Mike se acercó abrazando a su falso novio sentándose en sus piernas con el cabello goteando.
––Aunque no tengo problema en hacer una excepción contigo ––dijo reposando el mentón sobre el hombro de Kun.
––Mike.
––¿Diga? ––se fijó en el rostro del pelirrojo––. ¿Por qué tan sonrojado?
––Estas sentado en mis piernas ––respondió sin verlo––, en toalla.
––Después el hormonal soy yo. ––deslizo una mano sobre su pecho bajando hasta llegar a una de sus piernas.
––¡Mike, me pones nervioso! ––chillo cubriéndose la cara. Mike comenzó a reír con fuerza ante sus gestos––. ¡Pero no te rías!
––Es que… Es que…– –Mike no podía parar de reír––. Dios…
Kun puso mala cara aún sonrojado.
––¡PARECES UN TÓMATE!
––¡MIKE! ––el pelirrojo tuvo que volver a cubrirse la cara.
Mike intento quitarle las manos de la cara sin ningún tipo de éxito.
«Mierda, me gusta este momento».
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