CAPITTULO QUINCE

Mike

––¿Qué pasa contigo y James?

––¿Conmigo y con James? Nada ––confeso encogiéndose entre hombros––, solo compartimos trabajos es lo obvio ¿No?

––No me refiero a eso ––Lex tomó una cuchara de madera pegándole en el hombro––. Lo miras de una manera extraña.

––¿En que sentido?

––Por eso pregunto ––la cara del pelirrojo fue aún más de confusión, la pequeña chica suspiro––. Lo miras como si lo odiaras pero al mismo tiempo, te pareciera alguien grandioso.

Mike se encogió entre hombros.

––Parece alguien interesante.

––Te mira como si le dieras igual ––hizo una mueca de disgusto––. Incluso cuando finge estar de buen humor.

––¿Lo sabes?

––¿Qué si lo sé? ¡JA! ––dio un golpe mínimo en su espalda––. He tenido más problemas con James que con la fiscalía.

––¿Por qué tienes problemas con la fiscalía? ––pregunto con espanto.

––Ni te interesa.

En aquella ocasión habían llegado temprano, después de darle a Lex la dirección de su casa fue a buscarlo para ir al trabajo. Por la imagen que tenía de la chica no sospechaba que, pudiera ser tan puntual.

La hora de trabajo era a las 6:36 de la noche, o al menos en sus turnos de trabajo.

La cocina era más solitaria y callada, el pelinegro tomó la escoba dejando a la chica hablando sola sobre temas fiscales.

Los demás no tardarían en llegar por lo tanto barrería un poco la entrada y el salón. Llevaba puestos los audífonos en aquella ocasión dejando distraerse por la música. Los padres de Mike eran personas algo extrañas pero a quienes les guardaba mucho cariño. Admitía ser un niño de mamá pues habían cosas en las que no concordaba con su padre, y aún así no paraba de hablar de cosas extrañas que podían ocasionarle humor.

Recordaba haber visto un par de fotos de ellos dos juntos cuando estaban recién casados.

Su padre lucía más joven, menos de 30 con el cabello rubio o castaño no habría sabido definirlo bien, un metro más alto que su madre quien se veía alegre con una sonrisa encantadora.

Eran la viva imagen de una pareja feliz y hermosa. Su madre siempre ha tenido el cabello color azabache y sus ojos azules, el pelinegro tenía los ojos oscuros apenas y podía distinguir la pupila.

Cuando Mike era más joven, siempre que veía aquellas fotos pensaba en que se casaría con una chica igual de linda que su madre y, que él seria un buen esposo quien siempre estaría al tanto de la familia que formaría con ella.

A los 16 luego de descubrir que era gay. Se encerró en su armario mirando aquellas fotos con lágrimas en las mejillas, preguntándose si había hecho algo mal al decepcionar a sus padres, nunca dijeron que lo estaban pero así podía sentirlo él.

El pelinegro se preguntaba a diario si, había maneras de revertir sus pecados. Entendía que era gay y se aceptaba a sí mismo. Mike siempre había sido ese tipo de chico que busca la aprobación de sus padres para algo, y sentía que fallaba como hijo, al punto de insistirles que les dijera si sucedía algo después de su confesión.

––Díganme si hice algo mal ––suplicaba en voz baja.

––Cariño. ––su madre lo tomó del mentón dándole un beso en la cabeza, muy cariñosamente acariciando su cabello––. Todo está bien no hay nada de lo que debas preocuparte, te queremos tal y como eres y si un día tienes el valor de presentarnos a tu pareja, estaremos allí para recibirlos a ambos con los brazos abiertos.

Su padre estaba en silencio, no decía ni una sola palabra y Mike sentía una presión inmensa en su pecho al pensar que a él si le afectaba.

––No quiero que te hagan daño. ––dijo al final.

Era algo que, constantemente le decía cuando tenían una charla a solas, jamás entendería porqué repetía tanto esa palabra ¿Habría algún significado detrás, o simplemente lo decía porqué en verdad se preocupaba?

––¿Qué haces barriendo? ––pregunto tomando la escoba entre sus manos––. Estás en horario de trabajo, no puedes escuchar música.

––Lo siento ––agacho la cabeza con pena. Aquel día no quería tener problemas con él––, traje tu paraguas disculpa la tardanza, buscaba entregártelo ayer pero…

––No hacen falta explicaciones ––corto––. Aceptaré que me lo regreses en cuanto salgamos. No quiero tener interacciones con los demás empleados a menos que sea importante.

Pensando en no querer molestar más, Mike asintió.

Volteo a verlo una vez más cuando se marchó. Su pequeña amiga se había asomado por la puerta al percatarse de que hablaba con James. Suspiro con pesadez al ver cómo se ocultaba rápido.

Guardo sus audífonos en un bolsillo y pensó:

«¿Sería posible cumplir aquel sueño de pequeño? ––pensó. El pelinegro aún tenia deseos de casarse, siempre le había gustado la idea––. Me encantaría tener una boda».

Se detuvo a pensar como sería aquello. Sonrió de manera casi inconsciente.

«Me gustaría que fuera de mi misma estatura, aunque un poco más bajo, que sea detallista y quiera pasar tiempo conmigo».

¿Llegaría a conocer a ese chico algún día? Tal vez en las telenovelas turcas, que veía su mamá.

[~°•°~]

––Aquí tienes ––tendió el paraguas frente a él––. Muchas gracias por prestármelo.

––No hay de qué ––sonrió alegremente.

Hubiese querido no parecer algo molesto en aquel momento, se limitó a asentir y salir a la parte de atrás del restaurante a tomar aire.

Sentándose en uno de los escalones, pudo notar como James se sentaba a su lado sin siquiera voltear a mirarlo. El sonido del encendedor y el humo no tardaron en invadir el lugar.

––¿Me odias?

––Apenas te conozco.

––Luces como si me odiaras ––soltó el humo cerca de su cara adrede––. Asco.

––Lo siento.

––¿Entonces? ––James estaba dando una calada más a su cigarro, por lo que tuvo que esperar a que soltará el humo.

James cerró con los ojos mientras soltaba el humo retenido en sus pulmones, respirándolo y gozando de la sensación.

––Escuche que eres gay ¿Es cierto?

––Ah, es por eso…

––Soy bisexual, bueno, hetero-curioso, aunque sigo pensando que soy bisexual.

––¿Te estás descubriendo?

––Nop.

––No importa ––suspiró con pesadez––, si soy gay.

––¿Por eso me miras tanto?

––¿Es tan obvio? ––no pudo evitar sonreír ante la pregunta. James asintió correspondiendo su sonrisa––. Que vergüenza, perdóname.

––No es nada grave ––se encogió entre hombros––, no te odio, tampoco me caes mal –aclaro.

––¿Entonces?

––La mayoría de personas a las que les hablo suelen salir lastimadas de una u otra manera. Pareces alguien agradable, pero no me animo a tener interacciones con las demás personas.

––¿Qué te hace creer que intentaré estar contigo?

––Es instinto.

Hubiese querido entender en aquel momento lo que le decía, tener una respuesta mas concreta y fácil de entender. Si el tiempo se hubiese encargado de ayudar a entender las cosas y no ser un terco, tal vez se hubiese saltado muchas cosas, buenas, malas, daba igual.

––No se que haya pasado con las demás personas, pero puedo asegurar que yo no tengo ninguna segunda intención.

––Estoy claro en eso. ––respondió ladeando la cabeza.

Mike sacó un dulce que, tenía guardado en su bolsillo dándole la mitad a James.

El castaño lo acepto dejando su cigarro de lado. ¿Era aquel chico con el que Mike quería casarse? No se imaginaba con él, y tampoco teniendo una relación, pero era el aura y su extraña manera de hacer las cosas, lo que atraía a Mike.

No tenía algún tipo de intención romántica, pues apenas lo conocía y era algo extraño pensar en aquello, así como el pensamiento del casamiento.

James era lo más acercado a su gusto, y aún así le resultaba algo extraño que se sintiera atraído hacia él. Era una relación entre si y no con él mismo, en donde se debatía para saber si era atracción o mera admiración. Aunque sentía que el chico le atraía.

Mike era un enredo de muchas cosas, pero si gustaba de alguien tardaría mucho en admitirlo, si lo hacía con tal facilidad no era un gusto, era un enamoramiento.


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