6 La decisión de Fang
Fang miró a Anon, su mente envuelta en un torbellino de emociones. Había pasado tanto tiempo junto a Trish, compartido risas, sueños y confidencias. A pesar de los celos hacia Naomi, a pesar del cariño que sentía por ella después de tantos años de amistad, simplemente no pudo encontrar la fuerza para perdonarla. Sabía que había llegado el momento de tomar una decisión que cambiaría todo.
Tras un largo y pesado silencio, Fang habló, rompiendo finalmente la tensión en el aire. Su voz temblaba, pero no por inseguridad, sino por el dolor que le causaba lo que estaba a punto de decir.
—Trish... no puedo perdonarte por lo que hiciste. Anon tiene razón... nunca quise verlo, nunca quise aceptar que solo me usaste. Que siempre fui una marioneta para ti. Pensé que me querías, pensé que éramos amigas de verdad, pero lo que hiciste... arruinaste todo. — Fang tragó saliva, luchando por mantener la compostura. —Hiciste daño a Anon, rompiste a Naomi, destrozaste algo bueno solo por un acto egoísta. No puedo seguir con esto. —
Trish la miraba con ojos suplicantes, buscando en Fang el perdón que no llegaba. Fang continuó, su voz ahora más firme, con un tono que dejaba claro que no había vuelta atrás.
—Ya no quiero verte nunca más, Trish. No quiero que me hables, no quiero que me mires. Nuestra amistad... se acabó. —
La sala se sumió en un silencio pesado, roto solo por el suave zumbido del aire acondicionado. Trish, con el rostro bañado en lágrimas, intentó dirigir su mirada hacia Reed, esperando encontrar algo de compasión. Pero Reed, que hasta ese momento había estado en silencio, habló con voz firme y cansada.
—Trish... abusaste de mi confianza. Nunca pensé que podrías hacer algo tan cruel, considerando todo lo que hemos vivido como amigos. — Hizo una pausa, sacudiendo la cabeza en un gesto de decepción. —Estoy de acuerdo con Fang. Nuestra amistad contigo... ya no tiene salvación. Yo tampoco quiero verte más. —
La expresión de Trish se desplomó. Las lágrimas caían de sus ojos mientras intentaba suplicar, pero las palabras se le ahogaban en la garganta. Naomi, que aún la sostenía, poco a poco aflojó el agarre, ya más calmada. Sin embargo, en su rostro no había ningún atisbo de compasión, solo una frialdad dura e implacable.
Trish intentó una última vez dirigirse a Fang, con la esperanza de que su amiga de tantos años cambiara de opinión. Pero Fang, con los ojos llenos de lágrimas, dio un paso hacia Anon y lo abrazó, su espalda rígida, evitando siquiera mirar a Trish. En ese abrazo, dejaba claro que la conexión entre ellas había sido rota para siempre.
El director Spears, que había estado observando todo en silencio, dejó escapar un suspiro pesado antes de hablar.
—Trish... no te expulsaré. Ya casi acaba el año, y sería demasiado duro. Pero... — Hizo una pausa, mirando a la joven con seriedad. —Siento que este castigo que te están dando tus... ex amigos, aunque es más que suficiente. Estás suspendida por dos semanas. —
Trish asintió, abatida, pero el director no había terminado.
— Naomi, — continuó, su tono severo, — a pesar de que tuvo razones, perder la cordura de esa manera es algo indigno de usted. No puedo ignorar el reglamento. Queda suspendida por una semana. —
Naomi aceptó el castigo con la cabeza en alto, pero su mirada no mostraba ni un rastro de arrepentimiento. No le importaba la suspensión, solo le importaba que Trish recibiera lo que merecía y que Anon consiguiera paz.
Trish, ahora completamente sola, intentó encontrar algún rastro de apoyo, alguna mirada compasiva en el grupo. Pero ya era demasiado tarde. Con el corazón destrozado, finalmente comprendió que ella era el problema, que su propio egoísmo la había llevado a este punto.
Sin más, se marchó en silencio, dejando atrás todo lo que alguna vez había sido importante para ella.
Reed se detuvo un momento, el rostro sombrío, y tras un suspiro pesado, dijo que necesitaba pensar a solas antes de retirarse.
Los otros cuatro salieron de la oficina de Spears en silencio, caminando juntos hasta puerta.
Anon seguía recibiendo burlas e insultos de algunos estudiantes, pero Naomi, Naser, y Fang permanecían a su lado, protegiéndolo, formando un escudo emocional a su alrededor. Anon, aunque abatido por los eventos del día, se sentía agradecido. Miraba a sus amigos y no podía evitar sonreír un poco, sabiendo que ellos siempre estarían ahí para él.
Los quería profundamente, y aquel momento lo reafirmaba.
Cuando llegaron a la salida, el silencio se volvió insoportable hasta que Naser lo rompió, inseguro.
—Fang, yo... — Pero antes de que pudiera continuar, Fang lo interrumpió levantando una mano, soltando el brazo de Anon para girarse completamente hacia su hermano. Lo miró directo a los ojos, lágrimas comenzando a brotar en los suyos.
—Naser... perdóname—, comenzó, su voz temblorosa. —Todos estos años, solo intentaste ayudarme, y yo, por mi maldito orgullo, por dejarme manipular por Trish, te dije tantas cosas horribles. Te hice tanto daño. No merezco un hermano tan bueno como tú. Lo siento tanto, Naser. —
No pudo aguantar más y se lanzó a los brazos de su hermano, abrazándolo con fuerza mientras las lágrimas corrían por su rostro. Naser también comenzó a llorar, abrazándola de vuelta, intentando reconfortarla.
—Está bien, Fang—, susurró, su voz cargada de emoción. —Yo también cometí errores... Todos lo hacemos, nadie es perfecto—
Fang se separó un poco, sus ojos rojos e hinchados. —Yo quiero arreglar las cosas contigo, de verdad, — dijo Fang, su voz más firme ahora.
Naser sacudió la cabeza con una sonrisa triste. —No hay nada que arreglar, Lucy... —
Fang negó con la cabeza, decidida. —Claro que lo hay, y voy a empezar ahora mismo. — Luego se volvió hacia Naomi, quien se veía claramente golpeada, con un ojo morado producto de su pelea con Trish, la culpa se apoderó de Fang.
—Naomi... — comenzó Fang, titubeando, —lo siento mucho. Me disculpo contigo. Si algo demostraste hoy es lo leal que eres. Fui una tonta por sentir celos de ti y de tu relación con Anon. De verdad, lo siento. —
Naomi la miró con una sonrisa cansada y respondió, —No te perdono... al menos, no aún—. Su tono era firme, pero sin rencor. —Pero podemos arreglar las cosas, ¿ok? —
Fang asintió, aliviada por esa oportunidad de redimirse, aunque sabía que sería un proceso. Finalmente, miró a Anon, quien observaba la escena con una mezcla de nervios y ternura. Se rascó la cabeza, claramente sin saber qué decir, hasta que Fang dio un paso adelante, fijando sus ojos en los de él.
—Anon — comenzó, su voz cargada de emoción.—Solo tengo dos palabras para ti... Te amo. — Anon abrió los ojos sorprendido, y Fang continuó antes de que pudiera reaccionar. —Te amo con todo mi corazón. Me ayudaste cuando estaba perdida en mi propio odio, cuando no veía salida. Siempre estuviste ahí, escuchándome cuando te lo pedía, apoyándome sin dudarlo. Nunca pensé que conocería a alguien tan increíble como tú... Y aunque a veces seas un poco bobo—, sonrió con dulzura, — me gustaría tener el honor de llamarte mi bobo. ¿Qué dices? —
Anon no pudo evitar sonreír, y sin decir nada más, se acercó y le plantó un suave beso en el pico. —Es obvio que te diría que sí, Fang, — respondió, con una sonrisa cómplice.
Ella lo miró con ojos brillantes y dijo suavemente, —Llámame Lucy... Fang se acabó para siempre.—
Anon entendió el peso de esas palabras, y en lugar de responder, simplemente la abrazó fuerte. Ambos permanecieron así por unos segundos, en una paz que hacía mucho no sentían.
Mientras caminaban juntos y llegaron a la salida del instituto, alguien de la distancia gritó, —¡Anon, piensa rápido!". Un tornillo voló en el aire hacia él, pero antes de que pudiera reaccionar, Naser lo atrapó al vuelo, su rostro se llenó de furia.
—¿¡Quién lo lanzó!? — gritó, su voz resonando con una autoridad que hizo que los pocos que seguían molestando a Anon se dispersaran rápidamente, asustados. Al verlos huir, Naser soltó un suspiro y dejó caer el tornillo al suelo, mientras el grupo finalmente salía del lugar, aliviados.
Ese día había sido una tormenta emocional para todos, pero algo quedó claro: a partir de ese momento, su amistad se había fortalecido. Ahora, más que nunca, sabían que podían contar los unos con los otros, y aunque quedaban heridas por sanar, lo que vendría sería un nuevo comienzo para ellos, un grupo inseparable de amigos que, juntos, enfrentarían lo que fuera.
Habían pasado dos días desde el incidente, y todo se había enfriado sorprendentemente rápido. El tema de Anon fue ignorado por completo, como si hubiera desaparecido de la memoria de todos, salvo para aquellos más cercanos a él.
Durante esos días, Anon pasó la mayor parte de su tiempo con Lucy, ahora su novia, y con Naser, en ausencia de Naomi, quien seguía suspendida.
A pesar de que Naomi había sido castigada por sus padres, con la prohibición de salir de casa, Naser les explicó el contexto de lo sucedido. Aunque no levantaron el castigo, permitieron que sus amigos la visitaran. Así, todos los días de esa semana, Anon, Lucy y Naser fueron a verla.
En una de esas visitas, se quedaron hasta tarde jugando Mario Party. Ahora que eran cuatro, las partidas se volvieron más intensas y divertidas, llenas de risas y momentos de camaradería. El ambiente, antes tenso, se había relajado por completo, como si las preocupaciones se hubieran disipado por un momento.
Cuando estaban a punto de irse, Lucy se dirigió a Naomi. — ¿Podemos hablar a solas? — le preguntó, en un tono serio, pero no hostil. Naomi asintió, algo sorprendida, y tanto Anon como Naser decidieron darles espacio.
Ambas salieron al patio trasero de la casa de Naomi, donde el cielo nocturno estaba despejado y cubierto de estrellas. El aire fresco las envolvía, y parecía que las dudas de Lucy se habían disipado con la misma claridad del cielo.
Naomi, relajada, se recostó sobre el pasto y, mirando hacia el firmamento, invitó a Lucy a acompañarla. —Ven, mira las estrellas conmigo — le dijo suavemente.
Lucy, después de un momento de vacilación, se recostó a su lado, dejando unos centímetros de distancia entre ambas.
—Algún día tenía que llegar este momento, — comentó Naomi, rompiendo el silencio. —Es curioso... después de un año saliendo con Naser, nunca habíamos hablado a solas, tú y yo—
Lucy suspiró y respondió con honestidad. —Es porque no te soportaba, Naomi— Sus palabras eran directas, pero no había odio en su voz, solo una verdad que debía ser dicha.
Naomi se quedó mirando el cielo, como si buscara respuestas entre las estrellas. —Lo entiendo—,dijo en un tono reflexivo. —Mirando en retrospectiva, la Naomi de hace unos meses era alguien difícil de soportar. Me siento tan lejana a esa persona... He cambiado tanto en este tiempo. Es como si hubiera sido otra vida. —
Lucy, contemplando las estrellas, respondió con un leve asentimiento. —Te comprendo perfectamente. Yo también me siento diferente. He dejado atrás a Fang, y todo lo que ese nombre representaba. —
Naomi soltó una pequeña risa, cargada de comprensión. —Anon tiene un curioso poder, ¿no? Cambia a las personas para bien, de alguna manera... incluso si el tiene que sufrir las consecuencias—
Lucy sonrió suavemente, sus ojos brillando bajo la luz de las estrellas. —Por eso lo amo... entre muchas otras razones.—
Naomi dejó escapar un suspiro y, sin dejar de mirar al cielo, admitió en voz baja —Quiero llevarme bien contigo, Lucy, de verdad lo deseo. Pero... es difícil. Quizás Naser te perdonó por todo lo que hiciste, pero yo... yo aún no puedo. Aún no puedo olvidar todo el dolor que le causaste, todas esas lágrimas que escondía detrás de su sonrisa por tu odio y tu indiferencia. —
El peso de esas palabras cayó sobre Lucy, pero en lugar de reaccionar con enfado, su mirada permaneció fija en las estrellas, serena, pero cargada de culpa. —Aunque Naser me perdonó, —dijo con la voz quebrada, —yo aún no me he perdonado a mí misma. Todo fue mi culpa, eso es innegable. No hay justificación para lo que hice y mi forma de actuar.—
Naomi suspiró, sintiendo el peso de la tensión entre ellas, pero también una pequeña esperanza. —Si las cosas salen bien— comentó, su voz más suave ahora, —algún día seremos cuñadas. Y de verdad quiero que sea así. Quiero que podamos ser una familia, los cuatro—
Lucy giró la cabeza para mirar a Naomi, su rostro serio pero lleno de determinación. —Yo también lo espero— dijo con convicción. —Te prometo que voy a cambiar para mejor. Repararé todo el daño que le hice a Naser... para que algún día, pueda decir con orgullo que somos amigas de verdad... no, Hermanas —
Ambas permanecieron en silencio, pero el aire entre ellas ya no estaba cargado de rencor. Bajo las estrellas, en aquel momento de honestidad y vulnerabilidad, un pequeño puente comenzó a construirse entre ellas.
Era un viernes soleado y fresco, el tipo de día perfecto para desconectar después de una semana intensa de clases. Naomi y Lucy habían decidido pasarlo juntas, una especie de pacto tácito para fortalecer su relación.
Después de todo, las tensiones entre ellas habían comenzado a disiparse, y este día sería la oportunidad ideal para crear nuevos recuerdos.
Llegaron al centro comercial temprano, justo cuando las tiendas comenzaban a abrir. La atmósfera era ligera y animada, llena de vida con personas paseando por las tiendas, probándose ropa y disfrutando del bullicio.
Lucy, acostumbrada a pasar más tiempo con Anon o Naser, se sentía un poco fuera de lugar al principio, pero Naomi la ayudó a romper el hielo.
—Vamos a empezar por lo básico—, dijo Naomi con una sonrisa traviesa mientras guiaba a Lucy hacia una tienda de ropa que parecía hecha para chicas más extrovertidas. —Quiero verte probar algo distinto hoy. Nada de lo que usarías normalmente, ¿trato? —
Lucy se rió nerviosa, mirando los maniquíes con ropa colorida y atrevida. —No sé, Naomi. No suelo salir mucho de mi zona de confort con la ropa... —
—Exactamente. ¡Por eso estamos aquí! No se trata solo de elegir ropa, es como... un nuevo comienzo, ¿sabes? —, respondió Naomi mientras seleccionaba un vestido casual pero elegante en tonos pastel. —Este sería un gran comienzo. ¿Te lo pruebas? —
Lucy tomó el vestido con algo de reticencia, pero asintió. —Está bien, lo intentaré — respondió antes de entrar en el probador.
Mientras Lucy se cambiaba, Naomi no podía evitar sonreír. Esta no era solo una tarde de compras cualquiera; para ella, era un intento sincero de empezar de nuevo con Lucy.
Lucy salió del probador, con el vestido amarillo muy inocente. —¿Qué opinas? —, preguntó, algo cohibida.
Naomi sonrió de oreja a oreja. —Te ves increíble, Lucy. ¡Ni siquiera parece que seas tú! En el buen sentido, claro. Deberías salir de tu zona de confort más seguido—
Lucy se observó en el espejo, girando un poco. —Es... diferente. Pero me gusta. Tal vez no sea algo que hubiera escogido por mí misma, pero creo que eso es lo que lo hace interesante. —
—Exacto — respondió Naomi mientras le daba un pequeño empujón amistoso. —A veces, lo que necesitamos es ese cambio inesperado. Ahora, solo faltan los accesorios—, añadió con entusiasmo mientras buscaba entre los estantes, recordando que so fue justo lo que Anon hizo el primer día que comenzaron a ser honestos entre si, Naomi sitio uina punzada de dolor en el corazón que no supo saber la razón, fe tan breve y al mismo tiempo tan dolorsa... pero no le dio importancia.
A medida que avanzaba el día, Naomi continuaba eligiendo diferentes atuendos para Lucy: desde conjuntos casuales hasta opciones más elegantes. Entre bromas y risas, la tensión entre ambas se desvaneció por completo. Se detuvieron en una cafetería dentro del centro comercial, sentándose con sus bebidas mientras observaban a la gente pasar.
—Entonces — dijo Naomi, tomando un sorbo de su café helado. —Hemos estado todo el día de compras y no puedo creer que no hayamos hablado de la cita doble que estamos planeando—
Lucy sonrió, jugueteando con la pajilla de su bebida. — Sí, la verdad es que estoy emocionada. Quiero que mi primera cita con Anon sea especial, pero no me imagino haciéndolo sin ustedes dos ahí también. De alguna manera, siento que me da más seguridad, —
Naomi asintió, entendiendo. —Sí, creo que tiene sentido. Aunque Anon se siente algo raro por la idea, puedo ver por qué prefieres una cita doble. Además, nos permitirá a los cuatro pasar un buen rato—
Lucy se quedó pensativa por un momento. —A veces me pregunto si todo esto es parte de la evolución de lo que estamos construyendo... antes, no me hubiera visto compartiendo estos momentos contigo. Pero ahora, estoy realmente feliz de que lo estemos haciendo—
Naomi sonrió suavemente. —A mí me pasa lo mismo, Lucy. Nunca imaginé que estaríamos aquí, pero lo estoy disfrutando. Y sabes qué, me alegra que estés dándome una oportunidad—
Lucy se rió levemente. —No es solo una oportunidad para ti... es para ambas. Tenemos muchas cosas que reparar, pero creo que lo estamos logrando—
Después de un rato más de charlas relajadas, decidieron continuar explorando el centro comercial. Entraron en una tienda de joyería, donde Naomi insistió en ayudar a Lucy a elegir algunos accesorios para la cita. — No podemos dejarte sin el toque final— comentó Naomi mientras le probaba unos pendientes sencillos pero elegantes.
—Creo que estos van perfectos con el vestido que elegiste antes —dijo Naomi con una sonrisa aprobadora.
Lucy se miró en el espejo, sonriendo satisfecha. —Tienes buen ojo para estas cosas. Gracias por todo hoy, de verdad. Me ha hecho ver las cosas de manera diferente—
Naomi la miró, sincera. —De eso se trata. Es un nuevo comienzo para nosotras. Y hablando de comienzos... ¿estás lista para nuestra cita doble? —
Lucy asintió, con un brillo de emoción en sus ojos. —Definitivamente. Estoy lista para todo lo que venga, y estoy agradecida de que lo hagamos juntas.—
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