Capítulo 3. Noche de discoteca
—¡Yo me pido el asiento que está al lado del cristal!
—¡Yo también quiero!
—Vale, pero no os peléis.
Estuvieron como una hora buscando el restaurante que mencionó con anterioridad Sans porque no estaba muy bien ubicado. Bueno, la verdad era que el esqueleto mayor no quería caminar mucho porque le dolían los pies y Papyrus tuvo que llevarlo a rastras. Si fuera Edge, le patearía su trasero huesudo.
___ se sorprendió bastante el lugar porque pensó que sería un restaurante lúgubre. Todo lo contrario. Muchas ventanas para que entrase luz natural, mesas estilo americano con asientos acolchados, una gran barra para recibir a los clientes, luces de neón con la palabra "Grillby" y un viejo aparato de música. Un tocadiscos retro de los años 50. A su tío Timo le iba a gustar este sitio. Lo más sorprendente de todo —aunque ya estaba acostumbrada— era que el dueño era un monstruo de llamas anaranjadas. Si lo tocas, te quemarás. Ah, y se llamaba Grillby por supuesto.
El grupo estaba sentado en una mesa VIP que les ofreció el dueño. Una ventaja de ser amigo. ___ estaba un poco incómoda porque no estaba segura si iba a ser aceptada por ellos, pero de momento todo estaba en orden. El monstruo flameante les entregó la carta a ella y a las chicas. A los otros ni lo hizo porque los conocía demasiado para saber que iban a pedir. Sans un bote de kétchup, Red uno de mostaza, Carrot de miel, Blue un plato de burritos, Edge uno de espaguetis y Papyrus pidió una de harina de avena con huevos de dinosaurios.
La cara de la peli-(c/c) fue puro poema cuando escuchó eso último. ¿Dinosaurio? Esos reptiles se habían extinguido, ¿verdad? Ya ni ella estaba segura. Y más aún cuando estaba indecisa que pedir. Escuchó a Frisk pedir un refresco y una hamburguesa. Las otras dos pidieron lo mismo. Bueno, para no quedarse atrás hizo lo mismo. Una hamburguesa de carne de vacuno con lechuga, queso, tomate y bacon. Eso pintaba muy bien. Grillby se retiró para hacer la comida. Ahora que lo pensó, ¿trabajaba solo? No veía a ninguna camarera.
—Estás muy lejos de tu casa, ¿no? —Chara inició la conversación.
—Sí, me está siendo difícil acostumbrarme a vivir a una nueva ciudad.
—Es normal. ¿Allá tenías novio?
—¡Chara, no seas maleducada! —le riñó Frisk.
En realidad, nunca tuvo tiempo para echarse un novio. Estaba más centrada en bailar y sacar buenas notas. Además, los chicos de su instituto eran unos idiotas y se creían superior a las chicas. Olor a cigarro llegó a sus fosas nasales dándose cuenta que Carrot estaba fumando con mucha tranquilidad. ¿No le daba vergüenza? Es decir, estaba en el interior de un edificio y debía respetar a los comensales. Sin embargo, no vio una pancarta que diga "prohibido fumar".
Miró de reojo al otro que tenía los conductos auditivos externos porque no soportaba que sus dos hermanos hiperactivos chillaran tanto. Incluso Red lo molestaba y recibía un buen golpe en su cráneo. Todas esas grietas se las hizo él mismo. Que salvaje. ¿No le importaba? Mejor no preguntar porque si lo haces, te come con los ojos.
—Edge, no seas cruel con Red —le riñó Fell. Siempre preocupada por su pareja.
—Bah, no sé en qué te fijaste en él. Es muy débil y un saco de huesos de los peores.
—Al menos tengo un buen sentido del humor, jefe.
—Ah, ¿sí? —Sans se interesó mucho—. Ahí va una: ¿qué hace un esqueleto con un micrófono?
—Que ninguno responda —gruñó Edge advirtiendo a Red y a Carrot, pero fue demasiado tarde.
—Está en la radio —respondió el otro esqueleto vago con una gran sonrisa.
Otro choque de platillos se escuchó y ___ tuvo que llevarse la mano a sus labios para contener la risa. Dios, esos chistes eran malísimos. Edge los miraba con cara de asesino, mientras que Papyrus y Blue estaban muy mosqueados. Se notaba que odiaban los chistes de sus hermanos.
—Son así siempre —dijo Frisk—. Sans y Carrot son los más graciosos. Red también tiene buen humor, pero contando chistes de humor negro.
—El humor negro es como el cáncer. Algunos lo tienen y otros no —contó Red con una sonrisa sádica mostrando su diente dorado.
—Eso es cruel, Red.
—Oye, nena, no haberte fijado en mí.
Una gota nerviosa resbalaba por la sien de ___ y sus labios temblaban porque ni sabía si reír o llorar. De pronto, Grillby trajo el pedido colocándolos con cuidado para que no se le cayesen. Todos agradecieron al dueño y empezaron a comer con gusto. La hamburguesa estaba deliciosa. Mucho tiempo sin comer una. Dio otro vistazo a esos dos esqueletos preguntándose cómo era posible que uno de ellos solo se alimentara a base de miel. Carrot se dio cuenta de ello que la miró con intriga y sospecha.
—¿Sientes curiosidad en algo?
___ se sobresaltó porque estaba sumida en sus pensamientos. Se sonrojó un poco al sentirse estúpida. No le quedó otra opción que hablar.
—¿Te alimentas a base de miel?
—No, yo como cualquier cosa. Lo que pasa es que la miel es mi preferida —argumentó—. ¿Tú no tienes una comida favorita?
—En realidad, no. Es difícil decidir, pero me quedaría con la pizza.
—¡Wowie! ¡Tendrás que probar mis espaguetis! ¡Son las más deliciosas porque los hago con mucho amor! —exclamó Papyrus inflando su pecho con orgullo.
—¡Los tacos que hago también son deliciosas! ¡Un día vienes a nuestra casa para probarlos, humana! —Blue hizo lo mismo.
—Oh, sí, tal vez quieras probar la creepypasta de mi hermano.
—Mi hermano es tacontento de probar su comida.
—¡Sans! ¡Carrot!
___ estaba intentando entender porque hicieron esa combinación de palabras con la comida. ¿Era una forma de decir que la comida estará horrible? No quisiera vomitar delante de ellos, incluso tragarla para que se sintieran felices. Estaba cavando su propia tumba.
—Os juro que como volváis a hacer un chiste de esos os arranco la mandíbula —amenazó Edge—. Y humana, quien prepara mejor los espaguetis soy yo, el Gran Terrorífico Edge.
—Ahí le doy la razón al jefe.
—Y yo te pregunto: ¿por qué no ayudas a tus hermanos a mejorar sus platos? —preguntó Chara intentando no ofender a los más inocentes.
—Porque todo plato tiene un ingrediente secreto. ¡Y me niego a compartirlo!
Egocéntrico. Esa era la palabra adecuada para ese esqueleto. Seis hermanos que se soportaban entre sí. Las chicas también porque eran pareja de los trillizos mayores. ___ tomó un buen sorbo de su refresco con mucha tranquilidad.
—¡Humana, ¿tienes algún hobby?!
Y por poco casi se atraganta. ¿Qué responder? No le gustaría que supieran que su gran hobby era el baile y que lo dejó por aquel trágico accidente. La sonrisa de Blue le demostraba que sentía ilusión en saberlo. ¿Mentir sería la opción?
—Yo... no tengo ningún hobby.
—¡¿CÓMO?! —exaltaron los dos esqueletos menores.
—Te van a volver loca —susurró Frisk a modo de advertencia.
—¡¿No te gustan los crucigramas, humana?!
—¡¿Ni preparar comida?!
—¡¿O hacer trampas?!
¿Eh? ¿Trampas a quién?
—Chicos, la estáis mareando con tantas preguntas —habló Chara para relajarlos—. A lo mejor ella no encontró ningún hobby a que dedicar su tiempo.
Si lo hubo, pero murió. Sus ojos echaron un pequeño vistazo al tocadiscos que, en ese momento, no estaba sonando ninguna música. Lo prefería así. Escucharla era su mayor debilidad y ahí se descubriría. Lo mantendrá en secreto hasta que muera. Sin embargo, notaba la mirada de Carrot en ella. Ya lo estaba haciendo otra vez. Ese esqueleto le gustaba analizar las cosas y las personas que le rodean. ___ se sintió cohibida que encogió su cuerpo notándose pequeña.
El esqueleto de pulóver naranja se dio cuenta y desvió la mirada para no incomodarla. ___ agradeció en el fondo. Y se asustó mucho porque Edge golpeó con fuerza la mesa casi alertando a todo huésped que había en el bar-restaurante.
—¡No me quedaré con los brazos cruzados sabiendo que la humana no tiene un hobby! Yo, el Gran Terrorífico Edge, ¡te enseñará y valorarás alguno de ellos! ¡Por ejemplo, ir a una discoteca y ser la más mala de todos! —rio a lo villano.
—¡Oye! Podemos ir a la discoteca de Mettaton hoy —propuso Chara con ojos brillantes.
—¡Wowie! ¡Y podré mostrar mis pasos de baile!
Una gran sirena alertó en el cerebro de ___ al escuchar esas palabras. Discoteca. Baile. Mala señal. No le gustaba la idea. Tenía que buscar una excusa para no ir. Tal vez dolor de estómago, fiebre, su tío necesitaba su ayuda para empaquetar ciertos paquetes... Excusas baratas que la salvarían.
—Lo siento, pero no soy muy de ir discotecas. —Ese era muy básico.
—¡¿Qué dices?! Yo te veo con cara de que te gustan mucho —dijo Chara con el ceño fruncido.
—A... A lo mejor no le gustan de verdad —defendió Fell.
—A ti tampoco, pero tú vas porque quieres mantener vigilado al idiota de tu novio.
—Me sé mejores insultos —reprochó Red.
—Yo voy, pero me quedo en el asiento —habló Sans.
—Para echarse una siesta —le susurró Frisk casi riendo—. Si no te gusta bailar, puedes quedarte en la mesa tranquilamente. Nadie te va a obligar.
¿Qué tenía Frisk para convencer a la gente? Tal vez el tono de voz que emplea o simplemente porque ya estaba habituada a conversar así con la gente. Si acepta, estaría dentro de la boca del lobo y no haría mucha gracia en realidad. Una gota resbaló por su sien no sabiendo que responder. Decir un no en su mente era muy fácil, pero contrastarlo no lo era.
¿Qué decisión tomará?
💀💀💀💀
—Ya me estoy arrepintiendo.
Al final, les dijo que iba a ir. ___ se estaba insultando por no negarse a la petición. Encima, estaba recibiendo mensajes por el grupo de WhatsApp que se crearon. A cada rato decían que ya estaban listos, Papyrus diciéndole a Sans que se espabile, Fell sacó una foto a Chara comiéndose un pastel de chocolate antes de maquillarse... ¡Se estaba poniendo muy nerviosa! Debería silenciar el móvil por completo para no volverse loca, pero ¿y si la llaman? Habían quedado que la iban a recoger.
Aún su tío Timo no había regresado y lo más probable que hasta la medianoche no tendría indicios de él, aunque estaba tranquila porque cada dos horas él la escribía, asegurándola que todo estaba bien. Y ___ estaba en su habitación aun mirando el armario decidiéndose que ponerse. No iba a estar para nada concentrada en ese estado. Miró de reojo viendo su móvil y el pequeño aparato reproductor. La música la ayudará a estar más animada.
Se aproximó al mueble donde estaban sus cosas y cogió el móvil para conectar el Bluetooth y encendió el aparato. Oh, Someone Like You de Adele. Una canción bonita y triste a la vez. Sabía que no era la canción idónea para este momento, pero le encantaba. Además, solo duraba unos minutos.
Tal vez unos pantalones de cuadros negros y rayas blancas, un body negro de tiras y con un pequeño escote, y unos tacones no demasiado altos. Iría elegante y sencilla.
Sus cabellos estarán recogidos por un moño estilo ballet. Realizó el truco que le enseñaron. Primero hacerse una coleta normal y corriente. Luego coger uno más grueso e ir poco a poco peinando el cabello y trancarlo con trabas. Otro toque y listo. Solo faltaba dejarse unos pequeños mechones sueltos delante de su rostro para no ir tan perfecta, que eso lo hizo con un pequeño peine. Ya luego se echó laca para que el peinado se mantuviera firme.
También el maquillaje iba a ser sencillo porque no era una mujer que tuviera mucha paciencia a ponerse colorete o base para disminuir un poco las ojeras. Quería ir lo más natural posible y no una muñeca. Base por aquí, colorete por allá, un poco de pintura en los ojos y en las cejas, un poco de rímel, línea del ojo y en el párpado, y un pintalabios rojo mate. ¡Perfecta!
Una mujer cambiaba mucho con el maquillaje. A ___ no le gustaba abusar mucho de ello, además su piel era muy sensible y no le gustaría ver alguna que otra roncha en su rostro. Eran cerca de las ocho y los chicos le dijeron que la iban a recoger justo a esa hora. Su corazón latía un poco más rápido, mientras preparaba las cosas dentro de un bolso. ¿Y cómo la recogerían? Era una pregunta estúpida. Lo más lógico era que la recogiesen en coche porque le preguntaron por su dirección.
Estaba tan centrada en el bolso que se asustó al escuchar una notificación en su móvil. Seguramente que serán ellos. Lo cogió para revisarlo y su mayor sorpresa era que recibió un mensaje por parte de Carrot diciendo: "estoy aquí abajo". ___ caminó hacia la ventana de su cuarto viendo que el esqueleto vago estaba apoyado en la valla fumando con mucha tranquilidad. Solo estaba él. ¿Y el resto? Todo esto le estaba pareciendo extraño. Bueno, no iba a hacerle esperar, así que tomó su bolso, su móvil y las llaves para marcharse, no sin antes apagar las luces y cerrar la puerta con llave.
No bajó con rapidez por las escaleras por miedo a caerse y eso que los zapatos no tenían mucho tacón. Antes de salir tomó una bocanada de aire para estar sumamente relajada. No quería mostrar signos de nerviosismo. Abrió la puerta y desde esa posición pudo ver perfectamente al esqueleto. Estaba un poco elegante, es decir, llevaba una camisa de mangas largas con tres botones desabotonados, unos pantalones vaqueros y unos mocasines. Parecía un actor con esas pintas.
Carrot abrió una cuenca al sentir una presencia mirarle descaradamente y casi se atraganta con su propio humo al verla. De ser una chica reservada se convirtió en una bella mujer para sus pobres cuencas. Un pequeño rubor apareció en sus mejillas huesudas no creyendo que esa chica se haya transformado. A ver, ella ya es bonita de por sí, pero se veía radiante. Se incorporó un poco cuando ___ se aproximó a él. No iba a ser un maleducado.
—Hola —saludó con algo de timidez la chica.
—Ey, ¿qué pasa?
—¿Y los chicos? Pensaba que también iban a venir.
—No, digamos que ellos van a ir directamente a la discoteca —se sinceró y la cara de ___ era puro poema y preocupación—, pero tranquila. Tomaremos un atajo para llegar allá.
—¿Un atajo?
—¿Confías en mí?
—Te acabo de conocer hoy.
—No. Nos conocimos en la tienda de música. Eso cuenta que ya nos conocemos. —Este esqueleto era demasiado inteligente como para ser un saco de huesos, como diría Edge.
Carrot estiró su mano huesuda mostrándole que no debía temer por nada en el mundo. Bien, no le quedaba más opción que confiar. Estiró la suya para tomársela.
—Ahora, cierra los ojos —dijo a modo de sugerencia. ___ solo alzó la ceja extrañada—. Oye, te lo digo para que no salgas mareada luego, niña.
«No me queda más remedio, ¿no?», pensó la chica y cerró sus párpados por completo. No notó ningún movimiento, solo una pequeña brisa que acarició su rostro. De repente, sus oídos se agudizaron al escuchar de fondo una música estruendosa y no aguantó las ganas de abrir los ojos a ver que sucedía. Se sorprendió demasiado al darse cuenta que ya estaban en la discoteca y en la puerta los esperaba los chicos. ___ miró con incredulidad a Carrot y este solo se limitaba a sonreír vagamente.
—¿Ves? Te dije que conocía un atajo.
¿O se teletransportó?
—¡Humana! ¡Has venido! —Saltó de emoción Blue que no se resistió en abrazarla.
—¡Wowie! ¡Ya estamos todos! —Hizo el mismo gesto Papyrus casi asfixiando a ambos.
—Chicos, relajaos.
Ambos esqueletos la soltaron y casi se alegró de que sus pulmones volvieran a tener aire. Sus ojos se fijaron en las tres mellizas que iban conjuntamente, es decir, llevaban el mismo traje corto con escote, pero de colores diferentes: lila, verde y rojo. Como diría alguno, los mellizos siempre intentarán de estar vestidos iguales.
Papyrus y Blue eran el mismo ejemplo porque llevaban una camisa que ponía I'am cool y unos pantalones vaqueros casi elegantes. Luego miró hacia atrás viendo a Sans casi con el mismo atuendo que Carrot. Los únicos que cambian porque sus gustos eran muy góticos eran Red y Edge. Este último portaba unos pantalones de cuero junto con una chaqueta, botas altas que les llegaba hasta la altura de la rodilla y una camisa negra de tirantes que dice Bad Boy. Si te lo encuentras por la calle, te mata con la mirada.
Chara fue la primera en entrar junto con los esqueletos enérgicos porque estaban muy emocionados. ___ no paraba de repetirse que se estaba arrepintiendo de venir acá. Inspiró y expiró con profundidad aguantando las ganas de no hacer ningún movimiento inadecuado. Escaleras subió, el guardaespaldas les abrió la puerta y el sonido de la canción retumbó sus oídos. Chica ideal de Sebastián Yatra se escuchaba. Por favor, canciones de ese estilo no, pero era lo que se escuchaba en casi todas las discotecas.
Al menos no es un género favorito que le gustaría bailar, salvo que sea pegadiza. No obstante, no hará ningún movimiento porque se prometió así misma. Una mano notó coger la suya y el responsable era Edge que estaba tirándola para que no se perdiera. Vaya, fue una grata sorpresa. No se esperaba que este esqueleto le importase. O tal vez no quería recibir ninguna riña de alguna de las chicas. Había mucha gente bailando e interrumpiendo el camino. Otra cosa que no le gustaba de estos sitios.
A lo lejos veía a los chicos sentarse en una mesa casi apartada de todo ese barullo y otro monstruo en forma de máquina. Escuchó gritar con emoción a Papyrus decir: "¡Mettaton!". Sí, ese era el dueño del local.
—Ya decía yo que faltaba alguien. Oh, y veo que ya tienes novia —habló juguetón el robot.
—No es mi novia —aclaró, soltándola—. Eso lo hice para que no se perdiera entre esos idiotas que tienes aquí metido, pedazo de basura.
—Y veo que no has cambiado, darling.
—¡No me llames de esa manera!
—Que grosero. —Sus labios formaron un berrinche. Y luego se centró en la joven—. ¡Bienvenida a mi local, darling! ¡Mi nombre es Mettaton! ¡El robot preferido de todos los humanos y monstruos que habitan en esta tierra! ¡Soy una gran estrella!
—Mucho gusto —tartamudeó un poco.
—¡Les estaba comentando que no tienen de que preocuparse por las bebidas porque eso va a mi cuenta! ¡Son mis amigos! ¡Disfrutad de la velada, darlings!
Un robot muy extraño y pintoresco. Esas eran las palabras perfectas para definirlo. ___ aún seguía de pie por lo que decidió sentarse, quedándose en medio de los esqueletos Carrot y Edge. A ver, destino, ¿le estabas mandando una señal? Tener a esos dos en medio era lo peor que le podía pasar. «Tranquila. No harán nada», se mentalizó. Las mellizas estaban muy pegadas con sus supuestos novios y Papyrus no paraba de cantar la canción. Bueno, debía decir que intentaba poner los tonos acordes.
Una camarera llameante se aproximó a la mesa para entregarles unas bebidas. ¿Desde cuándo las pidió? ¿Cuándo ella y Edge huían de la gente? No estaba segura, pero la camarera le colocó un refresco de Coca Cola con hielo para empezar. Se alivió de que no pudieran alguna bebida alcohólica. Sin embargo, cuando lo probó, hizo una mueca un poco de desagrado. Estaba claro que al refresco le añadieron ron blanco. No era una fanática de bebidas alcohólicos. Rezaba que nadie se haya fijado en ese detalle. Mentira. Edge rio por lo bajo al darse cuenta de ello.
—¿No te agrada el sabor, humana?
___ negó con la cabeza.
—¡Ja! Eso demuestra que eres débil con la bebida.
—No seas cruel con ella. —La defendió Carrot—. Tendrá sus propios motivos para no beber. Estará tensa, seguramente —dijo con un aire de sabelotodo—. Pero hay una única forma de quitar esa tensión.
—Ni-se-te-ocurra —deletreó cada palabra, muy lentamente.
—Oye, humana, te puedo decir que yo vi una vez a un león comerse un jabón.
¿Un jabón? ¿Es posible que hiciera eso? ¿O tal vez era un intento de chiste? Solo había una manera de averiguarlo.
—¿Y qué pasó?
—Que se convirtió en espuma.
—¡Te avisé, pedazo de basura!
Otra vez rio ante ese chiste tan malo. Esta noche no iba a ser un día malo después de todo.
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