CAPÍTULO: N°22
DDespués de recibir la noticia de mi padre sobre el paquete, me quedé reflexionando en la calle con María. "¿Qué crees que podría ser ese paquete?" pregunté, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo. "¿Quién me lo habrá enviado?"
María, siempre con su mente aguda, frunció el ceño pensativa. "No lo sé, Luna, pero suena a que podría ser algo importante. ¿Quieres que te acompañe a casa para averiguarlo?"
Mi corazón empezó a latir con fuerza, una oleada de emoción recorriéndome. "Sí, por favor. No tengo idea de qué podría ser, pero me encantaría tenerte a mi lado para descubrirlo."
Emprendimos el camino de vuelta a casa, mi mente revoloteando entre mil y una posibilidades. ¿Podría ser algo relacionado con mi libro? ¿O tal vez una sorpresa de Tomás? Las dudas y la anticipación se mezclaban en mi interior, creando una tormenta de sentimientos encontrados.
Al llegar a casa, mi padre nos recibió en la puerta. "El paquete está en tu habitación, Luna. Es bastante grande y pesado."
María y yo nos dirigimos directamente a mi habitación, cerrando la puerta tras nosotras. Allí, en el suelo, estaba la caja. Efectivamente, era enorme. "María, ¿puedes ayudarme a subirla a la cama?" le pedí mientras ajustaba mi silla de ruedas eléctrica.
"Claro," respondió María, levantando la caja con cuidado y colocándola sobre la cama. Mi corazón latía con fuerza cuando vi la etiqueta: Editorial Plenilunio.
"¡Es de la editorial!" exclamé, mis ojos llenándose de lágrimas de emoción. "No puedo creerlo."
"¿Qué esperas? ¡Ábrelo!" dijo María, también emocionada.
Con manos temblorosas, rasgué la cinta adhesiva y abrí la caja. Dentro, encontré ejemplares de mi libro, relucientes y perfectos. La portada mostraba una sirena de cabello dorado y un humano de ojos azules, ambos sentados en una roca en medio del mar. El cielo nocturno detrás de ellos estaba salpicado de estrellas, con una luna llena que prometía aventuras y secretos por descubrir. Los bordes dorados del título brillaban contra el fondo azul-verde de la portada.
Las lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas mientras levantaba uno de los ejemplares. "María, es real... mi libro es real."
"Siempre supe que lo lograrías," dijo María, abrazándome. "Estoy tan orgullosa de ti."
Me sequé las lágrimas y tomé un ejemplar en mis manos, dirigiéndome hacia la estantería frente a mi cama. "Hay algo que siempre soñé con hacer," dije, colocando el libro con cuidado en la estantería.
María sonrió. "Y ahora tenemos que prepararnos, ¿no me dijiste la última vez que necesitamos ir de compras antes de ir a Madrid?"
"Sí, claro que vamos," respondí con una sonrisa. "Pero espera un segundo." Abrí mi armario y cogí una manta para cubrir la caja. "Por si acaso alguien de mi familia entra a la habitación. Quiero hacerles una sorpresa, pero no por ahora. Todavía tienen que esperar un poco para eso."
María asintió. "Claro, de acuerdo. Te voy a ayudar."
Con el corazón lleno de emoción y gratitud, dejamos la caja cuidadosamente cubierta y salimos de mi habitación, listas para disfrutar de los preparativos antes de nuestro viaje a Madrid.
De repente, mi portátil anunció una videollamada entrante. Al ver a Tomás en la pantalla, una sonrisa incontenible iluminó mi rostro y mis ojos se llenaron de emoción.
"Hola, amor," saludé, tratando de mantener mi voz calmada. "¿Cómo estás?"
"Hola, Luna," respondió Tomás, con una sonrisa cálida. "Estoy bien, solo un poco cansado. ¿Y tú? Pareces muy emocionada. No lo negarás, ¿verdad?"
"Espera un momento, Tomás. Tengo algo que mostrarte, y sí, estoy súper emocionada," respondí, apenas conteniendo la ansiedad por compartir mi gran noticia con él. "Vuelvo en un momento."
Con cuidado, moví un libro en mi estantería para que el nuevo libro fuera más visible. Luego, giré mi portátil hacia la estantería y le pregunté a Tomás: "¿Puedes ver algo nuevo en mi estantería?"
Tomás entrecerró los ojos, tratando de enfocar. "No veo nada, amor. ¿Estás segura?"
"Oh Dios mío, Tomás. ¿Es eso lo que creo que es?" exclamó Tomás emocionado al reconocerlo finalmente. Mis mejillas se ruborizaron de felicidad mientras asentía con una sonrisa radiante.
"Sí, amor. Es mi libro. Acabo de recibir una caja llena de ejemplares esta mañana. Estoy increíblemente emocionada," susurré con emoción contenida, consciente de mantener el secreto por ahora.
"¡Wow, Luna! ¡Felicidades! Sabía que lo lograrías," dijo Tomás, su voz llena de orgullo y admiración.
"Gracias, Tomás. Estoy tan feliz. Ha sido un día increíble. Y aún hay más," añadí, sintiendo la necesidad de compartir todo con él. "Terminé mi tesis y mañana tengo que entregarla antes de irme a Madrid con María. Ya sabes por qué realmente vamos a Madrid y que hay un evento al que estamos invitadas. Creemos que la banda que va a tocar es Morat. Sabes lo fanática que soy de Morat."
Tomás me miró con una mezcla de alegría y algo que parecía celos. "Vas a estar con chicos en una fiesta VIP," comentó, tratando de sonar casual pero con un tono que delataba sus sentimientos.
"Tomás, no te preocupes," dije, acercándome a la cámara para que pudiera ver la sinceridad en mis ojos. "Sabes que esto es un sueño para mí, y nada ni nadie cambiará lo que siento por ti. Además, es solo un concierto y una oportunidad increíble."
Tomás suspiró, su expresión suavizándose pero aún un poco inseguro. "Lo sé, Luna. Solo quiero que te diviertas y estés segura. Estoy muy orgulloso de ti, y sé cuánto significa esto para ti. Pero no puedo evitar pensar en que estarás rodeada de esos chicos. Son famosos, talentosos y, bueno, ya sabes cómo todas las chicas mueren por estar en su lugar."
"Tomás," respondí suavemente, acercándome aún más a la cámara, "no tienes nada de qué preocuparte. Morat es solo una banda que admiro mucho, pero tú eres el único que ocupa mi corazón. Este concierto es una experiencia que siempre he soñado, y quiero que te sientas parte de esto también. Sabes que te enviaré fotos, videos y te mantendré informado de cada detalle. Será como si estuvieras allí conmigo."
Tomás sonrió, aunque todavía parecía un poco preocupado. "Está bien, Luna. Solo prométeme que te cuidarás y que te divertirás."
"Lo prometo, amor," respondí con firmeza. "Ahora, déjame seguir revisando mi tesis por última vez. Mañana será un día muy ocupado."
"Está bien, Luna. Descansa y asegúrate de estar lista para mañana. Te amo."
"Te amo también, Tomás," respondí, sintiendo un calor reconfortante en mi corazón mientras terminaba la videollamada. Con una última mirada a la caja de libros y una sonrisa, me concentré en mi tesis, sabiendo que el futuro me deparaba momentos maravillosos.
Después de finalizar la videollamada, me quedé unos momentos contemplando mi libro en la estantería, con una mezcla de asombro y satisfacción. Este logro, uno de los más grandes de mi vida, era solo el principio. Respiré profundamente, saboreando la emoción antes de centrarme nuevamente en mi tesis. El día siguiente sería crucial. Tendría que levantarme temprano, revisar una vez más cada detalle de mi tesis y luego dirigirme a la Universidad de Valencia para entregarla. El viaje a Madrid y el concierto con Morat eran emocionantes, pero primero, necesitaba cerrar este capítulo académico.
Me sentí llena de energía mientras organizaba mis pensamientos y anotaciones, asegurándome de que todo estuviera en orden. Las horas pasaron rápidamente, pero finalmente, estaba satisfecha con mi trabajo. Guardé los documentos y apagué el portátil, permitiéndome un momento para descansar. Miré por la ventana; el cielo nocturno de Valencia estaba despejado y las estrellas brillaban intensamente. Abrí la puerta de mi balcón para dejar entrar el aire fresco de la noche, disfrutando de la serenidad del momento. Sabía que estaba en el camino correcto, y con Tomás apoyándome, todo parecía posible.
Me fui a dormir con una sonrisa en el rostro, abrazada a la emoción de los últimos días y con la tranquilidad de haber compartido todo con Tomás. Al día siguiente, me desperté temprano, con el sol filtrándose por las cortinas de mi habitación. Cogí mis documentos de tesis y los papeles que necesitaba para la universidad, vistiéndome rápidamente para salir rumbo a la Universidad de Valencia. La entrega fue rápida y eficiente, y pronto estaba de regreso en casa.
Al llegar, llamé a Adam desde mi habitación. "¡Adam! Necesito tu ayuda, ¿puedes venir?"
"¡Ya voy, Luna! ¿Qué necesitas?" respondió mi hermano desde la sala.
"¿Puedes traerme mi maleta? Está arriba del armario. No, no, no la grande, la más pequeña, la de color lila."
"Sí, claro," respondió Adam con un suspiro pero una sonrisa en el rostro. "Aquí está tu maleta. ¿Necesitas algo más?"
"Gracias, Adam. Puedes dejarla sobre mi cama. También, ¿puedes traerme los paquetes que están en la entrada desde ayer?"
"Ahí voy," dijo Adam, bromeando pero ayudando como siempre.
Cerré la puerta y comencé a empacar mis cosas. Preparé mi maquillaje, ropa, perfumes y otros artículos personales. Organizándolo todo meticulosamente, me aseguré de no olvidar nada. Después de ducharme y arreglarme, estaba lista.
Llamé a Adam de nuevo. "¡Adam! Ya estoy lista. Podemos irnos."
Adam entró en mi habitación con su controlador de PS5 en la mano. "Vamos entonces, hermanita. No quiero que pierdas tu tren."
Nos dirigimos al ascensor, Adam llevando mi maleta grande y yo manejando mi silla de ruedas eléctrica. Al llegar a la planta baja, nos dirigimos a la salida del edificio y nos encaminamos hacia la estación de tren. Al llegar, encontramos a María esperando ansiosa.
"¡Luna! ¡María!" Nos abrazamos emocionadas, listas para la aventura que nos esperaba. Adam me ayudó a subir al tren con todas mis cosas.
"Cuídate mucho, Luna. Y diviértete. No quiero que te vuelva a pasar lo que te sucedió hace algunos meses," dijo Adam, abrazándome con fuerza antes de despedirse.
"Nos vemos pronto, hermanito. Gracias por todo."
El tren arrancó y, mientras me acomodaba en mi asiento junto a María, no pude evitar sentir una ola de emoción. Miré por la ventana, viendo cómo Valencia se desvanecía lentamente en el horizonte, y pensé en todo lo que me esperaba en Madrid. El concierto, el evento y sobre todo, las nuevas experiencias que vendrían. Con una sonrisa en el rostro, me preparé para el viaje, sabiendo que esta aventura sería inolvidable.
El tren había salido de la estación y teníamos un largo viaje de una hora y cincuenta y cinco minutos hasta llegar a Madrid. Miré a María, que se acomodaba en su asiento, y sonreí. Era el momento perfecto para charlar un poco y disfrutar del trayecto juntas.
"Bueno, María, ¿lista para el concierto? No puedo creer que vamos a ver a Morat en vivo," dije con entusiasmo, mis ojos brillando con anticipación.
María asintió, sonriendo. "¡Estoy tan emocionada, Luna! ¿Te imaginas estar tan cerca de ellos? Va a ser increíble."
"Sí, va a serlo. ¿Qué crees que tocarán primero? Me encantaría que empezaran con 'Cómo te atreves'. Es una de mis favoritas," comenté, recordando todas las veces que había escuchado esa canción en bucle.
María se rió. "Sí, esa sería una gran forma de empezar. Pero creo que van a guardar lo mejor para el final. Imagínate terminar con 'Besos en guerra'. Sería perfecto."
Seguimos charlando sobre nuestras canciones favoritas y lo emocionadas que estábamos por el concierto. Compartimos historias sobre nuestras experiencias con la música de Morat, y cómo cada canción parecía capturar un momento especial de nuestras vidas. Era una conversación ligera y feliz, exactamente lo que necesitábamos para pasar el tiempo.
Después de un rato, María comenzó a cabecear de sueño. "Creo que voy a echarme una siesta, Luna. Este viaje me está dejando agotada," dijo, recostándose en su asiento y cerrando los ojos.
"Descansa, María. Yo voy a escuchar un poco de música," le respondí, sacando mis auriculares y buscando en mi bolso mi playlist de Morat.
Puse los auriculares y empecé a escuchar la suave introducción de "Amor con hielo". La música llenaba mis oídos y me dejé llevar por las melodías y letras que tanto me gustaban. Miré por la ventana, observando el paisaje que pasaba rápidamente, sintiéndome relajada y contenta.
La voz de Morat y la belleza de las letras me hicieron pensar en Tomás. Saqué mi teléfono y le envié un mensaje rápido. "Ya estamos en camino a Madrid. No puedo esperar para contarte todo cuando vuelva. Te extraño. 💕"
Volví a concentrarme en la música, y antes de darme cuenta, había pasado media hora. Decidí cambiar a otra canción, y "La correcta" empezó a sonar. Me recosté en mi asiento y cerré los ojos, dejándome llevar por la música y disfrutando del momento.
De repente, un anuncio por los altavoces del tren me sacó de mis pensamientos. "Próxima parada: Madrid. Llegada en veinte minutos."
Desperté a María suavemente. "María, ya casi llegamos. Es hora de despertar."
María se desperezó y sonrió. "¿Ya? ¡Qué rápido se pasó el tiempo!"
"Sí, estuvimos hablando y escuchando música. El tiempo voló," le dije, mientras empezábamos a prepararnos para bajar del tren.
Recogí mis cosas y ayudé a María a organizar las suyas. Cuando el tren se detuvo, estábamos listas para nuestra gran aventura en Madrid. Bajamos del tren con una mezcla de emoción y nerviosismo, listas para lo que nos esperaba. El concierto de Morat era solo el comienzo de un viaje que prometía ser inolvidable.
Al bajar del tren, sentí la emoción vibrar en el aire. María y yo nos dirigimos hacia la salida cuando vimos a un chico de nuestra edad y una chica un poco mayor con un cartel que decía "Editorial Plenilunio". Nos acercamos a ellos con una mezcla de curiosidad y nerviosismo.
"Hola, somos Luna y María. Yo soy la escritora Luna, y ella es mi mejor amiga," les dije, sonriendo.
El chico nos devolvió la sonrisa. "¡Genial! Los estábamos esperando. Soy Javier, y ella es Elena. Vamos a ayudarlas con sus maletas. Hay una van esperándonos afuera."
Agradecimos su ayuda mientras Javier tomaba nuestras maletas, una en cada mano. Elena, con una amabilidad contagiosa, se acercó a mi silla de ruedas eléctrica y a María, guiándonos hacia la salida de la estación.
"Vamos al hotel para que puedan descansar un poco," dijo Elena mientras caminábamos. "Más tarde tendremos un evento con la editorial, así que es importante que se preparen."
Asentí, agradecida por la organización. "Gracias, de verdad. Este viaje significa mucho para nosotras."
Elena sonrió. "Lo entendemos. Estamos aquí para asegurarnos de que todo salga perfecto."
Salimos de la estación y encontramos la van esperando. Javier y Elena ayudaron a colocar las maletas en el vehículo mientras yo me subía con la ayuda de una rampa desplegable. María tomó asiento a mi lado, y pronto estuvimos en camino hacia el hotel.
Durante el trayecto, charlamos un poco con Javier y Elena sobre el evento de la noche y lo que podíamos esperar. Elena nos explicó que la editorial había organizado una pequeña recepción para presentarnos a otros autores y algunas personas importantes en la industria. Mi corazón latía con fuerza al pensar en la oportunidad de conocer a tanta gente influyente.
Al llegar al hotel, Javier y Elena nos guiaron hasta el mostrador de recepción. El vestíbulo era amplio y elegante, con una decoración moderna que irradiaba una sensación de lujo y comodidad. Tras hacer el check-in, nos acompañaron a nuestras habitaciones.
Cuando entré en mi habitación, quedé asombrada por lo espaciosa y acogedora que era. Las paredes estaban decoradas con tonos suaves y relajantes, y había un cómodo sofá junto a una mesa de café. La cama, grande y mullida, parecía invitarme a descansar inmediatamente. En un rincón, una lámpara de pie proporcionaba una luz cálida y acogedora, creando un ambiente perfecto para relajarse.
Sobre una mesa auxiliar, noté varios regalos esparcidos: una taza con pajita decorada con el diseño de la portada de mi libro, una bolsa llena de recuerdos especiales del evento y otros obsequios. Todo esto era para celebrar el lanzamiento de mi libro, y me sentí abrumada por la emoción y gratitud.
Justo en ese momento, mi teléfono sonó. Era María. Contesté inmediatamente, sabiendo que ella debía estar igual de emocionada.
"Luna, ¡mira en la bolsa que dejaron en tu habitación! ¡Ábrela ahora mismo!" exclamó María, con una emoción palpable en su voz.
Rápidamente, busqué la bolsa y la abrí. Dentro había varios obsequios: recuerdos del evento, algunos artículos promocionales, y de repente, algo que llamó mi atención. Una cuerda con una tarjeta plastificada y un texto escrito en ella. Al levantarla, leí claramente "Morat VIP" en toda la cinta y en la tarjeta.
Un grito de felicidad escapó de mis labios. "¡María! ¡No lo puedo creer! ¡Es una entrada VIP para Morat!"
María rió al otro lado de la línea, igual de emocionada. "¡Te lo dije, Luna! ¡Sabía que te iba a encantar!"
Sentí una mezcla de alegría y emoción que era difícil de contener. "¡Esto es increíble! ¡Voy a ver a Morat en VIP! ¡No puedo esperar!"
"Nos lo vamos a pasar genial, Luna. Ahora prepárate, que tenemos mucho que hacer," respondió María con entusiasmo.
El ambiente del evento de la editorial Plenilunio era mágico y lleno de emoción. María y yo nos encontrábamos inmersas en conversaciones animadas con otros autores y editores, compartiendo historias y consejos sobre el mundo editorial. La atmósfera estaba impregnada de luces suaves y música de fondo, creando un entorno festivo que realzaba la celebración.
Me sentía abrumada por la atención y el apoyo recibido. Observé con emoción una exhibición especial con ejemplares de mi libro, sintiendo cómo el reconocimiento de mi trabajo me llenaba de gratitud y motivación para seguir adelante en mi carrera como escritora.
Laura Sánchez, la editora que había hecho posible el evento, jugaba un papel clave en asegurarse de que me sintiera cómoda y celebrada. Su cálida bienvenida y palabras de aliento resonaban en mí, y expresé mi agradecimiento por la dedicación y cuidado que Plenilunio había demostrado hacia mi obra.
María, siempre presente a mi lado, también compartía el sentimiento de emoción y orgullo. Juntas, caminamos entre las mesas adornadas, donde los libros y las decoraciones elegantes complementaban perfectamente el ambiente de la velada. La ocasión no solo marcaba el éxito inicial de mi carrera como autora publicada, sino que también prometía nuevas oportunidades y desafíos en el horizonte.
El evento continuó con momentos de firma de libros y más interacciones enriquecedoras con otros miembros de la comunidad literaria. Cada firma representaba para mí un paso más en mi viaje como escritora, mientras absorbía cada palabra de aliento y consejo compartido por mis colegas.
En resumen, el evento no solo celebraba el lanzamiento de mi libro, sino también el inicio de una nueva etapa en mi vida como autora. Con cada momento vivido esa noche, me sentía más segura y comprometida con mi pasión por la escritura, lista para enfrentar los desafíos y las recompensas que el futuro me deparaba.
Después de un rato, Laura nos condujo hacia una zona más íntima del evento donde pudimos sentarnos y relajarnos un momento. Desde allí, observamos cómo los invitados disfrutaban del ambiente animado y charlaban entre ellos con entusiasmo.
"Gracias, Laura. De verdad que no estoy acostumbrada a tanta emoción y atención," le dije sinceramente, reflejando mi gratitud por todo lo que estaba viviendo.
María sonrió a mi lado, mostrando su apoyo incondicional. "Luna, has logrado tanto con tu libro. Este es solo el principio de algo realmente grande."
Asentí con una sonrisa, contemplando todo lo que había logrado hasta ese momento y emocionada por las oportunidades futuras que se presentaban como escritora.
Después de un día emocionante en la editorial Plenilunio, Laura nos guió hacia los planes para el día siguiente con una energía radiante. Sentadas en la confortable sala de reuniones, María y yo escuchamos atentamente mientras Laura explicaba cada detalle con entusiasmo contagioso.
"Mañana por la mañana, tendremos una reunión para revisar cómo va la publicidad de los próximos meses," comenzó Laura, sus ojos brillando con anticipación. "Es crucial para el lanzamiento de tu libro, Luna. Queremos asegurarnos de que todo esté perfecto."
Mis emociones se mezclaban ante la importancia del próximo encuentro. Era el inicio de una nueva fase en mi carrera como escritora, y Laura estaba ahí para guiarme en cada paso del camino.
"Por la tarde," continuó Laura con entusiasmo, "nos dirigiremos a un evento especial en Desperate Literature. Es una librería encantadora, conocida por su ambiente acogedor y sus eventos culturales. Es el lugar perfecto para conectarte con otros amantes de la literatura y compartir tu pasión."
Recibimos un folleto detallado sobre el lugar, con fotos de la vitrina decorada con flores y las estanterías llenas de libros diversos. María y yo intercambiamos miradas llenas de emoción, anticipando la magia que nos aguardaba al día siguiente.
"¡Qué emocionante! No puedo esperar para explorar Desperate Literature," exclamé con entusiasmo, imaginando la experiencia enriquecedora que nos esperaba en ese entorno literario.
Laura sonrió con satisfacción. "Será una jornada llena de inspiración y nuevas oportunidades, estoy segura. Prepárense para disfrutar al máximo."
El entusiasmo y la confianza crecían en mí mientras contemplaba todo lo que había logrado y lo que aún estaba por venir en mi viaje como escritora.
Después de agradecer a Laura por su dedicación y cuidado en la planificación, María y yo nos retiramos a nuestras habitaciones en el hotel. Mientras me preparaba para descansar, mi mente seguía reviviendo los momentos del día y anticipando lo que el mañana traería.
Al despertar la mañana siguiente, me encontré con una mezcla de nervios y emoción palpable en mi estómago. Abrí las cortinas de la habitación del hotel, dejando que la suave luz matutina de Madrid inundara el espacio. El día prometía ser lleno de acontecimientos importantes y emocionantes.
Tras una rápida ducha y un desayuno ligero en la habitación, María y yo nos preparamos para la reunión matutina en la sede de la editorial. Vestida con un conjunto cómodo pero elegante, me aseguré de tener todos mis documentos y notas preparadas. María también estaba lista, irradiando su energía habitual.
Bajamos al lobby del hotel, donde nos aguardaba un coche enviado por la editorial para llevarnos a la reunión. María me miró con una sonrisa nerviosa y dijo: "¿Estás lista para esto, Luna? Va a ser un gran día."
Asentí con determinación, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a fluir mientras nos dirigíamos hacia la sede de Plenilunio. El trayecto fue breve pero lleno de anticipación. Llegamos puntualmente y fuimos recibidas por Laura y su equipo con cálida hospitalidad.
La reunión resultó intensa pero tremendamente productiva. Revisamos los planes de marketing y publicidad para los próximos meses, discutiendo estrategias y ajustes necesarios. Laura, siempre profesional y alentadora, nos guió a través de cada detalle con claridad y experiencia. Me sentí agradecida de tenerla como mentora en este proceso crucial para mi carrera.
Después de la reunión, nos dirigimos hacia Desperate Literature para el evento de la tarde. La librería estaba impregnada de un ambiente acogedor y culturalmente vibrante. Las estanterías rebosaban de libros intrigantes y la decoración floral añadía un toque de elegancia al espacio.
Nos encontramos con otros autores y entusiastas de la literatura, intercambiando historias y perspectivas sobre el mundo de las letras. María y yo nos sumergimos en las conversaciones, disfrutando de cada momento y absorbiendo la energía creativa que fluía en el lugar.
En un momento dado, Laura nos presentó formalmente ante el público, destacando nuestro trabajo y compartiendo detalles emocionantes sobre mi libro. Me sentí abrumada por las muestras de apoyo y entusiasmo de todos los presentes.
Tras el evento, María y yo regresamos al hotel exhaustas pero felices. Nos sentamos en el balcón de nuestra habitación, reflexionando sobre el día lleno de momentos memorables y oportunidades emocionantes.
"¿Puedes creer todo lo que ha pasado hoy?" preguntó María, su voz llena de asombro mientras observaba las luces de la ciudad comenzar a brillar al anochecer.
"No puedo, María. Ha sido un día increíble," respondí, una sonrisa jugueteando en mis labios mientras rememoraba cada detalle del día.
Con la mente llena de nuevas ideas y experiencias, me preparé para descansar, sabiendo que este día marcaría el comienzo de una nueva etapa en mi vida como escritora.
Desde mi apartamento, a miles de kilómetros de distancia de Luna, me encontraba sumergido en la emoción y el nerviosismo de planear una sorpresa especial para ella. Nuestra relación había comenzado en línea y se había convertido en algo increíblemente significativo para ambos. Ahora, con la ayuda de Juan y María, estábamos tramando algo que esperaba llenara de alegría a Luna.
María había encontrado un momento a solas en su habitación del hotel y decidió llamarme para ponerme al día:
Mi teléfono sonó y vi que era María. Contesté con una mezcla de emoción y anticipación. "Hola María, ¿cómo estás?" saludé, esperando escuchar sobre los detalles de la sorpresa.
"Tomás, aquí estamos, trabajando en todo," comenzó María con entusiasmo. "Juan ha sido una ayuda increíble. Estoy emocionada por ver la cara de Luna cuando descubra lo que hemos planeado."
Sonreí al otro lado del teléfono, imaginando la expresión de sorpresa en el rostro de Luna. "Ella se lo merece. Ha pasado por mucho últimamente, y quiero que esta sorpresa sea algo que recuerde para siempre," respondí, recordando los desafíos que habíamos superado juntos.
María asintió, compartiendo mi determinación. "Lo lograremos. Estoy segura de que todo saldrá perfecto. Nos aseguraremos de que la sorpresa sea inolvidable," prometió, demostrando su compromiso con el plan.
Conversamos un poco más sobre los detalles logísticos y la logística del evento próximo, asegurándonos de que cada aspecto estuviera meticulosamente planeado para la celebración de la graduación de Luna.
Después de colgar con María, me sentí más conectado con los preparativos para la sorpresa de Luna. Sin embargo, una sensación persistente de anhelo se apoderó de mí. No habíamos hablado directamente desde hace dos días, y aunque entendía que estuviera ocupada con el evento y todo lo demás en Madrid, no podía evitar extrañarla intensamente.
Decidí que era el momento de llamarla. Marqué su número con una mezcla de nerviosismo y emoción, esperando que estuviera disponible para hablar conmigo.
"Luna, cariño, ¿cómo estás?" saludé con alivio cuando ella respondió mi llamada. "Siento no haber podido hablar contigo durante estos días. ¿Cómo va todo por allá? ¿Estás emocionada por el evento de mañana?"
"Oh Tomás, no te preocupes. Estoy bien," respondió Luna con calma. "Ha sido todo un torbellino aquí, pero emocionada por lo que viene mañana. María y yo hemos estado ocupadas preparándonos."
Asentí, sintiéndome aliviado al escuchar su voz. "Me alegra saberlo. ¿Sabes quiénes serán los cantantes que se presentarán mañana por la noche?"
Luna rió suavemente al otro lado. "Sí, ¡es Morat! ¡Estoy realmente emocionada por verlos en vivo!"
Sentí una pizca de celos mezclada con curiosidad. "Eso suena genial, cariño. Seguro será una experiencia increíble," dije sinceramente, tratando de mantener cualquier rastro de envidia fuera de mi voz.
"¿Y tú, cómo estás? ¿Cómo va todo por allá?" preguntó Luna, cambiando el enfoque de la conversación hacia mí.
"Estoy bien. Extrañándote mucho, la verdad," admití con sinceridad. "Pero estoy emocionado por ti."
"Tomás, eres tan dulce. Gracias por todo," respondió Luna con cariño. "No puedo esperar para contarte todo cuando nos veamos."
Nos despedimos con promesas de amor y apoyo mutuo, con la certeza de que pronto estaríamos juntos de nuevo.
El último día en Madrid comenzó con una reunión temprana con Laura Sánchez, la editora de mi libro. Discutimos los últimos detalles y ajustes antes de que saliera a la imprenta. Sentí una mezcla de emoción y nerviosismo por ver mi trabajo finalmente tomando forma tangible.
Después de la reunión con Laura, María y yo tuvimos toda la tarde libre para prepararnos emocionalmente para el emocionante concierto de Morat. Pasamos el tiempo entre risas y complicidad, compartiendo anécdotas y recordando nuestras canciones favoritas de la banda. La emoción por la noche que nos esperaba nos llenaba de energía y expectativas.
Llegada la noche, bajamos juntas del hotel. Yo en mi silla de ruedas eléctrica, María a mi lado, hacia la entrada donde un coche nos esperaba para llevarnos al evento. El tráfico nocturno y la distancia al lugar del concierto hicieron que llegáramos justo a tiempo. La espera afuera del recinto mientras la multitud se agitaba y las luces brillaban en la distancia nos recordaba por qué estábamos ahí.
Finalmente dentro, el ambiente en el concierto era electrizante. Las luces vibrantes iluminaban la multitud emocionada que coreaba cada canción. Nos encontrábamos en el área VIP, cerca del escenario, lo que nos permitía sentir la energía contagiosa de la música en vivo en su máxima expresión.
Cuando Morat salió al escenario, la multitud estalló en vítores. Sus melodías envolventes llenaron el aire y nuestras almas, llevándonos a cantar y bailar con una alegría desenfrenada. Cada canción resonaba en nuestros corazones, y la conexión entre la banda y el público era palpable.
Después del emocionante concierto, Laura nos guió hacia una sala privada donde los chicos de Morat nos esperaban con una sonrisa acogedora. Sentirnos tan cerca de ellos era surrealista, y mi corazón latía rápido con la emoción de conocer a mis ídolos cara a cara.
"Luna, María, permítanme presentarles a Morat," dijo Laura con una sonrisa, introduciéndonos con entusiasmo. "Ellos están igualmente emocionados de conocer a la talentosa escritora cuyo libro pronto estará en las estanterías."
Mis manos temblaban ligeramente mientras estrechaba las suyas, tratando de mantener la compostura ante la presencia de estos músicos que habían marcado momentos importantes en mi vida. "Es un honor conocerlos," murmuré, sorprendida de lo cerca que estaban de mí.
María, siempre más desenvuelta, se acercó con una sonrisa tímida pero radiante. "Hola, soy María. Es un placer conoceros," dijo, extendiendo la mano con confianza.
Los chicos de Morat nos recibieron con amabilidad y buen humor, haciéndonos sentir bienvenidas en su círculo. La conversación comenzó a fluir naturalmente, eclipsando cualquier nerviosismo inicial que pudiéramos haber sentido. Hablamos sobre música, nuestras historias favoritas del concierto, y compartimos risas y anécdotas.
Poco a poco, nos dimos cuenta de que estábamos solamente nosotras y la banda. El ambiente íntimo y relajado nos permitió conectarnos más allá de las formalidades, compartiendo momentos que quedarían grabados en nuestras memorias para siempre.
Juan, el líder de la banda, nos miró con una sonrisa cálida. "Chicas, ¿les gustaría acompañarnos a tomar algo? Estamos hambrientos y sería genial seguir charlando en un ambiente más relajado," sugirió amablemente.
María y yo asentimos emocionadas. "¡Claro! Sería fantástico," respondí, sintiéndome emocionada por la oportunidad de pasar más tiempo con ellos.
Nos dirigimos hacia un buffet en la sala privada, donde continuamos la conversación de manera informal. El chico de Morat que siempre llevaba un sombrero se acercó a mí con curiosidad. "¿Te gusta mi sombrero?" preguntó con una risa amistosa. "Creo que el tuyo se ve genial. ¿Quieres intercambiarlos como un recuerdo?"
Sonreí ampliamente, emocionada por el gesto. "¡Claro! Será un recuerdo muy especial," respondí, intercambiando sombreros con él.
Durante el resto de la noche, compartimos risas, historias y momentos únicos con Morat, creando recuerdos que llevaríamos con nosotros para siempre. Cuando llegó el momento de despedirnos, nos abrazamos afectuosamente, agradeciéndoles por una experiencia inolvidable.
"Esperamos verte pronto, Luna," dijo Juan con una sonrisa cálida mientras nos despedíamos.
"Gracias por esta noche tan increíble," respondí, con lágrimas de felicidad en los ojos. "Nunca la olvidaré."
Con el corazón lleno de gratitud y alegría, María y yo regresamos al hotel, repasando cada momento de este día inolvidable que siempre recordaríamos como uno de los más especiales de nuestras vidas.
El reloj marcaba las 2:00 AM cuando llegamos al hotel, justo a tiempo para tomar el tren de regreso a Valencia. Exhaustas pero llenas de emociones encontradas, María decidió quedarse en mi casa esa noche debido a la hora tardía. Nos retiramos directamente a nuestras habitaciones, cayendo profundamente dormidas casi al instante.
Al día siguiente, desperté con una mezcla de alegría por la noche anterior y anticipación por los días que vendrían. Los preparativos para la graduación se habían intensificado, y cada día estaba lleno de ensayos, decoraciones y listas interminables de cosas por hacer. Mi mente estaba dividida entre la emoción por cerrar este capítulo académico y la incertidumbre sobre lo que el futuro me deparaba.
¿Cómo lograría que la graduación fuera perfecta y hiciera felices a mis padres? ¿Estaba preparada para enfrentar los desafíos que vendrían después de la universidad? Podía sentir el peso de las expectativas sobre mis hombros, pero también una chispa de emoción por lo que estaba por venir. Los días pasaban rápidamente, cada uno con su propio conjunto de emociones y desafíos. Mientras tanto, en el fondo de mi mente, había una sensación de misterio y anticipación, como si algo importante estuviera a punto de revelarse.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top