CAPÍTULO: N°20
El despertador sonó a las seis de la mañana, pero ya estaba despierto. La luz del amanecer se filtraba a través de las cortinas, bañando mi habitación en un cálido resplandor. Desde la cocina llegaban los primeros sonidos del día: el tintineo de tazas y el aroma del café recién hecho.
Pensé en Luna. Probablemente aún dormía; en Valencia era madrugada. La diferencia horaria de cinco horas hacía que nuestros horarios nunca coincidieran del todo. A pesar de la distancia, ella era lo primero en lo que pensaba cada mañana y lo último cada noche.
Me levanté y me dirigí a la cocina, donde Javier, mi hermano mayor, ya estaba preparando el café. Carla, su esposa, intentaba calmar al pequeño Pipe mientras las gemelas, Sofía y Sara, se preparaban para la escuela.
"Buenos días," saludé, tratando de sacudirme el sueño.
"Buenos días, Tomás," respondió Javier, sirviéndome una taza de café. "Pareces tener algo en mente."
"Sí, solo muchas cosas en las que pensar," respondí evasivamente.
El día en la oficina fue como cualquier otro: reuniones interminables, correos electrónicos urgentes y tareas que parecían no tener fin. Sin embargo, en los momentos de pausa, no podía evitar sonreír al pensar en Luna. Recordaba la emoción en su voz cuando me contó sobre el contrato con la editorial. Sentía una mezcla de orgullo y emoción por ella, pero también nerviosismo por los planes que había estado gestando en secreto.
Mientras trabajaba, mis compañeros notaron mi distracción. "¿Estás bien, Tomás?" me preguntó Ana, una colega. "Parece que tienes algo en mente."
"Sí, estoy bien. Solo tengo muchas cosas en las que pensar," respondí, esquivando la verdadera razón de mi distracción.
Regresando a casa después de un largo día de trabajo, me sentí abrumado por una mezcla de emociones. La alegría por el éxito de Luna, la distancia que nos separaba y la ansiedad por la gran decisión que había tomado. ¿Cómo reaccionaría mi familia cuando se enterara? ¿Estaba preparado para las posibles consecuencias?
Recordé una conversación que había tenido con Carla meses atrás. Había estallado en una reunión familiar, gritando y actuando de una manera que no era típica de mí. Carla había intentado calmarme, diciéndome que hablara sobre lo que me molestaba, pero no pude decirle que todo estaba relacionado con Luna y el accidente que había sufrido.
Después de la cena, reuní a mi familia en el salón. Las gemelas se sentaron en el suelo, mientras Pipe se acurrucaba en el regazo de Carla. Javier y Dan me miraron con curiosidad y preocupación.
"Necesito hablar con ustedes sobre algo muy importante," comencé, sintiendo el peso de mis palabras. "En realidad, tengo dos noticias que compartir, y es por eso que los reuní aquí."
Las miradas de mi familia se intensificaron, llenas de expectativa. Sentí mi corazón latir más rápido mientras continuaba. "La primera noticia es que... tengo una novia."
La sorpresa fue inmediata. Todos comenzaron a hablar a la vez.
"¿Cómo es que tienes una novia y no nos dijiste nada?" preguntó Javier, con una mezcla de incredulidad y alegría.
"¿Dónde la conociste?" añadió Dan, visiblemente emocionado.
"¡Tomás, esto es increíble!" exclamó Carla, sonriendo ampliamente.
Respiré hondo, tratando de mantener la calma. "Se llama Luna y vive en Valencia, España. Nos conocimos hace tiempo y hemos estado juntos a distancia. Luna tiene una discapacidad física y ha sido una fuente de inspiración y fuerza para mí. Su valentía y determinación me han enseñado mucho."
Las gemelas miraban con ojos brillantes, mientras Pipe jugaba con el pelo de Carla. "Es increíble lo fuerte que es," continué. "A pesar de los desafíos, siempre encuentra una manera de seguir adelante. La amo profundamente y sé que ella siente lo mismo por mí."
"Nos alegramos mucho por ti, Tomás," dijo Javier, poniéndome una mano en el hombro. "Queremos conocerla cuando sea posible."
Carla asintió, su sonrisa cálida. "Estamos muy felices por ti. Luna suena como una persona maravillosa."
"Gracias," respondí, sintiendo una oleada de alivio y gratitud. "Pero eso no es todo. La segunda noticia es algo que he estado planeando por un tiempo."
Las miradas de curiosidad se volvieron a fijar en mí. "Quiero hacer algo especial para Luna. Quiero sorprenderla y hacerle saber cuánto significa para mí. Estoy planeando un viaje a Valencia para estar con ella y mostrarle que no importa la distancia, siempre estaremos juntos."
Sentí una mezcla de nerviosismo y determinación. "Sé que esto puede ser un gran cambio, pero estoy seguro de que es lo correcto. Quiero que Luna sepa cuánto la amo y cuánto estoy dispuesto a hacer por ella."
Mi familia se quedó en silencio por un momento, procesando lo que acababa de decir. Finalmente, Javier habló. "Tomás, siempre te apoyaremos en todo. Si esto es lo que quieres y sientes que es lo correcto, estamos contigo."
Las palabras de Javier me llenaron de confianza. "Gracias, significa mucho para mí tener su apoyo. Quiero que esta sorpresa sea perfecta, y con ustedes a mi lado, sé que será así."
Esa noche, mientras me preparaba para dormir, no pude evitar sentirme agradecido por el apoyo de mi familia. Sabía que la decisión que había tomado era arriesgada, pero también estaba seguro de que era la correcta. Con una sonrisa, me prometí a mí mismo que haría todo lo posible para que la sorpresa para Luna fuera perfecta.
El viaje que había comenzado era solo el principio, y aunque los desafíos eran grandes, el amor y el apoyo que me rodeaban me hacían sentir invencible. Con ese pensamiento, cerré los ojos, listo para enfrentar lo que el futuro me deparara.
Al día siguiente, después de una noche llena de emociones compartidas con mi familia, decidí que era hora de compartir la noticia con Luna. Mientras me preparaba una taza de café, saqué mi teléfono y marqué su número. El tono de llamada resonó en mi oído, creando una sensación de anticipación nerviosa.
Después de unos momentos, escuché su voz al otro lado de la línea. "Hola, Tomás," dijo con su voz suave y reconfortante.
"Hola, Luna," respondí, sintiendo un nudo en la garganta. "Hay algo que necesito contarte."
"¿Qué pasa? ¿Todo está bien?" preguntó con preocupación en su tono, lo que me hizo sonreír ante su cuidado.
"Sí, todo está bien," aseguré rápidamente, intentando encontrar las palabras adecuadas. "Anoche... hablé con mi familia."
"¿Hablaste con tu familia?" repitió, claramente intrigada.
"Así es. Les conté sobre ti, sobre nosotros, y... sobre todo lo que significas para mí," expliqué, sintiendo cómo las palabras fluían más fácilmente al hablar de ella.
"Oh," fue todo lo que dijo al principio, y pude imaginarla procesando la información.
"Y... quieren conocerte," agregué con un ligero temblor en mi voz, sintiendo el peso de revelar este paso importante.
"¿Quieren conocerme?" su voz sonaba mezclada entre sorprendida y emocionada, lo que me hizo sonreír por dentro.
"Sí, quieren saber más sobre ti, sobre la mujer increíble que eres," confirmé con ternura, aunque con un toque de temor por su reacción. "Quieren organizar algo pronto para que podamos conocernos."
Hubo un breve silencio del otro lado de la línea, y en ese momento, el temor a su reacción me hizo sostener la respiración.
Tomás quiere que conozca a su familia. Pero, ¿a quién exactamente? ¿A sus padres? ¿O quizás a sus hermanos? No sé nada de ellos. No sé quiénes son, qué piensan de nuestra relación. ¿Me aceptarán tal como soy, con mi situación? Estoy llena de amor por él, de certeza de que es él quien estaba destinado para mí.
Tomás es el amor de mi vida, mi príncipe azul, el hombre que nunca pensé que tendría. Pero ahora, no sé qué esperar. ¿Qué significado tiene esto para él? ¿Qué significa para nosotros? Mi corazón empieza a latir fuertemente, lleno de emoción y nerviosismo.
Mis palabras salieron con un suspiro cargado de emociones. Este paso significa mucho más que solo una presentación familiar. Es un paso hacia adelante en nuestra relación, hacia un futuro que siempre soñé pero que ahora me asusta un poco.
Me quedé en silencio, esperando ansiosamente su respuesta. Sabía lo importante que era este momento para ambos, y deseaba con todo mi corazón que Luna comprendiera lo profundo de mis sentimientos.
"Luna," comencé suavemente, buscando las palabras que expresaran todo lo que sentía por ella. "Esta oportunidad de que mi familia te conozca significa mucho para mí. Quiero que vean lo increíble que eres, la fortaleza y el amor que irradias en cada momento. Eres mi princesa, mi luz en la oscuridad, y quiero compartir ese brillo contigo en cada paso que damos juntos."
Hubo un suspiro al otro lado de la línea, y pude sentir la mezcla de emociones en su voz cuando respondió. "Tomás, yo... no sé qué decir. Esto es mucho para mí. No quiero decepcionarte ni a ti ni a tu familia."
La ternura en su voz me llegó profundamente. "Luna, escucha... Sé que esto es un gran paso, pero confío en que mi familia te aceptará tal como eres. Ellos quieren conocerte porque eres importante para mí, y deseo que vean lo que veo en ti: una persona increíblemente fuerte, amorosa y valiente."
Hubo una pausa mientras absorbía mis palabras. "¿Cuándo quieren hacer esto?" preguntó finalmente, su voz llena de una mezcla de curiosidad y nerviosismo.
"Esta noche," respondí con suavidad. "Vamos a hacer una cena virtual, tú desde Valencia y yo desde aquí con mi familia. Quiero que todos compartamos una velada especial y que te conozcan de la misma manera en que yo lo he hecho."
"Esta noche es perfecto," dijo con alivio y emoción. "Mis padres no estarán en casa y mi hermano Adam tampoco, así que tendremos la privacidad necesaria."
Una oleada de emoción me recorrió. "Perfecto, mi lunita. Estoy seguro de que será una noche memorable. Te quiero mucho y no puedo esperar a que mi familia vea lo maravillosa que eres."
La conversación continuó con una mezcla de dulzura y complicidad, compartiendo nuestros pensamientos y sueños para el futuro. Mientras hablábamos, sentí una certeza creciente de que estábamos en el camino correcto, enfrentando juntos lo que el destino nos tenía preparado.
"Luna," comencé suavemente, buscando las palabras adecuadas. "Antes de que tengamos esta cena virtual, hay algo muy importante que necesito contarte. Algo sobre mi familia que nunca he compartido con nadie antes."
Su voz se volvió aún más suave y atenta. "Dime, mi amor. Estoy aquí para ti."
Tomé un respiro profundo, sintiendo el peso de lo que estaba a punto de revelar. "Mis padres fallecieron hace años," empecé, sintiendo cómo las palabras resonaban en mi propio corazón. "Mi padre murió cuando yo era muy pequeño. Apenas lo recuerdo. Y mi madre... mi madre falleció hace algunos años."
Hubo un silencio al otro lado de la línea, y pude sentir la preocupación y la tristeza de Luna a través del teléfono. "Tomás... lo siento tanto. No tenía idea. ¿Cómo has llevado todo esto?"
"Ha sido difícil," admití, sintiendo la mezcla de dolor y alivio al hablar de ello. "Perder a mi padre tan joven fue devastador, aunque los recuerdos que tengo de él son pocos y borrosos. Mi madre fue mi roca, mi apoyo. Su pérdida me dejó vacío por mucho tiempo."
Sentí una profunda compasión por Tomás. No podía imaginar el dolor que debía haber sentido al perder a sus padres, especialmente a una edad tan temprana. Sentía una gran necesidad de consolarlo, de hacerle saber que no estaba solo.
"Tomás, lamento mucho que hayas tenido que pasar por eso," dije con ternura. "Quisiera poder estar ahí contigo ahora mismo para abrazarte y darte todo mi amor."
Sentí una oleada de emociones al escuchar sus palabras. "Gracias, mi lunita. Saber que te tengo a ti me da fuerzas. Hablar de esto es difícil, pero también es liberador compartirlo contigo. Mis hermanos, Javier y Dan, y la esposa de Javier, Carla, han sido mi familia desde entonces. Son mi apoyo, mi refugio."
Pensé en cómo Luna recibiría esta información, y si sentiría la misma conexión profunda que yo esperaba. "Esta noche, conocerás a Javier, Carla y Dan. Ellos son todo lo que me queda, y su apoyo ha sido incondicional."
Escuché atentamente, sintiendo la profundidad del amor y el dolor en las palabras de Tomás. Sabía que este momento era crucial, no solo para él, sino también para nosotros como pareja. "Tomás, me siento honrada de que compartas esto conmigo. Prometo que haré todo lo posible para estar a la altura de tu confianza y cariño."
Mis pensamientos se llenaron de gratitud y amor por Luna. "Gracias, amor mío. Esta noche será especial, no solo porque mi familia te conocerá, sino porque tú estarás con nosotros en espíritu. Sé que mis padres estarían orgullosos de ver en quién me he convertido, y parte de eso es gracias a ti."
Sentí una mezcla de tristeza y amor por Tomás. Quería ser el apoyo que él necesitaba, la persona que estaría a su lado en los momentos difíciles. "Tomás, te amo. Estoy aquí para ti, siempre. Y estoy ansiosa por conocer a tu familia y compartir este momento con ellos."
"Te amo, Luna," dije con una emoción palpable en mi voz. "Gracias por estar aquí y por ser mi luz en la oscuridad. Esta noche, aunque estemos a kilómetros de distancia, sé que estaremos más cerca que nunca."
La conversación continuó con una mezcla de dulzura y complicidad, compartiendo nuestros pensamientos y sueños para el futuro. Mientras hablábamos, sentí una certeza creciente de que estábamos en el camino correcto, enfrentando juntos lo que el destino nos tenía preparado.
"Te amo, Luna," repetí, sintiendo una cálida sensación de alivio y amor. "Nos vemos esta noche para la cena virtual, ¿de acuerdo?"
"Te amo, Tomás," respondió ella, con su voz suave y amorosa. "Nos vemos esta noche. Estoy deseando conocerte aún más y compartir este momento con tu familia. Cuídate, cariño."
"Lo haré, mi princesa. Cuídate tú también. Hasta pronto."
Colgué el teléfono con una sonrisa en el rostro, sintiendo un peso levantarse de mis hombros. Saber que Luna estaba a mi lado, apoyándome, me daba una fuerza increíble. Con un suspiro de alivio, me dirigí a la cocina donde Carla estaba preparando el desayuno para las gemelas.
"Carla," comencé, intentando captar su atención mientras ella manejaba el caos matutino de la casa. "Esta noche vamos a tener una cena especial."
Carla levantó la vista de la sartén y me miró con curiosidad. "¿Una cena especial? ¿Qué está pasando, Tomás?"
"Voy a presentarles a Luna, mi novia, a través de una cena virtual," le expliqué, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo. "Quiero que todo sea perfecto."
Carla sonrió ampliamente, mostrando su apoyo. "¡Eso es maravilloso, Tomás! Estoy muy feliz por ti. Claro, haremos que sea una noche especial. ¿Qué necesitas?"
"Gracias, Carla. Necesito que me des una lista de todo lo que necesitamos para la cena. Iré a comprarlo todo esta tarde," respondí, sintiendo la anticipación crecer en mi interior.
"Por supuesto," dijo ella, girándose hacia la despensa y sacando un cuaderno. "Vamos a hacer algo delicioso y memorable. Aquí tienes, escribe lo que necesitamos: ingredientes para una buena ensalada, un plato principal que te guste, y no olvides algo dulce para el postre. También necesitaremos Bebidas para acompañar y quizás unas velas para el ambiente.
Anoté rápidamente todo lo que Carla me dijo, sintiendo una oleada de gratitud por su apoyo. "Gracias, Carla. Esto significa mucho para mí."
Ella me miró con ternura y comprensión. "Es un placer, Tomás. Luna es muy afortunada de tenerte, y nosotros también tenemos ganas de conocerla, aunque sea de forma virtual. Va a ser una noche inolvidable."
Asentí, sintiéndome más decidido que nunca. "Lo será. Haré todo lo posible para que Luna se sienta especial y bienvenida."
Con la lista en la mano y una sensación renovada de propósito, me dirigí a la puerta, listo para hacer las compras y preparar todo para la cena. Sabía que esta noche sería un paso importante en nuestra relación, y estaba decidido a que fuera perfecta para Luna.
Colgué el teléfono y me quedé un momento en silencio, mirando la pantalla oscura. Lo que Tomás me había revelado era profundo, doloroso y al mismo tiempo, una muestra de confianza absoluta. Sentí una mezcla de emociones: amor, compasión y una profunda tristeza por el dolor que había cargado durante tantos años.
"Tomás, mi amor," susurré para mí misma, imaginando su rostro y la ternura en sus ojos. Pensar en su pérdida, en la soledad que debió sentir, me hacía querer abrazarlo y nunca soltarlo. Mi corazón se llenó de cariño y admiración por su fortaleza.
Sentí la urgencia de prepararme para la cena, queriendo que todo fuera perfecto. Moví mi silla de ruedas eléctrica hacia la cocina, sabiendo que mis padres y Adam no estarían en casa durante todo el día y la noche. Tenía el tiempo y el espacio para hacer algo especial.
Abrí la nevera y examiné los ingredientes disponibles. Decidí preparar algo ligero pero sabroso, algo que reflejara el amor y el cuidado que sentía por Tomás. "Una ensalada fresca y una pasta al pesto," pensé. "Algo simple pero delicioso."
Mientras lavaba y cortaba las verduras, mis pensamientos volvieron a Tomás. La manera en que había compartido su dolor, su vulnerabilidad, me conmovió profundamente. Sentía un deseo ardiente de estar a su lado, de consolarlo y asegurarle que nunca estaría solo.
"Tomás ha pasado por tanto," reflexioné, mezclando los ingredientes de la ensalada. "Pero ha salido adelante con una fuerza y una determinación increíbles. Es un hombre maravilloso y estoy agradecida de tenerlo en mi vida."
Moví mi silla hacia la estufa y comencé a preparar la pasta. El aroma del ajo y la albahaca llenó la cocina, creando un ambiente cálido y acogedor. Mientras revolvía la salsa, no podía evitar sonreír al pensar en la cena de esta noche. La anticipación de conocer a su familia, aunque fuera virtualmente, me llenaba de nervios y emoción.
"¿Cómo será su familia?" me pregunté. "¿Serán tan cálidos y acogedores como él? Estoy segura de que sí. Si son parte de su vida, deben ser maravillosos."
Con cuidado, preparé una mesa con esmero, colocando un mantel limpio, velas y una botella de zumo que había encontrado en la despensa. Quería que todo fuera perfecto, que la cena reflejara el amor y el respeto que sentía por Tomás y su familia.
"Esto es importante," me recordé a mí misma, ajustando los detalles finales. "Es una oportunidad para mostrarles quién soy y cuánto amo a Tomás."
Moví mi silla hacia el baño para darme una rápida ducha y arreglarme. Escogí un vestido que sabía que a Tomás le gustaba, algo sencillo pero elegante. Mientras me cepillaba el cabello, miré mi reflejo en el espejo y respiré hondo, sintiendo una mezcla de nervios y determinación.
"Esta noche es especial," me dije, sonriendo a mi reflejo. "Es el comienzo de algo hermoso y significativo. Tomás y yo hemos pasado por mucho, y esta es una oportunidad para fortalecer nuestro vínculo aún más."
Con una última mirada al espejo, regresé a la cocina para terminar los preparativos. La mesa estaba lista, la comida estaba casi lista y mi corazón estaba lleno de amor y anticipación. Estaba lista para la cena, para conocer a la familia de Tomás y para compartir un momento especial con el hombre que amaba profundamente.
Regresaba del supermercado con las bolsas llenas de ingredientes frescos. Sentía una mezcla de excitación y nerviosismo mientras subía los escalones hasta mi apartamento. Al llegar, abrí la puerta y fui recibido por el sonido familiar de risas y el aroma de la cena cocinándose.
"Hola, Carla," saludé, entregándole las bolsas a mi cuñada.
Carla, que estaba cortando verduras en la cocina, levantó la vista y me sonrió. "¡Tomás! ¿Cómo fue la compra? ¿Conseguiste todo lo que necesitabas?"
"Sí, todo está aquí," respondí, dejando las bolsas en la encimera. "¿Necesitas ayuda con algo más?"
Carla negó con la cabeza y me echó una mirada firme pero cariñosa. "No, tú ve a prepararte. Yo me ocupo de la cena. Sólo ven a ayudarme con la decoración de la mesa cuando estés listo."
Asentí, agradecido por la comprensión de Carla. "De acuerdo, me prepararé rápido y luego te ayudo con la mesa."
Carla me detuvo antes de que pudiera irme. "Oye, ¿quieres que los niños también estén presentes durante la cena?"
Sonreí ampliamente. "Claro que sí. Las niñas tienen 14 años y Pipe sólo 3, pero estoy seguro de que les encantará conocer a Luna. Es importante para mí que todos estemos juntos."
Carla asintió, complacida. "Perfecto, entonces los incluiré en la cena. Y asegúrate de tener tu computadora lista, vamos a necesitarla para la videollamada."
"Gracias, Carla. En serio, gracias por todo," dije con sinceridad, dándole un abrazo rápido antes de dirigirme a mi habitación.
Entré en mi cuarto y cerré la puerta detrás de mí, permitiéndome un momento para respirar profundamente. El apartamento estaba lleno de vida y amor, algo que siempre había valorado. Pensar en la cena de esta noche, en presentar a Luna a mi familia, me llenaba de alegría y nerviosismo al mismo tiempo.
Me dirigí al armario y escogí una camisa limpia y unos pantalones que sabía que me quedaban bien. Mientras me cambiaba, mis pensamientos volvían a la conversación con Luna. Compartir la historia de mis padres había sido difícil, pero necesario. Saber que ella estaba allí, dispuesta a escuchar y apoyar, significaba mucho para mí.
"Todo saldrá bien," me dije a mí mismo, mirándome en el espejo. "Luna es increíble, y mi familia la amará."
Una vez listo, regresé a la cocina. Carla estaba ocupada preparando la comida y las niñas estaban ayudando a poner la mesa. Pipe, el pequeñín, estaba jugando con sus juguetes en el salón, su risa llenando el aire.
"Listo para ayudar," anuncié, entrando en la cocina.
Carla me sonrió. "Perfecto. Vamos a hacer que esta mesa luzca espectacular."
Juntos, comenzamos a decorar la mesa, colocando velas, platos y utensilios con cuidado. Me aseguré de que todo estuviera perfecto, queriendo que la cena fuera especial para Luna.
"Tomás, no te preocupes tanto," dijo Carla, notando mi preocupación. "Todo estará bien. Luna es una mujer afortunada de tenerte, y nosotros estamos emocionados de conocerla."
"Gracias, Carla," respondí, sintiendo un alivio en sus palabras. "Esta cena significa mucho para mí, y quiero que sea perfecta."
Todo estaba listo. La mesa estaba decorada con velas y flores, y los platos estaban llenos de comida deliciosa. La computadora estaba colocada en un extremo de la mesa, lo suficientemente cerca como para que Luna pudiera vernos a todos, pero también lo suficientemente lejos como para que pudiera ver el ambiente general.
Antes de la videollamada, saqué mi teléfono y le envié un mensaje a Luna.
"¿Lista para la llamada? Todos estan ansiosos por conocerte amor 😊"
Esperé su respuesta mientras Las gemelas Sofía y Sara se sentaban a la mesa, emocionadas y llenos de energía. Mis hermanos estaban ayudando a Pipe a acomodarse en su silla alta, y Carla estaba ultimando los detalles en la cocina. Me aseguré de que todo estuviera en orden una última vez antes de recibir la respuesta de Luna.
Cuando recibí el mensaje de Tomás, mi corazón dio un vuelco. Respiré hondo y me aseguré de que todo estaba listo a mi alrededor. Tenía la mesa preparada con una cena ligera pero sabrosa y la computadora colocada frente a mí. Contesté rápidamente.
"Sí, lista. No puedo esperar Para verte cariño y conocer a tu familia, mi amor 😊"
Le di al botón de videollamada y esperé ansiosamente. Mi mente estaba llena de pensamientos sobre lo que Tomás me había contado antes. Sentía su dolor, pero también su fuerza y amor. Estaba lista para conocer a las personas que significaban tanto para él.
Acepté la videollamada y la imagen de Luna apareció en la pantalla. Sonreí al verla y sentí una calidez en mi corazón.
"Hola, Cariño," saludé, tratando de mantener la calma. "Familia, Les presento a Luna mi novia."
Los niños se acercaron a la pantalla, curiosos y emocionados. Mis hermanos también se presentaron, cada uno con una sonrisa cálida.
"Hola, Luna," dijeron mis hermanos al unísono.
Carla se acercó a la pantalla también, con una gran sonrisa.
"Hola, Luna," dijo Carla. "Es un placer finalmente conocerte."
Ver a la familia de Tomás me llenó de una calidez indescriptible. Sus hermanos eran encantadores, y Pipe era adorable. Sentí una conexión inmediata con ellos.
"Hola, Pipe," saludé al pequeño. "¿Cómo estás?"
Pipe sonrió tímidamente y se escondió detrás de su madre. Todos se rieron, y el ambiente se relajó.
"Gracias por invitarme a esta cena," dije. "Estoy muy emocionada de conocerlos a todos."
"Estamos encantados de tenerte con nosotros," dije, sintiendo una profunda gratitud por este momento. "Luna, estas son mis hermanos, Juan y Marcos, y mi sobrino Pipe."
Las niñas se presentaron también, cada una con su propia energía y entusiasmo. La conversación fluyó naturalmente, y pronto todos estábamos hablando animadamente sobre nuestras vidas y compartiendo historias divertidas.
Mientras hablábamos, no pude evitar reflexionar sobre lo afortunada que me sentía. Pensé en todo lo que Tomás me había contado sobre su familia y sentí una profunda conexión con él y con todos ellos. Este momento era significativo y lleno de amor.
Ver a Luna interactuar con mi familia me llenó de una felicidad indescriptible. Podía ver en sus ojos cuánto significaba para ella, y eso me llenaba de alegría. Sabía que este era solo el comienzo de algo maravilloso.
La cena transcurrió en un ambiente cálido y familiar. Luna parecía integrarse perfectamente con mi familia, riendo y compartiendo historias. Después de un delicioso postre, nos despedimos con sonrisas y buenos deseos.
Con la graduación de la Universidad de Valencia acercándose rápidamente, mi agenda se llenaba cada vez más con preparativos y responsabilidades. La editorial ya estaba avanzando con los preparativos para publicar mi libro en verano, lo cual era emocionante pero también agregaba una capa extra de ocupación a mi vida ya de por sí ocupada.
Cada día significaba una nueva tarea relacionada con mi tesis de fin de máster. Revisar los capítulos finales, ajustar las citas y asegurarme de que todo estuviera perfecto para la presentación era mi prioridad principal. A medida que el día de la graduación se acercaba, sentía la presión aumentar, pero también la emoción de finalmente completar esta etapa académica tan importante.
Además de la tesis, había trámites administrativos que atender. Desde los últimos papeles universitarios hasta los detalles logísticos para la ceremonia, cada detalle requería atención meticulosa. Mi familia y amigos me apoyaban, pero la responsabilidad era mía y sentía la urgencia de hacerlo bien.
Paralelamente, las sesiones de rehabilitación con el doctor Álvarez seguían siendo una parte crucial de mi rutina diaria. Cada sesión era una oportunidad para avanzar un poco más hacia mi recuperación física, algo que no podía permitirme descuidar, aunque el tiempo y la energía eran limitados.
Entre el bullicio de las responsabilidades académicas y profesionales, siempre encontraba momentos para reflexionar sobre cómo Tomás había sido mi apoyo constante a través de todo. Su amor y aliento me impulsaban a seguir adelante, incluso en los momentos más estresantes. Sentía una mezcla de emoción y nerviosismo mientras visualizaba el futuro próximo, lleno de logros y desafíos.
Cada día era un paso más hacia mis metas, y cada tarea completada me acercaba un poco más al siguiente capítulo de mi vida, tanto académica como personalmente.
Los días pasaban rápidamente mientras me sumergía en mis preparativos. Cada vez que terminaba una tarea, otra se añadía a la lista. Me levantaba temprano cada mañana, y la rutina se convertía en una danza interminable de obligaciones y compromisos. A veces sentía que no tenía tiempo ni para respirar.
Cada despertar era una mezcla de emociones. Sabía que estaba viviendo un momento crucial en mi vida, pero la magnitud de todo lo que tenía que hacer me hacía sentir abrumada. Mi tesis de fin de máster era una tarea monumental. Cada párrafo, cada referencia y cada argumento tenía que ser perfecto. Pasaba horas en la biblioteca, revisando libros y artículos, tomando notas frenéticamente y luego transcribiéndolas en mi computadora portátil. La tesis debía ser una obra maestra, una culminación de años de estudio y esfuerzo.
Aparte de la tesis, había otros asuntos que demandaban mi atención. Mi rehabilitación física requería sesiones regulares, y aunque evitaba pensar en ello, era un compromiso constante. Cada sesión con mi terapeuta era una batalla para recuperar la movilidad y la fuerza que había perdido. Me esforzaba al máximo, porque sabía que mi independencia dependía de ello.
Luna (pensando): "Cada día es una lucha, pero no puedo permitirme fallar. No después de todo lo que he pasado. Mi vida es un torbellino de actividades, y apenas tengo tiempo para respirar. Pero debo seguir adelante. No hay otra opción."
Una tarde, mientras estaba inmersa en mi rutina diaria, mi teléfono sonó con una notificación de correo electrónico. Lo abrí rápidamente y mi corazón dio un vuelco al ver que era de la Editorial Plenilunio.
De: Editorial Plenilunio (Laura Sánchez)
Asunto: Urgente - Revisión final y fecha de publicación
"Estimada Luna,
Esperamos que este mensaje te encuentre bien. Nos gustaría informarte que la fecha de publicación de tu libro ha sido adelantada debido a que varios competidores planean publicar libros similares. Necesitamos que revises y apruebes los últimos cambios en el manuscrito a la mayor brevedad posible.
La publicación se ha reprogramado para dentro de dos meses. Antes de esa fecha, organizaremos una sesión de fotos, varias entrevistas y eventos promocionales para tu libro. Por favor, confirma tu disponibilidad para coordinar estas actividades.
Atentamente, Laura Sánchez, Editorial Plenilunio"
Mi corazón latía con fuerza. La fecha de publicación adelantada significaba que tenía aún menos tiempo para concentrarme en mi tesis y en los eventos promocionales. Mis manos temblaban mientras respondía al correo, tratando de mantener la calma.
Luna (pensando): "La publicación adelantada... Esto cambia todo. ¿Cómo voy a manejar todo esto? La tesis, la publicación del libro, los eventos... Todo parece imposible. Pero no puedo fallar ahora. He trabajado demasiado duro para esto."
Justo cuando las cosas se ponían más tensas y me sentía abrumada por la noticia que acababa de recibir, mi teléfono vibró con un mensaje de Tomás.
Tomás: "Hola amor, sé que estás muy ocupada en este momento con tu tesis, pero quiero que sepas que te extraño mucho. Si necesitas que te ayude en cualquier cosa, solo dímelo y hablaremos. Te quiero. Estoy libre por si necesitas llamarme."
Luna (pensando): "Tomás siempre sabe cómo hacerme sentir mejor, incluso con un simple mensaje. ¿Cómo voy a manejar todo esto? La tesis, la publicación del libro, los eventos... Todo parece imposible. Pero al menos tengo a Tomás. Su apoyo es incondicional, y eso me da fuerzas."
La llamada con Tomás fue breve, pero reconfortante. Me recordó que no estaba sola en esto. Sin embargo, las dudas seguían rondando en mi mente.
Los días posteriores fueron aún más caóticos. Entre la preparación para mi graduación en menos de veinte días y la confirmación de las actividades promocionales con la Editorial Plenilunio, apenas tenía tiempo para dormir. Mis jornadas comenzaban temprano, dedicadas a revisar y corregir mi tesis de fin de máster. Cada detalle tenía que ser perfecto.
La comunicación con Laura Sánchez se volvió constante. Me enviaba correos y mensajes casi a diario para coordinar las sesiones de fotos, entrevistas y eventos promocionales. La presión era inmensa.
Laura Sánchez: "Luna, necesitamos confirmar las fechas para las sesiones de fotos y las entrevistas. Además, hay un evento promocional importante en Madrid al que debes asistir."
Luna: "Sí, claro. Déjame revisar mi agenda y te confirmo todo lo antes posible."
Colgué la llamada y suspiré profundamente. La carga de trabajo era abrumadora, y me sentía al borde del colapso. Pero sabía que no podía rendirme. Tomás era mi refugio en estos momentos. Cada noche, después de un día agotador, hablábamos por videollamada. Su voz me calmaba y me daba fuerzas para seguir adelante.
En una de esas noches, después de hablar con Tomás, me acosté en mi cama, intentando procesar todo lo que tenía que hacer. Las preguntas inundaban mi mente. ¿Podría manejar todo esto? ¿Estaba preparada para enfrentar la presión de la publicación de mi libro y mi graduación al mismo tiempo? ¿Y qué pasaría después?
**Luna (pensando)**: "Tomás siempre me dice que soy fuerte, pero a veces dudo de mí misma. ¿Podré cumplir con todas las expectativas? ¿Y si fallo? ¿Qué pensará Tomás? ¿Qué pensará la editorial? ¿Y mis profesores?"
Con estas preguntas rondando en mi cabeza, cerré los ojos, tratando de encontrar un momento de paz. Pero sabía que el verdadero desafío aún estaba por venir, y solo el tiempo diría si estaba preparada para enfrentarlo.
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