CAPÍTULO: N°19

La tarde del domingo me envolvió en mi habitación, un santuario bañado en tonos morados y lila, donde los muebles blancos reflejaban la luz del sol, creando una atmósfera suave y cálida. Estaba sentada en mi silla de ruedas eléctrica frente a mi escritorio, donde la pantalla de la computadora mostraba una videollamada con las dos personas más importantes para mí: mi mejor amiga María y mi amado novio Tomás, quien vivía al otro lado del mundo.

"¡Chicos, estoy tan emocionada!" exclamé, sintiendo una oleada de alegría que iluminaba mis ojos. "Mañana tengo la cita más importante de mi vida y no puedo esperar. Nadie más lo sabe aparte de nosotros tres."

Tomás y María compartieron mi emoción, sus sonrisas llenas de apoyo y entusiasmo mientras les mostraba diferentes opciones para mi atuendo.

"¿Qué piensas de este top, Tomás?" pregunté, sosteniendo un top de mangas largas en tonos beige frente a la cámara.

Tomás sonrió desde la pantalla, su voz tranquila pero llena de afecto resonando en mis oídos como una melodía reconfortante.

"Creo que te verías increíble con eso, amor. Es elegante y te queda muy bien."

Las risas y charlas llenaron la habitación, creando un ambiente de camaradería y complicidad. Después de un rato, decidimos por una falda corta negra plisada y el top beige. María, siempre tan atenta y detallista, me ayudó a decidir cómo peinarme, sugiriendo una media colita baja que dejaba caer suavemente algunos mechones al lado de mi cara. Completé el look con unas botas largas, unos pendientes redondos simples pero largos, y un maquillaje suave con un tono de labios un poco más naranja que mi top.

"¡Perfecto!" exclamé, sintiéndome lista y emocionada. "Creo que estoy preparada para esto. María, ¿podrías acompañarme mañana? Me haría sentir mucho mejor tener tu apoyo."

María sonrió con ternura a través de la pantalla, sus ojos brillando con emoción mientras contemplaba mi atuendo elegido.

"Estás espectacular, Luna", dijo con sinceridad. "Mañana va a ser increíble. Claro que estaré contigo, ¿cómo podría faltar a esto?"

Le devolví una sonrisa agradecida, sintiendo una profunda gratitud por tener a alguien como ella a mi lado. Pero antes de que pudiera decir algo más, Tomás intervino con su voz suave pero firme, como siempre.

"María, ¿te importaría dejarnos un momento a solas?" sugirió con un tono juguetón. "Creo que Luna y yo podríamos necesitar un poco de tiempo juntos antes del gran día."

María asintió con complicidad, despidiéndose con un gesto de mano antes de desconectarse de la videollamada. Me quedé mirando a Tomás a través de la pantalla, sorprendida pero encantada por su petición.

"¿Por qué hiciste eso, Tomás?" pregunté, jugando un poco con él. "Acabas de echar a María."

Tomás rió suavemente, sus ojos cálidos llenos de complicidad y amor.

"Bueno, más o menos la eché," bromeó. "Pero quería tener un momento a solas contigo, mi amor. Además, ¿no es más divertido así?"

Sus palabras me hicieron reír suavemente, mientras sentía una oleada de cariño y gratitud hacia él.

"Eres increíble, sabes eso, ¿verdad?" murmuré, mi voz llena de afecto. "Gracias por estar siempre ahí para mí, incluso cuando estás al otro lado del mundo."

Tomás sonrió, su expresión suave y amorosa.

"Siempre estaré aquí para ti, Luna," dijo con sinceridad. "Eres mi inspiración y mi fuerza. No importa lo que pase, siempre estaremos juntos en esto."

Nos quedamos en silencio por un momento, el aire cargado de emociones profundas y la certeza reconfortante de nuestro amor mutuo. A través de la distancia y los desafíos, nuestro vínculo seguía siendo fuerte, alimentado por momentos como este donde podíamos compartir nuestros pensamientos más íntimos y nuestros sueños más profundos.

Después de que María se despidiera y Tomás y yo nos quedáramos a solas en la videollamada, el tiempo pareció detenerse un poco. La distancia entre nosotros se desvanecía con cada sonrisa, con cada susurro compartido. Hablamos de todo y de nada, dejando que nuestras risas y confidencias llenaran el espacio virtual, creando una burbuja de intimidad y amor.

"¿Recuerdas nuestra primera videollamada?" preguntó Tomás con una sonrisa nostálgica, sus ojos brillando con un cariño que atravesaba la pantalla.

"¿Cómo olvidarlo?" respondí, riendo suavemente. "Estaba tan nerviosa que casi no podía hablar. Pero tú, con tu calma y tu sonrisa, hiciste que me sintiera como en casa."

Tomás rió también, su voz una melodía reconfortante. "Y ahora, míranos. A pesar de la distancia, hemos creado algo hermoso, Luna."

Sus palabras me llenaron de calidez, pero como siempre, llegó el momento en que Tomás tuvo que despedirse. Era temprano en la mañana en su parte del mundo y el deber llamaba.

"Lamento tener que irme, mi amor," dijo Tomás, su expresión de pesar evidente. "Tengo que ir al trabajo. Pero prometo que tomaremos un tiempo juntos esta noche, aunque sea un poquito antes de ir a dormir."

Asentí con una sonrisa, aunque mi corazón se encogía un poco por su partida. "Lo entiendo, Tomás," respondí con suavidad. "Estoy esperando con ansias esa noche juntos. Te amo."

"Y yo a ti, Luna," murmuró, sus ojos llenos de amor y determinación. "Nos vemos más tarde."

Nos quedamos en silencio por un momento, solo mirándonos, como si cada segundo adicional pudiera prolongar la magia del momento. Finalmente, con un último adiós, Tomás cerró la videollamada y yo me quedé mirando mi pantalla por un momento, sintiendo su ausencia como un vacío temporal.

Suspiré, dejando que la quietud de la habitación me envolviera por unos instantes. Luego, giré mi atención hacia mi computadora, donde mi novela digital abierta me esperaba. Las palabras y los mundos que había creado me llamaban, ofreciéndome consuelo y esperanza en medio de mis nervios.

"Mañana todo saldrá bien," susurré para mí misma, dejándome llevar por la promesa de un nuevo capítulo tanto en mi vida personal como en mi carrera como escritora. Con cada pulsación de las teclas, me sumergía más en mi historia, dejando que la creatividad fluyera y transformara mis pensamientos en palabras vivas y vibrantes.

El sonido de las teclas llenó la habitación, un ritmo constante que marcaba el latir de mi corazón y la cadencia de mis sueños. Cada palabra escrita era un paso más hacia el futuro que imaginaba, un futuro donde la distancia y las dificultades no eran más que capítulos de una historia de amor y perseverancia.

Mientras escribía, no podía evitar pensar en Tomás y en cómo su amor me inspiraba a seguir adelante. A través de cada línea y cada página, sentía su presencia, como si estuviera conmigo, animándome a no rendirme. Y en ese momento, supe con certeza que, pase lo que pase, nuestro amor siempre encontraría una manera de prevalecer.

Después de despedirme de Luna, cerré la videollamada y me quedé unos momentos en silencio, preparándome mentalmente para la siguiente llamada que cambiaría las cosas. Aunque en realidad no iba a trabajar como había dicho a Luna, tenía otra cita importante que atender: hablar con los padres de Luna.

La relación con sus padres había sido un camino complicado. Antes de llamar a los padres de Luna por videollamada, recordé los meses difíciles cuando las tensiones entre ellos y yo estaban en su punto más alto. Luna me había advertido sobre la firmeza religiosa de sus padres y su posible rechazo a nuestra relación a distancia. Sin embargo, durante aquel fatídico día del accidente de Luna, no tuve otra opción más que revelarles la verdad para poder estar a su lado en esos momentos difíciles, asegurándonos de ocultar a Luna que sus padres sabían de nuestra relación y de nuestro amor.

Con el tiempo, nuestros encuentros secretos evolucionaron hacia conversaciones más privadas. Poco a poco, las tensiones se fueron calmando, y ahora, antes de la graduación de Luna, sentí que era el momento adecuado para hablar con sus padres.

Respiré hondo y marqué el número. El rostro del señor Aether apareció en la pantalla, seguido por la figura de la señora Aether, ambos con expresiones de expectación.

"Señor y señora Aether," comencé con respeto, "Se acerca rápidamente la graduación de Luna, y quiero prepararle una sorpresa, una que nunca esperaría."

Hubo un breve momento de silencio antes de que el padre de Luna asintiera lentamente. "¿Qué tipo de sorpresa estás planeando, Tomás?" preguntó con curiosidad.

"Es algo grande, algo especial," respondí, eligiendo mis palabras con cuidado. "Necesitaré su apoyo en esto, señor y señora Aether."

Los padres de Luna intercambiaron miradas, todavía dudosos. Sabían que estaba planeando algo, pero no entendían completamente la magnitud de lo que estaba a punto de proponer.

"Quiero que... sea algo que... nunca olvide," dije, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza. "Necesito su aprobación para... planear algo muy importante... algo que cambiará.... vidas."

Los ojos de la señora Aether se llenaron de lágrimas de felicidad mientras escuchaba. "¿Qué necesitas más de nosotros?" exclamó, su voz temblando ligeramente.

"Necesito que me den su..." continué. "Estoy muy.... metido... y sé que la voy a hacer feliz con...Y que soñamos..."

El señor Aether frunció el ceño, tratando de entender la magnitud de mi petición. "¿Qué es exactamente lo que estás planeando, Tomás?"

Respiré hondo, intentando mantener la calma. "Planeo... a Luna... que...... su vi......... go.... Quiero... proponerle... pero necesito su ben......ón y ayuda para... hacerlo perfecto."

Hubo un breve intercambio de miradas entre los padres de Luna antes de que asintieran con decisión.

"Estamos de acuerdo," dijo el padre de Luna con una sonrisa leve. "Luna tendrá la mejor sorpresa de su vida."

"Así es," agregó la madre de Luna con calidez. "Confiamos en ti, Tomás."

"Gracias, señor y señora," respondí sinceramente. "No habrá ningún problema, lo prometo."

"Es importante que... planifiquemos juntos... cada detalle... todo debe ser perfecto," repetí, sintiendo cómo la emoción crecía en mi interior. "Lo mantendremos en secreto hasta el momento adecuado."

Colgué la llamada con una mezcla de nervios y entusiasmo. Sabía que lo que estaba planeando era enorme, pero también sabía que con su apoyo, sería algo que Luna nunca olvidaría. La sorpresa estaba en marcha, y cada paso que daba me acercaba más a hacer realidad nuestro sueño compartido.

Después de despedirme, cerré la videollamada y me quedé pensando en los próximos pasos. Era hora de hablar con los amigos de Luna para poner en marcha esta sorpresa inolvidable. Todo debía estar perfectamente planeado y mantenido en secreto hasta el momento adecuado.

Detrás de la llamada con los padres de Luna, sentí que todo estaba encaminado. Ahora necesitaba asegurarme de que todo saliera a la perfección. Tomé mi teléfono y llamé a María, sabiendo que ella ya estaba al tanto del plan y que sería crucial en la ejecución de la sorpresa.

Al colgar, me quedé mirando el teléfono, sintiendo una mezcla de emoción y nervios. Todo estaba en marcha y ahora dependía de la coordinación y el apoyo de todos nuestros amigos. Confiaba en María y en los demás, sabiendo que harían todo lo posible para que esta sorpresa fuera inolvidable para Luna.

La noche caía lentamente sobre Valencia, envolviendo la ciudad en una calma reconfortante. Desde mi ventana, observaba las luces parpadeantes y escuchaba el suave murmullo de la brisa nocturna. Me recosté en la cama con mi Kindle en las manos, tratando de distraerme con las páginas de un libro, pero mi mente no estaba en la historia que intentaba leer.

El libro en mi Kindle era uno de los tomos de la saga que Tomás me había mandado en nuestro primer encuentro virtual. Trataba sobre una bruja sin poderes que resultaba ser una de las más fuertes y poderosas, y un dios de los dioses griegos que se enamoraban perdidamente el uno del otro. Era una historia fascinante, llena de aventuras y romance, y siempre encontraba consuelo en sus páginas.

El teléfono vibró suavemente sobre la mesita de noche, y al mirar la pantalla, una sonrisa se dibujó en mi rostro. Era un mensaje de Tomás, como cada noche antes de dormir.

Tomás: Buenas noches, amor mío. Sé que mañana es un día importante y probablemente estés sintiendo muchos nervios. Si quieres, podemos hacer una videollamada ahora para que pueda ayudarte a relajarte. Te conozco bien, mi cielo, y sé cuánto te preocupas. Estoy aquí para ti, siempre. ¿Te apetece vernos y charlar un rato? Te amo más de lo que las palabras pueden expresar.

Al leer el mensaje de Tomás, sentí una oleada de calidez y tranquilidad. Era como si sus palabras tuvieran el poder de calmar mis ansiedades y recordarme que no estaba sola. Sabía que él siempre estaba ahí para mí, incluso a miles de kilómetros de distancia. Me emocionaba saber que podía contar con su amor y apoyo incondicional en los momentos más importantes de mi vida.

Tomé el teléfono con una sonrisa y comencé a escribir mi respuesta:

Luna: Hola, mi amor. Tus palabras siempre logran hacerme sentir mejor. Me encantaría hacer una videollamada contigo. Saber que estás aquí para mí significa todo. Te amo con todo mi corazón y estoy deseando verte, aunque sea a través de una pantalla. ¿Nos vemos en un minuto?.

Después de enviar el mensaje a Tomás, tomé mi portátil y lo encendí mientras me acomodaba en la cama, rodeada de almohadas suaves. La brisa nocturna entraba suavemente por la ventana, llevando consigo un susurro de frescura que acariciaba mi piel. Las luces de las guirnaldas, colgadas en la cabecera de mi cama de hierro forjado, proyectaban un brillo cálido y tenue que añadía un toque mágico al ambiente.

El portátil tardó unos segundos en arrancar, tiempo que aproveché para ajustar las almohadas a mi alrededor y asegurarme de que todo estuviera perfecto para la videollamada. El libro que estaba leyendo descansaba a un lado, esperando ser retomado, pero en ese momento, mi mente y mi corazón estaban centrados en la inminente conversación con Tomás.

La pantalla finalmente cobró vida y abrí la aplicación de videollamadas. Mi reflejo en la pantalla mostraba una mezcla de emoción y nervios, pero también de calma. Sabía que, en cuanto viera su rostro, todo el peso de mis preocupaciones se desvanecería, al menos por un rato.

La llamada se conectó y, mientras esperaba que Tomás apareciera en la pantalla, respiré hondo, dejándome envolver por la magia de la noche y la calidez del momento.

La pantalla se iluminó y el rostro de Tomás apareció, provocando que mi corazón diera un vuelco de alegría. Su sonrisa era la misma de siempre, cálida y reconfortante, y no pude evitar sonreír en respuesta.

"Hola, mi amor," dije, tratando de transmitirle toda la tranquilidad que pudiera. "¿Cómo estás esta noche?"

"Hola, Tomás," respondí, tratando de mantener la calma. "Estoy bien, aunque un poco nerviosa por mañana. La cita con la editorial para firmar el contrato... ya sabes, es un gran paso."

Mientras hablaba, noté que Tomás me miraba con ternura. Su apoyo incondicional siempre había sido mi ancla en momentos como este.

"Entiendo, cariño," dije, observando la tensión en sus ojos. "Es un gran día, y es natural sentirse así. Pero recuerda que has trabajado muy duro para llegar hasta aquí. Estoy muy orgulloso de ti."

Mientras le hablaba, no podía evitar pensar en lo increíble que era. A pesar de la distancia, siempre había estado allí para apoyarla.

"Gracias, Tomás," dije, mi voz temblando ligeramente. "Tenerte a mi lado, aunque sea a través de una pantalla, hace que todo sea más fácil."

Sus palabras siempre lograban calmar mis nervios, y no pude evitar sentir un nudo en la garganta al darme cuenta de lo mucho que significaba para mí.

Vi cómo sus ojos reflejaban una mezcla de gratitud y nerviosismo. Tenía que hacer algo para calmarla.

"¿Sabes qué, Luna?" dije, con una idea formándose en mi mente. "Tengo una idea para ayudarte a relajarte. Dame un segundo."

Me levanté y fui a buscar mi guitarra. Sabía que la música siempre había sido un consuelo para ella, y quería hacer algo especial.

Lo vi desaparecer de la pantalla por unos momentos, y cuando regresó con su guitarra, mi corazón se aceleró. Sabía lo que estaba planeando, y una oleada de amor me envolvió.

"Voy a tocarte una canción," dije, acomodándome frente a la cámara. "Es una que escribí pensando en nosotros y en cómo, a pesar de la distancia, nuestro amor sigue creciendo."

Comencé a tocar una suave melodía, dejando que mis dedos se deslizaran con destreza sobre las cuerdas. Mi voz llenó la habitación, intentando transmitir todo el amor que sentía.

"Aunque estés lejos, te sigo amando, En cada suspiro, te estoy recordando. Nuestro amor no conoce distancia, Eres mi sol, mi esperanza."

Mientras escuchaba, sentí cómo el peso de mis preocupaciones se desvanecía. La voz de Tomás y la melodía que tocaba creaban una burbuja de paz y amor a mi alrededor. Cerré los ojos, dejando que la música me envolviera.

La observaba mientras tocaba, viendo cómo se relajaba poco a poco. Sus pensamientos seguramente estaban llenos de las mismas emociones que los míos.

"Se ve tan linda cuando está así, tan tranquila," pensé mientras seguía tocando las cuerdas con suavidad. "Quiero hacer todo lo posible para que se sienta feliz y segura, especialmente en momentos como estos."

La canción continuó, y mis párpados comenzaron a sentirse pesados. La voz de Tomás, tan llena de amor, actuaba como una suave nana, llevándome poco a poco al sueño.

"Mi amor por ti es un faro en la noche, Guiándome siempre hacia ti, No importa la distancia que nos separe, Siempre estarás aquí."

Mis ojos finalmente se cerraron, dejándome llevar por la música y la voz de Tomás.

Vi cómo Luna cerraba los ojos, sumida en un sueño tranquilo. Continué tocando, mi corazón lleno de ternura al verla así.

"Se ve tan pacífica cuando duerme," pensé, mi amor por ella reflejándose en cada nota. "No hay nada que no haría por ella."

Terminé la canción suavemente y susurré casi sin sonido, temiendo despertarla.

"Te amo, Luna. Duerme bien, mi amor."

Con una última mirada llena de cariño, desconecté la llamada, dejando que la melodía y mis palabras la acompañaran en sus sueños.

El día había llegado. Cada momento estaba cargado de expectativas y emociones. Me preparé meticulosamente, asegurándome de que cada detalle estuviera en su lugar. Con mi mejor atuendo y una sonrisa nerviosa, me reuní con María afuera de casa. El sol de la mañana iluminaba las piedras adoquinadas del centro de Valencia mientras avanzábamos lentamente, yo en mi silla de ruedas eléctrica y María a mi lado.

Los nervios y la emoción se mezclaban dentro de mí mientras nos acercábamos al lugar de nuestra cita con la editorial. Cada paso sobre las piedras era un recordatorio del largo camino que había recorrido desde mi accidente, y de lo significativo que era este día, más allá de una simple reunión profesional. Estaba lista para enfrentar lo que viniera, con María como mi apoyo constante en cada paso del camino.

Llegamos a la puerta de la editorial, y justo en ese momento, mientras me preparaba para entrar, sentí la vibración familiar de mi teléfono. Tomás me había enviado un mensaje lleno de cariño y palabras de aliento:

Tomás: Mi amor, te envío toda la fuerza que necesitas. Estoy contigo en cada paso que das. Te amo.

Mi corazón se llenó de calor al leer sus palabras. Cada mensaje de Tomás era como un faro en la tormenta, guiándome hacia la tranquilidad.

Sus palabras resonaron en mi mente mientras respondía con gratitud y amor:

Luna: Gracias, mi amor. Tus palabras significan todo para mí. Estoy nerviosa pero lista para hacer esto. Tu apoyo lo hace todo más fácil.

Tomás siempre tenía la capacidad de calmarme, incluso a través de la distancia. Sabía que, estuviera donde estuviera, él era mi roca, mi fuerza cuando más lo necesitaba.

Sus palabras resonaron profundamente en mí, dándome el impulso y la confianza necesaria para enfrentar lo que venía. Con una sonrisa, guardé mi teléfono y entré decidida al edificio, donde me esperaba mi cita con la editora Laura Sánchez.

El interior de la editorial era acogedor, con paredes adornadas con estanterías llenas de libros y un ambiente que respiraba creatividad. Laura Sánchez, una mujer elegante con una sonrisa cálida, me recibió amablemente. Nos sentamos juntas en una sala luminosa, lista para discutir mi trabajo y las posibilidades que se abrían ante mí en el mundo de la publicación.

Con cada palabra que intercambiábamos, sentía que mis sueños estaban un paso más cerca de convertirse en realidad. Agradecí a Tomás en silencio por su apoyo constante, sabiendo que, aunque él estaba lejos físicamente, su amor y aliento me acompañaban en cada momento crucial de mi vida.

"Llegué a la puerta de la editorial con los nervios a flor de piel, pero también con una determinación renovada," dije, respondiendo al comentario anterior. Laura Sánchez me recibió con una sonrisa acogedora y me condujo a una sala luminosa donde nos sentamos a discutir mi trabajo.

"Luna, estoy encantada de que estés aquí. Tu historia es realmente especial y nos ha cautivado desde el principio," comenzó Laura, su voz llena de sinceridad. "Nos gustaría trabajar contigo para llevar tu libro a más lectores."

Sus palabras me llenaron de alegría y gratitud. "Gracias, Laura. Significa mucho para mí saber que mi historia ha resonado contigo y con tu equipo," respondí sinceramente.

Laura continuó explicando los próximos pasos, mencionando el proceso creativo para la portada del libro. "Queremos asegurarnos de capturar la esencia de tus personajes y tu historia en la portada. Creemos que eres la persona adecuada para elegir cómo deben lucir en la portada, ya que conoces a los personajes mejor que nadie."

Asentí, agradecida por la confianza que depositaban en mí. Hablamos sobre los detalles del proceso editorial, cómo trabajaríamos juntos con el equipo creativo para perfeccionar cada aspecto del libro.

Laura me tranquilizó respecto a los costos. "Nosotros nos encargamos de todos los gastos relacionados con la publicación. No tendrás que pagar nada por adelantado. Ganaremos un porcentaje sobre las ventas, así que todos estamos alineados en hacer que este libro sea un éxito."

Me sentí aliviada al escuchar eso. "Estoy lista para trabajar juntos y hacer realidad este sueño," dije con determinación.

Laura sonrió, radiante. "Genial, Luna. Estamos emocionados de tener la oportunidad de trabajar contigo. Vamos a hacer todo lo posible para que tu libro esté listo justo a tiempo para las vacaciones de verano. Será un momento perfecto para captar a los lectores."

Terminamos la reunión discutiendo los próximos pasos y estableciendo las bases para una colaboración fructífera. Llegó finalmente el momento de firmar los papeles. Sentada frente a Laura Sánchez, con el contrato extendido sobre la mesa, sentí cómo mis manos temblaban ligeramente. Estaba abrumada por la emoción y la felicidad que este momento representaba para mí.

Miré hacia Laura, quien me sonreía cálidamente, y luego volví mi mirada al contrato. Cada línea representaba años de trabajo duro, de sueños y esperanzas puestas en papel. Este era el paso que me acercaría más a compartir mi historia con el mundo, a alcanzar a más lectores con mis palabras.

"Es un honor para mí firmar esto," murmuré, mi voz apenas audible por la emoción que me embargaba. Mis dedos se movieron lentamente sobre el papel, sintiendo la textura del documento mientras trazaba mi firma con cuidado.

Cerré los ojos por un momento, dejando que la realidad de este momento se asentara en mí. Había imaginado este día tantas veces, pero nunca había creído que realmente llegaría. Ahora estaba aquí, firmando un contrato para la publicación de mi libro.

Una mezcla de alegría, gratitud y un poco de nerviosismo se apoderaban de mí. Este era solo el comienzo de un viaje que sabía que sería desafiante pero también emocionante. Sentí que cada palabra que había escrito, cada personaje que había creado, encontraba su lugar en este momento.

Al levantar la vista, Laura me ofreció una sonrisa comprensiva. "Felicidades, Luna," dijo suavemente. "Estamos emocionados de trabajar contigo."

"Gracias, Laura," respondí sinceramente, sin poder evitar que las lágrimas de alegría se asomaran en mis ojos. Este era el inicio de algo grande, y estaba lista para enfrentar todo lo que viniera con él.

María estaba a mi lado durante todo este proceso, apoyándome con su presencia tranquila y su sonrisa alentadora. Sus ojos brillaban con orgullo mientras observaba cómo firmaba los papeles que cambiarían mi vida para siempre.

Después de salir de la editorial, María me sugirió que fuéramos a celebrar a un pequeño restaurante tipo bar que encontramos cerca. Caminamos hacia allí, disfrutando del aire fresco de la tarde mientras comentábamos sobre lo emocionante que había sido la reunión con Laura Sánchez.

"¡Luna, fue increíble ver cómo Laura quedó tan impresionada con tu historia!" dijo María, entusiasmada.

"Sí, todavía no lo puedo creer. Firmar esos papeles fue como dar el primer paso hacia mi sueño", respondí, sonriendo ampliamente mientras manejaba mi silla de ruedas eléctrica por las adoquinadas calles del centro.

Llegamos al restaurante y nos sentamos en la terraza, disfrutando del ambiente relajado y las luces tenues que iluminaban el lugar.

"¿Qué te parece si brindamos por el éxito de tu próximo libro?" propuso María, levantando su vaso de agua mineral.

"¡Por supuesto!" exclamé, levantando mi vaso de cola. "Aunque todavía me siento como si estuviera en un sueño, todo esto es tan surrealista."

María sonrió, tocando mi brazo suavemente. "Te lo mereces, Luna. Has trabajado tanto para llegar hasta aquí. Estoy tan orgullosa de ti."

Nos quedamos allí, charlando y disfrutando del momento, mientras los camareros pasaban con platos de comida deliciosa y la música suave de fondo nos envolvía. Sentía una mezcla de emoción y gratitud por todo lo que había logrado hasta ahora, y por todo lo que estaba por venir.

Mientras disfrutábamos de nuestro almuerzo en el acogedor restaurante, aproveché para enviarle un mensaje a Tomás y contarle brevemente sobre mi experiencia en la editorial.

**Luna:** Tomás, ¡fue increíble! Laura Sánchez quedó impresionada con mi historia. Estamos celebrando con María ahora. Más tarde te llamaré para contarte todo en una videollamada.

María, notando mi sonrisa mientras escribía el mensaje, preguntó con curiosidad: "¿Qué le estás contando a Tomás?"

"Le estoy diciendo que fue increíble en la editorial y que más tarde vamos a llamarlo para contarle todo", respondí con entusiasmo.

"¡Eso es genial!" exclamó María. "Seguro que Tomás está tan emocionado como nosotros."

Nos quedamos un rato más en el restaurante, disfrutando del ambiente y compartiendo más detalles sobre la reunión con Laura. Cada bocado y cada palabra compartida aumentaba mi emoción por lo que estaba por venir: mi libro pronto estaría en las manos de los lectores.

Después de terminar nuestro almuerzo ligero, María y yo caminamos de regreso a casa, emocionadas por la próxima videollamada con Tomás para compartirle todos los detalles de este día tan especial. Mientras cruzábamos las calles adoquinadas de Valencia bajo el cálido sol de la tarde, el ambiente era de expectativa y alegría.

Al llegar a casa, nos despedimos en la puerta.

"Luna, tengo que irme. Juan me está esperando para hablar sobre el tema que te mencioné hace unas semanas", dijo María con una sonrisa. "Espero que puedan arreglar las cosas. Sé que él te ama mucho."

"Gracias, María", respondí con sinceridad. "Espero que todo salga bien. ¡Nos vemos pronto!"

Después de despedirme de María, entré a mi habitación y me senté frente a la ventana, observando el paisaje mientras esperaba que llegara el momento de llamar a Tomás. Cada detalle de la reunión con Laura en la editorial resonaba en mi mente, llenándome de emoción y gratitud por este paso hacia mi sueño de ser una autora publicada.

Preparé la videollamada y pronto estábamos conectados, compartiendo la pantalla mientras le contaba a Tomás sobre mi día.

Luna: Tomás, ¡fue increíble! Laura Sánchez quedó impresionada con mi historia. Estamos un paso más cerca de ver mi libro publicado.

Tomás escuchaba atentamente, su rostro iluminado por una sonrisa que llegaba hasta sus ojos.

Tomás: Luna, estoy tan orgulloso de ti. Sabía que esto iba a suceder. Eres increíble.

Luna: Gracias, Tomás. No podría haber llegado hasta aquí sin tu apoyo constante. Cada paso es más emocionante sabiendo que estás a mi lado.

Durante nuestra conversación, discutimos emocionadamente los próximos pasos: detalles sobre la portada del libro, fechas de lanzamiento y estrategias de marketing. Cada decisión era un paso hacia adelante, pero también sembraba nerviosismo y expectativas en mi corazón.

Después de nuestra videollamada, me quedé reflexionando, viendo cómo el sol se ponía lentamente y tiñendo el cielo de colores cálidos. La incertidumbre y la emoción se mezclaban en mi pecho mientras me preparaba para el próximo capítulo de mi vida como escritora.

Con el corazón lleno de esperanza y la promesa de un mañana lleno de nuevas historias por escribir, me dejé llevar por el amor y el apoyo de Tomás, sabiendo que cada palabra escrita sería un paso más hacia nuestros sueños compartidos.

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