IGUALES.

Jack.

-Ella es la niña de la que te conté hace tiempo - suspiré y lo miré - ella es la Elsa Arendell que conocí.

- ¿Lo dices en serio? - asentí - ¿Y por qué no la reconociste?

- Pensé por un momento que era ella, pero sus facciones cambiaron bastante y eso hizo que me confundiera , además, yo me quedé recordándola con una expresión triste y que mostraba miedo, ahora se muestra... feliz - pasé mi mano por mi cabello - Pero yo sé que no es la misma Elsa que conocí... somos de mundos distintos.

- Tranquilo ¿Por qué lo dices en tono nostálgico?

- Porque aún cargo con esa culpa, Norte, no es fácil... - bajé la cabeza - No logro perdonarme...

Norte solo se quedó callado y comenzó a caminar conmigo hacía dónde estaba la tribu. Traté que ese recuerdo no me afectara más, así que coloqué una sonrisa para el evento.

Al llegar, estaban todos sentados en el suelo rodeando una fogata, Elsa acariciaba algunos renos y complacía a esa curiosa rana que ví en el cristal. Ella volteó a vernos y nos invitó a sentarnos a lado de ella, yo quedé a lado de ella, Norte quedó después de mí. Otras personas nos pasaron un plato y se encargaron de servirnos.

- Entonces ¿Cómo es que aprendiste a manejar tus poderes? - Preguntó Elsa.

- Supongo que lo que me ayudó fue la práctica - la miré - No creas que aprendí de la noche a la mañana, pasaron muchos años para que pudiera aprender y hasta la fecha me sorprende que puedo hacer con mis poderes - comí un poco de lo que ofrecieron- ¡Wow! de verdad que esto sabe bien.

- Entonces no tiene mucho a que la Luna te dió tus poderes ¿verdad? - comió.

- Sí, fue hace poco, unos 300 años tal vez.

- ¿¡Tre-trecientos años!? - exclamó mientras trata de no ahogarse y yo asentí - no aparentas eso.

- Lo sé, el cabello blanco es mera presentación - ella rió un poco.

- De hecho, Jack es inmortal desde que tiene 18 años - comentó Norte y Elsa lo miró - solo que ha estado viviendo en nuestro mundo por poco más de 300 años.

- Entiendo, entonces has visto todo el desarrollo de tu mundo, eso debe ser interesante - habló Elsa.

- Algo, no hay mucho de qué presumir - noté que se acercó una cosa azul, la rana que ya había visto - ¿Qué es eso?

- Oh, él es Bruni, es el espíritu del fuego - le dió unos copos - Es tierno ¿No?

- ¿Esa rana es el espíritu del fuego? - este dió un pequeño salto sacando fuego - ya, ya entendí que no te gusta que te digan Rana.

- ¿300 años y no sabes la diferencia entre una rana y salamandra? - rió Elsa junto con Norte.

- No soy experto en animales - protesté - Por cierto ¿Los demás espíritus?

- Gale solo viene cuando lo llamo o si tiene cosas que entregarme, y el Nokk, bueno él es feliz perdiéndose en el agua, los gigantes simplemente pasean por ahí, por eso es que solo estoy con Bruni.

- Ya veo.

- Y dime Elsa ¿Cómo te enteraste que eras el quinto espíritu? - preguntó Norte.

- No fue nada sencillo de descifrar, ojalá estuviera aquí Olaf para hacer un resumen - alzó los hombros riendo un poco - pero como no está, me tocará resumirles.

- ¿Quién es Olaf? - la miré

- Es el muñeco de nieve que hice con mi magia, regresando al resumen, no fue fácil porque al inicio escuchaba una voz, como un canto que me llamaba. Así que tras despertar a los espíritus del bosque encantado, hice un viaje con mi hermana, su prometido Kristoff, Olaf y Sven, y mientras recorríamos el bosque fuimos recopilando cada agujero de la historia y eso mismo me condujo a Atohallan, dónde supe que yo era el quinto espíritu.

- ¿Atohallan? - preguntó Norte - que nombre tan raro.

- Algo así, Atohallan es un lugar congelado, ahí puedes encontrar las respuestas del pasado.

- Es algo así como las memorias ¿Te acuerdas Norte? - lo miré - Las memorias que tiene almacenadas Tooth.

- ¿Memorias? - miró Elsa.

- Las memorias son los dientes de cada persona, lo que hace Tooth es almacenarlas en un tipo estuche, si las tienes en tu mano puedes recordar todo tu pasado o momentos que hayas olvidado - expliqué.

- No creí que eso fuera posible - comentó - Ustedes si que son increíbles.

- Deja los halagos, cada mundo tiene su historia y sus maravillas - habló Norte y se levantó - Tengo que ir por algo al trineo.

- Te acompaño - lo miré

- Es algo rápido, no te preocupes - dijo Norte caminando hacía el trineo.

El silencio incómodo entre Elsa y yo era más que evidente, parece que los temas de conversación se habían acabado, ella para "evitar" más lo incómodo, comenzó a acariciar a Bruni.

- Oye - jalaron del gorro de mi sudadera y voltee - ¿Tú también haces magia? - preguntó un niño de unos 4 o 5 años.

- Sí - dije mirándolo - ¿Quieres ver? - asintió.

Tomé mi callado, y con él lancé hacía el suelo un rayo de nieve, del cuál salió un conejo que comenzó a dar vuelta rodeando a los Northuldras.

- ¡Wow! - gritó el niño y comenzó a perseguirlo junto con otros niños

- ¡Jack! ¡Eso es fantástico! - gritó Elsa mirando al conejo de nieve.

- ¿Te gusta? - pregunté

- ¡Me encanta! - miró emocionada.

Elsa.

Miraba impresionada el conejo que había hecho Jack, era tan increíble, de mi interior salió la niña alegre y feliz que era en su momento. Volteé a ver a Jack por un momento y solo con su mano controlaba algunos movimientos del conejo hasta que él lo desapareció.

- ¡Queremos más! - gritaron los niños.

- No creo que pueda hacer un conejo para cada quién - mencionó Jack - aunque, supongo que pueden perseguir algo más grande que un simple conejo.

- Espera, Jack, se me ocurre algo - lo miré y me levanté.

- ¿De qué hablas? Mí idea era hacerles un perro, eso tiene un poco más energía - habló mientras me veía confundido.

- Sólo observa - caminé hacia un espacio libre de árboles.

Al llegar, pisé con fuerza el suelo para crear una pista de hielo, los niños miraron alegres y con rapidez entraron a la pista.

- ¿Estás robándome el trabajo? - preguntó Jack acercándose a mí - El divertir a los niños es mi profesión.

- De ninguna manera, puedes complementar ahora su diversión - hice con mis manos varios copos - ¿O acaso quieres que de verdad te robe el trabajo?

- No puedes robármelo - se cruzó de brazos.

- Porque somos iguales - le sonreí - así que bien puedo ser como tú, el espíritu del invierno y una guardiana en mi mundo.

- ¿Piensas ser mi copia barata? - rió - Somos iguales, sí, pero tú tienes un destino y yo el mío.

- Cómo tú digas - alcé poco los brazos.

Alcancé a ver que Norte se acercaba con nosotros, él traía una bolsa y me la extendió sonriente.

- Es un pequeño presente Elsa, acéptalo - me miró Norte y tomé la bolsa que tenía en mano - Mira lo que hay dentro.

Dudosa, metí mi mano a la bolsa y tomé algo que era redondo, al sacar mi mano noté que era una esfera con un trineo dentro y todos los guardianes encima de él.

- Muchas gracias Norte, es una hermosa esfera - halagué mirándola.

- No es una esfera cualquiera - lo miré confundida - Ésta esfera, puede mostrarte todo lo que quieras. Lo único que debes hacer es pensar en ello y agitar la esfera. Es un regalo especial de parte de nosotros.

Solo al escuchar lo que dijo, me dió una gran alegría saber que podría ver a mi familia en Arendell así que abracé con fuerza a Norte.

- De verdad... Gracias, no sabes cuánto necesitaba algo así.

- No agradezcas - se separó - Esperemos volverte a ver Elsa - Norte le hizo una señal a Jack - Tenemos que volver a nuestro mundo, el deber llama.

- Espero que si pueda volver a verlos, tengan buen viaje - los miré.

- Cuídate Elsa - habló Jack y me ofreció su mano - Espero que no sea un adiós permanente.

- No me des la mano, es muy formal - le dí una abrazo rápido y me separé - Los abrazos son mejor.

- Sí tu lo dices - miró algo confundido por un momento y siguió caminando en dirección a Norte.

Los acompañé hasta que ellos subieron al trineo, Yelena llegó después de mí y se despidió de ellos. Norte tomó una esfera y la lanzó, ésta se abrió abriendo un portal del cuál ellos cruzarían.

- De verdad que la magia jamás deja de impresionarme - comenté y Yelena me miró.

- Poco a poco aprenderás, ve a divertirte un rato con los niños. - habló Yelena y se alejó caminando.

Miré la esfera que tenía en mis manos, escuchaba a los niños riendo y dirigí mi mirada a dónde antes estaba el trineo.

- Gracias por esto... - murmuré sonriendo.

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