COMIENZO.

Tiempo ha pasado desde que los guardianes han destruido a Pitch, los niños ahora viven felices, el dinero debajo de las almohadas siempre está a la orden del día, los huevos de pascua son cada vez más creativos, los regalos nunca terminan de impresionar y que se diga de los sueños, no ha pasado un día en que existan las famosas pesadillas; aunque no olvidemos las nevadas, los juegos en la nieve y el patinaje sobre el lago congelado.

Cada quien realiza sus labores normales, solo que para el joven guardián todo sigue siendo nuevo y con muchas inseguridades.

                                                                                           Jack

— ¿De verdad lo estoy haciendo bien? – miraba a los niños patinando en el lago congelado del bosque.

— Jack, en estos tres años lo estás haciendo bien – me dio palmadas en la espalda – tan solo mira como son de felices, te recuerdo que tú eres el responsable de esa felicidad.

— No, toda su felicidad no es gracias a mí, no soy el único guardián. Y no importa el tiempo que pase Norte, siempre seré nuevo en este tipo de cosas. – mandé algunos copos de nieve hacía los niños.

— Nadie deja de aprender, a mis años, y lo digo por ser muchos – soltó una gran carcajada – nunca he dejado de aprender.

— Supongo que debo de aprender de tus palabras – reí poco- ¿Una carrera hacía el taller?

— No intentes retarme Jack Frost – cruzó los brazos mostrando superioridad.

— El que llegue primero tiene día libre – me subí a lo alto de un árbol.

— Jackson Frost, no haremos la carrera, baja ya.

— ¡Viento! – grité mientras era rodeado por el viento – ¡nos vemos Norte! – me impulsé y volé en dirección al Polo Norte con el eco de Norte gritándome.

Esa libertad de volar, la libertad de sentir que puedes ir a cualquier lado, eso es lo que amo. Gracias al viento daba vueltas en el cielo, pensar que esto lo he hecho por 300 años hace sentirme nostálgico.

Llegué al taller de Norte. Los yetis celebraron el que había llegado y los duendes solo veían curiosos.

— Parece que gané – apoyé mis brazos sobre mi cayado.

— ¿No puedes madurar por algún momento Jack? – salió Norte del portal que abre la esfera de cristal.

— Ay por favor, fue divertido escuchar como gritabas mi nombre – reí – Aunque es más divertido saber que tú tendrás que trabajar en tus juguetes y yo podré tomarme el día libre.

— Estás tomando decisiones como si fueras el hombre de la Luna – comentó norte mirándome de forma seria – No deberías hacer eso ni de broma.

— Tranquilo, no lo estoy haciendo por burlarme, es solo que hoy no tengo que llevar ninguna nevada o estar cuidando a los niños, por eso hablaba del día libre.

— Eso me suena a aburrimiento – me aventó unos pinceles – comienza a pintar los juguetes.

— ¿Qué? ¡No! – dejé los pinceles – No estoy para pintar y no me gusta pintar – me encaminé a la ventana.

— Escucha bien lo que te diré jovencito – voltee a verlo – Puedes tomarte el día libre, pero cuando ocurra alguna emergencia o se requiera de tu presencia para tomar decisiones, estás obligado a venir ¿Entendiste?

— Sí claro, no te preocupes – salí volando por la ventana con la ayuda de viento.

Me dirigí volando al bosque, a lo más profundo de él, era un buen lugar para pasar el rato solo. Cuando por fin aterricé, me despedí del viento y me dispuse a caminar.

Turn around - susurré-  Every now and then I get a little bit lonely... ¿Qué seguía? Cómo sea - tomé mi callado - And I need you now tonight! Tadadada apart ... -comencé a lanzar hielo al cielo -  I really need you tonight! Total eclipse of the heart!

— Maldita sea mis oídos - escuché por detrás de mí - Definitivamente tu destino no era ser cantante y ni siquiera te sabes la canción.

— Cállate rata esponjada - miré a Conejo – arruinas mi momento de gloria.

— Uy si, mira cuántas personas te aplauden - comenzó a aplaudir - ¡Jack! ¡Jack! ¡Cantas hermoso Jack! - gritaba con la voz aguda.

— ¿No tienes que ir a decorar huevos? - pregunté.

— Si tengo, pero mejor dejé la producción andando y mejor preferí venir a molestarte – se rió.

— Cuando no - empecé a caminar – Suerte decorando huevos Conejo, más te vale no seguirme.

— Tal vez yo no, pero ella sí.

— ¿Qué? - giré por un momento y era una de las haditas de Tooth – Hey, hola - dejé que se sentara en mi mano – tiempo sin verte amiguita - noté como sonrió y seguí caminando.

Ella comenzó a hacer sus típicos ruidos y simplemente trataba de interpretarlo, era raro, soy en teoría un "ser mágico" y las haditas también lo son, es curioso que no pueda entender lo que tratan de decirme.

— ¿Te confieso algo hadita? - ella asintió - Creo que esto de ser guardián me gusta aunque, tengo miedo de que pueda fallar. Nunca había tenido una responsabilidad tan grande ¿Sabes? - ella inclinó su cabeza confundida – Seguro no me entiendes... Pero, estoy feliz de que alguien pueda escucharme. Desde que Jaime está creciendo y poco a poco se le acumulan más responsabilidades, yo no tengo a quién más contarle como me siento.

Hadita colocó sus manos en mi pulgar y ese pequeño tacto hizo que se escapara de mí una sonrisa, dejé que se acomodara ahora en mi gorro y simplemente seguí caminando.

                                                                                     Elsa

— Explícate de nuevo - exclamó suplicante – ¡Espera, espera! No vayas tan rápido ¿si?

— Anna, no tengo tiempo para estar repitiendo todo dos veces – la miré con el libro en la mano – si no llegas a entender algo es normal, pero ¿todo? – suspiré.

— Esto no es fácil... entiendo algunas cosas porque ví como lo hacías. Pero ahora es diferente, ya no te tengo las 24 horas del día como para poder aprender – dijo Anna apoyando los codos en la mesa.

— Escucha – caminé hacía ella – no estoy diciendo que esto es fácil, porque también tuve que poner gran esfuerzo para poder comprender todo lo que conlleva ser reina, mi error, fue no decirte que pasaras conmigo en los asuntos del reino – acaricié su cabello – pero a pesar de eso, tengo alta confianza en que mi hermanita lo hará excelente – le sonreí.

— Gracias Elsa... - se levantó y me abrazo a lo que correspondí.

No ha pasado mucho desde que dejé a Arendell en manos de Anna, ha sido complicado el proceso no solo para Anna sino también para mí. Ahora incluso tengo más responsabilidad que la que tenía, ayudar a mantener el orden y que para ello necesito aprender de las tradiciones de los Northuldra, la historia, lugares; es como si volviera a empezar.

— Serás la mejor Reina Anna – tomé su mano – y yo sé que Kristoff hará un buen trabajo.

— De eso te quiero hablar – me miró – Kristoff no está del todo seguro de que pueda lograrlo, todo es nuevo para él. Yo sé que tal vez él no tome las decisiones fuertes en el reino, pero al menos debe estar informado sobre esto – se abrazó. 

— Escucha, Kristoff hará lo mejor posible, además, está aprendiendo de alguien que es muy inteligente y capaz. – puse mis manos en sus brazos – no te desesperes. Continuemos – volví a tomar el libro.

En eso Gale entró por la ventana de la oficina rodeándonos a Anna y a mí.

— ¡Hola Gale! – gritó Anna.

— ¿Sabes lo que significa Anna? – sonreí al ver como convivía con Gale.

— ¿Qué? – me miró, volteó a ver a Gale y regresó a verme – No, no, no Elsa. Aún no puedes irte – me abrazó – Elsa por favor...

— Anna, sabes que debo de irme... - la abracé – regresaré en unos días ¿sí? – besé su frente.

— No es justo... - me miró con los ojos a punto de lagrimear – Por favor promete que regresarás pronto...

— Claro que lo haré Anna, no llores – me separé de ella – te dejaré algunas tareas para que me extrañes – caminé al escritorio y dejé las tareas de ella anotadas en una hoja – Si le dedicas dos o tres horas al día, te aseguro que dejaré de molestarte con ese tema. 

— Está bien... te acompaño, al menos veré que ya subas en el Nokk – caminó a la puerta.

— No es necesario, pero gracias – caminé y abrí la puerta – adelante majestad.

— No me llames así – se rió.

Salimos de la oficina y caminamos para salir del castillo. Siempre que vengo a Arendell, Gale, el espíritu del aire, es el encargado de venir a avisarme que es hora de regresar. Y Nokk, que es el espíritu del agua, viene por mí para regresarnos al bosque.

Al salir del castillo, estaba ya el Nokk, solo me despedí de Anna, monté al caballo y cabalgué rumbo al bosque.

Era bonito regresar a Arendell, aunque también era nostálgico, ya que ahí pasé mi vida entera, alguna parte con mis padres, otra sola en mi habitación y los últimos años con Anna.

Cuando llegué al bosque, Yelena me recibió con una sonrisa y me invitó a que fuera con ella, me bajé del Nokk y caminé hacía su dirección.

— ¿Todo bien en Arendell? – preguntó mirándome.

— Claro, Anna está haciendo buen trabajo, aunque... faltan algunas cosas por afinar – miré que se acercaba Bruni y le hice su montaña de nieve.

— Me alegro, hay algo de lo que quiero hablarte, acompáñame a caminar – señaló hacía un sendero.

— Me vendría bien caminar – comencé a andar hacia el sendero y Yelena me siguió.

— He estado en contacto con algunos seres importantes – comenzó a hablar – principalmente con la Luna.

— ¿La Luna? ¿Pasa algo malo? – la miré confundida.

— No, no pasa nada malo, solo se enteró que ahora tomaste lugar como el quinto espíritu.

— Ah, ya veo – suspiré.

— Quiere darte una cordial bienvenida, ya sé que no trabajarás de la mano con él, pero, es su obligación recibirte – se detuvo por un momento - Aún no he confirmado nada sin antes informarte. No sé si te moleste todo esto, seguro todo es demasiado rápido.

— Te agradezco que me informaras, sinceramente no sé, supongo que por educación aceptaré su bienvenida. – me detuve a verla.

— Yo le haré llegar esto que me dijiste – sonrío y siguió caminando – será mejor que des una vuelta al bosque, más tarde haremos unas pláticas con toda la tribu, espero puedas acompañarnos.

— Ahí estaré, gracias Yelena. – le devolví la sonrisa y me quedé ahí de pie mientras ella se alejaba caminando.

¿Bienvenida? No sabía que esto se les daba a los espíritus. Supongo que no debe ser nada fuera de lo normal.

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