ALEGRÍA.

Jack. 

— ¿Y bien Jack? - preguntó Norte  - ¿Qué sucedió en ese tiempo que me fui al trineo? 

— No te perdiste de mucho, simplemente hice un conejo de nieve para un niño y de ahí otros niños se juntaron. Después Elsa hizo una pista de hielo para ellos. - miré las casas que sobrevolábamos. 

— ¿Seguro que solo sucedió eso?

— Seguro ¿Por qué preguntas? ¿Acaso no confías en mí? - lo miré - ¿Me vas a colocar de nuevo en la lista negra? 

— Olvídate de la lista negra - rió - Lo digo, porque no solo alegraste a esos niños.

— Norte, ya sabes que conmigo tienes que ser directo porque no entiendo cuando hablas por partes.

— Ay Jack - rodó los ojos - cuando hiciste el conejo de nieve ¿Te fijaste en la expresión de Elsa? 

— Pues estaba alegre y ya, a todo esto ¿Cómo es que lo sabes? No estabas ahí 

— Soy Santa Claus, me entero de todo. - suspiró - Alegraste a la niña interior de Elsa, Jack. 

— Todos se emocionan con algo de nieve, no es la gran cosa. No trates de buscar algún significado especial a ello - me crucé de brazos - De verdad espero que ella si haya tenido una bonita infancia...

— Sí tu lo dices; aunque supongo que ella no debería emocionarse tanto con la nieve, ella controla la nieve, debió ya haber visto todo eso, pero tienes razón, es mejor no buscarle significado a ello. 

Simplemente me quedé callado a lo que dijo Norte, al rato llegamos al taller de él. Ambos nos despedimos y yo me dispuse a irme volando para seguir con mi trabajo de guardián. 

Por un momento del día estaba en Suiza llevando el invierno, en otro momento llevaba las ventiscas a otros países, eso hacía todo el tiempo, invierno, ventiscas, ventiscas e invierno. Al final terminaba mi día en Burgeess vigilando algunos niños que aún seguían despiertos, entre todo esos niños se encontraba Jaime. 

— ¡Jaime! ¿Estás ocupado? - pregunté abriendo su ventana. 

— ¡Jack! ¡Me espantaste! - dijo volteando a verme - No lo estoy, solo pierdo el tiempo 

— Bien, pues pasaré - entré a su cuarto y me senté en su cama - ¿Cómo has estado? tiene mucho a que ya no te encontraba 

— Supongo que bien - respondió y se tiró a su cama - Es cansado tener a una hermana menor - suspiró - Ahora que ya creció un poco más quiere que juegue más tiempo con ella, no me deja hacer algunas cosas de la escuela, es horrible, y más que ahora la meterán al preescolar, seguro ahora me dirán que le ayude con sus tareas de dibujar y cortar y pegar papeles. 

— Pensé que eso si te gustaba - comenté - antes solías dibujar cada momento que pasabas. 

— Me sigue gustando, pero el dibujar con Sofi no - bufó.

— Aprovecha todos los momentos con tu hermanita Jaime - me miró confundido - Antes yo tenía una hermana menor, se llamaba Emma. 

— ¿De verdad? ¿Qué pasó con ella? - se sentó en flor de loto en su cama. 

— No sé que haya pasado, el último recuerdo que tengo de ella era solo que gritaba mi nombre después de salvarla - lo miré.

— Eso sucedió cuando tú caíste al lago ¿verdad? - asentí mirándolo.

— Hay algo que he estado escuchando últimamente en los lugares a donde he ido, "nunca sabes cuando puede ser el último momento en el que pases con una persona tan importante" - sacudí su cabello -  Yo sé que no te gusta, pero vamos, en un futuro verás el lado divertido de ello. 

— Lo trataré Jack -Jaime me abrazó. 

Sonreí y devolví su abrazo. Tenía días que no hablaba con él, yo sé que no son las grandes conversaciones pero era genial que alguien te escuchara. Norte está ahí y sé que me escuchará pero tiene gran carga de trabajo y en todo momento quiere dar una enseñanza... Cuando lo único que necesito es esto, que alguien me escuche y solo me dé un abrazo. Jaime sé que no estará siempre para mí, pero quiero aprovechar cada momento para hablar con él y no sentirme solitario en este mundo tan grande. 

Pasó un rato en que solo Jaime estaba abrazándome, cuando lo miré él estaba más que dormido, lo dejé en su cama cobijado y no tardó nada en que Sandman mandara su arena para que soñara bien. 

Salí por la ventana de su habitación cerrándola y miré suspirando toda la arena de Sandman a todas las casas. 

— Alegría a otros... menos a este guardián... ¡Viento! - sentí como me envolvía - Llévame lejos de aquí... 

Elsa. 

— ¿¡Qué conociste a quién!? - gritaba Anna dando vueltas en su habitación - ¿¡Qué tal si son unos estafadores!?  

— Anna, no son unos estafadores, viven en otro mundo aparte del nuestro - expliqué mirándola mientras estaba sentada en su cama - Es algo que no comprendo del todo, pero poco a poco iré aprendiendo.

— Pensaba que él único mundo era el nuestro, no que había otro mundo - pasó sus manos por la cara frustrada.

— Yo también lo pensaba, pero Yelena sabe de todo eso, pronto le preguntaré - suspiré - Son amigables, aunque a simple vista parecieran bastante serios, bueno, si lo son un poco, menos uno. 

— ¿De verdad? 

— Sí, su nombre es Jack Frost, es el espíritu del invierno y el guardián de la diversión - ella en seguida se sentó a lado de mí y me giré un poco para verla - Él tiene la misma magia que yo 

— ¿Está guapo? - preguntó

— ¡Anna! - exclamé.

— Ay perdón - se encogió de hombros - Pero vamos Elsa, debes escoger algo - se rió. 

— Ahora que soy libre ¿Quieres atarme de nuevo? - me reí - Sólo es igual a mí y ya - alcé los hombros.

— ¿Qué edad tiene? - la miré rodando poco los ojos - ¿Qué tiene de malo saber su edad? 

— 300 años. 

— ¿¡Qué!? - gritó y yo tapé mi oreja con mi mano - ¡Él ya no sirve! ¡No debes fijarte de algo que ya está añejo! 

— Duh, es un espíritu, es obvio que tiene que ser inmortal, además, no lo aparenta 

— Oh... no me acordaba... - bajó su cabeza.

— Anna... - la abracé - No quería recordarlo, perdón... 

— Tranquila, estoy bien - se apegó a mí - Solo... que aún no logro hacerme a la idea de ello... - la miré - no es fácil aceptar que cuando yo muera tú seguirás en este mundo... No quiero hacerme a la idea de que no estaré ahí para tí Elsa... 

— Lo sé... Tampoco es fácil para mí aceptar que habrá un momento donde no pueda verte más... - comencé a mecerla.

— Estoy como esas típicas madres, que quieren ver a sus hijos triunfar... - me miró - Yo quiero ver eso de tí Elsa, mi vida jamás será eterna, pero quiero irme con la alegría de verte a ti realizada, yo sé que ya lo lograste, que descubriste quién eres, pero no quiero solo quedarme con ello... 

— No te preocupes por eso Anna... Ambas tenemos un gran destino por delante - acaricié su cabello - Juro que estarás más que alegre... Lo juro - sentí un abrazo de ella con fuerza.

— Te quiero hermana... 

— Yo también te quiero hermana... 

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