7: Insegura y lujosa, traidor y pedante

Eliot fue a ver a Ditmar. Le comentó más o menos lo que le pasó pero obvió algunas partes, y más cuando Gabriel lo atacó. No podía decirle, no sabía cómo reaccionaría una persona al saber de cosas que no tenían explicación lógica.

—¡Jadi exagera! —exclamó el pelinegro—. Es sólo un beso. Tú te puedes besar con cualquiera, eres libre.

—Es que no entiendes... Ella es algo insegura. Quizá porque soy su único amigo, se pone celosa de todo lo que se me acerca.

—Sí, ya sabía que era loca... —Una idea le vino a la cabeza—. Espera, ¡es genial! Si ya no te habla ya no hay de qué preocuparse, luego se encaprichará con otro chico y será su problema, ¡no el tuyo!

—¡Ja! Y dime ¿quién más se le va a acercar?

—Bueno, mejor si no. No le deseo ese mal a nadie. Perdón, pero la nena es nefasta.

Eliot suspiró.

—Ya bueno, ya me voy. El lunes es el primer examen y tengo que estudiar, tengo que probarme a mí mismo que puedo sacar un buen puesto. —Guardó sus cosas —. Al menos arriba del diez y mantener la beca. Gracias.

Se pasó el fin de semana estudiando álgebra. Lunes en la mañana todos dieron examen. Luego de sufrir un poco con eso, empezó a buscar a Jadi. Tenía que al menos seguir intentando que ella le creyera.

—Jadi, déjame explicarte.

—Eliot, deja de seguirme, ¡esto es ridículo!

—Yo justo aparecí de la otra dimensión cerca de ella y unos animales me habían seguido, evité que la atacaran. Ella se alteró, gritó, se emocionó y de la nada pasó todo, créeme.

—¡Encima la salvaste! ¡Hubieras dejado que se la comieran! ¡Uch!

—¿Pero qué dices? —Vio a la chica en cuestión que pasaba cerca—. Hey, Paola, ven, explícale a Jadi lo que pasó...

—¡Eliot! —exclamó ella—. ¿Acaso no te gustó el gran beso que nos dimos?

—¡¿Qué?!

Jadi se sorprendió y se fue furiosa. Eliot miró a la pelinegra, acusándola.

—Ella sólo andaba contigo porque te pareces a Gabriel, ¿qué no lo ves? —explicó—. Más bien él es inteligente al no acercarse... Eliot, yo sí te quiero... Por qué no dejas de perseguirla y...

—No es eso, ¿sí?... Olvídalo. —Se fue un tanto molesto.

Paola quedó sola otra vez. Sabía que el chico se daría cuenta pronto de que su princesa estaba justo ahí, así que no desesperó.

***

Esa tarde, Eliot andaba caminando tratando de despejar su mente, se detuvo a ver los detalles de uno de los mejores restaurantes de la ciudad al que siempre quiso entrar. Ahora ya no le llamaba la atención, simples recuerdos de su infancia con sus padres, andando por esas calles.

Un lujoso auto se estacionó cerca, llamando su atención. Un chofer se apresuró a abrir la puerta trasera. Bajó una señora delgada de cabello rubio y muy elegante, seguida de un joven de las mismas características pero con ropa más casual, otro hombre elegante bajó del otro asiento delantero y abrió la otra puerta trasera. Eliot se sorprendió mucho al ver quién era.

Jadi. Y sin duda ellos debían ser su familia. Se les veía gente un tanto refinada y elegante, no era para menos, claro. Observó cómo los guiaron a una mesa y casi no conversaban entre ellos.

—Espero que en mi ausencia te consigas novio o por lo menos un amigo, Jadi —comentaba el joven.

—No molestes, no necesito a nadie.

Ella miró hacia afuera y se sorprendió. El habla se le fue por esos segundos, sonrió un poco sin querer. Eliot también se sorprendió un poco al ver que ella lo había visto. Su hermano y sus padres lo notaron.

—Qué, ¿qué esperas? Invita a tu novio a pasar.

—¡Que no!

Eliot se asustó un poco al ver que la mamá de Jadi le hizo señas para que pasara. Tragó saliva un poco avergonzado y llamó a Jadi a su celular.

—Perdón, no quería causar molestias, sólo pasaba por aquí y te vi...

—Bueno... no te preocupes.

—Más bien me avisas cuando salgas para hablar, ¿te parece?

La mamá de Jadi le interrumpió.

—Dile que pase, hija. No seas mal educada.

—¡Sí! —exclamó el hermano—. Debe pasar mi aprobación.

—¡Callen!

Eliot notó la tensión en la mesa.

—Eh... mejor me voy ya...

—Será mejor que pases ahora mismo o no hablaré contigo —le amenazó la rubia.

—Hija. No se le habla así a la gente —le escarmentó su padre de forma despreocupada mientras veía la carta.

—Déjala —murmuró el hermano—, ella es así toda salvaje.

Eliot se sentía muy avergonzado pero pasó, esquivando a los mozos que le ofrecían mesa.

—Adelante —le invitó la madre—, siéntate, no temas.

—Aquí sólo Jadi muerde —agregó el hermano.

Jadi le dio una patada a su hermano por debajo de la mesa, a lo cual se aguantó el grito. Eliot tomó asiento, aún nervioso.

—Hija, preséntanos —habló el padre, otra vez sin prestar verdadera atención.

—Ah sí —reaccionó ella—. Familia, él es Eliot, un amigo del colegio...

Todos se sorprendieron.

—Joven —murmuró el padre, recién dejando a un lado la carta.

—¿Sí?

—Perdón, es que... Me sorprendió, Jadi nunca nos había presentado a algún amigo.

Eliot sonrió. Querían a su hija seguramente, pero había notado lo poco que estaban atendiendo a lo que pasaba.

Jadi se sonrojó y miró molesta a su papá.

—No hagan drama, es sólo una pequeñez —renegó.

—Ah, por cierto chico, estamos aquí celebrando que regreso a Francia a seguir estudiando allá —contó el hermano—. Me llamo Enrique.

—Debe ser muy bueno ir por allá. Un gusto.

—Espero que cuides de mi hermana loca en lo que tardo en volver, ¿eh?

—Ja, claro.

Jadi se volvió a sonrojar y le lanzó una mirada asesina a su hermano, él le sacó la lengua. Los padres casi no dejaban de hablar por los móviles.

El mozo trajo unas canastillas con panecillos y un paquetito personal de mantequilla a cada uno. Jadi se apresuró en comer uno para ahogar la vergüenza, Eliot probó uno también y quedó sorprendido de lo bien que sabía.

—Tranquila Jadi, no sé por qué siempre te atragantas con las cortesías —la molestó su hermano.

La mamá dejó el móvil.

—Vamos, pidan, pidan. ¿Qué quieren comer? Lo que sea —dijo.

—Por mí no se preocupe —comentó Eliot.

—Anda —insistió—, vamos, o me sentiré mal. —Hizo puchero como jovencita. Eso le causó gracia. De todos modos igual se le veía joven.

—Um... bueno...

El papá de Jadi empezó a ordenar lo que quería. Pronto el mozo llegó con copas y sirvió vino, luego llegaron los platos.

—¿Y cómo es Jadi como amiga? —quiso saber el hermano.

Eliot sonrió.

—Bueno, es genial... Un día con ella nunca puede ser un día común.

Jadi lo miró de reojo, su mamá sonrió.

—Lo sé —respondió Enrique—. Requiere de paciencia, a veces le gusta fugarse de clases...

—Y refugiarse en un tranquilo jardín —completó Eliot.

—Ten cuidado, es capaz de tener celos hasta de lo que pisas.

—¡Ja! Sí, lo he notado.

—Si sigues te dolerá más —murmuró Jadi en forma de amenaza—, te lo advierto, hermano.

Enrique continuó sin hacerle caso.

—«¿Así que quieres estar con tal chica? Entonces...»

—«Lárgate de una vez con ella»

Ambos rieron, Jadi los miraba furiosa. Su hermano cambió de expresión a una seria, Eliot también.

—¿Cuántos amigos más son? —preguntó.

—Hay dos más.

—¿Y los niños de primaria?

—Ahora comen toda su lonchera.

—¿Y el padre del curso de religión?

—Casi está controlado.

—¿Rodríguez y Ramírez?

—Les di su merecido.

Enrique entrecerró los ojos.

—Sigue siendo "alérgica" a los abrazos, ¿verdad?

Eliot se detuvo a pensar.

—Sí.

El hermano sonrió.

—Bien.

—Para su información —intervino Jadi—, no soy celosa. Sólo detecto zorras.

—Tu palabra favorita —le dijo Eliot.

—¿Verdad que sí? —afirmó el hermano.

Jadi estaba sorprendida. Cuando su hermano estaba en el colegio y ella en primaria, él la protegía, pero al salir, quedó sola hasta que conoció a Gabriel. Una vez que se fue, empezaron los problemas y el rechazo en el colegio. Recordó cuando Eliot la abrazó en el baño y cuando la defendió de los dos bravucones. Se volvió a sonrojar.

La mamá miró a su esposo.

—Pide otro vino, estuvo muy bueno.

—Claro que no —respondió él—, ya fue suficiente.

Pidió la cuenta. Eliot miró su copa de vino y decidió probarlo.

—¿Cuánto salió? —quiso saber la señora.

—Mil ciento cincuenta —respondió el padre.

Eliot casi se ahoga con el vino al escuchar la exorbitante cantidad.

—¡Bah! —exclamó la mamá—. ¿Ya ves? Y tú que creías que era mucho.

—Es verdad... Mozo, traiga otro vino —ordenó.

La mamá cargó su botella y salieron del restaurante, el chofer los esperaba.

—Mamá, papá, si no les importa me regresaré a casa luego —comentó Jadi.

—Muy bien, entonces hasta más tarde —respondió su padre despreocupado.

Eliot agradeció por la cena y se despidió de todos. El hermano lo apartó un poco.

—Te la encargo, cuídala y sobre todo... tenle paciencia.

—Lo haré.

Sonrió y se fue.

Eliot y Jadi caminaron hasta un parque.

—Jadi, perdóname en serio... Según tu hermano, padeces de celos, pareces una niña celosa, ¿y celosa de qué? No tiene sentido.

—Creo que... Paola es una molestosa y es obvio que quiere estar contigo, ¿por qué no te vas con ella?

—No, no lo haría. —La miró unos segundos—. Perdóname, ¿sí?... ¿Amigos?

—Yo...

—Estuve pensando... Sé que tú tienes un fuerte lazo con Gabriel, y no pienso entrometerme entre ustedes, eso no está bien. De repente Gabriel crea que amenazo lo que tiene contigo...

—No, Eliot...

—Quiero que sepas que puedes buscarme cuando necesites algo, cualquier cosa, siempre me tendrás a tu lado. Quiero ser un muy buen amigo tuyo, si se puede... —La vio dudar y no sabía por qué, si eran amigos podría quizá incluso ayudarla con ese asunto—. Ven, te acompaño a tu casa.

Caminaron en silencio. La miró de reojo, seguía pensativa. En parte podía entender el comportamiento de Gabriel. Él también estaría enfadado si venía alguien y amenazara con quitarle a esa persona especial.

Llegaron a casa de Jadi. Ella se detuvo antes de entrar a su casa, volteó y le sonrió un poco, él también lo hizo y se fue.

***

Eliot estuvo con Ditmar y Heidi en el receso. Jadi se fue a caminar sola como siempre, un poco triste. A Eliot no le gustaba que anduviera sola, pero temía causarle problemas con Gabriel si se le acercaba y eso la haría infeliz.

En las tardes, todos se dedicaban a estudiar. Gabriel tenía muy buena memoria así que sólo daba un rápido repaso a los cuadernos.

Pasaron un par de días así, y Jadi había empezado a darse cuenta de que extrañaba, por lo menos, discutir con el castaño. Eso sí no entendía porqué. También quería que se le acercara más, pero ya no le daba valor acercarse ella con sus insultos de siempre. Era mejor cuando no habían hecho amistad de forma oficial.

A la salida, logró alcanzarlo.

—Hola... Espera. —Lo detuvo. Se miraron varios segundos, no sabía qué decirle— ... ¿Y, cómo has estado?

—Bien —respondió él—. ¿Por qué? ¿Sucede algo?

—¿Cómo vas en los exámenes?

—Bien, supongo.

—Eliot... yo... yo te... —De pronto ambos fueron trasladados a la otra dimensión.

Se espantaron. Frente a ellos apareció un monstruo que parecía un pulpo súper desarrollado que enseguida empezó a atacarlos. No se detuvieron a observarlo detalladamente, corrieron para lados opuestos.

Jadi le lanzó fuego pero era tan grande que apenas le hizo algo, Eliot tampoco lograba hacer gran cosa, ni por más agujeros que armara, no eran tan grandes como para lograr que ese monstruo cayera. Sólo lo enfadaron más y lanzó sus tentáculos hacia ellos.

Jadi estaba muy enojada. Ya había logrado hablarle al castaño, y la dimensión venía a interrumpir. Ella se distrajo por un segundo al pensar.

—¡Jadi!

Volteó. Sólo pudo ver a Eliot abrazándola y una fuerza los golpeó lanzándolos lejos. Él la había protegido con su cuerpo. Ambos cayeron al suelo, arrastrándose unos metros contra la tierra. La chica se separó asustada.

—¡¿Estás bien?! ¡¿Acaso estás loco?!

—Guau —dijo él, adolorido—, eso fue fuerte... ¿Tú estás bien?

El monstruo volvió a atacar. Eliot la volvió a abrazar, cubriéndola nuevamente unos segundos antes de recibir el golpe. Jadi se desesperó, no pudo evitar ruborizarse.

—¡Ya deja de hacer eso! —le ordenó frustrada. A pesar de que la situación no lo ameritaba.

Eliot se puso de pie lo más rápido que pudo. Intentó formar una pared de tierra para protegerse pero no funcionaba, también fue destruida, nada funcionaba. Necesitaban más poder, pero no tenían, no podían derrotarlo. El monstruo seguía atacando mientras ellos sólo podían defenderse apenas.

Sin que lo notaran, unas nubes negras se formaron en el cielo.

Ambos se sentían débiles, él sólo podía bloquear los ataques con muros de tierra pero cada vez salían más débiles. El monstruo atacó más rápido y más fuerte, al verse alcanzados por el ataque Eliot volvió a cubrir a Jadi.

El animal rugió, listo para acercarse otra vez. En ese instante le cayó un rayo inmenso haciendo que desapareciera chamuscado. Cuatro piezas surgieron en su lugar. Eliot y Jadi quedaron sorprendidos, las piezas flotaron y fueron directo a las manos de Gabriel. Verlo enfureció al castaño.

—¡Gabriel! ¡¿Qué haces aquí?!

El rubio los miró con desprecio y enfado.

—¡Mírense! ¡Son débiles! ¡¿Cómo piensan seguir con esto si no pueden derrotar a un monstruo débil?! ¡Les falta mucho todavía!

A su lado apareció la mujer que se había apoderado del lugar, Gabriel volteó, le entrego las piezas a ella y se fue.

—¡¿Qué hiciste?! —exclamó Eliot que aún no lo podía creer.

La mujer se carcajeó.

—¡Son cuatro piezas menos para ustedes! —anunció—. Dudo que puedan arrancarlas de mi poder algún día. —Dicho eso, desapareció.

Jadi se quedó que no lo podía creer, Eliot estaba furioso con Gabriel. ¿Acaso estaba a favor del enemigo? Tampoco tenía porqué juzgarlos y decirles débiles. Todo desapareció y volvieron a su mundo, Jadi sólo miraba al suelo.

—Maldito infeliz —murmuró el castaño. Miró a Jadi—. No le dirás nada, ¿verdad? —acusó. Ella seguía mirando al suelo. Se sintió decepcionado—. Lo suponía... Adiós.

***

Otra vez llegó a su casa tarde y muerto de cansancio.

—Hijo, me preocupas —comentó su madre al verlo—. ¿Qué es lo que está sucediendo? Creo que sería mejor que acabaran los exámenes y luego de vacaciones vas a otro colegio. ¿Qué te parece?

—No —respondió tratando de ocultar su cansancio—. Estoy bien, gracias.

Subió a su habitación, se metió a la ducha y ya más despejado empezó a estudiar para el día siguiente, después de haber perdido casi toda la tarde por nada. Le pareció ver un auto negro con lunas polarizadas frente a su casa. Al asomarse por la ventana, este arrancó y se fue.

***

Extrañamente y para fortuna de ambos, dejaron de ser transportados a la otra dimensión después del incidente de la última vez. No les importó mucho, más bien así había tiempo y tranquilidad para estudiar.

La semana pasó pero aún quedaba otra más de exámenes. Eliot rogaba por salir bien y que nada interfiriera. Jadi seguía sola, no se le ocurría ya nada para acercarse a él, ni una excusa. Tampoco podía dejar de pensar en lo de ese día, sobre todo, lo que tenía que ver con él. ¿Por qué la protegió con su propio cuerpo? Suspiró. Estaba exagerando, suponía que cualquier amigo lo haría. Era obvio.

Trataba de no pensar ya en eso. También se había puesto a estudiar, lo cual era muy raro en ella pero también quería probarse a sí misma.

Lunes. Inició la segunda semana de exámenes. Jadi no podía esperar a que acabara y salir de vacaciones.

—Oye, ¿qué paso eh? —preguntaba María—. ¿Por qué tú y Eliot ya no andan juntos? Creí que era romance seguro.

—No seas ridícula —respondió Jadi de forma tosca—. Me dijo que quiere ser muy buen amigo mío y que no iba a interferir más entre Gabriel y yo. ¡Imaginate! —Parecía despechada—. ¡Estoy muy frustrada! Se supone que estoy con Gabriel y...

—¡Tú no estás con él! ¡Ni siquiera te habla el atorrante ese!

—Oye, no le digas así, él sabrá por qué lo hace, tenemos mucho en común aún, lo sé.

—Déjame adivinar, ambos tienen ojos y boca.

—¡Calla!

—¡No! ¡No, no! No lo defiendas. Ay, Jadi, ¡¿quién te entiende?!

—No sé qué hacer.

—¡Nada! Ya la fregaste, ¡ya le diste el pase libre a Paola y a Heidi que también parece andar tras de él!

Escuchar eso enfureció a la rubia. El pecho se le quiso hacer un nudo.

—¡¿Qué?! ¡No me digas!

—¡Sí! ¡Te digo!

—¡Uch! ¡Estoy enojada conmigo!

—Ya déjalo así... de repente sólo estás confundida. ¿No te has puesto a pensar en que quizá andabas con él sólo porque se parece a Gabriel?

—No... No me he detenido a pensarlo. Voy a hacerlo en estos días, creo que es lo único que puedo hacer...

Quizá su amiga tenía razón, quizá le hacía falta Gabriel y lo veía en Eliot. Iba pensando camino a su casa. Casi al llegar vio un auto negro estacionado cerca, el cual arrancó y se fue. No era la primera vez que lo veía. Pensó en las películas de los hombres de negro y no pudo evitar sentir pánico.

Así se pasó la semana, Jadi miraba a Gabriel y a Eliot desde lejos y trataba de deducir que sentía por cada uno. Sin embargo era muy difícil, no creía que lograra descubrirlo. Gabriel le causaba un poco como escalofríos y Eliot le causaba como hormigueos. Era un problema.

El miércoles fue el último día de exámenes y todos estaban ansiosos porque el viernes serían publicados los resultados y los puestos, en la noche sería el baile de clausura, luego vacaciones.

Aunque Eliot y Jadi no estaban seguros de tener descanso ya que no sabían cuándo volverían a esa dimensión, de la que ya se estaban hartando. Eliot trataba de aparentar una situación normal cuando estaba en presencia de aquel auto negro.

***

Todos llegaron corriendo a ver el muro en donde estaban los resultados. Eliot no quería mirar, Gabriel sabía que había obtenido el primer puesto como de costumbre así que ni se molestó en acercarse.

—¿Y si lo ves por mí? —le pedía Eliot a Ditmar—. Si no pasé del diez no me dices nada, y si estoy sobre el diez me dices...

—¡No seas ridículo! ¡Ahora sé hombre y échale un vistazo! —Lo empujó.

Eliot quedó frente a frente con la lista y perdió el habla. Paola apareció a su lado y lo abrazó.

—¡Eliot, eres el mejor!

El chico no podía creerlo.

—¡¿Primer puesto?! —exclamó.

Ditmar se sorprendió muchísimo. Lo empezó a sacudir de los hombros.

—¡BIEN! ¡BIEEEN!

—¡Espera! ¡Espera! ¡Tranquilo!

Jadi jugueteaba con sus dedos, hasta que respiró hondo, tomando valor, y se acercó a él con algo de nerviosismo.

—Oye... felicidades

Eliot le sonrió y la abrazó fuerte, levantándola del piso momentáneamente. La rubia se ruborizó mucho, se sintió volar. Cuando se dio cuenta, ya estaba pisando suelo otra vez y su expresión cambió a enojada, porque todas las chicas se le empezaron a acercar a felicitar a su amigo.

Gabriel moría de rabia y de envidia. No podía ser que estuviera en el segundo puesto, de seguro había sido un error. Pero su enojo iba más por otro camino. Vio cómo Jadi se dejó abrazar por Eliot, eso jamás había sido posible para otro, incluso para él. Ella en verdad estaba cambiada, sintió que Eliot había logrado lo que él siempre quiso pero nunca pudo. Jamás se imaginó que abrazaría a otro que no fuera él. Se fue furioso.

—Ni yo me lo creo aún —comentó Eliot—. ¿Ustedes en qué puesto quedaron?

—Veinte, ¡bu! —respondió Paola.

Jadi sonrió.

—¡Quinto! ¡JA! —exclamó en la cara de la pelinegra para hacerla enojar.

—Diez —murmuró Ditmar.

—¡Nueve! ¡Te gané! —le dijo María.

—Cuarto —comentó Heidi.

—Eliot, vamos a celebrar ¿qué te parece? —sugirió Paola—. Quiero comer algo.

—¡Sí! —dijo Ditmar, invitándose solo y arruinando el plan de la chica—. ¡Andando! Vamos todos.

Jadi quedó mirando cómo se iban. Eliot se dio cuenta y se le acercó.

—¿No vienes?

—Pero tú te vas con tu grupo...

—Cuando se dice "todos", también te incluye a ti —explicó viéndola con ternura—. No te margines, ellos también son tus amigos ahora. ¿Vamos? Te acompaño a tu casa luego si quieres.

La chica sonrió. Se sentía feliz consigo misma también porque nunca subió más allá del puesto diez antes, y después de muchos días al fin estaba al lado de Eliot.

Al salir vieron a lo lejos un auto negro. Jadi se molestó y se dispuso a ir hacia él, Eliot la detuvo.

—Déjame, les gritaré unas cuantas verdades —le pidió.

—¿Sabes quiénes son?

—¡No! Pero estoy harta de que me espíen.

—No me parece buena idea ir ahora, están los chicos esperando.

—Apuesto a que saben qué hacemos... —murmuró en voz baja—. Apuesto a que quieren silenciarnos.

—¿Ah?

—¿No has visto las películas?

Eliot no pudo evitar reír.

—Si te ven actuar rara será peor, aparentemos tener una vida normal y si no desaparecen les enfrentaré yo, ¿de acuerdo?

Jadi pensó por un momento. Era verdad, quizá sería peor que levantaran más sospechas y al alejarse del grupo podían haber hecho sospechar. Miró al suelo sonriendo tratando de fingir una conversación que había terminado bien, cogió de la corbata del uniforme a Eliot y lo jaló. Empezó a hablar.

—¡Está bien! Te perdono, ¡vamos!

Volteó disimuladamente y vio que el auto arrancaba y se iba, Eliot también lo vio. La miró arqueando una ceja por lo que acababa de decir, sacó la punta de su corbata de la mano de ella, y ella sonrió fingiendo inocencia. Aunque al parecer de él, no lo necesitaba. Seguía siendo la muñeca, ahora menos salvaje, de antes.

Entraron a un restaurante. Paola y Jadi casi compitieron por ver quién se sentaba al lado de Eliot, al final terminaron una a cada lado mirándose con ojos asesinos.

***

Eliot acompañó a Jadi a su casa.

—Entonces, ¿vas al baile esta noche?

Jadi habló con desinterés.

—No quisiera pero es obligatorio así que no tengo alternativa, las fiestas me parecen aburridas.

—A mí un poco, pero quizá es porque no te das la oportunidad de divertirte... Bueno, nos vemos más tarde entonces.

La rubia entró a su casa, su mamá estaba ahí.

—El baile no es obligatorio, ¿por qué le mientes? —le dijo.

—¡Mamá! No sé... —Se ruborizó, no supo qué responder, sino lo que usualmente le decía—. No es tu asunto —balbuceó.

Su mamá sonrió

—¿Quieres que te ayude a verte lindísima para esta noche?... ¿Y para él?

—Oye —se quejó más avergonzada—. ¿Qué dices? No quiero ir por él... —Quedaron mirándose, ella que no sabía qué más decir, y la mamá que no le creía—. Bueno, ya. Si quieres ayudarme no me negaré.

Su mamá estaba contenta, hacía muchísimo que no veía a su hija tan ilusionada con algo. Desde que empezó el año notó su cambio y estaba feliz, a pesar de que no pasaban tiempo juntas, estaba decidida a cambiar eso.

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