5: Celosa
—¡¿Qué tienes ahí?! —preguntó Gabriel.
—¡Qué te importa!
Uno de los amigos del altanero rubio lo embistió sorpresivamente por un costado, haciéndolo caer soltando el broche. Gabriel lo recogió.
—¡Eso es por lo de la vez pasada! JA —aclaró Ramírez.
—¡¿Qué haces con esto?! —Quiso saber Gabriel—. ¡¿Por qué lo tienes tú?!
—¡Ya te dije que no te interesa! —respondió Eliot poniéndose de pie.
—¡Esto es de Jadi, se lo di hace años! Y ella siempre lo usa desde entonces... ¡O al menos hasta que se lo robaste!
Eliot se llenó de ira, pero tenía que controlarse, temía causar algún temblor que lastimara a alguien.
—¡Imbécil! ¡No hables si no estás bien informado, ahora dámelo!
—JA... —El rubio pensó en humillarlo más—. Um, a ver si tanto lo quieres, ¿por qué no te arrodillas y me lo pides?
Eliot ya no se pudo controlar.
—¡NUNCA! —gruñó—. ¡¿Me escuchaste?! ¡NUNCA ME VERÁS ARRODILLADO PARA TI! ¡NUNCA!
Se le abalanzó de un sólo golpe y cayeron al suelo. Se deslizaron casi un metro sobre la tierra, el castaño recogió el broche con un rápido movimiento y se fue corriendo, dejando a Gabriel apenas levantándose y a sus amigos sorprendidos.
—¡Este colegio es demasiado para un salvaje como él! ¡Sólo es un chico de barrio común! —gritó Ramírez, intentando que lo escuchara. Volteó a ver a su amigo—. ¿Gabriel estás bien? Estás sangrando.
Gabriel se levantó y se limpió el labio con el puño. Miró la pequeña mancha de sangre en su piel y frunció más el ceño mientras sonreía. Para él estaba bien que lo llevara a otro nivel, ya le haría pagar.
***
Eliot estaba corriendo, lleno de cólera sin saber a dónde, hasta que tropezó. Quería dejar el colegio, aún estaba a tiempo. Sin embargo estar ahí era mejor para su futuro, estaba ahí por el IB. Ya verían cómo un chico de barrio común podía ser mejor estudiante que todos esos hijitos de papi.
Intentó ponerse de pie.
—Eliot, ¿qué haces en el suelo? —preguntó Paola, tomándolo por sorpresa.
—Eeeeh... Me tropecé mientras caminaba...
—Um... si tú lo dices. —La chica se encogió de hombros y lo olvidó pronto—. ¿Te hago compañía? Veo que estás solo, un chico lindo como tú no debería estar solo.
Eliot se rió levemente, algo avergonzado. No podía creer que le había dicho «lindo», eso sí que era nuevo.
—Cielos, qué amable de tu parte... pero estaba buscando a Jadi, tengo que devolverle algo.
La pelinegra frunció el ceño. Ya estaba buscando a esa salvaje, no lo podía creer. Se sintió muy celosa.
—Paola, ¿estás bien? ¿En qué piensas?
—¡Oye! Te ayudo a buscarla, ¿qué dices?
—Claro...
La chica se alegró y lo tomó del brazo, sorprendiéndolo un poco, empezaron a caminar por el colegio. Ni bien habían avanzado un pabellón, apareció Jadi enfrente, furiosa.
—¡Muy bien, nena, suéltalo! ¡¿Qué te has creído?! —reclamó.
—Pues no me da la gana. —Se abrazó al castaño sin previo aviso—. ¡Mira!
Jadi gruñó, evidenciando que se enojaba más rápido que lo que tardaba un fósforo en prenderse.
—¡AHORA SÍ, NO TE SALVAS!
Eliot enseguida se separó de Paola y tomó a Jadi de los hombros, se veía alegre de que al fin ella apareciera después de haberlo evitado todo el día. Las dos chicas quedaron perplejas.
—Jadi, tranquila. Te estábamos buscando... Bueno, yo tengo que darte algo, ven...
Se la llevó, dejando a Paola muy furiosa, y también más celosa. Ella quería su atención y sacarlo en cara a la salvaje, pero no le había resultado.
—Jadi, dime por qué...
—¡No puede ser que esa tipa aproveche cualquier situación para sacarme de mis casillas! —interrumpió ella.
—Jadi...
—¡Uuuch! ¡Y tú que te prestas a eso!
—¡Hey! —Soltó una suave carcajada—. ¿Estás celosa? —Vio cómo su rostro de muñeca enfadada se tornaba rojo. No pudo evitar reír un poco más—. Jadi, la salvaje, celosa de Paola...
—¡Claro que no! —chilló—. ¡¿Y bien?! —Respiró un poco—. ¿Qué querías darme?
—¡Ah sí! —Buscó en su bolsillo y sacó el objeto—. Toma, ayer lo dejaste caer.
—Mi broche... —Lo observó aliviada—. Creí que lo había perdido, me puso muy triste, ¡¿por qué no me lo devolviste enseguida?!
—No sé, ¿quizá porque saliste corriendo y hoy me evitaste todo el día...?
Jadi intentó disimular.
—¿Evitar? ¡Pf! No seas ridículo.
—Si te ofendí por algo... lo siento, en verdad... —Ella no le respondía nada, solo miraba al suelo. Tensó los labios con algo de tristeza—. Ese broche significa mucho para ti, ¿verdad?
—Sí... mucho... —Suspiró en silencio y alzó la vista—. Gracias, bueno, ¿vamos al aula? Ya va a acabar el recreo.
—Ya acabó, hace diez minutos.
—¡¿Qué?! ¡¿Y qué milagro no has hecho escándalo?!
—Gracias... creo —respondió riéndose con extrañeza.
***
—¡Muy bien! —exclamó el profesor una vez que entraron al aula—. Se ganaron un punto negativo en su asistencia, ¡felicidades!
—¡Ay no! —se quejaron ambos.
***
—¡Pst! ¡Eliot! —le llamó Ditmar. Ya habían pasado unos días—. Veo que andas mucho con Jadi... No sé qué le ves... Es decir, es simpática, pero su carácter no.
—Cómo explicarte que a pesar de su carácter ella me cae muy bien, cada vez más.
—¿A pesar de que chocaste con ella el primer día de clase?
Eliot sonrió.
—Es que... ella... Creo que es diferente —comentó con naturalidad—. Las otras chicas de ahora andan pensando en tontería y media, inmersas en su mundo de trivialidades. En caso de María, en pura morbosidad. Pero Jadi no, es diferente... Es sana, sin vicios, no anda hablando malas palabras cada cinco segundos como las demás. Dentro de ella hay una chica dulce y sensible...
Ditmar lo miró de forma sospechosa.
—Ejem... señor romanticón —se burló— , mejor te dejo a solas con tus pensamientos. —Su amigo rió—. ¡Ja! Sí. Oye, eso que dices es... Si no supiera que ustedes viven peleando, diría que estás enamorándote de ella...
—¡¿Qué?! —reaccionó. Esa idea ya la había descartado, incluso le causaba escalofríos—. ¡No! Solo estoy diciendo que es diferente. ¡Ni loco! Me he fijado en chicas más amables.
—Bueno... yo creía que sí... pero si tú lo dices...
Eliot resopló. ¿Enamorado? Sería el colmo. Ella solo le agradaba. Eso era todo. Además, estaba enamorada del imbécil del año, lo que significaba que razonar muy bien no podía.
—Hablando de Jadi, más tarde tenemos que reunirnos en su casa para hacer el trabajo de historia, ¿no lo habrás olvidado verdad?
—¡¿Qué?! ¡Oh no! ¡Aún no hago mi parte!
***
Esa tarde, todos estaban reunidos en casa de Jadi. El grupo lo formaban ella y sus tres amigos. Eliot había sido el único en quedarse mirando la enorme y elegante casa de la chica más que cualquier persona normal. Era que cada detalle parecía haber sido diseñado por el arquitecto, luego de un rato, la dueña le confirmó eso.
Jadi los observaba conversar y reír, no avanzaban mucho en el trabajo, pero no le importaba, ella nunca había pertenecido a un grupo de amigos.
No podía evitar dirigir la mirada hacia Eliot repetidas veces. Vaya sonrisa. Ahora que lo veía siempre, ya no lo encontraba tan parecido a Gabriel. O quizá era que ya se había familiarizado con su rostro y sus detalles que lo hacían ser él, y no el rubio.
Un fugaz recuerdo del beso que le dio corrió por su mente. Sacudió la cabeza. Se puso de pie y fue a la cocina. Eliot se dio cuenta, creyó que le pasaba algo y la siguió al rato.
La vio concentrada en un directorio telefónico.
—¿Qué haces?
Ella volteó de un brinco, asustada.
—Hola... Veo si les puedo pedir algo... Tú sabes, para comer... —Bajó un poco la vista, avergonzada—, ya que no sé preparar casi nada.
A pesar de su rubor por la vergüenza, pudo ver que estaba alegre. Tenía esa mirada que buscaba ver hacía tiempo. Quedó mirándola, ella se había perdido en su mirada también y él se empezó a acercar. Jadi sintió que su cuerpo se estremeció al recordar la sensación de sus labios. De pronto tocaron el timbre de la casa, él reaccionó y se alejó.
Ditmar se asomó.
—Jadi, te buscan...
—¿A mí? ¿Seguro?
—A menos que alguien más aquí se hable con Gabriel.
Apenas escuchó ese nombre, Eliot se llenó de rabia.
—¿Que acaso ha venido a molestarte? —preguntó—. ¿Acostumbra a hacerlo?
—No —dijo ella enseguida—. Será mejor que vaya a ver. —Salió.
Ditmar se dio cuenta de la tensión.
—¿Está todo bien?
Eliot se reposó en la pared y respiró hondo.
—Sí, vamos, hay que avanzar, sólo paramos conversando ¡y así nos van a jalar!
—Ok... sí señor. —Hizo saludo militar.
Jadi abrió la puerta, había un lujoso auto rojo y Gabriel la estaba esperando ahí.
—Hola, ¿qué esperas? Sube —ordenó impaciente—. Vamos a dar una vuelta.
—Eh... Estoy haciendo un trabajo...
—Es sólo un momento, Jadi, no te voy a rogar. ¿Vienes o no?
Algo sorprendida, accedió y subió al auto.
—Lindo auto —comentó nerviosa. Él y su fría mirada azul seguían surtiendo efecto en ella—. Qué bueno que ahora has decidido que pasemos tiempo juntos, sabes que es lo que más quiero.
—No —le cortó él—, sólo quiero hablar contigo. Mira, tienes que dominar ese poder que te ha sido otorgado...
Por otro lado, Ditmar no dejaba de hablar para aligerar el ambiente. Aunque no había elegido el mejor tema.
—¡Es un Mazda 03! —exclamaba—. ¡Es último modelo! ¡Qué envidia, mi auto es de hace tres años! Bueno, es de mi padre.
Eliot gruñó apenas.
—¿Podemos dejar de hablar de eso y concentrarnos en el trabajo?
Ditmar se calló y se puso a pensar. Todo había estado bien, pero apenas aparecía Gabriel, Eliot pasaba a segundo plano, o algo así. No sabía cómo dejaba que Jadi fuera tan desconsiderada.
Mientras...
—Después de un tiempo los desafíos serán más fuertes —explicaba Gabriel—, y deben juntar todas las piezas, ¿entendiste? Con eso podrán hacer un arma con la cual podrán destruir a esa mujer que se ha apoderado de esa dimensión.
—¿Y tú no me vas a ayudar? —quizo saber ella, aún con timidez—. ¿Por qué no me ayudas y conseguimos esas piezas? Qué tal si... intentamos algo, tú y yo...
Trató de tomar su mano pero Gabriel la apartó.
—No Jadi, no, ¿cuántas veces te lo voy a decir?
—Pero —se sintió triste de repente—, si es la primera vez que te lo pido... creo. Tú... me besaste...
—Lo nuestro ya no puede ser —cortó—. Sólo queda que tú me pagues por el dolor que me causaste y que pruebes lo que sientes por mí.
—¿Si lo pruebo, me perdonarías? Te lo probaré mil veces si es necesario —aseguró, sintiendo algo de esperanza.
Tomó su mano y esta vez no dejó que él la apartara. Gabriel se sintió extraño y se sorprendió un poco.
—Jadi... bueno... Ya te llevo a tu casa, no quiero que repruebes, esfuérzate en tus estudios. Vi que has faltado a muchas clases, y no te distraigas con tus compañeros, ¿oíste?
***
Una vez que estuvieron en la puerta, ella bajó y él se fue sin siquiera despedirse. Cuando entró a su casa notó una ligera tensión, recordó lo que había pasado antes de que el timbre interrumpiera, y se ruborizó un poco. Se sentó en la mesa y continuaron el trabajo.
Miraba al castaño de reojo, de rato en rato. La había visto a los ojos de esa forma, tan parecida a como la miraba Gabriel. Algo estaba mal.
***
—Oye —decía Ditmar a Eliot—, siento mucho lo de ayer... yo...
—No pasó nada.
—Eliot, yo los vi... Ibas a besarla.
—¿Es que acaso no hay privacidad?
—¿Por qué no le dices? Quizá...
—No, mira... —Suspiró y miró a los costados—. No la iba a besar, además ella está enamorada de él... y yo no estoy enamorado de ella, ¿ya? ¿Cuándo te quedará claro?
Jadi apareció de golpe.
—¡¿Enamorado de quién?! —exigió saber.
—¡¿Ah?! ¡DE PAOLA! —respondió Ditmar enseguida.
Eliot reaccionó.
—¡¿Qué?!... ¡Ah! ¡Sí! Sí... Es decir ¡NO! ¡Por eso te digo que no estoy enamorado de ella, cielos!
—¡Claro que no! —exclamó Jadi—. ¡Tú no puedes estar enamorado de ella! ¡¿Oíste!?
Ambos quedaron mirándola sorprendidos. La rubia se fue enfadada a su asiento. Ditmar se acercó a Eliot para susurrarle algo.
—Si te sirve esto, creo que le gustas. Incluso medio que su carácter se ha suavizado...
—No me interesa si le gusto o no, por qué ya te dije que no la quiero, ¿bien? —murmuró con total seriedad.
***
Más tarde en el recreo, Eliot buscaba a Jadi, hasta que la encontró en el lugar de siempre. Aquellos bonitos jardines.
—Hola...
—¿Y por qué no estás buscando a Paola, eh?
—Jadi, ya dije que no hay nada con ella, además, ¿qué si lo hubiera?
—¡No! —Tensó los labios y arrancó un poco de hierba—. Es que... No puedes estar con ella porque... ¡Es una zorra!
—Oye, ¿por qué ese lenguaje?
—¡Sí! —Se cruzó de brazos—. ¡A ustedes los hombres, les gusta el vacilón!
—JA... ¿Ah, sí?
—¡Porque ella ha agarrado con casi todos los chicos del aula! Y a ellos les gusta, ¡los he escuchado! Y por eso no puedes estar con ella, es una zorra.
Eliot soltó una corta risa.
—Ah, creí que a nosotros nos gustaba el vacilón.
—¡Eliot!
—Te ves graciosa cuando te pones celosa, ¿actúas como una niña salvaje así siempre?
La chica se puso roja enseguida y se apartó. Necesitaba salvar su orgullo.
—¡Claro que nooo! ¿Me estás coqueteando?
—Jadi, no hay nada con ella, ¿está bien? Y nunca te coquetearía.
—Dime que no te besarás con ella tampoco, como los otros que sí la buscaron.
—No lo haré. ¿Para qué lo haría? —Sonrió—. Pero, ¿y si pasa?
—¡Pues...! —Tensó los labios otra vez, buscando qué decir—. Pues la apartas enseguida y le dices que es una zorra.
Él volvió a reír. Quedó mirandola con cierta ternura. Con el rubor en sus mejillas y su ceño fruncido, le recordaba que era la muñequita salvaje de siempre.
—No te preocupes. Sólo hay una chica a la que sí quiero besar, y no es Paola —aseguró.
El rostro de ella cambió, ahora podía jurar que era de preocupación.
—Ah... ¿Ah, sí? Y... ¿quién es?
—¿Qué? No te lo diré. Pero tú la conoces.
Volvió a fruncir el ceño y a enrojecerse.
—¡Bien! —exclamó extendiendo los brazos—. ¡Entonces lárgate a darle besos!
—Mira que estás diciendo que lo haga, ¿eh?
La rubia no sabía qué hacerse con tanta rabia que estaba sintiendo de pronto con eso. Caminó de golpe para alejarse de él y todo lo que le causaba. Eliot se dio cuenta y la siguió, alcanzandola.
—¿Estás bien?
Ella se detuvo y respiró hondo.
—Sí.
—Era broma —trató de explicarle con suavidad—. No hay nadie que me guste o algo así... sólo me divierte verte actuar como niña.
—No me importa, ¡no tiene por qué importarme! ¡Tú y yo no somos nada!
En ese momento todo se distorsionó y aparecieron en la otra dimensión.
—¡Rayos! ¡¿Y ahora qué?!
La tierra empezó a temblar con fuerza.
—¡Eliot, ya basta!
—¡Yo no soy... ! —Un agujero enorme se abrió y Jadi cayó. Él, sin dudarlo se aventó tras ella. Al llegar al suelo, chocó con unas raíces secas.
No veía a Jadi por ningún lado, sin embargo ella también estaba en el mismo lugar. Todo se envolvió en llamas y tampoco veía a Eliot por ningún lado. Gabriel apareció entre las llamas, pero parecía que no la veía. Unos espíritus negros largos como anguilas lo aprisionaron.
—¡Gabriel! —Corrió hacia él.
—Jadi —la llamó al verla. Ella lo abrazó cuando estuvo ya a su lado. Quedaron así unos segundos—. Esta dimensión siempre me llamó, sé de algún modo que moriré aquí.
—¡No digas tonterías! No te dejaré. —Lo abrazó más fuerte. La idea de perderlo para siempre no era algo que una joven se planteara. Cerró los ojos con miedo—. Saldremos de esta juntos, Eliot...
En eso se dio cuenta de lo que había dicho. Eliot. Habían caído juntos, ¡¿dónde estaba?!
—Ya veo —dijo Gabriel—. Así que ahora él es más importante que yo. —Empezó a desaparecer.
Jadi se dio cuenta, con terror, de que era una especie de sueño. Una ilusión.
Por otro lado, Eliot iba buscando a Jadi, hasta que logró divisarla, o eso creía. Se dio cuenta de que estaba con Gabriel y tal fue su cólera cuando vio que ella lo besó.
—Jadi... no.
Las raíces cobraron vida y lo aprisionaron. Intentó liberarse pero empezaron a apretarlo cada vez más fuerte.
—¡No! ¡Basta!
Miró hacia el frente solo para comprobar que Jadi no notaba que estaba ahí. Las raíces aumentaron la presión, y poco a poco todo se fue tornando borroso.
—¡Oye! ¡Despierta! —le gritó una voz familiar.
Al abrir los ojos, se encontró con los verdes de ella. Le miraba preocupada, y muy cerca. Reaccionó y se apartó.
—¡¿Qué paso?!
—¿Tenías algún sueño o ilusión? No, ¿verdad? No te dejaste engañar. Tenemos que salir de aquí.
—Sí, vamos —respondió aún confundido.
Jadi le prendió fuego al lugar.
—¿Qué haces?
—Este lugar es culpable de los sueños, hay que destruirlo.
Entonces todo desapareció, obtuvieron unas piezas extrañas más y volvieron a estar en el colegio. Se sintieron aliviados. Había sido muy raro. Esa dimensión era rara y el hecho de tener que encontrar raras piezas de una rara arma, le daba más rareza a todo.
—Sólo fueron sueños tontos —comentó ella, disimulando más valentía—, no me lo creí desde el principio.
—... Ah, sí pues —murmuró Eliot con algo de pesadez.
—Al menos conseguimos otras dos piezas —agregó, feliz—. Ya son cuatro en total.
Él la vio y sonrió, ya un poco mejor. Caminaron juntos los dos al aula.
—Sí, al menos cuatro... Jadi quiero pedirte perdón... por tratarte mal, por gritarte, por insultarte...
—¿Cuándo?
—¿Cómo que cuándo? Los primeros días de clase, ¿recuerdas? —Suspiró y miró hacia adelante—. Discúlpame por todo. Por decirte tonta y por... por besarte... Eso fue una muy falta de respeto, no volverá a pasar.
Jadi se ruborizó. Su corazón se aceleró. Tocar ese tema la descolocó.
—Ya no digas nada —pidió intentando ocultar su timidez— . Después de todo, ya echaste a perder mi primer beso.
—¡¿Qué?! —exclamó él, sorprendido—. Oh rayos, perdón.
—¡Seh! Bueno —se excusó, tratando de ocultar su tristeza—. Gabriel me dio un "piquito" hace años, pero, ¿qué es eso? Al fin y al cabo cuando eres niño también los das... y quizá ni te acuerdas.
—Bueno, eso sí.
—Tenías que volvérmelo a recordar —renegó un poco. Sin duda las sensaciones que él le causaba con sus actos eran extrañas—. Olvídalo... me merecía un castigo por salvaje.
—¿Fue un castigo? —Soltó una corta carcajada y ella no pudo evitar sonreír—. Pero tus labios son ri... um. —Frunció el ceño—. Nada.
Jadi se puso roja y nerviosa, tanto que tropezó con el desnivel de la acera del pabellón de aulas. Eliot la sostuvo de la mano.
—Oye, cuidado...
—¡Sí! Sí —respondió tartamudeando un poco—. Sólo, no vi eso, je, je. ¡Y no te creas lo del beso! No volverá a pasar. —Ahora sí estaba completamente descontrolada. ¿Iba a decir que sus labios eran ricos? ¡¿Iba a decir eso?! No. No podía ser.
—Lo sé, no te preocupes —trató de calmarla. ¿Acaso la había puesto nerviosa?
Cuando llegaron al aula el profesor ya estaba ahí sacando sus cosas, mientras todos conversaban. Eliot se dio cuenta de que aún tenía de la mano a Jadi y la soltó enseguida. Trató de disimular pero Paola los vio al igual que Ditmar y María.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top