37: Saboteo

Stephanie vio a Eliot a lo lejos sentado en una banca, haciendo unos apuntes. Se le acercó.

—Hola, ¿qué tal? —preguntó él.

Ella se sentó a su lado algo nerviosa.

—Quería… consultarte algo —dijo—, porque tú eres el único chico que conozco que es lo suficiente maduro y centrado…

—Bueno —él estaba confundido—, gracias. ¿Qué sucedió?

—Esto le ocurre a una amiga…

—Ah, bien.

—Bien, lo que pasa es que hay un chico… él me... ¡digo! La llamó… a mi amiga —aclaró—, ya antes habían sido novios, ya habían estado… o sea… “estado” de esa forma… ya tú sabes.

—¿Y qué pasó?

—Y bueno, la llamó… y desde ese entonces, de vez en cuando la llama para hacer… ya sabes…

—Um, ya veo.

—Mi amiga se está enamorando de él, aunque sabe que él nada que ver, ¿entiendes? Y se siente mal, muy mal… ¿Tú crees que él la considere o la valore o la quiera un poquito…?

—Para empezar, desde que propuso eso significa que no te valora… —reaccionó—. Es decir, a tu amiga…

—¡Sí! Mi amiga.

—No vale la pena, dile que lo olvide… sólo la usa, y verás…

Flor apareció de pronto.

—¡Hola!

—¡Me voy! —Stephanie se puso de pie—. Gracias.

Se fue corriendo, dejando a Eliot un poco confundido por todo eso. Flor lo tomó del brazo y se acomodó los anteojos.

—¡Eliot, ven!

—Qué, espera…

Lo jaló y lo llevó a un aula.

—Lo que pasa es que quería que me explicaras un problema —le pidió.

***

Clara había ido a buscar a Jadi.

—¡Ven! ¡Ven! ¿Sabes que va a haber huelga?

Jadi iba enojada.

—Sí, ya lo sé —renegó.

—Bueno no importa, quiero que me expliques algo que no entiendo, no encontré a Eliot así que te busqué. —La rubia rodó los ojos. Todas buscaban a su chico—. Vamos al aula.

***

Eliot le explicó el problema a Flor, pero ella no dejaba de mirarlo.

—Bien, eso es todo, ¿has entendido? —le preguntó.

—Um… No.

—Pero es la segunda vez que te lo explico —resopló.

—Perdón, ¡pero es que me distraes!

—¡¿Ah?!

Ella se le abalanzó y le dio un beso, justo en ese momento Jadi entró con Clara al mismo tiempo que él la apartó. Flor se asustó.

—¡Eliot! —exclamó Jadi.

—¡Ah! Eliot, ¿cómo se te ocurre besarme? —reclamó Flor—. ¡¿No ves que soy amiga de Jadi?!

—¡¿Qué?! ¡Estás loca!

Jadi salió del aula y Eliot la siguió.

—Mejor vamos tras ellos. —Clara tiró del Brazo de Flor.

—¡No! ¡No! —pidió ella.

—¡¿Qué hiciste?! —le reclamó mientras la llevaba casi a rastras.

—¡No pude evitarlo!

—¡¿Pero por qué mentiste?!

—¡Es que Jadi me da miedo! Y… ¡No sé! Fue lo primero que se me pasó por la mente. Ay, me metí en un lio… ¡No! No… No diré nada…

—¡Pero tienes que decirle!

—¿Y que Jadi me mate? ¡No gracias!

—Bueno, si no lo hace ella, Eliot lo hará.

—¡Sólo logré darle un pico porque él se apartó! ¡Pero justo entran ustedes, inoportunas!

—¡Recién se han amistado y tú lo arruinas!

—Bueno… ya empieza la huelga… ya lo olvidarán.

Eliot corrió tras Jadi pero Marcos lo detuvo. Le rubia se detuvo a escuchar.

Brother, ¿estás loco? —le reclamó el chico—. Mili me dijo que la rechazaste, ¿cómo se te ocurre? ¿No sabes lo bien que lo hace ella?

Eliot le lanzó una mirada fulminante, asustándolo. Jadi siguió caminando muy molesta y asqueada. ¿Cómo le decía eso estando ella ahí? Desconsiderado.

—Ok, me retiro y no diré más —dijo Marcos, asustado—. ¿Ok? Tranquilo, je…

Eliot corrió y detuvo a Jadi. Clara y Flor se quedaron escuchando cerca.

—Jadi, por favor… creo que esto ya había pasado…

Flor se acercó a Jadi.

—Amiga, vámonos. —Intentó jalarla.

—Hey, ¿pueden dar algo de privacidad? —reclamó el castaño.

Jadi lo miró molesta.

—Puedes hablar frente a ellas.

—Oye, no me digas que no me crees…

Flor se acercó al oído de la chica.

—Amiga, él me besó, de veras, ¿para qué te mentiría…? —le susurró.

—Muy bien, ya basta —le apartó y miró a su novia—. Jadi… —Ella lo veía con cólera y tristeza—. ¿Me crees a mí o a ella?

No le contestó, estaba muy enojada, casi no le escuchaba. Al seguir todo en silencio, Eliot se sintió muy triste, aun conociéndolo ella volvía a dudar de él.

—Ya veo… Bueno, creí que me conocías.

Se retiró sin decir más. Eso desconcertó a la rubia. Su primera pelea en serio y no sabía ni qué hacer. Le dolió en el alma verlo molesto, pero la sangre le hervía al pensar en que otra lo había tocado, no podía con sus celos, era mucho.

—Ya se amistarán, amiga —la intentó animar Flor.

Jadi se sentó en una banca y se tapó la cara con las manos. Su Eliot estaba enojado y ella no podía ni perdonarlo.

Clara se acercó a decirle algo a Flor al oído.

—Te pasas, ¡dile la verdad ahora mismo!

—No, tengo miedo.

—¡Está llorando, tonta! —alzó la voz un poco más de la cuenta.

—¡No estoy llorando! —sollozó Jadi al haber escuchado eso último.

Se fue corriendo sin dejar ver su rostro.

***

Pasaron los días. Gabriel fue a ver a Jadi, ella lo recibió muy sorprendida.

—Escuché que este fin de semana entran en huelga —le dijo él.

—Sí…

—¡Ja! ¡Universidades nacionales! —se burló—. Tú podrías estar en la católica… ¿Qué tal si te cambias?

—Tenemos esperanza de que dure poco la huelga, ¿cómo vas en tus cursos?

—¿Por qué me cambias el tema? Ya sé, no te cambiarías a otra universidad por tu “amigo”, apuesto a que te metiste ahí por perseguirlo —le recriminó.

—¡No!… No es por eso, además… ya… nada…

Algo no andaba bien, el rubio no tardó en darse cuenta. Estaba rara, ¿se habrían peleado o algo? Sonrió satisfecho.

Jadi miraba al suelo, enojada y triste a la vez.

—Quería… decirte algo —susurró ella.

—Oye —interrumpió él—, tengo una entrada para la fiesta de cachimbo de tu universidad, no pensaba ir pero… ¿quisieras ir conmigo?

Ella lo miró sorprendida, se sonrojó un poco.

—Yo… —Pensó en Eliot y en lo que tenía que decirle a Gabriel, pero la imagen de él dándole un beso a Flor le volvió a estrujar el corazón—. Sí, ¿por qué no? —respondió.

—Bien… Entonces nos vemos.

Gabriel se fue sin dejarla decir más. Lo sabía, estaban peleados, qué mejor que eso. Debía aprovechar.

***

Llegó el viernes. Jadi y Eliot no se habían hablado desde lo que pasó con Flor, y Clara no podía guardar más tiempo el secreto. Aprovechando que Flor no estaba se acercó a Jadi.

—Jadi, tengo que decirte algo, no puedo guardarlo, mi conciencia me fastidia —le confesó.

—¿Tu conciencia o tus ganas de chismear? —recriminó ella.

Clara miró a todos lados y le susurró:

—Flor besó de sorpresa a Eliot.

—¡¿Qué?!

—Perdón debí decírtelo antes —imploró—, ella me dijo que no diría nada porque te tiene miedo y por eso cuando entraste y la encontraste con las manos en la masa se asustó y dijo lo primero que le vino a la mente…

—¡AAAHHH! ¡LA VOY A ASESINARRRR! —chilló Jadi.

—Ah. —Rió nerviosa—. No hablas en serio… ¿O sí?

Flor salió del baño y Jadi la vio.

—¡Tú! ¡ERES MUJER MUERTA!

La chica soltó un sonoro grito y echó a correr, Jadi empezó a perseguirla.

—¡SOPLONAAA! —la acusó a su amiga mientras huía.

—¡Perdón! —exclamó Clara, asustada.

—¡VEN AQUÍ! ¡¿CÓMO TE ATREVES A TOCAR A MI CHICO?! —gritaba Jadi.

Al rato. Flor estaba en el suelo con un chichón en la cabeza, Jadi se sobaba el puño y Clara miraba muy asustada.

—¡Más les vale que mi Eliot me vuelva a hablar! —le amenazó.

—Ok —murmuró Clara, asustada mientras asentía una y otra vez.

La rubia se fue furiosa.

Ya de noche, faltaban unas horas para la fiesta de cachimbo. Sonó el celular de Eliot y él contestó con frialdad.

—Dime…

—Hola —saludó Jadi con timidez—. Yo… quería saber si vas a ir a la fiesta…

—Sí, quizá un rato, ¿por qué?

—Lo que pasa es… que… iré con Gabriel, luego te explico por qué pero… pienso decirle… ya sabes.

—Um, ¿no había otra forma de hablar con él más que yéndote a una fiesta? —preguntó molesto, tratando de aplacar los celos que eso le hizo sentir.

—Es que… Bueno, no tuve valor, perdón. Le diré y luego quería saber si podías llevarme a casa…

—Ah, entonces yo sólo soy tu chofer.

—Eliot, no. —La seriedad del castaño casi la mataba—. No me digas eso. También quería hablar contigo, además te necesito. Quiero verte, tú me dijiste que cada vez que te necesitara…

—Lo sé, lo sé. —Cerró los ojos y suspiró—. Está bien… pero debemos hablar, sobre lo de Flor.

—Sí, justo de eso quería hablarte… Perdón, soy una tonta, debí saberlo, debí…

—Ya no interesa… Hasta más tarde.

Colgó.

***

Gabriel fue por Jadi. Su mamá se sorprendió al ver a alguien más en la puerta de su casa que no fuera Eliot.

—He oído de ti —le dijo con frialdad mientras esperaban a que su hija bajara.

—Um… Qué bueno —respondió él de la misma forma.

Ambos se asesinaban con la mirada. A la señora solo le faltaba gruñir, no le agradaba el rubio, era obvio.

Jadi bajó, estaba muy nerviosa, le sonrió tímida. Gabriel quedó mirándola.

—Bien… ¿Vamos?

—Sí.

Tomó su mano por sorpresa y le dio un beso. La chica se puso tan roja que sentía que humeaba, él sonrió satisfecho al ver su reacción.

***

La rubia buscaba con los ojos a su Eliot, pero no lo encontraba, el local estaba lleno de gente. Además estaba tratando de encontrar el momento para decirle a Gabriel, al fin, que lo suyo debía anularse.

Eliot pasaba cruzando la pista de baile cuando los divisó, Jadi estaba de espaldas y no lo vio pero Gabriel sí. Pasó el brazo por la cintura de la chica. Eso frustró mucho al castaño, siguió de largo esperando que ella acabara ya con eso antes de que terminara cayéndole a golpes a ese atrevido.

Jadi estaba perpleja.

—Ga… Gabriel… —Frunció un poco el ceño—. No hagas eso —susurró apenas, apartándose—. Necesito decirte algo…

—Voy por un trago, ¿quieres? —le cortó él.

—No, no gracias…

Gabriel se fue a la barra. Jadi se quedó frustrada y ruborizada por lo que había hecho. El rubor era por una extraña cólera que antes no había sentido estando con él. Quería a Eliot. Decidió no esperar más y buscarlo.

—Hey nena —la detuvo Paul—, creí que no vendrías, ¿qué pasó?… Ese chico no es tu novio, ¿es su hermano?

—No te interesa.

—Ahora sí, baila conmigo.

La jaló a bailar con él, a la fuerza. Stephanie estaba sentada en una mesa sola, algo triste. Eliot se sentó a su lado y ella suspiró.

—¿Sabes? Ese día… ese asunto de mi amiga, era yo —confesó.

—Lo sé…

—Sí… Te diste cuenta ¿verdad? Qué vergüenza.

—Descuida.

—Ahora él está con la chica que quiere… y yo estoy aquí.

—Sí… yo estoy igual. —Reaccionó—. ¿Ah? ¿Está aquí?

—Sí, perdón, está con tu chica…

En ese momento Eliot se acordó de haberla visto el día en que los encontró saliendo del hotel.

—¡Ah!… Oh, cielos, qué mal.

—No importa.

—¿Quieres bailar?

Jadi, que estaba con Paúl, vio de lejos a Eliot con Stephanie. Otra vez, otra vez la sangre le hervía. ¡¿Cómo se atrevía?!

Dio media vuelta de golpe, logrando librarse de Paul, y se alejó apretando los puños.

***

—La quieres, ¿verdad? —preguntó Stephanie.

Eliot miró hacia un costado algo frustrado.

—Sí —confesó—, es obvio.

—Ella es muy tonta.

—Ja… No… No lo sé.

Volvieron a la mesa en donde estaban nuevamente sus compañeros.

—¡Así que huelga! —celebró Miguel.

—Así es.

—¡Adoro a mi universidad! —exclamó Marcos.

—¡Oye! Eso no nos conviene.

—A mí sí, ¡Me voy a mi Cuzco a ver a mi familia!

Pasó un buen tiempo ahí, distraído. El castaño miró la hora y suspiró, no podía seguir sin ella, ya le había dado tiempo suficiente. Se puso de pie, despidiéndose de esos amigos con un simple gesto.

Jadi vio a Gabriel en la barra y decidió que ya era momento para decirle, después de haberse acobardado tontamente. Ya estaba harta de que su relación se viera interrumpida por tantos detalles.

—Gabriel…

—Perdón, te dejé de lado —se lamentó él.

—¿Estás mareado?

—¿Qué? Nah… Sólo, algo picado seguro.

—Eh… ya me voy, pero antes debía decirte algo.

—¿Te saludé para tu cumpleaños? —preguntó cambiando de tema.

—¿Qué? No. Oye...

La tomó de la cintura con algo de fuerza, alarmándola un poco.

—¿Vamos a mi casa? —preguntó en tono bajo.

Jadi se sintió nerviosa.

—¿Por qué? —preguntó intentando apartarse.

—Para hacer más de esto…

La sentó en sus piernas con rapidez y la besó, devorándose sus labios. Ella quedó pasmada, no tuvo tiempo de reaccionar. Eliot, que la buscaba, logró ver de lejos esa escena. Todo un nudo se formó en su interior de golpe, la respiración se le detuvo, el corazón se le quebró, o al menos eso podría jurar. Salió lo más rápido que pudo del lugar.

Jadi giró el rostro pero el rubio la tenía abrazada tan fuerte que nada le impedía seguir besándole la mejilla y el cuello a pesar de las súplicas de ella, pidiendo que se detuviera e intentando apartarse, mientras un terrible nudo la ahogaba. Una caricia en su muslo fue la gota que derramó el vaso.

Lo empujó con mucha fuerza y se separó casi de un salto.

—¡¿Qué haces?! ¿Estás loco?

—¿Qué pasa, no te gusta? ¡A todas les gusta!

—¡No vuelvas a tocarme! —exclamó indignada.

Fue corriendo al baño. Las luces empezaron a parpadear, ella empezó a tratar de limpiarse las lágrimas pero no dejaban de salir, se sentía burlada y sucia, más que todo porque sentía que le había fallado a Eliot. Sacó su móvil mientras ahogaba los fuertes sollozos.

Eliot estaba en el jardín exterior, sentado en el borde de la acera, con un vaso de cerveza, mirándolo con profunda tristeza. De algún modo temía y sabía que algo así pasaría.

Su móvil empezó a sonar y miró el número.

—Contesta por favor —rogaba Jadi.

Las luces parpadeaban más rápido, de pronto vio a través del espejo una silueta negra aparecer detrás de ella.

Eliot contestó.

—Dime. —No hubo respuesta—. ¿Hola?

La sangre se le enfrió al escuchar el fuerte grito de Jadi del otro lado de la línea.

—¡Jadi! —Se puso de pie, muy preocupado.

—¿Quieres venir a encontrar a tu chica? —preguntó Nira. Colgó.

Eliot sintió que se vino abajo la parte del mundo que le quedaba en su interior. Entró corriendo al local buscando a Gabriel, hasta que logró verlo en la barra solo, corrió hacia él y lo cogió del cuello de la camisa.

—¡¿Dónde está?!

—¡¿Quién?!

—¡Jadi, idiota! ¡¿Dónde está?!

—¡Y yo qué sé! ¡Creí que ya había corrido a ti a llorar!

—¿Llorar? ¡¿Qué le hiciste?!

—Chicos —interrumpió una joven—, una chica entró llorando al baño y acaba de gritar, ¿será su amiga?

Eliot fue corriendo al baño. Había chicas afuera asustadas porque las luces parpadeaban y habían escuchado un grito.

—¿Puedo entrar? —preguntó—, Es importante.

—Sí —respondieron todas, asustadas.

Entró, las luces parpadeaban de vez en cuando. Encontró en el suelo la cartera que ella tenía.

—Oh no, Jadi —susurró.

Sentía una extraña sensación, al parecer un portal a la otra dimensión había sido abierto ahí. Salió corriendo, subió a su auto, se sacó el saco del terno y arrancó. Mientras corría abrió un portal frente al auto y pasó a la otra dimensión a toda velocidad.

Se lamentaba por haberla dejado sola, se lamentaba y maldecía una y otra vez por no haber estado con ella. Intentó sentir su presencia en alguna parte cerca, pero el sonido de otro motor a lo lejos lo sacó de sus pensamientos. Vio por el espejo retrovisor,  era el auto de Gabriel acercándose.

Gabriel chocó por el costado al auto de Eliot. Eso le llenó de cólera y también giró el timón para chocarlo con más fuerza. Los dos autos empezaron a patinar hasta que lograron detenerse a varios metros uno del otro. Eliot bajó furioso y Gabriel también, se empezaron a acercar.

—¡¿Qué te pasa, ah?! ¡¿Qué le hiciste a Jadi?! —exigió saber.

—¡Nada que no le haya gustado!

—¡¿De qué hablas?!

—¡Solamente la toqué un poco! ¡Pero todo lo exagera!

—¡¿Qué?! —La sangre le empezó a hervir—. ¡¿Eres idiota?! ¡¿Crees que la puedes tratar como a una más?!

—¡Ja! Apuesto a que a ti se te avientan las chicas también, ¡no te hagas! ¡Pero quizá si fueras más listo tendrías tanta experiencia como yo!

—¡¿Ah sí?! ¿Eso te hace más “listo”? ¡No seas imbécil! ¡Y no me cambies el tema! ¡No te perdono que la hayas hecho llorar!

Corrió el corto metro que ya los separaba y le dio un puñetazo haciéndolo retroceder un poco, estaba furioso. Gabriel se sobó la mejilla.

—¡Hoy mismo acabaré contigo y dejarás de ser una molestia!

—Qué…

Se abalanzó contra Eliot, al estar bajo los efectos del alcohol aún, sólo sentía que debía desfogar su ira. Eliot cayó al suelo, intentó levantarse pero Gabriel le dio una fuerte patada en el estómago.

—¡Sabes bien que ella me ha elegido a mí! —Lo volvió a patear—. ¡Perdiste! ¡Nunca fue tuya!

Eliot levantó la tierra bajo Gabriel y lo lanzó lejos, se puso de pie tosiendo y apretó los dientes adolorido. Gabriel también se levantó, los rayos empezaron a tronar en las nubes. Ambos se miraban furiosos.

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