23: Enredo
El día del examen de admisión estaba cada vez más cerca.
—Sigo fallando en historia, profesor —le iba diciendo Eliot al maestro—. ¿No podría recomendarme algún tutor o algo?
—Um… Hay una alumna muy buena en historia, está en las aulas de más arriba, ven, ella podría enseñarte.
Lo siguió hasta el aula. El profesor llamó a la alumna, ella salió enseguida y quedó mirando a Eliot, él se asustó.
—¿Paola? —susurró.
—Aquí el alumno quiere que le enseñen historia así que no se me ocurrió otra persona más que usted, ¿acepta?
—¡Pero claro que sí! —dijo ella.
—Ok, me retiro.
El profesor se fue y Paola se abalanzó a Eliot.
—¡Eliooot!
—¿Por qué? —se lamentó él.
—Así que quieres que te enseñe historia, ¿no querrás que te enseñe anatomía?
—No me agrada mucho que tú seas mi tutora —le cortó él.
—Uuuh, cruel —dijo decepcionada la chica.
—En fin. Enséñame, pero no hay que decirle a nadie, ¿bien?
—Bien.
—¿Eh? ¿Así de fácil aceptas? —preguntó con extrañeza.
—Claro —ella estaba demasiado feliz como para negarse ante su condición.
—Bien… Me voy —murmuró un poco asustado.
A la salida, la pelinegra lo vio y caminó hacia él.
—Eliot, hoy a las cinco —pasó diciendo.
—¿Qué fue eso? —preguntó Jadi molesta.
—Nada.
—¡¿Cómo que nada?!
—Jadi, no te interesa, ¿o sí? ¿Estás celosa?
—¡CLARO QUE NO!
—Otra vez —murmuró Ditmar.
Eliot se detuvo.
—Por cierto, más temprano me pareció sentir que aparecieron más piezas —avisó.
—Uh…
—Mejor vamos de una vez.
Fueron nuevamente a la otra dimensión. Se encontraron en la aldea de los seres blancos, ellos los hicieron pasar a una de sus casas.
—Últimamente varios jóvenes han desaparecido, mujeres y hombres. Dicen que en el bosque se aparece un hombre muy guapo si eres mujer, y una mujer muy guapa si eres hombre. Dice que cuando caes en su encanto no vuelves a salir —les explicó.
—¿Un hombre guapo dice? —preguntó María, obviamente interesada—. Será mejor que vayamos a ver de una vez.
Jadi y Eliot la miraron de forma sospechosa.
—Deben tener cuidado —advirtió Amir.
Salieron hacia el bosque.
—María, no sé cómo piensas arreglar esto —renegó Ditmar.
—Tú tranquilo, yo podré sola, estoy segura.
—No creo —intervino Jadi—. Conmigo y mi fuego es suficiente. ¡JA!
—Ya, no empiecen a pelear —les riñó Eliot—, esto no es juego.
Sin darse cuenta ya habían ingresado al bosque, una espesa niebla se había ido formando.
—Mary, ¿puedes despejar esto? —preguntó él, se dio cuenta de que ya no veía nada y nadie le respondía—. Oh oh. ¿Hola? ¿Hay alguien?
—¡Eliot! —Ditmar apareció corriendo—. ¿Dónde están las chicas?
—¡¿Qué?! Oh no, ¡vamos, hay que buscarlas!
Empezaron a correr llamándolas.
Las chicas habían divisado una extraña casa a lo lejos.
—Será mejor que vayamos —sugirió María—, de repente ahí es en donde pasa las cosas raras, ahí deben estar las piezas.
—Sí, es probable, pero esto no me huele nada bien…
Se acercaron más y se dieron cuenta de que había cuerpos petrificados alrededor de la casa. Al estar más cerca de esta, unas raíces salieron del suelo y aprisionaron a Jadi.
—¡Jadi!
—¡CORRE TONTA!
María empezó a correr, las raíces intentaron capturarla también pero ella logró escapar ayudándose con el viento, y entró a la casa. Jadi empezó a quemar las raíces pero salían más y más, en una interminable lucha.
—¿Hola? —preguntó María ya dentro de la casa.
Empezó a recorrerla, hasta que vio una habitación al fondo, al entrar se asombró.
—Adelante, bienvenida —le dijo un hombre.
Era demasiado apuesto, estaba sentado en una cama, y aunque ella quería a Ditmar no podía evitar sentirse asombrada y atraída hacia el sujeto.
—He estado muy solo —se lamentó el tipo.
—Oh... yo te consuelo —susurró ella, embelesada.
Eliot y Ditmar corrían buscándolas, hasta que escucharon a Jadi quemando las raíces, ya de mal humor. Corrieron hacia donde escuchaban el alboroto.
El extraño y atractivo hombre había seducido a María, y la tenía abrazada en la cama. No había podido resistir, pero no porque así lo quiso, había sido manipulada de algún modo.
—Me gustan las mujeres como tú —le dijo el hombre—. Fuertes, decididas, con un gran poder en su interior.
Afuera, Eliot hizo que la tierra se elevara y tragara las raíces, Jadi acabó de quemar las que quedaban.
—¡¿Dónde está María?! —preguntó Ditmar, preocupado.
—Logró huir de las raíces, entró a la casa, ¡vamos!
Entraron corriendo.
—Si me das un beso —propuso el hombre—, haré todos tus deseos realidad, te daré todas las piezas que quieran, y esto acabará.
—¿Eh?
—Eres muy hermosa…
María se ruborizó.
—Oh…
Tomó su rostro y se acercó a besarla. La chica quiso reaccionar, pero un montón de agua empujó al sujeto a un costado y evitó que la tocara.
—¡¿Cómo te atreves?! —Era Ditmar, enfurecido.
—¡Tonto! —gritó el hombre—. ¡¿Cómo interfieren en mis planes?!
Jadi y Eliot entraron corriendo y se sorprendieron, el hombre se empezó a transformar en un monstruo, todos observaron horrorizados.
—Por muchos días he estado aquí —contó—, alimentándome del poder de esos seres, hasta ahora que encontré esta chica con un gran poder en su interior. Pero veo que no es la única, ¡ahora me los comeré a todos!
—¡Ni siquiera lo sueñes, animalejo horrible! —exclamó Jadi.
Intentó lanzar una ráfaga de fuego pero Ditmar la detuvo.
—¡Déjamelo a mí! Esto es personal.
Estaba enojadísimo, del subsuelo salió un enorme chorro de agua, destruyendo el techo de la casa. Armó un gran remolino de agua en el aire.
—Guau —murmuró María.
—Sí… Creo que está furioso —susurró Jadi.
—Hasta yo lo estaría —afirmó Eliot.
Ditmar lanzó el remolino contra el monstruo, quien se deshizo para sorpresa de todos y aparecieron cuatro piezas, Ditmar las tomó y se las dio a su amigo, él abrió un portal y regresaron a su mundo. El ojiazul se alejó sin decir ni una palabra, Jadi y Eliot miraron a María.
—¡Eh! Me voy —dijo y huyó.
—¡Huy olvidé…! —exclamó Eliot y se detuvo de golpe—. Eh… Me voy también, nos vemos.
Jadi se quedó perpleja. Al verse ahí abandonada se fue muy molesta.
***
El castaño corría pues había olvidado que había quedado en reunirse con Paola. Llegó cansado a casa de la chica.
—Te estaba esperando, como siempre llegando tarde a todos lados. Pero no importa, por ser tan bueno te lo perdono.
—Empecemos de una vez con esto —le respondió él de mala gana.
Paola le empezó a enseñar, poco a poco se dio cuenta de que ella sí sabía historia, y también sabía enseñar.
—Vaya, eres buena —admitió.
—Lo sé, y tú también eres muy inteligente, aprendes rápido.
—Siempre fui un poco malo en el colegio, pero cuando entré con ustedes cambié.
—¿Sí? Cuéntame más de ti.
Eliot se quedó en su casa toda la tarde.
Pasaron los días, Jadi se percató de que Eliot hablaba más con Paola, y al parecer salían algunas tardes.
—María, ¿te has dado cuenta de que Eliot se está haciendo amigo de Paola? —preguntó enojadísima.
—Ah sí, creo que están en “planes” —murmuró ella.
—¡¿ESTAS LOCA?! ¡Claro que no! Conozco a Eliot, ¡él no estaría con esa, nunca!
—Tú crees… Mira que ya ha estado con otras chicas así de pronto, pues yo creo que ya están…
—¡No me hables de la anterior, que no quiero recordar! —renegó.
—Bueno, no es tu culpa. Después de todo, Jesica es muy guapa, claro no más que tú…
—¡Basta!
—Es madura, y también más sexual que tú…
—¡¿QUÉ DIJISTE?!
—¡Sensual! —se rectificó asustada.
—¡Claro que no!
—Como te decía, yo opino que Eliot ya está de novio con ella, es mejor aceptarlo.
—¡QUE NO! ¡Ya deja de decir esas cosas!
—Entonces, ¿por qué más se hablarían?
La chica vio enojada cómo su castaño estaba riendo, él nunca se había reído con Paola. Eso le llenó de rabia y celos.
—¡UuuuuuuuuUUUUUUUUUCCCH! Zorra, ¡la odio!
—Ahí vas de nuevo —suspiró María.
—¡¿LO VISTE?! ¡¿LO VISTE?! ¡ESTO NO PUEDE SER!
—Eliot no está con nadie, es libre, puede hacer lo que quiera, no sé por qué haces alboroto.
—¡NO ESTOY CELOSA SI ESO PIENSAS!
—Ajá, como tú digas… ¿Sabes? De todos modos creo que con la otra chica tenía más química.
—¡Ya basta! Te dije que no quiero recordarlo, ¡averiguaré yo misma qué es lo que está ocurriendo!
—Igual tenía que llegar el día en el que establara una relación con otra chica más, y tú no puedes hacer nada. Al menos aún sigue igual de atento contigo aunque ya no debería serlo, no como OTRAS PERSONAS —exclamó mirando a Ditmar, que estaba sentado cerca.
—Bueno María —dijo él—, resulta que Jadi no es morbosa, ¡no como ciertas personas! Ella es una buena amiga.
—Yo no soy morbosa, lo que pasa ¡Ditmar Omar! Es que nadie se hubiera resistido a un hombre como ese que estaba ahí.
—Ay no —interrumpió la rubia—, ¡no empiecen a pelear de nuevo!
—¡Ni siquiera Jadi se hubiera resistido! —agregó María.
—¡Claro que sí! ¡Ella no es morbosa y sólo está interesada en Eliot!
—¡Oigan, cállense! —les rogó Jadi, ruborizada.
Vio que Eliot volvía al aula y Paola se fue, Jadi salió del aula sin mirarlo.
—¿Qué le pasa? —preguntó él al verla ignorarlo. Ditmar y María estaban peleando y no le hicieron caso—. Ah, eso pasa. ¡Oigan! ¿Cuántos días llevan así? Ya basta, ¡maduren!
—¡Díselo a María!
—¡Jum!
Ambos salieron del aula enfadados. Eliot suspiró y se sentó.
***
—Contigo quería hablar —dijo Jadi al encontrar a Paola.
—Holaaa.
—¿Qué hay entre tú y Eliot, eh?
—Ah, ya veo que aún no se ha librado de ti. ¡JA!
—¡Oye!
—¿Cuándo aceptarás que él me prefiere a mí? Todos me prefieren a mí, ¡además yo no ando enamorada de otro! —Jadi se sorprendió y bajó un poco la mirada—. Todos en el salón sabían que andabas enamorada de Gabriel, Eliot te ve como amiga, ¿acaso no ves? ¡Eres una egoísta! Él no te merece ni como amiga.
—Deja de criticarme, yo sé que él no estaría contigo de todos modos porque lo conozco, tú no eres su clase de chica…
—Claro, ¿y Jesica sí lo era?
La pequeña rubia sintió el golpe bajo, la miró más molesta aún.
—Calla —dijo casi en susurro.
—¿Te molesta? ¿Te molesta que todo el mundo lo sepa? Qué pena por ti, nena. Él prefirió estar con una chica como ella, mucho más centrada, madura y sexual que tú.
—¡OYE! ¡YA ME HARTÉ DE OIR ESTO, NO ME CAMBIES DE TEMA!
—Pues acéptalo, las cosas cambian, porque Eliot sí es mi novio, ¿ok? Y sí, ¡ya pasó lo que estás suponiendo también!
—No… N...No ¡¿por qué?! —Estaba pasmada—. ¡No! No puede. Tú eres una tonta, no puede…
—No te queda más que aceptarlo, lo peor es que eres tan egoísta que a pesar de que sólo es tu amigo te pones posesiva con él, ¡no te pases!
—¡Yo no soy posesiva! —se defendió.
—¿Ah sí? ¿Y quién es la que ha venido a preguntar qué es lo que pasa entre nosotros? ¡Dios! Mírate, ni siquiera te lo ha dicho, y ya veo porqué, eres una niña inmadura.
Jadi se sintió muy dolida y enojada, se fue derrotada sin decir más.
Eliot reunió a María y a Ditmar una vez que había sonado el timbre de salida.
—Bien, es suficiente, quiero que hagan las paces ahora mismo —les ordenó.
—Yo me voy —dijo María.
Se empezó a ir, Eliot empujó a Ditmar para que fuera tras ella.
—¡Eliot! —exclamó Jadi mientras se acercaba. Los tres voltearon, Ditmar y María se acercaron un poco para husmear—. Ya me enteré lo de Paola.
—¿Ah sí? —dijo él, nervioso—. Perdón… No te dije, es que… Como que me daba vergüenza. —Se encogió de hombros.
—¡Y claro que deberías! ¡Uch! ¡No puedo creerlo, Eliot!
—Yo tampoco lo creía, pero me ha enseñado bastante, y en verdad sabe hacerlo.
Mary y Ditmar abrieron la boca sorprendidos.
—¿AAAH? —exclamó Jadi, horrorizada—. ¿Cómo me dices eso? ¡No puede ser! ¡No puedo creerlo!
Se fue corriendo, Eliot se quedó pensativo. ¿Tan malo era que la chica le enseñara historia? Volteó y vio que María y Ditmar habían estado espiando cerca.
—¿Y? —les preguntó—. ¿Ya se amistaron? —Ambos se fueron corriendo también—. ¿Pero qué les pasa a todos hoy?
Se fue tras ellos, los jaló a la mala y los llevó para su casa.
***
Jadi estaba sentada en su cama, rabiando como de costumbre. ¡¿Por qué le dolía tanto?! Paola tenía razón, era egoísta, ¡pero no entendía porqué! ¿Por qué sin darse cuenta se hizo posesiva con él? Aún recordaba cuando en el colegio era un buen chico, y ahora le decía así sin más que la loca pelinegra sabía hacerlo, ¡buaj! Era su amigo pero, ¡¿acaso era mucho pedir que fuera sólo suyo?!
Se empezó a golpear la cabeza contra su almohada.
—¡Tonta! ¡Tonta! ¡Tonta! ¡Tonta!
Se echó en su cama y abrazó su almohada, cerró los ojos y un par de lágrimas corrieron por sus mejillas. Después su rostro cambio. Se puso de pie, se miró decidida en el espejo y salió.
***
—¿Saben por qué los traje? —les preguntó Eliot a los dos chicos.
—Tengo que estudiar —renegó Ditmar.
—Yo también —dijo María entre dientes.
—¡Escúchense! ¡No puede ser que por una tontería así están a punto de romper!
—No es UNA tontería, son MUCHAS mañas —se quejó el chico.
—¡Todos los hombres son exagerados y más morbosos así que no digas nada! —se defendió ella.
Tocaron la puerta, Eliot abrió y se sorprendió al ver a Jadi frente a él con cierta tristeza en el rostro. Entró y cerró la puerta.
—Yo… Quería pedirte perdón —dijo.
—¿Ah?
—Por cómo actué hoy, es que… Es difícil para mí.
—¿Tan difícil es aceptar que Paola sea mi tutora? ¿Te da celos que me enseñe?
—Es que… Espera ¡¿QUÉ?!
—¡¿Que no estás con ella?! —exclamó María.
—¡¿Qué?! ¡¿De dónde sacaron eso?! Claro que no.
—Pero, pero, pero, ¡ella me dijo! —reclamó Jadi.
—¡Eso lo explica! —renegó Eliot—. No puedo creer que haya dicho que estoy con ella.
—¡Le voy a romper esa bocota que tiene!
—Jadi, relájate, no empieces de nuevo con tus celos —murmuró María sonriente.
—¡NO ESTOY CELOSA! ¡Ya basta! ¡Voy a robarte comida, Eliot! ¡De todos modos no me importaba si estuvieras con ella o no!
Se fue enojadísima a la cocina.
—Huy, si la hubieras visto, lo enojada que estaba —le dijo María a Eliot.
Él la miró mientras se iba a la cocina, sonrió un poco.
Jadi se encontraba rebuscando en el refrigerador.
—¡Se pasa! —rabiaba—. ¡¿Cómo se le ocurre?!…
Cogió un yogurt, tomó un trago, respiró hondo y sonrió con alivio.
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