21: Esto no está bien

Los chicos escucharon el alboroto afuera de las aulas. Salieron y Jesica los siguió. Se encontraron con la escena, unos alumnos estaban apoyando el panel en la pared de nuevo, María estaba arrodillada al lado de Jadi que estaba en el suelo.

No podía creer que los dos amigos del odioso rubio estaban ahí. Jadi parecía adolorida mientras su amiga la ayudaba. Al verla así, le entró mucha rabia.

—¡Ustedes! —les llamó la atención a los dos. Levantó a Ramírez del cuello de su camisa y lo puso contra la pared—. ¡¿Qué le hiciste, infeliz?! ¡HABLA!

—N… Na… Nada.

Rodríguez quiso huir pero Ditmar lo detuvo y lo aventó contra el suelo.

—¡Tú no te vas a ninguna parte!

—¡Eliot! —lo detuvo Jadi. Él volteó a verla—. El panel se cayó sólo, ellos sólo estaban molestando, no tienes que defenderme.

—¡Jadi! —la calló su amiga—. Te trató con brusquedad, yo vi cómo te puso contra la pared, ¡así que sigue Eliot!

Jesica miraba estupefacta cómo Eliot defendía a Jadi. El castaño volvió a mirar a Ramírez muy enojado haciendo que se asustara.

—Si vuelves a tocarla haré que te arrepientas. ¡¿Escuchaste?! —le amenazó.

—S…S…

—¡Habla!

—¡Sí! ¡Sí!

Lo soltó y este salió corriendo junto con Rodríguez, todos los alumnos estaban indignados por el comportamiento de esos dos, pero felices de que los hubieran puesto en su lugar. Eliot se acercó a Jadi.

—¿Estás bien?

—Sí, pero algo se metió a mi ojo, sólo eso… —se excusó ella al saber que había visto sus lágrimas.

Eliot le limpió las lágrimas y la alzó para llevarla a enfermería. Jesica lo empezó a seguir con los demás. Jadi miraba a otro lado con nostalgia, recordando la primera vez que él la defendió, la delicadeza con la que le acarició el rostro.

—No tienes que ayudarme —murmuró—, estoy bien sola.

—Creí haberte dicho una vez que nunca te dejaría sola —le recordó él.

Jesica, al oír eso, se detuvo y miró al suelo. Ditmar se dio cuenta y se le acercó.

—¿Todo está bien?

—Me preguntaba… Si alguna vez hubo algo entre Eliot y Jadi —quiso saber ella.

—¿Eh? No… Bueno… No ciertamente. —Se hizo un lío para responder—. Digamos que hipotéticamente…

—Solo dilo.

—Algo… Pero Eliot te quiere, lo sé… No te preocupes —logró hablar al fin.

Le puso la mano en el hombro y regresó a su aula con María, Jesica se quedó pensando. Por otro lado, Jadi estaba en una camilla y Eliot a su lado, ella no lo miraba a los ojos.

—Iré por agua oxigenada —anunció la enfermera—, tienes suerte de que ese panel no pesara tanto. —Se fue.

—Te curaré yo mientras no está —dijo el castaño casi en susurro.

—Eliot, eres un tonto —murmuró la rubia, haciendo que se sorprendiera.

—¿Y ahora por qué? —preguntó con extrañeza.

La chica tensó los labios con frustración. ¿Qué no se daba cuenta? Era posible que Jesica al ver eso se hubiera sentido mal. Los hombres eran tontos en verdad.

Él se sentía muy enojado ya que esos dos la habían lastimado otra vez. Le tomó la mano. Jesica estaba mirando por la ventana y al ver eso se retiró a un lado, pensó unos segundos y se fue.

Jadi retiró su mano casi enseguida.

—¿Qué haces? Loco —se quejó.

—Ah… Lo siento… Déjame curarte —insistió.

—¡No! Es sólo un raspón.

—¡Bien! —exclamó la enfermera al entrar—. Ya tengo todo listo, ahora sí, podrás ver a tu amiga más tarde. Deja que la cure yo, soy una experta.

—Bueno, te veo más tarde —dijo con desánimo.

Jadi no le dirigió la vista hasta que se fue. Ya a la salida estaba mejor, aunque algo triste por lo que le habían dicho esos dos. Le fastidiaba que Gabriel no se hubiera acordado de ella, y que la reemplazara con tanta facilidad con otras, se sentía descartable.

—¡Oigan! —los llamó Jesica, se acercó a los cuatro—. ¿Y mañana van a salir?

—Sí, hoy de hecho, es cumpleaños de Jadi —le contó Ditmar.

—Sí, vamos a pasar la tarde juntos —dijo Eliot, miró a su pequeña rubia que apenas hablaba—. ¿Verdad?

—Sí —respondió ella de forma seria.

Aún estaba desanimada, Eliot se había dado cuenta y quería saber por qué. De todos modos invitó a Jesica y quedaron para la tarde en “Mega plaza”. El castaño insistió en acompañar a Jadi a su casa, ella aceptó a regañadientes y estuvo en silencio. Cuando llegaron la detuvo en la puerta.

—Muy bien, ¿qué sucede, por qué estás triste? —quiso saber.

—Es que…

—Sabes que puedes contarme lo que sea.

Jadi, sin darse cuenta, lo abrazó y empezó a llorar en silencio. Él no podía creer que su muñeca salvaje estaba llorando, la apretó fuerte y suspiró con enfado, ya sabía que aquellos dos locos le habían dicho algo.

—hey, no debes llorar, menos hoy —la consoló.

—Lo siento, es que… —sollozó ella—. Ellos me dijeron algo…

—¿Qué pasó?

—Me dijeron… Que Gabriel no se acuerda de mí, y que siempre sale con mujeres despampanantes… Me sentí mal.

Eliot se sintió muy enojado por eso. Ni siquiera estaba presente, no lo habían visto hacía tiempo, pero de todos modos Gabriel ya era motivo del sufrimiento de ella y ella aún sentía algo por él. Eso le hizo una especie de nudo por el pecho, otra vez esos tontos celos. Pero no debía hacer más que ser un buen amigo, así como le había prometido.

—Te aseguro que es mentira… Sería demasiado imbécil si hace eso, y más a una chica como tú.

—No. Es cierto porque… —Se limpió las lágrimas—. Porque una vez Paola me insinuó algo parecido. ¿Recuerdas?

—Um… Descuida, no creo que haya sido verdad, olvídalo, este día es tu día.

—Ah… Mi mamá no va a estar hasta la noche, no le pedí dinero para más tarde así que no podré ir.

—¿Qué? No te preocupes por eso, yo te invito todo hoy, pídeme lo que quieras ¿Sí?

Ella lo miró con una leve sonrisa.

—¿Sí?

—Eso es, sigue sonriendo —dijo él, sonriente.

La rubia se ruborizó y dejó de sonreír nuevamente, se dio cuenta de que aún estaba entre sus brazos y se separó, miró a otro lado. No podía ser y al mismo tiempo sí quería.

—Estás saliendo con otra, y se sentirá incómoda con eso. Tonto —renegó.

Eliot reaccionó.

—Oh… Bueno… Eh…

—No importa… —le interrumpió ella—. No quiero… Pero no importa, con tal de que no me dejes sola.

Trataría de dejar ese asunto de lado, después de todo hacía tiempo que no sentía su cálido cuerpo en uno de sus abrazos. Quería ser la única en poder sentir eso, pero no lo era, y le enfermaba pensar en eso.

Sin querer, él se sobrepasaba con los abrazos, ¿la incomodaba? No sabía si estaba bien consentirla así. Estaba de novio con otra chica. Lamentablemente su cuerpo le pedía besar los pequeños labios rosas de su muñeca salvaje aunque sea una vez más.

—¡Ah! —exclamó Jadi, haciéndolo sobresaltar—. Casi lo olvido, voy a abrir mi regalo.

Él sonrió y entraron a su casa. Jadi sacó el regalo de su mochila, se sentaron en el sofá y lo abrió, era una caja de chocolates.

—¡Los amo!

Eliot rió.

—Y ahí en el aula María te los iba a quitar —dijo entre risas.

—JA, Sí.

—¿Y qué te dieron tus padres?

—Aaah, chismoso —le recriminó ella sonriéndole y haciendo que volviera a reír, lo cual le gustó mucho—. Un celular nuevo. Claro que conservo mi número.

—¿Un celular otra vez? —preguntó confundido y ella rió un poco.

—Creo que mis padres tienen un complejo. —Se puso algo seria—. Em… Gracias.

—Me quedaría contigo… Pero tengo que ir a mi casa.

—Normal…

—Paso por ti de todos modos —agregó, poniéndose de pie.

—Bien, toma. —Se puso de pie también.

Le dio un chocolate en la boca, haciéndolo sorprender. Ella le sonrió con timidez al sentir sus labios con la punta de sus dedos, él también le sonrió. Quedaron mirándose, sacudió un poco la cabeza y se fue.

Llegó a su casa.

—Hijo, hueles a chocolate —murmuró su padre.

—Sí, comí uno. —Se dispuso a ir a su habitación—. ¡Papá! —exclamó volviéndose a verlo.

—Dime.

—Verás… Hoy voy a salir... Y…

—Ya sé, ya sé, ¡el “money”! —Rió.

—Gracias papá, ¡eres grande!

Subió a su habitación.

—Está feliz —dijo su mamá a su esposo una vez que su hijo desapareció de su vista.

—Sí.

—Me da tanta pena cuando llega triste…

—¿Um?

—Si lo vieras cuando llega así… Se te van hasta las ganas de comer.

—Tú también me hacías unas buenas —la acusó.

—¡Oye! —exclamó la señora, ofendida.

***

Sonó el celular de Jadi.

—Hola —respondió de mala gana.

—Hola…

—Gabriel —murmuró sorprendida.

—Feliz cumpleaños —se aclaró la garganta—, disculpa que no estoy por ahí. Ahora estoy en otra ciudad con mi papá, espero que la pases bien pues.

—Gracias —dijo ella casi en un susurro.

—Bien… Chau.

La chica se sintió feliz al recibir esa llamada, al saber que no se había olvidado. Llegó la hora, Eliot fue a verla y ella salió contenta a darle encuentro.

—¿Sabes? Me llamó, sí se acordó —le contó.

Eliot se sintió celoso, pero al verla tan feliz no le importó.

—Qué bueno —sonrió un poco—, ¿ya ves? Y tú quejándote.

Fueron al Mega plaza, ahí se encontraron a María, Ditmar y Jesica. La siguieron pasando bien, entre risas y todo. Jesica notó que Eliot le prestaba una atención especial a Jadi, le sonreía diferente, la miraba más al hablar. Era muy evidente.

La acompañaron luego a su casa, al llegar se dieron cuenta de que su familia estaba reunida.

—¡Hola, sobrina, feliz cumpleaños! Te nos has escapado toda la tarde —le recriminó un tío.

Jadi rió al verlos ahí y les presentó a sus amigos.

—Pasen, pasen —les invitó su madre—. Estamos aquí en una pequeña reunión sin la cumpleañera.

Pasaron. Sus padres habían contratado mozos y barman, la gran mesa del comedor estaba llena de platos y todo un festín. Eliot quedó pasmado al ver todo eso. ¿“Pequeña reunión”?

Jesica estaba asombrada con el lujo y tamaño de la casa. Estuvieron un rato ahí entre conversaciones y algo de comida, hasta que ya tuvieron que irse. Ditmar y María se despidieron de Jadi.

—Bien, yo también me voy —dijo Eliot.

—Voy adelantándome, Eliot —le dijo Jesica de pronto—. Nos vemos mañana.

Él aceptó confundido. Jadi escuchó eso y no pudo evitar sentirse triste, recordaba que su castaño tenía esa relación especial con otra chica. Por su lado Jesica también se iba triste, era obvio que ella no era la más especial. Después de un rato Jadi acompañó a Eliot a la puerta.

—Gracias por todo, la pasé de maravilla… Como nunca antes, en serio.

—Qué bueno —le respondió él sonriéndole.

Ella se le acercó para despedirse con un beso en la mejilla pero fue muy de frente y sin querer se lo dio en la comisura de los labios, se separaron casi de golpe y se miraron un poco asustados.

—Perdón —dijo nerviosa—, creo que te di… Algo así como un “medio” beso, fue… d… de casualidad.

—Sí… —murmuró él—. No te preocupes, cuídate ¿sí? Nos vemos.

Se fue y ella quedó viéndolo.  ¿Por qué no hizo nada? No, ya debía dejar de pensar en que quizá él sentía algo más que amistad por ella, ¡era tan tonta! Estába de novio con otra, no con ella, y eso era por obvias razones.

Una vez que estuvo lejos, Eliot empezó a correr. Se sintió muy raro, su corazón palpitaba fuerte, los recuerdos de los dos besos que le había dado habían cruzado por su mente otra vez. Su simple gusto por la rubia ya estaba empezando a ser algo más, y se suponía que eso no debía pasar. Moría por abrazarla, enterrar su nariz por sus cabellos y besarla. Había estado con Jesica creyendo que la olvidaría, y al principio había parecido funcionar, pero nada. Quizá debía concentrarse más en su actual novia que seguir pensando el la pequeña chica.

***

—Hija —le habló a Jadi su madre.

—¡MAMÁ! —saltó ella asustada.

—Aaah… ¿Qué fue eso? —quiso saber.

—Nada —respondió incomoda—. ¡¿Por qué me espías?!

—¿Qué tiene de malo? Está bien… Me parece buen chico.

—No —negó nerviosa—… No estoy con él... Está con alguien más —murmuró con tristeza.

—Pero he visto cómo te mira y cómo te sonríe…

—Su sonrisa es así de bonita y punto, ¡jamás se fijará en mí, eso no pasará! —renegó tratando de desfogar su tristeza.

Se fue a su habitación corriendo, su mamá quedó algo preocupada y asustada pero al rato subió tras ella. La encontró echada de costado en su cama, dándole la espalda.

—No estés triste —le dijo con voz suave—, me he fijado y en verdad creí detectar algo, quizá me equivoqué. Pero sí te digo con certeza que te quiere mucho, aunque sea como amiga.

—Lo sé, lo siento… Me alteré, está bien, así debe ser. —Sintió que su madre salió y cerró los ojos.

Debía olvidarse de él. Lo había molestado mucho cuando entró al colegio, ¿quién querría a alguien así? A veces tenía miedo de que notara que le gustaba, con tantas escenas de celos que le hacía. Además el asunto con Gabriel no había sido cerrado.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top