2: Parecido a mí
Eliot dejó de tirar de su mochila.
—Ya me harté, el sol ya se está ocultando y mi mamá debe estar preocupada.
—¡No veo por qué preocuparse de que se roben una cosa tan fea como tú! —se burló la rubia.
—¡Adiós!
—¡DAME MI ROPA!
—¡Ya te dije que...! —Frunció el ceño—. Espera...
Abrió su mochila y sacó el uniforme que encontró. Jadi lo reconoció enseguida.
—¡Me las pagarás!
—Ya dije que no fui yo, lo encontré entre unas plantas.
Ella se sorprendió un poco, tomó su uniforme y se cubrió rápido. Eliot reaccionó también y le dio la espalda.
—Disculpa, no miré nada aún, si te hace sentir mejor.
—¡Más te vale!
Él sonrió un poco y esperó a que la muñeca salvaje se vistiera. La vio partir ya lista y la siguió. Se dirigieron a la puerta, Eliot se acercó a paso ligero para comprobar que efectivamente, lo que estaba viendo era un candado.
—¡No! ¡No puede ser! —exclamó mientras sacudía la reja.
—¡¿Qué haces?! ¡Pareces loco!
—¡Ya cerraron!
—¡¿QUÉ?! —Sacudió la reja—. ¡HOY DEBO JUGAR PLAY STATION!
—¿Sólo te importa tu embrutecedor juego? Es tu culpa, no debí ir a buscarte.
—¿Quién te manda a buscarme? ¡No soy tu amiga! Ven, hay que buscar al vigilante.
—Espérame...
Los dos empezaron a recorrer el colegio sin encontrar a nadie. Eliot no se acostumbraba aún a lo grande y lujoso que era. Nada comparado a su antiguo colegio nacional. Eso le asqueaba, pues sus antiguos amigos eran mejores que las personas de este.
—Hay que parar un rato...
—¡Pero qué débil! —le gritó ella.
—Oye, no sabes tratar a las personas, ¿qué te crees? Eres tan desconsiderada y mal educada... —Unos arbustos sonaron—. ¿Qué fue eso?
—¡No ha sido nada! ¡Ya estás más loco que hace un rato!
—Sí, hay algo... —Salió una ardilla corriendo haciéndolos brincar del susto—. ¡Bah! Sólo era eso...
—¡TONTA ARDILLA, CASI ME DA INFARTO! —chilló Jadi, histérica.
Eliot rió en silencio. Más le había asustado ella gritando. Se fueron a una banca que estaba cerca. El cielo ya empezaba a oscurecer, Jadi se frotó los brazos un poco.
—¿Tienes frío?
—¿Te importa?
Él sacó su suéter de su mochila y la cubrió, ella miró a un costado algo perturbada. Parecía no estar acostumbrada a esa clase de gestos.
—... Gracias... ¿Tú no tienes frío?
—No... no mucho... —Suspiró. Dudó unos segundos, mirándola de reojo, hasta que se atrevió a preguntar—. ¿Por qué nos llevamos mal?
—Por tu torpeza de chocar conmigo —respondió ella sin mirarlo siquiera.
El castaño frunció el ceño y le tomó el rostro para hacerla mirarle a los ojos.
—¿No será porque me parezco a Gabriel? ¿Ah? ¿Es por eso que me detestas? —La chica trataba de mirar a los costados—. No evites mi mirada.
Ella se ruborizó mucho por el contacto visual. Parecía una niña enojada a punto de reclamar. Pero no dejaría que la controlaran, le tomó el antebrazo haciendo que la soltara, sin embargo no retiró su vista de la de él. Estaban muy cerca, y los recuerdos no tardaron en llegar.
—No... —murmuró apenas—, no es eso...
Lo quedó mirando de una forma muy profunda, rara, se le empezó a acercar. En ese momento Eliot se paralizó, se vio reflejado en sus ojos verdes, muchas emociones corrieron por él, hasta el corazón se le aceleró, pero algo no estaba bien. Se alejó y se puso de pie casi de golpe.
—¡¿Qué planeas?! —le preguntó—. ¡¿Qué intentabas hacer?!
—¡Yo no he hecho nada!
No se le ocurrió otra cosa más que irse. Mientras caminaba iba pensando. Palpó sus mejillas y chasqueó los dientes. Se había ruborizado por culpa de ella. Iba a besarlo, estaba seguro. Primero decía que no le agradaba y ahora hacía eso. Nunca una chica lo había mirado así. Había sido intenso.
Pero no, esa mirada no era para él, de seguro era para Gabriel. Sí, si él se le parecía, lo había visto reflejado de algún modo. Un extraño sentimiento se le acumuló en el pecho.
En eso escuchó un ruido, alguien venía siguiendolo. Volteó y vio a Jadi.
—¿Qué quieres? —preguntó indiferente.
—Es que... te tardaste, y quería saber si todo está bien.
—Todo está bien. Ya te puedes ir. —Su mal humor era evidente.
—¿Por qué estás molesto?
—No me pasa nada, ¿entendiste? —Empezó a llover, él agachó la cabeza y dio un profundo respiro—. Justo lo que faltaba. Hay que refugiarnos en algún... —alzó la vista y quedó sorprendido— lugar...
La lluvia había hecho que la ropa de Jadi se pegara a su cuerpo. Se notaba su sujetador debajo de la blusa empapada. Ella se dio cuenta de lo que él estaba mirando y estalló.
—¡¿QUÉ HACES?! ¡DEJA DE MIRARME, DEGENERADOOO!
—¡Oye! ¡No quise hacerlo! ¡Además no me pareces nada atractiva!
—¡¿CÓMO TE ATREVES?!
Justo que ella estaba a punto de darle su merecido apareció el vigilante.
—¡¿Qué hacen aquí?!
Ambos se pusieron felices.
—¡Nos salvamos!
—¡Siiiiiiii!
El vigilante los botó, les abrieron la puerta y salieron del colegio. Ella le devolvió el sueter y se miraron un par de segundos hasta que reaccionaron.
—Bueno, hasta mañana.
—Adiós.
***
Al día siguiente en clases, Eliot no podía sacarse de la cabeza la imagen de Jadi acercándosele. Sabía que iba a besarlo. Era el colmo, no podía dejar de pensar en eso, no entendía por qué. Sus ojos de verde intenso, sus mejillas blancas con ese leve rubor por el enojo, y hasta sus labios bonitos y rosados. El colmo. Si había hecho eso solo para jugar con él, no se lo perdonaría.
—¿Entonces, qué me dice usted? —le preguntó el profesor.
Él reaccionó, el profesor y sus compañeros lo estaban mirando. Rebuscó en el libro que tenía en su escritorio pero no halló nada, ni una pista de lo que podría decir. Su mente había estado en otro lugar. Cerró el libro y resopló, listo para escuchar otro sermón.
—¡Si no va a estar atento, salga del salón!
No le quedó otra opción que salir al pasillo, bajo todas las miradas y burlas silenciosas de sus compañeros, no le importó, así podía pensar mejor. Pensar en la muñeca salvaje. ¿Era que le gustaba? ¡No! ¡Imposible! Si paraban peleando.
Una muchacha de cabello largo oscuro y tez muy blanca se le acercó. Le preguntó por el salón cinco y él le indicó que era ese de forma indiferente.
—Gracias, soy Paola, mucho gusto.
—Sí... igualmente.
—Espero verte pronto, adiós
Paola volteó a mirarlo antes de entrar, pero él no lo notó. A la hora de recreo Eliot invitó a Paola a sentarse con ellos ya que recién se había integrado al colegio. Mientras tanto a los lejos, una rubia muy alterada los vigilaba.
—¡Mary! ¡¿Quién es esa?! —rabiaba Jadi.
—Ah... la chica nueva, ¿por qué?
—¡Porque está hablando con Eliot!
—Ah ya veo, temes que te lo quite...
—¡¿QUÉ COSA DICES?! ¡Claro que no!
—No me digas que no, después de lo calentitos que estaban ayer.
—¡YA TE EXPLIQUÉ LO QUE PASÓ! ¡DEJA DE SER MAL PENSADA!
—¡Seh! Lo que tú digas, yo de ti no dejaría que me lo quiten, está guapo.
—¡Ya basta! ¡Es feo y te demostraré que él no me importa en lo absoluto!
Se puso de pie hecha una furia, dejando la lonchera de un niño a su costado, y se dirigió a donde estaban los chicos. Cuando estuvo cerca, cruzó los brazos y sonrió de lado.
—¡Vaya! Miren a quién tenemos aquí, ¡al feo del año!
María se dio un palmazo en la frente al ver que Jadi sólo se podía acercar a Eliot con insultos.
—Ya se me hacía raro que hoy no molestaras —respondió él.
—¡Yo no pierdo el tiempo fastidiando a feos pobres como tú!
—¡Oye! —intervino Paola—. ¡Deja de fastidiarlo!
—Ya no discutan, niñas —murmuró Eliot.
—Eso díselo a tu "amiguita" patas de rana —se defendió Jadi.
Paola se molestó más.
—¡Eres una zorra mal educada!
—¡¿QUÉ?!
—¡Qué! ¡¿No entiendes?! ¡Eres tan bruta!
—¡HORRIBLE! ¡FEA! ¡DEFORME!
Los alumnos las rodearon.
—¡PELEA! ¡PELEA! ¡PELEA!
—¡Genial! ¡Quítense la ropa! —gritó uno.
Eliot se preocupó, la cosa parecía ir en serio.
—¡Oigan! —intentó detenerlas.
—¡No vuelvas a molestar a mi novio! —exclamó Paola en la cara de Jadi.
Todos quedaron en silencio, con la boca abierta. Ditmar miró a Eliot y él negó enseguida. Jadi no pudo ocultar su furia repentina.
—¡AHORA SÍ TE ROMPO ESA BOCOTA QUE TIENES! —amenazó a Paola.
El director apareció de entre la mancha de alumnos.
—¡¿QUÉ PASA?! ¡A MI OFICINA!
***
—¡Me decepcionan! —parloteaba el director. Jadi resopló y Paola estaba al borde del llanto—. Usted, señorita Jadi... ya no, ya me acostumbré, ¡¿pero la señorita Paola?! ¡Es nueva y ya está armando líos!
Luego del problema, y la anotación en las agendas para que firmaran las padres, Paola buscó al castaño que la había tratado bien. Le sorprendía la cantidad de chicos atractivos en el colegio, pero él era especial, lamentablemente una loca rubia lo perseguía.
—Eliot... Lo siento, no quise hacer líos, ¡sólo que me enfureció que esa tipa te fastidiara!
—Sí, bueno. La próxima vez no discutas con ella, no te bajes a su nivel, yo mismo le daré su merecido. ¡¿Escuchaste, Jadi?! —preguntó mirando hacia atrás.
Jadi salió sorprendida de su escondite.
—¡¿Nos estabas espiando?! —le reclamó Paola, ofendida.
—Bueno... este... ¡Eso no les importa!
Dio media vuelta y se fue corriendo. Eliot se encogió de hombros y continuó con lo suyo como si nada. Paola quedó perpleja, esa rubia era una loca suelta.
***
De noche ya, Eliot había ido a una tienda a comprar algunos útiles, habían pasado unas semanas, se acercaba el aniversario del colegio. Le pidió cartulina al señor que atendía.
Jadi caminaba furiosa por las calles. Eliot ya no le dirigía la palabra desde que se había peleado con la fea de Paola. Iba a tener que pedir disculpas para poder tener su dosis de miradas de odio con el castaño otra vez. Eso la enfurecía, su orgullo por los suelos.
Tocó una puerta y salió la madre de Eliot.
—¿Sí?
—¿Está su hijo? —preguntó a regañadientes sin saludar siquiera.
—No, ha salido a comprar a la tienda que está acá a un par de calles...
—Está bien —Se alejó sin más, dejando a la señora algo confundida.
¡Genial! Ya había perdido su valioso tiempo, no le quedaba de otra, ahora debía ir a buscarlo a la tienda.
Estaba Eliot esperando a que le dieran sus materiales cuando notó que a su lado había alguien, era un poco más blanco que él, y rubio. Para no ser descortés no volteó a verlo por completo.
—Toma —dijo el señor dándole los materiales.
—Eh... esto no es lo que pedí...
—Oh lo siento, son del otro muchacho, es que me confunden...
En ese momento volteó y el que estaba a su lado lo estaba mirando de forma fría y abrumadora. Tomó sus cosas y se fue sin decir nada. Eliot sintió curiosidad y lo siguió.
Estando una cuadra lejos de la tienda, el chico volteó y se le acercó. Eliot se sintió inmóvil, se le parecía tanto... Acaso era...
—¡¿Gabriel?! —exclamó Jadi por detrás.
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