Como sacar un plotter

https://youtu.be/OoWLw4xyINg


Giménez estaba sentado en la cama de Julia y Cádiz Decry lo observaba desde su silla.

Prestó atención a esa cama. Era una cama de diseño para un colchón King size.

Decir esto y sentir una súbita excitación fue todo en uno. Si Julia la había diseñado seguramente tuvo la posibilidad de diseñar un escondite.

Le transmitió sus especulaciones a su amigo y este asintió. Se había acostumbrado a que lo sorprendiera con avances que no tenía muy en claro a donde lo llevaban pero confiaba ciegamente en que llegarían a resolver el lance.

No es un caso común. Hay un culpable confeso y pruebas apabullantes en su contra.

Que hacer sino franquear con su guía los enigmas que se le presentaban como designios de un aquelarre de la Salamanca dirigidos a perjudicarlos.

El chivo maloliente, el culebrón peludo y el basilisco criollo los guardianes de aquella recibieron las maldiciones del comisario.

Un atisbo de los mitos de su Santiago del Estero natal todavía tenían gran resonancia en una mente brillante y pulida como la de Firmo Argentino Giménez.

La cabecera era ampulosa, excedía los límites de la cama, hasta la mitad, en la parte que ubicaban las almohadas era lisa, de allí para arriba reproducían en la escala del espacio el cuadro del pintor holandés Piet Mondrian, Broadway Boogie Woogie.

Allí no había qué buscar. Prestó atención a los barrales laterales de la cama. Ambos eran anchos y enfatizaban con gran elegancia el conjunto de colchón y almohadas. No pudo contener la idea, "es un altar".

Los barrales estaban ploteados con imágenes del andar de Julia por el mundo. Imágenes de lugares y cosas, no de personas.

Imaginó a una Julia niña adolescente, descubriendo su sexualidad tabú para una ciudad pueblerina y justificó que esa personalidad se formara cerrada sobre su vida privada.

Poco a poco cayó en la cuenta que había algo que no encajaba.

Meditó un buen momento mientras con su silla se trasladaba alrededor de la cama en la que aún permanecía sentado Giménez que lo observaba sin interrumpirlo.

"Seguramente hará un descubrimiento".

Con el gesto que le era habitual, se golpeó la frente. La réplica de Mondrian estaba pintada. Los barrales ploteados.

Los amigos conocían perfectamente cómo sacar un plotter.

Uno por policía el otro por arquitecto había tenido contacto con esa forma de ornamentación aun cuando fuera por motivos distintos.

Se pusieron mano a la obra. En el primer barral, el que daba hacia la pared opuesta a la puerta del cuarto, no encontraron más que la madera de teca al descubierto.

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