Día 17 | OuterStave.

Un largo bostezo es lo que escapó de su boca apenas abrió los ojos, había tomado una pequeña siesta después de haber trabajado en su turno de noche, era necesario para poder estar despierto el resto del día y no caer dormido cuando podía estar con su preciada familia, aunque eso era cuando llegaran de la escuela.

Miró a su alrededor para ver si no se había dormido en pleno sofá, por lo menos estaba en la cama pero tapado, haciendo sospechosa la situación. Se talló los ojos, siempre cuando quedaba durmiendo con las almohadas bien puestas y una sábana encima era porque no estaba solo, y descubriría quien no se aparecía todavía en la habitación.

Revisó la hora alzando las cejas al ver que eran las doce y media, solo había descansado cuatro horas, suponía que iba a caer temprano, por lo que mejor era levantarse pronto para no desperdiciar hora, pese que estaba tentado de seguir descansando, sus hijas llegarían a las tres. Se estiró terminando por sentarse en la orilla y ponerse las pantuflas, el ambiente estaba frío pero oscuro, clásico de un día de invierno, una de sus épocas favoritas al poder abrigarse con su ropa favorita.

Abrió las cortinas, observando el cielo opacado por las múltiples nubes, había sido una pena no poder admirar las estrellas desde su puesto de trabajo por los nubarrones, pero se imaginaba a su esposo haciendo pequeños pucheros por tampoco tener la oportunidad de presenciarlo. Sus pensamientos fueron interrumpidos por un ruido de pasos a lo lejos de su cuarto, acordes a lo que pasaba por su mente, su querida pareja.

No recordaba que ese día no tuviera que trabajar, a esa hora siempre estaba solo, llevaban varios años juntos, hasta ya tenían dos bellas niñas que iban a la escuela, Stella y Luna, al paso de los años había logrado fomentar su seguridad en su pareja, lograr que se comportara con total confianza, que no le haría daño jamás.

Se asomó por la puerta, el pasillo limpio con los muebles bien pulidos, le gustaba ese brillo de cada cómoda, y con sus niñas tan responsables daba un especial gusto estar en casa, sentía que solo en aquel lugar podía estar feliz. De ese modo caminó bajando las escaleras, empero el silencio ya le estaba abrumando un poco, ya sabiendo lo que sucedía, alguien se estaba escondiendo.

— Estrellita, sé que estás acá. —Era su única opción, las mochilas de las niñas no estaban en el sofá y no podrían haber llegado tan temprano.

No recibió ninguna respuesta, por lo que siguió buscando con algo de pereza, seguía medio adormilado y los juegos no eran tan habituales, solo cuando habían algunas sorpresas. Consultó su calendario mental pero no había nada en especial, por lo que le tocaba revisar por las otras habitaciones, a menos que estuviera alucinando y de verdad estaría solo.

No fue hasta que volvió al cuarto que compartía con su esposo para encontrar su sorpresa, el de pecas estaba sobre la cama de costado dirección a la entrada, llevaba consigo un chaleco violeta con el tradicional detalle de estrellas que adornaban con tal intensidad que hacían lucir sus ojos, pero esa prenda era especial, tenía cuello pero las mangas estaban cortadas de tal forma que se veían los hombros y toda la extensión de la espalda y un poco más debajo de la columna lumbar, pero tapaba hasta la mitad de sus fémures. Outer estaba anonadado del panorama, si normalmente la ropa ajena siempre era algo provocadora al mostrar el hombro, ahora sí que estaba mostrando más de su encantador cuerpo.

— Te demoras mucho, Outer.

—...No viajo a velocidad luz, pero al parecer tú sí, estrella fugaz.

El menor soltó una risa, pero a diferencia de la divertida, tenía pizcas de seducción, Outer no sabía si acercarse o saber a qué se debía su coquetería, avanzó unos pasos hasta la cama, llevando sus manos hasta la orilla del colchón, Stave se alzó con los brazos acercándose a gatas para estar más cerca de su esposo.

— Solamente hice ruido hacia las escaleras para esperar por el otro lado y escabullirme hasta acá. —Se encogió de hombros sonriendo ladino al revelar su truco— Tonto.

— Bien, me pillaste. —Rió avergonzado, al tener el rostro del de pecas tan cerca no pudo evitar depositar un choque de dientes en su frente— ¿A qué se debe esta sorpresa?

— Nada en especial, se me dio por ponerme esto porque es cómodo, a que mola. —Rodó los ojos ante su beso, se arrodilló con los pies separados.

— Todo lo que uses te ves deslumbrante. —Sinceró, no podía dejar de mirar sus preciosas facciones, su sonrisa, cuencas... Verle con tanta confianza le hacía sentir bien y orgulloso de lograr que todos sus años de esfuerzo tenían frutos.

— Pero tú no. —Le sacó la lengua, miró más allá que el rostro de su enamorado, y tomó de su corbata para tirar un poco— Duermes con la ropa del trabajo, por poco más y duermes con los zapatos.

— ¿Tú me tapaste?

— El vecino.

— Entonces tengo que ir agradecerle a ese vecino, ha sido muy amable.

— Claro, ve y agradece también que se haya puesto un traje provocativo para ti.

— Lo haré, pero mis agradecimientos serán mucho más diferentes... Porque gracias a él aunque el cielo esté nublado siento que estoy mucho más cerca de ver estrellas. —Stave seguía tomando su corbata sin dejarle erguirse, pero tampoco quería hacerlo, la tentación era mayor, su cuello expuesto solo le hizo acercarse allí para dar suaves besos, sacándole suspiros y escalofríos al de pecas.

— Me compadezco del vecino que no te entenderá si dices eso. —Sonriente ladeó la cabeza, quitando el nudo de la corbata para comenzar a desabotonar los primeros botones de su camisa, pero no pudo continuar cuando el mayor lo tomó desde la pelvis para poder ponerse encima con una rodilla en el colchón y el otro aún de pie, solo pudo reír algo entorpecido, para unirse juntos en un suave beso.

Pese a que estaba más confiado con su pareja, aún necesitaba seguir con bastantes juegos previos, desde lo más simple hasta lo candente, podía sufrir ataques de pánico al sentir el descontrol de su cuerpo, y era lo menos que quería tras ofrecer su cuerpo como una bienvenida especial que compartirían en su intimidad.

Outer estaba sorprendido, pero no tardaba en seguirle el dulce juego de su amado, por más que Stave tomara la iniciativa en la gran mayoría de las veces era porque no quería jamás obligarlo, solo cuando el otro quería o aceptaba a sus disimuladas indirectas tenían aquel momento de placer, donde iba a esforzarse para que llegara al cielo, Stave era lo más importante en su vida además de sus niñas.

Stave le abrazó por el cuello, arqueando la espalda por las caricias que recibía en su espalda, una de sus partes más sensibles y por ello había dejado descubierto con la ropa especial que consiguió, soltaba quejidos que se ahogaban en sus besos, pero no quería que el mayor fuera quien hiciera la mayoría. Abrazó su cadera con las piernas para entonces hacerle perder el equilibrio y rodar quedando encima.

— ¿No te acabas de despertar? Y volver de trabajar. Déjamelo a mí.

— Nunca dejaré de decirlo... Fomentas mi flojera.

— Quizás. —Se relamió.

Llevó sus manos una cada lado de la cabeza del mayor, apenas iba a comenzar un seductor movimiento de caderas cuando un fuerte ruido se escuchó desde la puerta de entrada.

— ¡YA LLEGAMOS!

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El grito no hacía falta para saber de quién provenía, si no de su hija mayor, Stella. El ruido fue tal que Stave pegó un brinco y se abrazó al otro como si fuera una defensa personal, el susto fue fuerte para ambos, a Outer le costó procesar lo que estaba sucediendo y solo supo rodar junto al otro para quedar encima y tratar de salirse, sabía que su hija amaba despertarlo con sus gritos cuando trabajaba de noche pero no quería que hallaran a los dos en ese estado, mas las sábanas juraron en contra enredándose entre ellas.

Stave no sabía si reír o alarmarse más.

— ¡Los atrapé! —Stella abrió la puerta de la habitación de sus padres, sus ojos se agrandaron al ver la escena, no pudo evitar reírse.

Outer había quedado en el suelo con todas las sábanas excepto la más delgada, mientras Stave quedó sentado contra el respaldo ocultando de ese modo su espalda descubierta con un gran sonrojo en sus pómulos.

La de estrellas azules en sus mejillas se asomó para ver qué era tan gracioso para que su hermana estuviera riendo, se tuvo que volver a ocultar para ocultar también su risa.

— Pá, má, llegamos más temprano porque había reunión de profesores este día.

—...Hey. —Saludó Outer desde el suelo, Stave seguía en shock.

— Stella. —Dijo Luna desde su escondite— Mejor dejarlos solos, creo que le has dado un buen susto.

— ¿En serio? Yo veo que esto es muy normal. —Rió bajito, reculó unos pasos despidiéndose con la mano para volver con su hermana como si nada.

— ¿Crees que mamá compró...?

— Pfft, no creo, seguro tío Blard se lo hizo.

Hablaron hasta que su voz no se escuchaba desde la habitación de los impactados, Outer miró a su pareja después de levantarse y tomar el cubrecama, Stave se tapó el rostro con las manos formando una posición fetal quejándose.

— La próxima vez creo que debería cerrar la puerta con pestillo. —Comentó el mayor, y abrazó al de pecas para calmarlo.

— Esa niña salió de ti... —Bufó.

— Umh, nop, salió de ambos.

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Día 17 | Haciendo algo caliente. 

Yo creo que provocar sí es algo caliente. 

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