Capítulo 9. El eclipse
Las horas pasaron rápidamente después del descubrimiento. El salón se había convertido en un centro de actividad frenética, con libros, papeles y notas esparcidos por todas partes. ___ y los demás trabajaban incansablemente, tratando de descifrar más detalles del mensaje holográfico.
A medida que el sol comenzaba a ponerse, la fatiga empezó a hacer mella en el grupo. ___ se frotó los ojos cansados, mirando el reloj con sorpresa.
—No puedo creer que ya sea tan tarde —murmuró.
Katakuri, notando su cansancio, sugirió:
—Quizás deberíamos tomar un descanso. Hemos estado en esto durante horas.
Cracker se estiró dramáticamente en el sofá.
—Sí, por favor. Mi cerebro se siente como puré.
Lucci, siempre pragmático, asintió.
—Un descanso nos ayudará a volver con una perspectiva fresca.
Smoker, que había estado inusualmente callado, finalmente habló:
—Estoy de acuerdo. Además, necesitamos comer algo.
La mención de comida pareció animar a todos. ___ se levantó, sintiendo sus músculos tensos por haber estado sentada tanto tiempo.
—Bien, veré qué puedo preparar —dijo, dirigiéndose a la cocina.
Mientras ___ buscaba en la nevera, sintió una presencia detrás de ella. Al girarse, se encontró cara a cara con Smoker, quien parecía incómodo.
—Yo... quería disculparme de nuevo por lo de antes —dijo en voz baja—. No era mi intención entrar así.
___ sintió que sus mejillas se calentaban al recordar el incidente.
—Está bien, Smoker. Fue un accidente.
Hubo un momento de silencio incómodo antes de que Smoker añadiera:
—Si quieres, puedo ayudarte con la cena.
___ sonrió, agradecida por el gesto y la oportunidad de superar la incomodidad.
—Claro, sería de gran ayuda.
Mientras ___ y Smoker preparaban la cena, los demás continuaron discutiendo teorías en el salón. La atmósfera se fue relajando gradualmente, el aroma de la comida llenando la casa.
Durante la cena, la conversación fluyó más fácilmente. Cracker incluso hizo algunas bromas que lograron sacar risas a todos, aligerando el ambiente tenso de las últimas horas.
Después de comer, volvieron al salón, pero esta vez con un ambiente más relajado. ___ se sorprendió al darse cuenta de lo natural que se sentía todo, a pesar de la extraña situación en la que se encontraban.
—Saben —dijo de repente, mirando a cada uno de ellos—, pase lo que pase con este hechizo y el cristal, quiero que sepan que estoy agradecida por haberlos conocido.
Los cuatro hombres la miraron con expresiones que iban desde la sorpresa hasta el afecto.
Katakuri fue el primero en responder:
—El sentimiento es mutuo, ___.
Cracker sonrió ampliamente:
—Sí, has hecho que esta aventura interdimensional sea bastante divertida.
Lucci asintió con una pequeña sonrisa:
—Ha sido... una experiencia interesante.
Smoker, aún un poco incómodo pero sincero, añadió:
—Gracias por todo, ___.
Con el corazón lleno, ___ miró al grupo que se había convertido en una parte tan importante de su vida. A pesar de la incertidumbre que les esperaba, en ese momento se sintió agradecida por cada segundo que había pasado con ellos.
—Bien —dijo finalmente, volviendo su atención a los papeles esparcidos—, ¿continuamos?
Con renovada energía, el grupo volvió a sumergirse en su tarea, conscientes de que el tiempo avanzaba inexorablemente hacia el eclipse y el momento de la verdad.
El día del eclipse finalmente llegó. El grupo se reunió en el salón, rodeando el cristal con una mezcla de anticipación y nerviosismo. ___ sostenía el objeto en sus manos, sintiendo su energía pulsante.
—Bien —dijo Katakuri, su voz grave rompiendo el tenso silencio—, es hora.
___ asintió, preparándose para realizar el ritual que habían descifrado. Justo cuando estaba a punto de comenzar, el cristal emitió un destello cegador. Cuando la luz se disipó, todos notaron que el color del cristal había cambiado, pasando de un azul claro a un intenso púrpura.
—¿Qué demo...? —comenzó Smoker, pero se interrumpió al ver a ___.
La joven parpadeó varias veces, como si estuviera saliendo de un trance. Cuando finalmente enfocó su mirada en el grupo, había algo diferente en sus ojos. Una sonrisa pícara se dibujó lentamente en sus labios.
—Vaya, vaya —dijo ___, su voz sorprendentemente seductora—, ¿por qué tan serios, chicos?
Cracker alzó una ceja, sorprendido por el cambio repentino.
—Eh, ___, ¿te sientes bien?
___ se acercó a Cracker, moviendo sus caderas de una manera que nunca antes había hecho.
—Nunca me he sentido mejor, guapo —ronroneó, pasando un dedo por el pecho de Cracker.
Lucci entrecerró los ojos, observando la situación con cautela.
—El cristal debe haber afectado su comportamiento de alguna manera.
Katakuri dio un paso adelante, preocupado.
—___ —dijo con firmeza—, necesitamos concentrarnos en el ritual.
___ se giró hacia Katakuri, su mirada recorriéndolo de arriba a abajo.
—Oh, siempre tan serio, Kata. ¿Por qué no nos divertimos un poco primero? —Se acercó a él, sus ojos brillando con deseo.
Smoker, visiblemente incómodo, trató de intervenir.
—Esto no está bien. Tenemos que...
Pero ___ lo interrumpió, girándose hacia él con una sonrisa traviesa.
—Oh, Smokey, no seas aguafiestas. Siempre he querido ver qué se siente besar a alguien hecho de humo.
La situación estaba rápidamente saliendo de control. ___ parecía haber perdido todas sus inhibiciones, su lado pervertido, normalmente reprimido, ahora completamente desatado.
—Chicos —dijo, mirándolos a todos con una intensidad que los hizo tragar saliva—, ¿qué les parece si dejamos todo esto del ritual para después y nos divertimos un poco? Siempre he fantaseado con tener a los cuatro para mí sola.
Los cuatro hombres se miraron entre sí, una mezcla de shock, confusión y, aunque ninguno lo admitiría, un toque de tentación en sus rostros.
Katakuri, tratando de mantener la compostura, habló:
—___. Este no eres tú. El cristal te está afectando. Necesitamos...
Pero ___ lo silenció colocando un dedo sobre sus labios.
—Shh, Kata. Por una vez, deja de pensar tanto y siente.
Mientras ___ continuaba coqueteando descaradamente con los cuatro, el cristal en su mano seguía brillando con ese intenso color púrpura. La tensión en la habitación era palpable, una mezcla de deseo, confusión y la urgente necesidad de completar el ritual antes de que fuera demasiado tarde.
¿Cómo manejarían esta inesperada situación? ¿Y qué consecuencias tendría este giro de los acontecimientos en su misión y en sus relaciones?
La situación en el salón se volvía cada vez más tensa. ___, bajo la influencia del cristal, continuaba su comportamiento seductor, moviéndose entre los cuatro hombres con una gracia felina que nunca antes había mostrado.
Cracker, siempre el más impulsivo, parecía estar a punto de ceder ante los avances de ___.
—Oye, si ella quiere divertirse un poco, ¿quién soy yo para negarme? —dijo con una sonrisa pícara.
Lucci, sin embargo, mantuvo la cabeza fría.
—No podemos aprovechar esta situación. Ella no está en sus cabales.
Smoker asintió, aunque sus ojos seguían los movimientos de ___ con una mezcla de preocupación y algo más que no quería admitir.
—Tenemos que encontrar una forma de romper el efecto del cristal.
Katakuri, siempre el líder, tomó una decisión.
—Necesitamos quitarle el cristal. Es la única forma de que vuelva a la normalidad.
Pero ___ no estaba dispuesta a cooperar tan fácilmente. Al escuchar las palabras de Katakuri, apretó el cristal contra su pecho.
—Oh, no sean aguafiestas. ¿No quieren saber qué se siente estar con una fan que conoce todos sus... puntos fuertes? —ronroneó, lanzando una mirada sugestiva a cada uno de ellos.
Katakuri dio un paso adelante, su expresión seria.
—___. Sé que estás ahí dentro. Tienes que luchar contra esto.
Por un momento, pareció que las palabras de Katakuri habían tenido efecto. ___ parpadeó, una chispa de reconocimiento en sus ojos. Pero fue solo un instante antes de que la sonrisa seductora volviera a su rostro.
—Vamos, Kata. Sé que quieres esto tanto como yo —dijo, acercándose peligrosamente a él.
Fue en ese momento que Lucci actuó. Con su velocidad felina, se movió detrás de ___ y en un rápido movimiento, intentó arrebatarle el cristal. Pero ___ fue sorprendentemente ágil, esquivando su agarre.
—¡No! —gritó, su voz mezclando deseo y desesperación—. ¡No me lo quiten!
El caos se desató en el salón. ___ corría de un lado a otro, esquivando los intentos de los cuatro hombres de atraparla. Muebles fueron volcados, libros cayeron al suelo, y el aire se llenó de gritos y maldiciones.
En medio del caos, nadie notó que el cielo fuera se oscurecía rápidamente. El eclipse estaba comenzando.
Finalmente, fue Smoker quien logró atrapar a ___. A pesar de no tener sus poderes de humo, sus años de entrenamiento como marine le permitieron alcanzarla y sujetarla firmemente pero con cuidado.
—¡Suéltame! —gritó ___, su voz ahora una mezcla de enojo y miedo.
Katakuri se acercó, su expresión una mezcla de determinación y compasión.
—Lo siento, ___. Pero esto es por tu bien.
Con cuidado pero firmeza, tomó el cristal de las manos de ___. En el momento en que el objeto dejó su piel, ___ jadeó, como si hubiera sido sumergida en agua fría.
El cristal brilló intensamente una vez más antes de volver a su color original. ___ parpadeó varias veces, la niebla de deseo en sus ojos disipándose lentamente.
—¿Qué... qué pasó? —preguntó, confundida y desorientada.
Antes de que alguien pudiera responder, un ruido ensordecedor llenó la habitación. El cristal en las manos de Katakuri comenzó a vibrar violentamente.
—¡El eclipse! —exclamó Lucci, señalando hacia la ventana.
El grupo miró hacia afuera, viendo cómo la luna cubría casi por completo al sol. El momento crucial había llegado.
___, aún aturdida pero recuperando rápidamente la conciencia de la situación, se puso de pie con la ayuda de Smoker.
—Tenemos que completar el ritual. ¡Ahora!
Con el tiempo agotándose y las consecuencias de sus acciones aún por determinar, el grupo se preparó para enfrentar lo que sea que el destino les tuviera preparado.
Con ___ finalmente liberada del influjo del cristal, el grupo se apresuró a prepararse para el ritual. El eclipse estaba en su punto máximo, y una energía extraña parecía vibrar en el aire.
—¿Estás bien? —preguntó Katakuri a ___, su voz llena de preocupación.
___ asintió, aún un poco aturdida.
—Sí, yo... lo siento mucho por todo lo que dije e hice.
—No es momento para disculpas —intervino Lucci, su tono urgente—. Tenemos que completar el ritual ahora.
___ tomó una respiración profunda, centrándose en la tarea que tenían por delante.
—Tienes razón. Vamos allá.
Colocaron el cristal en el centro de un círculo que habían dibujado previamente en el suelo. ___ comenzó a recitar las palabras que habían descifrado del holograma, su voz temblando ligeramente al principio, pero ganando fuerza con cada sílaba.
A medida que el ritual avanzaba, el cristal comenzó a brillar con una intensidad cegadora. Los objetos en la habitación empezaron a flotar, como si la gravedad hubiera dejado de existir.
—¡Está funcionando! —exclamó Cracker, su voz mezclada con asombro y un toque de miedo.
De repente, cinco haces de luz surgieron del cristal, cada uno conectándose con ___ y los cuatro hombres. ___ sintió una energía indescriptible fluyendo a través de ella, y por las expresiones de los demás, supo que estaban experimentando lo mismo.
—¡___! —gritó Smoker por encima del ruido que llenaba la habitación—. ¡Tienes que tomar la decisión ahora!
___ cerró los ojos, su mente un torbellino de pensamientos y emociones. ¿Qué debía hacer? ¿Enviarlos de vuelta a su mundo? ¿Permitirles quedarse? ¿Había otra opción que no estaba considerando?
En ese momento, una voz resonó en su mente, una voz que sonaba como una mezcla de la anciana de la tienda y algo mucho más antiguo y poderoso:
"La elección no es solo tuya, niña. Todos deben decidir."
___ abrió los ojos, mirando a cada uno de los hombres que se habían convertido en una parte tan importante de su vida.
—Chicos —dijo, su voz apenas audible por encima del caos que los rodeaba— tenemos que decidir juntos. ¿Qué es lo que realmente queremos?
Los cuatro la miraron, y en ese momento, pareció que el tiempo se detuvo. Cada uno de ellos tenía que enfrentar sus propios deseos, miedos y responsabilidades.
Katakuri fue el primero en hablar:
—Yo...
Pero antes de que pudiera terminar su frase, una onda de energía emanó del cristal, envolviendo a todos en una luz cegadora. ___ sintió como si estuviera cayendo y volando al mismo tiempo, su conciencia expandiéndose más allá de los límites de su comprensión.
Cuando la luz se disipó y ___ pudo volver a abrir los ojos, se encontró en un lugar que no era ni su mundo ni el mundo de One Piece, sino algo completamente diferente.
La decisión que tomarían a continuación no solo determinaría sus destinos individuales, sino posiblemente el destino de ambos mundos.
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