Capítulo 6. El desastre
—¡¿Qué me estás diciendo?!
—Sí, me equivoqué en los cálculos. Lo siento mucho.
Dos semanas. ¡Dos semanas!
¿Para qué? Para que el eclipse comenzase su curso. Está claro que Kashi calculó mal, como bien dijo. Pero ___ no estaba segura de ello. Muchas dudas surgieron en su cabeza, preguntándose si esto tenía que ver con el hechizo. Deberá leer el libro.
—¡Kashi! —le gritó desde el móvil—. ¡Me lo aseguraste!
—¡Lo sé, caramelo lindo! Pero todo esto es bastante extraño.
Esa noticia llamó su atención.
—¿Qué quieres decir?
—Bueno… he visitado diferentes foros sobre gente experta o fanática como yo —iba hablando, mientras ella escuchaba como hojas moverse de un lado para otro—. Y todos hemos llegado a la misma conclusión: algo está pasando con las estrellas.
—Oye, ve al grano —le exigió.
—Lo que quiero decir es que hoy, por ejemplo, se van a ver las Perseidas. ¡Y es dentro de un mes! Todo se ha adelantado.
—¿Tiene algo que ver con el cambio climático?
—¡No! —exclamó—. Una cosa es lo que está pasando en la Tierra, y otra cosa es el Sistema Solar o la Vía Láctea.
Una gota de sudor resbalaba por la sien de ___. Está claro que tiene que ver con el hechizo que hizo para traer al mundo real a los personajes de One Piece. Se llevó los dedos al puente de su nariz, intentando pensar con claridad.
—Caramelo lindo, ¿estás ahí? —Kashi preguntó con tono de preocupación.
—Tengo que colgar —respondió.
No le dio tiempo a que Kashi dijera algo porque apartó la oreja del teléfono y colgó la llamada. Un suspiro salió de su boca porque no sabía qué hacer. Si se lo dice a los chicos, ellos estarán más que felices.
¿Qué pasará si oculta la verdad?
No quiere ser una mentirosa, pero tampoco quiere perder la gran oportunidad que le dio el universo. Sin embargo, fue directamente a donde estaba el libro para asegurarse de que había leído bien el apartado. ___ es la típica que solo se centra en una cosa, y no en el resto.
Al salir de la habitación caminó hasta el salón. Sus movimientos se detuvieron porque escuchó que la televisión estaba encendida. La peli-(c/c) asomó la cabeza para encontrarse a Katakuri, a Cracker, a Lucci y a Smoker. Si hace el menor ruido, tal vez ellos no se darán cuenta de su presencia.
___ tomó una bocanada de aire antes de iniciar la misión con cautela. Con mucho cuidado, se puso de puntillas y empezó a caminar hasta la estantería. El libro la estaba llamando. Debe investigar, saber la verdad.
___ avanzó con sigilo, sus pasos apenas audibles sobre el suelo. La televisión seguía emitiendo sonidos, pero los personajes de One Piece parecían absortos en la pantalla. Llegó a la estantería y extendió la mano hacia el libro. Sus dedos rozaron la cubierta cuando una voz profunda la sobresaltó.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Katakuri, sin apartar la vista de la televisión.
___ se congeló, su corazón latiendo con fuerza. Intentó mantener la calma mientras respondía.
—Solo... solo quería revisar algo en este libro —dijo, tratando de sonar casual.
Katakuri la miró de reojo, pero no dijo nada más. ___ aprovechó la oportunidad para tomar el libro y retroceder lentamente hacia la puerta. Una vez fuera del salón, respiró aliviada y se dirigió a su habitación.
Se sentó en su escritorio y abrió el libro, buscando el apartado que mencionaba el hechizo. Sus ojos recorrieron las páginas rápidamente hasta que encontró lo que buscaba. Las palabras parecían brillar en la luz tenue de la lámpara.
"El hechizo de invocación puede alterar el equilibrio cósmico, acelerando eventos astronómicos y causando fenómenos inusuales."
___ se quedó mirando la página, su mente trabajando a toda velocidad. Todo tenía sentido ahora. El eclipse, las Perseidas adelantadas, todo estaba relacionado con el hechizo. Pero, ¿qué podía hacer al respecto?
No hay un hechizo que pueda alterarlo. Solo debe esperar a que llegue el eclipse y que todo vuelva a la normalidad, aunque en su interior deseaba que los chicos no tuvieran que regresar a su mundo. Está claro que se encuentra entre la espada y la pared.
—¿Has encontrado algo interesante?
___ saltó de su escritorio haciendo que el libro cayese del suelo. La voz dominante de Katakuri irrumpió en esa habitación. Casi el corazón de la joven se le sale de su boca.
—Esto… —balbuceó, buscando las palabras adecuadas—. No, nada interesante —mintió.
—Entonces, ¿por qué tanto interés en ese libro maldito? —volvió a preguntar. Katakuri entró en la habitación cerrando la puerta.
Se siente atrapada.
El corazón de ___ latía con fuerza mientras Katakuri se acercaba. Sabía que mentirle a alguien con haki de observación tan desarrollado era prácticamente imposible. Decidió intentar una verdad a medias.
—Estaba... preocupada por los eventos astronómicos inusuales —dijo ___, evitando la mirada penetrante de Katakuri—. Quería ver si el libro tenía alguna explicación.
Katakuri se detuvo frente a ella, su imponente figura llenando el espacio.
—¿Y la tiene? —preguntó con su voz baja y firme.
___ tragó saliva.
—Sí... pero no estoy segura de entenderlo completamente.
Hubo un momento de silencio tenso. ___ podía sentir la mirada de Katakuri estudiándola, buscando cualquier signo de engaño.
Finalmente, el pirata habló.
—Sabes más de lo que dices, ¿verdad?
___ cerró los ojos, sabiendo que no podía seguir ocultando la verdad.
—Sí —admitió en voz baja—. El hechizo... está afectando más que solo traerlos aquí. Está cambiando cosas en este mundo también.
Katakuri asintió lentamente.
—¿Y qué piensas hacer al respecto?
La pregunta tomó a ___ por sorpresa. Levantó la mirada para encontrarse con los ojos de Katakuri.
—Yo... no lo sé —confesó—. No quiero que se vayan, pero tampoco quiero causar daño a este mundo.
El rostro de Katakuri se suavizó ligeramente.
—Entiendo tu dilema. Pero ocultar la verdad no ayudará a nadie.
___ sintió un nudo en la garganta.
—Lo sé. Es solo que... tengo miedo de perderlos a todos.
Katakuri colocó una mano en el hombro de ___.
—No subestimes los lazos que se han formado aquí. Incluso si regresamos a nuestro mundo, eso no significa que te olvidaremos.
Las palabras de Katakuri reconfortaron a ___, pero también intensificaron su conflicto interno. Sabía que tenía que tomar una decisión, y pronto.
—¿Me ayudarías... a decírselo a los demás? —preguntó ___, su voz apenas un susurro.
Katakuri asintió.
—Es lo correcto. Y estaré contigo cuando lo hagas.
___ tomó una respiración profunda, sintiendo un peso levantarse de sus hombros. No sabía qué deparaba el futuro, pero al menos ya no tendría que enfrentarlo sola.
—Gracias, Katakuri —dijo con una pequeña sonrisa—. Vamos a contarles a todos.
Juntos, salieron de la habitación, preparándose para enfrentar las consecuencias de la verdad que estaban a punto de revelar.
Katakuri y ___ se dirigieron al salón donde Smoker, Cracker y Lucci seguían viendo la televisión. Al entrar, los tres hombres levantaron la mirada, notando la seriedad en los rostros de los recién llegados.
—Chicos, tenemos que hablar —dijo ___, su voz temblando ligeramente—. Es importante.
Smoker apagó la televisión con el mando a distancia, su ceño fruncido en preocupación.
—¿Qué sucede?
___ tomó asiento en un sillón, con Katakuri de pie a su lado, ofreciendo apoyo silencioso. Respiró hondo antes de comenzar.
—He descubierto algo sobre el hechizo que los trajo aquí —explicó—. Está afectando más que solo su presencia en este mundo. Está alterando eventos astronómicos y posiblemente otras cosas que aún no conocemos.
Lucci se inclinó hacia adelante, sus ojos entrecerrados.
—¿Qué tipo de alteraciones?
—El eclipse se adelantó, las Perseidas aparecerán antes de tiempo —respondió ___—. Y quién sabe qué más podría estar cambiando.
Cracker soltó un silbido bajo.
—Vaya, eso suena serio. ¿Hay alguna forma de revertirlo?
___ negó con la cabeza.
—No, que yo sepa. El libro no menciona nada sobre cómo deshacer el hechizo.
Un silencio tenso cayó sobre la habitación. Smoker fue el primero en romperlo.
—¿Qué significa esto para nosotros? —preguntó su voz grave.
___ miró a Katakuri buscando apoyo antes de responder.
—No estoy segura, pero... existe la posibilidad de que cuando ocurra el eclipse, ustedes... puedan regresar a su mundo.
Las reacciones fueron variadas. Cracker parecía sorprendido, Lucci pensativo, y Smoker... ¿aliviado?
—Entiendo que esto es mucho para procesar —continuó ___—. Y lo siento por no decírselos antes. Tenía miedo de perderlos.
Lucci se levantó caminando hacia la ventana.
—No debes disculparte. Entendemos tu posición.
Cracker asintió.
—Sí no es como si quisiéramos irnos tampoco. Este mundo es... interesante.
Smoker se aclaró la garganta.
—Aunque extraño mi deber como marine, debo admitir que he llegado a apreciar este lugar... y a ti, ___.
Las palabras de Smoker calentaron el corazón de ___. Miró a cada uno de ellos, sintiendo una mezcla de afecto y preocupación.
—Entonces, ¿qué hacemos ahora? —preguntó Cracker.
Katakuri habló por primera vez desde que entraron al salón.
—Sugiero que sigamos investigando. Tal vez haya una forma de controlar el hechizo o sus efectos.
___ asintió.
—Estoy de acuerdo. Y mientras tanto, creo que deberíamos aprovechar el tiempo que nos queda juntos, sin importar lo que pase.
Los demás murmuraron su acuerdo. A pesar de la incertidumbre que flotaba en el aire, ___ sintió un alivio al haber compartido la verdad. Fuera lo que fuera a pasar, al menos lo enfrentarían juntos.
—Bien —dijo ___, con una pequeña sonrisa—. ¿Qué les parece si preparamos algo de comer y seguimos hablando sobre esto?
La sugerencia fue recibida con entusiasmo, especialmente por parte de Cracker. Mientras se dirigían a la cocina, ___ no pudo evitar pensar que, sin importar el resultado, estos momentos con sus nuevos amigos serían algo que atesoraría para siempre.
Mientras preparaban la comida en la cocina, el ambiente se fue relajando poco a poco. Cracker se encargó de cortar las verduras con una habilidad sorprendente, mientras Smoker vigilaba la olla en el fuego. Lucci, por su parte, se dedicó a poner la mesa con una precisión casi militar.
___ observaba todo esto con una mezcla de asombro y cariño. Era increíble cómo estos personajes, tan diferentes entre sí, habían logrado adaptarse a la vida cotidiana en su mundo.
—Oye, ___, —llamó Cracker mientras cortaba un tomate—, ¿crees que cuando volvamos a nuestro mundo recordaremos todo esto?
La pregunta tomó a ___ por sorpresa. No había considerado esa posibilidad.
—No lo sé —respondió honestamente—. El libro no menciona nada sobre eso.
Katakuri, que estaba apoyado en la encimera, intervino:
—Independientemente de si recordamos o no, lo importante es lo que estamos viviendo ahora.
Smoker asintió removiendo el contenido de la olla.
—Katakuri tiene razón. Además, no es seguro que vayamos a regresar.
—Cierto —añadió Lucci, terminando de colocar los cubiertos—. Por ahora, deberíamos centrarnos en investigar más sobre el hechizo y sus efectos.
___ sintió una oleada de gratitud hacia todos ellos. A pesar de la incertidumbre, estaban manejando la situación con una madurez y comprensión admirables.
—Gracias, chicos —dijo ___, con la voz un poco temblorosa por la emoción—. No saben cuánto significa para mí su apoyo.
Cracker le dio un ligero codazo amistoso.
—Hey, somos un equipo ahora, ¿no? Nos apoyamos mutuamente.
Justo cuando ___ estaba a punto de responder, un fuerte trueno resonó fuera, sobresaltando a todos. Lucci se acercó a la ventana y frunció el ceño.
—El cielo se ha oscurecido de repente —comentó—. Y no estaba pronosticada lluvia para hoy.
___ y los demás se acercaron a la ventana. Efectivamente, el cielo que hace unos minutos estaba despejado, ahora estaba cubierto de nubes negras y amenazantes.
—¿Creen que esto tenga que ver con el hechizo? —preguntó Smoker, su voz cargada de preocupación.
___ sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—Es posible. Parece que los efectos se están intensificando.
Katakuri puso una mano en el hombro de ___.
—Necesitamos investigar más, y rápido. Algo me dice que el tiempo se nos está agotando.
Todos asintieron en silencio, sus miradas fijas en el cielo turbulento. La comida quedó olvidada mientras contemplaban la nueva amenaza que se cernía sobre ellos. ___ sabía que tendrían que actuar pronto, antes de que las consecuencias del hechizo se volvieran incontrolables.
—Bien —dijo finalmente, apartándose de la ventana—. Terminemos de comer y luego nos pondremos a investigar. Tenemos que estar preparados para lo que sea que venga.
Con renovada determinación, el grupo volvió a sus tareas, conscientes de que lo que hicieran en las próximas horas podría determinar no solo su futuro, sino posiblemente el de ambos mundos.
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