Capítulo 5. De compras

—Demasiada gente.

—Mucho ruido.

—Ay, en el manga o en el anime no erais tan quejosos.

___, aprovechando que los piratas y los marines tenían un conjuro en su cara, decidió dar una vuelta con ellos en el gran centro comercial de su barrio para comprar todo lo necesario para el Festival Mangaka.

Lucci está acostumbrado a estar rodeado de la gente, pero no demasiado. De hecho, el ruido de los niños llorar por no recibir lo que quieren, lo estaba molestando. Le están entrando ganas de matar a alguien si sigue así. Y el pobre de Katakuri teme que la gente lo esté mirando, ya que no tiene la bufanda puesta. Pero parece que las personas lo están ignorando completamente.

—Oye, ¿qué se supone que estamos buscando? —preguntó Smoker con molestia. Está así porque un guardia de seguridad le llamó la atención por estar fumando dentro.

—Las herramientas necesarias para el festival.

—¿Festival?

—Sí, un festival donde todos se disfrazan de sus personajes favoritos —iba explicando para pararse enfrente de una tienda de ropa. En su móvil está mirando la imagen de Luffy—. Uhmm… Sí, un sombrero de paja.

—Espera… ¡¿te vas a disfrazar de Mugiwara?! —preguntó Cracker.

—Es qué no tengo otra idea en mente —se sinceró, rascándose la nuca.

___ entró a la tienda, que es bastante grande y con ropa de calidad. Con solo tocarlo, ya sabe que merece la pena. Solo necesitaba el fajín de color amarillo, el sombrero y una camisa roja de botones. Ah, y un topples blanco para cubrir sus pechos. Pintura de maquillaje no le hace falta porque tiene suficiente y sandalias también.

No tardó mucho en hacer la compra porque consiguió lo necesario en esa tienda. No obstante, su instinto de mujer le pedía visitar todos los locales posibles por si veía algo bonito que comprar.

Obviamente, los cuatro hombres no tuvieron más remedio que seguirla. Esto iba a ser una tortura para ellos.

—Oye, volvamos a tu casa —le indicó Lucci.

—Pero si solo acabamos de empezar —le reprochó ___.

—Ya, pero esto está siendo un estorbo.

—Estoy de acuerdo con Rob Lucci —apoyó Smoker—. No pintamos nada… ¿Qué demonios es eso?

La atención del vicealmirante de la marine se desvió en un escaparate con una figura propia de él enfrentándose a Vergo. Se tuvo que acercar para verlo más de cerca.

—Es una figura, como la que tengo en casa de Katakuri y Luffy —dijo este último con cierta tristeza.

—Está… bastante bien.

—¡¿A qué sí?! Todos se esfuerzan porque sois geniales —rió.

Esto a Smoker no le sentaba nada bien en ser famoso, y más aún en un mundo que no es el suyo. Menos mal que tiene algo de paciencia para esas cosas. Desvió su mirada en ___, que volvió a retomar su camino en mirar las siguientes tiendas. Van a tener un rato largo.

Lo más sorprendente es que hay varios puestos de comidas, como los helados, por ejemplo. Hubo uno que le llamó la atención a Katakuri: un puesto dedicado a los donuts. En el panel informativo indicaba que hay varios tipos de sabores. A Katakuri se le hacía boca agua.

—¿Quieres que compre?

Esa pregunta descolocó al hombre perfecto de la tripulación.

—No, gracias.

—¿Seguro? Se ve que quieres.

—Estoy seguro de ello —reafirmó.

___ no quiso indagar a preguntar más por la incomodidad que puede sufrir Katakuri. No obstante, decidió ignorar la negatividad del peli-granate y caminó hasta el puesto. Eso puso más nervioso a Katakuri. Quería detenerla cuanto antes, pero fue demasiado tarde. Ya estaba delante y comprando. No le costaba nada porque quería poner contento a su gran hombre de la animación.

—¿Creéis que lo hace para acostarse con nosotros? —preguntó Cracker en voz baja.

—... ¿Tú crees eso? —cuestionó Katakuri.

—¿Por qué crees que nos ha convocado? Es evidente que es para eso.

—De vez en cuando lo pienso —habló Lucci.

—Dejad esos pensamientos estúpidos —dijo Smoker no queriendo meterse en la conversación.

—Ah, entonces piensas que no es guapa, ¿verdad?

—No entres en terreno peligroso, Charlotte —lo advirtió.

—¡Ya estoy aquí!

Terminaron con la conversación al escuchar a ___, quien traía una bolsa grande y estiró los brazos hacia Katakuri.

—¡Todo esto es para ti! —rió por lo bajo.

—... No tenías porqué —respondió con cierta vergüenza.

—No puedo permitir que te mueras de hambre. —Sus ojos brillan con emoción.

—Oye, te quiero hacer una pregunta —intervino Cracker—. Quisiera saber el motivo del porque nos invocaste.

—Es lógico. Quería comprobar si el hechizo es efectivo.

Esa respuesta no es suficiente para Cracker. Debe indagar más la situación, pero tal vez esté no es el sitio indicado para hablarlo porque hay mucha gente. Él esperará hasta que lleguen a la casa.

Solo pasaron cuatro horas desde que fueron al centro comercial. Menos mal que todo ha acabado porque los chicos odiaban profundamente ir de compras, sobre todo con una mujer como ___. Ella estaba preparando la cena con mucha felicidad por haberlo conseguido todo.

Cracker se levantó del salón para caminar hasta la cocina ante la atenta mirada del resto. Tienen sospecha de lo que piensa hacer Charlotte.

—Ey, no me has respondido antes a la pregunta —habló.

—Yo creo que te respondí bien.

Cracker frunció el ceño. Odia escuchar las respuestas simples. Entonces una idea macabra se le ocurrió, incluso se iba a divertir mucho. Se adentra a la cocina teniendo mucho cuidado en no tropezar y que su idea se desmorone. ___ le está dando la espalda, así que para Cracker es mucho más fácil.

Él la acorraló en la encimera colocando sus brazos fuertes a los lados del cuerpo de ella. Su cabeza está muy cerca entre el hueco del cuello y el hombro de la joven. ___ se tensó al sentir la cercanía de ese hombre. El olor de su perfume inundó sus sentidos.

—¿Estás segura? —susurró cerca de su oído—. ¿No nos habrás invocado para otra cosa?

El corazón de ___ estaba latiendo con mucha fuerza. Nunca pensó tener cerca a un hombre, en especial, a Cracker. Un personaje que le gusta demasiado. Sentir su respiración chocar en su piel. Ella se giró para empujarlo con fuerza.

—¿Q-Qué crees que estás haciendo? —preguntó con nerviosismo.

—Oh, solo quería asegurarme de que a lo mejor estabas buscando algo más. —Él tomó un mechón de su cabello para jugar—. Tengo esa sensación.

—T-Te equivocas… B-Bueno… No niego que he tenido sueños eróticos con vosotros —confesó. Al final, Cracker tenía razón.

—¿Ah, sí?

___ lo está pasando muy mal. De hecho, estaba sudando y se le notaba en la frente y en las manos. Realmente estaba teniendo unos sentimientos bastante fuertes. La cercanía de Cracker la está poniendo nerviosa. ¡No quiere notar su bulto!

—¿Y no quieres que eso se cumpla? —volvió a preguntar de forma ronca.

—... ¡La comida! —gritó, empujando con más fuerza a Cracker para centrarse en la comida.

Ya Cracker tiene algo con que jugar. Esto para él será pura diversión. Y no es el único que lo piensa.

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