31 - Mujer
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Aquella persona que dijeron que era su madre. No la veia mucho pero cuando estaba con ella le gustaba jugar e ir tras ella sin embargo solo podía ver su espalda, nunca lo volteó a ver por su propia iniciativa, cuando preguntó sus abuelos le dijeron que ella no podía seguirle el ritmo ya que era muy enérgico.
Esto le alegró y tranquilizó su inseguridad.
Así que cuando podía para no lo tenga que seguir a todos lados optó por abrazarla, con eso demostraría su cariño hacia ella. Al despertar la abrazaba, cada vez que volvía del colegio la abrazaba, cuando salía de casa la abrazaba, antes de dormir iba a su habitación para abrazarla. Ella nunca se quejó, pero tampoco devolvió el abrazo.
Hasta que un día recibió una cachetada de ella.
No lo comprendió, en el suelo solo pudo sentir el calor en su mejilla y su vista volverse borrosa. Intentó buscar una explicación pero solo vio el rostro de su madre molesta y luego su espalda alejarse.
Su abuela lo recogió y lo abrazó mientras le pedía perdón.
Pero él no comprendía. Cuando todo pasó preguntó.
— ¿Qué hice mal?
Si recibía un golpe debió ser porque hizo algo mal, era lo único que podía concluir.
— Hay veces que mostrar mucho cariño termina molestando a las personas, intenta comprender a tu madre.
— ¿Dar mucho cariño es malo?
Su abuela no respondió pero le sonrió. Dejó de abrazar a su madre, no quería molestar, pero todavía tenía muchas más preguntas.
— ¿Mamá, tu me quieres?
Él había dado muchos abrazos pero ella nunca le hablaba. Así que si no podía jugar con ella y no podía abrazarla, optó por hablar.
— ...
No recibió respuesta.
— ¡Yo no me enojaré si me das mucho amor, así que no te preocupes!
— Deja de decir estupideces.
La mirada de asco de su madre se quedó impregnada en su pupila cuando fue a dormir, esto solo le dió más dudas.
Debía estar haciendo algo mal, así que preguntó a su abuela, ella parecía no importarle su mal comportamiento.
— Abuela ¿Usted me ama?
— ¡Claro que te amo cariño! ¿Por qué preguntas algo tan obvio?
Esto le alegró, ahora podía demostrarle su cariño a alguien, además no se enojaba, corría detrás de ella, la abrazaba, le decía lo que sentía.
— Por tu culpa ella murió.
Fue lo que susurró su madre cuando su abuela murió.
— Hiciste que se esfuerce de más.
Con esas palabras su cuerpo se congeló, él estaba llorando a cántaros pero con ese susurró su llanto se detuvo y descubrió que él había sido el culpable. Su amor, su cariño excesivo, sus abrazos, sus charlas, él lo había cometido. Su mundo se desmoronó y cayó en un agujero oscuro.
Hora sabía que no debía dejarse llevar por los sentimientos, estos podían ser letales, él amó demaciado a su abuela provocándole la muerte, además por ese amor tan grande su partida fue de las experiencias más dolorosas que pudo sentir.
Debía ser lógico, inteligente, mostrar resultados, en eso debía concentrarse.
Hasta que llegó a la secundaria.
En su primer año no había entablado una conversación larga con sus compañeros y aún así una chica lo llamó a unos baños abandonados. Dónde fue golpeado repentinamente.
Esto no podía quedar así debía contarle a su madre, estaba seguro que el diálogo lógico era lo más óptimo, siempre le mostró resultados y siempre dijo la verdad siempre a ella.
Sin embargo con la nueva cachetada que recibió sintió que su conciencia se desviaba.
— ¡Maldito bastardo! ¿Cómo pudiste?
— ...
Miraba incrédulo a la mujer que estaba en su delante. Algo no estaba bien, trató de explicarle la verdad pero solo recibió un golpe, tocó sus mejillas por dónde corrían sus lágrimas, sus dedos las tocaron y jugaron con la sensación de humedad.
Nada tenía sentido, no podía comprender, sus dudas se dispararon ¿qué había hecho mal? Él no podía llegar a una conclusión. No podía entender a las mujeres, parecían ser otro ser ajeno a la lógica.
Su mente daba vuelta, su visión borrosa, sus lágrimas y mocos se combinaban, su mejilla ardía, su vientre se contraía.
Entonces derramó su interior su mente colapsó y todo se volvió oscuro. Para cuándo abrió los ojos estaba en un carro en movimiento manejado por su abuelo.
— ¿Despertaste?
— ¿Abuelo?
— Hiciste un lío he, no te preocupes todo fue aclarado, pero por si acaso viajarás conmigo un tiempo.
— ¿Un lío?
— Sí, el problema de tu colegio.
Por más que intentaba no podía recordar lo que pasó ese día.
— ¿Hoy?... ¿Qué día estamos hoy?
— Hem, martes.
— Debo ir al colegio.
— Tranquilo muchacho, no regresaras al colegio ¿No es divertido eso?
— Supongo...
Él no entendía por qué a todos les gustaba saltarse las clases, pero parece que llegó el día en el que se salte una clase.
La parte delantera del carro del abuelo estaba desordenada por lo que empezó a ordenarlo, papeles de un lado, cajas de otro lado y la basura en una bolsa para tirarlo después. Hasta que encontró una revista, donde aparecía una mujer en biquini.
— ¡Hey todavía estás pequeño para verlo!
Con un sonido extraño casi vómito dentro del carro del abuelo, este comprendió la situación y detuvo el vehículo, de inmediato bajó e intentó tranquilizar su respiración, sin embargo delante de él se acercó algo que casi le hace perder en conocimiento, corrió en otro sentido pero se volvió a encontrar algo similar que le erizó su pelo.
Corría de lado a lado aterrado por lo que se acercaba a él.
Aquellas cosas no podía distinguir porqué su cerebro de inmediato las distorsionaba. Su miedo escalaba a gran velocidad, su cuerpo no soportó más y colapsó en el suelo manchando sus pantalones.
Aquella cosa a la que tanto tenía, era mujeres que se acercaban preocupadas.
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